Partida Rol por web

Esa mujer era una temeraria. Sin siquera bajar, Mick cogió angulo buscando a una de las ratas y disparó una flecha al roedor que amenazaba al espadachín, ya que tenía buena visibilidad y así él podía moverse libremente.

La flecha del servidor de Korada cruzó la distancia que separaba el piso superior del inferior en un suspiro. Nuevamente la puntería de Tanner fue determinante, pues atravesó la panza de una de esas ratas como si se tratara de un simple espetón de carne.

Una menos.

Con el arquero apostado y disparando la mestiza no gozaba de un buen angulo de disparo, además parecía que había urgencia por conseguir una armadura ablativa para los guerreros que ya combatían abajo. Así pues decidió que su deber era bajar a socorrer a sus compañeros de la manera que fuera y bajó con gran agilidad las escaleras para enfrentarse a esos seres repugnantes.

Acabad con las ratas! Grita tratando de infundir ánimos torpemente Nath. Está nervioso. Si baja Val se quedará arriba solo o, peor, tratará de saltar siguiéndole, y la caída podría lastimarle una pata. Echando un vistazo al lobo y luego a la malherida ninja, que no merece acabar de esta forma, decide tratar de hacer lo mínimo en este caso. Dejando espacio para que los demás luchadores continúen el combate, conjura con la mirada prendida en la inconsciente mujer.

La advertencia de Eklerion llegó demasiado tarde y las ratas se cebaron con Saeko que acabó por los suelos víctima de un terrible mordisco que le arrancó piel y carne de la mano. El espadachín dió un paso al frente para colocarse sobre la joven mientras agitaba el estoque en un movimiento horizontal buscando la atención de las criaturas.

¡¡Atrás, bellacas!!

En el movimiento buscó horadar el cuerpo de alguno de aquellos seres, el estoque silbó como un látigo mientras dejaba una sangrienta marca en la espalda de la rata más fea que había visto nunca. Después adoptó una posición desde la que poder defenderse.

La espada de alquiler lanzó una punzada a fondo que atravesó el rechoncho cuerpo de la rata como si se tratara de una morcilla peluda. En ese instante, la restante se acercó y poniéndose de pie tras sus cuartos traseros, en una escena tan grotesca como repugnante, intentó lanzar una dentellada sobre Eklerion. 

En esta ocasión, el espadachín reaccionó raudo y evitando el mal de la rata, liberó un mortífero contraataque que cercernó la cabeza del roedor.

La situación crítica había pasado. 

Por su parte, Nath lanzó un conjuro que consiguió detener la hemorragia de la ninja. No recuperó la consciencia pero pequeño conjuro evitaría que se muriera. 

Al llegar a bajo Chaffeaux solo pudo ver como el espadachín de forma magistral liberaba al mundo de esas repugnantes alimañas y el cuerpo de la derrotada ninja.

Por Desna, Saeko...

Enseguida se acercó lo más rápido posible para comprobar si aun vivía.

Haced algo, no tenéis algún vial de curación? se nos va.

Dijo para el grupo en general con tono funesto pero aterciopelado

Dando un saltito para salvar el último tramo hasta el piso inferior, Nath responde para tranquilizar el miedo de la mestiza. Tranquila, no se nos va. He estabilizado sus heridas. Aunque después, negando con la cabeza, añade, Sin embargo, lamento comunicaros que no me quedan más conjuros hasta que mañana, exceptuando algunas plegarias sencillas.

Espera ahí, Val, dice mirando hacia el hueco de la escalera, arriba. El lobo está intranquilo, dando vueltas alrededor de la escalera. Lo siento compañero, no veo cómo bajarte sin que te hagas daño. Aguanta un poco y enseguida vuelvo a por ti. La mirada de Nath es de impotencia.

Rexus descendió el último de la comitiva. Visto lo visto, el exnoble no tuvo reparos en desenvainar su estoque de exquisita manufactura, aunque se consideraba una persona que intentaba explotar siempre las vías de la palabra y la paz. Aquel lugar los pillaba por sorpresa. Estaban en uno de los últimos escondites que diez lustros atrás ocuparan los Cuervos Plateados, y las alimañas que parecían haber creado sus cubiles en sus abandonadas estancias, se defendían de la irrupción de los extraños entre aquellas paredes.

Una vez abajo, la despedida momentánea de Nath y Val, sobrecogió el corazón del último de los Victocora. Aquel hombre rezumaba honor y compañerismo hacia su leal mascota y sintió de corazón que el nuevo Kintargo, que la nueva Cheliax que querían forjar, debía amparar a personas como ese mendigo anónimo.

Sin mayor dilación, se acercó hasta el cuerpo sin sentido de Saeko, y abriendo su morral, extrajo un odre como el que le entregara a Mick Tanner. Quitó el tapón del filtro y comenzó a vertirlo por la comisura labial de la ninja. Varias fueron las heridas que comenzaron a cerrarse gracias al remedio mágico, hasta que por fin, ésta abrió los ojos.

Sujetándose la cabeza y mirando a ambos lados, Saeko trató de levantarse, aunque tambaleándose, pues se encontraba aún algo mareada.

- ¿Qué ha pasado? Estoy algo aturdida... Solo recuerdo esas ratas y después... Nada más. ¿Estáis todos bien? - Comentó a los presentes.

buf suspiró profundamente aliviada creía que te perdíamos se recolocó las gafas y comprobó que su pistola no había sufrido ningún golpe o desperfecto en este rato, miró al resto del grupo y con una sonrisa y mirada dignas de una niña inocente comentó al resto del grupo. Pues si, creo que deberíamos seguir, pero uno de nosotros debería ocupar la primera linea... con una mueca de incertidumbre creo que no soy la persona indicada, tal vez el diestro espadachín se ofrece?

Mick fué el ultimo en bajar y tras ver que la ninja estaba de nuevo en pie fué a recoger su flecha, limpiandola antes de volverla a meter en su carcaj.

Bueno, solo te han golpeado a tí, ha durado todo unos segundos. Mejor que otros que no estén heridos vayan delante...

Miró al espadachín y al resto, ninguno tenía algún tipo de protección mas que ligera.
 

El galante exnoble se alzó con una sonrisa tras ver el resultado tan positivo del remedio mágico. Aquellas pociones que un día adquiriera en el Salón de los Trinos -un templo consagrado a la fe de Shelyn- parecían haber sido de gran utilidad en ese momento crítico. Saeko, rauda y letal en sus maniobras de combate, demostraba ser bastante frágil cuando las reyertas se prolongaban, con lo que habría que mejorar dicho aspecto si quería progresar en su lucha contra la opresión.

- Si el problema es que nadie está lo bastante indemne como para abrir la marcha, yo todavía poseo un par de pociones más...- comentó Rexus mientras señalaba su morral -Poder cumplir nuestro objetivo es de importancia capital, con lo que no me supone ningún problema donarlas a la causa.- añadió finalmente.

Mientras los demás se debaten acerca de su estado físico y sobre quién debería encabezar la marcha a partir de ahora, Nath echa un vistazo alrededor. Qué nos espera por aquí abajo?

El grupo revisó todo aquel almacén sin hallar nada de valor. Aquel lugar se había convertido en una auténtica madriguera de ratas. A excepción de la puerta que se alzaba en la pared oeste. 

Cuando el grupo se disponía a decidir cómo afrontarían la nueva puerta, una musiquilla de flauta resonó lejana en la estancia. Las notas de la melodía resultaban juguetonas a la par que sombrías. Tras un lacónico instante, las notas se callaron.

Habéis oído eso? Pregunta susurrando Nath, mientras afina su oído por si vuelve a escucharse algún ruido revelador.