Partida Rol por web

Si Aire estuviera pendiente de aquella conversación, se habría dado cuenta de que habían omitido la respuesta a sus preguntas. Quizá nadie quería plantearlo, quizá nadie la tomaba en serio. Pero en esos momentos, a ella le daba igual. Tenía entre sus dedos sus cabellos, que se movían con gran destreza rehaciendo de nuevo la trenza que se había quitado. Aristóteles estaba entre sus piernas y algo debió decirla, pues la muchacha miró hacia él como escuchándole, y asintió despacio.

¿Qué tipo de conjuros funcionan bajo el agua?

El pequeño Fosco iba revoloteando de un lado a otro buscando algo de atención. No se enteraba de mucho, pero tampoco le hacían mucho caso...Aire. dijo sin más seguro que aquella señora le haría algo de caso ¿Iremos a donde los demonios? Le preguntaría a Leiath, pero parecía ocupada...

Esa es otra...-dice señalando a Aire-No podremos pronunciar las palabras mágicas bajo el agua, hasta que lleguemos a la ciudad burbuja dependeremos exclusivamente de los guerreros del grupo. Y creo que los conjuros de fuego que se lancen bajo el agua pueden ejecutarse transformándolos en burbujas calientes, aunque no soy yo la experta en evocación.

Y para los guerreros no es mucho más sencillo. No puedes arrojar una daga en el agua, y los golpes son menos efectivos. Necesitamos armas que pinchen, como tridentes... o mi dag... ¡Ey! ¡No está! No-no-no-no-no... Se me debió caer al agua cuando el diablillo congeló el río... o cuando la barcaza cayó contra el mar...-Becky se asoma al agua y observa su propio reflejo-era uno de los objetos que tenía antes de perder la memoria. Necesitaré de objetos familiares de mi anterior vida si quiero recuperar mis recuerdos... mi pasado...

Tranqui, rubiaca... ven que te consuele, que yo tampoco tengo recuerdos. Somos tal pa cual.

De nada sirve el intento de Mane de animarla (o de meterle mano), ya que Becky sigue triste. Encuentra un rincón sobre el barco y se hace un ovillo. Y tras decidir los turnos de guardia, empiezan a descansar...

Llama la atención que en las Planicies Salmueras no haya noche. El sol, en un eterno ocaso, se mueve hacia la izquierda en la linea del horizonte. Dormir se vuelve más complicado con la claridad, pero las horas transcurren sin incidentes, guardia tras guardia. Mane no necesita dormir, y está siempre atento. Sobretodo en el último turno, que tiene a dos rubias solo para él.

Vamos, pajarillo, baja para aquí que no muerdo... ¿o sí? Jujujuju...

Becky no tiene más opción que aguantar a Mane, pero Flame trepó hasta el tejado de la barcaza. Desde esa posición de altura, hizo Flame su atalaya para vigilar mejor y alejarse lo máximo posible de Mane.

Ya cuando la guardia iba a finalizar, Flame discernió una mancha oscura en el agua, nadando hacia ellos.

La criatura emergió y puso sus zarpas con membrana sobre la borda. Era grande. Alcanzaba los seis pies de altura, y seguro que su cuerpo se prolongaba otro tanto bajo el agua.

Otros dos monstruos se le sumaron, de la misma especie y tamaño. Uno introdujo la cabeza por popa, casi chocándose con el timón. El otro se apoyó en babor, contrarrestando el peso del primero.

El día anterior había sido duro, y más al intentar conciliar el sueño con toda esa luz.

Cuando los gritos de alarma la despertaron sus ojos se abrieron de par en par. La jóven bruja reaccionó al instante. No iban a resultar un plato fácil para aquellos monstruos.

- Oh Gran Diosa, protege a tus guerreros en el combate que se avecina...

Aire abrió los ojos cuando la barca empezó a tambalearse. Se movían rápido, intentando averiguar el origen de ese movimiento. Hasta que lo vio.

La muchacha abrió la boca con terror. ¡A quién le podía gustar gastar ese tipo de bromas para despertar a la gente! Pero rápidamente comprendió que no era una broma, pues otros dos lagartos se unieron a la fiesta.

La reacción de Aire fue la lógica. Gritar como una descosida y empezar a dar mamporrazos con su oso a una de las patas membranosas.

¡Aaaaaaaaaaah! ¡Nos vienen a comer! ¡Aaaaaaaaaaaah!

Los gritos de Aire alertaron al perfumista, ya de por sí con sueño ligero, y presto giró sobre sí mismo tomando la ballesta de su espalda y poniéndose de pie en un rápido movimiento. Vio cómo Leiath iniciaba un salmo a Hala y, acostumbrado ya a combatir a su lado, esperó a beneficiarse del apoyo de Hala mientras apuntaba con su ballesta. Cuando sintío la energía de la diosa correr por su cuerpo apretó el gatillo.

Flame pudo ver como se les venía encima una de las tres criaturas que estaban a punto de atacarles. Fue entonces cuando comenzó a gritar para alertar a todo el mundo de que estaban en peligro. ¡Joder! ¡Espabilad que nos atacan! Gritó varias veces para que todos se despertasen. No podía creerse que de nuevo estuviera en un barco, luchando contra enemigos que lo atacaban. ¡Menos mal que esta vez solo parecía un río o un lago! Nada de un mar tan inmenso como cuando iba en el Miseria.

Con su arma ya en las manos, porque si estaba de guardia tendría que estar preparada para cualquier cosa, salió corriendo para encargarse de una de esas criaturas. Esperaba que el resto pudieran hacerse cargo de las otras dos. ¡Yo me encargo de ésta! ¡Los demás acabad con ellas!

Por fin podían descansar como era debido. Y, sorprendentemente, el movimiento del barco producía en Kaevhas una sensación de comodidad como pocas veces había experimentado antes. Aquella maravilla flotante le proporcionaría al mago el merecido descanso tras el desquiciante viaje que habían realizado hasta este momento. El suave mecer de las olas acunaba al grupo bajo el anaranjado sol en el permanente atardecer de aquel plano. Pero lo que prometía ser una pausa reparadora, pronto se vio interrumpida por una voz que gritaba invadiendo el mundo onírico en el que el mago se veía inmerso.

Kaevhas fruncía en ceño sin abrir los ojos en un gesto rebeldía ante los esfuerzos de Flame por despertarlos a todos. ¿Por qué no podían que el mago descansase? ¿Qué clase de broma del destino era esta? Finalmente, tras el agitado ambiente que creció en la cubierta del barco, Kaevhas abrió los ojos con notable esfuerzo. Pero el panorama que se encontró tras el primer vistazo no era el mismo que recordaba de antes de echarse a dormir. Desconocía en qué otras criaturas podía convertirse Becky, pero algo le decía que el monstruo que tenía delante no formaba parte de la tripulación que ocupaba el barco.

El pequeño Fosco que dormía plácidamente junto a su maestro se levantó con los gritos histéricos de Aire. Onfale dio un salto Que chulo... y se puso en pie ágilmente. El arquero elfo mediano repitió ese movimiento, un poquito menos guay, pero igualmente efectivo JA! y luego sacó su arco se movió para flanquear a su objetivo y disparo como los arqueros elfos de verdad.

El sonido de cada gota salpicada por su hacha, al chocar con el agua en su caída, repiquetea en su mente durante todo el descanso, en la pesadilla no tenía otra opción que tomar la daga maldita, sin embargo ella también le había dejado, nunca la retiro del pecho del amo, ¿Cómo hacerlo si él se la había dado?, era propiedad del amo y su corazón la guardaría por siempre.

Súbitamente el grito de sus compañeras le desperezo, los gritos femeninos tocaban una fibra muy fina en su psique e instintivamente sus manos se dirigieron a sus armas, pero solo su estoque le respondió con presteza, el hacha había preferido presentar servicios en el fondo de aquel enorme océano. Sin dudarlo un segundo se reincorpora de un pequeño salto hacia el frente al tiempo que desenvaina su estoque, en primera instancia se hubiera mantenido a la defensiva a la espera de ver si podía negociarse algo, sin embargo su compañeros fueron más veloces. Con la punta de su arma intenta atravesar al extraño animal que procura comérselo.

-¡Atrás Leiath! ¡Nosotros nos encargaremos!, Tu bendición nos protege.-

La maga pelirroja se levanto con el pelo revuelto, pero totalmente despierta. La verdad era que casi no había pegado ojo debido a su desconfianza del zombi, habia estado en todo momento en alerta dispuesta para degollar al cadáver con la daga. Era el momento de despedazarlo. Pero el ataque no era del zombi era un trió de cosas peores, criaturas marinas. La maga se puso en pie con cuidado para evitar que cualquiera de esas tres malas pécoras le atacaran.

De dos terribles tajos, Flame casi llega a cercenarle la cabeza al Skulvin (o por ese nombre les conoce Onfale) de popa. Si no fuera una espada decorativa de plata, sino una de fuerte acero, lo habría logrado. Por suerte, allí estaba Fosco. Con una gran pirueta, hunde su estoque bajo la papada, hasta el cerebro. Nada puede sobrevivir sin cerebro... El animal cae hacia atrás levantando una gran salpicadura que golpea a Fosco contra el timón.

Leiath reza a su diosa, con semejante estado de alerta que logra evitar con reflejos felinos la mordida de otro de los demonios.

Los golpes de Aire y Artho se muestran muy poco efectivos, Onfale ya sabe eso. Aún así, dispara un virote sabiendo que sólo un golpe de suerte logrará atravesar esas escamas. Y Onfale no es una persona con suerte en la vida, como bien atestiguan sus testículos, estén dónde estén.

Entonces Onfale comienza su lección magistral: los Skulvin son unos demonios acuáticos que hablan abisal. Las armas mágicas son su punto débil, y tiene una mínima resistencia a la magia, pero quizás el rasgo más representativo de este ser es su aura ralennn-tiiiii-zaaaaa-dooooo-raaaaaaa...

Oooo-jaaaaa-laaaa tuuuuu-viiiii-eeeeee-seeeee aaaaa-quíiiiii miiiiiii daaaaaa-gaaaaa máaaaa-giiiiii-caaaaaa-dijo Becky, a cámara lenta.

Los Skulvin se avalanzan sobre dos de los pasajeros tumbados. Tremens despierta con un fuerte mordisco en la pierna, mientras que Aire es víctima de una auténtica vorágine depredadora: la muerde, la araña y hasta tiene tiempo de babar un poco a Aristóteles.

Becky logra conjurar una salpicadura de ácido, que no logra superar la débil resistencia mágica a la que hacía Onfale, y se vaporiza poco antes de llegar al cuerpo de uno de los monstruos.

A Aire los mimos de esa criatura no le gustaban nada. Los arañazos y los mordiscos no eran agradable, y siente como poco a poco se va debilitando.

¡¡Aaaaah!! la muchacha gritaba histérica, casi sin escuchar las palabras de Onfale. Pero algo hace que en su cabeza suene una alarma. ¡Yo se hablar lagarto! pensó, emocionada.

Unos sonidos extraños surgen de la garganta de Aire, dirigiendose a la criatura que le había atacado.

¡Marchaos! ¡Despertaréis a la bestia! ¡Marchaos, fuera! ¡No queremos problemas! ¡Fuera, fuera!
 

Qué tipo de ser maligno atacaría a una dulce chica mientras duerme con su osito?! Qué la ira de Hala cayese sobre esas bestias sin cerebro ni corazón! En el fuero interno de la bruja su pensamiento era bastante claro: esos bichos marinos, sabrían a pescado?

- ¡Bien hecho Foooosssss-cooooo!- Veía como entre Flame y Fosco se habían cargado a uno de los demonios. Le dio tiempo justo para comentar a sus compañeros las principales características de aquellos demonios. Onfale estaba resultando ser un a enciclopedia andante. Su travesía a través de las brumas le estaba dando unos conocimientos que, cuando estuviera en calma, llegaría a valorar como merecía. Su mente iba más rápido que su cuerpo, no tanto como de costumbre, pero lo suficiente para darse cuenta que uno de los Skulvin le había alcanzado con su aura ralentizadora.

¡Mierda!

Como si su cuerpo pesara tanto como el de Flame embutido en la armadura, Onfale puso distancia de por medio entre él y los demonios acuáticos. Sus ahora torpes manos rebuscaban en su estuche de pergaminos en busca de algo con lo que distraer a sus enemigos, aunque fuera tan sólo unos segundos. Ultimamente no daba para más.

La maga se levanto con cuidado esquivando uno mordisco que casi le alcanza de rebote. Rápidamente empieza a hurgar en su bolsa de componente dispuesta a lanzar un hechizo que mande al “pez” al mar. Mantiene la concentración pero en momento en que se disponía a lanzar la tierra roja que era el componente principal del hechizo un nuevo movimiento del barco hace que parte de la tierra se caiga por el suelo. ¡Mierda! Ahora tengo que empezar de nuevo.

¡Estaban siendo atacados!

Tras darse cuenta por fin de lo que realmente estaba ocurriendo, Kaevhas pudo ver que tres criaturas habían abordado el barco mientras ellos descansaban. A pesar de que una de las bestias había sido abatida, la situación era un tanto complicada. En concreto para el mago, pues se hallaba en una posición un tanto vulnerable. Con una sensación de alerta que invadía su cuerpo, Kaevhas se levantó con su lanza en alto para unirse al combate que se libraba en la cubierta del barco. Sus ojos refulgían mientras su poder se arremolinaba en su interior ante la posibilidad de ser liberado. Pero a cada momento parecía que su cuerpo no respondía de la manera que debería... no... más bien era todo el mundo que parecía ir demasiado rápido. ¿O era él el que se movía demasiado lento? -¿Queee eeessstaaaa... paaassaaaanndoooo?- Preguntó Kaevhas ante la sensación tan extraña que estaba experimentando.