Partida Rol por web

Sencillamente McFadden no esperaba hallar aquello en la valija. No tenía ni la más remota idea de lo que era, pero sin duda tenía pinta de ser un huevo. Dentro del mismos debía haber algún tipo de feto de a saber qué tipo de criatura. Fuera como fuera, no le gustaba el aspecto que tenía aquello. 

- ¿Qué mierdas es eso? - Les preguntó a sus compañeros. - Parece un huevo con un chocho alienígena en donde se juntan esas franjas. - Sonrió mientras señalaba al punto concreto. - ¿Puedes volver a cerrarlo? - Le preguntó a Tristán. - No me gusta nada llevar eso abordo. No tendríamos que haberlo abierto... - Chasqueó la lengua fastidiado. - Tenemos que avisar a Smith...

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Tras decir aquello, el misterioso huevo pareció dar un pequeño bote, como si algo en su interior se removiese, inquieto, haciendo que todos dieseis un paso hacia atrás. Por un momento incluso pareció como si algo fuese a salir de allí, pero no fue así. Volvisteis a acercaros y todo continuaba igual... salvo que aquellas franjas se movieron, dejando al descubierto lo que había dentro, una especie de cuerpo rosado, gelatinoso y palpitante.

McFadden dio un salto atrás y agarró su pistola con ambas manos apuntando a aquella cosa. El era encargado de la seguridad abordo des nave y lo que no conocía era una amenaza en potencia. Tenían que cerrar de nuevo aquella cosa en un su compartimento estanco e informar al capitán. 

- ¡Vamos Tristán, vuelve a cerrar esa cosa! - Le pidió al ingeniero. Y es que estaba asustado y odiaba estar asustado. - ¡No se acerque Doc! - Me advirtió al sanitario mientras intuía sus intenciones.

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No se había dado cuenta de lo traicionero que podía ser el campo de asteroides hasta que se dio de bruces con la realidad. Uno de esos pedruscos que lo formaban apareció de la nada para terminar con él. La soledad de ese momento en el que sabía que su vida pendía de un hilo era absoluta. No había compañeros, ni Greta, solo él y aquella piedra.« Maldita sea!! tengo que moverme de aquí.»

Hate logró activar los impulsores justo a tiempo de evitar el enorme fragmento que se abalanzaba sobre él, saliendo hacia atrás en el momento preciso.

El asteroide pasó de largo, viendo en cuanto pasó de largo, a Smith y Stamets proseguían su camino. Un indicativo luminoso en el brazo le indicó que había gastado la mayor cantidad del combustible, por lo que tenía únicamente para girar y dirigirse hacia la Greta. Si seguía a los demás e intentabas cruzar el cinturón, no le quedaría energía para maniobrar.

¡Pero qué haces tío! ¿Sabes lo importante que es eso?- Preguntó Harry al soldado señalando el contenido de la caja.- Eso es el mayor descubrimiento de la historia. Si, seguro, que lo es. Sin duda el más grande.- Doc estaba feliz, tan feliz como un niño que descubre bajo el árbol de Navidad una bicicleta.- ¿No te das cuentas? Estás delante de la primera forma de vida extraterrestre descubierta por el ser humano. Y tú apuntándole con esa pistola.

Este descubrimiento hay que estudiarlo y catalogarlo como se merece.- Miró el hangar y volvió a rascarse la cabeza a través de la gorra.- Y no en este local lleno de polvo. Tristán, ayúdame a volver a colocar la tapa. Ni siquiera sabemos si nuestra atmósfera está dañando al espécimen y por eso se ha movido tratando de respirar.

- ¡Lo que usted diga Doc! - Dijo el soldado sin dejar de apuntar con la mirada al huevo, ni esconder su arma. - ¡Pero usted vuelva a encerrar ese bicho es su jaula, si no quiere que lo cosa a balazos!

La discusión permitió ver mucho más de cerca aquello que estaba allí dentro, una criatura que no acertabais a distinguir de ninguna de las maneras pero que estaba, sin ninguna duda, viva.

Pero vuestras dudas le dieron a aquel ser el tiempo que necesitaba. Ya fuese por el aumento de temperatura, la rotura del cierre hermético o la presencia de oxígeno, el ser despertó y un extraño ser se movió y saltó desde el interior, hacia vosotros.

Era una criatura con aspecto de araña, un apéndice extensible largo, ocho apéndices articulados y una forma general aplanada, que al dar el salto, adoptó una forma más parecida a la de un depredador.

Me acerqué a Jhon, esquivando varios asteroides pequeños. Parecía que no tenía mayores problemas, así que proseguimos. Miré por el retrovisor y vi que un gran pedrusco, de un tamaño colosal, pasaba detrás mía. No vi a Rook hasta que el pedrolo pasó de largo. Del acojone, se me había vuelto a activar las ganas de mear; apreté con fuerza el esfínter para contrarrestarlas. Allí estaba, en el espacio, yendo a una misión suicida, acojonado y meándome encima.

Rook esquivó al asteroide y volvió a la nave. Debía de haber gastado mucho combustible al maniobrar. Yo seguí de cerca al capitán, con una mano apretando el control de los impulsores y con la otra el paquete. Mi bolsa de herramientas la llevaba a la espalda, como una mochila. Ya quedaba menos para llegar a la otra nave, un impulso más y ...

Ese vapor cálido con olor acrílico salió a presión justo cuando toqué la pestaña, bañándome por completo y haciéndome caer de espaldas por el susto. Me cubrí el rostro mientras tosía y sentía mi estómago retorciéndose por las náuseas. 

Todo ocurrió muy deprisa. Desde el suelo contemplé el entusiasmo de Doc y el nerviosismo de McFadden respecto al contenido de lo que era claramente una incubadora. 

Tristán, ayúdame a volver a colocar la tapa

¡Vamos Tristán, vuelve a cerrar esa cosa!

Apoyé una mano en el suelo y me enderecé despacio, acercándome confuso hacia la criatura. Cuando rocé la tapa, aquello saltó por sorpresa a sorprendente velocidad. Desplegado en el aire pude contemplar su verdadera forma. 

- ¡Joder! - Exclamó asustado McFadden. 

McFadden disparó de forma intuitiva. Estaba preparado para responder de aquella manera, así había sido adiestrado. Aquella cosa había saltado sobre ellos y sin duda no llevaba buenas intenciones. Doc podía decir lo que quisiera, pero él iba agujerear como un colador a esa cosa. 

John había esquivado con mucho esfuerzo unos asteroides que casi lo agarran desprevenido. Venía tratando de avanzar y a la vez ver a sus compañeros. Stamets parecía hacerlo bien, pero por un momento eterno pareció que Hate iba a ser aplastado por una gran roca.

Tan ensimismado estaba con el destino del piloto, que por suerte pudo regresar, que no prestó atención a su entorno...