Partida Rol por web

Al mover los filamentos pegojosos estaba esperando ver a unas asquerososa arañas, pero en su defecto, cuál fue mi sorpresa al ver que la niña elfa no era otra cosa que un engendro salido de algún profundo infierno. Sin embargo, lejos de acobardarme, me incorporé agarrando fuertemente la espada y el escudo, mirando al resto e intentando ver la mejor forma de interponerme entre ellos y esos monstruos.

En una posición defensiva, espero su ataque pero mi mente, antes de embotarse rápidamente pronuncia unas palabras, mientras levanto el brazo del escudo para agarrar el símbolo sagrado de Heironeous.

Quedaos tras de mí, no os preocupéis a pesar de que mis palabras quieren transmitir tranquilidad, quizás sean demasiados para mí, pero alguien tiene que sacar la basura.

Aún la contemplaba, con el alma en un llanto, cuando vi sus ojos virar a la maldad.  Y al tiempo que la perfidia asomaba a sus pupilas, lo hacía a los míos el sentimiento acerado de una rabia profunda. Tanto horror era necesario? Tanto engaño, tanta ignominia? Cuántas buenas gentes, cuántos buenos corazones habrían caído en la trampa? La mirada se me afilaba de furia como se me afilaba también el cuerpo al verla venir. Y la mano ya buscaba la empuñadura de mi espada, ya la deslizaba suave ante mi cuerpo, mientras mis piernas se asentaban recias en el suelo… Mientras los hombros  ya se me inclinaban un poco hacía delante, esperándola….

Ven…..

Cuando el caballero habló, el dorado de los ojos se volvió apenas un segundo sobre mi hombro para observarle. Y así debía ser pues el símbolo de Dios también le acompañaba. Reconfortada asentí levemente con la cabeza y sonreí fortalecida mientras, tomando aire, volví a concentrarme en los seres repugnantes que se nos acercaban.

-Tras de nosotros, Hermano.

Por el Pueblo.

Por el Paladín.

Por la Dama.

Ven.....

Los puños se acomodaron sobre la empuñadura de mi espada mientras la sensación de urgencia me cabalgaba en el pecho y el cuello. Ya venían... y yo levantaba la espada, y apretaba los dientes... Acércate un poco más, solo un poco más....

Perdida de los ojos de aquel monstruo, descargué la rabia y el acero sobre ella...

A la porra. Necesito un pinche.

Estragón movió sus gordos dedos mientras decía la palabra arcana "pinche", y un portal dimensional se abrió en mitad de la nada. En vez de tener dos dedos de frente y huír por el portal, el semiorco se puso delante del pasillo por el que había llegado a la sala, para impedir el paso. Estorbar a veces se convierte en una forma de vida. Y una forma de vida salió del portal, justo antes de que se cerrase para siempre. O al menos eso se intuía. Un mandil y una pajarita flotando en el aire se adecuaban a los volúmenes de una figura humanoide invisible, insinuando su presencia.

Ya era hora. Coge aceite en mi mochila, y un pedernal-dijo al sirviente invisible-. Quiero que viertas el aceite en la entrada de los túneles, y luego préndeles fuego. Y si el fuego no es suficiente para disuadir a esos bichos, vamos a hacer centollo a la brasa.

El pinche obedeció, cogiendo un frasco de cristal y derramando su contenido como se le indicó, a lo ancho del pasillo.

    La cosa se complicaba por momentos, volver por donde había venido no parecía buena idea, lo que fuera que hiciese aquel ruido se estaba aproximando y, para colmo, ahora otros sonidos muy similares se replicaban por la otra vía del pasillo. Miré al tragaluz, demasiado alto y no disponía de cuerda, aunque tener una tampoco hubiera supuesto gran diferencia sin algo para hacer de agarre o contrapeso. Al menos el orco había dejado de lado las tontería y se había puesto manos a la obra para defenderse de lo que parecía venir tras él, parecía tener ciertas dotes para la magia, pero no era momento para hacer preguntas. Preparé una antorcha para poder ver con un poco de más antelación lo que fuera que se nos viniese encima y aferré con fuerza el mandoble mientras apoyaba la espalda contra la pared para observar de donde llegaría el primer ataque.

    "¿Debería de correr el riesgo de llamar a los de arriba? Dudo que pueda tratarse de algún enemigo para mi, pero quizás sean los que van tras el orco..." 

    -Gordinflón, esos que te seguían, crees que podrían rondar los alrededores, oigo voces de arriba, por lo que tal vez podríamos probar suerte y llamarlos.- Parecía querer iniciar un fuego, no era mala idea, generalmente las bestias rehuyen las llamas, pero tenía serias dudas de que algo tan ruidoso se preocupase demasiado por chamuscarse un poco a cambio de llevarse a los dos bocados que habían caído en su guarida. Chasqueé la lengua con impaciencia, no había pasado por todo aquel infierno para morir a las patas de un par de bichejos.

¿Eh? ¿Qué?

Estragón se volvió hacia Carndra usando una mano para sustituír a su oreja cercenada. Ni le había prestado atención, ni le había escuchado muy bien. Así por encima, le pareció que la humana le preguntaba por aquellos tipos. Él no tenía la concentración necesaria para hacer dos cosas a la vez, pero habiendo delegado en el pinche de cocina, podía volver cómodamente a su verborrea.

Yo tenía un guía llamado Iqbal. Llegamos aquí a lomos de dos "caballos jorobados". Esa gente simplemente nos vió a lo lejos y nos empezó a perseguir, arma en mano. Pero todo el mundo habla con muchas aes, muchas eles, muchas jotas y muchas emes. Y todo lo que dicen es jámala, jámala, y palabras por el estilo, y no les entiendo una mierda. En el mejor de los casos serán esclavistas, que te quitarán todo lo que tienes. En el peor de los casos serán recaudadores de impuestos... que también te quitarán todo lo que tienes, pero da más rabia. O bandidos que después de robarte te matan.

Yo me esperaría a ver cómo de grandes y peligrosos son los bichos, porque para gritar como una damisela en apuros todavía hay tiempo, y si tienen el tamaño de un gato, se te queda cara de tonto por haber elegido susto en vez de muerte. Es más, yo creo que con la acústica de esta habitación, ya nos habrán oído de todas formas, así que no es algo que podamos cambiar. Si al menos no estuvieras todo el rato de cháchara, dándole al pico... Pero, oh, claro, luego el que se lleva la fama de bocazas soy yo.

Niké fue la única con suficiente temple y reflejos como para actuar. Su espada silbo en el aire con fuerza pero paso sin impactar en la araña que se cernía sobre ella, la espada se clavó en el suelo enredándose con varios de los hilos de la telaraña. Desconcertada por el ataque, la araña con cabeza humana que le atacaba también fallo.

La araña que salta sobre Deornoth con poco impulso, cayendo de nuevo en la telaraña y quedando parcialmente enredada. En cabio la araña que ataca a Kelris, le muerde en el brazo con fuerza. De los dientes de la criatura rezuma un icor de color verde purulento. Las otras dos cabezas tratan de atacar a Mochuelo y a Kendra, pero sendos ataques fallan.

Él solo quería salir corriendo, alejarse lo máximo posible de esas aberrantes criaturas, quizás encontrar algún lugar seguro donde esconderse y echar a llorar, pero su falta de reflejos le jugaron una mala pasada.

Una de aquellas quimeras logró herirle e introducir su ponzoñoso elixir. Probablemente ese iba a ser el fin del joven elfo.

Retrocedió hasta quedar detrás de los discípulos de Hironeus, esperando que éstos, que parecían beneficiarse del poder su dios, le protegiesen de ser devorado por las arañas.

Me ha mordido!- gritaba muerto de miedo mientras se agazapaba tras la espalda de Niké- No dejéis que me coma, por favor!

El ruido se hace más y más cercano, el sirviente empezaba a derramar aceite en uno de los túneles y el obeso semiorco extrajo de su mochila la yesca y el pedernal. En lo alto del traga luz una voz se hizo clara y comprensible. ¡Me ha mordido! ¡No dejéis que me coma, por favor!

Entonces por sendos túneles aparecieron las cabezas de dos lindos niños elfos, pero la imagen era de lo más aterrador, ya que las cabezas se movían gracias a cuatro pares de patas que salían de su cuello como si de arañas se tratasen. Las cabezas con patas de arañas gemían y gritaban mientras se acercaban en una cacofonía de gritos grotesca donde se podía intuir gritos de auxilio.  

Sus reflejos se recuperan del shock inicial. Retrocede para poder maniobrar mejor y rápidamente coloca una flecha en su arco. 

-Mierda, ¿qué horrible lugar es éste? ¿A qué infierno nos ha traído esa asquerosa niebla?

Apunta y dispara contra la araña-niña que tiene más cerca. No puede evitar sentir remordimientos al apuntar a aquel rostro infantil. pero al escuchar los gritos del elfo que ha sido mordido sabe que si falla este tiro los remordimientos serán el menor de sus problemas. 

El primer espadazo parecía que no habia sido suficiente para detener a esa cosa y tuve que interponer el escudo entre sus dientes y mi cuerpo, logrando detener la peligrosa dentellada

Parecía que a esta cosa no la gustaba masticar el acero de mi escudo, por lo que aproveché para volver a castigar, esta vez sí, con un buen golpe

No lo se, pero si sangran pueden morir. Intentad alejaos de estas cosas si estáis heridos comenté al ver la herida que hicieron al que parecía un elfo albino

La que parecía una paladina de mi propio patrón, parecía dudar en los primero compases seguidora del Invencible, no dejes que te afecte. He visto a los mejores guerreros perder la espada en los peores momentos, pero lo importante es saber recomponerte y vencer. intento animar a la muchacha, pues solo el coraje, y Heironeous, nos permitirá salir de aquí

Y el miedo se apoderó de ella. Como una tenaza la abrazó, sin soltarla, sin dejarla ir. A duras penas pudo esquivar el ataque de uno de esos extraños seres arácnidos, a los cuales había cogido pavor nada mas verlos moverse, además de por su repugnante aspecto.

Kendra miró a un lado y a otro, jadeante, mientras sostenía su varita en la mano izquierda. No tenía escapatoria, sus camaradas estaban lejos para ocultarse tras sus espaldas y las brumas no la dejarían escapar. Pero dicen que cuando un animal se siente acorralado es cuando más peligroso se vuelve. Aquel era el caso de la elfa, que aún con los ojos cerrados, apuntó con su varita a su agresor, mientras soltaba bilis en forma de palabras por su boca.

- ¡Ahhhhhh! ¡Aléjate, déjame en paz! ¡Sucio arácnido del infieron! ¡Criatura repugnante! ¡Socorroooo! - Sin darse a penas cuenta, había soltado un leve conjuro de su varita, causando daño al ser, sin duda.

    Mantuve mi concentración, de arriba comenzamos a oír las voces de alguien que pedía ayuda, pero aquí teníamos nuestro propios problemas con los que lidiar, así que como para meterse con otros. Mantuve toda mi atención en lo que fuera que se viniera por el pasillo, especialmente al ver el poco aporte que de información útil que me pudo dar mi forzoso compañero. Podría haberle dado una réplica a su respuesta, pero me faltaban ganas y. cuando los sonidos de aquellas pisadas se intensificaron, mi concentración volvió forzosamente a intentar escudriñar lo que diantres fuera que se arrastraba en aquella oscuridad.

    Un rostro extraño empezó a vislumbrarse "¿Qué hace un crío aquí abajo?" pensé, pero de inmediato vi aquella abominación quitinosa. Intuitivamente me sorprendí a mi misma dando un paso atrás, no, no podía retroceder, no podía morir allí, había llegado demasiado lejos, aguantar toda aquella mierda no iba a ser para nada...

   Y entonces vino el circo del orco, tentada estuve de saltar sobre él para hacerlo callar, pero al menos me sirvió para volver a centrarme, regresar la vista a aquella cosa, despegar la espalda de la pared y escupir al suelo.

   -He tragado demasiada mierda para convertirme en tu cena en esta maldita catacumba.- Increpé al ser más cercano de los dos mientras lo señalaba con la punta del espadón, notaba como algo hacía que mi pulso se acelerase, la adrenalina me había puesto alerta, mi visión se cerraba, estaba preparándome para el combate. -¡Así que más os vale apartaros antes de que decida convertiros en la mía!-

    Sacando fuerzas de flaqueza, dejé que toda aquella rabia que sentía me dominase de nuevo, permitiendo que aquello me diera la ventaja de atacar en primer lugar desatando toda mi furia en el primer golpe, debía de acabar con esa cosa lo antes posible antes de poder centrarme en la otra ya que era obvio que aquel inútil no iba a servir de mucha ayuda.

La hostia puta, y luego dicen que yo soy feo. ¡Dioses! ¡DIOSES! ¡Qué puto asco! ¡PUAJ! ¿Está pestañeando o es un tic?

Estragón se alejó del túnel y huyó en sentido contrario, pero es que por el otro corredor venía otra araña cabezona igual de asquerosa. El semiorco volvió a moverse hasta el centro de la sala, bajo el tragaluz. Sin escapatoria, quedó estremecido y su hombría y su orquía quedaron en entredicho. Gritó hacia el tragaluz.

¡EH! ¡SACADME DE AQUÍ ABAJO, MALNACIDOS! ¡NECESITO AYUDA!

Su plan inicial de retener a una de las arañas se había ido al traste: ya no podía retener a una de las criaturas en el fuego. Pero Carndra sí podía sustituírle. Ella era heroica, ella era intrépida...

Tienen cabezas de niño. Tú puedes tener niños. Esta mierda es cosa de mujeres, ocúpate tú.

La réplica la dejaba en bandeja: que si tienen cabezas de elfo... que si los orcos matan elfos... ¡Pero es que no era una negociación! ¡Estragón no quería ver a esos bichos ni en pintura!

Sus palabras resonaban como un eco en mi cabeza… Seguidora del Invencible… llegando hasta mí amortiguadas por los latidos de mi propio corazón que latía desbocado dentro del pecho, que me martilleaba las sienes…  No dejes que te afecte… Pero lo hacía; y un rubor casi incandescente me arrasaba las mejillas. Había perdido mi espada, mi espada!, que ahora descansaba en aquella pestilencia. Cómo podía haber fallado? Por qué Dios no me acompañaba?

… lo importante es saber recomponerte y vencer…

Sentí  como mi mirada se humedecía. Cuan ciertas eran sus palabras… Pero aún así me sentía avergonzada, tan avergonzada...  Tan pequeña. Tan inútil.  Y entonces entendí. Sintiendo el cuerpo del elfo tras de mí, enfocándome en sus palabras, lo entendí todo. Mi soberbia era la culpable. Había olvidado la humildad debida,  la constricción, y Dios me había enviado allí para recordarme que no era yo la que conseguiría la victoria. Sino él…. Siempre él…

-Gracias, Hermano… El Invencible nos acompañe y nos guíe. Suya será la Gloria y la Victoria… - y la voz se me tiño de una humildad avergonzada, casi  infantil, muy lejos de la altivez con la que había desenvainado - … no mía… 

Un par de lágrimas me resbalaron silenciosas por las mejillas mientras mi mano ya buscaba la lanza a mi espalda. El pendón del Invencible ondeó con el giro del arma sobre mi cabeza, reconfortándome. Y sintiendo de nuevo una Fe infinita y ardiente me espigué cubriendo en todo lo posible al elfo, adelantado la punta de mi lanza hacía aquellos seres escurridizos… Tan escurridizos…

-Nada va a dañarte de nuevo mientras yo esté en pie… Quédate tras de mi.  Quizá Dios no me crea digna de ser arma para vosotros, pero puedo ser vuestro escudo...

La espada de Carndra se hundió sin problema en el cuerpo quitinoso de la araña, partiendo en dos la asquerosa criatura. Por su parte el semiorco no hizo nada. Solo gritaba y fastidiaba. Oportunidad que aprovecho la segunda araña-cabeza para atacar la carne fofa y jugosa, pero esta fallo por mucho. En la parte superior del traga luz se seguían escuchado los gritos.