Partida Rol por web

Camino de regreso hacia donde están los demás, lo hago absolutamente en silencio, Daebeg camina junto a mí pero al igual que yo no dice palabra. Estoy sumido en oscuros pensamientos y temores. Espantosos y terribles siervos de Morgoth habitan la tierra y moran por doquier a su antojo, sembrando la muerte y destrucción. Mi hogar invadido de enemigos y ahora además un vástago de Glaurung en Nan Elmoth, me inquieta profundamente, solo espero que no entre en los bosques de Doriath. Terribles criaturas tanto Gathdog el Balrog como Smaug el dragón, ensombrecen mi espíritu, pues no deseo toparme con ninguna de ellas.

Cuando llegamos con los demás observo la embarcación y contemplo el trabajo de Annienor, me pregunto si ya estará lista para partir pues cuanto antes lo hagamos más posibilidades tendremos de tener éxito.      

Coincidís más o menos a volver. El enano vuelve con expresión pensativa, mientras los elfos tienen el rostro macilento y una honda conmoción parece asaltarles. Por otro lado la expresión de Annienor no parece halagüeña. El grupo vuelve a reunirse tras hacer cada uno sus quehaceres.

Sus compañeros no parecían haber recibido muy buenas noticias... y las suyas se añadirían al saco. - Aniennor no puede reparar la balsa, dice que tardaría al menos dos semanas. - Miró al falathrim. - ¿Ni siquiera para cruzar las marismas? No hace falta que nos lleve más allá, ni que remonte el Sirion. - Creía saber la respuesta, pero debía preguntar; cruzar los pantanos de la desembocadura del gran río sería penoso para todos sin una balsa.

Después, se volvió hacia el resto de la compañía. - Temo que no traéis buenas nuevas...

-"Yo he extendido el bulo de que partiríamos hacia Doriath mañana o pasado. No he logrado encontrar al capitán de aquí para pedirle ayuda, por lo visto está escondiendo una embarcación recién llegada. Da la casualidad de que no fue infructuosa esa búsqueda, encontré a un abatido noldor que estuvo prisionero en las minas desde la caída de Gondolin. Me comentó cómo escapó junto a un reducido número de prisioneros y de cómo hicieron su cuartel general en Amon Rudh. Desde allí ostigan a las fuerzas de Melkor y dan cobijo a todo el que lo necesita. Me comentó también que el gran gusano Smaug vuela a sus anchas por el Teiglin. Por último me dijo que si vemos la colina desnuda, donde crece el Seregon, allí encontraremos ayuda. ¿Y vosotros qué?"

Esperaba que no todo fueran malas noticias...

Nada, dijo Daebeg, no quieren, no pueden o no se atreven a ayudarnos. Y, si, el "gusano" es Smaug, un vástago de Glaurung que se ha aposentado en Nan Elmoth, dicen, aunque no dudo de que su campo de actividad se amplíe mucho. O que extienda rumores falsos sobre su situación. En cuanto a viajar, si tenemos que viajar sin la balsa por terrenos malos... Quizá eso mismo despiste a los espías. También hemos dicho que deseábamos ir a Menegroth.

— No podemos demorarnos tanto en partir, si no podemos conseguir otra barca o ayuda para repararla más rápido, lo mejor será que partamos a pie y cuanto antes, pues mientras nosotros permanecemos aquí, el enemigo se hace fuerte y campa sin resistencia por todo Beleriand y más allá, matando, devorando, destruyendo y esclavizando a placer — digo mirando a Saelh — ¿Que opciones tendríamos? ¿sería posible llegar a pie a nuestro destino? — el tono de mis palabras es firme y severo además de sombrío. 

-Estoy con Ehödil -terció Annienor. -Si por el estuario nos hace perder demasiado tiempo y navegar por el mar hasta el Nenning no parece buena idea, no nos demoremos. Partamos a pie, seamos discretos y confiemos en nuestra suerte. Estoy seguro de que Ossë no se olvidará de sus hijos predilectos... Bueno, ni de un señor enano comprometido en una tarea como está -añadió al final, como no queriendo ofender a Karel Drûm; estaba claro que la oratoria no era su fuerte.

Ante la pregunta de Ehödil, Saelh asintió. - Podemos llegar a nuestro destino sin la barca. Tenía intención de usarla en estas marismas, pero no más allá, pues sería fácilmente detectable. Atravesaremos el Lisgardh a pie, solo será un poco más duro. - O considerablemente más duro, pensó el cazador; pero después de todo, los Elfos eran resistentes, y los Enanos no se quedaban atrás en coraje y determinación, por lo que era posible realizar el recorrido. - Después, seguiremos en paralelo al cauce del río hasta las Puertas del Sirion. Espero que en los sauzales de Nan Tathren podamos despistar a cualquiera que nos esté siguiendo, pues es una zona que conozco muy bien. 

La misión comenzaba con dificultades añadidas, pero eso no arredaba al montaraz. Ya cuando la aceptó sabía que le esperaba un duro trabajo por delante. - Si os parece, podemos partir por la mañana, con las primeras luces del día.

Daebeg asintió. Está decidido entonces. No se me da mal moverme por las tierras ásperas, aunque no sea mi especialidad. Y si Ossë se olvida de nosotros, recurriremos a Uinen, sonrió.

— Bien, entonces que así sea, partamos al alba — Digo con absoluta determinación.

Los elfos os preparan un lecho seguro, en una zona de juncales que quedan ocultos. Antes de que amanezca, algunos elfos os despiertan y os sirven pan, miel y nueces. Os ofrecen una bota de piel, con una especie de licor, famoso entre los elfos grises, el cuan dice que tiene un efecto revitalizante.

También os han preparado mantas, equipo y ropas de viaje. Así como os entregan un mapa de Beleriand. Los últimos exploradores avisan de que los orcos patrullan la zona oriental del Narog y han habido escaramuzas entre los laiquendi y los orientales, al parecer una hueste de orientales ha cruzado Ossiriand recientemente hacía Beleriand Occidental.

Tras todo esto, os despiden con sus mejores bendiciones y deseos, mientras vuelven a sus penosas labores.

Al llegar el alba, me preparo el equipo y almuerzo frugalmente la comida ofrecida por los elfos. Estoy preparado para salir a las marismas, ahora es cuando realmente empieza nuestro peligroso viaje.

-Espero que mis cortas piernas no me hagan retrasarme en esta zona de pantanosa.

-"Estoy listo, partamos de inmediato. ¿Quién abrirá la marcha?"

El ruidoso naugrim ha conseguido que me despierte sobresaltado, era como si una manada de bestias silvestres estuviese pisoteando el campamento. Me incorporo despacio, recojo mis cosas y guardo con cuidado el preciado licor revitalizante de mis parientes. Meto una manta en mi petate, bebo bastante agua, como si no supiese cuando podre volver a beber y desayuno algo ligero. Observo como las migas de pan se acumulan en la barba del enano y dejo escapar una media sonrisa. "Estas criaturas son ciertamente extrañas, no cabe duda" pienso mientras abro el mapa de Beleriand y le hecho un vistazo, mientras espero a que el resto estén listos para partir. 

Algunos están levantados antes de que Annienor abra los ojos. Mira el mapa por encima del hombro de Elhödil, masticando unas nueces. Comparte unas hebras de pescado ahumado que ha traído de la isla con los demás.
-Cuántos días de marcha creéis que habrá hasta Nargothrond?
Dirige la pregunta a todos, pero la formula mientras entrega un trozo de pescado a Saelh.
-Creo que tú deberías abrir el camino -dice al hombre, que parecía conocer bien la región. -Si puedo serte útil, te serviré de apoyo.
Repasa su equipo, intentando liberar la tensión previa a la inminente partida. Comprueba el arco, las flechas, y lo dispone al alcance. La comida, que no se moje.
Se yergue. Mira a los otros y respira hondo. Y mira hacia el norte y hacia el oeste, como oteando lejanas sombras sobre el horizonte.

Los primeros días nada destacable ocurre, estáis cerca de las zonas seguras, donde el poder de Ulmo es fuerte y los orcos apenas se aventuran. Sin embargo, tras la primera semana, el paisaje cambia. Los bosques antaño profundos y cuyo verdor y esencia embriagaban los sentidos se han convertido en paramos salvajes, algunos han sido talados para abrir caminos pedregosos. Desde una de las colinas podéis observar, mientras el día va expirando, granjas donde el humo empieza a brotar de las chimeneas, al oeste se observa un viejo torreón derruído, parece de construcción humana y a lo lejos, al otro lado del Narog, se observan los fuegos de campamentos. 

Los momentos fáciles del viaje parecen haber concluido, calculáis que quedarán dos semanas para llegar a Nargothrond y ahora tenéis claro que estáis en territorio controlado claramente por el enemigo.

La mayor parte del tiempo, Daebeg viajaba algo apartado del grupo, como una sombra de la que solamente se podían ver, con suerte, signos, alguna huella o movimientos por el rabillo del ojo. Al menos durante los trechos en los que se viajaba con algún reparo posible.

Bajo la bendición de Ulmo, las tierras le daban alimento de sobra: frutos y raíces en su mayor parte.

Pero al cambiar el terreno, de pronto, pareció como si al laiquendi le hubieran cortado un miembro. Se agitaba incómodo al descubierto, caminaba agazapado y buscando cualquier mínimo objeto tras el que esconderse, y comenzó a insistir en que debían viajar de noche. Todo le parecía peligroso, muchos espías decían que tenía el Enemigo, y veía espías tras cada roca.

No, estaba negando con la cabeza, por los caminos no. Miraba aquellas granjas horrorizado, y los tocones de los árboles y los fuegos de los campamentos, y la tierra que se iba desecando. Poco había visto de esta guerra, ahora se veía claro y, por muy crudas que fueran las palabras, era muy distinto ver que escuchar de oídas. Y echaba en falta la luz de la joya sagrada, casi tanto como volver a ver el mar.

Se había tirado al suelo conforme pararon a ver. Y desde ahí contemplaba todo asustado.

Tras una semana de viaje el camino empieza a pesar más y más. El paisaje ha cambiado y ahora el peligro se huele cerca. Se nota en el ánimo del grupo, pocas son las palabras que salen de nuestras bocas y el semblante de la mayoría denota preocupación y desanimo.

Camino el último, cerrando la marcha, vigilando la retaguardia. A veces tengo que quedarme rezagado vigilando algún cruce de caminos o mirando atrás desde alguna loma elevada para asegurarme de que nadie nos sigue. Luego al cabo de una o dos horas vuelvo a reunirme con el grupo. 

Hasta el momento todo ha ido bien, pero cada vez sentimos mayor presencia del enemigo y tememos que las cosas se puedan poner feas rápidamente. Así que, avanzamos con sigilo.

En realidad, el avance ha sido sencillo hasta el momento, pensó Saelh, mientras examinaba los edificios de los Orientales, oculto tras unos matorrales. Las cosas se pondrían más difíciles a partir de ahora, y más si, como parecía, la visión de la tierra de Bereliand sojuzgada afectaba a sus compañeros. Temía especialmente por el laiquendi, que era joven para los estándares de su raza.

Desechó la preocupación y se centró en la misión, ¿cuál sería el mejor modo de cruzar? Examinó sus opciones a la menguante luz del atardecer.

Ehödil, tirada de avistar, oculta.

Todos, tirad por Sigilo dificultad 12¹ oculta.