Partida Rol por web

Todos parecían algo indecisos con cómo manejar el problema con el blébith, pero no tenían mucho tiempo para pensar en ninguna solución compleja.

Bién- se pronució por fin la bruja- veámos si tiene las mismas ganas de escapar de esta cárcel como el resto. Abramos las puertas y dejémosle el camino libre para que escape. No la ataqueis sólo quitaros del medio. Pero estaros atentos por si le da por atacarnos. 

Si es que al final tengo que estar yo en todo...

Recuerdo que en Galendure compramos tres cuerdas de seda. Una está en el interior del saco de contención de Leiath... Las otras dos, si Onfale no las ha utilizado en jueguecitos de atarse, están en el saco de contención del eunuco. Cuerdas tenemos, ¿de acuerdo?

Aún así será difícil. Si tan solo tuviésemos un modo de convocar un aliado celestiaaaal... tsk. Los enemigos naturales de los demonios disponen de garras alineadas con el Bien, y pueden dañarlos con normalidad. Incluso sería más sencillo que trepar si alguien con alas angelicales volase hasta allá arriba. ¡He dicho, si tan solo tuviésemos un modo de convocar un aliado celestial!-Becky habría dado un pisotón a Onfale si éste estuviese visible-Onfale, estoy hablando de la varita del cabalista.

- Muy difícil.- Confirmó Onfale a la vez que rebuscaba  en el saco de contención con cuidado para no tocar el cuerpo frío e inerte de Alice.- Aquí está la cuerda. La varita, si no me falla la cabeza la vendimos para poder equipar a Tybalt decentemente.-  No era un reproche hacia el semiinfernal pero la mirada de Onfale no dejaba lugar a dudas. Era el momento de devolverles el favor. El plan era patético pero ya no daban para más. Estaban agotados.- Me da que esa cosa más que escapar querrá alimentarse de nosotros. Mucho cidado. Si pudiera engañarla con una ilusión...

¿La vendimos? Ay, qué lástima. El diseño de esa varita hacía juego con mis zapatos.

Bueno, no iban a estar toda la vida discutiendo qué hacer, y la opinión de Leiath de liberar al monstruo siempre tenía mucho peso entre los conversos que habían encontrado la fé de Hala a base de recibir muchos palos. Así que al final Onfale volvió a urgar con las ganzúas en la cerradura para abrir la puerta grande... esta vez aposta.

El minotauro, que no sabía nada del plan, se asustó todo. De nuevo intentó tirar para cerrar la reja y de nuevo un chorro de telaraña salido del abdomen del Bébilith tiraba en sentido contrario.

¡Vaca estúpida! ¡Queremos hacerle salir!

Pero a diferencia de la anterior vez, Flame no ayudó. La diferencia de fuerzas hizo que la puerta se abriese. El minotauro cayó de bruces, convirtiéndose en el cebo perfecto. Bébilith salió disparada hacia el exterior de la celda, dando el tiempo justo al humanoide de ponerse de pie y huir con el resto.

Una vez fuera, en lugar de tomar por el pasillo libre, el demonio se giró sobre sus múltiples patas para encararse y dar muerte de manera muy poco agradecida a sus salvadores.

Pues vaya, no había salido la cosa como la bruja había esperado.

Ahora tendrían que ganar tiempo hasta que alguien soltase a Laón, y quizás salir corriendo.

Onfale, por Hala, saca al demonio peludo de su jaula cuanto antes!- apremió al perfumista con un gesto de terror ante la nueva criatura a la que se tendrían que enfrentar.

Sin saber muy bién qué podría hacer ella en una lucha como aquella, se colocó detrás de Flame y rezó para que la bendición de Hala recayese entre su grupo de amigos.

Invisiblemente Onfale asintió a las órdenes de Leiath. Habían liberado a un monstruo al que apenas podían hacer daño y éste , en vez de huir, ya se les enfrentaba.

- Yo iré dentro. Trataré de cerrar la puerta grande y así el bebilith no podrá entrar de nuevo. Si veis que no podéis refugiaros en la celda.- Refugiarse era una forma muy rocambolesca de decirlo. Estarían casi encerrados con un guardian enfurecido con ganas de comerselos.

Jadewo tomó aire y se preparó el combate iba a ser muy desigual... pero no había muchas más opciones, su papel en esa contienda era la de entretener a la criatura, por lo menos mientras pudiese...

Así que con el escudo que Kirianselee le diera como presente, la daga, y su pericia, el guerrero aguardó junto a Flame y ante Leiath.

-¡Date prisa, Onfale!

Flame no entendía cómo habían decidido terminar enfrentándose a una criatura cuya habilidad era la de convertir sus armaduras en simples acordeones, y sabía que de poco le iba a servir su defensa con un ser tan poderoso como ése. Pero ya no había vuelta atrás, así que no le quedó más remedio que enfrentarse a él con lo único que tenía entre sus manos, una estúpida ballesta que había conseguido de forma totalmente absurda, y con los escasos virotes que le habían podido prestar sus compañeros.

Así que empezó lanzándole su aliento. Lo único que podía hacer era probar a vomitar sobre la bestia y ver si aquello servía de algo o no. Y rezar porque pudieran sobrevivir al golpe, pues empezaba a sospechar que no iban a salir con vida. 

Flame tan pesimista como siempre...

El minotauro cargó con la cornamenta a la vez que el bébilith abría sus fauces contra él. El lance terminó en tablas, sin que ninguno hiriese al otro. Los demonios desde sus celdas coreaban el combate y la cola postiza de Becky se agitaba en el aire con muy poca efectividad. El rayo de Jadewo apenas drenó una parte ínfima de la fuerza del gran coloso arácnido y el chorro ácido de Flame solo le pilló de refilón.

Las cosas empezaron a mejorar con la intervención de Aire, en el que todos tenían puestas sus esperanzas de supervivencia. Conjuró, a recomendación de Aristóteles, un rayo abrasador candente de llamas que hicieron a la criatura gemir de dolor.

Mientras tanto, Onfale entraba en la celda, casi al mismo tiempo en el que se volvía visible y perdía la protección de la armadura mágica. Había muchas cosas que hacer y muy poco tiempo. Onfale podría arrojar la cuerda al aire para que Laón la cogiese, o podría intentar empujar la reja gigantesca para cerrar la celda y que el demonio no pudiese volver a entrar... Pero no tenía manos para hacerlo todo, debía elegir a cual de esas dos actividades daba prioridad en los próximo seis segundos.

Viendo la efectividad del conjuro de Aire, Jadewo intentó imitar el gesto.

-¡Creo Ignem!

Dos rayos de fuego fueron escupidos desde la punta de la daga que esgrimía el guerrero para alacanzar la gran figura demoníaca que era el ser que trataba de devorarlos. Tal vez no lograran acabar con ella, pero si le inflingían suficiente daño tal vez la criatura se iría a por presas menos agresivas... El fuego de los rayos alcanzaron al gran objetivo causando que varias ampollas surcaran la piel allí donde impactaran y que llenaran el aire con olor a piel quemada.

Sus compañeros le apremiaban a actuar pero, en el momento de la verdad, Onfale dudaba.  Aire y Jadewo usaban su poderosa magia para atacar al bébilith con la esperanza de que fuera suficiente ya que no contaban con armas alineadas. Se pregutaba cuándo Hala les haría el favor de, para cumplir sus caprichosos desigios, mandarles una en señal de "gracias"¡ chicos por lo que hacéis".

Al entrar en la celda sus protecciones mágicas se esfumaron haciéndole sentirse completamente desnudo. Era un bocadiro para el demonio, un manjar sabroso, de piel suave y contenido aún más delicioso.

- ¡Cerrad la puerta!- Dicho aquello tomó la cuerda de seda y se la lanzó a Laón para que la atara a uno de los barrotes y poder subir por ella. La cuerda se desenrolló grácil y suave desde sus delicadas manos, con aquel tacto que le traía tantos recuerdos, hasta que su extremo llegó a la altura de las manos del demonio "bueno".

Leiath estuvo tentada de entrar a la celda para ayudar a Onfale, pero luego recordó que era la magia de Hala la que estaba evitando que todos perdieran la cabeza.

Flame, por qué no entras y ayudas a Onfale? Sin Ayash te ves algo desnuda y así quizás podamos acabar con esto antes - sugirió la bruja mientras sacaba una variata mágica de su saco de contención.

No sabía si la carga de proyectiles mágicos que tenía la varita servirían de algo, pero era mejor que esperar ahí sin hacer nada.

Siempre pendiente de no entrar en el radio de acción de aquella violenta criatura, activó la palabra comando de su artilugió mágico.

Está bien. Dijo sin añadir mucho más a lo que dijo la líder y bruja, así que evitando en todo lo posible cualquier posible ataque por parte del demonio, se dirigió al interior de la celda para poder ayudar al eunuco. Una vez cerrada y asegurados de que no sufrirían ataque por parte del bebilith, se acercó a Onfale para ayudarle a trepar por la cuerda.

 ¡La tengo!-dijo el demonio, cogiendo con su simiesco brazo el cabo en el aire y atando la cuerda al barrote.

Las cosas iban bien en la jaula. Onfale estaba listo para trepar y Flame había logrado llegar a la celda y cerrar la puerta grande, dejando hueco para que todo el que fuese más pequeño que un ogro pudiese entrar y salir. Pero había un inconveniente... el aura de Flame quedó bloqueada por el campo antimagia de la celda. Y eso tuvo consecuencias...

Flame lo vió todo desde su posición. Todos lo vieron, pero Flame lo hizo desde más cerca. Bajo la lluvia de rayos de fuego lanzados por Aire y Jadewo, el minotauro clavó uno de sus pitones en la pinza derecha del Bébilith. El demonio arácnido se enfureció. Sus dos pinzas sujetaron el cuerpo del monstruo toro y lo elevaron en el aire, hacia la boca. El bébilith solo tuvo que cerrar sus fauces sobre el minotauro y arrancar su cabeza. Tal vez si Flame se hubiese quedado en el pasillo, con su aura desplegada...

El Bébilith no terminó de saborear a su presa. Dejó caer el cuerpo, para comerlo cuando hubiese terminado la matanza, y se encaró con los arcanistas, que desde sus cómodas posiciones eran presa fácil para una embestida. Tybalt lanzó un suspiro, concentrado en lo que tenía que hacer. En lo que había que hacer.

 Daos prisa en matarlo, no lo podré entretener durante mucho tiempo.

El tiflin avanzó hasta ponerse en primera fila. Puede que al igual que el minotauro, Tybalt no tuviese forma de herir la carne sacrílega de un demonio, pero trataría de hacerlo lo mejor posible.

Flame se separó de la puerta para acercarse a Onfale y echarle una mano para poder subir mejor por la cuerda. No sabía si necesitaría de su apoyo, pero prefería echarle una mano antes de que fuera demasiado tarde. Después de ver lo que había hecho el arácnido demonio, rezó porque Hala se encargara de proteger a sus compañeros y de que nada malo les pasara.

Onfale, apóyate en mi si lo necesitas. Le dijo la escamosa a su imberbe compañero.

Sintiendo el dolor que experimentaba la criatura a causa de los rayos de fuego sirvió para que el guerrero arcano se decidiera aún más a continuar con ello, y más gracias a que Tybalt, valientemente, se plantó ante la criatura para darles tiempo a Aire y a él mismo para continuar con el castigo. ASí que con un carento de imaginación y ganas de efectividad, Jadewó pronunció de nuevo sus palabras arcanas.

-¡Creo Ignem!

De nuevo, dos rayos ígneos fueron proyectados por des del filo de la daga que esgrimía el guerrero, y los dos rayos arrancaron nuevos gritos de dolor a la criatura.

No se hizo esperar. Sus compañeros arriesgaban sus vidas y mostraban lo válidos que podían ser y él no era menos que ellos. Con un movimiento grácil como el de un gato, el perfumista hincó el pie en la pantorrila de Flame. Notó la dureza de su musculatura y a punto estuvo de poner una mueca de las suyas pero no era el momento. Se impulsó con fuerza para volver a apoyarse, esta vez en el hombro de la mujerona, subiendo con velocidad vertiginosa. 

Ya lo tengo.- Pero la confianza del mago se esfumó cuando notó que la cuerda, suave como pocas, se le escapaba de entre los dedos. Tenía que haberle hecho unos nudos pero ya no había tiempo.

- Laón, tira de la cuerda para subirme.- Dijo en un intento desesperado de salvar la última distancia.

Leiath tuvo que apartar por unos segundos la mirada cuando comprendió que aquel golpe era el final del curioso minotauro que les había estado siguiendo. No habían tenido oportunidad de dejar claro si se trataba de un amigo o de un espía enemigo, aunque el corazón de la bruja le decía que era otra criatura perdida como ellos, y por ello su muerte le pareció un sinsentido.

Lo habría puesto ahí Hala para que aguantase los golpes que a otro compañero le hubiesen matado?

La bruja había decidido llevarse un pedazo de su cuerpo para tener la oportunidad de resucitarlo más adelante. pero para conseguir tal azaña, primero tendrían que salir de ahí con vida.

Apuntó de nuevo su varita mágica a la amenazadora araña demoníaca.

La acción combinada de los rayos flamígeros de Aire y Jadewo, más la ayuda extra de los proyectiles de Leiath, hicieron que la cabeza del bébilith explotase en una lluvia de vísceras y cachitos.

¡Lo hemos logrado! Ese bébilith no era más que un gigantesco saco de arena al que golpear. Ha sido pan comido.

En la celda las cosas no fueron tan bien. Flame sujetaba la cuerda para que no diese bandazos y fuese más sencillo subir. Onfale trepó bastante rápido al principio, pero cuando alcanzó los treinta pies de altura la cuerda le resbaló de las manos. Viendo el sentido en el que se alabeaba la cuerda, y el tirón que sintió, Flame estiró los brazos con tal suerte que le cogió en brazos a pesar de no verle, de modo muy romántico y heroico. Pero en la bajada Onfale había intentado una pirueta rara para volver a agarrarse. Así que después de todo, Onfale se raspó toda la mano con la cuerda, y se dislocó un hombro. No importaba. Onfale era muy flexible. No era la primera vez que se dislocaba un hombro, y no tuvo problemas en volver a recolocarlo.

Mientras, Leiath tomó prestada la daga de Jadewo para cortar una de las orejas del minotauro.

¿En serio? ¿Ahora qué eres, Leiath? ¿Charcutera? ¿Quieres salir a hombros de la plaza?

Segundo intento. Onfale se tomó la subida con más calma. Al llegar arriba pudo pasar una pierna entre los barrotes para sujetarse y poder trabajar con calma, y al cabo de un par de minutos de trabajo minucioso, la puerta se abrió.

 Dame la mano-dijo al hombre invisible-, y te bajaré deprisa.

Sonaba a que le iba a empujar o algo así. No tuvo opciones. Al estirar uno de sus brazos peludos, Laón le palpó y le agarró echándoselo a hombros. Con mucha soltura simiesca, el demonio descendió la cuerda vertiginosamente y dejó a Onfale en el suelo.

Vale... vamos bien. ¿Pero cómo va a pasar Laón por delante de los guardias?

Laón salió de la celda, y del campo antimagia, y usó una de sus habilidades mágicas para alterar su propio aspecto... convirtiéndose en el minotauro.

 Bien... no os diré todavía cómo destruir mi vidriera, pero os daré la primera pizca de información: el techo de la Puerta de Orcus tiene una ilusión funcionando. Eso hace que desde fuera parezcan dos conos a modo de cuernos, sin posibilidad de aterrizar en ninguna superficie plana, pero se puede llegar hasta la catedral perfectamente volando desde el exterior. Tan solo necesitáis protegeros de la energía negativa y un conjuro de volar en grupo... o un dragón rojo que se ofrezca a llevarte sobre su lomo. En cuanto estemos todos ante la vidriera os diré el modo de romperla.

Lu Nantika se aproximó maravillada por lo que acababa de ver, y palpó el brazo del minotauro como si no se lo acabase de creer. No estaba habituada a la magia. Desde luego no a la magia ingeniosa. Los rayos de fuego solo eran fuegos artificiales, lo que acababa de ver en Laón había llamado poderosamente la atención de la ex-esclava.

El grupo regresó de nuevo al lago de magma, donde recuperaron todas sus cosas afiladas, Ayash incluído. Cuando estaban a punto de subirse al elevador, uno de los guardias dijo algo en abisal. Contuvieron el aliento. ¿Sospecharían algo? El minotauro esta vez sí conocía abisal, y se giró para recoger el hacha del minotauro original. Parece ser que solo era un "eh, tú, que te olvidas tu hacha de batalla".

Justo veinte pies de subida después, el conjuro de invisibilidad de Onfale expiraba. Volvía a ser el entreñable y pizpireto eunuco visible al que todos querían.

Y siguieron subiendo...

Y subiendo...

Y al fin llegaron a los establos. A lo lejos vieron que el dragón que mató a Alice con una bocanada de fuego accidental seguía devorando el cadáver del dragón rojo vencido. También tenían abierto el box del dragón que perforó el estómago de Tybalt con un colmillo, y el box de la dragona que quiso invitar a una tierna y apetitosa Aire a hablar en privado seguía cerrado, a espera de que alguien lo abriese tirando de la palanca. En realidad cualquier box cerrado tendría un dragón rojo, solo tenían que abrir la palanca que las puertas tenían al lado.

La tensión del cuerpo de Aire se difuminó en cuanto salieron de aquel lugar y todos recuperaron sus armas. Al llegar a los establos, Aire ya era otra vez una niña, una niña contenta.

Aristóteles le había avisado que no podía hablar con el minotauro como si fuera el demonio que habían rescatado. De hecho, la dijo que no se dirigiera a él bajo ningún concepto, no fuera que la descubrieran en algún momento por no hacerlo bien. Y, aunque al principio refunfuñó, aceptó.

Al llegar junto a los dragones, a Aire se le iluminó la mirada. Miró a los demás, con una idea en su mente

Yo me hice amiga de una dragona roja. De hecho, me invitó a su celda y todo a hablar, pero no me fié por si me quería comer. Podemos hablar con ella a ver si quiere ser nuestra... miró a todos lados "amiga"