Partida Rol por web

El viaje de regreso a su asentamiento es duro y lento. El peso extra del malherido solo se agrava con su muerte. Pero no pueden dejarlo para que sea pasto de los lobos. También se cruzan con la presa dejada atrás y que ha comenzado todo ese desencuentro. Lo más obvio es llevarla con ellos. Necesitan el alimento para todos aquellos que deben comer. No solo son ellos los que deben permanecer fuertes y sanos. Nada más llegar al asentamiento, y futuro poblado, van al encuentro de los líderes del Clan.

Sin duda, merecen una explicación de lo que ha pasado y del retraso. Sin duda, los prisioneros son una prueba de lo sucedido aunque Einar decide que es buena idea ejecutarlos. Por suerte, Hvit es más rápida que él y se interpone. Parece que el Varl no piensa demasiado bien... quizá el aire a esas alturas esté enrarecido porque no entiende como se le ha podido ocurrir esa idea después de llevarlos hasta el poblado. De todas formas, ya se encarga Erik de dejarle claro que los prisioneros no se tocan. De todas formas, si no les mata él, quizá les mate el frío de la noche.

Ya todos reunidos en el gran salón, se disponen a tomar las decisiones que marcarán el rumbo del clan. Escucha las opiniones de todos los que han hablado y espera su turno para hacer lo mismo.

-En cuanto a lo primero, debemos ir a parlamentar con las primeras luces del día. La ciénaga, por lo que he escuchado, es un lugar peligroso y aquellos que queden aun allí, estarán vigilantes. En la oscuridad de la noche pueden tomarnos por uno de esos animales peligrosos que pueblan ese lugar infesto. Si el asentamiento está formado por mujeres y niños, no es un buen lugar. Nosotros no dejaríamos a los nuestros en un lugar así. Podríamos ofrecerles un lugar para vivir en un territorio más seguro y tendríamos más manos para recolectar, cazar y acabar de construir antes de que llegue el invierno. Estamos a sus puertas y cuando la tierra hiele será imposible poder encontrar alimento o construir los edificios necesarios.

Mira a los demás.

-En cuanto a los prisioneros, parece justo que les invitemos a unirse al clan. Actuaron llevados por la desesperación de proteger a sus familias. Actuaron mal, pero no se les puede culpar de querer proteger a aquellos que les importan. Pero también debemos llevarlos con nosotros a la ciénaga. Ellos saben la ubicación del campamento y demostrará nuestra buena voluntad en cuanto a querer invitarles a unirse a nuestro clan. Si vamos solos, pueden considerar que es una artimaña.

Piensa la siguiente opinión. Es difícil saber siempre cual es la mejor en cuanto al alimento. Un paso en falso y pueden acabar peor de lo que están.

-Yo sugiero que enviemos recolectores durante la próxima semana para conseguir todo lo posible antes del invierno. Cazar en el bosque indiscriminadamente, puede darnos alegrías para ahora, pero puede suponer que no tengamos comida para el próximo año. Es lo mismo con la lagunilla. Pescar más de lo debido puede causar que cuando queramos hacerlo ya no queden nada y pase mucho tiempo antes de podamos encontrar más peces. Debemos pensar en el futuro y no solo en el ahora.

Tras decir la suya, se sienta en su sitio.

Los héroes deliberaron por un largo tiempo respecto a los acontecimientos que habían acaecido durante el día, y a su vez, sobre el invierno que se avecinaba en los próximos. No hubo un consenso realmente, e incluso Niklas, la líder del clan, prefirió no opinar al respecto pues había enfermado en los últimos días ante la inminente llegada de climas aun más fríos. Y, aun así, la mayoría pudo tomar una decisión que, en sus mentes, era la más sensata, o bien, Hvit fue la que empujo a la mayoría a seguir su consejo, pues era una anciana respetada y sabia. Por ello, habían decidido que habrían de descansar para ir a parlamentar al día siguiente con aquellos quienes invadían sus tierras; en ello prácticamente todos, salvo Einar, estaban de acuerdo; habrían de invitarlos al clan o bien exigirles que se marcharan. Para ello, tal como Astryr propuso y Hvit le secundó, habrían de llevar a los prisioneros, tanto como gesto de buena confianza como para poder entrar sin problemas hasta su campamento en la ciénaga. Aunque la anciana apuntó algo más, si su unión a ellos no era de corazón, ese momento habría de ser una de las mejores pruebas de sus verdaderas intensiones. A la par, respecto al invierno, hubo tres tendencias distintas, por un lado estaba la propuesta de cazar en la ciénaga, que ante las historias de Eskol y otros, fue muy poco apoyada; la segunda en votos y muy cerca de la primera fue la propuesta de Hvit, la cual consistía en usar los amplios recursos de los bosque, que sin duda, podrían alimentarles bien; y finalmente, la decisión final y más votada fue la propuesta por Astryr, el ir a recolectar todo lo que pudiesen empleando un gran número de exploradores.

Habían dejado atrás su asentamiento tras descansar toda la noche y levantarse muy temprano para prepararse para el posible combate, llevando con ellos a los dos prisioneros capturados en la pasada batalla, quienes ahora, habían aceptado jurar lealtad a su clan y unirse a sus filas. Eran en total 15 guerreros, sumando a los dos nuevos miembros del clan; y dejando a su vez, a solo 12 guerreros para proteger el asentamiento e iniciar con la exploración.

Aquello parecía descabellado pues si podrían ser muy pocos, pero si lo que aquellos dos les habían dicho era cierto, con esos 15 guerreros, lograrían imponerse a un total de 22 aldeanos, de entre los cuales solo unos 12 más estarían en condiciones reales de enfrentarles en batalla. En palabras de los antiguos prisioneros, el líder de aquel grupo que les había guiado a la ciénaga era muy testarudo, y estaba convencido de que era mejor refugiarse en aquel pantano oscuro olvidado por todos que caer bajo el dominio de el clan Garra de Hielo, que según les habían dicho, era un inmenso clan de guerreros montañeses que se había hecho con el poder en torno a los tres grandes picos y que habían ahuyentado o absorbido a la mayoría de múltiples clanes montañeses que había en la zona. Del resto de los actuales pobladores de la ciénaga, sus nuevos acompañantes esperaban que se unieran a ellos sin oposición pues todos estaban ansiosos de una mejor oportunidad, y solo se habían unido y obedecido al anciano Kalmin, ante la adversidad y desesperanza.

El grupo había avanzado ya un par de horas cuando alcanzaron los lindes de las ciénagas aun muy de mañana, pero ya a plena luz del sol. Guiados por aquellos dos montañeses, se adentraron a la ciénaga desde el norte, por una zona en la que nunca se habían adentrado y por un camino que no habían visto antes, el cual, era claramente muy viejo y hecho de roca del pantano, oscura y algo resbaladiza. Y si bien mantener el equilibrio era difícil, el miedo a los animales que allí habitaban les impulsaba con mayor fuerza.

Las cosas salieron tal como esperaban, el grupo de montañeses que acampaban en el pantano pronto se vieron sorprendido por la llegada de los Rotensnö, en números que claramente comprometían a sus diezmadas fuerzas. Algunos soltaron sus armas o pertenencias al instante, en señal de rendición, pero otros, entre los que destacaba su líder, no lo hicieron así y parecieron afianzarse a la única esperanza de vida que les quedaba, luchar. En aquellos momentos, algo era claro, eran demasiados guerreros Rotensnö con sus gigantescos Varls como para no poder intimidarlos fácilmente.

El venerable Niklas había cogido frío y su pecho le dolía de tanto toser, pero no podía dejar de lado sus obligaciones como líder de clan. Había conseguido hacerse con unas raíces de color marronáceo y unas hierbas verdosas y finas, largas y de sabor no muy agradable. Machacó las raíces e hizo polvo de ellas, y juntándolo con las hierbas, se preparó unas infusiones que le calmaron la tos lo suficiente como para poder hablar sin tener que interrumpirse. No le quedaba miel, era una verdadera lástima, porque potenciaría los efectos de la mixtura que había conseguido. 

Había escuchado, como todos, la historia de lo sucedido, y su protector personal, Eskol, había puesto especial énfasis en las duras condiciones del pantano, donde él ya había luchado contra las criaturas que vivían allí. Si aquellos montañeses se habían establecido allí, desde luego eran gente valiente y...desesperada. Si les planteaban su proposición correctamente, serían unos buenos aliados. 

Durante las primeras votaciones, estuvo de acuerdo, sobretodo, con la pelirroja Astryr. No tenía nada que ver que Niklas recorriera su femenina figura una y otra vez con la mirada, y sí con que lo que decía era lo que a él también le parecía lo más sensato...aunque enviar a 30 exploradores lejos de la protección de su asentamiento no le hacía  mucha gracia, pero no tenían muchas más opciones sin esquilmar la tierra, y él pensaba que la tierra era quien les daría su sustento en un futuro, por lo que había que cuidarla. 

Las decisiones estaban tomadas y ahora solo quedaba descansar, y eso hicieron. Al día siguiente, muy temprano, partieron tras asegurarse la lealtad de los dos montañeses que había traído al campamento, y dado que lo más lógico era llevárselos con ellos, así hicieron. Tenían múltiples razones para hacerlo, pero no había ninguna más importante que demostrarles a los montañeses que en la ciénaga se ocultaban, a través de sus dos compañeros, que iban en serio con su propuesta de alianza/absorción.

Con rapidez y eficiencia, aquellos dos montañeses les llevaron directos a su campamento, y al llegar, cogiendo por sorpresa a los habitantes, para Niklas ya demostraron muchas cosas. La mayoría eran mujeres y niños, pero aún quedaban unos pocos hombres y mujeres que cogieron las armas dispuestos a vender caras sus vidas ante lo que creían, sin duda alguna, un ataque del enemigo. El mender reaccionó presto y se adelantó varios pasos, alzando la voz para hacerse oír por todos. - ¡Haya paz, montañeses! ¡Que nadie ataque, venimos a negociar! ¡Mi nombre es Niklas, Mender y líder del Clan Rotensnö, y vengo con mis hombres, y dos de los suyos, a hacerles una propuesta! La misma que estábamos dispuestos a hacerle a su líder, el anciano Kalmin, cuando lo descubrimos cazando en éstas nuestras tierras, pues aunque ustedes piensen que no, éstas tierras tienen dueño, y no es otro que nuestro Clan. Él no quiso escuchar y nos atacó, causando no sólo su muerte, si no la de casi todos los valientes guerreros y guerreras que iban con él. Un líder no tiene sólo que demostrar ser fuerte, si no también inteligente, y sobretodo pensar en los suyos, su clan, pues son su mayor responsabilidad. Su líder, en ése caso, no lo hizo. Yo intento hacerlo constantemente, y por esa razón estamos aquí. Éstos dos testigos, dos de los guerreros que enviaron ustedes a cazar, darán fe de mis palabras, pues una vez vencidos, fueron tratados con honor, tanto ellos como el hombre malherido que intentamos salvar. No llegó con vida a nuestro campamento, donde fue trasladado por uno de los nuestros, y a pesar de habernos atacado sin provocación, respetamos sus costumbres y ayudamos a éstos dos guerreros con sus ritos funerarios. El valor siempre debe ser reconocido. Ahora descansa con los suyos. - 

Hizo una pequeña pausa teatral, para que la gente tuviera un poco de tiempo de asimilar las noticias que estaba dando, y de paso, templar un poco los ánimos. - Bien. Nuestra propuesta es simple, pero con muchas connotaciones. Antes de nada, quisiera hacerles saber que nuestro Clan, Rotensnö, también fue expulsado de sus tierras por unos invasores hostiles, también sufrimos muertes y bajas, sabemos lo que es el hambre y la sed, perder a un amigo, hermano, madre o padre, hijos y sobrinos. Hemos sentido el dolor en nuestras carnes y la mordedura del amargo frío en nuestra piel. Les comprendemos. Con sudor, sangre y lágrimas por nuestros muertos hemos conseguido unas tierras nuevas, y vamos a defenderlas de cualquier invasor, porque la alternativa es la muerte, exactamente igual que lo que veo ahora en sus ojos. Ustedes están ahora en la misma situación desesperada que nosotros nos encontramos antes de que alguien nos diera una oportunidad. Nosotros decidimos bien. Espero que ustedes también lo hagan. Sin más demora, les digo...les ofrecemos unirse a nuestro clan, formar parte de la creciente familia del Clan Rotensnö, con nosotros por fin tendrán un lugar donde descansar, donde criar a a sus hijos, donde vivir en paz, un techo donde refugiarse del frío y unos compañeros que les ayudarán a defenderse. Sólo queremos que nos juren lealtad y que se comprometan de todo corazón a ayudar a su familia, que seremos todos. No les engaño, trabajaremos todos muy duro pues hay mucho que hacer aún, y es posible que pasemos hambre, pero juntos prevaleceremos. Juntos, como una familia, como iguales. - 

Volvió a hacer otra pausa, estaba algo más larga, dejando que los montañeses intercambiaran opiniones. No le gustaba la alternativa de la posible negativa de aquellos hombres y mujeres, pues no podían permitir que siguieran allí. Habrían de expulsarlos y alejarlos de allí, lo cual sería, sin duda, su fin. Niklas no veía que tuvieran alternativa a unirse a ellos, pero había intentado, por todos los medios, explicarlo de una forma conciliadora, sin avasallar a aquellas pobres gentes. Deseaba de todo corazón que aceptaran, pero no le temblaría el pulso si tenía que expulsarlos de allí. 

El camino por la ciénaga no es placentero. Resbala y si no fuese por los horrores que parecen poblar ese lugar, aun estarían a medio camino. Pero lo cierto es que se encuentran en el improvisado campamento de los montañeses a una hora aceptable. Son bastantes, muchos de ellos sin la intención de luchar. Pero aun hay algunos de deciden sostener sus armas, listos para enfrentarse a ellos de ser necesario.

Niklas, como líder, es el primero en hablar. Intenta explicar todo lo ocurrido y el porqué están ahí. Y aunque lo explica bien, ella es más de creer que sus nuevos dos miembros deberían ser los que expliquen lo ocurrido y ofrezcan la nueva posibilidad de sobrevivir. En realidad, es la única posibilidad de sobrevivir que tienen esas gentes, pues si no aceptan tendrán que expulsarles de las tierras del Clan.

-Deberíamos dejar que nuestros dos nuevos miembros hablen por ellos y propongan está unión. 

Mira hacia sus dos nuevos compañeros. Cree que es la mejor manera de ofrecerles confianza a la gente del campamento y demostrar confianza a los dos nuevos miembros del clan. Dejar que se acerquen al campamento para hablar con los otros, podría alentarles a cambiar de bando y llamar a las armas. Por eso, es un acto de confianza dejar que se acerquen a ellos.

Finalmente el clan decidió que llevaríamos a los prisioneros con nosotros. Estrictamente hablando, no es como que fuesen prisioneros en este momento sino una clase de guías y mediadores entre el clan Rotensnö, que ya les ofreció la posibilidad de unirse a ellos y su viejo clan. Sea como sea, ya juegan su papel en esta historia.

Al llegar a lo que parece ser su campamento, Niklas comienza a declarar las intenciones de nuestro clan para con ellos. Me parece excelente pues es lo que pienso correcto. Apoyo sus palabras haciendo lo mismo:

 - "En el clan Rotensnö sobrevivimos juntos y prevalecemos con honor. Nos cuidamos los unos a los otros y no nos abandonamos ante las dificultades. Somos como raíces en invierno y resistimos lo que sea que nos enfrente. Les invitamos a unirse a nosotros, formando parte de nuestras filas. Únanse a nosotros y luchen a nuestro lado, no conocerán el hambre ni la derrota."

Miro al resto del clan, que parecen expectantes también a la situación. Astryr quiere que los propios prisioneros hablen y no me parece una mala idea, pero creo que lo mejor es decir directamente qué queremos y así esperar a ver si aceptan o no. O se unirán a nosotros o seguirán siendo nuestros enemigos, para lamentarse por ello.

Las palabras del Mender fueron escuchadas con suma atención, pues muchos de aquellos montañeses no habían visto jamás a uno de los tejedores de hechizos, cuyo poder era sumamente temible, y en aquellas lejanas tierras, sus historias solían ser usadas como cuentos para asustar a los niños, y alguno que otro despistado.

Fue tal el efecto, que las palabras de Erik, poca atención recibieron, pero si las de sus acompañantes, que sumándose a lo dicho por Erik y Niklas, recalcaron la importancia de sobrevivir y la dificultad del terreno donde ahora intentaban morar. Les hablaron del futuro, de la esperanza y sobre todo de la unión. Todo aquello fue suficiente, la mayoría de los que parecían haber intentando resistir simplemente bajaron sus armas y aceptaron el ofrecimiento. Hubo incluso algunos que saltaron de alegría o rompieron en llanto ante la reconfortante noticia de que aun había esperanza para ellos.

Pero el anciano líder Kalmin no lo hizo si no que arremetió con mas fuerza y osadía en sus palabras intentando romper la paz que se estaba formando. El anciano habló de tierras sin dueño más al norte o al este, donde podrían morar seguros. Les invitó a seguirles y no caer bajo el dominio de aquellos esclavistas y demonios gigantes, haciendo clara alusión a los Varls.

Casi nadie respondió a su llamado, lo cual motivo a que lleno de cólera y hacha en mano, se lanzará contra el mender, pero la pronta reacción de Troknir que con su gran escudo rechazo el ataque, detuvo el animo de todos aquellos opositores. El anciano que había rebotado con gran facilidad ante la acción de Troknir, intentaba levantarse para volver a pelear, claramente presa de su orgullo que no le dejaba aclarar su mente.

Al ver las caras de sorpresa de aquellas gentes, los suspiros de alivio, las lágrimas contenidas tras muchos días de privaciones y dudas brotar felices por tener esperanza de nuevo delante de ellos...aquello era precisamente por lo que Niklas luchaba día a día. Su corazón se alegró inmensamente, su sonrisa fue sincera y muy alegre, incluso una lágrima (o dos) cayeron por el rostro de aquel hombre que caminaba hacia la senectud pero que aún era fuerte y cabezota para dar la suficiente guerra durante algún tiempo más. Sus propios hombres y mujeres se alegraban y daban la bienvenida a los nuevos miembros del Clan, una familia que crecía y que gracias a la voluntad de todos ellos, se haría más fuerte. Dio gracias a los poderes elementales y a los Dioses, asintiendo para sí mismo mientras contaba cuantos hombres, mujeres y niños juraban lealtad. En ése momento, se podía decir que Niklas había encontrado la felicidad, algo efímero, pero algo que disfrutar. La vida era una serie de momentos, entre los que debías identificar y disfrutar de los mejores, y aquel era uno de ellos.  

Por eso el ataque del viejo líder, Kalmin, le golpeó más anímicamente que físicamente, a pesar de que agradeció en su interior la pronta intervención de Troknir, atento y solícito, que había detenido al viejo rechazando el ataque y haciendo que cayera al suelo. Al verlo allí en el suelo, casi echando espuma por la boca, ciego de ira y rabia, prometiendo la muerte a Niklas y a su Clan, sintió algo arder en su pecho, algo que de tan espontáneo, ardió sin mesura incrementando la furia que el Mender a niveles hasta ahora desconocidos. Anteriormente se había enfadado, había sentido la mordedura de la ira, de la impotencia, pero no como ahora, quizás había sido el romper ése momento mágico, o quizá la tremenda osadía y estupidez de aquel hombre. No lo sabía. Sólo sabía que él había sido realmente sincero, que sólo deseaba que todos ellos se salvaran...y aquel maldito malnacido quería echarlo a perder, otro mal hombre mal llamado "líder". 

- ¡Tú....túuuuuuuuu....te a....te atreves a atacar la mano que os tendemos en ofrecimiento de paz y amistad?! ¿¡Te atreves, maldito trozo de mierda, a nublar las mentes de aquellos que te siguen y sacrificarlas por tu orgullo!?? - La cara del Mender se iba poniendo roja por momentos, su voz tronó por el lugar - ¡TE ATREVES A ATACAR CUANDO CASI TODOS LOS TUYOS ESTÁN DE ACUERDO? ¡¡¿¿CUANDO HAY MUJERES Y NIÑOS QUE PODRÍAN MORIR, PERRO SARNOSO??!! - lo miraba desde arriba, no sólo porque aquel despojo humano estaba en el suelo, si no porque el poder de los elementos estaba entrando en Niklas, siendo absorbido casi inconscientemente por el Mender, y aquella aura de poder le hacía parecer más grande, más temible. Apenas un susurro dijo ahora - Atacas a nuestro pueblo, pues ahora son nuestro pueblo, y yo, cuando prometo algo, lo cumplo, anciano. - El crepitar de energía se escuchó claramente alrededor de él, concentrándose en sus brazos, subiendo por el bastón en oleadas eléctricas hacia la punta. Los ojos del Mender, de nuevo, aparecían totalmente blancos ante todo aquel que los mirara, con la luz del rayo en su interior, iluminando desde dentro a sus enemigos. 

- No permitiré que nadie dañe a nuestro pueblo. - añadió, alzando la mano y apuntando al anciano. Su otra mano se alzó ligeramente, elevando el bastón hacia el cielo como tantas otras veces sus hermanos de Clan le habían visto hacer antes de que un rayo, invocado por él, cayera sobre un enemigo, carbonizándolo.

Las voces del resto se oyeron claramente, haciendo que Niklas dudara durante un momento de su acción.....quizás matar a aquel perro no acabaría con la rabia...quizás varios descontentos intentarían destrozar el clan desde dentro...quizás....miró a Astryr, a Erik, a Hvit...¿interpretarían los dubitativos la segunda oferta de paz que la anciana abogaba como debilidad y atacarían como lobos? ¿se atrevía a correr el riesgo de que alguien muriera por no querer matar? **

Parece que muchos de los allí presentes consideran que la opción de unirse al Clan es una buena opción. La mayoría acogen el ofrecimiento con alegría ya que ven que sus días de penurias pueden acabar, aunque la vida en esas tierras pueda ser dura. Al menos, tendrán un techo, alimento y la seguridad necesaria para poder envejecer junto a sus hijos. Pero no todos son sonrisas y lágrimas de felicidad. Un pequeño grupo está indeciso y el líder parece enrabiado y no está de acuerdo con el ofrecimiento. Actúa como si esas tierras le perteneciesen. Y tiene la osadía de atacar a Niklas. Por suerte, Troknir protege al Mender.

Todo eso desencadena la ira del anciano y está a punto soltar todo su poder. Quizá matar al líder del otro grupo pueda convencer a los demás de unirse a ellos, pero no lo cree. Puede desencadenar todo lo contrario. Aunque la compasión no es una virtud demasiado recomendable en esas tierras, cree que lo mejor es calmar a Niklas.

-¡Venerable Niklas! ¡Cálmate! Matarle no solucionará este entuerto y podría darles una razón para atacar - dice refiriéndose a los que están indecisos -. Nosotros hemos venido a ofrecer un lugar seguro para estas gentes, si les mostramos esto, les daremos una razón para creer las palabras de este hombre.

Se gira hacia el líder enemigo y hacia los indecisos y aquellos que no quiere formar parte de su Clan.

-Estáis en vuestro derecho de no uniros a nosotros, pero estas tierras son nuestras. Si no os unís a nosotros, deberéis marcharos de aquí y emprender el viaje a tierras sin dueño, con el frío invierno persiguiendo vuestros pasos. La tierra no dará frutos y el agua estará congelada. La gran estepa congelada os esperará con los brazos abiertos para llevarse vuestras vidas, como las de muchos otros, antes que vosotros, que se atrevieron a desafiarla.

Señala a su Clan.

-Nosotros os ofrecemos alimento y un techo. Agua. Protección. No seréis esclavos en nuestro Clan. Todos trabajamos y cuidamos los unos de los otros. ¿Podréis enfrentar a los peligros que acechan ahí fuera, solos? Si aun así queréis marcharos, podéis hacerlo. No obligamos a nadie a hacerlo, pero pensad en vuestras familias y en aquellos que se quedan con nosotros. Y por respeto a aquellos que han decidido unirse a nosotros, podríais acompañarnos a nuestro poblado y descansar antes de vuestra partida. Pero si alguien más se atreve a levantar las armas contra aquellos que han ofrecido ayuda y acogida, juro que mis flechas serán certeras.

La respuesta del pueblo era la que esperaba mas no así la del anciano líder. No habría esperado de él tamaña falta de sentido común y de empatía. Habría esperado de un líder como él, de alguien que ha vivido y pasado penurias junto a los suyos, que pensase por sobre todas las cosas en evitar que su gente pase por más hambre y frío, sin mencionar el destino del acero. En cambio, nos encontramos con alguien que solo deseaba imponer su honra a todo, incluyendo las vidas de los suyos. Alguien que no está dispuesto a alianzas ni a recibir ninguna clase de ayuda que ponga en duda su autonomía.

Se levanta en armas y solo es detenido por la oportuna intervención de Troknir. Niklas no soporta su altanería y hace que el rayo caiga sobre el anciano, mientras que Astryr es mucho más piadosa con él y con todo el pueblo. Mi posición no es tan piadosa pero tampoco tan radical:

 - "Ofrecemos paz y prosperidad para quienes quieran unirse a nosotros y, aunque podríamos exterminar a todos los que se han levantado contra nosotros pues es nuestra vida y nuestra tierra, por respeto a quienes han decidido el camino correcto, no lo haremos."

Miro al anciano y le espeto de frente:

 - "Deberías avergonzarte pues con tu soberbia pones en riesgo a quien dices querer. No amas a nada más que a ti mismo y solo te permitimos conservar tu vida por respeto a quienes sí te amaron a ti."

Mis palabras finales son para el resto de las personas:

 - "Quienes deseen formar parte de nuestro plan, de forma completamente libre, vengan con nosotros y abracen la prosperidad. Quienes no lo deseen, tienen un día para abandonar las tierras del clan Rotensnö. Quienes no lo hayan hecho para entonces, serán considerados invasores y asesinados en el acto."

Mis ojos se dirigen a mis compañeros de clan a quienes asiento pues nuestras cartas ya se han lanzado y solo queda esperar que es lo que deciden aquellos a quienes hemos dado una oportunidad que no todos reciben. Somos piadosos, somos muy piadosos pero confío en que nuestras buenas obras serán el fundamento de las cosas buenas que nos sucedan a nosotros en el futuro.

La furia de Niklas habría estallado en todo su esplendor, de no ser por las acciones de Astryr y Hvit quienes hicieron ver al mender el error en sus actos. Y si bien el mender no estaba de acuerdo con el proceder de las dos mujeres, si fue consciente que se dejaba llevar por su actitud iracunda. Ante ello, solo unas pocas descargas ligeras golpearon al anciano y sus alrededores. Fue algo doloroso e impresionante de ver, pero todos aquellos que habían combatido junto a Niklas, tenían claro que estaba lejos de ser letal.

Las palabras cálidas y llenas de esperanza de Astryr resonaron entonces con singularidad, pues un profundo silencio se había gestado tras las acciones del mender. Muchos asintieron, muchos incluso se alegraron, como si un milagro hubiese ocurrido en sus vidas, y muy pocos callaron. Y entre aquellos que no alzaron sus miradas con alegría, aun en ellos la duda creció, pues el calor del hogar era algo que todos ansiaban en aquellos fríos días.

Hvit, la anciana lugarteniente del clan y líder de una de las familias fundadoras del mismo, reitero las palabras de Astryr, motivando a un más a los invasores a unirse al clan. Pero esto rápido se vino a bajo ante la decisión general de la mayoría, encabezada en aquel momento por Erik y Troknir, quienes estaban dispuestos a darle cobijo a cualquiera que quisiese unirse al clan, pero no habrían de dar hospedaje a nadie cuyo trabajo no fuese a producir frutos para el clan, lo cual fue reiterado por el duro y curtido Varl. Y a todo ello, el temible mender se unió, causando más miedo que esperanza.

Y sin embargo, el objetivo más importante de su llegada se había cumplido sin derramar sangre, pues los invasores habrían de abandonar sus tierras. Y mejor aun, la mayoría habrían de unirse a sus filas.

Asintiendo ante el resultado obtenido, Niklas poco a poco recuperó en el rostro su habitual expresión de cascarrabias. En cierta forma le enfurecía pensar que cinco vidas se iban a perder en el hielo y la nieve, quizá si no fueran todos ellos tan orgullosos, tan egoístas...pero ahora era ya tarde para dar marcha atrás.*

- Recojamos todo y volvamos a casa. - dijo, mascando con deleite la palabra "casa", mientras veía como en muchos rostros aparecía una expresión muy similar a la suya al pensar en la misma palabra.

El asunto termina finalmente y son solo cuatro guerreros y su inconsciente líder los que deciden marcharse de aquí. Veo el rostro de pesar en algunos de los que se quedan con nosotros y, a pesar de estar seguro de que han tomado la decisión correcta, les dirijo unas palabras pues parecen necesitarlas:

 - "Han tomado la decisión correcta. Ustedes y sus descendientes prosperarán como miembros del Clan Rotensnö. No hay oportunidad mejor que la que han tomado. Bienvenidos a su nueva familia."

Niklas parece listo para irnos a lo que secundo con un asentimiento de mi cabeza. Esperamos a que los aldeanos tomen sus cosas y marchen con nosotros hacia nuestro poblado, mientras mi mirada no deja de estar posada sobre quienes no aceptaron y que espero realmente no volver a ver jamás. 

A pesar de todo, el asunto acaba bien. La mayoría de los intrusos se han unido al clan y solo unos pocos se alejan con lo poco que tienen. No hace demasiado tiempo, ellos estaban igual, pero eran más y podían apoyarse unos a otros. Es una diferencia vital en ese mundo tan duro. El invierno acabará por matarles.

Sin decir nada, emprende el rumbo a casa con todos los demás. No hay mucho que ella pueda decir en ese momento. Solo espera que lo que han ofrecido sea en realidad lo que se encuentren aquellos que se han unido.

El frío empezaba a calar fuerte en sus huesos al caer la noche, y eso que el invierno aun no les había alcanzado, pero estaba cerca y no se demoraría. Reunidos en el gran salón, el clan Rotensnö, señores de una porción del valle del cuerno gris hacia el oeste, celebraran por la llegada de nuevos miembros. De momento no se podían dar un gran banquete, pero lo que había, se disfrutaba con gran gusto y más en compañía de los que hasta ahora parecían ser, fieles camaradas.

Habían pasado ya tres días desde el altercado en la ciénaga, momentos desde el cual aquellos pobladores se unieron al clan. Desde la primera noche, pero con más insistencia en la actual, los antes invasores solicitaron a Niklas y a todo el consejo del clan, que acudiesen al rescate de otras familias, quienes habían quedado atrás, bajo los dominios del clan de bandidos llamado Garra de Hielo. Y aunque Niklas y los otros no dudaban en querer ayudarles, desde aquella primera noche, quedo claro que dicha tarea podría ser imposible. Si aquellos montañeses no mentían (y no tenían por qué), las fuerzas de aquel clan estaban compuestas por al menos 50 fieros y curtidos guerreros, más otros cuantos clanes menores que habrían de seguirles sin vacilar. Números que, aun con el clan Lávidr como aliado, podrían conducir a dolorosas e irreparables bajas.

Por tanto, no hubo más opción que hacer más promesas e intentar esperar a que los vientos apuntasen a su favor. Y de momento, habría que mantener las esperanzas de aquellos hombres, así como mantener sus mentes y cuerpos ocupados.

Por suerte, las noticias que Hvit y otros exploradores les habían traído del valle en aquel día, eran alentadoras. Había aún mucha comida en el valle que podrían recolectar, y si bien, el recolectarla toda, podría implicar que no dejasen que el ciclo natural del valle continuase, cierto era que, en uno o dos años el valle se recuperaría por completo. Y ellos no tenían dos años, solo tenían algo más de un par de meses, tenían que darse prisa, y si ya habían decidido concentrarse en la recolección, habrían de seguir su plan a toda costa.

Hvit que aguantaba bien el efecto de las bebidas embriagantes, en medio de un brindis iniciado por ella misma, enalteciendo los logros y beneficios de la exploración, preguntó quién iría al día siguiente y los que habrían de seguirle a hacer la recolección final. De momento los líderes del clan que conformaban a su vez su consejo no habían declarado si simplemente le dejaría la tare a Hvit para que ella eligiese libremente a los 30 exploradores, o si ellos mismos se habrían de unir a la tarea.

Ya de vuelta en el salón principal el ambiente es otro, mucho mejor. Celebramos con lo poco que tenemos que ahora contamos con más aliados, algunos de ellos guerreros, lo que aumenta mucho nuestra posibilidad de sobrevivir e incluso, medrar en estas tierras frías e inhóspitas.

Cuando los días pasan, nuestros nuevos compañeros nos mencionan su intención de que podamos ir a salvar a sus familiares que quedaron prisioneros de aquel numeroso clan que los desplazó. Es muy fácil entender que no es algo para lo que estemos preparados en este momento. Según lo que dicen, aquel clan está formado por más de 50 guerreros mientras que nosotros no superamos la treintena. Ellos tienen aliados y nosotros solo tenemos al Clan Lávidr, quienes dudo mucho que tengan más guerreros que nosotros y que sabemos no han sido capaces de vencernos nunca.

"Pueden ser un gran apoyo pero no confiaría nuestras posibilidades a su capacidad de lucha."

Pero el momento no es ahora y por eso solo nos queda dar promesas de que lo consideraremos siempre y lo haremos cuando tengamos la capacidad de luchar contra un clan así. Sé que llegará el momento, pero este aún está lejano.

Pero Hvit habló acerca de lo que los exploradores encontraron en el valle y son buenas noticias. Gerda se ofrece para ir a recolectar con ellos mientras que yo prefiero quedarme en nuestro pueblo para cuidar pues, todo el asunto del clan de bandidos me ha dejado una preocupación que no es fácil de quitar de mi cabeza.

La vuelta a casa fue más liviana que la ida, puesto que sabían que al final del camino les esperaba un fuego, un sitio donde sentarse, comida y amigos. El hogar.

La celebración fue espontánea, pero frugal, pues no tenían tampoco demasiado y debían ser comedidos. A pesar de todo, Niklas sintió que todo estaba yendo por el buen camino, y brindó varias veces por los caídos por el camino, aquellos que habían dado su bien más preciado, su vida, para regar el sueño de todos, el árbol que habían plantado allí, por la consecución de lo que tenían ahora mismo. Era cuestión de los que quedaban el mantenerlo y hacerlo crecer cada vez más fuerte.

En mitad de la cena llegó la petición de los nuevos miembros del clan, salvar a los que habían quedado atrás, a merced de un clan de montañeses bandidos que se llamaban a sí mismos "Garra de Hielo". Pensó largo rato en aquel asunto, escuchando las opiniones de unos y de otros. Cuando le llegó el turno de hablar, apoyó lo dicho por el resto, las promesas de ir estudiando el caso y en el caso de que llegara el momento, actuar. Pero no ahora, no cuando la propia supervivencia de todos ellos estaba en juego. - Tenemos la certidumbre de saber que sobreviviremos al invierno si trabajamos duro en conseguirlo, para ello necesitamos a todos centrados en éste esfuerzo. Todo llegará, y al malvado, siempre le llega su castigo. - dijo.

Cuando Hvit da la buena noticia todo el mundo se revoluciona. Parece que todo empieza a coger buen color, y los acontecimientos refuerzan las palabras de Niklas. El viejo Mender se presenta voluntario para ir, pues el mejor ejemplo son los hechos, además, así podrá recoger plantas y hierbas necesarias para sus emplastos y pociones que más adelante ya no podrá recoger, bien por distancia, bien por el frío. Rápidamente, Eskol se presenta igualmente, pero Niklas habla con él y trata de convencerlo para quedarse a ayudar en la construcción y vigilancia del pueblo, pues su fuerza y sus ojos siempre vigilantes, así como su capacidad de sorprender a un enemigo, serían bien valiosos en caso de ser atacados. El hombre del bosque dice que lo pensará durante la noche.

El ambiente en el poblado se anima considerablemente con la llegada de los nuevos miembros del clan, pero tras unos días éstos comienzan con los ruegos y exigencias para rescatar a todas aquellas familias atrapadas en las montañas y que sufren lo mismo que han sufrido ellos. Pero no pueden arriesgarse en una campaña de tal magnitud sin la fuerza necesaria. Además, su poblado aun está en pleno florecimiento y no pueden dejar a sus gentes a su suerte y sus tierras desprotegidas. Quizá suene egoísta, pero no es momento de marchar a la guerra.

En cambio, hay otros temas más importantes que requieren su atención, como la comida.

-Yo participaré en la recolecta. 

Es una misión importante y de la que dependen muchas vidas. No pueden dejar nada a la suerte ni a la voluntad de los dioses. Deben dar lo mejor de ellos mismos.

A la mañana siguiente, tras una ligera resaca en algunos de ellos, la marcha inició partiendo desde el actual asentamiento del clan Rotensnö, con un destino no tan claro, pues si algo comprendía a su territorio, era un gran valle, justamente una parte del valle del Cuerno Gris. En el trayecto, un entusiasta Einar habló sobre talar grandes arboles y comer hojas, y aunque algunos intentaron explicarle que ese no era el objetivo, el gigantesco Varl no parecía querer hacer caso, y espada en mano, se mostraba listo para rebanar madera.

Partieron muy temprano cargando con todo lo que necesitaban y en un grupo total de 60 integrantes, la mayoría de todos los pobladores del clan; pues el plan era recoger todo lo que pudiesen durante siete días, dejando de lado cualquier otra actividad. Estaban allí, Gerda, Eskol, Alistar y Astryr como lideres de los múltiples exploradores; el fiero Einar y el tenaz Troknir también les acompañaban junto a otros Varls; Niklas, el líder del clan, también estaba presente, y junto a él, Jendalos, como único líder de las tres grandes familias que se encontraba presente en aquella misión.

Su plan era recorrer todo el valle, y para ello habrían de dividirse en dos grandes grupos, cada uno de treinta miembros, los cuales habrían de subdividirse en otros tres grupos que habrían de trabajar unidos y en contacto los unos con los otros. El primer gran grupo fue liderado por Jendalos, Eskol, Einar y Troknir; mientras que el segundo lo lideraba el mismo Niklas, con la guía de Gerda, Astryr y Alistar.

La recolección rindió frutos, aunque no tanto como esperaban, pues el lugar seguía siendo una tierra fría y dura, a pesar de ser un valle entre montañas. Habían conseguido mucho, pero en muchos momentos tuvieron que tomar decisiones importantes sobre la vegetación del lugar. Pues aunque gente como Einar y Troknir estaban más interesados en recogerlo todo, la mayoría de los exploradores aconsejaban ser prudentes y no devastar el valle, o este no podría recuperarse durante la primavera del siguiente año.

Pero sin importar las decisiones tomadas, el momento cumbre de su viaje fue en la noche del sexto día, cuando una gran tormenta descendió sobre ellos desde un cielo tempestuoso. Los riachuelos se convirtieron durante aquella noche en un fuerte arroyo que proyectaba toda su energía sobre la ciénaga y la laguna. Hubo incluso quienes vieron a grandes lagartos de la ciénaga merodeando muy adentro en el valle.

Llegado un momento, cuando las fuerzas de las aguas se tornaron peligrosas, el grupo liderado por Niklas tenía que tomar una decisión pues sus vidas podrían estar en riesgo. Habían montado un campamento en las orillas del bosque, pero no era claro si este podría darles el cobijo suficiente frente a la tormenta.