Partida Rol por web

Leiath salió corriendo tras Evea.

Había tenido la esperanza de poder pasar por aquello sin ningún derramamiento de sangre, pero ahora, después del ataque de locura de Becky, parecía misión imposible.

Aún asi, uso el conjuro que tenía preparado pues pensaba que agilizaría su camino, al menos hasta el almacén para recuperar parte de su equipo. Luego con Flame armada, todo iría más seguro.

La maga corrió hacia el pasillo, pero se quedó en la retaguardia con la ballesta de uno de los violadores. En ese momento el sentido común, un sentido poco común, le indico que no disparara podía herir a la Gata y hacer que esta empezara a gritar de dolor en vede cantar canciones sin sentido.

Pereza. Es lo que le daba esa situación. No quería malgastar sus conjuros atacando a esos guardias. No hasta que, al menos, sugirieran que también las querían violar. Pero Becky era tonta, las canciones de la mujer histérica no habían funcionado con todos los guardias, así que...

Imitando a Alice, ella también se arremangó lo que pudo las mangas. Seguía sabiendo que, en esas circunstancias, las magias agresivas les podrían salvar la vida. Así que si no quedaba más remedio, haría una barbacoa de guardias.

Pero al primer golpe pareció llegar tarde. Leiath ya se había adelantado, e intentó detener al guardia que atacaba a la cantante.

Si Leiath conociese algo de saber local, tendría claro que a la guardia de Galendure se le conoce por ser imparable. Se el puede fascinar, se le puede meter en la celda cuando intentan violarte, pero no se puede parar a un soldado de la ciudadela. De hecho, el lema del cuerpo es "potest excitetque, potest includi, non potest maestitia". El soldado lo sabía, así que ignoró el conjuro de Leiath y siguió peleando.

Uno de los guardias que había en el patio frontal de la central se acercó a los barrotes de una de las ventanas para ver qué ruido era ese de una mujer cantando.

Oye, Clyde... ¿Qué está pasand...?

Al ver, sobretodo, a su compañero con la espada desenvainada se preocupó. Aquella situación era la que en la academia le enseñaron que era una emergencia de seguridad. Y en las emergencias de seguridad se da la alarma. El guardia del patio sacó su silbato y se lo acercó a la boca...

Flame apoyó uno de sus pies en una de las paredes y se subió por ellas para esquivar a los guardias que se interpusieran en su camino. Así que salió corriendo, ya fuera por la pared o ya fuera por el techo, pero ella solo pensaba en alcanzar de una vez por todas el almacén y así poder armarse para combatir con todos aquellos guardias. Y ya de paso para saber dónde había ido Becky, pues en el fondo empezaba a estar preocupada por ella. No por su vida en general, si no más bien por la ayuda que tendía a ofrecerles cuando la tenían cerca.

Eso ya no había quien lo parase. Pasaría como en la tienda de aves? Seguramente.

Rezó para que la bendición de Hala alcanzase al grupo de mujeres que se enfrentaban ahora a un combate a muerte. Porque esta vez, si las atrapaban, no iban a querer solo abusar sus cuerpos.

La maga apunto con la ballesta al guardia que tenía el silbato y con voz amenazante le dijo. Es mejor que no hagas eso si quieres seguir viviendo. Coloco su dedo en el gatillo de la ballesta y apunto al guardia. Tira eso.

Flame corrió por el lateral de la pared, hasta el techo, y siguió corriendo por encima de las cabezas de los demás. El soldado que luchaba con Evea hizo ademán de alzar la espada cuando Flame pasó cerca, pero los pasillos eran lo suficientemente altos para que la taimada rubia pasase sin darle la oportunidad a su adversario de que le hiciese un ataque.

¿Qué haces, Freddy? ¡Toca el silbato de una maldita vez!

Me está apuntando con una ballesta, Clyde. Escucha, chica... en los balcones de
la planta superior hay varios guardias mirándome en este preciso momento. Si me
disparas, lo notarían. Tengo mujer y estamos con los trámites para que nos permitan
concebir a nuestro hijo. Colaboraré, no tengo ningún problema. Este trabajo ni siquiera
está bien pagado.

¡Traidor!

Al girar la cabeza hacia el interior del archivo, Clyde vió su chaqueta colgada del respaldo de la silla. Tenía que elegir: o iba a por su silbato o mataba a Evea para romper el encantamiento de su canto sobre su compañero, obteniendo ayuda extra. No se lo pensó mucho, y hundió su espada en el estómago de la barda cantarina... Pero Evea, toda estoica, mantuvo su canto y su influjo sobre el otro guardia.

Mientras, Flame torció la esquina a tiempo de ver cómo el otro guardia que flanqueaba la entrada principal como Freddy, entraba desde el patio para perseguir a Becky. Ambos se perdieron de vista al perderse tras meterse por otro pasillo. Flame lo había conseguido, estaba ante la puerta donde le aguardaban las Gemelas, solo que la llave para abrir la puerta se la llevó Becky.

No veia cómo iban a salir de esa, pero, que ella no lo viese no significaba que la gran Hala no tuviese un plan maestro para sus discípulos. Así que la jóven bruja reunió todo el poco valor que le quedaba en el cuerpo para dirigirse al guardia que acababa de atacar a Evea.

Quieto!- ordenó con una voz que sonaba profunda y poderosa.

Si aquel encantamiento surtía efecto, quizás le diese tiempo a desarmarle. Pero lo más importante, no atacaría a Evea que ya parecía mal herida.

Flame observó la puerta y después observó como Becky se marchaba. Las dudas empezaron a recorrer su cuerpo, no sabía cuál podría ser la mejor opción. Por un lado tendría que derribar la puerta por la fuerza, pues sin las llaves estaría cerrada lo que implicaba que la tarea fuera mucho más peligrosa. Pero la otra opción era correr tras Becky, desarmada, y con la única fuerza de sus puños y su aliento. Negó con la cabeza. La primera idea era la más tentadora pero seguramente la que más tiempo le llevara y la que menos beneficios le daría. Con la mala suerte que le acompañaba desde que había llegado a ese plano seguramente se rompería el hombro antes de desmontarla. Así que, sin dudarlo mucho más, Flame continuó corriendo tras Becky, con la esperanza de alcanzarla, al menos para que le dieran las llaves.

¡Vamos Becky, estate quieta, o al menos suelta la maldita llave para que pueda ayudarte! Le gritó a la rubia.

La maga continúo apuntando al guardia con la ballesta. Bien, ahora deja caer el silbato y no te pasara nada. Nosotras solo queremos marcharnos de aquí, y no queremos causar más problemas. ¡Mierda! ¿Por qué todo termina complicándose? Desde que Alice había entrado en las nieblas cuando viajaba por las tierras de Barovia, todo se había complicado. Ya había perdido a tres caballos y aun número indefinido de compañeros. 

Realmente poco le preocupaba la salud de Evea a Aire. Seguramente, si ella no les hubiese amenazado en la calle, podrían haber huído a por el otro niño ladrón. Podrían haber recuperado su bolsa e, incluso, esos niños les hubiesen servido de guía en esa ciudad bajo un módico precio.

Pero no, ahora estaban en esa situación. No les dejaban más salidas, y más cuando habían atravesado el cuerpo de la barda con una espada. Aire alzó la mano, apuntando al guardia que había sido el primero en atacar.

Pero la voz de Leiath llegó primero, la voz que la joven Aire reconoció como mágica, y contuvo su conjuro a ver si lograba su efecto. Pero si no...

El guardia de la ventana bajó el brazo que sostenía el silbato, pero al hacerlo, el extremo más bajo de la mano quedó por debajo del alféizar de la ventana. El canto de Evea tampoco permitía saber si el silbato había hecho ruido al caer contra el suelo, o por el contrario, el guarda jamás lo había tirado.

Aire jamás llegó a terminar el conjuro, ya que la magia de Leiath (menuda es ella cuando se pone a dar órdenes), había dejado al soldado inmóvil. Cuando Leiath intentó quitarle la espada, notó resistencia.

Por último, Flame cruzó por delante de las escaleras que subían al piso superior y la puerta principal que daba al patio de armas. Al girar en la esquina vió, en mitad del pasillo, al soldado que perseguía a Becky disparar su ballesta...

¡Detente, puta!

...y a continuación soltarla para correr tras Becky por un nuevo corredor. Por lo menos, Flame había recortado distancias.

Flame vio como el soldado disparaba a Becky y después soltaba la ballesta. Esa era una buena oportunidad para armarse, así ya no tendría que preocuparse de volver al almacén o no. Así que decidió salir corriendo tras el guardia, recoger la ballesta y después seguir corriendo para que no se les escapase. ¡Debía recortar todas las distancias posibles!, pues a éste paso Becky se perdería entre la infinidad de pasillos que había en aquel lugar.

Sabía que la órden no iba a durar mucho, había que reducir a ese hombre si no querían derramar más sangre.

- Venga, no seas tozudo, dame el arma y déjanos que te encerremos con tus compañeros. Asi saldreis con vida y podeis justificar a vuestros superiores que usamos magia contra vosotros. No queremos que haya sangre, pero tampoco vamos a dejar que el cerdo de vuestro teniente nos viole como tenía pensado.

 Alce miro con el ceño fruncido al guardia. ¿Estaba intentando una estrategia para poder tocar el silbato después o simplemente era tonto? La maga siguió apuntando al hombre con la ballesta. Muy bien, ahora quédate quieto y no te pasara nada.

Por ahora la cosa marchaba bien, todo lo bien que podía marchar con una loca gritando en mitad de la comisaría central de policía. Aire, comprueba si hay más guardias. 

Por norma general, Aire no hubiese hecho caso a las palabras de nadie, y menos cuando la daban órdenes. Pero con eso, al menos, se entretendría, y le darían una excusa para usar magia si era necesario.

¿Seguro? miró a las tres que quedaban. Ninguna parecía poseer una gran resistencia física, ni una armadura digna de soportar ni un solo golpe. Para cualquier cosa, grita "fuego" y te lanzaré una chispa

Aire comenzó a caminar con algo de prisa, pero no en exceso. Fue investigando las habitaciones, a ver si había más guardias ocultos por esos lugares.

Sin espada, el guardia que estaba al lado del guardia fascinado levantó las manos, rindiéndose, pero asomó una sonrisa chulesca cuando Leiath mencionó las violaciones.

Mientras, el hombre tras la ventana respondió a Alice:

Llevo demasiado tiempo aquí quieto. Mis compañeros empezarán a sospechar.

¿QUÉ PASA AHÍ ABAJO, FREDDY?

¡TODO EN ORDEN! ¡SOLO ESTOY CHARLANDO CON CLYDE!

Aire entró en el archivo. Un par de pizarras, del tamaño de un folio, estaban sobre la mesa de metal con unos garabatos en tiza bastante inteligibles. Estaban escritos en común, pero la letra no era muy buena. También había un par de chaquetas negras y cuatro sillas de metal, y las paredes estaban revestidas de archivadores de metal que prometían tener más planchas de pizarra con cosas escritas. Para ser un archivo era frustrantemente poco incendiable.

Aire llegó después a la esquina y echó un vistazo al siguiente tramo de pasillo. No había guardias, y ese talón de esa bota que desapareció tras la esquina del otro lado del corredor seguramente era de Flame. En medio, las escaleras que subían a la derecha y la salida que les llevaría junto a Freddy. Y aún más cerca, la puerta cerrada con llave tras las que tenían sus cosas.

Leiath tenía la espada del guarda en la mano, pero realmente no sabía cómo usarla.

Evea, sabes tú usar esto?- si la muchacha cantarina no sabía usarla, quizás la pudiese guardarla para Flame, si alguna vez volvían a verla.

Ésta había desoido el consejo (bueno, órden) de la sabia bruja y se había alejado del grupo. Como siempre...

En fin, paso a paso.

Leiath manoseó a los guardias antes de guiarlos al archivo y encerrarlos. Les quitó los silvatos y las llaves que encontró en su registro.

Vayamos a recuperar nuestras cosas- dijo una vez asegurada la puerta.