Partida Rol por web

No sabía qué atender. Durante bastante tiempo, a nadie le había importado lo que pudiera hacer y ahora de repente, un hombre herido y la nave corría peligro.

Me acerqué deprisa a ver aquel ser. Su sangre era alguna clase de ácido que estaba perforando el suelo.

-Es demasiado tarde. Está penetrando a través del casco. Si su nivel corrosivo es demasiado elevado, podría incluso terminar por agujerearlo entonces tendríamos un problema grave.

Me levanté. De momento, parecía que no había llegado a tanto, pero lo sabríamos en unos segundos. Mientras tanto, me volví hacia Tristán. Su herida tenía mal aspecto. No era médico, pero tenía conocimientos en anatomía y fisiología básicos.

-El ácido está alcanzando las vísceras. Harry, debe limpiar la herida pero antes, también debería anestesiarlo.

El movimiento que le salvó la vida le hizo alejarse demasiado de sus dos compañeros. No tenía más remedio que volver a la Greta.— Lo siento chicos, vuelvo a la nave— Siguió con el poco combustible que le quedaba hasta la misma esclusa que utilizaron para salir. Una vez dentro de la nave se dirigió hacia el puente, desde allí lo tendría más fácil para controlar si sus compañeros llegaban a su objetivo.

La entrada en la nave fue sencilla. Una vez presurizada la cámara, notaste el silencio que te rodeaba por todas partes, hasta que de repente, te llegó un grito, procedente de la zona inferior. Era un sonido de dolor, de alguien a quien no identificabas, pero que claramente distinguías a pesar de llegarte amortiguado.

Rápidamente, te dirigiste hacia la zona inferior, y al llegar al hangar, contemplaste la escena.

Tristan estaba rabiando, en el suelo, con las manos sujetándose el vientre, mientras doc y Gemma hablaban junto a él. McFadden también estaba cerca, pero sosteniendo un arma y examinando algo que había en el suelo, una extraña criatura de ocho patas y más grande que dos manos, que estaba muerta. 

Y a lo lejos, entendiste lo que había sucedido. Uno de los contenedores estaba abierto y estaba claro que no era cualquier cosa lo que había salido de allí.

El impulso que se dio Smith no solo lo alejó de la roca, sino que logró aproximarse definitivamente hasta la nave, dejando atrás a Paul. La nave parecía estar acercándose demasiado deprisa, por lo que alargó las manos y en el último momento, logró activar mínimamente los retropopulsores a tiempo y agarrarse a la esclusa.

El tirón amenazó con romperle el brazo, pero Smith aguantó y se giró para contemplar la aproximación de Paul.

Al menos ya estaba en la nave, pero no sabía si al final sería el único en llegar a ella. Solo podía esperar y por si hacía falta, estar preparado para ayudar a su compañero.

Respiró aliviado al entrar por la esclusa. En su mente solo había una cosa, que sus compañeros llegaran con éxito a la otra nave. Así que después de dejar el traje con cuidado en su lugar, se marchó a toda prisa hacia el puente.

El ambiente del interior de la Greta no se diferenciaba mucho del exterior, el silencio reinaba y aunque no le cuadraba mucho ese echo, lo achacó a que estaban todos ocupados intentando solucionar los problemas que tenía esa chatarra de nave en la que se encontraban.

Paró en seco al escuchar un grito «mierda!! que es lo que está pasando?» Salió corriendo en busca del sus compañeros .

Al llegar al hangar y ver la escena que tenía delante maldijo en voz alta y se dirigió hacia McFadden —¿Qué es eso? —dijo mirando a lo que había en el suelo.

-  Eso es algo  muerto. -  Dijo resaltando la obviedad. - Pero aún muerto, sigue dando problemas. Su sangre... - Hizo una pausa para pensar  en lo que acababa de decir. ¿Era ese ácido su sangre? - ...es terriblemente corrosiva. ¡Mira! - Señaló el agujero que el ácido  estaba provocando. - ¡Va a afectar a la nave!

El capitán también pasó apuros, pero logró llegar a la nave a toda velocidad. No se si se habría hecho daño al estamparse contra el casco, pero tendría que aguantarse por el momento, como hacía yo con las ganas de mear. Mi viaje fue más tranquilo, hasta el punto de disfrutar de él. Me entretuve mirando la nave y los asteroides cercanos, mientras iba avanzando hacia allí. Eso me dio la percepción de en qué estado se encontraba la nave y dónde estaba la entrada a la misma. Cuando llegué a donde estaba Smith, le indiqué que me siguiera hacia la entrada. Dentro de poco, estaríamos dentro y veríamos qué podíamos rapiñar...

La esclusa estaba al lado, así que no tardasteis nada en abrir la puerta y entrar. Había energía, así que pulsasteis el botón para presurizar y tras treinta segundos, la luz verde indicó que ya se podía entrar.

Abristeis la puerta... y entrasteis .

No parecía haber nadie, y los indicadores señalaban que había una pequeña atmósfera pero enrarecida. No parecía ser conveniente respirarla durante demasiado tiempo. La temperatura era bastante baja, cercano a los -10ºC, por lo que quitarse los trajes tampoco era recomendable.

La sala se comunicaba por tres pasillos, hacia la derecha, la izquierda y justo enfrente.

Una vez dentro, miré los valores de la atmósfera y la temperatura. Parece que tendría que aguantarme hasta el regreso a la Greta. Me acerqué al panel de control más cercano y empecé a teclear rápidamente para sacar información del ordenador. Lo primero, ver dónde estaban los baños qué tal estaban las funciones principales de la nave y si había alguien vivo en ella, aparte de notros dos. Lo segundo, vislumbrar un pequeño esquema de la nave para poder orientarnos e ir al puente de mando.

Aquella nave tenía todo el aspecto de ser un transporte comercial de clase M, lo que indicaba que tendrían cápsulas de hiberación. Por otro lado, esa clase de naves estaba organizada en dos cubiertas, la inferior con los motores y la superior con la zona habitable.

Te parecía recordar que el puente podía estar yendo por el pasillo que estaba delante de vosotros, pero en ese caso, ¿a dónde conducirían los otros dos?

Doc no parecía actuar. La visión de la criatura, los gritos de Tristán y la confusión de todos, junto con el cóctel que aún circulaba por su sangre, no le facilitaba las cosas.

Mientras os decidíais, Tristán estaba cada vez más cerca de perder la consciencia y el ácido continuaba perforando el suelo.

- ¡Doc, joder! - Llamó  la atención de sanitario mientras se arrodillaba junto a Tristán. - ¡Reacciona tío, que lo perdemos! ¡Este es tu campo! ¿No?

Debían hacer algo y pronto para que aquel ácido corrosivo no acabara matando a Tristán. ¿Pero qué? Él no era médico, ni nada parecido. Igual si le tiraban agua o retiraban parte de la sustancia con un paño o algo... No sabía que era peor idea, pero se detuvo unos instantes a pensar sin tocar nada, pero bien atento a aquella creciente herida.

Si Tristán moría, se sentiría doblemente culpable. Primero por no haber podido ayudarle  cuando agonizaba y segundo porque la herida fue provocada por un salpicón de ácido después de que sus disparos abatieran a aquella cosa. Sabía que no era su culpa, pero no por ello podía evitar sentirse mal.

—Hay que ver hasta donde llega el ácido y buscar un contenedor apropiado para esa cosa ,mierda!! no se que puede resistir la corrosión de esa sangre!! —Dijo mirando a McFadden.

Después se dirigió donde estaba Tristan , la cosa no pintaba muy bien « ¿pero que le había pasado?»Doc no reaccionaba, así que se fue hasta él y lo zarandeó. —Ponle un cóctel de los tuyos, eso le calmará.— no tenía muy claro si Harry le había escuchado así que rebusco entre sus ropas por si llevaba encima algún tipo de droga que inyectar a Tristan.

Harry se quedó bloqueado unos segundos. La situación sobrepasaba lo que se había pedido de él en mucho tiempo y el Doc había colapsado, pero lo cierto es que Tristan estaba a punto de caer inconsciente y lo que era peor, la sangre del bicho era tan agresiva que pronto iba a perforar el casco de la nave.

El médico miró a su alrededor, - Mierda, mierda, mierda.- y no encontró nada más allá de la tapa de la caja¹. No había tiempo de ir hasta la sala médica, no había tiempo para una operación en condiciones, ni para anestesia, ni siquiera para ser sutil. Así que usando la tapa como si fuera una pala retiró todo el ácido que pudo del estómago del ingeniero. Mientras lo hacía podía oler como el ácido que comía el plástico, pero poco importaba, cuanto más ácido se comiera la tapa menos quedaba para Tristán.

El bicarbonato convertirá parte del ácido en agua. Si no hay, echarle al menos agua, al menos disminuirá la concentración.- Dijo recordando las clases de química del instituto.-

Fue Gemma la que al final, agarró agua que había en un pequeño recipiente y la lanzó contra el suelo. El ácido pareció seguir penetrando, pero rápidamente, dejó de actuar. Tal y como había indicado Doc, perdió actividad y se detuvo su acción. Pero con Tristan, la cosa no estaba igual.

A Hate se le había ocurrido lo mismo, pero en cuanto al cóctel que buscaba, no pudo rebuscar en sus ropas, teniendo en cuenta que en esos momentos, Doc estaba ateniendo al ingeniero.

El ácido había penetrado en la piel y estaba creando una auténtica úlcera, no solo en ella, sino también en las vísceras internas. Las manos de Doc temblaron, pero no era solo por la responsabilidad, sino también por todo lo que llevaba encima, y eso hizo que se diese cuenta de algo que hasta ese momento, no había considerado.

Tristán iba a morir, a no ser que lo operase, cerrase la herida interna y anulase aquel condenado ácido. Era una operación en toda su amplitud y para llevarla a cabo, tenía que llevárselo a la enfermería. Como si el cuerpo de Tristan se estuviese dando cuenta, empezó a tener algunas convulsiones. El corazón parecía no tener claro si seguir latiendo o no.

- ¡Tenemos que llevarle a la enfermería! - Anunció a viva voz el soldado. - ¡Ayúdame Gemma! 

McFadden se apresuró a agarrar de debajo de los hombros a Tristán. Esperaba que no una sola gota de ese ácido se traspasara a su cuerpo, pero no podía dejar morir a si compañero y si no actuaban rápido eso era lo que sucedería en breve. 

- ¡Cógele de las piernas! - Le ordenó a la androide. - ¡Doc, ves preparando el quirófano!

Después de echar agua en el orificio, no tuve demasiado tiempo para observar si efectivamente, surtía efecto. McFadden me requirió para que nos llevásemos a Tristán, que cada vez estaba peor, a la enfermera.

-Voy ahora mismo, Roger MCFadden -le dije, cogiendo a Tristán Milton por las piernas y cargando con él en dirección hacia la sala -. Doc, va a tener que esforzarse. Mis sensores indican que las constantes vitales de Tristán Milton están fluctuando.

Aunque no era capaz de sentir emociones, los gritos y el evidente sufrimiento de aquel hombre me creaban inquietud. Todos mis sistemas estaban en situación de alarma y como consecuencia de ello, estaba en un estado general de lo que un humano llamaría, ansiedad.

Pliegues blanquecinos de textura espumosa se abrían sobre la carne rosada de mi vientre. Un dolor infernal se sobreponía a mi conciencia y nublaba mis sentidos. Mi estancia en el hangar era intermitente, mezclada de movimiento difuminado y ausencias introspectivas. Sentía que me iba en cada latido arrítmico, con cada pausa respiratoria. Pero de momento seguía en pie, encorvado eso sí, sujeto al hombro de alguien. 

Temblaba, o más bien oscilaba como la materia a escala molecular, a medida que me disolvía en líquido sanguinolento muy despacio. Demasiado lento para tanto dolor. 

¿Qué había hecho yo para acabar así?. 

Era la única pregunta que podía articular para mí mismo. No con mi voz mental, sino con el lenguaje simbólico de las profundidades de la mente.

Mi cuello vibraba...como el motor de un viejo coche. De aquel tiempo en que aún pisaba tierra firme y el aire saciaba mis pulmones. Ya no estaba en la nave. Estaba en el asiento del copiloto, con la cabeza apoyada en el salpicadero de un vehículo todavía en marcha. Sangraba por la frente. A mi lado, el cuerpo inmóvil de una mujer en la misma postura, con la cabeza apoyada sobre el volante. 

A Tristan se le doblan las rodillas y comienza a convulsionar en el suelo.