Partida Rol por web

Dejando el vial prácticamente vacío, con la cuerda bien untada, el joven sale de entre las rocas dando unos pasos hacia el feo bicho de piel amarillenta.

-Y ahora qué, miserable. Estás a punto para aprender la lección.- Dice levantando el arco con una flecha encocada.-Reza lo que quieras, pues te vas a reunir con la puta que te trajo al mundo. Eso abre la boca, así...

La flecha voló rauda e inmisericordiosa, como una extensión de hombre que la dispara para clavarse en su carne amarillenta.

...ahora no te me mueras, que esa solo es la primera de muchas.- Bajando el tono de voz, añade con una sonrisa.-Desearás no haber nacido.

La magia que crepitaba a su alrededor le tenía saturado el olfato. ¡Qué maravillosas esencias, muchas desconocidas para él! Pero no podía quedarse parado olfateando el aire, extasiado. Faratsu era un contrincante poderoso, quizá lo más peligroso a lo que se había enfrentando hasta entonces. Descartó gastar más proyectiles de forma inútil contra semejante piel que más parecía un caparazón. Cargó la ballesta, no podía evitarlo, le gustaba llevarla siempre cargada, y comenzó a retroceder disimuladamente, volviendo a colocarla sobre su cansada espalda. ¿Para qué tener un lacayo si no estaba a su lado para llevar su equipo y asistirle en este tipo de situaciones? Lanzó una mirada de soslayo a Fosco.

Justo cuando más necesitaba su magia no tenía fuerzas suficiente más que para unos pequeños trucos de aprendiz. Se avergonzaba delante de aquellos poderosos magos desconocidos pero a la vez estaba de acuerdo con la maga rubia que le había salvado la vida. ¿De qué servía tanto poder si no lo aplicaban sobre una base de conocimiento?

Con gusto se acercaría a la bestia amarilla y le rasgaría el cuello pero no después de lo que había visto. Tenían que entretenerlo hasta que los magos dieran con la solución de con qué atacarlo.

Se quedó seria, pensativa, apoyada en la desnuda roca cuando Alice se colocó a su lado para resguardarse de la ira del ser amarillo. Aún no había tenido la oportunidad de agradecerla que le salvase la vida.

Impulsivamente le plantó un beso en la mejilla. - Gracias, Alice. Te prometo que te compensaré por la pérdida de Trompicón. - Su templado gesto se transformó en una enorme sonrisa- Vamos, acabemos ya con ese bicho que me muero de hambre!

Dió unos pasos, y bailando al son del tambor, entonó una cántico a Hala.

Es evidente que sus posibilidades son nulas, el sudor corre por su frente y no es precisamente debido al calor de aquel lugar, sino a la impotencia que prevé en sus acciones. Lentamente recula por donde había venido rodeando nuevamente las rocas que cubren su retirada, agrupándose con aquellos que tienen el poder de la magia, poder que parece tener mucho mejor efecto que los ridículos ataques del resto, incluyéndole a él. En su pequeña huida el guerrero aprovecha para enfundar sus armas y tomar nuevamente su arco, la distancia parecía lo mejor… -Me parece que mejor voy contra el demonio, a estas instancias luce como un oponente más débil que ese insecto de mierda-

La rubia tonta había dicho que la evocación era una mirada, la misma rubia tonta que había metido un pie en la lava ardiente. El rosto de Alice comenzó a ponerse rojo, preparando la retahíla de insultos y blasfemias que le iba a lanzar contra la estúpida aprendiz de maga rubia. Pero entonces ocurrió algo que le desconcertó, noto el cálido contacto de unos labios en la mejilla. Era la bruja que le había dado un simple beso de gracias, pero en mitad del combate eso desconcertó sobremanera a la maga que solo pudo balbucear un gracias.

Luego trato de concentrarse en el combate ¿Qué puedo hacer? ¿Qué puedo hacer? En ese momento paso el maldito gato por delante de ella y le vino la idea a la mente. Podría meterle un proyectil mágico entre ceja y ceja, o mejor una bola de fuego. Pero esa no era la ida, la idea era lanzar “Gracia felina”. De modo que la maga se empezó a mover hacia el grupo de arqueros, colocándose lo más lejos posible del ser. Fue hacia el más hábil, concretamente hacia el deslenguado, parecía haber usado un aceite que permitía que sus flechas atravesaran la dura coraza del ser amarillo, puede que su magia le ayudara en algo.

El mediano iba a empezar a insultar e increpar a la pelirroja, cuando alguien le llamó bonito. Fosco no había reparado en tremenda mujer. Onfale le llamaba y le miraba, sin duda estaba celoso de que aquella preciosidad se hubiese fijado en él y no en el "Mago"... Si ni siquiera sabes hacer magia!!! Se rascó la cabezota y abrazó la pierna de Aire. Tu tampoco estás mal, sabes? Ya se le había olvidado los fulgentes pechos de Flame ¿Flame?¿Quién es Flame? miró a Aire y le dijo Soy Fosco y ¿Usted preciosidad de los avernos? Al menos Onfale me ha enseñado palabras finas para impresionar a la chicas... aunque ni papa de lo que significa... pensaba el mediano.
Luego tras su breve abrazo con Aire le dijo a la chica Mira que bueno soy y disparó su flechita.

Una gota de sudor descendía por la frente de Kaevhas mientras corría para rodear las rocas. La imagen de Richard decapitado todavía pugnaba por abrirse paso en su mente y paralizarlo, pero el joven mago había visto lo suficiente como para poder sobreponerse.

Se acercó hasta el lugar donde estaba Becky y la última persona en llegar a la orilla después de caer de vete tú a saber dónde. -¡No es momento para dar lecciones a nadie, Becky! ¿Hay algo más en ese libro sobre el carcelero?- Pregunta el mago tras increparla por su infantil comportamiento. El panorama no era para nada alentador. Frente a él yacía el moribundo caballo de Richard, cuyo cadáver descansaba no muy lejos, y los esfuerzos de todos los allí presentes no parecían dar demasiados resultados... Pero no era momento de plantearse dilemas. Kaevhas ya había comprobado la efectividad de la magia concentrada y estaba dispuesto a explotar ése recurso hasta encontrar el punto débil de Farastu. -¡In glaciem orbis!- Pronunció en voz alta para, una vez más, lanzar una esfera de escarcha. 

Me quedo quieto observando cómo he perdido mi tiempo por no tener claro a qué se dedican los otros. Usar las habilidades del alma seguiría siendo en vano sin conocer antes de qué eran capaces todos los que están conmigo, bajo la tierra y sobre el fuego en éste plano maldito.

Y quizá todos juntos no seamos capaces de atacarle para obtener la victoria. Por eso estoy yo. Hago aparecer cosas que no están; porque de eso se trata endulzar el alma con el sabor a muerte.

No.... ...be.... Vi...n .... m... -susurro al aire, a sabiendas de que tengo mucho por decir al bastardo carcelero.

Toco suave los tambores, que con sonido son mensajeros de una verdad que habrá de imponerse en medio de mentiras. Saldremos de éste lugar aunque nos cueste la memoria.

¡Necesito que vayas por refuerzos Farastu! Vienen más del cielo, bajo el magma, y desde el bastión. ¡Vienen magos con poderosos hechizos que salen de flautas asesinas! Saben que tu debilidad es el sonido. Todo ha sido un complot para matarte.

¡Ve por refuerzos! No dejaré que escapen. -Me esfuerzo en engañar al asqueroso bicho. Si podemos hacer que se largue tendremos tiempo de buscar la salida. Me apuesto la suerte en ello.

Flame contempló la situación ahora que se encontraba "más sana que salva". Observó a la chica rubia que les había salvado dedicándole una ligera reverencia, una sonrisa sincera, de esas que Flame casi nunca entregaba, y sobre todo un susurro que dijo: Muchísimas gracias, estaré en deuda contigo. Dijo la mujer mientras seguía observando. Un par de caballos que estaban a punto de morir, o al menos uno de ellos. Un lanzador de conjuros, de esos ya tenía unos cuantos. Un tipo que tocaba un tambor, algo muy útil en una batalla como aquella, "sin duda", de hecho había conocido a uno como él, solo que tocaba el violín, o vete tú a saber el qué, pero lo único interesante que sacó de él fue una bonita ballesta, porque por lo demás lo conocía como el "Inútil" y el tamborilero no parecía que fuera a ser de más interés que él.

Otra mujer que no tenía muy claro lo que hacía, pero que parecía atraer el cariño y la simpatía de Fosco. Mejor. Menos molestia para la guerrera. Un viejete un poco más allá, que por alguna razón le recordaba a Nikeras, tenía algo que le hacía parecerse, y una punzada de dolor sacudió su estómago... Más allá una mole amarilla de aspecto sumamente extraño y del cuál todos parecían querer alejarse, un dato que a la muchacha no se le había escapado. Y luego más allá las chicas en un extraño rollo raro habitual entre ellas, Leiath y Alice besándose, mientras Onfale miraba y hablaba. Por Hala... espero que solo esté mirando... Y por último un encapuchado que parecía ser un arquero. Genial... aquí parece que no hay nadie que de leches como panes. Luego miró el cuerpo decapitado y pensó en que quizá ese fuera el único que lo hacía. Y encima la criatura esta tiene una simpática alabarda en las manos.

Flame se movió entre sus compañeros, o lo que consideraba compañeros porque no se estaban matando entre sí. Y si no lo hacían es porque el malo era el amarillo. Y de pronto, y apuntando hacia Farastu, comenzó a vomitar lo que pareció ser un potente chorro de ácido.

Sí, no me han herido, pequeñín dijo Aire acariciando la cabeza de Fosco ante su comentario-piropo. Claro estaba que no había pillado lo que el hombrecillo quería decir. Y, aunque no era momento para pensar en esas cosas, Aire se tomó un segundo para decidir que adoptaría a ese niño y lo cuidaría como si fuese suyo.
¡Bien hecho! animó a su hijo adoptivo cuando disparó su flecha. Le hubiese gustado coger a Fosco en brazos y salir de allí corriendo, pero sabía que ese monstruo les perseguiría, le robaría a su hijo, a ella la mataría y después se comería a Fosco.
Esos últimos pensamientos la enfurecieron. ¡Qué clase de mala bestia se comería a una criatura tan dulce y adorable! pensó fuera de sí. Sin darse cuenta, y como aún tenía la mano sobre la cabeza de Fosco, cerró el puño con fuerza, tirando del cabello a su nuevo hijo.
Le soltó cuando la furia había invadido su alma y sus ojos volvían a ser siniestros.
¡No tocarás a mi hijo! gritó. Soltó a Fosco en el preciso instante en el que comenzaba a susurrar unas palabras. Una pequeña bola apareció en la palma de la mano, y durante un instante de dedicó a lanzarla arriba y abajo, como si fuera una pelota. Y, con un pequeño grito, lo lanzó contra Farastu.

Está loca... pensó Fosco Como una jodida Chota. pensaba mientras miraba a los lados sin ver quien era su hijo, para confirmar que se refería a él. ¡Cuánto más guapas son más locas están! Si... eso... dijo sin mucha convicción. La muy loca le tiraba de los pelos, pero quien sabe si también estaría loca en la cama...así que por ahora le seguiría el rollo. Además parece más fuerte que Onfale... luego se giró para ver como Flame pitaba ácido. No era la primera vez que veía haciendo eso, pero nunca había tenido la oportunidad de comentarlo. Y ahí va su sandwich de pollo... mientras acariciaba con suavidad la pierna de aire. En su cara estaba una sonrisa pícara y malévola.

¿Qué...?-responde, utilizando tu misma magia-¡No! Brzbrzplfff... ¿Quién traidor? Kelúbar, ¿verdad? ¿O ser cosa de Shator? ¡Flzfltflztflurrrrrrp! ¡Gordo asqueroso! Siempre desear muerte de Farastu.

Fosco no es tan bueno cómo presume, y Tremens demuestra que los dos otros disparos atinaron por suerte, ya que el conjuro de Alice no le ha hecho más preciso. Las dos flechas se pierden en la lejanía oscura.

Aire seguía insistiendo con el ácido. Esta vez, con un conjuro fugaz, pudo comprobar que su orbe no dejaba ningún daño en la piel de Farastu. De igual modo, el vómito de Flame lo manchó sin herirle. Solo Kaevhas había encontrado el talón de aquiles del carcelero. Su potente bola de nieve hizo a Farastu estremecer, pero a pesar del impacto no vuelve a resbalarse hasta el suelo.

Tras guiñar a Flame en respuesta a su escueto gracias, Becky acerca el disco flotante de Tenser y lo usa de mesita. De nuevo empieza a sacar el tintero y la pluma.

Voy a anotar lo de que Farastu es vulnerable al frío.

Entonces es cuando el carcelero de Orthys os lanza una de esas miradas suyas de ira que parece que os hiela la sangre...

Esa expresividad lo dice todo. Farastu tira la alabarda sobre la capa de grasa que Becky conjuró en el suelo. ¿Se rinde?

Un pestañeo. Farastu ya no está. ¿Se ha teleportado?

¡Las huellas en la grasa! Se ha vuelto invisible, ¡cuidado!

Las marcas en la grasa llegan hasta el borde, y entonces es imposible seguirle. La cala de rocas basálticas está en una calma tensa. Nadie sabe de dónde va a venir el próximo ataque. Nadie sabe quién va a ser el siguiente en sufrir el mismo destino que Richard Corven.

Finalmente ocurre algo. A los pies de Tremens, la cabeza de Richard Corven también desaparece...

Ustedes -Mi voz ronca, grave y de buen volumen llega volando a ellos precedida por un pequeño golpe de tambor. Es firme, contundente, llena de información secreta que he decidido ocultar a los demás- Becky, escupe ácido.

No busquen el origen de mi voz. Soy Tyron, el bardo con tambor. -Y me presento con la mujer que aun no me conoce. ¿Pero por qué sólo a ella?- No confío en los demás presos de Carcerí. Ustedes parecen liderar ambos grupos. La maga, con los secretos para escapa; y la otra mujer es silenciosa, pero todos ceden el paso cuando va al frente de batalla. 

Cambio abruptamente el tema de conversación. No tenemos tiempo- Engañé a Farastu. Es posible que haya huido por refuerzos. Esta es nuestra oportunidad de escapar. 

¡¿Pero qué esperas?! ¡Vete Farastu! -Insisto sin saber cuál es su ubicación, esperando alguna información que delate dónde está el maldito demonio en éste preciso momento.

¿Kelúbar? ¿Shator? Esos dos nombres salen a la luz. Rememoro y busco en las noches frías del oscuro castillo, recorriendo las muchas hodas, canciones y lamentos que torturan los oídos en la prisión.

Pero antes divido mi mente. La fragmento para enviar dos cortos mensajes al aire, susurrados, que se van con el viento y el golpe de mi tambor.

POM... POM... 

Suenan fúnebres y secos. Sin redoble. Sólo son dos golpes y ya. Uno por mensaje, uno por secreto. Dos de ellos, mi oportunidad de escapar, quizá, sin luchar.

Nada lucia como convenía en aquel instante, su endurecida mirada queda fija en el carcelero que ahora encubría su debilidad tras el manto de la invisibilidad, arruga la frente mientras toma nota mentalmente para futuros combates. –Habrá que aprender a hacer eso- Sus agiles manos se mantienen firmes en el arco a la espera de lo inesperado. –Mejor proteger a la mujer que cura, y tenerla a mano-