Partida Rol por web

 No. Debajo del ataúd no hay ningún pasadizo, solo tierra.

Contra todo pronóstico, en el interior de la fosa común III había una fosa común. Media docena de cadáveres, si no había más enterrados por debajo. La presión ejercida por la pala mágica había cercenado algún miembro, rompiendo la consistencia de los cuerpos.

La tumba X tenía roca, extensión de la misma roca que ocupaba las tumbas V y XI.

¡PLAFFF!

Ese no era el sonido de la pala moviendo tierra, sino el de una puerta que se abría de sopetón. Miraron a la puerta del ala este: los gólems de carne seguían intentando romperla sin éxito, salvo por algún agujero del que asomaba alguna mano de uñas sucias y piel cadavérica. Miraron a la puerta norte: seguía cerrada. La puerta que debió abrirse es la que daba al ala oeste, pero esa estaba tras el torreón del centro del patio, así que no tenían visión directa.

Flame tampoco podía ver quién había abierto la puerta oeste: seguía en lo alto de la azotea, parada, mirando al desván de modo intimidante para que Isabela no volviese a salir con su ballesta. Sin embargo, era la más herida de todos, y estaba alejada del resto, con lo que las curaciones de Leiath no le alcanzarían. Alice y Aire, sin embargo, aún podían recibir una oración de curar heridas leves, si se terciaba, aunque estaban alejadas del peligro.

En el cielo, el Marut bajó su antena, que se escondió de nuevo en el interior de su cabeza metálica. Su función ya había sido cumplida.

El sonido de la puerta al abrirse hizo a Onfale preocuparse. ¿Y si el Marut mandaba al otro compañero suyo a arreglar el caos  su mera existencia suponía? Tenían que ver quién venía.

- Tú sigue, Thymaz. Voy a echar un vistazo.-Dejó a Leiath preocuparse por el estado físico del resto del aquelarre y acidió, cubriéndose con la torre, a ver si veía quién había abierto la puerta.

Con Isabella huida de nuevo, no servía de nada recorrer aquellos pasillos sin saber dónde podrían estar. Además, sus compañeros parecían perdidos y la criatura que sobrevolaba el patio no tenía pinta de dejarles intentarlo más veces. Así que la chamán del dragón se decidió a descender de nuevo por la pared recorriendo el camino en el sentido opuesto que había tomado antes, cuando volvió a ver aparecer a la mujer. 

¡Estate quieta! ¡Deja de atacarnos! Estamos tratando de huir, baja con nosotros y ayúdanos a salir. No queremos hacerte daño y además podemos ayudarte a quitarte esa incómoda máscara. Dijo Flame que llevaba desenfundado a su gemelo de hierro y proponiendo un nuevo trato con la mujer enmascarada. Esa criatura no va a responderte, no habla tu idioma, ¿y qué has querido decir con eso de que tienes un genio que te concede deseos?

-Si sumamos las primeras filas tenemos (1,6,3,11,5 = 26) y las siguientes (2,7,1,6,10 =26) y las siguientes (9,3,13 = 25). Por lo que, si esto es una especie de código, lo único que me da a pensar es que alguien ha convertido el "10 = X" en un "9 = IX" en la última fila para que no den las sumas...

-Como opción alternativa, alguien pudo añadir números en las dos anteriores, véase en el 6,3 y 11 de la primera fila de tumbas, o por el contrario, 2,7 y 6 en las centrales. Aunque por suerte ya hemos escavado algunas de esas y no hemos encontrado nada...

Con eso dicho, el Enano probó suerte en la Fosa Común IX del 499.

Aprovechando que tenía tiempo libre, Leiath hizo uso de su varita de curación para cerrar alguna de las heridas de su aquelarre.

Iban a necesitar estar enteros para cuando viniera lo que fuera que venia a matarlos.

Hala, iluminanos. Dónde tenemos que cavar? Mándanos una señal, te lo ruego- suplicó al bruja pese a saber que su mensaje no iba con la fuerza necesaria para que lo escuchase su diosa.

Rachel, dame la mano. Te ayudaré a salir de la fosa.

¡No! ¡No me toques!

Rachel trató de salir por sí misma, sin ayuda, trepando por la tierra para volver a salir de la tumba.

Onfale se adelantó a todos, pero cuando vió lo que se avecinaba, tuvo que retroceder. Habían visto a Zelekut con cuerpo de centauro y al Marut con cuerpo de ogro, pero los Inevitables viajan siempre de tres en tres, y les quedaba un enemigo por ver. El Kolyarut caminó hacia el norte del patio, bordeando el torreón central. Tenía el cuerpo de un humanoide mecánico, pero los que sabían del tema de los constructos y los planos de Mechanus sabían que estaban ante un ser formidable, con un poder intermedio entre el Zelekut y el Marut. Portaba una espada, pero seguro que sus ojos inanimados transmitían más peligro que cualquier arma.

Bip. Biribiribiribip...

Por detrás de él, en el dintel de la puerta oeste, tanto Flame como Onfale vieron surgir a otro de los gólems de carne siguiendo a su señor, pero se había quedado muy retrasado, al oeste del patio.

La tumba IX, como había aventurado Onfale, no tenía tierra removida y nunca antes había sido cavada. La pala mágica de Néstor Lármika dejó un gran socavón vacío, pero seguía sin haber ningún pasadizo subterráneo.

- No, no, no, no...- Retrocedía Onfale negando con la cabeza ante lo que se aproximaba a ellos con una mirada tan fría como el hielo.- ¡Y este de dónde sale ahora!¡TENEMOS QUE SALIR DE AQUÍ!- Gritó para que Thymaz abreviase y consiguiese encontrar el maldito túnel de salida. Odiaba a los constructos, los golems y todo lo que no pudiera sufrir dolor. No sentir dolor era un privilegio que él no tenía. Además su determinación era férrea. Eran indoblegables. Corrió hacia Leiath para cogerla de la muñeca de nuevo y tirar de ella. Sin embargo no sabía ni a donde ir. Por donde habían llegado había un ejército de golems de carne y, pro donde llegaba el Kolyarut no parecía ser una buena idea. Escrutó al constructo metálico tratando de identificar a qué se enfrentaban. ¿Volaba?¿Lanzaba rayos? Necesitaba información. ¿Cuáles eran sus pretensiones? ¿Venía a impedir que cavaran entre las tumbas o podrían distraerlo de algún modo?

- ¡A la torre!- No veía otra salida que meterse en aquella ratonera. Quizá así dieran tiempo a Thymaz a encontrar la tumba correcta, si es que había alguna.

Leiath se dejó arrastrar por Onfale, aunque no las tenía todas consigo. Si huían y se encerraban en la torre, cómo seguirían cavando? Tampoco podían dejar a Thimaz ahí solo, el mercenario le mataría solo por estar vivo y cuanto más tiempo pasase, más enemigos llegarían al patio.

Había antes que llamar la atención de la criatura mecánica para que dejase al enano en paz.

No cierres Onfale, deja que nos siga a nosotros. Demos tiempo a Thimaz!- susurró al perfumista

Eh, tú, cara-lata!- llamó la bruja desde la puerta de la torre- Quieres acabar con nosotros? Pues ven a cogernos!

Se preparó por si aquella formidable máquina le lanzase un ataque a distancia situándose con medio cuerpo en el interior del edificio.

El enano no se había enterado lo que estaba pasando, al parecer le habían gritado que se diera prisa por encontrar la ruta de escape y con esto en mente, el enano paseó entre las tumbas que aún no había excavado y pensó sobre cuál era la mejor para probar aquella increíble pala. Deteniéndose sobre la Tumba del Dr. Black VI.

-Es esta... o será la del año 494... sea como sea, encontraré lo que sea que estamos buscando.

Acto seguido y sin pensar mucho lo que pasaba en el alrededor, Thimaz excavó la tumba del Dr. Black VI, con la ilusión de encontrar lo que sea que andaban buscando para salir de allí cuanto antes.

La maga pelirroja corrió detrás del afeminado perfumista. No tenía intención de iniciar una conversación con el constructor mecánico. Esos malditos bichos eran casi inmunes a la magia. ¿Qué será lo próximo? ¿Un constructor hecho de gatos….?

No dejéis que me toque. ¡No dejéis que me toque!

El Kolyarut avanzó por el patio, como si supiese por ciencia infusa qué había detrás del torreón. Ignoró a Leiath, e hizo una demostración de su poder. Los ojos del monstruo dispararon sus láseres y alcanzaron a Rachel. No mostró rastros de quemadura, sino que la paciente se marchitó en pocos segundos como una rosa en meses. Su piel envejeció. Sus cabellos perdieron su color. Su alma abandonó el cuerpo.

¡No hay liberación para este momento de ruina!-exclamó como últimas palabras, mientras su cadáver aterrizaba sobre la mullida tierra removida por la pala de Néstor Lármika.

Las cosas se seguían torciendo. El agujero cavado por Thimaz mostró otra fosa común con más torsos y miembros de los que un solo Doctor Black podía coleccionar. No era solo una ocasión perdida, ya que la magia del lugar seguía actuando, y en la tumba del año 493 tenían un ejemplo de lo que podía ocurrir en la del Doctor Black en breve. Y es que en la fosa 493, las manos de los cadáveres empezaron a trepar por las paredes de tierra para salir al patio, como si se tratase de una plaga de arañas carnosas.

Onfale no se iba a quedar a esperar después de lo visto. Suficiente había tenido con tener su bello rostro atrapado tras la máscara del sanatorio, sin poder perfilarse las cejas, ni lavarse la delicada piel como era debido, como para morir de aquella forma tan espantosa. Ver envejecer a Rachel tras el impacto de aquella mirada endemoniada le había producido verdadero pánico.

¡No seré el siguiente!- Sin mucho más pensar se movió raudo y ágil hacia las escaleras que llevaban a la azotea de la torre. Como pudo controló sus ganas de echar a correr como alma que lleva el diablo para no llevarse una desagradable sorpresa. No conocía las debilidades de aquellos constructos, si es que tenían alguna, y tampoco sabía qué les motivaba, aunque se había hecho una ligera idea tras el encuentro con el primero. Sólo le quedaba la esperanza de que al llegar arriba aún Thymaz estuviera vivo y hubiera encontrado el túnel.

La bruja estaba desesperada. A su retaguardia Onfale se adentraba en la torre, en lo que parecía un 'que se salve el que pueda', y en el patio seguía el resto de su aquelarre a merced del asesino.

Aunque se metieran dentro de la torre todos, la máquina les seguiría, y esta vez estaría acorralados. Continuaba pensando que deberían dar más tiempo a Thimaz, no veía otra salida posible.

Su táctica de atraer al mercenario parecía no funcionar, pero por qué había atacado a la pobre Rachel que no había hecho ningún movimiento? Atacaba a cualquier objetivo al azar? Qué rango tendrían esos rayos con los que había fulminado a la mujer y quién sería el siguiente?

Leiath intentó un conjuro. No pensaba que fuera a funcionar dadas las características de la bóveda en la que estaban recluidos, pero quizás llamase así su atención y la siguiera dentro de la torre dando tiempo a los demás a cavar o guarecerse.

Sintiendo el poder que emanaba de su medallón sagrado dándole fuerzas, accedió al Tejido mágico y tocó las fibras adecuadas para mandar a esa criatura lo más lejos posible de donde estaban.

Por el poder de Hala, yo te expulso!- fueron las palabras que salieron de sus labios.

Una vez fuera del peligro, aunque esta afirmación estaba supeditada a la resistencia de puerta y la fuerza del golen. La maga empezó a recitar un conjuro. La anterior vez su convocación había sido de mucha ayuda, ahora esperaba que fuera de igual ayuda y permitiera al enano seguir cavando tumbas. Viva la profanación de tumbas.

Flame chasqueó la lengua al no tener respuesta alguna de la que imaginaba que sería Isabella. Cuando vio que aquel construco reducía a cenizas a Rachel temió por su vida. Esperaba que no fuera un rubífobo y que no la hubiera atacado solo por su color de piel.

Armada con su Gemelo Frío se lo colocó en el hombro y se propuso bajar por las escaleras por donde Onfale y Leiath iban a subir. Pretendía encontrarse con ellos a mitad de camino y seguir con ellos hacia el lugar que se dirigiesen, juntos tendrían más posibilidades de salvarse y si ya de paso la bruja de Hala le hacía una de sus míticas sanaciones estaría muy agradecida. 

Thimaz se encontraba desesperado, no solo por la presencia ominosa de aquella criatura, sino por las amenazas latentes que salían de las tumbas y probablemente por los Golems de carne que en nada estarían a fuera también; dudando por un instante si usar nuevamente la pala, y pensando en las posibilidades que tenía de salir con vida, el enano se escondió tras una de las tumbas e instó al resto del grupo a hacer lo mismo.

-Quizás las manos o los Golems distraigan a ese monstruo y podamos escapar, dijo Thimaz susurrando, por si acaso aquella criatura conocía el idioma. No creo que podamos hacerla frente y si hago otro agujero, es posible que me ataque como pasó con Rachel.

Pese a esas palabras cobardes pero prudentes de Thimaz, ofreció la pala al resto de los presentes por si estos querían atreverse a buscar el camino -si lo hubiera- en las tumbas restantes.

¡Eh, tú! ¡¿Se puede saber qué está pasando ahí abajo?!-preguntó Bianca a Flame a grito pelado desde el desván.

Pasaban cosas, muchas cosas...

Sunny usó su telequinesis para hacer flotar la pala. Quedaban seis tumbas por explorar, y se les acababa el tiempo. Como era lógico, Sunny (o Néstor) eligieron la tumba de la difunta Sunny madre.

El agujero dejado era similar al de la tumba del año 499, ya que no había fosa que cediese más facilmente al proceso de excavación, con lo que el agujero dejado era cilíndrico en lugar de rectangular, como si la tumba de Sunny solo hubiese sido removida superficialmente para... ¡para esconder una trampa de oso! Las enormes fauces de hierro se cerraron sobre el mango de la pala. Si hubiese estado sujetada por unos brazos de enano en lugar de por la mente, a Thimaz le habría hecho mucho daño. El problema era que la parte plana de la trampa, donde estaba el disparador, había quedado por delante de la parte plana de la pala, y ya no se podía hundir en la tierra para abrir más agujeros hasta quitar la trampa para osos.

En una de las fosas comunes las garras reptantes la pifiaron en su intento de salir de la tumba, y se produjo un corrimiento de tierra que sepultó parcialmente a todas esas pequeñas manitos que querían estrangular cuellos. En la otra fosa común abierta por Thimaz, los miembros también empezaron a moverse en espasmos, como si fuesen a cobrar vida en cualquier momento.

El Kolyarut meneó la cabeza, como si la magia de la sacerdotisa le afectase. Lo importante era que el intento de Leiath había demostrado que, al contrario que los gólems de carne, a los Inevitables les afectaba la magia. Aire aprovechó para lanzar una tormenta de hielo. El granizo mágico no logró lastimar su fuerte carcasa, pero ralentizó al Inevitable lo suficiente para que los siguientes segundos se los pasase avanzando en dirección a Aire. La tormenta se disipó, y Fifí y el lamparconte le atacaron, pero ni la pequeña brisa de la criatura de viento ni los rayos del lamparconte eran lo suficientemente poderosos como para hacerle daño. Necesitaban a Flame y sus poderosos ataques, pero la muy lagarta estaba muy alejada del combate.

Entonces apareció frente a la puerta del torreón el monstruo convocado por Alice: un aullador, o comunmente llamado el erizo-caballo, con púas de puercoespín y tamaño de caballo. Mientras tanto, el enmascarado que había salido del ala oeste siguiendo al Kolyarut estaba rodeando el torreón por el flanco sur del patio, cerca del huerto.

En el interior del torreón, Onfale llegó a oscuras a la segunda planta. No veía nada, lo que significaba que los ventanucos con barrotes que veía desde el exterior eran los de celdas o habitaciones cerradas y no llegaban a iluminar el hueco de las escaleras.