Partida Rol por web

Flame sonrió al ver como, por fin, sus ataques eran efectivos. Gracias a ella y a Fosco habían abatido al primero de los enemigos. Y en cuanto vio que una de esas bestias se cernía sobre la alocada muchacha, y que Leiath salía corriendo para sanar sus heridas, la guerrera abanzó lo más rápido que los Skulvins la dejaban, para proteger a su compañeras de la terrible amenaza. ¡Vamos Fosco, acabemos con este otro también!

Después se dio cuenta que el brillo de su escama estaba totalmente opaco, por lo que decidió que tomase tonalidades rojizas cuyo resplandor alcanzase a todos y cada uno de sus compañeros, incluido el desagradable zombi que parecía estar, de momento, de su parte.

Y Fosco con su estoque le da en tol coco a aquel bicho iba a celebrarlo, pero es que eran muy asquerosos. Casi tanto como el demonio aquel... Puaj... QUE RECUERDOS... El que se comió a aquella tipa ....IUUU o que le hizo? La estranguló o algo... no?

El pequeño fosco se debatía en que hizo aquel demonio que tanto le horripilo sin darse cuenta de que igual el recuerdo sería desagradable y dañino para su memoria.

Pero allí estaba la rubia gritándole. Si, si si... que el mortífero soy yo. Espera un segundo... Creo que la decapitó o algo...

El movimiento no había sido muy efectivo, Onfale aseguraba que solo la magia en cualquiera de sus presentaciones sería suficiente para vencerle sin embargo… -¡Carajo!, malditos artilugios mágicos, la niña en casa, no hay más.- Sin oportunidades para matar a las criaturas lo mejor era ayudar a quienes podían hacerlo, sin dudarlo un instante se movió hasta Leiath y Aire a la espera de servir de distracción para las bestias y darles tiempo de conjurar su magia. –Yo procurare entretener a la bestia, hagan lo que puedan con su magia y bendiciones.-

Aire empieza a bramar en arameo... o en quién sabe qué idioma (abisal), pero los monstruos no parecen apocarse en absoluto. Pero tras recibir un sablazo de Flame, las palabras de Aire suenan más convincentes. El Skulvin herido se deja caer hacia atrás, emergen sus cuatro colas del agua y tiran de Aire hacia el agua.

Kaevhas, por su parte, visualiza muy bien lo que quiere hacer, pero se levanta tan despacio que no le da tiempo a hacer todo lo que le indica su mente. El Skulvin de su lado está bastante torpe. No logra herirle ni a él ni a Tremens.

Aire se mostró contenta por las palabras que había tenido con el lagarto. Así se solucionan las cosas, Aristótel... pero no pudo terminar la frase. Notó como algo tiraba de ella, la arrastraba fuera de la barca.

¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHH! gritó, como poseída. ¡SUÉLTAME, SUÉLTAME! ¡AAAAAAAAAAAAAAHHHH!

Flame no se lo puede creer. Por un momento ve como aquella bestia se lleva a Aire y la devora allí mismo. Por suerte ella y Ayash aún estaban a tiempo, por poco que fuera, de encargarse de que esto no sucediera. Durante un momento ambos se plantearon tratar de cortar la cola de aquel ser, pero al ver que por falta de una, había cuatro, y por temor a que si cortaban una salieran dos más; Flame decidió que había llegado el momento de cortar por lo sano.

Si acababa de nuevo con aquella bestia, podría liberar por completo a Aire, o al menos dejarla apresada solo por unos tentáculos muertos.

¡Vamos ayudadme! ¡Acabemos con ellos o perderemos a Aire!

Leiath, espero que ya tengas preparados esos conjuros de Respirar bajo el agua, porque me temo lo peor...

- ¡Suuuu-eeeeel-taaaaa....- No le dio tiempo ni a gritar al demonio que se llevaba a Aire cuando Flame casi lo decapita allí mismo. La mujerona se movía sin dificultad a pesar del aura ralentizante. Por fin había vuelto la Flame que servía para algo. Onfale desenrolló con mimo el pergamino que llevaba en sus manos y, con una tranquilidad pasmosa (no porque él quisiera sino por obligación), leyó su contenido. Al acabar, puso el pergamino en el suelo, se lamió el dedo pulgar y lo pasó humedecido con su saliva haciendo un extraño símbolo sobre las runas que contenía. De la nada, junto a la bestia marina que aún quedaba "en pie", apareció un halcón furioso, dispuesto a sacarle los ojos.

La maga se dispuso a intentar de nuevo lanzar un conjuro. A ver, Alice, concéntrate…concéntrate…. Repitió una y otra vez como había visto hacer a Onfale con sus mantras en muchas ocasiones, y funciono. El conjuro funciono, de las puntas de los dedos de la maga salió un rayo de color rojo incandescente que relampagueo en el aire.

Con una extraña e incómoda calma, Kaevhas era testigo de lo que ocurría en la cubierta del barco. Tras intentar llevarse consigo a Aire, un segundo Skulvin se retira malherido tras la rápida intervención de Flame. Aquella mujer demostraba talento en cada uno de sus movimientos, los cuales eran de agradecer que fuesen a una velocidad normal y no con la parsimonia con la que se movía el mago.

Pero la lucha todavía no había terminado y Kaevhas no iba a quedarse quieto, o por lo menos no del todo, mientras todavía quedase un enemigo a bordo. Describiendo una lenta y casi melancólica coreografía con sus brazos, unos símbolos formados por sus manos van tomando forma lentamente. Por suerte para el mago y a pesar de su extrema lentitud, su poder parecía funcionar con total normalidad pues una esfera de llamas crecía entre sus manos. -¡Iiiiinnn fuuuuuulllguuuurrr oooorrbissss!- Con la escasa velocidad con la que Kaevhas ejecutaba sus movimientos daba la impresión de que su propio conjuro fuera a romperse, cual copa de cristal, si lo manipulaba con algo más de ritmo. Pero lo importante era que su esfera ardiente salió disparada de manera infalible. Quizás si que había servido de algo el extremo cuidado a la hora de conjurar...

El mediano se sentía tan cansado, le daba tanta pereza ir a salvar a Aire, pero oye era su mamá o eso decía la tía loca. Así que estoque en mano fue a dar apoyo a la rubia marimandona

Los rayos de Alice y Kaevhas acabaron con el tercer Skulvin, dejando su cadáver flotando en el mar, mientras el segundo regresaba malherido al fondo del océano... ¿o no? Mane metió la cabeza en el agua, al ralentí, para echar un vistazo... para cuando la alzó, ya volvía a moverse a un ritmo normal, como todos, incluso Kaevhas.

Joer. ¡No me lo puedo de creer! ¿Quién apuesta sus bragas pa adivinar qué hay ahí abajo? El bicho se metió en una cueva submarina del pico en el que varamos. Está a tiro de piedra, se puede ir a pulmón libre y todo. ¿Qué hacemos? ¿Lo rematamos o nos vamos de aquí?

Con cuerdas sería posible subir uno de los Skulvin al barco, captura del día, y comer su carne durante varios días¹.

Aire se había librado por poco. Gracias de nuevo a la magia curativa de Leiath y al espadón de Flame se había salvado. Los ojos de la muchacha estaban que se salían de sus órbiltas. Estaba desquiciada, sobre todo por la velocidad a la que se movía. Reptó por el suelo de la barca hasta llegar a Flame, a la que agarró la pierna a modo de abrazo. Miró hacia arriba y se le cayó una lágrima. Era su forma de dar las gracias en aquel momento tan lento de su cuerpo.

La madre mandona que había en Leiath volvió a tomar el control de su jóven cuerpo.

- Coged a ese bicho antes de que se nos hunda y hagamos raciones con él! Rápido! No creo que el que ha salido huyendo vuelva a intentarlo y tampoco me parece bien perserguir para dar muerte a una pobre bestia que tan solo quería comer. Además yo necesito descansar si queremos ponernos en marcha para la ciudad submarina.

Ya recuperando el aspecto amable de la sanadora que solia ser se acercó a Aire, que permanecía aferrada a la pierna de Flame. Le sorprendía que la impetuosa guerrera no se la hubiese sacudido de primeras; si tenía corazoncito y todo!

- Ven pequeña, deja que te mire ese mordisco antes de retirarme a descansar.

Onfale se afanó con la ayuda de los demás en recoger al Skulvin para comérselo. Peores cosas se había llevado a la boca, pero como no le dejaban cocinar a Rufus se conformaba con pescado. Aún así le hacía creerse muy fuerte el estar alimentándose de un demonio que el grupo había matado.

- Quizá esa cueva lleve a la ciudad, quién sabe, o esconda las pertenencias de los pobres desgraciados que hayan caído en las fauces de esas bestias.- Apoyó su delicado y grácil cuerpo sobre la barandilla de la borda.- Yo no creo que sea de gran ayuda en mi estado.- De tanto que recordaba a los demás que no estaba en plenas facultades el perfumista empezaba a dar más la lata que una embarazada a punto de engendrar.

Ummm, puede que sea útil explorar la cueva, puede que encontremos alguno de los pergaminos que necesitamos para ir a la ciudad entre los tesoros del monstruo. Luego miro al zombi, tus eres el que mejor podría llegar hasta ellas…. después de todo no necesitas respirar. La maga propuso la idea para ver la reacción de su guía, no esperaba que “macho” se prestara voluntario para bajar.

Después de esperar pacientemente, Kaevhas pudo moverse con normalidad. Respiró aliviado mientras escuchaba lo que el Mane había podido ver bajo el agua al ver como el Skulvin se sumergiese en una apresurada huída. Escuchó con atención las conclusiones de sus compañeros y no pudo evitar sentir cierta curiosidad. -También podríamos encontrar algo que nos resulte útil para la misión que debemos llevar a cabo.- Dice para completar el comentario de Alice. -Pero tampoco sabemos si esa cueva está inundada... Mane, tú podrías acercarte a comprobarlo.- Le propone de la misma manera que la maga hace.

Si se pensaban, por algún momento, que ella iba a seguir al Skulvin estaban listos. Ella estaba muy agusto sin mojarse, y más si había suficiente gente como para hacerlo.

Y entonces sintió una ligera presión en una de sus piernas, por un momento pensó que era Rufus queriendo montársela, como ya había pasado otras veces. La mujer agitó la pierna instintivamente, no le gustaba nada esa actitud del perro. Cuando miró hacia abajo y en lugar del perro vio a Aire, Flame repitió con más ahínco el gesto. ¡Aquella mujer estaba destinada a morir y no quería que Hala se la llevase a ella también!

A veces no las pensáis bien, ¿eh? Como mandemos a ese feo solo, y lo maten, a ver quién nos hace de guía hasta el reino de Orcus.

Grasias, flioresilla, por defenderme. Sabía que en realidad me amabas. Muac. Te gustan mis jamones prietos, ¿eh? Entonces ven a saborearlos, muñeca. Muac, muac, muac...

¡Aparta!

Becky empujó a Mane sobre la cubierta y se alejó asqueada.

Ahora que no tengo daga, no tengo con qué limpiar las escamas de nuestra cena. Puf...