Partida Rol por web

Cuando se abre la puerta de la zona común ven un sector amplio,  hay mesas  estilo cafetería en un sector, y hay otra parte con varias sillas al lado de una TV enorme. Hay otro sector con algunos juegos, y hay una mesa de billar.

Al comienzo del sector hay un letrero que dice.

Cafetería- zona de alimentación

El termino cafetería es algo ridículo, pues lógicamente no sirven café, hay neveras. Hay otro letrero que dice.

“ Los pacientes pueden tomar vitae las veces que deseen. Sí tienen una preferencia particular por favor hacerlo saber al personal”

En una esquina del complejo hay un sector de enfermería.

Pero sin lugar a dudas, lo que más impresiona es el gran ventanal donde se ve el océano. Eso les hace recordar que están en una isla.

Cuando llegan al sitio, el lugar está casi vacío. Hay un par de  personas  viendo la TV en total mutismo.

Camino hacia el sector de las mesas.  Este es un lugar horrible,  trato de controlarme, necesito de mi medicina, estoy muy agitado.

Y tu gafitas, ¿Cómo te llamas?. Sonrió nervioso. Yo soy Eduardo, y el ... Andrew, creo...

¿Gafitas?

Yo...soy Diego...es un placer conocerlos. Mis ojos de inmediato se dirigen al mar, que se ve imponente desde el ventanal. A mi no me parece tan malo el sitio, aunque, debe ser porque soy nuevo. La vista es hermosa. Hace muchos años no veía el mar, al menos con la tranquilidad con la que lo puedo ver ahora. Me parece que Andrew es nuevo también, ¿cierto?

Miro a la "cafetería". ¿Quieren beber algo mientras hablamos?

Cuando llegan al sitio, el lugar está casi vacío. Hay un par de  personas  viendo la TV en total mutismo., y un grupo de tres hombres que hablan al fondo. Uno es rubio, el otro es pelo negro con gafas, y el tercero es de aspecto acuerpado, con un peinado con el pelo en la cara.

Yo...soy Diego...es un placer conocerlos. Mis ojos de inmediato se dirigen al mar, que se ve imponente desde el ventanal. A mi no me parece tan malo el sitio, aunque, debe ser porque soy nuevo. La vista es hermosa. Hace muchos años no veía el mar, al menos con la tranquilidad con la que lo puedo ver ahora. Me parece que Andrew es nuevo también, ¿cierto?

Miro a la "cafetería". ¿Quieren beber algo mientras hablamos?

De repente se abre la puerta, y entra un hombre vestido de manera muy elegante (tanto que pareciera alguién de dinero), mira el lugar como evaluando todo.

Sí bebamos algo. Miro de reojo a la enfermera. Mientras esperamos pacientemente que me den MI medicación.

El temblor en mis manos se incrementa.

Miro al que acaba de ingresar, al elegante tampoco lo había visto, ese también es nuevo.

 Por lo visto se está renovando la población hospitalaria. No te preocupes, la medicación te la van a dar, como nos la van a dar a todos los demás. Entre más piense uno en eso, más se va a demorar.

Yo también espero que sea el día, doparme y no saber nada de nadie por un rato largo.

Miro al recien llegado, un hombre muy elegante, parece algo fuera de lugar. Eso me recuerda que llevo puesta la misma ropa de ayer, que no me he cambiado, ni siquiera duchado. Por hoy no importa, pero mañana si he de asearme. Lo invito a beber algo también.

Bueno, vamos dos; ¿los caballeros desean beber algo en especial? Que lástima que no haya acceso a bebidas alcoholicas, porque me se un par de coctelitos buenísimos con sangre. 

No puedo evitar una sonrisita triste al recordar mi pasado de barman. Cómo me divertí con eso. Al igual que todo, pasado.

 Al acercarme instintivamente al grupo compruebo que se establece de inmediato una relación de camaradería, forzada sin duda por la puesta en común de un hecho tan poco común como estar encerrados en un lugar como este. La situación se me antoja tragicómica y no puedo evitar una sonrisa sarcástica ante algo así.

 - El "elegante" se llama Julio y sí, puede decirse que acabo de llegar. - Le respondo cortante al hombre que luce uno de esos peinados que hoy se considera moderno pero que siempre me ha recordado a los chiquillos ignorantes hijos de los pajeros*, cuyo pasatiempo favorito era hurgar sus propias narices - Un placer conocerles caballeros. - Les digo al resto.

 Miro al grupo y asiento cuando el tal Diego propone ir a tomar algo de vitae en la zona designada para ello. Sonrío al comentario que hace sobre la coctelería.

 - Por lo que comentan, también hace poco tiempo que están en este centro. - Digo, dando pié a que se inicie una conversación y miro directamente al otro cainita que aun no ha abierto la boca, con la intención de invitarle a hablar.

- No me vendría mal un café... hace mucho que no tomo uno... - susurra Andrew mirando la zona de cafetería. Se masajea las manos con lentitud en un acto de querer controlar sus nervios.

Sí, son reales, corpóreos, relájate

Los mira nerviosamente. El tal Diego parecía bastante despreocupado ante todo, parecía llevar bastante bien su internamiento. Julio... a primeras vistas era arrogante, pero sin exceso. Es más, le quedaba bien en su modo de ser.

- El placer es mío, Julio... Mi nombre es Andrew - le mira durante un instante a los ojos, e intenta recomponerse - Dicen que el mar no tiene memoria, ¿no? Bastante apropiado. Sí, se puede decir que soy nuevo...

Aunque los motivos de cada uno siempre serían otra historia, no cualquiera iba a revelarlos así como así

¿Un trago?, digo increiblemente emocionado... yo quisiera uno!. Cuanto daría por un trago, o dos...o varios.... pero estoy esperando MI medicina. Miro de reojo a la enfermera con rabia, y luego miro de reojo al tipo elegante que ha llegado a mirarnos como moscos... así que te llamas Julio,  es engreido el muy.. Soy Eduardo. me razco la mejilla, veo el reloj, calma, solo debo aguantar un poco más.

Y sí quiero un cafe también..... ¿el mar tiene memoria?,  jajajaja digo de manera nerviosa, ojala sea memoria olvidadiza.

 Me presento al recien llegado. Soy Diego. Un placer conocerlo, aunque quizas hubiera sido mejor que nuestro encuentro se diera en otras circunstancias. Que sean 4 bebidas, entonces. Me acerco a la barra de la cafetería y las pido. 

Es mejor que el mar no tenga memoria, porque los recuerdos de tantos que han vivido lo habrían enloquecido hace mucho. Yo desearía tener esa capacidad de olvidar. ¿Alguien tiene gusto refinado? Si es así, que hable ahora o calle para siempre. 

Me fijo en mi extraña combinación de interlocutores. Un sujeto elegante, arrogante. Parece que ha mandado siempre, pero ha tenido una caída. Un hombre alto, de aspecto cansado. Ha debido pasar por cosas difíciles, no es el único. Un chico que lleva tiempo acá, y que por lo visto tiene una adicción a su medicacion. Algunos parecen cambiar de problema. Aunque yo con gusto viviría drogado si pudiera no soñar. 

Desvío mi mirada al mar, mientras espero la vitae y algun comentario.

En ese momento se abre la puerta, y pueden ver al doctor Linus acompañando a un hombre con un aspector terrible, tiene golpes y algunas quemaduras, tiene un porte nervioso y mira al médico con recelo.

Detrás de ellos viene una enfermera, llevando de la mano a una mujer que el primer impacto da lástima, tiene quemaduras de tercer grado en su rostro, y mira todo de manera perdida, al entrar al salón se pega a las paredes, tocándolas como si fuera un piano con las yemas de los dedos.

Ves  un espacio amplio, frente a la TV hay dos sujetos en total mutismo y al fondo, hablando hay  4 hombres de distintos aspectos, uno rubio, uno blanco con gafas, otro con un corte de pelo que cubre parte de su cara, y otro muy elegantemente vestido.

Doctor. Grito. Necesito hablar con usted.

Miro mi reloj. Eduardo, en 15 minutos la tienes.  Digo en tono firme, miro al paciente que acompaño. Kavi, entra y ponte cómodo. Observo de reojo a la mujer que toca las paredes y salgo del salón.

¡Maldición!  Digo en voz alta, mientras tomo la vitae que me dio Diego,  y señalo al recién llegado, ese, el que acaba de salir de una pelea, tampoco lo conocía, y tampoco la lame paredes. Digo nerviosamente, tomo el vaso y me tiembla la mano,  debe haber promoción en este lugar, 2 locos por uno... digo de manera amarga.