Partida Rol por web

Al abrir la puerta, te encuentras con una pareja en el umbral. Ella es bastante delgada, con una piel pálida y algunas pecas repartidas por su cara que la hacen bastante graciosa. Viste a la moda y 

Por su parte, el caballero que la acompaña es bastante alto y joven.

- ¿Qué desean? - te oyes decir, casi en contra de tu voluntad.

Mientras, por encima de sus hombros puedes ver como el anterior visitante se sube en su coche, arranca y se va.

Os abre la puerta un hombre relativamente joven, no muy agraciado pero indudablemente rico, a juzgar por la ropa que lleva y la casa que tiene.

-¿Que desean?

A vuestras espaldas podéis oir como arranca un coche que estaba aparcado delante del vuestro.

Bebo, pausadamente, una pequeña cantidad de té, mientras intento controlar un nuevo ataque de mal genio, producido por la respuesta de Joseph.

- Juro que si ese imbécil vuelve a hacer alusión al momento en el que el Sr. Rush se encontraba aquí, y a como le defendí ante su estúpida falta de modales, la taza que ahora sostengo en mis manos acabará estrellándose contra su cabeza de chorlito. -

Después, tras escuchar la nueva llamada a la puerta, y aprovechando la nueva ausencia del doctor, sonrio ligeramente a Mike, y le susurro:

- Me alegro mucho de que puedas venir con nosotros, Mike. Así no tendré que aguantar a Joseph yo sola. Algunas veces me saca de quicio. -

-No le des mayor importancia Emily, sabes como es...- No quizó ahondar en el tema para tampoco levantar mas asperezas entre sus amigos. Lo que si esta claro es que esta mas solicitado que la sección de sucesos del "Times".- dijo sonriendo para centrarse en la nueva intromisión. Sea como sea, confía que yo estaré en todo momento a vuestro lado por si la cosa se tuerce.- No podía disimular derrochar ternura cerca de Emily debido a las similitudes con su...

-Mi nombre es Sheila O'Connell y éste es mi compañero Richard Anderson. Somos investigadores privados. Nos llegó a nuestra agencia el siguiente telegrama -que muestra- y decidimos dirigirnos a las señas que se nos indicaba, que, como puede usted ver, pertenecen a esta mansión.

De los dos desconocidos que se han presentado en la puerta, la mujer es la que ha hablado, tendiendo un telegrama hacia Joseph.

Con un rápido vistazo, el doctor puede ver que el remitente es Isaac y que los ha contratado para que vayan a Luisiana y que les pide que se presenten en la casa para coordinaros

Jospeh ya estaba fastiado. Esa tarde parecía que todo aquel que pasara por la puerta de su casa iba a tocar la puerta. Al ver que esos dos eran investigadores privados y además contratados por Isaac, el fastidio se convirtió en sorpresa, preocupación y en un creciente dolor de cabeza.

_Mi nombre es Joseph Sinclair. Estoy con unos amigos pero por favor, pasen.

El tono y la expresión de Joseph indicaban que sabía el motivo de la visita.

Joseph guió a los recién llegados hasta la sala, donde sus amigos se encontraban. _Emily, Mike, les presento a Sheila O'Connell y a Richard Anderson, investigadores privados contratados por Isaac. Ellos son la Srta. Emily Dickinson y el profesor Mike O'Sullivan, amigos míos y del Sr. Butler, quien los contrató. Por favor, tomen asiento -dijo a los investigadores-. Luego fue el mismo Joseph quien se sentó en su lugar, parecía repentinamente cansado. _Mike, Emily, por favor alguno sírvales una taza de té y también a mi. Yo mismo lo haría pero todo esto me está trayendo dolor de cabeza. Joseph no quería tener que contar nuevamente la historia aunque se lo veía venir. De todos modos hizo un intento. _¿Poseen algún tipo de información además de mi dirección? ¿Conocen ya al Sr. Butler?

Entendiendo lógico el cansancio de Joseph, y como buen amigo suyo que se consideraba, se levanta y empieza a ofrecer té a los recién llegados dejando la tetera algo tibia al lado de la taza de Joseph para que se sirva el mismo; es de mala educación servirle al anfitrión con su propia tetera, al menos eso recordaba lejanamente de las interminables charlas de protocolo con su añorada madre.
 

Sólo un tibio, al igual que el Té: Encantado.- salió de la boca del Profesor, el cúmulo de información y la creciente preocupación por sus amigos estaban haciendo mella también en su persona.
 

Observo, con tristeza, como Joseph se sienta, totalmente agotado, en su sillón, tras haber presentado a los recién llegados, y como Mike se ofrece a servir el té.

- Pobre Joseph, todo este asunto le esta afectando mucho. -

Después, no pudiendo evitar sentirme intrigada por la profesión ejercida por ambos desconocidos, y procurando mostrar la mejor de mis sonrisas, con el fin de animar un poco la situación, procedo a presentarme adecuadamente:

- Encantada de conocerles. Tal y como le has comunicado el Doctor Sinclair, mi nombre es Emily Dickinson, y soy anticuaria. - Hago una pequeña pausa, la cual aprovecho para tender mi mano a ambos. - Debe ser fascinante el ejercer una profesión como la suya. -

Fascinante, peligrosa... Y si queremos, podemos decir que hasta excitante dijo Richard apretando con fuerza la mano de Emily.

Y esta situación le parecía bastante interesante. Generalmente ellos trabajan solos, y si necesitaban preguntar a alguien sobre algún tema en particular tiraban de sus contactos. Pero ahí estaban, con más preguntas que respuestas sobre esta situación de la que nadie les había dado mucha información.

No sabemos nada de lo que ocurre. Sabemos lo que nos indicaba el telegrama. Debíamos venir aquí y ponernos a su disposición para viajar a Luisiana dijo respondiendo a Joseph. Así que, a pesar de que siento su dolor de cabeza, necesitamos que nos informe de la situación

_Gracias Mike -le dijo a su amigo cuando le acercó la tetera-.

Se sirvió un poco y le dio un sorbo al té. Eso, junto a la mirada cómplice que dirigió a Mike al ver cómo el investigador tomaba la mano a Emily, le permitió relajarse un poco y responder.

_No crean que nosotros tenemos las cosas mucho más claras que ustedes. El Dr. Butler viajó a Luisiana con su esposa por un tema de una plantación que heredaría. Parece que se encontró el lugar en malas condiciones y que la gente de la zona le recomendó que se alejara de allí por alguna superstición. Hace un rato llegó un telegrama diciendo que la gente tenía razón, pero no sé a qué podía referirse. Además de nosotros contactó con otro amigo suyo, Nathan Rush, pero creo que él irá por su cuenta.

Richard se quedó pensativo escuchando a Joseph. Empezó a girar un bolígrafo en sus manos, como cada vez que quería concentrarse.

¿Supersticiones? No es que no crea en lo paranormal... Pero seguramente sea un complot de los vecinos de tierras. Nos tocará averiguar por qué, Sheila

Sheila ha permanecido callada todo el rato, observando a los presentes, y escuchando lo que tenían que referir tanto a Richard como a ella. No obstante ha estrechado la mano en las presentaciones:

-No sé que decirles... Todo esto parece algo de más envergadura que un simple complot de varios vecinos. No tendría mucho sentido llamar a unos investigadores como nosotros o cualesquiera otros, para resolver un asunto de poca monta. En cuanto a lo paranormal, Richard, quién sabe. Lo que está claro es que hay algo que descubrir y por ese motivo se nos requirió aquí.

La investigadora no puede dejar de sentirse inquieta por los semblantes de los recién conocidos. Hay algo más que cansancio en sus rostros. Pareciese una clase de desesperanza más bien. Interesante; realmente, interesante.

-Habrá que partir de viaje, por tanto; y entiendo que no nos va a acompañar nadie más -en clara referencia al hombre que no se encuentra presente en la sala- de manera que necesitaremos acudir al lugar de los hechos, previo aviso por telegrama al doctor... Butler.