Partida Rol por web

Cuando cierras la puerta y la mujer sale te deja con una impresión infantil, esa mujer te recuerda a tu abuela, o... a tu nana. Tu madre los dejaba a veces con una mujer de color que les cuidaba, se llamaba Tulia, y era una mujer muy dulce. Es una lástima que muriera joven de un infarto, era como una segunda mamá.

Mientras te cambias de ropa,  comienzas a relajarte, y de repente tus ojos se cierran.

 Cierro los ojos, y de nuevo mi mente se desvía a sueños que son recuerdos de mi infancia. Por algún motivo, esta enfermera me recordaba al ama de llaves de mi casa, que no solo ayudaba a mi mamá a cuidarnos sino que le ayudaba con algunas tareas de la casa. Ya después pudieron contratar a más gente, segun fueron ganando dinero mis padres. Pero Tulia fue siempre a la que más quisimos. Desafortunadamente ella murió joven, y esa fue la primera pérdida que enfrente en mi vida. Y también fue uno de los motivos que me llevó a encaminarme hacia la medicina. Hacía mucho no pensaba en ella.

Sueño con el patio de mi casa. Estaba jugando con Alejandro y Guillermo, mis hermanos. Y en el otro lado, están mis dos hermanas, Gabriela y María. Estabamos jugando con un balón, cuando de repente Guillermo, el más pequeño, le pega mal y golpea de lleno a Gabriela con la pelota. Las lágrimas fueron inmediatas, y de inmediato llegó Tulia. Era la primera vez que nos cuidaba.

"¿Qué pasó? ¿Porqué está llorando la niña?"

Mi hermano estaba asustado, y yo estaba tratando de calmarlo, así que el que habló fue Alejandro.

-"Lo que pasa es que estábamos jugando y el balón se fue mal, y le pegamos pero fue sin querer"

Tulia nos miro con seriedad, y luego reviso que mi hermanita estuviera bien. Afortunadamente solo fue el golpe. Luego nos dijo:

"Deben tener más cuidado cuando jueguen. Acuérdense que las niñas son mas delicadas, y ellas no tienen porqué llevar del bulto cuando ustedes juegan. Niño Alejandro, usted que es el mayor tiene que andar pendiente siempre de que sus hermanitos no se lastimen, ni con las cosas ni entre sí. Y niño Diego, ponga atención que eso es para usted también. Si su hermano mayor no está usted es el que tiene que estar pendiente de ellos. Ahora vayan y jueguen en otro lado, o tengan más cuidado."

Nosotros solo asentimos y salimos a jugar al patio externo de la casa. Todos temíamos una reprimenda con correazos incluidos, pero ella nos supo corregir con palabras. Desde entonces, tanto Alejo como yo estuvimos siempre pendientes de los demás. Y cuando me fui a Bogotá, Alejandro fue el que se encargo de ver por los menores. Y fue Alejandro el que recibió "mis huesos" cuando debí fingir mi muerte en Viena. Que dura carga debió ser para el tener que consolar a mi familia. Lo ultimo que supe fue que el murió hace ya 10 años, en la casa que fue siempre de la familia. 

Hace mucho que murió, pero sueño con el, con nuestra infancia. Con recuerdos y más recuerdos.

Despiertas pensativo, en realidad, es la primera vez en mucho tiempo que no tienes una pesadilla, pero adicional a eso, soñaste con tu hermano. Alejandro era un buen sujeto, y puedes decir que aunque la diferencia de edad entre ambos era de unos tres años, eran muy unidos. Tu madre había tenido a tus hermanos casi a un año o año y medio de diferencia cada uno.

Cuando mueves la cabeza, sientes ese mareo, y sí, nauseas. Es curioso, ¿porque tienes ese síntoma?

No tienes muchas ganas de moverte, escuchas un poco los quejidos de los otros pacientes, y de repente sin razón alguna, estas llorando.

Sí lloras, pero parece ser que no tienes un motivo aparente, aunque ahora que lo piensas, sí, si lo tienes... tu familia, perdiste a tu familia. Nunca pudiste estar al lado de tus padres en su lecho de muerte, no pudiste acompañar a tu familia en los momentos felices y tristes, simplemente no estabas ahí.

La medicina esta vez era un poco más fuerte, o así lo sientes. Sabes que ya cayó el sol...

 Me siento incapaz de moverme. Por las nauseas y el mareo. Y por la tristeza, simplemente no tengo energía como para hacer nada. Cierro los ojos, pero empiezo a pensar en todo aquello que perdí. No pude ver a mis hermanas casarse, no pude ver a mis hermanos empezar sus negocios, no pude acompañar a mis papás cuando se murieron. Me pregunto si ellos desde donde estén me pueden ver. Yo creo que ya no quieren saber nada más de mi. Es mejor que trate de romper con todo eso, porque me voy a volver peor de loco si solo pienso en todo lo que perdí. Ya no hay nada que pueda hacer, más que esperar que ellos estén bien. 

Es oficial, si me quedo encerrado voy a terminar suicidandome. Me levanto, y me quedo sentado un momento tratando de controlar el mareo. Apenas me siento capaz de ponerme de pie, me dirijo a la cómoda, donde saco una toalla y la ropa que voy a usar hoy. Y veo la crema que me dio mi sire para las cicatrices. Es ahi que recuerdo que mi cuerpo parece un mapa. Espero que haya al menos una cortina o algo para que no me vean. Pero lo dudo mucho. Dejo la ropa en el cuarto y me dirijo a la ducha solo con la toalla y unos boxers, ya que debo ponerme la crema y dejar que seque antes de volverme a vestir. 

Cuando vas a buscar la ropa,  y buscas en la cómoda, sientes una forma inusual en una pila de prendas. Cuando revisas, te sorprendes al ver una bolsa con frasquitos de licor de los que usaron en el avión. ¿Cómo llego eso ahí?. Miguel evidentemente había tomado muchos frascos en el avión, pero al parecer no los usaron todos...

Consciente de que eso te puede generar problemas  ocultas la bolsa en la ropa, y sales con la toalla por el corredor al sector de duchas, pensando aun sobre los frascos. Tienes la crema y algunas cosas personales, en la puerta del baño esta el hombre moreno en la puerta y otra enfermera. Al lado derecho los hombres, al lado izquierdo las mujeres.

Entras al sector de duchas,  y el hombre negro. Orlando entra al cubículo y se queda en el borde de la puerta. Evidentemente cuidan a los pacientes durante el baño.

 Las duchas son cubículos  separados, que tienen una puerta metálica que cubre el cuerpo a los demás.

Hay un espejo grande.

Estas solo, no hay ningún otro en las duchas. Cuando te desabotonas la camisa notas que las heridas están curando gracias a la crema que te dio tu sire, más rápido de lo que pensabas, es una lástima que Miguel se negara a usarla.

 Menos mal no hay nadie. Es lógico que alguien se quede vigilando, para evitar peleas y suicidios. Entro al cubiculo y cierro la puerta, y ya alli me desnudo, abro la ducha y dejo que me caiga un buen chorro en la cara y el cuerpo. Es una buena forma de desestresarme, siempre pensé que el agua era perfecta para llevarse consigo las tristezas y los problemas, aunque fuera solo por un tiempo. Por un momento, el mareo se va, y me siento tranquilo. Dejo que esa sensación me invada, y ahi si empiezo a bañarme. Habia pasado un buen tiempo desde el baño que tome en casa de mi sire. 

Las cicatrices van cerrando, voy a quedar como un mapa un rato bastante largo, eso no hay quien lo evite, pero la mezcla de mi sire si que funcionó. Quedó muy bien hecha. Lástima que el tres-se no quisiera usarla, pero ni modo. Allá el, ojalá este bien y le este yendo bien en Cuba. Que pesar que el hombre sea tan terco a veces, es un buen tipo. La verdad no entiendo como el esta tan apegado a mi, con todo lo que le he hecho y todo lo que ha pasado. En fin, ojalá este bien. Que berraco de dejarme las botellas, ¿ahora yo como salgo de esa vaina? ¡eh ave maría!

Apenas termino de enjuagarme el cuerpo y la cabeza, me dejo otro minuto debajo del agua, cierro la ducha y empiezo a secarme, para poder vestirme e ir a mi cuarto a aplicarme la crema. 

El baño te ayuda, el agua sueñe tranquilizarte. Sales de la ducha aliviado al pensar que posiblemente no te quede cicatriz, si sigues utilizando la crema.

Mientras te estas secando y justo cuando creiste que estabas solo, entra el hombre elegante con una bata de ceda negra,  es el toreador al que llaman Julio. Te pones la bata que te cubre el cuerpo esperando que el hombre vea tus cicatrices.

 Al ver que alguien más entra, me seco con rapidez y me visto pronto, sin decir palabra. Y luego salgo a mi habitación. No quiero que nadie mas vea las cicatrices en mi cuerpo.

Llegas al cuarto tras la mirada interrogante de Julio, tu ignoras lo anterior, y cuando estas a punto de salir  casi te atropella Andrew quien  se ve totalmente aterrado, entrar a las duchas.

Comienza a abrir y a cerrar las manos con nerviosismo. Mirando en cada rincón o esquina, en busca de ellos. Lo persiguen, lo buscan, como siempre han hecho. Pero no piensa dejarse coger. Se toca la cabeza, arrastrando su mano para peinarse el pelo. Se lo retira del rostro, al igual que el sudor

- No me cogerán, esta vez no, estoy a salvo, no pueden tocarme... - murmura con un marcado examen hacia toda la habitación en la que se encuentra

Abandona de lleno la ruta que tenía, volviendose de golpe en la dirección contraria. Hacia las duchas. Un poco de agua despejaría las ideas. Entretanto, sigue murmurando

 Voy caminando a paso rápido, cuando veo a Andrew dirigirse a las duchas, hablando consigo mismo. Esta visiblemente agitado. Un instinto salido de no se donde me motiva a hablarle, quizas así pueda tranquilizarse. 

¿Andrew? Andrew, ¿está bien? Nadie lo está siguiendo, cálmese por favor. 

Mantengo una cierta distancia, no quiero que reaccione peor, pero lo miro con atención. Se que esto no me importa, no debería importarme, pero es un contraste entre el hombre con el que hable anoche y el que se presenta ahora. Es un recordatorio de que estamos en un manicomio, y por una buena razón. Y supongo que así me verán si me llega a dar una alucinación como la del otro día.

Miro la situación con curiosidad, pero no les digo nada. Me siento sucio, necesito una ducha para limpiar mi cuerpo y mi conciencia. Para aclarar mis ideas.

 Les saludo con un simple gesto de la cabeza, sin esperar respuesta alguna.

 Busco una ducha que esté lo más limpia posible y me meto dentro a asearme.

Mientras estan en eso, ves que Everet, el supuesto nosferatu, también entra con pocos animos al baño, ve la situación de manera silenciosa.

 "demasiada gente" estoy tentado de irme sin mas y me quedo quieto indeciso por un largo momento

"este sitio va de enfrentarse a eso, ¿no? los miedos y demás"

Enfrentarme a mis miedos, me lo repito varias veces mientras camino a las duchas ignorando a todo el mundo, una vez dentro busco la mas alejada y me dirijo a ella

Los observa a todos, con pánico

¿Serán ellos? ¿Están aquí porque Ellos los han enviado? ¿Por qué si no le miran así?

¡Dejadme!

Se aturrulla y se cubre la cabeza, retrocediendo sin mirar a donde. Lo único que quiere es desaparecer, no quiere existir. O mejor, estar en cualquier otra parte.

Son Ellos, vienen a por ti, no te quieren bien, ¡tienes que escapar!

De nuevo pensando sobre sí mismo como si de otra persona se tratase. Pero no es consciente de ello. Necesita encontrar una salida, y rápido si no quiere morir en sus manos

Señor Calmece. Digo al paciente que huye,  y que esta desconfiado. Hago una señal para que el hombre de seguridad apoye. El hombre esta tratando de escapar. ustedes. Les habla a everet y a ti, sigan en sus asuntos.

Observas como Andrew corre totalmente paranoico hacia la salida, fuera de sí y lleno de pánico, mientras el enfermero y el vigilante tratan de calmarlo, una escena conocida. Siguiendo las recomendaciones, ignoras a Everet y te diriges a tu habitación, mientras piensas que tus palabras no ayudaron a ese hombre rubio que se notaba aterrado.

Cierras la puerta al ingresar a tu espacio, necesitas algo de privacidad, aunque esperas que Andrew se calme.

 Ya en mi habitacion, cierro la puerta y me quito la bata, me dirijo a la cama y empiezo a aplicarme la crema sobre las cicatrices de mi cuerpo. Cuando debo hacerlo en mi espalda, trato de cubrirlas lo mejor posible. Sin embargo, hay algunas que no quedan muy bien cubiertas. Me levanto y doy algunas vueltas por el cuarto, mientras se seca la crema. 

Es posible que Andrew sea paranoico, espero no haberlo empeorado. Ojala se mejore pronto. 

Apenas se seca la crema, me visto; selecciono buena ropa, una camisa blanca y un pantalón oscuro. Al terminar me acuesto en la cama y sigo leyendo el libro, no tengo muchas ganas de salir hasta que hable con el doctor. 

Mientras lees el libro tratas de concentrarte en la trama pero justo en ese momento escuchas un gran estruendo frente a tu puerta,  te levantas y  sales a ver. Frente a ti esta  una mujer caida. La reconoces es la peliroja que habian llevado al cuarto arrastrando.

 ¡Esta peor que yo! ¿Esta bien señorita?

No puedo evitarlo, soy un caballero. Las enfermeras se aproximan, pero yo que estoy mas cerca me agacho y levanto a la mujer, y la llevo a la silla más cercana para que pueda recuperarse. Sin embargo, este arranque de caballerosidad me recuerda algo muchisimo más terrible. Me recuerda el momento en que no fui un caballero, y me convertí en un monstruo. En mi mente se forma el recuerdo de ese instante en que tomé la vida de esa niña. 

Desesperado, me llevo las manos a la cabeza y cierro los ojos, me apoyo en la pared para no caerme. Me miro las manos, y las veo cubiertas de sangre como esa noche. Las sacudo, intento limpiarlas una contra otra, pero siguen manchadas. Cierro los ojos de nuevo, y me repito suavemente a mi mismo, como un susurro: esto no esta pasando, es solo una alucinación. 

Abro los ojos otra vez, pero las manchas no se van y el dolor de cabeza aumenta hasta hacerse casi insoportable. Llevo las manos a mi cabeza otra vez, intentando contener el dolor. Miro de nuevo a la chica que levante, y me sorprende ver que ella no esta manchada de sangre por mi contacto. Pero mis manos no dejan de gotear sangre.