Partida Rol por web

Perdone que lo interrumpe Diego. Digo de manera calma. La idea es que este tratamiento les sirva a todos, sí no se sienten a gusto, ¿podrían hacer algo para solucionarlo?

Kendra vio con frustración que, por más que quisiera, no podía abandonar la habitación. Era como si el doctor la hubiera encadenado a esa silla. Se sintió prisionera. ¿Eso era realmente ese lugar? ¿Una prisión? Puede que no lo fuera, pero así es como se sentía.

Sin embargp, por muy prisionera que fuera no estaba obligada a escuchar -o eso creía-. Todavía sentada, anclada a la silla, recogió las piernas, se abrazó a ellas y escondió la cabeza. Su cobrizo cabello cayó cual cascada hacia delante cubriéndole el rostro y con ayuda de sus manos se tapó los oídos. Se refugió en sus recuerdos.

Kavi cubrio su boca con una de sus manos mientras la otra parecia frotar su rodilla, miro al doctor y su rostro reflejo que no podia contenerlo mas... pasaria al igual que en su oficina? - Doc, tengo que salir... Es necesario, nu puedo enfrentarlo aqui es peligroso - Susurro; su mandibula se tenso por completo casi podia oirse el rechinas de los dientes.

Las voces y lo que parecio el comienzo de la discordia le tenia preocupado asi como tambien utilizando su completa voluntad para evitar qeu apareciera.

- No se trata tanto de estar o no cuerdo, si no de lo que los demás opinan que es la cordura. De eso va todo esto, al fin y al cabo. Estamos aquí para reeducarnos y encajar en ese patrón. Nada más. Nuestra salud mental es un tema secundario. Ornamental.

Hasta este episodio de mi vida no me había dado cuenta cuanto dependemos de lo que los demás consideren de nosotros. Y ahora que lo sufro en mis carnes, no me gusta. Mientras encajas en la sociedad, todo parece bien. Los problemas de los que quedan fuera, son lejanos. Pero cuando toca en carne propia, ahí eres consciente de la injusticia que rige nuestro dramático mundo. He pasado de ser alguien respetado y admirado en la sociedad vampírica a un apestado. De una noche para otra. Es duro de digerir algo así de radical.

Tras las palabras de Eduardo, lo miro con fiereza y respondo a sus palabras.

- Si he tenido o tengo crisis es cosa mía. Tú las tienes a diario, en cuanto te alejas medio metro de las drogas, así que no vengas ahora a dar lecciones, yonkie zarrapastroso. Me he medido con hombres mucho más dignos que tú por mucho menos, así que no sigas buscándome o acabarás por encontrarme. Y te aseguro que no te va a gustar.

Ese maldito drogadicto consigue que me hierva la sangre. Si estuviéramos en otro contexto ya habríamos "arreglado nuestras diferencias" hace tiempo.

Luego la triste Emma interviene, así que dejo que la ira se diluya en la conversación de la sala, pero es amargo su sabor.

- Sí doc. - Le respondo al psiquiatra - Podría darme el alta, eso solucionaría todos mis problemas... y quizá los de alguien más. - Digo en clara referencia a Eduardo.

Escucho lo que tienen que decir y respondo. Bueno, al respecto quiero aclararle una cosa a todos, los miro, y bueno, creo que voy a tener que decepcionar a mas de uno aquí con mi respuesta, lamento decirles, que a pesar de que ustedes sientan que deben  ser merecedores del alta, esto no ocurrirá, hasta tanto todos hayan hecho cambios.  Miro en especial a Eduardo y a Julio.  Cuando ingresaron a esta institución, aceptaron que yo tendría el control sobre su tratamiento, y como aceptaron las condiciones, solo, y repito, sólo, recibirán el alta cuando sea debido...

Por mucho que se queje Eduardo, Julio y los demás, lo lamento,  no hago las cosas de manera mediocre, sí ustedes salen de aquí saldrán cuando se encuentren bien.
¿se entiende?

Entonces NUNCA saldremos. Murmuro con algo de tedio.

Bueno,  no planeo tenerlos aquí por mucho tiempo, pero, si los años pasan y ustedes no han puesto de su parte para sanarse, se quedarán. Reparo.
Además, me ha surgido una maravillosa idea, ya que Julio y Eduardo tienen sus reparos  el uno con el otro,  ninguno de los dos saldrá hasta que el otro mejore.
Me parece que eso los ayudará a trabajar en equipo.

Pues a mí me parece  PESIMA IDEA. Digo muy molesto. ¿qué pretende hacer?

Ayudarlos. Digo seriamente. Y a menos que ustedes dos cambien la actitud, podre pensar ser más flexible, pero no puedo permitir peleas infantiles en este sitio...
¿entienden eso?

Miro a Kavi, 
Kavi estas mejor aquí dentro, creo que entre todos podremos ayudarte,  aquí hay maravillosos guerreros..

Miro a los demás haciendo una pausa.

Esto que está pasando lo digo en general, aquí ustedes vinieron a mejorar,  así que me gustaría que conversaran en relación a como pretenden ayudarse los unos a los otros para salir de aquí, sanos.

Los miro a todos.

Los escucho.... nadie saldra de aquí hasta que todos hablen.

La idea del doctor de que la curación de Eduardo y Julio vaya de la mano me hace reir, es una risa desagradable, seca y rasposa. Hacía mucho que no reía

-¿que nos ayudemos unos a otros a salir de aquí?- hay burla en mi voz, un cierto humor siniestro

Extiendo mi mano abierta hacia Julio, la palma esta llena de llagas enfermizas -yo podría enseñarles que esos problemas que creen tener no son nada, seguro que eso les ayudaría mucho-

Luego cierro el puño y lo escondo en mi regazo volviendo a mi actitud y tono de voz normal 

-yo necesito pensar, solo eso, tengo que entender lo que me dijo, cuando lo consiga... no se, tal vez me cure, aunque no se lo que significará eso-

Kavi se mantuvo en un estado cuasi catatonico hasta qeu volvio a mover sus extremidades girando su cuello par aobservar a los presentes, ayudarse? si eso parecia ser buena idea aunque en estos tiempos TU cuidas tu propio culo y no el de los demas; esto podia ser una buena idea como una fatal falacia donde serian condenados a estaaar en este lugar por lo que restaba de su misera eternidad.

El joyero sintio un ardor en sus manos similar al del sueño donde todo parecia escaparse entre sus dedos, donde todo estaba destrozado al igual que sus recuerdos.

-Yo estoy dispuesto a seguir con esto - Dijo con algo de dudas pero mas certeza que el primero de los sentimientos - No se a quien podre ayudar, pero el momento llegara de eso estoy seguro -

Mi primera expresión ante la propuesta del doctor es de horror. Me pongo de pié. Pensar que mi destino pueda estar ligado al de Eduardo no me complace en absoluto. Acto seguido, mi yo sarcástico vuelve a tomar el mando y le propongo al psiquiatra:

- La solución entonces es fácil, doc. Eduardo es un drogadicto, ¿verdad? Pues entonces sólo ha de pasar el síndrome de abstinencia completamente para curarse. - Mientras hablo, camino arriba y abajo, como un felino, haciendo gestos grandilocuentes con mis manos, como un prestidigitador - Enciérrelo en un ataúd reforzado, para que no pueda salir, y déjelo dentro hasta que esté curado del todo. Quizá un letargo de un par de meses solucione su problema. - Enfatizo la última palabra con ironía.

- Ayudar a los demás creo que está lejos de mi área de influencia, doc. - Continúo - Cada cual tiene sus demonios interiores y han de luchar solos ante ellos. No creo que podamos ayudarnos. Por lo menos no se me ocurre forma alguna.

Observo a Everet y su mano extendida. A mis ojos, a pesar de resultar repulsivo, es el que más respeto me merece de los que están aquí. Amante como soy de lo hermoso, no creo que soportara ni un segundo encontrarme en el lugar de Everet. No habría durado ni una década, me habría quitado la no-vida mucho antes. Me habría lanzado a la pira ardiente, como hiciera Margarita en su día.

Entonces el recuerdo de Margarita vuelve a mi memoria, en un lugar tan inoportuno. Hace tiempo que no la veo. Es extraño. - ¿Por qué me estará esquivando últimamente? - Pienso con algo de amargura. Pronto regreso a la sala, como si me hubiera evadido unos instantes. Vuelvo a fijarme en el personal.

Kavi, me parece totalmente desquiciado. Y sobre los demás mi opinión es aun indiferente. No sé nada de ellos. Sólo Mariana parece querer vivir con relativa normalidad. Y eso, en un lugar como aquél, podría ser signo de la más profunda locura.

- ¿Cómo pretende que nos ayudemos, doc, si a duras penas podemos ayudarnos a nosotros mismos? - Miro al doctor Linus a los ojos - Si a penas creemos seriamente que debamos estar aquí dentro. Lo mío es simple burocracia, doc. Y usted lo sabe. - Mi mirada se endurece - Sé que me hará sufrir y que querrá jugar conmigo como si fuera su marioneta, al igual que con todos estos desgraciados. Como un absurdo Frankenstein del cual somos nosotros sus muñecos. - Avanzo con seguridad hacia el doctor y acerco mi cara a la suya - ¿Y a usted, doc? ¿A usted quién le ayuda?

De pronto Kendra comenzó a reír, a carcajadas. La posición antes adoptada estaba prácticamente inalterable, la única diferencia era que ahora miraba fijamente al doctor Linus y lo hacía de modo desafiante, pero al mismo tiempo divertida. ¿Se burlaba de él?

-Aceptaron que yo tendría el control sobre su tratamiento -comenzó a decir imitándole-... Aceptaron las condiciones... ¿Aceptar? ¿¡Aceptar!? -su voz reflejaba molestia- ¡Mentiroso! Me tienen aquí a la fuerza, me trajeron engañada... ¡¡Yo no he consentido nada!! ¡¡NADA!!

Pero mtan pronto como dijo aquello su voz bajó de intensidad y dejó de mostrarse amenazante. Sus ojos se llenaron de sanguinolentas lágrimas.

-¿Quiere ayudarme? ¿De verdad quiere hacerlo? -preguntó con voz apagada- Sólo hay una cosa que puede ayudarme, y esa es la muerte, la verdadera muerte. Es lo único que puede poner fin a mi dolor...

Miro a Julio y le digo. Bueno, sí esa es tu solución, posible también a ti deban encerrarte en un ataud hasta que se te pase, lo que sea que no has dicho que tienes,  aunque sí tu locura es tu eho, creo que me quedare el resto de mi existencia en este lugar, porque no creo que eso desaparezca...

Maldición, y que hago sí el médico cumple su promesa, no puedo soportar estar con ese sujeto por mucho tiempo...

Yo... soy un desastre,  no se sí pueda ayudar a los demás, ni siquiera puedo ayudarme a mi mismo.

Miro a los demás mientras escucho lo que dicen. Yo ... yo...  po-podre intentarlo. Miro a Emma en ese momento.

Me encuentro muy pensativo. Yo creo que nada me va a sacar de esto, a veces siento. Miro al suelo. Qué ya he hecho muchas cosas malas en mi vida, y que simplemente, merezco todo lo malo que me sucede... yo puedo tratar de ayudar a los demás, digo de manera sincera, pero,  de veras que, a veces me siento como un ciego al lado del camino... sí alguien puede ver algo que yo no, qué me lo diga.

Bueno,  le digo a todos,  supuse que no sabrían  que hacer. Les digo claramente, pero les invito a buscar ayudarse los unos a los otros, mi experiencia dice que aunque  ustedes solucionan sus problemas por si mismos, lo hacen más rápido con la ayuda de los demás...