Partida Rol por web

Viendo esta escena yo prefiero irme cuanto antes- dice ante las palabras de Mira. 

Miro los cuerpos mutilados de los lobos intentando no hacer ningún geste de asco. Creo que deberíamos seguir, esto no me da buena espina. ¿Capitana sigue viendo las huellas del carro? Pasaron también por aquí.

-Sí, sigamos--convino el enano sin desmontar del caballo--Y ya que estamos, ¿sabe alguien hacia dónde vamos?

Me temo que el carro del Barón Fortich llevaba dirección opuesta a la nuestra. Este camino va hacia el norte, paralelo al cauce del Estrecura. Dentro de un par de días deberíamos llegar al puente que lleva hacia Illvin, al oeste. Una vez allí, quizás debiéramos dividirnos en dos grupos: uno para pedir ayuda en Illvin y otro para pedirla en Lechberg, al norte. En cualquier caso aún falta un buen trecho.

La cuadrilla sigue avanzando, ahora más despacio. Dejan atrás al cementerio de lobos, y caminan incautos hacia delante. Al cabo de veinte minutos divisan en el horizonte a un grupo de personas, en medio del camino. Otros diez minutos más y llegan... esta vez sí... al auténtico campamento de refugiados. Cientos y cientos de humanos y medianos hacinados en la linde, sentadas en la hierba con caras de derrotismo. Los hay con heridas de mordiscos, tumbados y retorciéndose de dolor. Las mujeres tienen muchas de ellas el vestido rasgado, y con esos girones han hecho torniquetes y bendas que ahora decoran las piernas de los más graves. Unas cuerdas atadas en los árboles cuelgan mantas, a modo de biombo. Es de suponer que tras ellas, los cuerpos desnudos de las mujeres heridas están siendo atendidas lejos de las miradas de los varones. En el centro del campamento improvisado, se ve un carromato.

Al reconocer a Vanator, un puñado de lugareños se levantan para recibirla. No es la persona más carismática de Vor Ziyden, pero a falta de los Barones, la Capitana es la autoridad más significativa.

Válgame el cielo... Mira Vanator...-dice uno de los medianos-Me alegro que estés bien. Nosotros huímos del pueblo hace cuatro días. Nos encontramos con los lobos muertos de las afueras. Los humanos que estaban menos heridos cargaron todos los lobos que pudieron acarrear. Fueron nuestra comida por un tiempo... Cuando se acabó, ninguno tuvo valor para volver a por más animales... Era demasiado peligroso, muy cerca de Vor Ziyden.

Tranquilo, Trevor. No hace falta arriesgarse. Puedo tratar de cazar algo por el camino... Aunque no lo suficiente para tantas personas... ¿Porqué os quedasteis aquí? ¿Porqué no seguisteis hasta Lechberg? Tú tienes familia allí.

El mediano Trevor señala al carromato.

La gitana, Mira. El día que nos quedamos sin carne, nos pusimos a discutir si volver al cementerio de lobos a por más, o realizar un éxodo. Entonces llegó ella desde el norte, en su siniestro carromato. Nos convenció para que nos quedáramos. Dijo que era más seguro quedarse aquí por el momento. Y solo ella sabe qué peligros nos esperaban más allá, pero no soltó prenda de cual era la situación al norte. Además, es adivina. ¡Maldita gitana! Se dedica a sangrarnos, Mira. Es una usurera. Nos proporcionó comida, y atendió a los heridos más graves, pero a precios muy altos. La gente le da todo lo que tiene. El dinero de sus bolsillos... las pieles de los lobos que encontramos... ¡Hasta las alianzas de boda! Esto no puede seguir así, Mira. Debes poner a esa sucia gitana en su sitio.

Aquel era el lugar en el que tendría que quedarse la bruja de Hala si no fuese por el pequeño detalle que, en su estado, sería un lobo dentro de un gallinero.

La Gitana, como parecía llamaban en aquel campamento de refugiados, una curandera. Entendía que les cobrase por sus servicios, pero en aquel momento y sin otros recursos, no debería sangrar asi a aquellas pobres almas.

Sabía que si ella ofrecia su ayuda iba a haber problemas con la Gitana, pero no podía volver la espalda a esa gente. Tenía 4 días para dar el máximo de sí misma hasta reunirse con Hala.

La jóven bruja dió un paso alante y se presentó:

- Mi nombre es Leiath. Yo también soy curandera. Pese a que solo podría quedarme 3 días en el campamento, podría ayudar a los más necesitados. Solo pido una manta en la que poder dormir y descansar para poder reunir fuerzas y asi auxiliar al máximo posible de heridos.

-¿Quedarnos en el campamento?--exclamó más que preguntó el excitado enano--Lo que hay que hacer es azuzar a esta gente para alejarla lo más posible de las nieblas. Aquí parados son un abandonado rebaño de ovejas. Y todos sabemos lo que hacen los lobos con las ovejas cuando el amo no anda cerca.

-Tienes toda la razón Ulmo, quizás ahora con la capitana Mira liderandolos podrían ponerse en moviemiento. Pero con tanto herido irían tan lento, que quieran o no, las brumas los alcanzarían.

Parecía que sólo ella veia la obviedad de que todos morirían igualmente. No había salida para nadie y menos para gente que ni siquiera se podía ni mover. Al menos ellos no poseían la capacidad de regeneración como el desafortunado troll y quizás su muerte fuese más piadosa...

La muchacha pelirroja miro con horror el campamento, si… si hay que seguir avanzando dijo de manera mecánica, pero creo que antes de seguir avanzando, con o sin esta gente. Deberíamos de visitar a esa adivinadora, puede que ella tenga alguna idea de lo que está pasando aquí. La maga no confiaba nada en las artes de adivinación, para ella ese tipo de magia al igual que las ilusiones era magia de tercera, usada solo para las funciones de los pueblos. Pero en ese momento podría ser una pista a tener en cuenta.

Niebla y manadas de lobos, druidas malvados y criaturas extrañas, y ahora una adivinadora- dijo- la cosa se pone cada vez mas interesante.

Un hombre, sentado en un tocón a la altura del carromato, alza la mirada hacia los nuevos visitantes. Un privilegiado, sin duda. En un campamento en el que los más desfavorecidos se tienen que sentar en el suelo, el tocón supone un auténtico trono. El hombre, de unos cuarenta y pocos, se pone en pie para acercarse al carromato gitano. Con un par de palmadas en la madera, alerta a la adivina para que salga a recibir a los recién llegados. Solemne, la mujer sale con la cabeza tapada por un pañuelo. Rufus se acerca a ella y le olisquea la mano, dócil.

Mi nombre es Eva Zaroban, y tengo un trabajo para ustedes... Para ti no, mujer de la cara cortada. Tú puedes irte.

Por supuesto, Vanator no deja que le den órdenes. Igualmente, aunque la Capitana siga aquí, la gitana sigue hablando.

Veamos quién tenemos aquí. La mujer del pelo de fuego... el pequeño jinete de perros...-dice obviamente confundiendo a Klasius con Fosco por culpa de Rufus-el enano blanco... las espadas melladas gemelas...

Hace una pausa, tratando de mirar si Leiath lleva el otro espadón agrietado. Le desagrada ver que no se trata de Flame.

No estáis todos. ¿Porqué no estáis todos?

Mis saludos. - se presenta la jóven curandera siguendo las buenas maneras enseñadas por su madre.

Mi nombre es Leitah, seguidora de Hala. El camino ha sido muy duro y nos ha llevado a dividirnos, algunos han caido... -dijo con solemnidad acordandose de la horrible muerte del desafortunado Peersan y del anciano mago- Si vos, Señora , pudieseis aclarar en algo esta extraña situación, se lo agradeceríamos de todo corazón.

La maga mira con gesto fruncido a la adivina. Saber de qué faltaba alguien en un grupo después de pasar por el pueblo era simplemente   obvio, y reconóceles por  sus rasgos característicos solo demostraba que la adivina era una buena observadora.  Encantada de conocerla, señorita Eva.

Dígame….. ¿Qué es lo que hacemos nosotros aquí? ¿Cuál es esa misión?, dijo con voz pausada mientras miraba de arriba abajo a la adivina tratando de buscar algún objeto o signo que la identificara como maga. Creo que nuestra presencia aquí es fruto del azar, y la mala suerte. 

Intrigado por lo que aquella desconocida sabía sobre ellos, el enano frunció el ceño y desmontó del caballo murmurando. 

-¡Eso! ¿Un trabajo? ¿Qué clase de trabajo?--inquirió con clara desconfianza al tiempo que cruzaba dos dedos de una mano, por pura superstición y de manera casi imperceptible para el resto de los presentes.

Escuché con desconfianza las palabras de la extraña gitana que parecía saber quiénes éramos, que nos esperaba y que además tenía un trabajo para nosotros. A pesar de que me impresionó su palabrería, no dejé que esto se revelase y me mantengo a la espera que cuente algo de lo que sabe o pretende saber de lo que ocurre en el norte.

El hombre del tocón se levantó con los brazos abiertos, mirando a las espaldas del grupo. Su potente voz interrumpe la explicación de la gitana y pospone las explicaciones. Se dirige efusivo hacia unos recién llegados.

¡¡¡FLAME!!! ¡VÁLGAME EL CIELO! ¿CÓMO USTED POR AQUÍ? Oh... no le veía desde... ¡Desde el viaje en el Miseria! Oh, qué tiempos... Aunque solo han pasado... abril, mayo, junio... cuatro meses. Recuerdo que en plena tormenta se quedaron en el interior del barco mientras el resto afianzaba las velas. Cuando cruzamos las brumas y fuimos a ver, ninguno de los de tu grupo estaba. Desaparecísteis. Dimos por hecho que intentásteis salir a cubierta en algún momento, y que la tormenta os escupió por la borda. ¿Qué ha sido de Erbrahke? ¿Y de Silverio?

Efectivamente... Flame, Fosco, Onfale, la pequeña Lovina, y los dos nobles: Lord Watcher y Lord Fortich. Están todos reunidos. Y han conseguido traer el carro sano y salvo, ayudará a transportar a los heridos. Rufus, por su parte, se aleja de la gitana para lamer la cara de su añorado dueño. El perro debería tener más cuidado si no quiere que su mascota mediana se vuelva a perder.

Rufus válgame el cielo... a qué jugabas? Te bajas cuando yo me subo? No hay quien se aclare contigo... Suerte que Rufus no pudiese hablar y decir que fue justamente alrevés y por orden del mediano que bajara del caro, pero bueno ... lo bueno es que estaban todos juntos y era un buen momento para dar una vuelta... y Fosco en un descuido desaparece

El amigo mediano da una vuelta por el pueblo en busca de cosas de gran valor. Armas, armaduras, objetos raros y poco comunes. O el mejor objeto con más valor. SI puedo cogerlo sin levantar sospechar eso haré. SI alguien lo posee no lo toco, si está hay un cofre con algo en su interior, dímelo para abrir y mirar si tiene trampas. Después buscaré cosas de mi tamaño. Cosas que me puedan ser útiles...

Onfale da una palmadita en el hombro a Flame cuando la adelanta y esquiva al desconocido que se abalanza hacia ella. Se dirige rápido hacia sus compañeros interesándose por su estado.

- ¿Hemos visto lobos muertos de camino? ¿Estáis todos bien?.- Flexionó las piernas y apoyó los brazos sobre las rodillas, agradeciendo estar en tierra firme. - Por poco no lo contamos.- Había sido gracias al trabajo en equipo pro lo que habían conseguido no volcar. Vio que estaban todos presentes pro lo que no quedaba nadie en el almacén como había supuesto. Miró alrededor a toda aquella gente huida de su pueblo tan próximo a los lobos.- ¿Es seguro este campamento?