Partida Rol por web

-Aguarda, Levistus.

Se levantó y miró fijamente a su hijo.

-Parece que... hay algo mas que debes saber de tus perseguidores.

De pronto su mano agarró el mango de su espada demoníaca, una espada que intimidaba por si misma.

En un movimiento casi imperceptible dada du rapidez, la lanzó hacia su derecha y a unos quince metros de su posición, la espada se clavó contra algo invisible, que rapidamente se reveló. Era un *Prothean con camuflaje óptico que cayó al suelo fulminado por la espada de Athatriel.

-¡Creen que no les puedo ver!.

De pronto del mismo techo cayeron como si de ninjas se tratase otras cinco guardianas de Athatriel que con armas de filo, mataron a otros cinco Prothean camuflados, eran un escuadrón de caza, mercenarios probablemente, no hacía falta decir a por quien habían venido. La guardiana mas cercana a Levistus permaneció a su lado protegiendole, pero Athatriel tenía otros planes, las puertas estaban siendo atacadas.

-¡Mis guardianas, defender las puertas!.

Comenzaron a escucharse golpes en las mismas, y mas de diez guardianas del palacio organizaron un apropiado recibimiento para quien las atravesara. Athatriel caminó hasta su espada y la recuperó.

-Han venido antes de lo esperado.

De pronto otro Prothean infiltrado con aspecto de lider desactivó su camuflaje al otro lado de la sala, aun quedaban junto a él otros dos Prothean armados que desactivaron sus camuflajes, parecía que no les servia de nada contra las guardianas de Athatriel ni contra el señor del castillo en persona.

-Parece que estaban vigilando este lugar por si algun judicator aparecía, espero que estos años de confinamiento no hayan sido muy nefastos para tus habilidades de combate. Nos abriremos paso y saldras de aqui.

Athatriel se puso en guardia con la espada en ambas manos, los dos Prothean y su lider tambien. El lider iba armado con armas de fuego a una mano, sus escoltas con fusiles demoniacos a dos manos. Habían tenido la osadía de irrumpir en los dominios del "Historiador".

Levistus desenfundó a Merikel con un movimiento relámpago en cuanto fue capaz de ver cómo la enorme arma de Athatriel se descubría ante él, como si el enorme ojo brillante de esta hubiera revelado la presencia de criaturas enemigas.

Bien pudiera haber parecido que en realidad se trataba de un gesto reflejo de defensa ante lo que podía ser la traición de su aliado, pero no tardó en dar un giro sobre sí mismo y abalanzarse sobre el cabecilla de aquella intrusión.

Para sorpresa de todos, el aletargado consiguió con aquel salto colocarse ante sus enemigos y lanzar el primer golpe. No era un guerrero destacado entre los suyos, menos ahora que se encontraba privado de todo su poder, más aún portaba su excelente espada y lo que pretendía era que el filo de esta golpeara en su objetivo, para poder así escribir uno de sus sellos.

-Athatriel- Osais entrar en mis dominios y amenazais a cuantos moran en ellos. ¡Mercenarios estúpidos e insolentes, YO SOY ATHATRIEL!... y mi espada está sedienta.

Se lanzó con la espada para partir en dos al primer comando, pero este evitó su espada saltando hacia atras.

-Athatriel- No atraseis lo inevitable, ninguno saldrá con vida tras esta afrenta.

Ambos escoltas del lider dispararón sus fusiles demoníacos contra el señor de Agathion, pero este, impasible, usaba la telequinética para moverse hacia los lados tan rapido que parecía teletransportarse, no tenían posibilidades contra él.

Levistus por su parte, logró alcanzar al comando Lider colocando el sello de retribución en él. Era ovbio que el lider era mas corpulento y resistente, tambien sus armas castigaban con mas dureza.

-Athatriel- Adelante Levistus, nada como el fulgor de la batalla para despertar de un largo sueño.

Incluso en una situación asi, seguía dando "consejos".

Levistus escuchaba las palabras de Athatriel, mas no daría evidencias claras de ello. Era una criatura que solo hablaba cuando era necesario. Eso hacía que al margen de los encuentros diplomáticos resultara un tanto reservado.

Se mantenía concentrado, hacía demasiado tiempo que no se veía inmerso en un combate y quería estar seguro de estar a la altura, era complicado, pero por el momento sus movimientos reflejaban un equilibrio perfecto entre ataque y defensa.

Pensó detenidamente cual debía de ser su siguiente movimiento, para un escriba el combate representaba más un desafío estratégico que una brutal ida y venida de estocadas sucesivas.

Tal y como era de esperar de un grupo entrenado de asesinos, eran demonios agiles y de nuevo uno de los comandos logró zafarse de la espada de Athatriel dando un mortal hacia atrás.

-Athatriel- Deja de huir, nada podrá salvarte.

Los comandos abrieron fuego sobre Athatriel, uno de ellos falló pero el otro le alcanzó, aquellos fusiles demoníacos disparaban puas incandescentes y varias de ellas quedaron clavadas en la armadura del señor de Agathion.

-Athatriel- ¿Esto es todo? ¿creeis que con esto podeis hacerme algo?.

Levistus mientras tanto libraba su batalla personal con el lider, ambos eran agiles y rapidos, el judicator había logrado esquibar una vez sus disparos pero era ahora el comando el que esquivaba a Merikel. Volviendo a abrir fuego con ambas armas justo despues.

Desde la sala del Hall llegó el sonido de las puertas siendo derribadas y el inicio de una batalla masiva entre las guardianas del palacio y las tropas restantes que habían venido a dar caza a Levistus.

Levistus vio cómo su hoja era evadida por su perseguidor y en ese mismo instante decidió provocar la activación de su primer sello, de forma que pudiera tener la posibilidad de escribirla nuevamente. Era una jugada un tanto arriesgada pero si era capaz de llevar a cabo su siguiente ataque con éxito podría decidir aquel duelo.

Sintió el dolor atravesando su carne y tuvo ocasión de comprobar ciertas dificultades en la batalla cercana, por parte de Athatriel, quien no parecía desmarcarse como claro dominador.

Todo ello, acompañado por el ruido de un inminente grupo invasor hacia que la situación se antojara demasiado complicada para ellos. ?Realmente tenían posibilidad alguna en las batallas venideras?

El sello de retribución brilló en el lider comando hasta que le terminó abrasando, igualando el dolor al que había sentido Levistus en el disparo. Sin embargo, a pesar de todo, fue capaz de esquivar a Merikel una vez mas.

Tanto Athatriel como Levistus estaban teniendo problemas para acabar con aquellos escurridizos demonios, sin embargo, como ya había insinuado el Athatriel, era cuestión de tiempo.

La espada del señor de Agathion cayó vertical para partir en dos finalmente al primero de los escoltas, el segundo volvió a acertar de lleno a su objetivo pero Athatriel no parecía sentir dolor, era como si debajo de su armadura no hubiese carne, sólo mas metal.

El ojo de la espada de Athatriel se iluminó mientras se bañaba en la sangre del demonio abatido.

-Athatriel- Uno menos, dispara cuanto quieras, rata, tu eres el siguiente.

Le dijo al escolta del lider que restaba.

En vista de que sus esfuerzos con la espada eran inútiles, el escriba decide hacer uso de otra de sus habilidades. Utilizando su zurda escribió un pequeño símbolo sobre la frente de su enemigo justo cuando este le asestaba otro nuevo golpe.

Tras dibujar en el aire el glifo de sangre, el comando lider comenzó a sangrar por las heridas que ya tenía, incluso por sus ojos.

Mientras tanto Athatriel cortó por la mitar al escolta restante como si fuera de mantequilla, provocando otro baño de sangre en su espada.

-Athatriel- Utilizaré vuestra sangre para escribir la historia de vuestra estupidez.

El comando lider al que Levistus hacía frente volvió a disparar con ambas armas haciendo peligrar seriamente la vida de Levistus, sin embargo, el Prothean tambien parecía estar en las ultimas.

Su duelo se estaba alargando demasiado y Levistus podía pagarlo caro. De nuevo sintió el impacto de la munición sobre su pecho y volvió a escribir un extraño símbolo en el aire.

El glifo de Levistus estalló y el comando lider voló por la sala hasta chocar contra la pared, gravemente herido, el glifo de sangre terminó de desangrarlo.

En la sala del hall tambien parecieron finalizar el encuentro, la guardias de Athatriel habían masacrado a los invasores sin apenas bajas, eran asesinas muy eficaces. Un grupo de cinco acudió rapidamente a la sala donde se encontraban padre e hijo, al ver que tambien habían terminado allí, una se acercó a Athatriel y otra a Levistus y comenzaron a aplicar energía curativa sobre sus heridas, en el caso de Levistus eran bastante mas graves, lejos quedaban los tiempo en los que podía superar una batalla asi sin apenas salir herido.

-Athatriel- Esto es solo un preludio de este apocalipsis, Levistus, tal vez si tanto interés tienen en que estes muerto, es porque solo tu puedes cambiar este fatidico destino.

Aguardó a que su guardia sanara la mayoría de las heridas de Levistus y luego le instó a acompañarle.

-Athatriel- Acompáñame, esa pobre tela que llevas no es adecuada para el reto que se avecina.

Le instó a acompañarle a la sala de armas, ambos iban escoltados ahora por dos guardianas. La sala de armas parecía la sala de un museo de antigüedades, muchas de las piezas que allí se guardaban habían sido usadas por Athatriel durante incontables batallas en el pasado, pero había dejado sus tiempos de guerrero atrás para ir en busca de la sabiduría de Kadmon.

Athatriel se paró ante una vidriera donde estaba colgada su primer atuendo de combate: el "Abrigo de hueso".

-Athatriel- Este es el "Abrigo de hueso", mi primera armadura. Es una pieza sujeta a un selló de invocacion, puede invocarse instantaneamente cuando la necesites y retirarla cuando no la necesites o para evitar que caiga en manos del enemigo. Te otorgaré el sello que la invoca.

Athatriel agarró con fuerza la mano de Levistus y este notó como la parte contraria a la palma le ardía, tatuandole un pentagrama en la misma.

-Athatriel- Aplica tu energía sobre el pentagrama cuando quieras que cubra tu cuerpo. El resto del tiempo permanecerá a salvo aqui. Considerá esto una inversión por mi parte, puede que sea un siervo del rey demonio, pero no deseo el fin de este universo. La responsabilidad recae sobre la orden de Kadmon.

Levistus tendría tiempo de consultar la biblioteca antes de irse si ese era su deseo, pero debía terminar sus asuntos allí cuanto antes, por muchas razones.

Tras la batalla y una vez las heridas se habían cerrado por completo, traté de eliminar los indicios de la pelea que mis vestiduras pudieran revelar. Por suerte no eran comparables con el baño de sangre que Athatriel había llevado a cabo y podía disimularlas sin mayor esfuerzo.

-Lamento lo ocurrido. – Me disculpé por la intrusión que había provocado mi llegada, apenado por que me hubieran relacionado tan pronto con él. No me gustaba la idea de convertirme en heraldo de desolación.

Luego le acompañé y descubrí su obsequio con admiración.

-La portaré con honor y sabiduría. – aseguré con rotundidad como gesto también de agradecimiento. Quería que supiera que cuidaría de ella y que renunciaría a ella tan pronto como me fuera posible.

Sin duda alguna aquella armadura me resultaría muy útil en estos comienzos inciertos donde mis capacidades se encontraban mucho más limitadas de lo que me hubiera gustado admitir, pero como bien hice saber, eso era algo que intentaría remediar a toda costa.

-Ojearé rápidamente las escrituras y partiré de inmediato. – Tal vez mi investigación se hubiera visto obligada a convertirse en un mero repaso apresurado, mas no podía evitar la oportunidad de descubrir alguna pequeña pista relacionada con los humanos y sus posibilidades de evitar la completa aniquilación de su raza y del resto del universo.

Mi presencia era ahora señal de peligro para quienes me acogieran, tendría que darme mucha prisa.

Un encuentro con Jubileus me aguardaba.

-Athatriel- Ve... Levistus, tu lucha no ha echo mas que empezar. Y recuerda, ante todo eres un Judicator, protector de los mandamientos de Kadmon, todo lo demas es vanal.

Vuelve cuando necesites ayuda de nuevo, un padre debe cuidar siempre de sus hijos.

Sin decir mas, el viejo Athatriel se retiraría a poner en orden su palacio tras el ataque.

Tras revisar la fuente de sabiduria del señor de Agathion, Levistus no pudo encontrar información alguna sobre espadas con almas encerradas forjadas por humanos, aquella información no había quedado registrada aun, todo lo referente a la humanidad era material que a ojos de un demonio como Athatriel o el mismo Levistus, era muy reciente.

Levistus tambien pudo corroborar la norma del pacto de la orden de Kadmon, que establece que ningun ser que participe en la guerra universal, ya sea del caos o del orden, puede interferir de manera directa en las razas que no hayan alcanzado la capacidad de viajar por los Caminos de las Estrellas. Estas solo pueden ser aniquiladas una vez participen en dicha guerra de manera activa.

Aquella norma tenía, al igual que el resto, la intención de mantener el equilibrio, tanto el Orden como el Caos creaban sus razas en distintos planetas para que florecieran y evolucionaran y algun dia se unieran a su bando, de igual forma, la guerra hacía desaparaecer razas continuamente. El rey demonio sabía eso y puede que el motivo de la destrucción de la humanidad, fuera el principio de la campaña para aniquilar a las fuerzas del Orden, si no se les unían nuevas razas, las fuerzas del Orden caerían con el paso del tiempo, ya eran poco numerosos de por si.

Ahora que el mas poderoso ser del caos había decidido saltarse las normas y elminiar a los Judicatores, el caos estaba en una abrumadora ventaja, pues los seres del Orden continuarían respetando el pacto sagrado y no interferirían con ninguna raza en desarrollo, nisiquiera para defenderla, no cuestionarían los preceptos de Kadmon, así debía ser.

Tras aquella consulta, el pergamino de portales proporcionaría a Levistus el portal necesario para llegar a la basílica de Cuthberr, hogar de la arcangel Jubileus. Para cualquier ser del caos normal, aquel viaje era lo mismo que suicidarse.

***

Tiempo: cuatro años tras el ataque a los judicatores ; Lugar: Reino de Arcadia, basílica de Cuthberr

Levistus ya había visto en ocasiones a algunos generales demoníacos, no solo era poderosos, sino que su tamaño en comparación con muchos seres, era colosal. El hogar de Jubileus, ya desde el exterior daba entender que Levistus estaba por concocer a una de las arcangeles mas poderosas del Orden, a la madre de Justitia.

La basílica medía kilómetros de alto, parecía obra de dioses omnipotentes, se podía sentir la presencia de Jubileus incluso desde fuera, eso bastaba para que ningun demonio se atreviese a entrar.

Una vez dentro, Jubileus en persona fue a recibir a su visitante. Medía mas de un kilómetro de alto, Levistus debía permanece en una paltaforma de la basílica para almenos quedar a media altura de la mirada de la arcangel.

-Jubileus- Cuando todo parece perdido... cuando la muerte se cierne sobre los seres del orden... aparece un supervivinte de Kadmon... tardía la hora, con la esperanza mas lejos que nunca. Dime, Judicator, ¿cual es tu nombre y que te trae ante mi? ¿tu lucha por la muerte ... o por la vida?.

Su sola presencia era algo dificil de describir, si realmente los dioses existían, su forma no sería muy diferente.

Entrar en aquel lugar producía en mí una sensación de infinito. Mi enjuta figura se tornaría insignificante al lado de semejante ser, más no me amedrenté en ningún momento, pues lo que yo representaba no era sino algo igualmente grandioso y trascendental.

Bañado por su radiante esencia me incliné ligeramente, aceptando su recibimiento, en señal de respeto y agradecimiento a partes iguales.

Sus palabras me hicieron, no obstante, recordar a las de Athatriel. Seres totalmente opuestos pero tal vez no tan diferentes.

-Antes de la caída se me conocía por el nombre de Levistus. – Informé sin mayor detalle u ostentación, quitándole importancia, como si mi propia identidad tuviera dudosa relevancia comparada con lo que en realidad me había llevado hasta ella.

También hablaba en pasado, pues en la actualidad habían cambiado demasiadas cosas como para estar completamente seguro de algo, ni siquiera de mi identidad.

Luego alcé mi vista, buscando la expresión de su rostro, la reacción a las palabras que estaba a punto de pronunciar.

-Vida y muerte son igualmente parte del universo, no lucho por ninguno de ellos, únicamente por su correcta conjunción. – Palabras sabías provenientes de mi corazón que esperaba bastaran para aclarar cualquiera de sus dudas.

-Es la búsqueda de aliados lo que me ha traído aquí. – No fui muy directo, tal vez no me atrevía a preguntar directamente por el paradero de mi compañera Justitia, quizá no era mi deseo limitar la respuesta de Jubileus o por el contrario no estuviera preparado para afrontar una realidad que desde el principio, por otra parte, todos los indicios me habían obligado a suponer.

-Levistus... entonces tu eres el vástago del "Historiador" y aquel que compartió el camino de mi hija, Justitia.

Pareció alegrarse entonces de verle, al contrario que las suposiciones de Athatriel.

-Has sobrevivido a la furia del rey demonio, estas a la altura de cuanto Justitia me contó de ti, "escriba". Mucho tiempo ha pasado desde la caída de los judicatores, demasiado, pero no está todo perdido, tu presencia aqui es prueba de ello.

Primero debes escuchar mi relato, pues aun hay esperanza para mi hija y tu compañera, solo juntos, solo en pareja podréis volver a representar lo que erais en el pasado, tal y como Kadmon deseó.

Se acercó ligeramente para ver mas de cerca a su diminuto pero no por ello menos importante invitado.

-Cuando el rey demonio os atacó, Justitia, por primera vez en su existencia, lanzó un plegaria hacia las estrellas, clamando por mi ayuda, no solo por su vida, sino porque en ese momento ella supo que el equilibrio se estaba quebrando, que la situación, de un instante a otro, se volvió tremendamente grave.

Viajé a traves de las estrellas tan rapido como pude, pero cuando llegué fue demasiado tarde, tu habías desaparecido y Justitia había sido asesinada, sin embargo el rey demonio aun estaba allí. Le hice creer que a partir de ese momento me movió la venganza, la ira contra él (y en parte asi fue). Luché contra el rey demonio aun sabiendo que no podía ganar.

-Luchamos durante incontables dias, a traves de las estrellas, sobre la superficie de las mismas y destruyendo planetas a nuestro paso, pero no había nada que pudiese hacer ante su poder. Sin embargo encontré la oportunidad de poner a salvo el cuerpo de mi hija y enviarlo a esta basílica donde aun tenía la esperanza de devolverla a la vida.

-Finalmente fui vencida por el rey demonio, gravemente herida, él me dejó vivir pues su guerra directa contra el Orden aun no había empezado. Volví a esta basílica a recuperarme y velar por el cuerpo de mi hija, tarea que llevo cuatro largos años haciendo, buscando la forma de traerla de nuevo, pues nunca podría volver a crear a un hija como ella, su esencia es única.

Terminado aquel relato que bien pudiera ser otra prueba mas de que nadie podía hacer frente al rey demonio, nisiquiera una arcangel del poder y la antigüedad de Jubileus, Levistus pudo ver un rastro de esperanza en sus ojos.

-La sabiduria de Kadmon es incuestionable, si creó la orden de Judicatores para parar esto, entonces sois vosotros quienes teneis la capacidad de hacerlo, aunque puede que en mis manos o en las de tu creador, esté la ayuda que necesitais.

Mi aliento de vida puede sanar el cuerpo de Justitia, pero no puede traer de vuelta su alma. Debe hacerse un llamamiento a su alma para que regrese y sólo se de un demonio que tiene el intrumento ancestral necesario para hacer la llamada: Un mercader llamado Vulgrim.

Él dice ser neutral y su único lenguaje es el del beneficio. Debes ir en su busca y conseguir de él el "Arpa de Celestia", un artefato único que la arcangel Celestia perdió durante la guerra. Aunque no funciona en manos de demonios, creo que si lo hará en las mias. Si logras traerme ese arpa, habrá esperanza para Justitia.

Levistus ya podría anticipar que conseguir aquel artefacto no sería ni facil ni barato, pero nada era caro si aquello lograba traer de vuelta a Justitia. Jubileus esperó la respuesta de Levistus a su precipitada "misión".

Levistus escuchó la historia de Jubileus, adentrándose en las profundidades de su propio recuerdo pudo hacerla suya, imaginándose nuevamente la escena, el lugar, las sensaciones vividas, admiró profundamente a aquella gigantesca criatura como protagonista indiscutible de aquel relato y a su dulce creación, su Justitia, aquella cuyas innumerables virtudes conseguían sorprenderle en todo momento.

-Asique ella fue capaz de verlo incluso en aquel momento... – Reflexionó entre susurros, ensalzando las capacidades de su compañera. – y de llevar a cabo semejante invocación. – De alguna forma pudo verse reflejado en la auto superación de su compañera, dedujo que en aquella ocasión, al borde de la completa desaparición, ambos habían sido capaces de realizar una hazaña excepcional...

Los resultados de esas acciones eran ahora inciertos, pero aún tenían la oportunidad de perfeccionarlos. ¡Recuperaría a Justitia y completaría su verdadera forma!

-Me alegra oír una historia llena de lucha y sacrificios. – Premiaba todos los actos llevados a cabo por el arcángel, ya que gracias a su esfuerzo, la orden de Kadmon podía albergar alguna esperanza. Y con ella el resto del Equilibrio. – Sois todo un ejemplo.

-Con el regreso de vuestra hija, la propia Orden de Kadmon recuperará el Equilibrio. – En aquel preciso instante fue consciente de que si lograban conseguirlo,  su Orden contaría nuevamente con un Judicator del orden y otro del caos, aquel excelente tándem formado por antiguos compañeros era imprescindible para preservar el mandato original. Lamentó no haberse dado cuenta antes de aquella necesidad, pero celebró la oportunidad que ahora recibía.

La luz de la esperanza también brillaba con fuerza desde sus ojos esmeralda. También la de la resolución.

-¿Cómo puedo encontrar a ese tal Vulgrim? – Su aspecto se mantenía sereno e impasible. Mas aquello no quería decir que no estuviera lleno de energía y deseos de encargarse de aquel asunto cuanto antes. Ese objetivo se convertía  sin duda en el primero de su larga lista.

Esperaba que pudiera concederle el paradero de aquel mercader, pues de lo contrario tendría que acudir nuevamente a su padre y a su biblioteca, algo que no deseaba hacer después de haber pasado tan poco tiempo desde lo acontecido en su anterior visita.

Jubileus mostró una leve sonrisa en su rostro ante la determinación del hijo del caos.

-Vulgrim es un demonio muy antiguo, de las primeras generaciones de los Saerbas*, no es facil contactar con él almenos que él desee hacer negocios contigo, sin embargo no es dificil saber donde se mueve con mas frecuencia en este momento. Es un vuitre, va allí donde puede sacar beneficio y esta guerra contra las razas aun en desarrollo es una oportunidad para él perfecta. Buscale en la Tierra, hogar de los hijos de Yaveh "el errante", seguro que busca hacer negocios entre el caos que las legiones de demonios han dejado allí.

No le encontrarás en persona, busca sus sellos, desde ellos puede ser invocado, aunque no acudirá una segunda vez si la primera no le reporta ningun negocio favorable.

Jubileus hizo aparecer en el suelo un dibujo similar al sello que Levistus debía encontrar, y precisamente Levistus era capaz mejor que nadie de recordarlo e identificarlo sin problemas.

-Debes partir raudo a través de las estrellas, no hay tiempo que perder, pero antes, toma estos obsequios, te ayudarán en tu vital misión.

Extendió la mano y dos objetos aparecieron delante de Levistus, ya adapatados a su tamaño ovbiamente, el primero era un amuleto, el segundo un frasco.

-Ese amuleto te ofrecerá alivio cuando tu cuerpo sufra, y ese frasco contiene un soplo de mi aliento, solo podrás usarlo una vez pero puede evitar tu muerte o la de alguien a quien quieras evitarsela. Tomalo como un pago por adelantado por cuanto vas a hacer por mi hija.

No era en absoluto frecuente que un arcangel hiciera regalos a un demonio, incluso aunque se tratase de un Judicator, pero tanto ella como Levistus eran conscientes de hasta que punto las cosas estaban por cambiar.

Memorizar aquel sello no fue una tarea complicada, si aquella era la primera puerta hacia la salvación de Justitia, la encontraría y abriría de buena gana.

-Entonces hallaré la forma de reclamar su atención. – Algo que por otra parte resultaba extremadamente peligroso, dada mi condición.

No era nada prudente exponerme públicamente y las relaciones con los miembros del caos siempre resultaban tormentosas, tendría que esforzarme por no salir gravemente perjudicado con todo aquello.

-Gracias por todo. - Acepté aquellos obsequios de buen grado, con el convencimiento de que resultarían francamente útiles en aquella memorable búsqueda.

¡Sigue cuidando de ella...!

-Volveré. – aseguré en forma de promesa, una promesa que no solo iba dirigida a ella, sino también a mí mismo e incluso al resto del universo. De ello dependía el futuro.

Abrí nuevamente un portal hacia la Tierra, era el momento de regresar y enfrentarme en la verdadera pelea por su salvación.

Localización: La Tierra, iglesia del pueblo de Saint George, a 800 kilómetros de Nueva York.

El portal de Levistus le llevó exactamente donde había estado la ultima vez, enseguida reconoció el interior desordenado de aquella iglesia. Marco no estaba allí, tampoco su espada. Si aun seguía en el pueblo no había mucho donde buscar.

Levistus, al salir pudo comprobar que estaban en un lugar bastante alto y con humedad, era un pueblo perdido en medio de una cordillera y puro bosque.

Nada mas salir una voz le llamó la atención, era Marco, estaba en el huerto, desde allí alzó la mano mientras le llamaba.

-¡Hey! Levistus... vaya has vuelto incluso antes de lo que esperaba, podemos desenterrar una sandía para celebrarlo ¿que te parece?. Seguro que los demonios nunca habeis provado una.

Le invitó alegremente a unirse, estaba orgulloso de su huerto. Lo cierto es que Levistus había disfritado de otro tipo de manjares, no es que la fruta no entrara dentro de su dieta, pero normlamente eran otras sus preferencias, puede que no fuera mala idea provar cosas nuevas.

Los humanos parecían sin duda una raza singular, se mostraban despreocupados en todo momento, puede que incluso fueran felices, incluso en la completa soledad podían encontrar su paz.

-Hola de nuevo. - Era asombroso cómo vivían y actuaban a pesar de todo lo que se habían visto obligados a padecer. Era ciertamente admirable.

Aún tenían ganas y fuerzas para celebrar algo tan nimio.

-Está bien, lo probaré... – Fue un gesto de fraternidad más que de deseo o necesidad. Después del banquete disfrutado en los salones de Pandemonium, había quedado saciado completamente por una buena temporada.

Tal vez no fuera capaz de disfrutarlo como hubiera deseado, mi mente se encontraba en otro sitio, cerca o lejos, era un detalle que tal vez él pudiera aclarar.

-Marco, debo encontrar algo... – Informé mientras comprobaba los alrededores en busca de algún aura sospechosa, no deseaba que la información se propagara descontroladamente, en todo caso, me guardé los detalles.

-¿Has visto alguna vez un símbolo como este? – Colocando mi diestra sobre el terreno, hice que el sello de Vulgrim se dibujara en la tierra, carecía completamente de poder alguno, pero la escritura era exacta a uno de los originales.