Partida Rol por web

Marius, o lo que quedaba de Marius, recibió el flechazo de Mochuelo sin inmutarse. Sus ojos vacíos e inanimados estaban puestos en Kendra y su suave piel. Los dientes del vistani rasgaron sin dificultad la fina túnica de la maga y arrancaron una gran porción de carne del cuello de la maga, la sangre empezó a correr desde la herida empapando la túnica de sangre.

Abu contemplaba con horror como la elfa era atacada brutalmente y como, según órdenes del gigante verde, él tenía que enfrentarse a una de esas criaturas. Abu empezó a retroceder mientras Dominic avanzaba riéndose de forma compulsiva. El pequeño vistani se arrojó sobre el pobre Abu, que contaba solo con sus manos para defenderse, los dos niños cayeron al suelo hechos un amasijo de piernas y brazos.  

Deornoth nota como sus plegarias a Heironeus quedan ensombrecidas por la gran maldad de Isu y el odio acumulado durante siglos en la pared del templo. Solo lo que queda de Antonio retrocede tembloroso y quejumbroso corriendo por uno de los pasillos que se introducen aún más en las catacumbas.

Isu grita furiosa. ¡Tú no tienes poder aquí! ¡Tus impíos dioses no tienen cabida en este lugar! ¡Seth abraza a estos infieles! ¡MORIR! Una fría sensación de malestar empieza a extenderse por todos los presentes, la maldad del lugar empieza a hacerse palpable y os abraza con su fio soplo.

Ay madre!

Aun sabiendo lo que se iba  a encontrar, la rabia que exudaba aquel no muerto era capaz de hacer temblar al mas aguerrido de los paladines sagrados.

Kelris usó sus tobilleras de teleportación para alejarse del sarcófago lo más rápido posible, salir corriendo de la habitación y buscarse un escondrijo hasta que aquel torbellino de furia hubiera pasado.

Brrr...-se sacudió en un escalofrío.

Aquello no iba bien. Sus fieles tropas habían roto la formación. Evidentemente, toda la culpa era de Abu.

¡Abu! ¡¿Es eso lo mejor que puedes sacar de ti?! Muy mal, Abu. Muy mal.

Estragón, todo enfadado con la actitud de su "discípulo", apartó de un fuerte bastonazo a Dominic. Cogió el brazo de Abu y tiró de él hacia arriba para que se volviera a poner en pie.

Anda, quita de delante, quita de delanteeee... Hartito me tienes. Vete a jugar con Kelris y deja a los mayores trabajar. Sácate de mi vista-dio una patada en el culo de Abu para echarle hacia atrás, más hacia la retaguardia, en dirección al pasillo por el que habían llegado a la sala.

Al ver de cerca a la momia el mediano no sintió miedo si no una cierta repulsión por la energía antinatural y nigromantica que exudaba la criatura.. Cuando esta comenzó a gemir de dolor, Ash salió del ensimismamiento momentáneo y se dió cuenta que solo tendría unos segundos para escapar antes de que de Thutepot se abalanzara sobre ellos.

Como si leyera sus pensamientos, Kelris se adelantó al druida, usando un dispositivo mágico de teletransporte. Sin más dilación el halfling hizo lo propio y usó sus botas de salto* y corrió buscando refugio en la sala anexa, intentando escabullirse.

Una vez allí murmuró una serie de ensalmos** antes de esconderse lo mejor posible.

Marius, o lo que quedaba de Marius, recibió el flechazo de Mochuelo sin inmutarse. Sus ojos vacíos e inanimados estaban puestos en Kendra y su suave piel. Los dientes del vistani rasgaron sin dificultad la fina túnica de la maga y arrancaron una gran porción de carne del cuello de la maga, la sangre empezó a correr desde la herida empapando la túnica de sangre.

-El muerto...

Elmuertoelmuertoeloelmuertoelmuertoelmuertoelmuertoeloelmuertoelmuertoelmuertoelmuertoeloelmuertoelmuertoelmuertoelmuertoeloelmuertoelmuertoelmuertoelmuertoeloelmuertoelmuertoelmuerto... 

Sin dejar de murmurar, Mochuelo comprueba que su flecha se ha convertido en un mero adorno en el cuerpo del cadáver. Mecánicamente, desenvaina su espada corta y se lanza contra el zombi, intentado rebanarle su asquerosa cabeza.

Al ver que mi poder no era suficiente para acabar con tres putos zombis, cuando debería de haber bastado, incluso para destruirlos, niego con la cabeza mientras miro con odio a la sacerdotisa, aguantando el dolor producido por su sacrílega lengua.

Si dejar de protegerme e intentar proteger a Mochuelo, lanzo un nuevo conjuro haciendo que una espada de energía se materialice junto a la sacerdotisa y la intente golpear.

La momia con los ojos inyectados en sangre recorre con la vista la sala. Ruegue en su incomprensible idioma y se lanza escaleras abajo gritando. Se encamina todo lo rápido que su torpe cuerpo le permite. La ira y el ansia de venganza a nublado los ojos de Thutepot impidiendo que vea al mediano y al elfo en el umbral de la sala continua.

 Por las escaleras ascienden los gritos y maldiciones de Thutepot en su tosco idioma, pero entre los gritos podéis distinguir una palabra. ¡Anhktepot! ¡Anhktepot! ¡ANHKTEPOT! ¿El hijo momificado llama a su padre para pedirle ayuda, o son gritos de venganza y muerte?

La maga elfa se convulsiona al recibir el golpe de las palabras sacrílegas de Isu. El daño impío junto al mordisco de Marius rompen la concentración de la maga y su conjuro se deshace en el aire.

La cabeza de Dominic estallo como un melón maduro ante el porrazo de Estragón, los sesos del niño mancharon el bastón mágico del semiorco. Abu se quedó detrás de Estragón lloriqueando y moqueando.

Tanto Mochuelo como Deornoth se lanzan a proteger a la maga elfa. La espada corta de Mochuelo corta la pútrida carne de la Marius, pero el golpe no es la suficientemente fuerte como para matar al zombie.

Marius abraza con más fuerza el cuerpo de Kendra, mientras volvía a clavar sus dientes en el cuello de la elfa. La túnica de la maga se encontraba totalmente cubierta de sangre y su piel estaba adquiriendo una blancura cérea, mientras que sus ojos se fijaban en la sacrílega sacerdotisa. Isu…. Boquea con la boca llena de sangre. Espérame….

La espada divina corta la carne quemada de la sacerdotisa, pero esta continúa riéndose. ¡Todos moriréis! Grita fuera de sí. ¡Gran Senmet, sacerdote de las arenas, segundo de Anhktepot, álzate de tu descanso y líbrame de estos impíos!

Un gruñido de ultratumba responde a las palabras de la sacerdotisa, el gruñido sale del pasillo que tuerce a derecha y que baja hacia las profundidades de la tumba. Entonces otro grito resuena mucho más claro en la sala, pero el grito no proviene del pasillo de enfrente sino de la cámara de la gran estatua, a vuestras espaldas. ¡Anhktepot! ¡Anhktepot! ¡ANHKTEPOT!

Kelris respiró aliviado; nos les había visto quizás les había confundido con las típicas alimañas inofensivas que pueblan las tumbas abandonadas e ignorado de cualquier forma.

El caso es que el destino estaba sellado, y el elfo era demasiado curioso como para perderse lo que iba a pasar a continuación.

Salió de su escondite e intentó seguir los pasos de la momia, bueno, más bien los gritos. A suficiente distancia para que no pudiese ni notarlo. Se dejaba llevar por el sonido de  destrucción que Thutepot dejaba a su paso.

-¡Muertos! ¡Muertos! ¡Muchos muertos!

Por un momento, la mirada de Mochuelo se aclara y vuelve a ser el joven e inexperto aprendiz de alquimista.

-Eeeeh, camaradas, creo que se impone una retirada estratégica...

Mientras habla, busca ansiosamente el mejor lugar para darse el piro.

¡NO! ¡No nos marcharemos sin Carloni y Dulcimae! ¡Venimos a por ellos! ¡¿Dónde están, Isu?! ¡¿Dónde están?!

Estragón cargó contra Isu para darle un bastonazo y arrinconarla ante el altar. Mientras forcejeaba con la sacerdotisa, se dirigió al moribundo que había tras de ella. Le daba un poco igual que se diese por excluido, Enrico no estaba para salir corriendo de aquella tumba, no por lo menos sin pisarse sus propios intestinos y tropezar.

¡Enrico! ¡¿Dónde está el resto de tu familia?! ¡¿Están encerrados en alguno de los sarcófagos de la sala?!

Si lo hacían bien podrían dejar la cámara antes de la llegada de Senmet. Visualizó a Mochuelo matando a Marius y salvando a Kendra, que a su vez podría moverse hasta el sarcófago en el que Enrico les dijese que estaba Dulcimae mientras Deornoth abría el del viejo Carloni y la espada voladora degollaba a Isu. Se visualizó escondiéndose en uno de los sarcófagos hasta dejar que la momia pasase de largo. También visualizó sus propias manos en torno al cuello de la sacerdotisa de Senmet, apretando hasta hacerle saltar sus odiosos ojos de gata. Definitivamente se quedaba con ese último desarrollo de los acontecimientos.

Muere... Mueeeereeee...-dijo a Isu, mientras seguía la lucha.

Después de escuchar al cocinero verdoso, Mochuelo se encoge de hombros, escupe y prepara su espada para un segundo ataque contra el vistani zombi.

-Mueerto, muerto, muerrrtooo!

Ignorando los cánticos y voces que vienen de otros lugares, sigo centrado en acabar con el mal encarnizado que representa esa sacerdotisa

Acabad con ella. No os dejéis llevar por el miedo ni la desesperación. Ella es el mal, y debemos de acabar con él y dar tiempo al resto a cumplir con su cometido.

Mientras hablo, el arma convocada golpea nuevamente a la sacerdotisa mientras me acerco y, soltando el escudo, ataco también a Isu, con rabia y con toda la fe que me ha dado mi dios, impactando un tremendo golpe en la clavícula.

La momia comienza a avanzar con mayor fluidez a medida que da los pasos. Recorre con sorprendente velocidad las escaleras hasta la sala de la gran estatua y una vez aquí, corre hacia el pasillo por donde había avanzado el resto del grupo. De este pasillo salen ruidos de lucha y gritos de desesperación.

-¡Muertos! ¡Muertos! ¡Muchos muertos!

¡NO! ¡No nos marcharemos sin Carloni y Dulcimae! ¡Venimos a por ellos! ¡¿Dónde están, Isu?! ¡¿Dónde están?!

¡Gran Senmet, sacerdote de las arenas, segundo de Anhktepot, álzate de tu descanso y líbrame de estos impíos!