Partida Rol por web

El muro que los separaba del campo para la prueba desaparecía indicando así que era el turno de la 'Cohorte de Becky' para entrar en el laberinto y formar parte del espectáculo. Tybalt apretó la mandíbula ante la tensión del reto que tenían por delante, de las desconocidas dificultades que debían superar a tiempo si pretendían salir los mismos que entraban... Demasiado riesgo en una prueba donde la muerte es el espectáculo principal.

El grupo se dirigió hacia la calavera donde algunos de ellos debían enfrentarse a la Prueba de la Mente. Pronto se mostraron diferentes vertientes para enfrentar al laberinto. -Estoy con Onfale. Si nos dividimos nos arriesgamos a que uno de los grupos termine por retrasar al otro.- Apoyó la teoría del perfumista. Cuando éste se ofreció para liderar la marcha, el espadachín se limitó a hacer un gesto para cederle tan privilegiado puesto. Tybalt se encargaría de enfrentar lo que fuese, pero el eunuco ya había demostrado su agudeza para prevenir la malicia de aquellos que se divierten poniendo trampas mortales. 

En ese momento Alice se dio cuenta de otra cosa, si no podía utilizar su equipo en la prueba tampoco podría llevar la piedra Ioun. Esta era su única pertenencia de cierto poder. Otra vez miro al eunuco. Creo que te será de utilidad también esto. Dijo mientras le tendía la piedra de color azul y escarlata. Ya me la devolverás cuando salgamos de esta maldita prueba. 

La piedra ioun saltó de la palma de la mano de la pelirroja para entrar en órbita alrededor de la cabeza de Onfale. La historia de su vida: la gema escogía a Onfale de igual modo que Hollín escogía a Becky.

Tras eso, Alice se desnudó a la vez que dos sacerdotisas interponían el batín entre ella y sus compañeros, de modo que solo logaron ver su silueta (no como los agitados espectadores desde la grada, que miraban desde lo alto, y lo vieron todo). Acercaron el batín a Alice y taparon su desnudez. El color del batín la hacía especialmente hermosa. Había captado tanto la atención que nadie se fijó en los desnudos de Becky y Aire.

Con los preparativos listos, las sacerdotisas recogieron del suelo las pertenencias de las tres chicas y se las tendieron a los participantes de la Prueba de Sangre. Uno de los grupos se dirigió al laberinto... el otro, a la caverna con forma de calavera...

La calavera de roca se deslizó hasta encerrarles en el interior. Las cuencas de los ojos hacían de tragaluces, impidiendo que quedasen en completa oscuridad, dos ventanas tan bajas que podrían salir por ellas subiéndose a los hombros de una compañera... Claro está, eso descalificaría a todo el equipo, e impediría que llevasen a cabo su misión.

Entonces, por las paredes de la roca empezaron a sucederse imágenes desagradables... Alimentos podridos con gusanos, un jilguero muerto sobre las hojas de otoño, un primer plano del rostro repulsivo de una araña...

¿De qué va esto? ¿Se supone que quieren volvernos locas a base de ilusiones escabrosas?

Ugh...

Inconscientemente, cerraron los ojos ante la imagen de un ojo siendo cortado por una navaja. Pero durante el breve instante en el que permanecieron ciegas, aquella imagen se proyectó en el interior de sus párpados, o quizás en sus propias mentes.

¡Qué grimilla! O sea... ¿que aunque cerremos los ojos vamos a tener que verlo igual? Mierda... Van a ser unos minutos muy largos...

El primer desvío era un cara o cruz, cuestión de suerte. No había manera de saber si ibas a tener que dar vuelta en algún momento. Pero al realizar el primer requiebro, surgió la primera sorpresa... unas escaleras bajaban al sótano del laberinto, donde la luz del coliseo no podía llegar.

Sabiendo que cada minuto era vital para Alice, Aire y Becky, Onfale no se lo pensó dos veces, y con osadía revisó cada peldaño por si había alguna trampa. Luego sí, bajó por las escaleras con el resto del grupo. Hollín se acomodó en el hombro de Jadewo, por ser la protección del hombro la más ancha de todas las armaduras que habían allí.

Tras un tramo de oscuridad, la luz de arriba iluminaba otras escaleras para volver al laberinto, solo que un par de paredes más allá. No fueron necesarias las indicaciones de Tybalt, Onfale fue lo suficientemente astuto como para avanzar con una mano en cada pared, advirtiendo así que a medio camino entre ambas escaleras, dónde no llegaba la luz, otro pasillo se abría perpendicularmente a más oscuridad. Una ilusión óptica para los que escatimaran en iluminación, sin duda esa era la ruta correcta.

Avanzaron sin ver ni papa, con los dedos acariciando las paredes, hasta llegar a un codo. Pasada esa esquina, volvieron a ver luz colándose por una nueva trampilla que iluminaba los escalones que volvían al primer piso. Subieron, giraron, torcieron, abriéndose paso por el laberinto. En un par de ocasiones más, tuvieron que ir por un paso a nivel bajo el laberinto. Y finalmente llegaron a una sala espaciosa, con un podio en el centro.

Un esqueleto agitaba unos palos luminosos, haciéndoles indicaciones para que siguieran en esa dirección. Finalmente, no hubo trampa alguna, por lo menos en este primer tramo de laberinto. Buscar trampas solo les retrasó. Aún así, llevaban un buen tiempo.

Al avanzar en la sala descubrieron a una sacerdotisa a un lado de la entrada, vestida de la misma manera indecorosa que las del exterior. Hizo una reverencia, con un batín en brazos, aunque había muchas más prendas del mismo estilo en un armario empotrado detrás de ella.

En cuanto subáis al pedestal, éste os encerrará en una esfera y os elevará para realizar la Prueba del Corazón. En ese mismo instante, una pared se deslizará para que podáis proseguir con la carrera.

Aguardó en silencio monacal a que el voluntario se desnudase para vestirla. Otro precioso tiempo perdido. Debieron adentrarse en el laberinto en pelota picada, para ahorrar tiempo.

 Entonces... ¿queréis que acompañe a Leiath?

Jadewo miró un momento al cuervo cuando este se posó sobre su hombro, a penas sintió el peso, le guiñó el ojo y añadió.

-Esperemos que pronto puedas regresar con... ellas.

Y así fue como el grupo formado por Leiath, Flame, Tybalt, Onfale y él, con el familiar de Alice al hombro, se internó en el laberinto, en una carrera contra reloj para aliviar en medida de lo posible la tortura de las compañeras.

Onfale se mostró merecedor de la confianza deposiatada en él. Con determinación alcanzaron el lugar en el que aguardaba la Prueba del Corazón, momento en que Flame preguntó de nuevo sobre su papel. Jadewo no dudó.

-Sinceramente creo que es lo mejor, ya expuse los motivos. Entre las dos os podréis complementar bien, y para terminar la Prueba de la Sangre, deberíamos poder hacerlo entre nosotros tres.

- Gra...- El perfumista se quedó sin palabras ante la generosidad de la Maga Roja.  Vale, era un prestado, algo temporal, pero después de haber pasado tanto juntos y que confiara en que el pícaro mago fuera a devolverle la piedra decía mucho de Alice.- Gracias.- Se despidió de las chicas que iban a participar en la Prueba de la Mente con dolor en el corazón pero asumiendo con frialdad que era necesario así.

El laberinto suponía un reto lo cual era estimulante. La primera parte, hasta llegar a la Prueba del Corazón no supuso un gran problema. Sin embargo, visto lo visto, el mago había discurrido previamente que sería así. No tenía sentido que el primer trayecto fuera muy difícil ya que si no, las congregaciones no tendrían oportunidad de participar en la Prueba del Corazón, todo un espectáculo para las mentes trastornadas de los habitantes de aquel maldito plano. Por mucho que protestara Leiath no podía continuar tranquilo si Flame no se quedaba con ella.

- Lo haremos lo mejor posible para que no sufráis demasiado. ¡Qué Hala os proteja!- Con un gesto impropio de él se acercó a la Bruja de Hala y le dio un abrazo.- No hay tiempo que perder. ¿Listos?- Dijo colocándose en cabeza.

- Si tienes que elegir...Eligete a ti.- Fueron las escuetas y crípticas palabras que Onfale susurró al oído de Leiath cuando le dio un abrazo.

Leaith tragó con dificultad, aún intentando ocultar su creciente pánico.Cuando Onfale la abrazó, la curandera parecía un palo de lo tensa que estaba.

Flame parecía decidida a entrar con ella... como bien dijese Onfale; que Hala las protejiera.

Pero antes de marcharse quería prepararse del todo. No quería haber echado los conjuros antes pues sabía que su duración era limitada, pero lo hizo ahora. Tocó a Tylbat, a Onfale y a Jadewo para darles el don de respirar bajo el agua, serían pocos minutos, pero podría salvarles la vida.

- Esto os protejerá de morir ahogados. Mucha suerte y que Hala os guie!

Luego se protejió a sí misma con un conjuro que la ayudaría a soportar el calor.

Y sin querer perder más del precioso tiempo de sus amigas se empezó a quitar ropa, comenzando por las botas de levitación que le tendió instantáneamente a Tylbat, el resto de equipo se lo dió a Onfale dentro de la bolsa mágica. Por supuesto, conservó la ropa interior, algo de pudor la quedaba.

Ya estaba acostumbrada a esas miradas eran las mismas que le lanzaba su antiguo maestro. Al recordar al viejo decrepito que le metía mano mientras estudiaba el libro de conjuros el propósito de su viaje volvió a su mente. Un día seré lo suficientemente poderosa para encontrarte y convertiré ese apéndice flácido tuyo en….. y luego te meterte el….. Claramente, los pensamientos de Alice hacia su maestro solo destilaban amor y buenas intenciones.

Alice, tampoco le dio más importancia a los obscenos que la estaban mirando, ni en la cantidad de material genético que esa noche se perdería por las cañerías de la ciudad infernal. Hay cosas en las que es mejor no pensar y otras que son innegables, como muy belleza. ¡Fastídiate rubia petulante, todos me prefieren a mí!. 

La maga se colocó tranquilamente en el interior de la calavera y empezó a respirar a un ritmo fijo, sin prestar atención a las palabras de la rubia. Quería concentrarse para que la prueba le resultara mucho más fácil. Sabía que esto era solo el principio, que luego todo se complicaría hasta niveles insufribles. Pero no quiso comentarle nada a la rubia para no perder la concentración.

Tybalt aceptó con las botas que Leiath le entregó antes de iniciar la Prueba del Corazón. En aquel momento Flame parecía buscar una nueva confirmación del plan. -Después de ver cómo es la prueba, no se si que tú estés ahí dentro con ella será más perjudicial.- Dijo mirando a la guerrera. -Tendría que estar pendiente de curarte a ti y a ella misma. Y ya vimos que no resulta muy fácil concentrarse mientras te torturan.- Terminó de razonar. 

La decisión sería de ella. Flame también tenía poderes que podrían resultar útiles en la prueba, pero no sería suficiente para soportar tanto tiempo. Tan solo Leiath, con Hala de su lado, tenía el poder para soportar la prueba. -Terminaremos esto rápido.- Prometió a la bruja. Ahora solo debían centrarse en continuar por el laberinto y llegar al fina lo antes posible. 

Aire se despidió y abrazó con fuerza a Aristóteles. ¡A saber qué cosas horribles le tocaría presenciar a él! Seguro que había una prueba muy cruel y despiadada para ositos de peluches. Sólo de pensarlo, se le saltaban las lágrimas de dolor.

Portate bien, Aristóteles dijo, intentando aguantarse para dar ánimos a su oso Se amable y seguro que te tratan muy bien qué mentira tan gorda. Tanto Aristóteles como ella sabían la verdad, pero no les quedaba más remedio que abrazarse a esa pequeña esperanza.

Y, como niña obediente, entró, semidesnuda, en la calavera.

Una vez que se cerró la puerta, Aire dejó escapar unas lágrimas. Intentó serenarse al tiempo que se sentía más sola que en toda su vida. Aristóteles siempre había estado con ella.

Las primeras imágenes se arremolinaron en su cerebro.

¡Qué asco! ¿Por qué quieren cortarla el ojo? ¡Qué horror! ¿Tiene un bicho dentro? ¡Eso siempre se soluciona soplando, bastardos!

Tras despedirse, la plataforma empezó a ascender, y la puerta se abrió a un nuevo laberinto. De nuevo fue fácil para una mente tan brillante como la de Onfale desplazarse y encontrar la salida. Llevaban otros cinco minutos desde que dejaron a Leiath y a Flame, en total diez minutos de carrera, un auténtico récord, cuando llegaron hasta un pasaje sencillamente ornamentado con columnas y capiteles, pero ya es más de lo que había ostentado el resto de la mampostería.

Onfale lo sabía: era allí. Decidido, avanzó para cruzar el arco. Su pie quedó suspendido en el aire, sobrevolando el umbral. Había notado algo raro: unas muescas en una de las columnas. Claro, era obvio. Por eso el ilícido se había pasado tanto tiempo en el interior del laberinto. Había invertido diez minutos en inscribir un glifo custodio en una de las columna.

Con calma, y un punzón, borró uno de los trazos para desactivar la trampa. Sin más dilación, atravesaron el pasillo. Nada ocurrió. Ni un rayo, ni un monstruo, ni nada que les afectase a la mente o al cuerpo. Y así llegaron a la última sala. El último desafío de la Prueba de Sangre...

Aquel esqueleto permanecía al fondo de la habitación, con la espalda pegada a la pared. Sin embargo, conservaba sus vísceras, amontonadas, en el interior de su caja torácica.

A su izquierda había una palanca con el número siete. A su derecha, una palanca con el número seis. Las palancas anteriores, en la pared de vuestra izquierda (o la derecha del mohrg), iban del dos al cinco. Las posteriores, a vuestra derecha, del ocho al once. Finalmente, en el lado por el que entraron, había una palanca con el número uno en frente de la palanca seis, y la doce estaba en frente de la palanca siete. Las doce palancas miraban al techo. El suelo de piedra estaba húmedo, los 20'x20' que ocupaba la sala, aunque por motivos desconocidos, y a 10' de altura había pebeteros encendidos y un trozo de tela en la pared.

La mandíbula del mohrg se abrió, y su esófago, a modo de lengua muy muy larga, se elevó hasta una cuerda. Al tirar, se corrió el diminuto telón que inauguraba una placa... una placa con un mensaje...

La mitad de palancas bajad para abrir el pasaje,
sabréis cuales mover decodificando el mensaje:
Oh, congregaciones de Orkus, odiáis al Thánatos y su nieve, un mal añejo.
Pero insistís y os metéis en la boca del lobo si es para cruzar el espejo.

Una pared de piedra descendió a vuestras espaldas, cerrando el paso e impidiendo vuestra huída. Las garras del mohrg desgarraron sus propias tripas, y la mierda líquida empezó a anegar el suelo, como un macabro reloj de arena que determinaba el tiempo para resolver el acertijo...

Dentro de la calavera de piedra, la Prueba de la Mente seguía transcurriendo con desagradable normalidad, y las imágenes escabrosas y mezquinas se sucedían...

No... no... ¡Se lo va a meter en la boca! Diossss. Uf. Prefiero que me pongan otra vez lo del ojo...

Apartó la mirada, y vió que en la parte más baja de los ojos de buey que hacían de cuencas de la calavera, se empezaba a alzar una esfera, con Flame y Leiath dentro. La imagen se proyectaba, semitranslúcida, bloqueando parte de la visión de la maga através de los ojos de la estructura, pero deberían de ser sus dos compañeras.

¡Lo han logrado! ¡Van muy bien! Y en solo cinco minutos...

La plataforma se había levantado del todo, mostrando a las dos muchachas encerradas en la esfera. El público aplaudió. El suelo, de metal, contenía unas extrañas muescas. Dibujaban círculos y rayas anchas, que seguramente se destaparían para dejar entrar a los punzones y las sierras, llegado el momento.

Por ahora, solo uno de los círculos se abrió, a modo de estrecha chimenea de ventilación...

 ¡¿Pero qué...?! ¡Ay!

Uno de los dedos de Flame se empezó a escamar, y sus células cutáneas se arrancaron, como un pequeño gotear de arena. No era la primera vez que veían algo así: energía negativa. Aquella ventilación, del grosor de un brazo, les conectaba con el exterior de Lash Embrar, y permitía a las ondas de energía negativa del semiplano llegar y ser contenidas en el interior de la esfera.

La siguiente imagen afecto más a la maga pero no consiguió que perdiera la compostura, seguía callada en una esquina manteniendo la respiración acompasada. Esto no es nada, habrá cosas perores. Es algo natural, se llama coprofagia. Los conejos lo hacen todas las mañanas. Intento aplicar sus conocimientos para auto-calmarse, pero había algo que sus conocimientos no podían explicar y era el maquillaje de la señora. ¡¿Quién en su sano juicio se pintaría así?¡

La jóven bruja reconoció de inmediato aquel efecto nauseabundo de ese plano; no era la primera vez que lo sentía en sus generosas carnes.

Pese a que estaba muy nerviosa logró canalizar la energía de Hala para protejer a Flame y ella misma. No sería de eso de lo que muriesen aquel día, pero cuánto más les duraría la suerte?