Partida Rol por web

En la flor de la vida

La casa del bosque

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11/02/2021, 11:29
Alberich de Narok

A pesar de que había abandonado esa vida hace ya mucho más de una década, Alberich todavía estaba atado a la tierra, quisiera o no. En sus venas corría el sacrificado legado de sus ancestros que tantas veces habían derramado sangre, sudor y lágrimas para que los cultivos crecieran sobre el duro suelo de Narok, y en su mente aún resonaban los conocimientos sobre la agricultura que durante generaciones habían pasado de padres a hijos. Por esa razón, mientras sus compañeros analizaban otros aspectos de la cabaña y sus alrededores, la mirada del mago se dirigió de manera involuntaria hacia el huerto que se encontraba junto a la maltratada casucha. La tierra removida le dio una idea de cuando fue la última vez que alguien levantó una azada, el desarrollo de las hortalizas le señaló la época del año en la que fueron sembradas las semillas, la altura de las malas hierbas le indicó el tiempo que el huerto había sido descuidado, y las huellas que rodeaban el lugar era signos inequívocos de cuando fue la última vez que alguien había disfrutado de los frutos que brinda la tierra.

Aunque el kovirano ya había llegado a esa conclusión, el hombre de escaso pelo y de barba rojiza fue el primero del grupo en mencionar lo evidente: la cabaña estaba ocupada. Además, el tal Marten manifestó en pocas palabras su intención de investigar más de cerca la vivienda y sin siquiera dar tiempo para debatir su idea, comenzó a avanzar hacia ella demostrando así un individualismo que no hacía más que confirmar las sospechas del mago de que ese bribón no era de fiar… Si la situación conllevara un peligro mucho mayor, Alberich no habría tenido problemas en dejar que el calvo arriesgara su vida pero considerando lo que había descubierto, lo mejor era intervenir. Tras avanzar dando largas zancadas, el condottieri extendió su brazo colocando así su bastón frente al pelirrojo en un intento de obstaculizar momentáneamente su avance.

-No descarto la idea que la cabaña esté ocupada por un pequeño grupo de bandidos -le dijo con seriedad al grupo, independientemente de si Marten todavía se encontraba cerca- Sin embargo, considerando la tierra que rodea el lugar, lo más probable es que en ella solo haya un par de refugiados que hayan huido de la guerra o incluso algún granjero, tal vez una persona mayor considerando lo descuidado que está el huerto y las ovejas -agregó con su habitual tono inexpresivo- Si ese llega a ser el caso, mantened las hojas envainadas, no hace falta recurrir a la violencia cuando podemos conseguir refugio mediante el diálogo -finalizó lanzándole a una mirada al pelirrojo, el cual tenía en mano su puñal.

Alberich sabía perfectamente que la guerra era cruel y sacaba lo peor de las personas, incluso él había cometido varias atrocidades pero por el momento se resistía a hacerle daño a la gente que tenía menos que él, principalmente a los que vivían de la tierra.

Notas de juego

La última parte del turno la dejo en "modo condicional" ya que dejo a criterio de Belgeval si se marcha directamente o se detiene a escuchar antes lo que tiene que decir Alberich.

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11/02/2021, 13:31
Martem de Bremervoord

Antes de que Martem pudiera alejarse demasiado, el kovirano misterioso se le adelantó a paso rápido. El pelirrojo tardó un poco en comprender que Alberich pretendía frenar su avance; en darse cuenta, Martem se detuvo, algo confuso. Escuchó las palabras del mercenario sin interrumpirlo en ningún momento, aunque su ceño ligeramente fruncido delataba su desconcierto. ¿A qué venía aquel sermón? Alberich no lo conocía. ¿De qué lo estaba acusando? Martem abrió la boca para replicar: «No soy un asesino». Pero no le salió. A fin de cuentas, eso no era exactamente cierto.

No te preocupes. Solo iba a echar un vistazo rápido y volver. Esto es por precaución —respondió tras unos segundos de duda, levantando su afilado cuchillo para indicar a qué se refería. ¿Cómo es que un mercenario como él no entendía aquello? Si había hombres armados dentro de la cabaña y se le echaban encima por sorpresa, no le haría ningún bien llevar su arma enfundada. Martem intentó sonreír para calmar los ánimos, pero no pudo evitar sonar a la defensiva cuando añadió—: No voy a apuñalar a unos campesinos.

«Si ellos no intentan apuñalarme primero», fue lo que pensó pero no dijo, algo tan obvio que cualquiera lo daría por sentado. Sus ojos acuosos miraron al kovirano durante unos instantes, sin que su rostro dejase traslucir nada en absoluto.

¿Puedo? —preguntó al final, haciendo un gesto con la mano en dirección a la casa. No se movió ni un centímetro hasta que Alberich se apartó, y aún tardó un momento en ponerse de nuevo en marcha hacia la casucha. Esta vez, esperaba, sin interrupciones.

Notas de juego

Post rapidito para responder a Alberich y que no quede fuera de contexto.

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12/02/2021, 16:59
Rion Aedryn

Rion le había devuelto la sonrisa irónica al mago, tras su comentario sarcástico. Por lo menos se le intuía un poco de (mal) humor, aunque fuera uno muy básico.  

La exploración en torno a la cabaña no duró demasiado, pues tampoco es que esta dispusiera de grandes dimensiones. Rion observó la puerta de acceso a la vivienda, pensando, por una fracción de segundo, en irrumpir en su interior sin temor a nada ni nadie propinándole una patada. Empero, más valía ser precavido en el mundo, por lo que abandonó pronto esa idea. Si alguien tenía que llevar a cabo dicha acción, que fueran los fuertes del grupo; él ayudaría más desde la retaguardia en caso de que se encontraran en problemas. Además, ni era un héroe ni pretendía serlo. Solo con sobrevivir otro día en este mundo que se estaba resquebrajando le valdría la pena.

Asintió al aviso de Martem e introdujo con lentitud un virote en su ballesta, preparado por si allí dentro se refugiaba algún enemigo o alguien que pudiese responder de manera hostil a su llegada. Esperaba no tener que llegar a las confrontaciones, y en caso de haberlas, limitarse a mediar y dialogar con tranquilidad. Rion no era de los que les gustara las peleas, salvo que hubiera una dotación económica o una fémina detrás. Y en este caso, ni una ni otra eran probables. Lo máximo a lo que aspiraban era a descansar sus maltrechos pies de tanta incursión en el bosque cerca de la chimenea. Que no estaba mal si lo comparaban con las anteriores jornadas.

Si hay una mujer dentro, dejadme hablar a mí. Dispongo de un don de gentes reconocido por todo Cintra y sus alrededores... —susurró en un tono que combinaba orgullo y guasa a partes iguales.

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12/02/2021, 19:33
Director

Tras la interrupción del kovirano, que a Martem le pareció del todo innecesaria, volvió a dirigirse hacia la casa con pasos cautelosos pero seguros. Agazapado, cubierto el cráneo con su capucha y evitando pisar donde sus botas pudieran hacer mayor ruido. Acostumbrado a moverse con sigilo, no le costó mucho desplazarse como el gato que acecha al ratón en completo silencio. Su intención era abrir ligeramente la ventana para poder echar un vistazo, pero los postigos estaban cerrados desde dentro y le resultó imposible abrirlos sin forzarlos, lo que ocasionaría un ruido que no le interesaba. Tampoco logró echar un vistazo a través de la puerta, ni encontró una oquedad en la madera que le permitiera una visión aceptable del interior.

Pudo, sin embargo, escuchar un rechinar repetitivo de madera que procedía del interior. Y cuando aguzó un poco más el oído, escuchó el ocasional tarareo de una voz femenina. La cancioncilla le resultó conocida, aun cuando la voz no cantaba la letra sino que se limitaba a entonar la melodía, evocándole su infancia y los tiempos en los que todavía iba con la troupe de artistas que componía su familia.

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12/02/2021, 21:30
Martem de Bremervoord

Mirar bien dónde ponía uno los pies para no perder la cabeza: esa fue una de las primeras cosas que Martem aprendió cuando era muy joven; para saber saltar hay que aprender antes a caminar, y un acróbata tiene que saber saltar muy bien. Eso le sería de gran ayuda después, cuando su vida llegase a depender de su capacidad de moverse. Y afortunadamente, Martem se sentía muy cómodo en su propio cuerpo, pues este le respondía en todo momento con la precisión de una máquina perfectamente engrasada, a veces a la velocidad del pensamiento, a veces incluso antes de que su mente llegase a formarse una idea exacta de qué estaba sucediendo a su alrededor.

Con todo, el cidario se tomó su tiempo en llegar hasta la fachada de la cabaña, empleando en su favor la vegetación, las sombras formadas por la caída del sol e incluso la dirección del viento para avanzar inadvertido y con paso liviano. En cualquier caso, no tardó demasiado en llegar hasta la construcción. Desde la distancia, sus compañeros pudieron verlo pegarse a la madera de la pared, tanteándola con las manos a medida que se movía a lo largo de la fachada. Se agachó debajo de una de las ventanas, levantando el brazo para probarla. Cerrada. Casi inmediatamente continuó deslizándose hasta la puerta, alargando la mano hacia su pomo. Tampoco se abrió. Martem hizo entonces amago de emprender el camino de vuelta, pero en el último momento se quedó inmóvil, en cuclillas, ladeando la cabeza. Así estuvo al menos uno o dos minutos, completamente quieto; parecía estar atento a algo, escuchando.

Cuando parecía que ya no se iba a mover de donde estaba, el hombre se puso en marcha entre la hierba, regresando por el mismo recorrido por el que había ido. Pronto volvió a estar junto a los otros, caminando hacia ellos como si viniera de dar un paseo por el campo.

La puerta y las ventanas están cerradas. He oído a alguien dentro. Una mujer. —Al decir esto, sus ojos se dirigieron inconscientemente hacia Rion, el bardo que aprovechaba cada oportunidad que tenía para recordar a todo el mundo lo mucho que le gustaban las mujeres y lo mucho que él les gustaba a ellas. Esperó que ninguno de los allí presentes fueran de la clase de gentuza que hacía daño a las mujeres para saciar sus apetitos animales—. Estaba tarareando una canción. También he oído un sonido rítmico, como de madera crujiendo. Como una mecedora, pero no estoy seguro.

No les dijo que la canción que estaba murmurando la mujer le resultaba familiar, que le había recordado a su infancia. ¿Qué importancia podía tener eso en aquel momento? Mirando a Alberich con intención, levantando las cejas, envainó su puñal con un gesto conspicuo.

¿Quién quiere ir delante?

Notas de juego

Posteo otra vez para compartir la información que me ha dado el dire e ir dando forma a la situación. Porfa, si os parece que posteo demasiado y os agobia o algo, decídmelo ^^.

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13/02/2021, 10:22
Alberich de Narok

Un poco más tranquilo luego de haber escuchado las palabras del calvo, Alberich respondió a la pregunta de Marten con un silencioso asentimiento con la cabeza y acto seguido flexionó el brazo, retirando su bastón del camino del barbirrojo y permitiéndole así que realizara la inspección de la cabaña. A pesar de que por el momento le había dado un voto de confianza, el mago no descartaba la posibilidad de que el bribón se “pusiera creativo” con el puñal y por eso se limitó a esperar junto con el resto de sus compañeros mientras que le vigilaba atentamente desde la distancia.

Con el bastón clavado en el suelo y recostando todo el peso de su cuerpo sobre él, como si fuera un anciano que estuviera recobrando el aliento después de una agotadora caminata, el kovirano siguió con la mirada cada uno de los movimientos del tal Marten. Estaba más que claro que sabía cómo moverse sin hacer ni un solo ruido, pero la pericia que mostraba no hacía más que abrir nuevas interrogantes sobre su pasado: ¿Era un explorador del ejército? No, carecía del característico porte militar, ¿era un cazador? Poco probable ya que durante el viaje parecía igual de incómodo que los demás, ¿era un espía? No, era más parlanchín que la media del grupo, pero no tenía sentido que un espía terminara en un bosque en medio de la nada… Antes de que pudiera seguir elucubrando más teorías, las palabras de Rion le sacaron de sus pensamientos y le hicieron volver al presente. Tras escuchar lo que este tenía para decir, Alberich puso los ojos en blanco. Al igual que el bardo, extrañaba los suaves y cálidos muslos de una mujer, pero no entendía esa trivial necesidad de compartirlo con el resto…

Finalmente, el barbirrojo regresó de su exploración y ni bien terminó de compartir con el grupo lo que había descubierto, el mago tomó la palabra aunque no sin antes esbozar para si mismo una rápida y sutil sonrisa de victoria al ver que sus suposiciones fueron bastante acertadas. La presencia de una mecedora era una señal casi inequívoca de que la ocupante de la cabaña era una anciana.

-Parece que al final tu deseo se ha hecho realidad y que podrás hablar con una mujer -le dijo al bardo, disimulando su tono burlesco mientras disfrutaba internamente de la ironía- Si no surge ningún problema, puede que esta sea la primera vez en semanas que tengamos un techo sobre nuestras cabezas -agregó mirando a sus compañeros de viaje- Si estáis de acuerdo, Rion se encargará de convencer a la ocupante de la cabaña para que nos deje pasar la noche en su hogar mientras que Marten y yo le escoltaremos y, si es necesario, le apoyaremos en la negociación. Los demás iréis detrás, aunque os tendréis que ocupar de vigilar los alrededores, la guerra y otros peligros acechan esta región y no podemos darnos el lujo de bajar la guardia.

A pesar de que las palabras del kovirano eran sinceras, también omitían una evidente verdad: Los enanos, los brujos y los nilfgaardianos nunca fueron aceptados por la amplia mayoría de los habitantes de los reinos norteños. El grupo desconocía los prejuicios que cargaba la mujer que vivía en la cabaña y por eso primero convenía caerle en gracia y luego, ya con cierta confianza adquirida, revelar la naturaleza del resto de sus compañeros. Además, Alberich era más que consciente de que los magos despertaban el temor entre el populacho del que antaño formaba parte, pero confiaba en que su aspecto de condottieri fuera suficiente como para no levantar sospechas.
Mientras que el mercenario les daba tiempo a sus compañeros para que debatieran su propuesta, dio un par de pasos y se colocó sutilmente junto a Marten. Aunque permanecía atento a lo que dijeran los demás, no perdió tiempo e inmediatamente le habló al calvo en voz baja.

-¿Estás seguro de que lo escuchaste era el tarareo de una canción? -le preguntó entre susurros, con su frío y habitual tono de voz- ¿No era un recitado ni una salmodia en una lengua desconocida?

A pesar de que su instinto le indicaba que la ocupante de la cabaña no era más que una anciana inofensiva, el mago quería estar seguro de haber descartado todas las posibilidades. Después de todo, las brujas eran reales, no las contrapartidas femeninas de los mutantes cazadores de monstruos como lo era Dannar si no las hechiceras que habían sido expulsadas de Aretuza por usar magia prohibida o las mujeres que adoraban deidades terribles como la Araña Cabezaleón.

Notas de juego

Wolfwood: Aunque la narración es en tercera persona y en pasado, ten en cuenta que la naturaleza de Alberich sigue siendo un secreto. Lo digo porque en el primer párrafo de tu turno lo mencionaste como “el mago”.

Belgeval: A mi si me que molesta que postees tanto, que no haces más que obligarme a poner turno xDD. Fuera de broma, me encanta la relación que están teniendo Alberich y Marten, esa sutil desconfianza, esas dudas internas que tienen uno del otro pero que todavía no se atreven a mencionar abiertamente. Sin lugar a dudas, tarde o temprano terminarán como rivales o como buenos amigos (el romance lo descarto, que Alberich es igual de promiscuo que gran la mayoría de los magos pero le van más las mujeres, y las personas con cabello xDD).

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13/02/2021, 12:38
Martem de Bremervoord

Alberich tomó la iniciativa y trazó un rápido plan: Rion y su piquito de oro, acompañados por Martem y por el propio kovirano, irían de avanzadilla y tratarían de ganarse la confianza de la dueña de la casa. A Martem le parecía bien. Esperaba que una mujer indefensa y sola en mitad del bosque no encontrara la presencia de tres hombres desconocidos en su puerta demasiado amenazadora, pero había que ser precavidos: a fin de cuentas, tal vez la mujer no estuviese tan indefensa ni tan sola. El cidario ladeó la cabeza y emitió un murmullo apenas audible en señal de conformidad, pues no tenía nada que objetar a la propuesta del mercenario.

Cuando Alberich se situó junto a él y le preguntó si lo que había oído era verdaderamente una canción o bien alguna salmodia extraña, Martem negó con la cabeza.

No, no. Era una canción —aseveró—. He reconocido la melodía.

No añadió nada más, a la espera de que los otros se decidieran a moverse.

Notas de juego

Post rápido para responder a Alberich. Si es queeeee... ¡mira que hacerme preguntas directas! Así no me dejas más remedio que volver a postear XD.

Bromas aparte, opino lo mismo. Interesante la dinámica que empieza a haber entre ambos. Lástima no tener tetas ni melena al viento, pero así son las cosas XDDD.

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14/02/2021, 04:58
Jezal

En cuestión de un momento, Jezal llegó a la conclusión de que en su lucha por sobrevivir en el norte estaba encarado con dos enormes problemas.

El primer problema era lo poco acostumbrado que estaba a fijarse en las cosas de verdad. Había vivido rápido y con la suficiente comodidad como para que obviar los detalles fuera un lujo que podía permitirse, y aunque la precaución le habría llevado a asumir que había alguien en la casa de todas formas, él mismo no había llegado a ver ninguno de los signos que apuntaban directamente a que ese lugar no estaba necesariamente tan abandonado como podría haber parecido a primeras.

El segundo problema era que una vez más los problemas del nilfgardiaano con el idioma quedaban al descubierto. No tenía tantas dificultades como para no entender a grosso modo de qué estaban hablando, pero cuando era él quien quería decir algo, la cosa se complicaba. Parecía mentira que alguien que había tenido tan poca vergüenza de hacer el ridículo saltando de lupanar en lupanar fuera tan incapaz de decidirse a soltar más de dos palabras seguidas cuando estaba frente a aquellos a los que toda la vida había conocido como salvajes, pero así eran las cosas.

Al menos, había llegado a entender que había una mujer dentro, y que el plan de Alberich implicaba que él, el enano y la mutante se quedaran un poco más atrás, y realmente no hacía falta que se esforzara en preguntar por qué. Más allá de que a nadie debe gustarle recibir en su puerta a seis personas juntas, los tres seleccionados para quedarse atrás tenía en común que eran los más callados, y que a simple vista eran los que con más facilidad podían ser catalogados como indeseables.

Aunque lo cierto es que jamás se había esperado terminar en el mismo saco que una bruja y un enano. Pero qué iba a hacerle.

Me quedaré atrás —asintió, con tres palabras. Iba mejorando.

Alejó la mano que había mantenido cerca de la empuñadura de su hacha y, en su lugar, agarró las riendas de su montura. Lanzó una mirada a la bruja y otra al enano, e hizo un gesto con la cabeza cuyo significado no tenía muy claro ni él antes de moverse, procurando acercarse a la casa pero quedar apartado de lo que pudiera verse desde la puerta. A su vez, su atención se desvió hacia el bosque, y no pudo evitar chistar con desánimo. Verlos a ellos desde los árboles sería tremendamente fácil, pero no tenía demasiadas esperanzas de que ellos fueran a ver a nadie que se acercara hasta que fuera demasiado tarde.

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14/02/2021, 13:39
Morkam

Durante toda la conversación permaneció escuchando en completo silencio. Una parte de sí mismo se relajo al comprobar que existía cierta moral en sus compañeros de viaje, además de tener algo de sesera. A pesar de ello consideró que la situación podía torcerse incluso si solo iban ellos tres.

Por la descripción de Martem, el enano artesano, llegó a la conclusión de que en el interior había no solo una mujer, sino además su pequeño retoño. Las canciones y el balanceo de una mecedora eran signos inequívocos. Con lentitud ordenó sus pensamientos y trasladó su significado a la lengua norteña. Era un proceso lento, pero era lo único que podía hacer.

Si canta y se mece, hay un bebe —pronunció poco después de carraspear para así atraer la atención—. Tres no, sino estará nerviosa. Mejor uno solo.

Pocos humanos aceptaban que les dijeran que debían hacer o la manera de ejecutarlo, pues esta especie era volátil y orgullosa, al menos es lo que le había mostrado la vida. Morkam no sabía muy bien cómo reaccionarían sus compañeros ante sus palabras; sin embargo no le importó en absoluto.

No llegaba a imaginar lo que una madre podría hacer si se veía amenazada por seis desconocidos. En última instancia sabía lo que todas hacían por tratar de contener los deseos macabros de los soldados, bandidos y ladrones, pero ¿Qué podría hacer antes? El miedo era peligroso.

Con aquellos pensamientos en mente, su mente se atrevió a pensar que todo saldría bien y que pronto podría sentir el calor del fuego en su rostro. Sin duda, si la persona que vivía allí les permitía entrar y calentarse, ellos estarían en deuda. Nada de lo que tuvieran encima podían ofrecer. Entre aquellos pensamientos difusos, una idea surgió en su mente.

Con mirada penetrante observó el bosque con aire ausente unos segundos. Si conseguía algo de madera sin musgo y lo suficiente seca, pero sin llegar a ser quebradiza, podía elaborar un pequeño obsequio. Los niños, incluidos los bebés, recibían los juguetes con una gran sonrisa en sus labios.

Quizás sea algo tonto, pero si hay niño, un juguete puede reducir la desconfianza— dijo con calma mientras se señalaba con un rechoncho dedo—. Yo podría crearlo. Sería una señal de paz.

Bien era cierto que una parte de si mismo deseaba poder solucionar todo aquello por la vía diplomática. Que ni el miedo ni la necesidad mancharan de manera indirecta sus manos de sangre; sin embargo debía admitirlo. Una parte de si mismo deseaba oler de nuevo el inconfundible aroma del serrín y ofrecer a sus manos un material que poder convertir en una obra de arte. 

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15/02/2021, 10:17
Dannar

El intercambio de palabras entre Martem y Alberich sacó una sonrisa a la mujer, o al menos el amago de una. Era una mueca de sarcasmo, por supuesto, propiciada por la ironía de hablar de diálogo cuando todos pensaban en el lenguaje de las armas. Ese rastro de inocencia, de bondad, resultaba pobre en las almas de unos hombres acostumbrados a la guerra, a la muerte, todos y cada uno de ellos, con las únicas excepciones de Rion y Morkam. Tal vez. De ser así, dos de seis que no fueran asesinos, natos o forzosos, era un porcentaje extraordinario en un mundo como aquél.

Mientras el pelirrojo exploraba, el bardo comenzó a elucubrar, haciéndose ya sus propias ideas, pensamientos que posiblemente distaban mucho de los que tenían los demás, y aún más de la realidad en sí misma. Era la maldición de un hombre que no pensaba con la cabeza, o al menos no con la que debía. Por suerte, antes de tener que aguantar nuevas fantasías, regresó el que, sin duda, era un prófugo, tan sigiloso como se había ido de su lado. Y por desgracia, resultó ser una fémina. Dannar suspiró, previendo una sucesión de acontecimientos que bien podría acabar mal, o simplemente asqueándola. Nada agradable, en cualquiera de los dos casos. Como la vida misma.

A mi me da igual quien vaya —sentenció con apatía, denotando su completa falta de interés en aquella situación, especialmente tras asegurarse de que no iban a encontrar una hechicera ni una bruja del pantano, sino posiblemente a una abuela en sus últimos días reacia a abandonar su hogar o, como al enano se le había ocurrido, una joven huyendo de la guerra con su hijo. Si, eso parecía plausible, y por ende totalmente fuera de su rango de actividades.

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15/02/2021, 11:53
Rion Aedryn

Depende de lo que entendamos por mujer...murmuró para sí mismo. Una cosa era una joven lozana y otra muy distinta una vieja decrépita y arrugada. No existía punto de comparación posible.

El regreso de Martem había traído consigo nueva información para el grupo. Rion bajó su ballesta, aliviando el gesto tras escuchar lo que había descubierto el hombre glabro. No tardó Alberich en trazar un plan bastante simple y, a priori, eficaz. El bardo asintió a su propuesta, ocultando su arma para que no se alertara la inquilina de que pensaban robarle o asaltar su diminuta cabaña. No sabían con seguridad si dentro habitaba una anciana, lo cual enlazaría con la supuesta mecedora que había asegurado escuchar el pelirrojo; o si bien era una mujer aquejada de alguna enfermedad que la había debilitado hasta el extremo de no preocuparse por cuidar mínimamente sus cultivos y animales.

Sea como fuere, estaba decidido a convencerla con un poquito de teatralidad de que eran unos viajeros medio moribundos que necesitaban un lugar en el que guardar reposo. El enano apuntó entonces con bastante tino que podría haber un recién nacido, lo que explicaría el sonido similar a un balanceo y la canción. Una madre cuidando de su retoño quizá complicaría la misión de acceder al interior, por la más que probable aprensión que se generaría al presenciar a tan variopinto grupo. Pero para eso existía el poder de la palabra y la persuasión que tan bien dominaba. O eso quería creer.

Iré a hablar con ella. Vosotros permaneced atentos —y cubridme las espaldaspor si acaso —dijo, rodando los ojos de uno a otro antes de encaminarse a paso ligero hasta la puerta de entrada, para golpear con los nudillos un par de veces en su superficie.

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16/02/2021, 16:47
Director

Ante la nueva información que había arrojado el discreto y silencioso acercamiento que Martem había hecho a la maltrecha cabaña, el grupo planificó rápidamente un acercamiento sutil y delicado que no alertara a la mujer que el barbirrojo había escuchado tararear en el interior y que, por diversos factores como el estado del huerto y los animales que se encontraban alrededor, consideraron que era una anciana o una mujer con un recién nacido, entre otras posibilidades que les sonaron más remotas. Alberich sugirió que fuera el bardo quien parlamentara con la mujer, ya que él mismo se había vanagloriado momentos antes de tener buena mano con las damas, y que los miembros del grupo menos dados a recibir un trato cargado de prejuicios fueran con él mientras los demás se quedaban atrás.

El bardo, fue hasta la puerta y tocó con los nudillos en la ajada y mustia superficie de madera, llena de rugosidades y con evidentes marcas del paso de la carcoma. Martem no se había equivocado, en el interior había una mujer. Todos pudieron escuchar con claridad su voz tras la llamada del bardo.

¡Adelante! ¡Pasa, pasa! — Dijo una voz que pudieron clasificar inequívocamente como la de una anciana, que de modo entusiasta y como si les estuviera esperando, les invitaba a entrar.

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17/02/2021, 13:24
Dannar

Si hasta hacía un instante había permanecido en cierto modo tranquila, al escuchar a la anciana se volvió a poner en tensión. Su único ojo se clavó en la puerta de la casa, como si su felina mirada pudiera atravesar la madera y ver más allá, la verdad oculta en esa cabaña. Dannar tenía una sensación extraña, dudaba de que fueran a encontrar lo que creían, pues alguien que invitaba así a su hogar, en medio del bosque, o hacía tiempo que había perdido la cordura o no era lo que aparentaba. En menos de tres zancadas ya esta a la altura de Rion, al que había puesto una mano sobre el hombro. Habló en voz baja, pero para todos los presentes.

Esperad, tened cuidado. Dejadme pensar un momento —pidió al resto.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Tiro mi formación de brujo por si se me ocurre alguna criatura que pudiera estar haciéndose pasar por una anciana.

EDIT: Es verdad lo del medallón, debería. ¡Pero no me fío de nada! xD

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17/02/2021, 14:28
Martem de Bremervoord

Todos menos Morkam estuvieron de acuerdo con el plan de Alberich, así que, por mayoría, eso fue lo que hicieron al final. Mientras el grupo se dividía, Martem dedicó una mirada al enano, frunciendo los labios, como diciendo: «Lo siento». Y así, los tres norteños se dirigieron a la cabaña tal como habían acordado, ya sin hacer ningún esfuerzo particular por ocultarse. A pesar de ello, el cidario barbudo no dejaba de observar sus alrededores; la experiencia le había enseñado a esperar siempre lo peor, y con todo y con eso, lo que acababa pasando acostumbraba a ser incluso peor de lo que imaginaba. Nadie lo vio deslizar su mano hacia la empuñadura de una de sus armas. Solo por si acaso.

Cuando Rion llamó a la puerta de la casa, la mujer del interior respondió inmediatamente. En efecto, era la voz de una anciana, como ya había sugerido alguno de los viajeros. La señora les dio permiso para entrar en la casa sin preguntar siquiera quién había llamado. ¿Quizá estuviera esperando a alguien? Una sensación muy rara se apoderó de Martem, a la que no fue capaz de poner nombre hasta que oyó a la bruja, que se había acercado hasta donde estaban ellos. Sus quedas palabras fueron un eco de las sospechas de Martem.

Algo no iba bien.

Instintivamente, el hombre se hizo a un lado, dejando a Dannar margen de maniobra por si tenía que actuar. Todos sus sentidos estaban alerta, atentos a cualquier peligro.

Notas de juego

R.XIII, ¿el medallón de Dannar no vibra si hay monstruos cerca?

Edit: Haces bien en no fiarte. Pero bueno, como te has acercado, ya no hay excusa. ¡Medallón, confiamos en ti :P!

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17/02/2021, 16:54
Rion Aedryn

Rion frunció el ceño al escuchar las palabras que provenían desde el interior de la cabaña; o la anciana tenía el sentido del oído hiperdesarrollado o algo no encajaba en aquel lugar. Volvió la vista hacia el resto de sus compañeros, inquiriendo con la mirada qué hacer. Justo en ese momento, la mujer que respondía al nombre de Dannar se acercó a él para advertirle. El bardo negó con la cabeza con suavidad.

Tranquila, no tengo pensado entrar aún —contestó en un susurro mirándola con una leve sonrisa en su rostro.

Finalmente, optó por empujar un poco la madera, con el fin de observar bien qué había dentro, pero siempre sin acceder del todo. Se apoyó contra el quicio de la puerta, fingiendo desfallecer y encorvando su cuerpo, mientras jadeaba igual que si acabara de correr una milla. Se quedó a un paso de cruzar el umbral, para luego dirigirse a la anciana con un trato cordial y arrastrando algunas palabras, presumiendo estar muy agotado. "Hora de actuar".

Disculpe, señora... Lamento interrumpir sus quehaceres... —respiró profundamente—. Soy un humilde bardo que marcha por el mundo acompañado por un grupo de viajantes que se ha visto sorprendido por la terrible guerra que asola esta región... —cuanta más pena pudiese dar, mejor—. Llevamos varios días caminando, sin apenas descansar... El frío ha hecho mella en nuestros cuerpos y hace tiempo que no sabemos lo que es calentarnos alrededor de un fuego —suspiró—. Le ruego que nos ofrezca cobijo como muestra de la hospitalidad que caracteriza a las buenas gentes que aún existen en este cruento mundo —moduló su voz, hasta alcanzar un tono de súplica—. Será solo por hoy; mañana proseguiremos nuestra senda sin causarle más molestias. Si a cambio necesita ayuda en su huerto o con su ganado no tendremos problemas en brindársela —añadió, bienintencionado, para forzarla a que los dejara descansar allí. Asimismo, ganaba tiempo para que su compañera de viaje detectase algo extraño en el entorno, si es que lo había.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Dejo hecha una tirada para persuadirla, pero en el fondo todo depende de si Dannar descubre que no es una inocente anciana :)

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17/02/2021, 19:07
Ysentrud

Las palabras que la anciana pronunció desde el interior de la cabaña provocaron la desconfianza en el grupo de viajeros, especialmente en la bruja, que dio un par de rápidas zancadas para aparecer junto al bardo antes de que a éste se le ocurriera acceder a la invitación que llegaba desde el interior. Dannar consideró diferentes posibilidades, pero no conseguía recordar de ningún monstruo que adquiriera la forma de una inocente anciana para capturar a un grupo de incautos que le sirvieran de cena. Dannar sabía que tales argucias solo podían existir en el malintencionado corazón de los humanos, pero incluso un humano tendría que valerse de un hechizo para adquirir una apariencia que no era la suya, y la bruja no percibió que allí dentro hubiera rastro de magia alguna. Su medallón mantenía la calma y tranquilidad más absoluta. Lo cual no quería decir que no hubiera algún peligro acechando.

Sin embargo, el bardo confió en sus dotes persuasivas para convencer a la anciana y abrió la puerta de madera ligeramente arracándole a las bisagras un chirrido, aunque mantuvo la prudencia de no entrar en la cabaña y permanecer bajo el umbral de la puerta y dirigirse a la anciana desde allí. El bardo dejo la puerta lo suficientemente abierta para que los que estaban detrás pudieran observar el interior. Allí, sentada en una mecedora frente a un pequeño fuego se columpiaba una anciana de aspecto venerable, muy delgada, vestida con ropa acartonada por el uso continuo y cubriendo su regazo con una mohosa manta blanca y marrón, una damajuana de aguardiente se encontraba a su vera. Tenía el pelo cano recogido con un pañuelo y la mirada afable, aunque algo dispersa. El entorno era acorde al aspecto de la anciana. La casa estaba increíblemente sucia: el suelo de madera estaba pegajoso y podrido, en un rincón había una cama deshecha y con grandes manchas de orín, y junto a la cama una bacinilla rebosante. Un plato con los restos de un estofado, probablemente de ese mismo día, descansaba sobre una mesa pequeña en el rincón opuesto a la cama. En la esquina más alejada de la puerta había un par de tinajas de agua y un baúl viejo que se encontraba abierto y mostraba la ropa apolillada que la anciana guardaba allí. Parches de mugre llenaban los rincones de la única estancia, pues la cabaña no tenía división alguna. De las paredes colgaban aperos de labranza y plantas secas. Un intenso olor a orín, heces, hongos y plantas muertas inundaba la cámara.

Cuando vio a los recién llegados, la tristeza abatió a la mujer, que parecía decepcionada ante la visita que había llamado a su puerta, pero rápidamente se sobrepuso y mostró una sonrisa de amabilidad. La pantomima del bardo surgió su efecto, y la anciana, preocupada, se dirigió a él, forzando la vista para enfocar con sus miopes ojos al resto de la compaña.

— Pues que pasen. No sus quedéis ahí. Calentaos en mi humilde fuego, que calor haylo aquí de sobra. Mi nombre es Ysentrud. ¿A quién tengo el gusto de acoger en mi hogar? — Con notable esfuerzo, y aquejándose de las articulaciones doloridas por la artrosis, la anciana se puso en pie.

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17/02/2021, 23:22
Martem de Bremervoord

Cuando Rion entreabrió la puerta, tratando de persuadir a la dueña de la casucha de que los dejase cobijarse allí dentro con una representación de lo más melodramática, todos pudieron ver a una mujer de avanzada edad que se balanceaba en una mecedora, sentada mirando hacia la entrada. Martem arrugó instintivamente la nariz cuando el interior de la cabaña quedó a la vista: aquello era una auténtica pocilga. Había estado en lugares mucho peores, desde luego, pero la estampa de aquella anciana sola y decrépita, rodeada de mierda, en una casa que, incluso siendo pequeña, parecía demasiado grande para ella, le resultó genuinamente deprimente. ¿Cómo podía esa mujer vivir de aquella manera? Enseguida la mente del hombre inventó una historia trágica: hasta no hacía mucho, la anciana vivía con alguien, quizás un hijo o un nieto. Quienquiera que fuese la había abandonado a su suerte al enterarse de lo que estaba pasando más al sur. Eso explicaría por qué les había dejado pasar tan rápidamente al oírlos llamar, así como la decepción que se había dibujado en la cara de la señora al ver que no eran quienes ella esperaba.

Con permiso —dijo Martem, escurriéndose junto a Rion al tiempo que acababa de abrir lentamente la puerta. El cidario fue el primero en pisar el interior de la cabaña, pero solo dio un par de pasos, deteniéndose a una distancia prudencial de la anciana, más por cortesía que por temor—. Buenas tardes, señora. Como le ha dicho mi compañero, estamos de paso. Huyendo de la guerra, usted sabe. Yo soy Martem. —No le salía del corazón mentirle a aquella pobre dama. En esto, su mirada se paseó por toda la casa, tratando de evitar cualquier mueca de desagrado—. ¿Cómo es que está aquí usted sola? ¿No le da miedo?

Desde luego, Ysentrud había tenido suerte de que fuesen ellos quienes hubiesen aparecido en su puerta, con lo que había por ahí.

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19/02/2021, 12:23
Dannar

Allí no había más que lo que se aparentaba: una anciana abandonada a su suerte y, por el aspecto y el olor de la casa, incapaz de cuidarse en unas condiciones mínimas. Una historia más que no tendría un final feliz, como tantas otras en los tiempos que corrían. Era triste, pero inevitable. Cuando veía esas cosas, cuando estaba frente a sus ojos el desdén de la humanidad por si misma, se encontraba sintiendo una sensación reconfortante al pensar en que hacía mucho que había abandonado esa sociedad, aunque formara parte de ella, y que jamás acabaría así. Su destino, que posiblemente sería acabar muerta en la guarida de algún monstruo, se le antojaba más agradable que terminar sus días de una manera como aquella. Le asqueaba. Y sabía que, por mucho que mostraran buenas palabras ye se ofrecieran a ayudar, nada cambiaría al final. Incluso aunque tuvieran tiempo para detenerse allí unos días, limpiar el hogar de esa mujer, esquilar la ovejas, regar el huerto y arreglar el techo y las paredes, incluso así, poco más tarde volvería a ser igual, si es que su próxima visita no era la de unos bandidos o soldados (que muchas veces era lo mismo), que se limitaran a matarla y saquear lo posible. Casi hasta podía ser una bendición. Terminar rápido con aquello. Dannar se lo planteó mientras esperaba que la señora respondiera a Martem. Un favor.

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21/02/2021, 22:57
Jezal

Tiró de las riendas hasta que llegó a los límites del huerto, donde dedicó un momento a atarlas firmemente. Por más que habría querido fiarse del animal que el animal no se iría demasiado lejos por sí solo, pero no tenía ni idea de qué podía aparecer por ahí para darle un susto.

Niet bewegen, oke? —susurró al caballo, mientras descolgaba su zurrón y se lo colgaba del hombro. No le hacía demasiada gracia dejar el hacha ahí fuera, pero se imaginaba que a la señora le hacía todavía menos gracia que entrara con ella en la mano, así que hzi de tripas corazón y la dejó justo donde estaba—. Brave beisten.

Después, volvió a aproximarse al grupo para observar el interior de la casa, y apenas fue capaz de ocultar su disgusto. Las expectativas que le había dado la maltrecha fachada de la cabaña no habían sido especialmente altas, pero el interior de las había apañado de todas formas para decepcionarlo. Era una pocilga que resultaba casi tan poco acogedora como dormir a la intemperie, y de hecho, se vio tentado a quedarse fuera. Pero al final, un fuego encendido es un fuego encendido, y ese era un lujo que llevaba demasiado tiempo echando de menos.

Por otro lado, la soledad de la anciana le resultó trágica, y se preguntaba si realmente estaba contenta de recibir a seis extraños en su casa. Lo que tenía por seguro es que por su parte las cosas estarían mucho mejor mientras abriera poco la boca: Un desgraciado más es preferible a un desgraciado más con acento nilfgardiaano. Así que su presentación fue escueta, y muy ajustada al número de palabras que era habitual transmitir para él.

Jezal —Y lo acompañó con el gesto universal que era el cabeceo. No había necesidad de decir más que eso, y si bien entender la forma de hablar de la anciana le costaba errores, también estuvo atento a la respuesta. Que estuviera allí sola se le hacía de lo más extraño.

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22/02/2021, 16:51
Rion Aedryn

Una vez la anciana les invitó definitivamente a entrar en la cabaña, accedió a su interior tras Martem, observando con absoluto desinterés lo que había allí. La fachada exterior les debía haber servido como un serio indicativo, pero no imaginaba que dentro estuviera tan mal. Ya no es que fuera una casita humilde y pequeña, sino que necesitaba con urgencia una limpieza y aderezo para que se le pudiera considerar plenamente un "hogar". En aquel momento distaba de serlo, salvo por el fuego de la chimenea y el camastro.

Todo estaba en un estado deplorable, sucio y sin exhibir un aspecto acogedor como el que le gustaría al bardo. "Pero menos es nada", pensó. Y un poco de calor después de tantas jornadas a la intemperie no vendría mal, a pesar de que tuviesen que soportar ese hedor viciado mezclado con otra clase de aromas que no eran los que uno querría olfatear en el ambiente. 

Madre mía... —susurró dándole la espalda a la anfitriona, para ocultar la mueca de desagrado que se había instalado en su rostro. Cambió como pudo su expresión ajada, elaborando una más amable, reprimiendo una arcada en el proceso para girarse de nuevo hacia Ysentrud—. El encantador Rion, para servirle... —se presentó haciendo una pequeña reverencia, igual que si aquella anciana fuera parte de su público en una plaza.

Volvió a observar el pequeño habitáculo de reojo, antes de mirar a la vieja con el ceño ligeramente fruncido.

—¿Lleva usted mucho tiempo viviendo sola en estos bosques? —se aventuró a preguntar.