Partida Rol por web

En Búsqueda de la Razón (No concluida)

Habitación de Kendra

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29/07/2011, 21:57
Kendra

Kendra caminaba en busca de una salida al jardín, pero no quería que nadie la viera. No deseaba cruzarse con nadie, mucho menos hablar. Sabía que más temprano que tarde la iban a llevar a una terapia grupal. ¿No era eso lo que hacían los loqueros? Pero mientras más tardara aquello, mejor.

La mera idea de verse obligada a compartir con esas personas a las que no conocía ni le interesaba conocer le revolvía el estómago y la ponía de mal humor. ¿Por qué no podían dejarla tranquila con sus recuerdos? Sola es lo que quería estar. Sola, libre, no prisionera como estaba en ese lugar.

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06/08/2011, 21:20
Director

Caminas lentamente pasando al frente de las habitaciones , incluidas la de Diego, pasas una puerta que da al salón común, miras al rededor con cara de pocos amigos, no quieres hablar y no quieres hacer nada. Caminas hacia el ventanal donde se ve ve aquella puerta corrediza. Hay una enfermera joven de aspecto oriental que basicamente te ignora mientras anota algo, miras al rededor, y sales por la puerta.

Frente a ti esta una vida del mar, y un prado. Al rededor no hay nadie, o por lo menos, no observas a nadie.

La luna esta pequeña, solo es un hilo de luz.

Notas de juego

Perdon la demora.

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15/08/2011, 21:35
Kendra

Descalza caminó por el prado, húmedo debido a la brisa marina. Sus blancos pies se hundían en la fría hierba, pero ella no sentía el frío, no podía sentirlo porque nada podía ser más frío que el tacto de su propia piel.

Se detuvo junto al barandal y cerró los ojos. Las olas reventaban en el roquerío, algunas con la suficiente fuerza como para alcanzarla. Confundiéndose con los sonidos del mar, llegó hasta sus oídos la risa de un niño. Un niño que ella bien conocía porque era la de su hijo.

Asió el barandal con fuerza, abrumada por el recuerdo. Se sintió débil y las piernas se le doblaron solas como si fueran incapaces de sostenerla. Se dejó caer en la hierba y apoyó el rostro en los barrotes, la vista clavada en la inmensidad del mar.

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23/08/2011, 05:24
Director

Lloras viendo el mar, lloras sintiendote impotente, el mar parece danzar. Aunque se ve lejos. La playa en si queda lejos, pero el efecto visual hace ver el oceano mas cerca de lo que está. El olor de la hierva es dulce, y con el olor salino del mar da una extraña convinación. Te quedas ahi un rato, no sabes cuanto, sientes que te calmas, las medicinas ayudan un poco. Miras a la derecha levemente, y notas que el nosferatu, un ser horrendo te mira, y también mira el oceano.

No habías tenido mucho contacto con los nosferatus, sabes que son criaturas horrendas, deformes y apestosas. Cuya maldición trae deformidad. Sólo viste un par, amigos de tu villano sire, pero uno así, nunca.

Te da miedo en parte, pero él no parece muy interesado.

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14/09/2011, 19:32
Director

Luego de un tiempo en paz, puedes ver también a Diego caminando de un lugar a otro pero sin hablarte. Es ahí que una enfermera los llama.

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14/09/2011, 19:32
Director

Luego  de pasar la mañana de manera algo confusa, a cada uno de ustedes una enfermera los llama para una reunión grupal, así que, a pesar de los inconvenientes que han vivido por la mañana, y a pesar de que para algunos es  algo incomodo  se dirigen al salón de terapia grupal.

Notas de juego

vamos allá

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27/10/2011, 16:18
Director

cuatro dias después

Notas de juego

Vamos hacer lo siguiente, quiero que hagas una narración de lo que crees ha sido para ti estos cuatro días siguientes. ¿qué has hecho en especial?, ¿ sí has hablado con alguien del grupo?, ¿si sigues aparte?. Sí ha ocurrido algo en especial.
Te doy libertad que imagines situaciones, y las plasmes, las compartiré con el resto de los compañeros para que entre todos  construyan la historia
Espero tu aporte, para hacer una narración común.

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29/10/2011, 02:01
Kendra

Esos cuatro días, posteriores a su primera sesión de terapia grupal, la habitación de Kendra era un hervidero. Los pocos muebles que poseía los apiló en un rincón. Dormía en el suelo y, en lo posible, se alimentaba en la habitación. Estaba de un genio horrible, tremendamente irascible y al mismo tiempo llena de energía.

Había decidido dejar ese lugar. No quería seguir siendo la prisionera ni conejillo de indias de nadie. Había intentado llamar a Ivette, pero ésta no cogía sus llamadas, tampoco le daban acceso a internet como para revisar el estado de sus cuentas, pero estaba segura de que una fuerte suma de dinero era cargada a la cuenta de ese lugar por cada día que ella pasaba encerrada.

Su opinión de que de nada servía que la mantuvieran allí, obligándola a convivir con cainitas con los que, de haberse cruzado en el exterior, no dudaría en eliminar, sumado a un doctor que la ponía de los nervios cada vez que hablaba, en especial por ese tono condescendiente que usaba. Sentía rabia y estaba segura que nadie más que ella podía ayudarse.

Una de las enfermeras, Blanca, la única a la que Kendra permitía que se le acercase sin que aquello pareciera una batalla campal o la empapelara a insultos, llegó la segunda tarde con una caja de lápices de cera. No le dijo nada, simplemente se los dejó sobre el escritorio y se marchó. Cuando regresó a verla un par de horas más tarde, se encontró con que Kendra había apilado los muebles en un rincón y se había puesto a dibujar, pero no lo hizo sobre un lienzo o un papel, sino sobre la lisa superficie de una de las paredes.

Aquella improvisada actividad la mantuvo con la mente ocupada largas horas y, en parte, fue una vía de escape para toda esa rabia y dolor que anidaba en su pecho. Cubrió la pared de fuertes colores en una composición del todo psicodélica, que parecía más la obra de un niño que la de una especialista en arte.

Kendra seguía aislándose del mundo, del entorno y de sus pares, pero cuando menos las lágrimas habían cesado, no así su rabia.