Partida Rol por web

¿Y por qué no tratamos de atacarles desde aquí? Les dijo a sus compañeros. Yo puedo bajar unos cuantos metros y desplegar mi aliento de dragón. Con un poco de suerte, huirá o morirá. Así podremos hacernos con el diamente con muchos menos problemas.

Ya. Solo 8 ojos. Donde había 8 bien podía haber miles.Y es que, lo que pensaba la elegida de Hala era que bien podía tratarse de un nido de esos bichos.

- Bien, tengo una idea. Que alguien rápido y no muy pesado se ofrezca voluntario. Le atamos a la cuerda. Le sano si está herido con la varita mágica y por mi parte le rodeo de un aura protectora, quizás los demás también puedan aportar algo de magia para que sea más fácil. Lo bajamos con la cuerda al suelo, recoge rápidamente el diamante y lo volvemos a subir todos con fuerza.

Qué os parece? Quién se ofrece voluntario?

Tengo un conjuro de levitar, que podría usarse para bajar y subir al voluntario si las cosas se ponen muy feas. Lo único que dura poco, unos 5 minutos. Con esta frase la maga estaba dando por entendido que ella no iba a ser la voluntaria.

Bueno... ninguno de esos planes son incompatibles entre sí. Yo me pasé el día estudiando el conjuro para estar calentito en medio de esta maldita nieve, así que no podéis contar con mi imagen silenciosa esta vez. Quizás la magia de acelerar de Lady Arquette pueda hacer bajar y subir una cuerda más rápidamente...

Lady Arquette asintió, pero no lanzó el conjuro. Estaba en espera de ver cómo se iba a proceder antes de malgastar recursos. Y mientras se dedicaban a debatir entre ellos, la criatura se puso en movimiento y salió de la cobertura que le proporcionaba la fisura en la pared de hielo. Avanzó unos diez pies y miró hacia arriba, hacia las deliciosas Alice, Becky y Leiath, o a Flame, que está tan musculada que debe de tener la carne muy correosa.

Onfale no tenía ni la menor idea de lo que era, pero Alice lo identificó como un gólem de telaraña. Eso era un fastidio para Aire, porque los gólems no son muy habladores, pero un alivio para Leiath, en tanto en cuanto no estaban ante un monstruo social que viviese en manada. Alice dijo que a veces a estas criaturas se las ve acompañando arañas gigantes, pero las arañas gigantes no pueden vivir en un entorno de energía negativa, ¿o pueden?

Es un rival considerable. Sus mayores puntos débiles son las armas adamantinas (con cuidado de que no se queden pegadas a su cuerpo), el fuego (siempre que no sea fuego mágico que se pueda evitar con resistencia a los conjuros) y el básico conjuro de grasa, que lanzado sobre un gólem de telaraña lo ralentiza como un conjuro de ralentizar. No preguntéis cual es el motivo o cómo interactúa la grasa con las hebras de su cuerpo, funciona así y ya está.

Sus puntos fuertes... todo lo demás. Es inmune a casi toda la magia, sus movimientos no se ven ralentizados por los conjuros de telaraña que suele lanzar a sus presas, su mordisco es venenoso y atenaza la fuerza física, y al contrario de lo que pasa con la mayoría de los constructos, este gólem se autorrepara (curación rápida, dirían algunos). Ah, y lo más gracioso de todo: trepa cual arácnido. El gólem se acercó a la pared de hielo y pegó los muñones de sus pegajosos brazos para empezar a gatear por la pared.

Como era de suponer, aquello era demasiado bueno como para que no apareciese nada para estropear el momento. Un engendro con una inconveniente curiosidad se acercó por una grieta que parecía dar paso a un túnel subterráneo y que ellos habían echado abajo en su apresurada y estrepitosa huída. 

Tybalt enseguida echó mano del arco que había recogido en el cráter para tensar su cuerda con una flecha ya cargada. Pero pronto bajó el arma al escuchar la información que Alice les brindó. -Sería malgastar flechas...- Se dijo casi para si al mismo tiempo que guardaba de nuevo el proyectil. Entonces aquel extraño gólem comenzó a trepar por la irregular superficie del agujero que habían abierto. -Puedo bajar.- Respondió a la proposición de Onfale y a la pregunta de Leiath. Simplemente no podía negarle nada a la mujer que le había salvado la vida y realmente el tiflin tenía aptitudes para lo que le estaban pidiendo. Flame era mucho más hábil trepando, pero Tybalt era más rápido y estaba en la suficiente forma como para subir por una cuerda con la velocidad suficiente. -Además, éste parece un buen momento ahora que esa cosa está subiendo. Puedo bajar para hacerme con esa piedra y los que podáis, hacer puntería con el gólem cuando esté a mitad de camino.- Propuso finalmente mientras guardaba su arco y se preparaba para el descenso. -Y si Lady Arquette puede ayudarme haciéndome más rápido, también sería de agradecer.- Añadió con el rostro serio mirando a la anciana esperando por su respuesta. La mujer no parecía profesarle el mismo odio irracional que los otros dos, pero tampoco la conocía lo suficiente como para contar con su simpatía.

¡Pero por qué no me habla! gritó Aire, ofendida con la criatura. Miró a Alice, que es la que repartía la información, con cara de pocos amigos, como si fuera su culpa. Aunque la verdad es que la culpa la tenían todos los allí presentes. ¿Cómo se les ocurría hablar de atacar a su nuevo amigo? Pero claro, si no había sido capaz de saludarla, ¿era realmente su amigo?

Miró a Aristóteles. Él sí era un amigo. Estaba siempre con ella, y le daba consejos. Como el de ahora, que quería que atacara inmediatamente. Aire se toqueteó el mentón, sopesando las opciones. Obviamente, era lo mejor que podía hacer. "Ojitos", bautizado en ese momento por ella, estaba en muy mala posición, y un ataque directo se lo iba a comer de lleno. Todo tenía su contrario: Si Aire le atacaba, se quedaría sin amigo. Para siempre. Pero eso no le importaba.

Y con ese último pensamiento, la Oscura se hizo presente. Apretó con fuerza a Aristóteles y se acercó al precipicio, a mirar a la criatura. Sonrió maléficamente, conociendo las ventajas de esa posición.

¿Sólo vamos a hablar? ¿Podemos atacar ya? ¿O le dejamos que se acerque y nos de la mano? ¡Lanzadle el conjuro de Grasa, quizá así arda mejor!

Flame miró a Tybalt. Estate quieto. Le dijo al semiinfernal. Inmediatamente después dio un paso para descender por la pared y colocarse en el mismo plano que él. Ella también sabía trepar cuál arácnido y no necesitaba estar tan mugrienta como aquel gólem. Tybalt, y todos los demás, sacad vuestras flechas y prendedlas fuego. Alice, o quien sea, sacad vuestros conjuros de grasa y ralentizarle.

Esperaba que el hecho de prender fuego a las flechas no fuera muy complicado para un grupo de lanzadores de conjuros como aquél. Por dios, por una vez hacedme caso y empezad a prenderle fuego, aunque sea de forma mundana, pero no uséis vuestra magia, pues si vuestros conjuros pueden no hacer efecto a criaturas resistentes a ellos, en este caso, directamente no se lo harán. Es invulnerable, ¿verdad?  Dijo mientras preparaba a Ayash para la ocasión, daba un par de pasos al frente, o hacia abajo según lo veían los demás, y en cuanto lo tuvo a tiro, escupió.

Venga Tybalt, aprovecha - dijo mientras le curaba las heridas con al varita mágica al semiinfernal - coge la piedra mientras nosotros le entretenemos y asi podemos salir corriendo después.

La señal de combate, el vómito de Flame, estaba dada. A partir de ahí todo se precipitó de nuevo, como siempre. Onfale no se quedó atrás esta vez y con velocidad pasmosa adoptó los mudras necesarios para el conjuro de grasa que Aire le pedía. Las posibles diferencias que pudiera haber entre los integrantes del grupo quedaban diluidas como las sales en el mar ante la golosa visión del enorme diamante.

-Vammmmmmm , ¡¡Svadhistana mâija!!- El olor al aceite de cuero curtido impregnó el olfato del perfumista y el Svadhistana, la flor de seis pétalos, quedó dibujado en él y en su víctima, sobre la cual comenzaba a exudar una película de viscosa y resbaladiza grasa que impregnaba las hebras de telaraña.

Tomo aliento después de la retahíla de datos. El leer a escondidas los libros de monstruos de su maestro estaba sirviendo para algo.

Lo siento no tengo el hechizo de grasa y creo que ninguno de mis hechizos le van a afectar. Pero tengo esto. La maga saco del saco de arpillera que usaba como mochila una piedra amarillenta. Es una piedra de trueno, podría aturdir al engendro aunque también podría afectarnos a nosotros.

Cuando estuvo a punto de descender por la cuerda, Flame lo detuvo para ocupar su lugar en el descenso. No era momento ni lugar para discutir por quién haría qué. Además, el tiflin era consciente de las habilidades de la guerrera y donde él era más rápido, ella era mucho mejor escalando. -De acuerdo, pero ten cuidado.- Le dijo  a la guerrera a la vez que sacaba su arco y cargaba una flecha. -Aun así, hazme una señal si necesitas algo de ayuda.- Intentó bromear para diluir un tanto la tensión de la situación aunque realmente tenía pensado saltar con la cuerda si la guerrera se encontraba en peligro. 

-¿Alguien tiene aceite o una antorcha para poder prender las flechas?- Preguntó mientras contemplaba curioso cómo aquel engendro trepaba con facilidad por la helada pared del hoyo. En Li'Huriek pensaba haber visto toda clase de criaturas, pero estaba claro que fuera de su particular pecera existían innumerables sorpresas incluso cuando tu ciudad es un hervidero de demonios.

Aire esperó que la grasa de Onfale llegase a cubrir el cuerpo de la criatura. Cuando vio que se expandía totalmente, alzó la mano. Sus ojos negros parecían soltar pequeñas chispas de fuego mientras su boca susurraba las palabras arcanas necesarias. En la palma de la mano, surgió una pequeña bola anaranjada, que poco a poco fue aumentando. Tras un instante, la bola anaranjada estalló, convirtiéndose en una bola de fuego.

Cierra los ojos y abre los ojos, y verás que rico le dijo la joven, aprovechando la última palabra para lanzar la bola

Conjuraré una esfera flamígera para encender las flèches, pero antes...

Lady Arquette conjuró un acelerar, y todos (no solo Flame) se sintieron menos pesados y más rápidos. Por contra, el monstruo avanzaba lentamente por la pared. Gracias a eso, el chorro ácido de Flame le dió de lleno. Exclusivamente debido a que el conjuro de grasa lo había ralentizado. Las hebras corroídas empezaron a volver a atarse mágicamente para recuperar la forma.

Y luego llegó Aire.

Su pelotita de fuego prendió en el aceite, y en las hebras, y en los ojos... Todo el gólem ardía, y seguía subiendo sin emitir un quejido. Lo más parecido era el crepitar de los hilos bajo la acción de las llamas. Y seguía subiendo, ahora con un aspecto más infernal y aterrador, hasta alcanzar la mitada del muro, mientras Flame ya estaba en el suelo de la grieta, a una veintena de pasos del diamante.

Vaya, pero no iba a bajar el semiinfernal ATADO con la cuerda? Y si Flame perdía el conocimiento? Bueno ya estaba hecho.

Sintió la magia de Lady Arquette como un cosquilleo en todo el cuepo. Era rápida! Una sensación totalmente nueva para la bruja, una sensación adictiva.

Antes de que el monstruo lograse hacer alguno de sus ataques le daba tiempo hasta a sanar a dos de sus compañeros y todo! Ay cómo le gustaba sentirse asi a la jóven Leiath.

Con la varita que tenía en la mano tocó a Aire y con la mano libre a Alice.

La maga se sintió reconfortada después de la caricia de la bruja de Hala. Bendita sea Hala y su hija predilecta. Pensó contradiciendo el dogma científico/mágico que regía casi por completo los pensamientos de la maga pelirroja.

Justo la maga iba a arrojar la piedra de trueno cuando un pensamiento recorrió la mente de la maga. Avalancha. Miro con temor las laderas de la montaña y el pequeño agujero. Casi, mejor dejo la piedra como recurso de emergencia… no quiero que todos quedemos cubiertos por un alud de nieve.

Luego en otro orden de cosas, menos importantes que el diamante, estaban sus perseguidores. Hollín podrías dar un vuelo rápido para ver si se acerca ese loco de Kaevhas y su ejército de no muertos. Gracias. La última palabra le causo un mal sabor de boca. Desde que Hollín se había vuelto listo había que tratarlo con cortesía, el pajarraco ya le había puesto los cuernos una vez con la rubia.

El mago sonrió al ver que por fin su magia tenía algún efecto. Entonces sintió un chute que le llenó de adrenalina y, ojiplático, observó que venía de Lady Arquette.

Esa vieja sí que sabe.

Agitó la cabeza como si le fuera a estallar de la presión. Hacía mucho que no probaba algo así y, lo mejor de todo, es que le volvía a hacer sentirse vivo.

- Uuuuaaaaah. Seguid atacándole con fuego. Voy con Flame.- Sabía que la mujer era voluntariosa pero también una patosa embutida en esa armadura. Se agarró de la cuerda con cierto desasosiego por la pérdida de su familiar, Perezoso, y se dejó caer con un movimiento grácil y estudiado. No era la primera vez que lo hacía. Al llegar al suelo salió corriendo hacia su rubia compañera.

Aire recibió el conjuro de su abuela con gusto y placer. Notó cómo la sangre de su cuerpo bombeaba a mayor velocidad, cómo su magia palpitaba, deseando salir y explotar. Y cómo no hacerlo.

Esta vez, alzó las dos manos. Notó cómo la magia se generaba en sus palmas casi sin decir las palabras mágicas. Pero surgieron a gran velocidad, igual que todo lo que sentía. Las bolas se formaron casi al nacer, y Aire no se lo pensó. Lanzó una tras otra, directa a la criatura.

Tybalt notó cómo cada célula de su cuerpo trabajaba a una velocidad que se salía fuera de lo normal. Y creo que puedo decir, sin mucho temor a equivocarme, que el concepto de normalidad para un mestizo infernal criado como esclavo del Horror Diletante en una ciudad submarina llena de demonios es un poco laxo en su concepción. 

Pero dejando a un lado valoraciones relativas que no vienen a cuento, el tiflin no tardó en dar uso a ese mágico impulso que recorría su cuerpo. Rápidamente dio uso a la esfera conjurada por Lady Arquette para hacer que sus proyectiles avivasen un poco más las llamas que intentaban consumir al gólem. Si bien no resultarían muy letales, el hasta de las flechas servirían de combustible para el fuego.