Partida Rol por web

¡Uh, me ha tocado una teta! Aire saltó hacia atrás, cubriendo su pecho con sus brazos mientras miraba ruborizada y horrorizada a Tylbat por tal atrevimiento. Sus ojos no dejaban de contemplar al semiinfernal, mientras le señalaba con un dedo acusador. ¡Cochino, cerdo! ¡Eres peor que una babosa muerta! Pues que sepas... ¡QUE SEPAS QUE SI FALLAS NOS VAN A MATAR A TODOS! Y con mi magia yo acertaría el ataque seguro, ¡asqueroso! Espero ver cómo el bicho te come a ti primero, ¡guarro! ¡Eres peor que el mane!

Aire salió corriendo hasta Leiath, cubriéndose tras ella y mirando con odio a su ex-compañero. Le hubiese gustado bajar a dar al zombie, pero el osito de peluche le avisó que era mejor quedarse en esa posición por si era necesario.
 

¡¿QUIÉN LE HA TOCADO UNA TETA A LA NIÑA?!

Era la voz de Becky, toda escandalizada por lo que estaba escuchando. Se subió el refajo bajo el vestido y dió unas pataditas a la nieve para cubrir el charco de pis. Estaba claro que faltaba la maga rubia para poner orden.

En el lado opuesto del barco, la otra rubia contenía el vómito en la boca esperando a que el zombi se acercase lo suficiente. Esperó... y esperó... Una náusea le cosquilleó el gaznate, y tuvo que soltarlo todo de improviso. El chorro fue perdiendo fuerza, y descendiendo hasta solo bañar la punta de uno de los pies del zombi, sin lograr detener su avance.

Mientras, el lobo terrible terminaba de zamparse a su presa, y tragó. Había probado cosas peores. Era un animal al que los magos y sacerdotes invocaban a menudo en las más insólitas situaciones. La gárgola tenía carne correosa, el aullador demasiadas espinas y el cubo gelatinoso se pegaba al paladar como un caramelo de tofe. Aquel zombi no era más que carne pasada: lo peor que podía pasar era que de aquí a un par de horas le entrase diarrea.

Tybalt levantó una ceja ante la acusación que estaba haciendo Aire, pues estaba bien seguro de no haberse propasado, y volvió a bajarla con pesadez al escuchar los gritos de Becky al enterarse. No podía dejar que nada lo distrajese en ese momento. La hidra se iba a tomar su tiempo para llegar hasta la burbuja, pero alguien tenía que estar preparado para ensartarla con todos los virotes de los que disponían.

Si Aire quería pensar que le había tocado un pecho, el tiflin no lo iba a desmentir en este mismo instante ya que seguramente no traería nada bueno ponerse a discutir quién a tocado qué. Además, quizás fuese lo que Aire estaba buscando en todo momento al haberse acercado tanto y su indignación venía del cuidado que tuvo Tybalt al apartarla. "Humanas..." Pensó con hastío por el pequeño drama que había tenido lugar. 

Leiath abrazó a Aire cuando esta se abalanzó hacia ella. Que le habían tocado el qué?!

La bruja miró al semidemonio con dureza, pero la profunda concentración del guerrero en la balista fue suficiente para convencerla que la 'inocente' hechicera solo estaba dolida porque no la dejasen jugar con el arma. Aún asi siguió arropandola entre sus brazos, más para que no se fuese corriendo e hiciese alguna locura que otra cosa.

Y bien, mi pequeña, Aristóteles o tú teneis algo de magia para ayudar a Tybalt para que de mejor al monstruo que nos acecha? Becky, y tú? -inquirió a la rubia maga que se acercaba a ellos tras miccionar disimuladamente en una esquina.

Onfale era ágil y escurridizo como un gato y esperaba contar con esa baza para entretener al no-muerto que se aproximaba al muro. Así daría un poco más de tiempo a Tybal y a los demás, e incluso podría ayudar a Flame si fuese necesario. Sin dejar de observar a su objetivo se acercó al muro de nieve y se dispuso a hacer jirones la carne muerta y putrefacta de la abominación.

Alice suspiro ante el revuelo que se armaba porque un demonio le había tocado una teta a Aire. No te escandalices tanto, Aire, que solo te ha rozado ni siquiera ha llegado a palpar. La maga acompaño la frase con el movimiento de “palpar” unos senos en el aire con ambas manos.

Aire señaló a Tylbat cuando Becky preguntó quién se había propasado con ella. La muchacha estaba escondida en los brazos de Leiath, que parecía tener el don de calmarla... Aunque las palagras de Alice sobre "palpamientos" no ayudaba nada, ahora se estaba centrando en palpar a Aristóteles, y a éste no le hacía ninguna gracia

Mi magia sólo me puede ayudar a mí. Si yo no disparo, no hay magia que ayude a nadie dijo, mientras pinchaba con el dedo a su oso de peluche.

Flame se llevó la manga de su túnica a la boca para limpiarse las gotas de vómito que caían por la comisura de sus labios. Ahora que tenía al zombi más cerca, decidió enfrentarse a él cuerpo a cuerpo. Ayash y ella eran más que suficientes para acabar con él y confiaba en que el zombi se encargase del otro.

El lobo terrible derriba al otro zombi humanoide con un mordisco, justo antes de desaparecer. El no-muerto se pone en pie con torpeza, a medida que la energía negativa de esta capa empieza a curarle. Finalmente entra en la burbuja, a las diez en punto. A las doce, la mirilla de la balista sigue apuntando a la hidra, que está a punto de dejar la zona segura y adentrarse en territorio burbujil sin curación para zombis.

Mientras tanto, a la una, Flame y Onfale habían recibido al zombi en la muralla, le habían dado muerte y empezaban a desplazarse hacia una nueva posición. En el barco, Becky vuelve a cubierta para enterarse de qué iba todo aquello de la teta. Solo vió a Leiath abrazada a Aire...

Debí suponerlo. Fue la Bruja de Hala la que tocó teta. Mis sospechas sobre su sexualidad se han disipado.

Por otro lado, cuando Becky llegó desde la nieve, Aire señalaba a Tybalt... o a la ballesta, según se mire.

Aaaah... Creo que Aire quiere disparar la ballesta, ¿cierto? Había un hechizo, el Véritas Impactus. Alice sabe a lo que me refiero, ¿verdad, Alice? Yo escuché a Aire ejecutar sus palabras mágicas. Es mejor que dispare la niña... Pero recuerda, Aire: debes esperar a que la hidra esté dentro de la burbuja. Tybalt... ¿verdad que le vas a dejar a Aire disparar la ballesta?

Le lanzó una de esas miradas de madre que indica que la pregunta está condicionada, y o Tybalt dejaba a Aire disparar para que la niña no llorase, o que se preparara para un par de horas de malas miradas pasivo-agresivas.

Alice se rasco su alborotado pelo rojizo. ¿Véritas Impactus?  ¿Qué hechizo era ese? ¿A qué puñetas se refería Becky? La maga tuvo que recurrir a sus escasos conocimientos sobre lenguas muertas. Emm si, impacto verdadero.  Es un hechizo muy bueno. Pero…. ahora no lo tengo preparado.  ¿Por qué la rubia loca tenía que hablar en Latín? No podía hablar en Draconico como todo buen mago, seguro que estaba tratando de impresionar a Tybalt. ¿Querrá Becky algo con Tybalt? Seguro que sí, es el único hombre que tiene algo colgando entre las piernas. Al pensar en la escena de “amor” entre la rubia y el tiflin la maga tuvo que contener una mueca de asco. ¡Por Hala! Espero no estar presente cuando eso ocurra.

'Mmmh...' - La bruja de Hala se quedó pensativa unos segundos mientras seguía acariciando el suave pelo de Aire. No sabia mucho de magia arcana pero había visto utilizar ese hechizo a Alice con anterioridad asi que pensó que podría funcionar aunque fuese el mismísimo Aristóteles el que accionase la balista. 

Un momento, cielo -soltó a la jóven y se dirigió hacia Tybalt.

- Perdona, no es mi intención desconcentrarte, pero dice Aire que ella tiene magia con la que podría asegurar un tiro perfecto, quizás podrías dejarla probar, al menos un intento? Luego, si se le acaba la magia o vemos que no surte el efecto deseado, podrías retomar tu el puesto, qué te parece?

Ajeno a las discusiones del barco, Onfale luchaba volcando toda su ira sobre el cuerpo muerto de los zombis. Junto con Flame había acabado con uno de ellos, pero aún quedaba otro danzando por ahí. La hidra era enormemente lenta, aunque no quería averiguar por nada del mundo que pasaría si se enfrentaban a ella, así que ordenó a Flame que atacara al zombi. Era deformación profesional, algo ya innato en él, dar órdenes a mujeres, por muy musculosas y bastas que fuesen.

- Acabemos con el otro para que puedan atacar a la hidra con la ballesta.

Aire abrió mucho los ojos cuando Becky ordenó, de una manera muy sutil, a Tylbat que se quitara y que fuera ella misma la que jugase con la ballesta. Cuando Leiath la dejó, salió corriendo como pudo hasta la rubia, y la abrazó con fuerza.

Sí, sí, ese. Yo se usar ese conjuro. Me he cargado a los esqueletos gigantes con ese, sí, sí. Es muy bueno, y seguro que puedo lanzar los pinchos y clavárselos al bicho de muchas cabezas.

Ah, pero aún quedaba un inconveniente, y era que Tylbat se quitara de allí. Aire no era rencorosa, no le apuntaría con la ballesta y fingiría que disparaba contra él. No, pero seguramente porque no podía mover aquel instrumento ella sola. Símplemente levantaría su cabeza con orgullo, esperaría a que él se apartara y demostraría que ella era muy poderosa, y que no se la puede tocar la teta a no ser que ella lo permitiera.

Tybalt frunció el ceño ante la camuflada orden que Becky le estaba dando. No había escapado del Horror Diletante para recibir órdenes de una maga rubia y menos para satisfacer los caprichos de una mujer caprichosa. De haber tenido hermanos y una madre, se hubiese sentido como si su hermana se aprovechase de su influencia para obtener el favor materno. Pero la infancia del tiflin resultó ser muy diferente por lo que simplemente se sentía molesto. En este pequeño asedio, Aire había demostrado manejar magia poderosa pero no terminaba de fiarse de que que la esquizofrénica mujer tuviese el poder que había explicado Becky. ¿Quién podía asegurar que no se lo estaba inventando para salirse con la suya? El espadachín no tenía los conocimientos necesarios para determinar si realmente existía un conjuro así. Era su comportamiento errático lo que no terminaba de convencerlo...

Entonces la suave voz de Leiath llamó su atención. Su expresión se relajó mientras escuchaba la explicación que la bruja de Hala. Si Tybalt albergaba alguna duda, aquella mujer había hecho que se disiparan por completo. Si ella confiaba en Aire, él no iba a contradecir a la seguidora de la diosa que vela por ellos en este páramo helado. Resignado pero tranquilo soltó la balista y dio un paso a un lado. -De acuerdo.- Accedió finalmente. Desenvainó la espada que lo había acompañado en sus paseos furtivos por Li'Huriek. Contempló unas sencillas pero elegantes filigranas que se formaban en la empuñadura y se extendían sutilmente continuando su sinuoso recorrido por el frío acero. Aquella arma había sido su compañera, su mejor aliada; y ahora podría utilizarla para algo más que luchar por su vida pues ahora tenía un propósito. -Haz que valga la pena.- Le dijo a la caprichosa maga con voz firme y mirada penetrante. Sin decir ni una palabra más, se giró para mirar a la hidra allá a lo lejos. Desenfundó su otra espada y caminó hasta la nieve para unirse a la primera fila que formaban ahora mismo Flame y Onfale. Si de verdad Aire poseía el poder del que presumía, quizás no llegue a esgrimir sus aceros. Pero si la hidra sobrevivía, Tybalt haría todo lo que estuviese en su mano para acabar con su no vida. 

La mirada de odio de Flame hacia Onfale no pasó desapercibida para el eunuco, si se pensaba que dar órdenes era decirle a la gente lo que ya sabía que tenía que hacer, estaba muy equivocado. Es como si ella le gristase, oye, Onfale, sé eunuco, o sé un mago pésimo, o sé un pícaro peor que Fosco, o sé un inútil... Dar órdenes diciendo obviedades era muy sencillo. Por suerte Onfale no leía pensamientos, aunque quizá sí que leyese miradas y fuese capaz de interpretarlas.

El caso es que Flame hizo caso de las increíbles e inesperadas órdenes del líder de burdeles y se encargó del zombi ya que él había demostrado, una vez más, que no servía para nada*.

Onfale le robó la pieza a Flame, y Flame quiso resarcirse matando ella sola al último zombi humano para no compartir el mérito. Con ese fin, se adelantó al eunuco y degolló la cabeza del no-muerto antes de que Onfale pudiese cometer alguna torpeza con el cuchillo como, por ejemplo, cortase sin querer la arteria carótida (ahora visible tras haberse quedado sin piel).

Ya solo quedaba un enemigo al que derrotar...

La suerte estaba echada.

A Onfale empezaban a temblarle las piernas y su respiración entrecortada daba muestras del esfuerzo que estaba realizando para resistir las acometidas de muertos vivientes que les había deparado el nuevo plano al que recién habían llegado. No pasó desapercibida la mirada cargada de inquina que le dirigió Flame pero estaba acostumbrado a ello. Dirigir a personas no era una tarea fácil, a veces incluso ingrata, pero sabía que sus palabras habían servido para estimular a Flame, quisiera ella o no. Había hecho una buena elección resucitándola a ella. ¿Qué hubiera sido de Fosco si no hubiese sido por sus sabias directrices? Mejor no indagó más en el asunto puesto que su lacayo estaba desaparecido. Sin duda su camino no habría sido fácil desde que se separaran pero, ¿acaso el suyo propio había ido mucho mejor? Se había quedado sin rostro y su supervivencia dependía de un muy poco cuerdo zombi, conocido como Mane, y una burbuja protectora que no sabía cuánto tiempo aguantaría. Eso si conseguían acabar con la hidra. El perfumista comenzó a retroceder hacia el barco. Aún tenía un as bajo la manga pero decidió esperar a ver qué tal les iba a sus compañeros con la balista.

- ¡Disparad!¡Disparad ahora!- Con cierto desasosiego observó como era Aire la que parecía estar ahora al mando de la enorme máquina de batalla. Tragó con dificultad esperando que la loca mujer no decidiera empalarlo con uno de esos grandes virotes. Por si acaso, mientras retrocedía y hurgaba en su bolsita de componentes, se separó de la línea de tiro no fuera a ser Aire como la Maga Roja. De pronto interrumpió su carrera y se encaró a la bestia de cinco cabezas. Estiró la mano empolvada con mica molida hacia ella, adoptando el mudra chaturam.

- Sambhu Khsammmm, Ajna Piṣṭāni Yiótis.

Sopló acercando los carnosos labios la palma de su mano y se dejó llevar por la esencia salada y seca del mineral que se convirtió en un polvo dorado y molesto que se metía por todos los orificios de la lenta hidra. El la frente del mago, oculta pro el velo, se dibujó "el Tercer Ojo", una flor de tres pétalos de tonos añiles.

En el momento en el que Tylbat aceptó que ella fuera la que lanzara el proyectil, la oscuridad volvió al cuerpo de la muchacha. Ya no había Aristóteles que la hablara, ni nadie que la abrazara. Con pasos seguros y una sonrisa perversa, se acercó hasta el arma, sin pasar por alto la mirada penetrante del semiinfernal. Aire, la oscura Aire, se quedó mirando a su compañero. Sus ojos negros podrían conjurar una llamarada que hiciera que él saliera ardiendo, pero decidió que la carne chamuscada de un semiinfernal no sería apetitosa, por lo que pasó hasta agarrar la ballesta con las dos manos.

Volvió a lanzar el conjuro que antes había realizado, y volvió a ver el futuro. ¡Ah, qué gratificante era ver cómo todos se movían con lentitud, que ella podía adivinar hacia dónde se dirigían y que podía decidir la suerte para uno de ellos! Se lamió los labios, pensando en lo satisfactorio que podría ser atacar a Tylbat, o incluso a Onfale. Ambos hombres, ambos la habían despreciado cuando no mostraba su lado mágico. ¡Hubiese sido tan fácil!

Pero no debía, y lo sabía. La balista estaba apuntando a la criatura de las múltiples cabezas, y Aire sabía que ese era su verdadero rival. No lo reconocería, pero su magia tenía un límite, y poco a poco se estaba consumiendo. Observó con detenimiento a la hidra y, cuando supo dónde disparar, apretó el gatillo. El proyectil gigante salió volando en busca de su presa.

Tybalt llegó junto a la muralla de nieve para colocarse junto a Onfale y Flame. El perfumista decidió abandonar la primera fila mientras gritaba a las mujeres en el barco que disparasen. Tybalt no apartaba la visión de la hidra, que insistía en su lenta carrera, por lo que no veía ya al eunuco pero sí le oyó pronunciar una extrañas palabras que no pudo comprender. Entonces vio como una especie de polvo brillante se dirigía hacia el monstruo envolviéndolo. El tiflin esbozó una media sonrisa. "Parece que vamos a tener que darlo todo contra éste." Pensó a la vez que sus manos se cerraban con fuerza alrededor de la empuñadura de sus espadas. -¿Has peleado alguna vez contra un bicho así?- Preguntó a Flame tratando de romper el silencio en aquella tensa espera.

Pero no hizo falta respuesta pues el zumbido causado por un virote al cortar el viento marcó oficialmente el inicio de esta contienda. A pesar de su ritmo, ya no quedaba mucho para que el monstruo alcanzase la improvisada defensa y si con la ballesta no lograban detenerla, debían enzarzarse en un terrible combate con aquella gigantesca bestia.

Flame salió corriendo, o al menos lo más rápido que pudo, en dirección a sus compañeros, especialmente hacia la oscura Aire. Necesitaba ayudar con el brillo de su escama, había decidido que todos sus aliados se cubriesen con el brillo plateado, ese que les hacía más resistentes ante los posibles ataques de la hidra. Solo esperaba no tener que sufrir ninguna de aquella dentelladas, porque si no había sido casi capaz de sobrevivir a un esqueleto, no tenía muy claro lo que podría pasar entonces.

Pero al menos, esta vez Flame estaba muy orgullosa de sus compañeros. Por fin habían trazado un plan con inteligencia y habían logrado actuar de forma lógica y metódica. Además, la distancia que les había separado de sus enemigos había sido una clara ventaja, y el siemple muro de nieve había sido de ayuda.

Se podría decir que ahora estaba casi a salvo. Aunque quedaba ese duro rival, que aunque era lento, tenía pinta de ser suficientemente fuerte como para matarlos a todos. Por si acaso, ella lo frenaría antes de que alcanzase al resto.

Flame miró hacia Tybalt para contestarle, no tenía muchas ganas de hablar, pero ya había sido varias veces grosera con él, y poco a poco había demostrado que era un aliado a tener en cuenta. En el plano material nos enfrentamos a una, pero estaba viva. Esta tiene mucho peor pinta, la verdad...