Partida Rol por web

Camino al puente habíamos pasado por la cocina de la Greta, y parado el tiempo suficiente como para servirme una copa de whisky de malta.

Al llegar al puente de la Greta estaba casi la tripulación de Clark al completo.- Y ahora, a mandarle el mensaje a Smith para que vuelva de la misión.

Cada visita a una estancia nueva de aquella nave era una nueva oportunidad para perder los nervios. Las imágenes de la sangre por todas partes, empezaba a ser familiar, pero no por ello, más cómoda. Salisteis de los vestuarios y avanzasteis hacia la zona que había a vuestra izquierda.

Allí estaba la sala de hibernación.

Era quizás el único lugar de la nave que todavía no habíais explorado. Por el momento no había rastro de aquellos bichos y  todo estaba en silencio, así que teníais que decidir qué hacíais, si entrabais... u os quedabais fuera.

Poco a poco parecía que estabais consiguiendo atravesar las barreras que el sistema tenía. Aunque descifrar el código era una tarea complicada, siempre existían posibilidades, puertas traseras por las cuales se podía entrar en subsistemas auxiliares o sin importancia, que permitían adentrarse en el entramado del código e ir interpretándolo poco a poco.

Además, la ayuda de Rook identificando algunas líneas que le resultaban familiares, os permitió seguir avanzando.

Dentro de poco, quizás pudieseis haceros con el control de todo el sistema y reconfigurarlo a vuestro gusto.

- Vamos a acabar con esto, capitán. - Propuso McFadden todavía con los nervios a flor de piel. 

Y es que el corazón le iba a mil todavía. Había estado en conflictos bélicos en los que una bala perdida, ni siquiera una que dura expresamente dirigido a uno, podía acabar con su vida en segundos. Pero la presión a la je estaba sometido en aquella nave, era brutal. 

Para McFadden aquello no era más que una película de terror. Una pesadilla de la que no podía despertar. En definidas cuentas, estaba en el maldito infierno y todavía no había muerto. Todavía, porque visto lo visto, lo más probable en que ninguno salieran vivos de aquella nave. 

- Vamos... - Cogió aire, resopló armándose de valor y se adentró en la sala de hibernay. Esperaba no encontrar un panorama similar a los anteriores, pero dudaba que fuera a ser muy diferente.

McFadden abrió la puerta de la sala de hipersueño y al contrario de lo que esperaba, todo estaba tranquilo. El suelo y las paredes estaban limpias y no aparecían manchas de sangre por ninguna parte.

Las cápsulas de hibernación, por otro lado, estaban vacías, a excepción de una de ellas, que permanecía con el cristal abajo y empañado por una capa de escarcha que había en el exterior y que impedía ver lo que había dentro.

Era como si aquella sala no tuviese nada que ver con el resto de la nave, ni en cuanto a lo que contenía ni tampoco a su aspecto. De hecho, estaba completamente impoluta y no había ni un solo ruido.

John había avanzado en silencio tras McFadden, que había logrado reaccionar antes que él. La siguiente estancia, pese a lo que suponía, estaba tranquila. Estaba demasiado tranquila. Se adelantó al soldado, haciendole una seña con la mano, y se dirigió a la cápsula que permanecía cerrada. Primero leyó los datos que hubiese en la pantalla, para ver si decía si había alguien, y en ese caso, quien era. Luego, ya esperando cualquier sobresalto, intentó limpiar la capa de escarcha, no sin antes dedicar a su compañero una mirada cargada de fatalidad. 

- Es extraño.... - Comentó McFadden.

La única cápsula cerrada era aquella en la que había un cuerpo. ¿Estaría vivo? De ser así podía ser que no le hubiera quedado más remedio que refugiarse en aquel lugar a la espera de ayuda. Fuera como fuera, si aquella persona vivía, tenían que despertarla. Muchas eran las respuestas que podía darles. Roger se fijó en el panel junto al capitán. Dijera lo que dijera, debían sacar de la hibernación a ese hombre.

Smith retiró la escarcha del cristal, dejando ver lo que había en el interior de la cápsula, un cuerpo en perfecto estado... y condenadamente hermoso.

Sus exquisitas curvas, sus senos perfectos y su bello rostro, que parecía descansar plácidamente, no os permitía apartar la vista de aquella mujer que, para vuestra sorpresa, estaba allí, sin haber sufrido daño alguno, como si os hubiera estado esperando. 

No era fácil de entender, pero al verla, sentisteis que se trataba de una especie de regalo para la vista y un descanso para vuestros cansados corazones.

Le sorprendió encontrar a una joven muy bella e impoluta. Pero sobre todo que estuviera totalmente desnuda. Era increíble la fisonomía humana. Ver cómo reaccionaba ante aquel impulso en un momento en que la supervivencia era la principal meta, era algo realmente extraño. 

- ¡Vaya Smith, ésto si que es una sorpresa! - Le dijo con una sonrisilla bobalicona. - Las visitas son bastante mejores de las que nos había ofrecido hasta ahora está jodida nave. - Soltó una carcajada. - ¿La despierta usted o me encargo yo?

John se quedó mirando a la chica como quien mira algo que realmente no está ahí, y que de repente se pondrá en concordancia con el resto de lo que habían visto en esa nave, mostrando algún aspecto monstruoso. Sin embargo, nada pasó. Quedó ahí, demasiado desnuda para un par de hombres que llevaban mucho tiempo en el espacio, y en su silencio sepulcral. Escuchó la sugerencia de McFadden.

- ¿Te parece que es lo más sensato? - se quedó pensativo unos momentos. ¿Cómo demonios sobrevivió a lo que sea que pasó en esta nave? Maldita sea, pero necesitamos respuestas y ella es la única que puede darnoslas.

Dicho lo cual, accedió a la consola e introdujo los comandos para despertarla, asumiendo que estaba cometiendo un error, pero uno que no le quedaba otra opción que cometer, tarde o temprano la despertarían, y era mejor ahora que todavía no era demasiado tarde.

En cuanto activaste la cápsula, un zumbido os indicó que efectivamente, la energía estaba llegando. Una hilera de pilotos luminosos se encendieron a lo largo del panel y visteis como la cantidad de oxígeno iba en aumento, y que no mucho después, la frecuencia cardíaca de la chica, se incrementaba, hasta que en un momento dado...

La chica abrió los ojos súbitamente, pero no dijo nada. En lugar de eso, permaneció en silencio y quieta, paciente, hasta que el cristal de la cápsula se abrió, permitiéndole salir.

Antes de que pudierais hacer nada, salió y se puso en pie, completamente desnuda, delante de vosotros.

Era un rostro cautivador, joven y enigmático, pero sobre todo, había algo en ella que parecía ser diferente y que os impedía moveros. Su mirada iba de uno a otro y sentíais como si estuviese escudriñando vuestra mente, aunque erais incapaces de hablar o moveros.

- ¡Ey, ey, ey! - Exclamó McFadden. - ¿Cómo...cómo haces eso? ¡Sal de mi mente! Yo... - Tragó saliva. - Somos amigos, ¿vale? - Le ofreció la mano. - Roger, ¿tú?

No sabía quien era esa mujer, o que era. Había demostrado tener unas capacidades metafísicas extraordinarias, porque pese a a que había logrado evitarlo, había notado como si quisiera escudriñar su mente, meterse en su cerebro y cotillear sus pensamientos y sus recuerdos y no le gustaba ni un pelo. Suficiente tenían ya con los alienígenas asesinos.

John observó como se levantaba la chica, y no pudo evitar recorrer su cuerpo desnudo con la mirada. Incluso se despertó una involuntaria reacción en su anatomía. No, no era de piedra. Pero la que parecía serlo era ella, que no se se movía como cabía esperar de un proceso de post hibernación, y eso hizo saltar las alarmas en su cabeza. ¿Tendría algo que ver con lo que fuera que había pasado en la nave? Su actitud general lo hizo desconfiar. Demasiado intenso para aquella hora del día. O de la noche. O lo que fuera en aquel rincón perdido de la galaxia.

- Oye, cielo, no tenemos tiempo de poses dramáticas. Veo que eres de recuperación rápida, así que voy a ser directo: ¿Qué pasó en esta nave? ¿Por qué eres la única superviviente?

-Eh tropa, tranquilos- Espetó Clark a los suyos. Le importaba un carajo lo que le dijesen a la androide, pero no era el momento ni quizás el lugar.

-Venga, vamos a la Aktuh, se le acabó la hora del paseo a Smith, hay otras cosas que solucionar antes- Como mi dinero, terminó por pensar.

-Y a todo esto, doctor ¿Para que coño ha salido ahí fuera? ¿Para arreglar los desperfectos exteriores?- Preguntó algo contrariado.

-Menudos huevos de Smith, venga, vámonos-

El equipo entero se trasladó a la Aktuh, dejando a la Greta temporalmente vacía, pero al menos, con energía. Cuando llegasteis al puente, pudisteis ver a la vieja nave con un aspecto diferente, no tan dañada en el exterior como creíais, pero desde luego, hecha una auténtica porquería... tal y como hacía tiempo que estaba. ¡No era de extrañar que al final hubieseis tenido problemas!

El último de los miembros del equipo, John, estaba sentado en el asiento del copiloto, escuchando música por los altavoces.

Cuando os vio entrar, se volvió, sin apagar la música, por supuesto.

-Hey, capitán. ¿Qué hay de nuevo por la Greta? -dijo.

-No demasiado -le respondió Jeremiah -. Solo una cafetera y un matasanos.

-Oh, vaya. Y yo que me había hecho ilusiones -replicó John.

Michelle se fue directamente a su sitio, el asiento del piloto, le quitó las piernas de encima y se sentó.

-Aparta -le dijo, pulsando unos cuantos botones -. Comunicaciones preparadas, capitán.

Mientras caminábamos para ir a la esclusa y de ahí a la nave de Clark, procuré informar de todo al capitán Clark. Aunque le había salvado la vida al doctor, su comportamiento no denotaba confianza ni tampoco invitaba a tenerla en sus acciones. La probabilidad de que nos traicionara de nuevo, era de un 82,5% y con eso, tendría que estar pendiente de lo que sucedía a nuestro alrededor.

-El capitán ha ido a explorar el origen de la señal de auxilio, capitán Clark. Está al otro lado de ese cinturón de asteroides -dije, señalando hacia las rocas que orbitaban cerca de las dos naves.

Finalmente, llegamos al puente. No era muy diferente al nuestro, pero al menos, funcionaba.

La chica sonrió, no desmesuradamente, pero sí con claridad. No os respondió a ninguno de los dos y en cambio, lo que hizo, fue acercarse a Smith y besarle.

El beso de la chica era húmedo, envolvente, profundamente excitante y sobre todo, poderoso, puesto que hizo que Smith olvidase todo cuanto estaba haciendo o diciendo. Sus labios era lo único que sentía, y su boca, y sus manos alrededor de su rostro y los senos desnudos, con sus pezones erectos, rozándole el cuerpo y haciendo que a pesar de tener ropa entre ambos, todo su cuerpo respondiese con naturalidad y convicción.

Aquello dejó sin palabras a McFadden. Aquella despampanante mujer estaba besando al capitán. ¡Que suerte había tenido! ¡Igual con suerte podían intimar con ella y morir al menos felices! Pero cuando aquel primitivo pensamiento pasaba por su cabeza, se percató de la expresión de la cara de la chica. 

Ojos abiertos y mirada perturbada. Aquello no era un beso. Era como... Cómo si quisiera sorber a Smith. No sabía que pretendía, ni a dónde iba a llevarles aquello. Pero si algo tenía claro era una cosa: aquella mujer no era humana y no había tenido un repentino ataque de lujuria. 

- ¡Eh tú, separarte del capitán! - Le dijo apuntando con la pistola. - ¡Suéltalo o disparo! ¡Ya me has oído!