Partida Rol por web

Me siento en el escritorio, mirando las páginas en blanco. Por más que quiero escribir y pensar en algo, la imagen de Miguel vuelve constantemente. Después de todo, es el parcero el que ha estado pendiente, el que me ha apoyado en todo, en las buenas, en las malas y en las peores. Como ahora. Para qué, pero el hombre logra mantenerme vivo. Y escribo su nombre en la lista de cosas que me motivan a seguir. Y después de su nombre escribo lo siguiente: Es quien me recuerda que se puede seguir y que hay algo más, aún cuando todo esta oscuro. 

Dejo un renglón de espacio y luego miro de nuevo el cuaderno. Aparte de Miguel, no tengo nada más. Curiosidad, quizás. Ver que pasa, cómo todo se vuelve peor. Asi que escribo "curiosidad" en el siguiente renglón. 

En la página siguiente escribo: Qué me hace feliz. Miro la página en blanco, sin saber que poner. Pocos motivos tengo. A veces, pensar en Esperanza me hace feliz. O me recuerda que alguna vez fui feliz. Más que todo, los recuerdos son lo único que tengo. 

Así que escribo "Recuerdos" debajo de ese encabezado. Porque alguna vez fui feliz cuando estaba vivo, es la frase que sigue. Y por más que me esfuerzo, no logro pensar en nada más. Mi situación actual no es algo para estar muy alegre. Pesadillas, drogas, locura...sólo a un malkavian le gustaría estar en algo así. No tengo nada más. Si me pidieran escribir porqué no soy feliz, podría escribir por horas. 

Dejo el esfero y el cuaderno y me levanto. Me siento extraño, como si tuviera fiebre, pero eso es imposible. Un vampiro con fiebre...debe ser malestar nada más. O el clima. Busco algo de ropa limpia y me dirijo a las duchas, con ganas de refrescarme y tratar de relajarme un poco. Veo las botellas de Miguel en la cómoda y las dejo guardadas con una sonrisa algo triste. La sensación de malestar sigue ahi y decido que es mejor que vaya y me vista, quizas hoy pudiera distraerme un poco. 

Sales de tu habitación y lo primero que ves es a Julio, que va con una toalla directo a bañarse, tiene una expresión extraña, es más, el olor de su vitae te llega a la nariz, tiene algo de su ropa rota, como si hubiera sido arañado por un gato.

Entra a las duchas dandose cuenta de tu presencia pero siguiendo derecho.

Mientras caminas escuchas murmullos, ves que emma se asoma de la habitación de Andrew, y el nota tu presencia en el pasillo. La mujer solo se asomo y dejo la puerta medio abierta.

Esa situación te pone a pensar muchas cosas.

Buenas noches.

La cortesía no pelea con nadie, así que saludo a Julio y paso a uno de los cubículos, para quitarme la ropa y bañarme. Sin embargo, en mi cabeza quedaron dando vueltas las imágenes de Emma saliendo de la habitación de Andrew. 

Eso es algo muy inocente, pero parece mucho otra cosa jejeje. Interesante, que esos dos ya se hablen tanto. Julio está equivocado, somos más humanos de lo que piensa. Así actuemos como bestias.

Y mientras, me enjabono y me tomo mi tiempo bajo el agua, para despejarme.

Mira la escena un poco confuso, sin saber que hace Diego en esa posición, tan cerca de su habitación. ¿Acaso estaba escuchando? Intenta olvidar esa cuestión, ya que nada del mundo le desagradaría más que sus propios sentimientos fueran divulgados por el simple hecho de que fueran descubiertos de tal modo

- ¿Te ocurre algo, Diego? - pregunta mientras se incorpora

Eso lo escuchas decir en el camino hacia la ducha, en realidad lo escuchas demaciado tarde. Ves que Julio esta bañandose en silencio,  y aun no te ha respondido nada. Te quedas con la duda de que habrá pasado con Andrew.

Aun estoy muy alterado, aunque intento que no se me note.

Entro en la ducha sin fijarme si ése tal Diego también entra detrás de mi y pronto tengo el agua caliente deslizándose por mi cuerpo. Me recreo en ello, me relaja y me ayuda a recuperar el control.

Pienso en la ropa que he destrozado hace un instante y maldigo mis entrañas por ello. Creo que aun me queda un traje en la maleta y alguna ropa de sport, así que podré salir del paso. Luego llamaré a Henry para pedirle que me envíe ropa.

Ambos se bañan en silencio, en realidad es raro, el agua corre y ambos estan metidos en sus pensamientos, en sus problemas.

Tras un buen rato bajo el agua, donde dejo pasar los minutos como si cada uno de ellos se llevase un poco más de sufrimiento hacia el sumidero, cierro el grifo y salgo de la ducha y me comienzo a secar mi cuerpo con la toalla. Me dirijo hacia los espejos, mirandome en ellos mientras libero a mi piel de humedad.

Antes no hice caso alguno de Diego, pues no estaba de humor, pero si aun estuviera por aquí lo saludaría.

Miro con curiosidad las demás duchas, sin moverme de donde estoy, para saber si hay alguien más o si, por contra, estoy solo.

De repente escuchas que alguién más entra y por la voz te das cuenta que hay problemas, parece que es Eduardo, muy molesto.

Entro a las duchas y ha sorpresa, la persona que menos quería ver el día de hoy.

Qué gran sorpresa encontrarme con el señor Julio. Digo con total sarcasmo. Mira idiota, por tu causa me he ganado un problema, lo miro con desprecio, así que evita hacer tus jueguitos inutiles al lado mio, o te arrepentirás.

Pateo una   de las sillas de madera.

Maldito burocrata tramposo, ¿crees que puedes engañar a todos aquí?

Desconozco quien más esta en las duchas.

Tranquilamente, entro a una de las duchas donde dejo que el agua me relaje un poco. Me quedo bajo el chorro tratando de no pensar, disfrutando al fin de un corto momento de paz sin recuerdos ni pensamientos que me atormenten. El agua arde un poco en las cicatrices, y recuerdo que llevo al menos un día sin usar la crema cicatrizante que creo mi sire. Espero que Julio no las vea, ya que no quiero que nadie me pregunte o me haga recordar lo que pasó. Sin embargo, desecho de inmediato ese pensamiento y trato de volver al estado de mente en blanco que había logrado alcanzar. 

El ruido me hace volver a la realidad. Oigo a Eduardo hablarle agresivamente a Julio, y lo último que falta en este sitio es que haya una pelea como si fuera un colegio. Cierro la ducha y me envuelvo con la toalla, secándome. Luego me visto, cubriendo las marcas que dejó mi pasado. 

Eduardo, cálmese. Este no es el lugar y esa no es la forma de dirimir problemas. Si tienen algún inconveniente, bien pueden hablarlo con el doctor. No es necesario que sea agresivo. Que tengan una buena noche. 

Me dirijo a mi habitación, sin decir nada más. Una vez llego, cierro la puerta, busco la crema, me quito de nuevo la ropa y procedo a ponerla en mis cicatrices lo mejor que puedo. En silencio, espero a que se seque antes de vestirme de nuevo. Veo el cuaderno sobre la mesa, y el libro que he tratado de leer en vano. Sin embargo, siento que no quiero quedarme encerrado de nuevo, sino que quiero caminar, salir a tomar el aire fresco al jardín. O bueno, salir a que el viento me de en la cara, ya que respirar es un asunto del pasado. Cuando estoy listo y vestido de nuevo, salgo hacia la sala común y el jardín. Y mientras, me esfuerzo por no pensar a menos que sea necesario. 

Ahora que había conseguido calmar mis ánimos, llega este pusilánime amenazándome. Por un instante, la relativa calma que había conseguido al ducharme me abandona súbitamente, recibiendo una explosión de adrenalina empujada por la necesidad de liberar todas las frustraciones que he ido acumulando estos días. Como un relámpago*, le salgo al paso antes que entre en ninguna ducha y de una palmada en el pecho lo empujo hasta que su espalda da contra la pared.

Me acerco a él, con mirada desafiante, mientras murmuro:

- Escúchame bien, drogadicto imbécil, aquí el único que debe andarse con cuidado eres tú. Debí suponer que te irías de la lengua, pues tu estabilidad emocional es la de un insecto. No se te ocurra amenazarme, insultarme ni dirigirme la palabra si quiera, o te aplastaré como la cucaracha que eres. ¿Me has entendido, despojo?

Mi mirada muestra una rabia enorme. Exagerada. Pues focalizo en Eduardo toda mi tensión y frustración, como si él fuera el culpable de mi estado y de mi agitación interior. A cualquier mortal le helaría la sangre mirar a mis ojos en este momento.

Tus palabras no son suficientes para calmar la pelea. Dado que ambos se estan provocando. Decides salir, y al hacerlo  vas directo a tu cuarto no sin antes escuchar un "a mi no me jodes". de manera fuerte fuerte,   "te puedo marcar tu cara maricon".  luego ves que corriendo hacia el baño entra un enfermero, es ahi donde te das cuenta que el problema estará solucionado. Tienes muchos problemas para fijarte en el de los demás.

Tras arreglarte y sales de tu habitacion ves a Andrew en el pasillo, al cual le regalas una mirada, y sigues caminando, vas hasta las zonas comunes, caminas y ves lo mismo de siempre, esta la enfermera, brindando vitae, y tras mirar el cristal ves a la peliroja, sentada mirando el mar, totalmente concentrada.

En realidad te mantienes aparte, pensando en tus cosas es en esos momentos que una enfermera te llama para una reunión

Luego  de pasar la mañana de manera algo confusa, a cada uno de ustedes una enfermera los llama para una reunión grupal, así que, a pesar de los inconvenientes que han vivido por la mañana, y a pesar de que para algunos es  algo incomodo  se dirigen al salón de terapia grupal.

4 dias después.

Han pasado cuatro dias, sin embargo hay algo que te preocupa, cuando has llegado a tu cuarto y has buscado las botellitas de licor que has escondido, no estan. Durante ese tiempo has tratado de averiguar que paso con ellas, pero al parecer, el personal no las tiene, pues no has recibido un llamado de atención, durante este tiempo no tienes idea de quien las tenga.