Partida Rol por web

No llegó a entrar, el arquero se colocó en una posición de fuerza y abrió un hueco en la pared. Eklerion cambió de rumbo y se introdujo por el agujero en la pared con el estoque por delante.

Vamos allá- les fue diciendo a los compañeros que se iban apartando para dejarle pasar...

Mick dejó pasar a aquellos que llevaban armas cuerpo a cuerpo y pasó después, sacando una flecha y colocandola en su arco.

Una vez dentro se giró y preguntó a la semidemonio: ¿No tienes otra arma? Si disparas eso se enterarán en el palacete del inquisidor.

Cuando Mick le comentó lo de su arma la mestiza quedó boquiabierta, nunca se lo había planteado.

Estooo, no, no llevo más armas. Pero igualmente si encontramos follón aquí no va a ser más ruidosa que el choque de metal y los gritos en el combate. Eso si, si nos vemos actuando con sigilo fuera de un edificio me lo tengo que replantear.

Le regaló una tímida sonrisa al final mientras se ponía las gafas a modo de diadema.

El grupo se introdujo haciendo acopio del mayor sigilo del que fue capaz, a pesar de eso, los violentos golpes de Mick en el tabique de aquellos establos, alertaron a lo que parecía a una pequeña jauría de perros que se resguardaban en le interior de aquel edificio abandonado.

De repente, con los rayos del día iluminado aquella alargada estancia, tras los barrotes hizo acto de presencia un perro callejero de pelaje sucio y descuidado. El animal estaba furioso y ladraba de forma repetida mientras el grupo se internaba a través de la agrandada grieta...

Pobre animal... no dejeis que os muerda, debe tener todo tipo de enfermedades... Con un suspiro y pena se dispuso a acabar con el animal. Puso una flecha en el arco, apuntó y disparó.

Al escuchar los ladridos de los perros, Saeko pasa a través de la abertura de maderas para llegar a ver que ocurre en el interior. Ve como un perro sucio ladra fuertemente al fondo de la sala. Se queda al lado del arquero, que prepara una flecha, esperando como actuar.

Tras lo que le había comentado hacía tan solo unos instantes Mick, la muchacha mestiza hizo el ademán de disparar pero se contuvo hasta que fuese necesario, estaban en la entrada aun y no quería que sus disparos fuesen escuchados desde el exterior. Solo dispararía si fuese necesario.

Haciendo caso omiso a los ladridos del perro, avanzó lentamente estoque en mano. Tras los barrotes el cánido no era más que una molestia, aunque también era un sistema de alarma muy bien colocado....

Nath y Val cierran la comitiva, invitando a Rexus a entrar delante de ellos. Tanto por cortesía, como para asegurarse que esto no es una trampa...

Poco a poco los integrantes del variopinto grupo fueron internándose en aquellos establos abandonados. El perro continuaba su particular serenata de ladridos, hasta que Mick lanzara un proyectil con su arco. La flecha golpeó en uno de los barrotes y salió despedida, fallando. El perro gruñó y corrió para internarse en la oscuridad, aunque los ladridos seguían indicando que en el interior aguardaban varios más.

Tras esto, Rexus pasó al interior de la estancia comentando:

- Creo que no podremos escurrirnos entre esos barrotes...-

La muchacha mestiza empezaba a ponerse nerviosa con el ladrar del chucho, si pretendían que el sigilo premiara esta misión estaban fracasando. Se vio tentada de disparar a la pobre criatura, pero el raciocinio pudo.

Por la mismísima Desna!!! Nadie es capaz o tiene el don de calmar a ese animal? si no se calla rápido le meto un tiro y se acabó, me va a explotar la cabeza de escucharlo.

Su voz pasó de templada y tímida a agresiva e impulsiva. Empezaba a verse en ella la comparativa de una bomba de mecha lenta... pausada hasta que explota por sorpresa.

De mala gana, Nath se acerca a los barrotes tras los que ladra el perro, pidiéndole a Val que se quede lejos para no incrementar el nerviosismo del animal. Dejadme un momento, paciencia, murmura hacia sus colegas.

Después, tratando de usar gestos tranquilos, palabras calmadas y voz sosegada, intenta calmar al ajetreado can.
 

Natharius pasó ante él para acercarse a los barrotes que encerraban al perro. Iba susurrando y moviéndose lentamente, tratando de tranquilizar al animal. Eklerion permaneció alerta, pues los ladridos del can se deberían haber escuchado hasta en la mismísima plaza Aria.

Lanzó una mirada inquisitiva hacia la pistolera y se llevó el dedo a la boca para indicarle que permaneciera en silencio, tiempo tendría de hacer ruido si eran descubiertos.

Mick colocó otra flecha en el arco y esperó a ver como iban las cosas, preparado por si el perro atacaba a su compañero y tenía que intervenir.

Mientras todos habían tomado la iniciativa, la desconfiada ninja cerró el grupo y echaba la vista atrás buscando, tal vez, otra vía de pasar al otro lado. La verdad era que el ruido de los ladridos de aquel perro delataban bastante la presencia del grupo, en el caso de encontrarse con otra clase de compañía.

El mendigo se acercó hasta los barrotes con gesto relajado. El delicado procedimiento y los lentos movimientos de Nath, eran capaz de invocar la calma incluso en la situación más desesperada. Cuando pasó junto al lado de su lobo de pelo blanco, extendió la mano rozando su frondoso pelaje. Dicha caricia fue suficiente para que el animal, que se hallaba en tensión por la irrupción de los canes, dejara de gruñir y se sentara sobre sus cuartos traseros.

Cuando llegó hasta las barras de hierro que bloqueaban el paso, llamó al perro a base de silbidos. En un principio, el perro prosiguió en su ademán de reaccionar violentamente, pero tras la dedicación del iomedita, éste se doblegó ante sus buenas intenciones acercándose para lamer su mano. Acto seguido, de la oscuridad surgió otro perro abandonado y un mastín de grandes dimensiones. Éste último portaba harapientos faldones de tela rasgada con las enseñas de la guardia dottari, con lo que a buen seguro debió formar parte de sus animales de patrulla...

Impresionada ante la habilidad de NathRius, Saeko solo puede alegrarse por ver como aquel animal cesa en sus ruidosos ladridos. Con todo algo mas tranquilo y después de aparecer el otro perro, algo mas grande, la joven ninja trata de centrar sus sentidos y observar aquel lugar.

Has visto Val? Cuidar de ti sirve de algo, dice en tono alegre aunque en voz muy baja, Nath. La aparición de más perros sin embargo, hace que no baje la guardia - tampoco es que fuera a hacerlo.

Y se obró la magia. Natharius fue capaz de calmar la jauría que había tras los barrotes. Quizá ya fuera tarde y todo el vecindario estaba al corriente de su presencia. Al menos podía pensar en silencio sin ruidos molestos.

bien, eso es bueno.

pensó la pistolera al ver que Nath había sido capaz de acallar los ladridos de los perros. Después hizo un gesto como para quitarse las gafas para ver mejor en la oscuridad, pero ya lo había hecho antes. Sonrió para si misma al darse cuenta y se ruborizó ligeramente. Afinó su visión esperando descubrir un lugar por el que moverse sin problemas.