Partida Rol por web

Por dos ocasiones, tanto Elbereth como Flame han estado a punto de derribar a la criatura, pero sus cuatro alas le permiten maniobrar con suficiente pericia como para dejarlo siempre en un casi.

El capitán se queda mirando al pájaro, mientras Viktor intenta acabar con él. Pero para el capataz, con sus heridas, le resulta dificil acertar. Recuerda entonces las palabras que Altair le dijo unos días atrás: "si nos hieren con mucha saña, no tendremos arma que nos ampare".

El pájaro dispara con su cola otro trueno. Esta vez alcanza a un marinero que se agarraba con fuerza a lo alto del trinquete, y que grita al recibir la descarga. Sin embargo, aguanta firmemente sujeto. En esta ocasión no se sumará otra víctima a su cuenta. Ahora vuela hacia la popa del barco...

Silverio seguía cantando. Puede que no fuera muy diestro en el acero o en el disparo, pero esgrimiendo una escala pentatónica no tenía rival. La canción no era nada del otro mundo, si tenemos en cuenta que se la estaba inventando sobre la marcha totalmente. Y para colmo de males, el puto mareo que estaba a punto de provocar que Silverio dejara de cantar. Pensó en pararse a vomitar, a refrescarse un poco el cuello para aliviar el mareo, pero entonces vio en la cara de Flame la determinación, en la cara de Viktor el odio por aquella criatura que estaba matando a la tripulación. No. No podía tomarse el respiro que quería, era el momento de darlo todo. Quien sabe, lo mismo alguien haría alguna canción sobre el bardo que inspiró a los compañeros a derrotar a aquella criatura infernal, o mejor incluso, él mismo haría la canción sobre aquel viaje, seguro que estaba repleto de aventuras y sacaba material para un concierto bien majo. 

- Aunque Ayash no le ayudó

al pajaro derribó

Con cierta ballesta prestada

Que el bardo le otorgó. 

Aham...así que es así cómo se mueve...

Elbereth había estado siguiendo los movimientos del ave y vio que los dos pares de alas se movían inversamente el uno con el otro, seguramente por ello podía maniobrar tan bien. El último tiro le dio la información que necesitaba sobre la criatura y cuando observó que cambió su rumbo hacia donde ella estaba, una leve sonrisa se vislumbró bajo su capucha.

Como estaba acostumbrada a hacer, se alejó de la trayectoria recta del ave dando un amplio giro mientras cargaba la ballesta a tiempo de girarse y ver al ave en diagonal a ella, mostrando su cuerpo por un segundo vulnerable, segundo que ella aprovecharía..

Para Elbereth, sus oídos se habían apagado y sus ojos no veían más que la musculatura de la famélica ave, el ligero click del disparador junto con el leve zumbido de la cuerda parecía lo único que notaba en medio de los gritos, y apenas tuvo tiempo de ver al pequeño virote zumbando en busca de la carne de la infernal criatura.

GREEEEEEEAAAACH...

*PLOF*

El virote de Elbereth terminó con el pajaro ensartado y tirado en el puente, al lado del timón.

Buen disparo, preciosa-dijo el único marinero que permanecía en el puente.

Mientras, en la otra punta del barco, Das Vracken dejaba caer la espalda contra el mástil y ponía su mirada en el cielo. Las nubes mostraban una aparente calma en contraste con el caos de cubierta.

Buen trabajo, Elbereth...-susurró, aunque solo Flame, Silverio y Bauhauer estaban lo suficientemente cerca como para oírle-Creo que necesitaré descansar unos minutos antes de volver a estar al cien por cien.

Un semielfo se aproxima al capitán, seguramente el único semielfo de todo el barco. Le habla con un tono tranquilo y comprensivo.

Capitán... los hombres aún están asustados. Necesitan saber que todo está controlado, necesitan órdenes.

¿Eh? Uhm... sí. Sí, claro. Yo... ¡Señores, por favor! Eeeh... Tú, Mul el Joven... y tú, Frankie... descolgad a Alegre Cortapiés. Y ehm... que alguien ponga a Mul el Viejo a fregar...-los sesos de Cortapiés-alrededor del palo mayor. Y... Wyrenvech-dijo al semielfo-, ¿podrías ayudar a Filicgráss a bajar del...? ¿cómo se llama este palo? Del trinquete, eso, trinquete. Los demás... llevadle el pájaro a Mofeta para ver si sirve para caldo... y los cuerpos de... Uhm... nuestros compañeros... llevadlos a la bodega uno. Los despediremos esta tarde... cuando todos estemos más tranquilos... Gracias.

El capitán se mueve por cubierta mientras imparte las órdenes, con una dirección muy bien pensada: las puertas que conducen al interior del barco. Bauhauer se esconde, no es un hombre capacitado para impartir órdenes.

Silverio se cuelga otra vez el laud del hombro satisfecho por un trabajo bien realizado. Tal vez, de haber empezado así aquel enano no le hubiera casi matado. Quien sabe, sería cuestión de probar más veces. 

- Me encanta que los planes salgan bien. Ahora si me disculpan, creo que estoy un poco indispuesto. No sabía que un barco marease tanto. 

Al pasar al lado de Flame le dedica unas pequeñas palabras

- Podeis quedaros la ballesta si quereis. En vuestras manos hará más que en las mias, mi señora. 

Y se retira a los camarotes a ver si se le pasa el mareo o algo. 

El guerrero se disponía a recargar su arma cuando el enano cae contra el mástil del barco produciéndose el regado de sus sesos por la cubierta. La sangre cubrió el lugar, manando a borbotones. El alma del guerrero se encogió ante la escena, dejo caer la saeta de su mano.

Su mente quedo suspendida en el momento exacto en el que el marinero chocaba contra el mástil mayor, y la misma se repetía incesantemente. Dio pasos hacia atrás, casi sin coordinarlos. Su rostro se desfiguro en una mueca de terror, pero no alcanzó a pronunciar palabra alguna.

Dio media vuelta y trastabillando, corrió hacia el interior de la bodega.

Flame se acercó al cadáver, desenfundó su espadón y aplicó varios cortes sobre la criatura. Quería comprobar que estuviera verdaderamente muerta. Después se acercó al capitán y le dijo.

- Lamento la pérdida de estos excelentes marineros, si puedo hacer algo por ayudarle tan solo tiene que pedírmelo. Mientras esté aquí estoy en sus manos, en cualquier sentido. Dijo la muchacha mientras guiñaba un ojo al capitán.

Después la escama de su frente volvió a brindar destellos blanquecinos y a iluminar a casi toda la tripulación del barco. Aquella luz aliviaba las heridas de sus aliados y hacía que todos se sintieran, poco a poco, mejor.

Por último se acercó al bardo y éste le dijo que podía quedarse con la ballesta.

Muchas gracias, cuál es la historia de ésta formidable arma, me gustaría saber su orígen y también sería necesario que me dijera los virotes que contenía su carcaj, tengo que saber de cuanta munición dispone*.

El coqueteo de Flame desconcierta al capitán... ya de por sí lo suficientemente descondertado.

Yo...-glups-Claro, claro...

Por otra parte, Erbrahke y Vaati logran al fin reaccionar y liberarse del pánico que les atenazaba, primero siendo víctimas de la desesperación del campo de combate y luego preguntándose qué hacer y a dónde ir.

La gente va abandonando la cubierta. Por este orden, entran al interior del barco: Aldair (corriendo), Silverio (intentando no vomitar), Flame (acosando a Silverio con preguntas sobre la ballesta) y el capitán.

Elbereth respira con tranquilidad y agradece con una mirada el comentario del timonel. Recogió su ballesta y se acercó a la extraña ave, a la que arrancó una pluma del ala, como tenía costumbre en hacer cuando un objetivo se le resistía, llevarse el trofeo. 

El ambiente se estaba relajando un poco ya, aunque el suceso había conmocionado a Elbereth, que para nada esperaba el ataque de un ave que lanzaba descargas, un abordaje pirata, un monstruo marino, una tormenta incluso, pero un ave infernal...

Se acercó a paso firme a donde se encontraba Das Vracken, que se veía claramente tocado, aunque parece que sobreviviría, para algo estaba la magia de Flame.  Se acercó para echarle una mano a entrar dentro del barco por si necesitaba apoyo, y de paso hablar con él:

-Escuche, señor Das Vracken, ¿tiene alguna idea del tipo de ave que era esa y por qué estaba aquí?-continuó en voz baja-le he visto forcejear con el capitán, ¿ha ocurrido algo?¿ve oportuno que lo vigile? No parece muy experimentado o muy en sus cabales, me atrevería a añadir, aunque no quiero sacar conjeturas, supongo que usted lo conoce mejor que yo.

Elbereth miraba con seriedad a Das Vracken mientras pensaba en la escena vivida

Me parece que los marineros van a dejar de jugar al tiro al blanco por una temporada...

Flame sigue a Silverio por los pasillos estrechos de madera. De pronto escuchan un portazo detrás de ellos. No hay nadie, eso significa que alguien entró en el camarote ahora mismo. Unos segundos más tarde, la puerta se vuelve a abrir, y el capitán saca a Leo Dilisnya al pasillo. Prácticamente a empujones.

Capitán... ¿Qué hace? Pensé que podríamos continuar nuestra charla sobre los Terg...

Quizás en otro momento, señor Dilisnya. Hemos tenido una mañana movidita en cubierta, seguro que Das Vracken tiene una buena historia para usted, y apuesto a que le gustará oírla.

Bauhauer consigue cerrar la puerta y dejar al mercader en el pasillo. Tratando de mantener su dignidad tras haber sido echado, Dilisnya hace una reverencia a Silverio y Flame y se encamina hacia otra puerta.

Caballero... Señorita... si me disculpan...

Es la segunda vez que los mercenarios ven a su patrón desde la cena con el capitán. Sorprende que un hombre como Viktor Das Vracken trate tan ceremonialmente a un débil personajillo de tan solo seis lustros.

Ya no sabe ni en qué bodega está. Raíces Negadas ha corrido lo indecible. Tras alguna cacería, había puesto a algún que otro ciervo colgado boca abajo, pero no puede compararse con la imagen de un mediano colgando. No hay nada que te prepare para ver algo así.

Arrinconado tras unos barriles, Aldair aún tiembla. Y desde su escondrijo, escucha dos voces hablar.

-Será esta noche.

-¿El capitán está de acuerdo?

-Él quería esperar un poco más, pero le convencí de que hoy es el mejor momento.

-Repasemos el plan...

-¿Qué plan? Es más sencillo que todo eso. Esta noche, mientras duerman, les pasamos un cuchillo por la garganta.

Gracias, señora Blackwood, pero no le reprocho nada a Bauhauer, tan solo que me molestara al disparar. Hoy no hay muchos que estuviesen a la altura. Cuando el huevo eclosionó, debí avisar al capitán para que ordenara a sus hombres refugiarse en los camarotes. Ahora, tres marineros podrían seguir con vida si no fuese por mi incompetencia.

Viktor se apoya en Elbereth para poder caminar. Viendo cómo la magia de Flame curó milagrosamente a Silverio de un martillazo en las costillas, alguno podría decir que Viktor se está tomando demasiadas licencias con su favorita.

La verdad es que no conozco a Bauhauer en absoluto. Cerré el trato con Fiendship, su segundo. Es ese negro enorme que está al timón. ¿Le recuerda de la cena? Por supuesto, investigué el Miseria antes de contratar. Tenía un historial impoluto. En el registro mercantil figuraba un tal I. Bauhauer como capitán... salvo en el último asiento del libro, en el que figuraba J. Bauhauer. Pensé que era una errata, una "i" que habían alargado demasiado. Pero fíjese usted por dónde, Blackwood: nos fue a tocar el hijo de I. Bauhauer. Y no, no parece muy preparado.

Rezo para que llegado el momento Bauhauer no tenga que tomar una decisión difícil... podría decepcionarnos.

Quizás sea el menos indicado en preguntarle Sr.Das Vracken, - empezó a hablar Erbrahke cuando logró contener las últimas arcadas - ¿pero de que huevo habla? ¿acaso llevabamos a ese bicharraco con nosotros, y era un recién nacido? - esto último si que le puso los pelos de punta a Pûtleky, no quería imaginarse como podría ser uno con todas las facultades desarrolladas - ¿A que nos estamos enfrentando? Porque algo más de información a algunos nos irían bien, sobretodo cuando tengamos que dar uso de nuestros hechizos, tener claro cuales serán más efectivos. Creo que esta última reflexión la compartirá conmigo Vaati.

- BUeno, mi capitán. ¿Sabe que era esa cosa a la que nos hemos enfrentado? ¿Y por qué nos ha atacado?

El guerrero se quedo en silencio, intentando controlar su respiración y aminorar los golpes de su corazón. Las imágenes de la batalla parecían esfumarse repentinamente ante la escena que estaba presenciando. Rápidamente, ordenó sus pensamientos que se arremolinaban en la multitud de posibilidades que la situación presentaba. Esperó sin mas a que los marineros abandonaran el lugar, para luego salir con extremo cinismo de su escondite.

Regresó pensativo a la cubierta para reunirse con la tripulación. Una vez allí se ubico junto a la elfa y le dedicó unas palabras por lo bajo.

Antes que caiga la noche, debemos hablar, algo anda mal aquí. - Dijo a los oídos de su compañera, con sumo cuidado que el bullicio de la cubierta disfrace sus palabras.

Elbereth ayudó al señor Vas Dracken a adentrarse en el barco, e inmediatamente después salió a cubierta para alejarse del bullicio , pues ahí dentro se respiraba la tensión y los sudores de los fornidos aunque ahora nada envalentonados marineros.

Sacó la pluma del ave y se acercó a proa, a observar el horizonte con sus élficos ojos, buscando formas juguetonas entre las olas o aves en medio de su danza con la salada brisa del mar.

Mientras tenía la pluma en la mano, unos pasos llamaron su atención, y vio acercarse a ella al desaparecido Aldair, que tan rápidamente había puesto su vida a salvo.

Seguramente si los marineros hubieran seguido la pauta del señor Raíces Negadas hubieran salvado la vida, aunque bien es verdad que el pájaro nos lo hubiera puesto más difícil a los que quedábamos al tener menos objetivos entre los que elegir...

Se giró y recibió con una acusadora mirada al guerrero, aunque cambió su mirada a una de intriga cuando le habló el vistosamente preocupado, y bajó la voz en consecuencia:

-Decidme-lanzó una mirada por encima del hombro de Aldair, para comprobar que nadie pudiera enterarse de lo que estaban hablando-¿qué es aquello que tanto os preocupa?.

Avanzó el día, y cuando la cubierta empezó a despejarse se encontró con su compañera. Había dado vueltas al asunto durante el tiempo que tuvo disponible. Se acerco por detrás.

El guerrero dio un cuarto de giro sobre sus talones, para orientarse un tanto mirando a la cubierta que tenia detrás. Tras verificar su soledad, volvió su rostro a la elfa y le dedico, preocupado, unas palabras silenciosas.

- Sospecho que corremos grave peligro. Hay quienes quieren que esta sea nuestra ultima noche en este mundo, y el capitán es uno de ellos. - Soltó sin más joven, mientras volvía su rostro de nuevo a la cubierta. - Durante la batalla contra el engendro, unos recuerdos nefastos volvieron a mi. Desistí del combate y corrí a la bodega. Allí me oculte, creí estar solo. No lo estaba. - Hizo una pausa para volver su vista a la hembra de orejas puntiagudas.

- Escuche dos voces planeando asesinar  mientras dormían a alguien. Que el capitán estaba de acuerdo y que será esta noche. No sabría decir con certeza si es con nosotros el problema pero tenemos que tomar las precauciones necesarias. - Suspiro para liberar un tanto las tensiones. - No podemos hacer nada en este momento, debemos aguardar a la noche y emboscar a los atacantes si es que hacen su aparición. Pero será preciso que alertemos por lo menos a la mujer de rojo. Si podemos acabar con los asesinos sin levantar sospechas, tenemos que devolverle la cortesía. - Miro fijamente a los ojos de Elbereth, con fría resolución - Si intentan llevar el acto a cabo, tendremos que actuar rápido y sin vacilar. No tenemos opción.

¿El pájaro? No, no venía en el barco. Ayer avistaron el huevo en la lejanía, flotando en el aire. Esta mañana ya lo teníamos encima. Desconozco de dónde ha salido, pero ha ido a eclosionar en el peor momento: cuando pasábamos por debajo.

No soy adivino, Doble Luna, no puedo saber qué peligro será el próximo... pero ojalá el resto de la travesía sea más tranquila.

¿Un ataque...? ¿Hoy? Uf... Estoy durmiendo en el camarote del capitán... es este de aquí. Me voy a meter y atrancar desde dentro, por si ese ataque se volviese a producir. Si ven a Das Vracken, díganle que se pase luego a informarme.

El mercader entra en el camarote y cierra la puerta. Si Dilisnya se metió en el camarote del capitán, ¿qué hay tras la puerta de al lado, por la que se fue Bauhauer?