Partida Rol por web

¡Bien! gritó Eulendileas, mientras salía de su escondite. Por poco estuvo a punto de pisar la zona conjurada y quedarse ciego, pero se echó para atrás a tiempo.

¿Podéis quitar el conjuro? Quiero ir a dar un abrazo a Pelotis pero encontró la manera de esquivar la magia y llegar hasta su escarabajo

¡Lo has conseguido, lo has conseguido! gritó, lanzándose encima de la criatura. El insecto gigante chascó las pinzas con fuerza, pero estaba alegre de lo que había conseguido.

¿Por qué cuando llegamos los orcos siempre salen corriendo?

Dreyden dió una palmada y la nube brillante se desvaneció en aire. Finalmente el combate sólo le había costado un conjuro y estaba satisfecho. Ahora faltaba examinar el botín y ver si encontraban algo de interés antes de continuar su camino.

-Echad un ojo al campamento a ver si han dejado algo de comida comestible o algo de valor.

Mentalmente, el mago le pidió a su halcón que se elevara y mantuviera la vigilancia sobre los orcos.

Síguelos

Zurkor se colgó la guja a la espalda y descendió por el lateral de la jaula como si se tratara de un superficie horizontal, sin preocuparse de la posibilidad de perder el equilibrio, antes de acercarse a Eulendileas

- Es... eh... amigo tuyo? - preguntó curioso. El barbaro había compratido parte de su vida con un dragón, por lo que no se sentía especialmente preocupado por la presencia del enorme escarabajo, pero no podía dejar de sorprenderse por la noticia - Pensé que era una sorpresa del mago - reconoció - pero parece que me equivoque! - tras encogerse de hombros añadió - Espero que lo puedas controlar. Ya bastantes problemas tenemos con los orcos, cuando no huyen, para tener que preocuparnos, también de tu amigo -

Casi sin darse cuenta cambió su aura dragonil mirntras verificaba si alguno de sus aliados estaba herido. Parecía que, aparte de él mismo solo el nuevo amigo de Elendileas tenía algo de daño, por lo que lo abarcó dentro de sus capacidades.

Una vez en el piso utilizó el extremo de su arma para mover los bartulos abandonados por los orcos y verificar si encontraba algo que le pareciera interesante

Fausto se adelantó un poco en el campamento con el arco preparado para asegurarse de que ninguno de aquellos orcos diera media vuelta y les tomara por sorpresa.

Cuando se convenció de que el peligro había pasado volvió junto a sus compañeros. 

Eres una caja de sorpresas, pequeño.

Desde luego que aquel escarabajo había decantado el combate claramente a su favor. Aunque sólo fuera por entretener a aquel enorme jabalí, había conseguido que ninguno de ellos fuera herido de gravedad.

Fausto ayudó a registrar el campamento orco.

Es más que un amigo, es un compañero de viaje. Me lo regaló un viejo mago por salvarle de unos lobos monstruoso. Conseguí atravesar con una flecha tres cráneos. Y, por salvarle la vida, me lo dio. Le llamaba de una forma muy extraña, pero a Pelotis ese nombre no le gustaba acarició la espalda del escarabajo, que estaba distraído así que se lo cambié por éste, que es mucho mejor.

Lo único malo es que vuelve al medallón tras pasar un rato. Y hasta el día siguiente no puede volver a aparecer. Pero bueno, al menos sabe combatir y acabar con todo lo que hay por delante.

¡Pelotis, estate atento por si vuelven! Yo voy a ponerme a buscar
 

Tal y como Eulendileas había anunciado, Pelotis regresó al medallón poco después de que se callara. Así que el aura de curación de Zurkor no fue suficiente para curarlo, aunque para la próxima vez, regresaría completamente sano.

Mientras tanto, el resto de los aventureros se pusieron a buscar entre el campamento, sin encontrar nada que les resultara suficientemente útil como para llevarlo consigo, a excepción de una docena de raciones de viaje que seguramente fueran de lo más útiles en aquel lugar y 30 po.

Los orcos habían huido de allí dejándoles de nuevo el camino libre para continuar con la misión en la que se habían embarcado.

Tras mirar las raciones con algo de recelo, Zurkor aclaró - Parecen raciones. No me gusta que hayan estado en manos de unos orcos, pero si necesitamos comer, serán bienvenidas -

El barbaro las acopió en su morral mágico antes de comentar - Cuando descansemos las reparto, pero con suerte encuentro algo de comida más natural antes que decidamos descansar. Aunque lo cierto es que la zona es complicada, nunca me pasó de caminar tanto tiempo sin encontrar algo comestible. Espero que hoy sea el dia donde nos cambie la suerte -

Por un momento dudó si poner su su bolsa mágica, tambien las pocas monedas que vieron la luz entre la mugre del campañento, pero decidió que eso podía causar problemas. Problemas que no les resultaban necesarios - Creo que son más o menos 6 monedas para cada uno, les parece? - Tras tomar solo su parte del botín y guardarlo en su bolsa añadió, burlonamente, - No creo que así nos hagamos ricos, así que mejor sigamos. A ver si encontramos a esos hijos ricos lo antes posible -

Quizás podamos comer algo de carne antes de continuar.

Fausto usó una de sus armas para quitar la piel y sacar unas grandes tiras de carne del cuerpo del jabalí.

Traed unos cuantos palos finos, aprovecharemos la hoguera para hacer la carne.

El estómago del cazador de orcos rugió ante las expectativas del festín que se le avecinaba.

Dreyden miraba alo alto, mientras Kell se alejaba siguiendo a los orcos.

-Quedaos mi parte de la comida para vosotros. Mi magia me provee de alimento.

El mago trató de abstraerse de toda aquella violencia. La vida era cambio pero la muerte... aparte de los cambios físicos de la putrefacción, es el final.

- Carne de jabalí... si, suena bien - asintió Zurkor acercándose a Fausto y ayudándolo en su tarea - Podemos alimentarnos ahora y luego avanzar un rato más para ver si nos acercamos al grupo que lleva a los prisioneros con el estómago lleno - bromeo mientras trabajaba

- Además la carne es mucha, así que quizás le podamos dar a "Guau" una porción - le propuso a su congérnere - Quizás si lo alimentas con carne, decida hacerte un poco más de caso - completó mientras le guiñaba un ojo al resto de los presentes

Tras los primeros cortes, Zurkor meneó la cabeza y comentó - No creo que nadie en su sano juicio pueda comer esta carne. Una cosa es un "regusto salvaje" en la comida, pero esto esto ya es incomible. Solo el olor es capaz de voltear a un orco - añadió sin que que nadie pudiera pensar que sus comentarios fueran exagerados al oler el tufo que surgía de la carne del jabalí.

- Supongo que debemos seguir el rastro y... Shhh!.... Silencio! - el mediano observó con cuidado una pequeña loma en el medio del campamento orco y sonrió complacido, al darse cuenta de que se trataba - Estos orcos son muy estúpidos - comentó antes mientras de frotarse las manos y empujar el mango de su guja por una abertura irregular - Comiendo esas estupidas raciones cuando tenían carne fresca a sus pies - agregó mientras movia el ástil de su arma con cuidado, hasta que sintió como una pequeña bola de pelo intentaba salir de su madriguera - Hoy vamos a comer bien - insistió moviendo el filo de la guja sobre el cuello del conejo en cuanto este estuvo a la vista

- Denme una mano, esos otros agujeros tienen que tener más conejos. Hoy toca comer asado, y seguramente sobrará lo suficiente como para que mañana comamos carne fria y podamos ahorrar raciones -

- Si alguien tuviera un poco de vino podría preparar mi famoso "Asado de Conejo al Vino", pero de cualquier manera, incluso sin vino, podran probar una delicia culinaria... "Asado de Conejo sin Vino" - bromeó, contento de si mismo, tras obtener un segundo roedor y dirigirse a la tercer abertura - Vamos a disfrutar una buena cena y luego será más sencillo alcanzar a ese grupo de orcos. Con el estomago lleno será mas sencillo acabar con el grupo que lleva a los prisioneros -

-Me parece una idea excelente. Continuaremos la caza con los estomagos satisfechos. Hasta yo agradeceria algo de variedad en mi dieta.

Fausto ayudó al pequeño Zurkor a cazar la comida. También le vendría bien un poco de comida caliente para variar.

Aprovechemos para descansar un poco del viaje y del combate. Después continuaremos el camino. Estos orcos no parecían ser los que tenían a los chavales, pero seguramente sabrán donde los tienen.

Eulendileas se movía de un lado para otro, como un niño pequeño en una zona de juego desconocida.

Aún así, sigo pensando que hay algo raro. Todos huyen, no se queda ninguno a pelear. ¡Los únicos que se quedaron fueron aquellos ladrones! Nah, hay algo raro.

Se sentó a comer con los demás, aunque lo tenía complicado. Guau se movía como el rayo y le robaba pedazos de carne por todos lados, sin que el emdiano entendiera lo que pasaba hasta que fuera tarde. Mientras su comida menguaba, su cabeza no dejaba de pensar.

¿No deberíamos continuar? Si es un campamento orco, puede que venga alguien más. Y si nos pilla con las defensas bajas, dudo mucho que huya como los demás.

Mientras disfrutaba de su conejo asado Zurkor sonreía, feliz de haber encontrado las madrigueras en un lugar tan práctico y que los anteriores ocupantes del campamento no hubieran sido capaces de encontrarlas antes que él. Sin embargo, las palabras del mediano lo hicieron recapacitar sobre la situación del grupo.

- Tienes razón - le concedió mientras buscaba uno de los trozos malolientes del jabalí y se lo lanzaba a su perro, esperando que asi, quizás, Eulendileas pudiera comer algo - Supongo que el ave del mago nos avisará si alguien se acerca, pero mejor tengamos las armas a mano - comentó - Y tratemos de ser rápidos al masticar. tampoco es bueno que esos cobardes tengan tiempo de reorganizarse para emboscarnos. O peor aún, para conseguir aliados antes de hacerlo -

Kell se percata de que un semiorco acompañado de un lobo está espiando su conversación y escuchando lo que están diciendo. Se mantiene oculto entre la maleza del pantano, ajeno a que el ave pertenece al mago y le ha descubierto.

Dreyden se acercó a cada uno de ellos y les avisó discretamente.

-Hay un semiorco junto a un lobo espiándonos. Diría que pretende escuchar lo que decimos pero están los dos solos, no creo quetenga intenciones hostiles.