Partida Rol por web

 Fue en aquel momento en el cual se acabó la conversación con Dutch que DeFuss fue llamado por sus compañeros debido a un incidente que estaba teniendo la "bruja" de aquel lugar. Junto a ellos dos, los agentes lograron levantarla y llevarla hasta su habitación para que pudiese descansar. Jordan escuchó lo que decía su compañera, confundido por la postura tan abierta a lo sobrenatural que estaba tomando Lewis.

 No la conocía demasiado, pero no le parecía una mujer supersticiosa. Pero lo del sueño y los del niño... algo pasó allí dentro.

- No creo que Dutch tenga nada que ver con todo esto. No me pareció un sujeto sospechoso, pero bueno... nunca se sabe. Y en cuanto a esta mujer... _{¿se puede quedar sola? Parece estar reviviendo un episodio traumático o algo por el estilo...}

La anciana apretó cariñosamente la mano de Adele Lewis y le dedicó una dolorosa sonrisa.

—Ten mucho cuidado. El mal no ha parado de crecer en esta zona... y recuerda que Dios no existe —le advirtió en voz baja aunque los compañeros de la agente del FBI también pudieron escucharla. Luego cerró los ojos, suspiró y se dispuso a descansar.

Los policías determinaron que sería mejor dejarla dormir tranquilamente y comenzaron a moverse por la cabaña, buscando algo de cobertura en su teléfonos para poder avisar al equipo de Jefferson de que se prepararan para intervenir en el lago; pero era completamente inútil: no había manera de lograr señal en aquel lugar perdido.

Bennet había quedado anodado ante lo que le había sucedido a la Bruja del Árbol. Él era un firme cristiano devoto, aunque no creía en los videntes y brujas, al punto de considerar que la casi totalidad de ellos debían de ser farsantes. No obstante, el trance que había sufrido la anciana le hizo entender que aquella mujer como mínimo no era un fraude, si bien fue la declaración de la agente Lewis, indicando que había soñado con la casa de la Bruja del Árbol antes de estar en aquel lugar.

Aquello no tenía sentido. No a menos de una forma racional, no sin aceptar que de alguna manera el Señor debía haber influido en lo que estaba sucediendo. Aún reponiéndose de lo escuchado, el ranger se santiguó con rapidez, como si temiera que sus dos compañeros le vieran hacerlo.

Sin embargo, aún se sobrecogió más al escuchar que la anciana le indicaba a la agente Lewis que Dios no existía. Aquello desde luego era totalmente contrario a lo que él creía.

-Yo tampoco creo que Dutch tenga algo que ver con esto -coincidió con Jordan, dirigiendo una mirada a Lewis, pensativo. La afroamericana había resultado más supersticiosa de lo que imaginaba, aunque no le sorprendía, teniendo en cuenta que ya en el pasado había hecho algún comentario sobre que esperaba que el caso no tuviera relación con nada "vudú"-. Diría que el nativo solo conoce bastante bien el bayou, sin más. Intenté tirarle de la lengua antes sobre si veía a otras personas por el bayou habiutalmente, pero no soltó prenda...

No sabía si es que no formuló las preguntas correctas o no estaba presionando lo suficiente con las amenazas, obteniendo al final un resultado nefasto. Sin embargo la entrada de McKnight y el estado de los nuevos reclusos fue, nunca mejor dicho, como un golpe de suerte que había entrado a los calabozos, siguiendo con la mirada el recorrido de los Manson y el estado que ambos llevaban. ¿Realmente ellos han secuestrado a Ben? A diferencia de Seymour, la pareja resultaba demasiado normal, casi de película de los 80, dudando que la mujer que olía a orín hubiera planeado todo.

Ladeó el rostro al escuchar que se dirigía directamente a ella, optando por tomar un nuevo rumbo a ese interrogatorio*.

Seymour y yo estábamos jugando a las adivinanzas.- Se apartó de la camilla para salir de la celda donde le retenían, aunque se aseguraba de alzar la voz para que le escuchara. Ya le había avisado previamente que era mejor hablar antes que enfrentarse a la ira de McKnight, por lo que su oportunidad estaba perdida.- Como por qué estaba en el lugar donde desapareció Ben vigilándonos y posteriormente intentara matarme para impedir que siguiera con la investigación.- Después se quedó mirando la celda de la pareja y la gravedad de sus heridas con los brazos cruzados.- ¿Habéis sacado algo?

—Rumsfeld es el responsable de todo. Prometió a estos dos mierdas un milagro a cambio de entregarles a mi hijo. ¡Maldito lunático! —reveló McKnight con los ojos inyectados en sangre—. ¿Ves, sargento Greenwrim? No hacía falta mucho para resolver este caso. Tan sólo hablar en el mismo idioma que esta gentuza.

Lo que McKnight no contaba era que Scott Bennett había sido el que les había puesto en la pista de los Manson. Bart Pickett sólo tuvo que contárselo a su hermano, éste a su jefe y luego echarle el guante al matrimonio y torturarlos hasta que confesaran.

—Nada de lo que te hayan contado esos dos valdrá una puta mierda ante el juez —intervino el sheriff Smith, quitándole tal vez las palabras de la boca a la ranger.

—No tengo ni la más mínima atención de acudir al honorable Roger Corman, Zack. Ahora iré a por ese reverendo hijo de puta y le arrancaré la piel a tiras hasta que me lleve hasta mi Benjamin. Y si le ha hecho algo... ¡Oh, entonces te juro por Dios que no pararé hasta haber acabado con todos y cada uno de los secuaces de su iglesia hereje! ¡Quemaré Jefferson hasta los cimientos si hace falta y ni tú ni ningún jodido federal me lo va a impedir! ¿Me oís, hatajo de inútiles? ¡Apartaos de mi camino! —amenazó señalando con el dedo alternativamente al sheriff, a Skinner y a la agente Greenwrim.

Los gemelos Pickett, visiblemente nerviosos, comenzaron a buscar una posición ventajosa en caso de que comenzara un tiroteo en el reducido espacio del pasillo de los calabozos. Si tenía lugar, aquello podría convertirse en una auténtica matanza sin un resultado cierto.

El hecho de saber que Rumsfeld parecía ser el responsable del secuestro y, por consecuente, una confirmación a sus ojos de las sospechas que tenía sobre los Blackman, fue una mini victoria para la ranger. Sin embargo esa victoria no se vería como tal ante sus superiores, mucho menos ante un juez, quien invalidaría cualquier testimonio o prueba debido a las medidas que optaron para lograrlo.

Benjamin no está con Rumsfeld. Lo escondieron en otro lado y, si vas a por él, no tendremos opción de sacarle de donde esté.- El bayou parecía ser un punto de entrada cuya salida todavía no encontraba. ¿Dónde se encontraba Ben? – Ni siquiera descarto que ya esté al tanto de esto.- Señaló a la pareja torturada.- Y si no está enterado, no tardará en hacerlo. Ir a por él de cara y sin una orden no es una opción, McKnight.

Entendía la frustración de un padre ante el secuestro de su hijo, incluso sentía cierta empatía por el sufrimiento que estaba teniendo. Por su lado Moira no se sintió amenazada y dudaba que lograra entrar en razón ya que ella, en su situación, tampoco lo haría.

—Eso lo veremos —sentenció McKnight antes de encaminarse hacia la salida, escoltado por los hermanos Pickett. Skinner se apartó rápido para dejarles pasar y Smith tampoco hizo gesto alguno de impedirles la salida de los calabozos de su oficina, aunque el gesto de su cara lo decía todo.

Cuando desaparecieron por la puerta los tres, el sheriff se giró hacia la agente Greenwrim. Parecía a punto de estallar, pero los espasmos y arcadas que Sonia Manson comenzó a tener de repente lograron imponerse a su ira. En cambio, se acercó al matrimonio para comprobar qué estaba sucediendo.

Sonia Manson, todavía gimoteante, se puso en pie, dio un par de pasos hacia el pasillo y comenzó a vomitar copiosamente; al principio lo que fuera que hubiera comido ese día pero después fue sangre lo que salió de su boca. La mujer se dobló por la cintura, como si alguien la hubiera golpeado con fuerza, con el rostro cada vez más congestionado y vomitó más sangre sobre el suelo de hormigón pulido. Parecía incapaz de respirar y se echaba las manos al cuello.

—¡Joder, joder! ¡Qué cojones le pasa! —gritó Smith alterado—. ¡Skinner, no te quedes ahí parado! ¡Ayúdame!

—¿Les ha montado la vieja algún numerito especial? —preguntó Dutch Redbear con ironía a los tres agentes mientras los llevaba de regreso a su embarcadero—. ¡Menuda chiflada! Cualquier día la diña ahí dentro y no encuentran sus huesos podridos hasta mucho tiempo después —añadió casi molesto.

El motor de la barca se imponía a cualquier otro ruido procedente del pantano. El calor había aumentado unos cuantos grados, al igual que el bochorno. Los mosquitos no se acercaban ahora a los agentes, pero continuaban siendo una molestia por el número de ellos que formaban grandes nubes de insectos que chocaban contra sus rostros.

Al principio pensó que los gimoteos de Sonia sólo eran para llamar la atención, pero a medida que iba vomitando y la sangre se acoplaba en el suelo entendió que era real. Sorprendida, siguió los pasos de Smith y Skinner para acercarse a la pareja, intentando también ayudar.

¡Se está ahogando! – Entendió por sus movimientos, esperando que alguno de los presentes supiera cómo ayudarla.- ¡Hay que llamar al hospital! – Si se moría allí, en la celda, no sólo tendrían un problema con el caso, sino con las autoridades en general. Había que ayudar a Sonia.

 Golpeados por aquella extraña experiencia con la Bruja, en especial Lewis que había tenido alguna conexión personal con la situación, el trío de agentes toma nuevamente el bote de Dutch para retirarse de la casa y dejar a la anciana en paz. Lo que dijo el guía de la mujer muriendo sola, por más morboso que fuese, tenía algo de verdad. Jordan suspiró, simplemente mirando su teléfono.

- Esperemos que ese no sea el caso...

 Se dispuso a hacer una llamada a la agencia, viendo que Lewis, quien usualmente tomaba la iniciativa en esas circunstancias, todavía estaba procesando la situación. El detective se puso a hablar, en una voz ni muy alta ni muy baja, pidiendo un equipo de investigación para la zona del pantano.

- Si, si, creemos... creemos que estamos cerca... que por aquí esta el muchacho...

 Mantuvo la conversación en "creemos", "cerca" y "por aquí", como quien no quiere dar mucha información. Quizá porque había un civil frente a ellos, o simplemente porque prefería dejar un margen para equivocarse. Luego de la llamada, la cual esperaba que hubiese sido satisfactoria como para obtener una buena división del FBI, el agente DeFuss mira a Bennet.

- Tendríamos que ir a Uncertain y ponernos en contacto nuevamente con la agente Greenwrim. De ahí en adelante veremos cómo seguir. Esta zona ya va a ser rastreada por el FBI.

La mujer continuaba asfixiándose a pesar de los intentos de los tres policías por ayudarla a respirar. Moira Greenwrim le abrió un par de botones de la camisa, sin que se produjera mejora alguna; pero alcanzó a ver un extraño colgante que pendía del cuello de la mujer y que, de repente, ella agarró con sus dos manos y, en un arranque de rabia incontenida, logró romper el cordón de cuero, no sin antes provocarse laceraciones en la piel del cuello y de los dedos por la fricción, y finalmente lo arrojó al suelo antes de quedarse complematemente inmóvil, sin pulso.

El jefe Smith comenzó a practicarle un masaje cardíaco mientras le gritaba a Skinner que fuera a por ayuda. De fondo, Seymour Blackman aullaba sus rezos implorando la misericordia divina; pero la sargento Greenwrim solamente tenía ojos para el pequeño símbolo metálico que había caído al suelo, junto con el cordón roto.

Una vez que pusieron los pies en tierra firme los móviles de los tres agentes recuperaron la cobertura y comenzaron a vibrar con mensajes y llamadas perdidas. La agente Moira Greenwrim había sufrido un intento de asesinato por dos habitantes del condado de Marion a los que acompañaba en su coche para obtener nuevas pistas sobre el caso.

Se había producido un accidente de tráfico donde uno de los atacantes, una mujer llamada Sarah Blackman, había fallecido y el otro, su marido Seymour, había sufrido varios traumatismos serios. Por fortuna, la agente Greenwrim había salido ilesa del mismo, con simples rasguños.

Los tres habían sido trasladados al Hospital Cristo Buen Pastor de Marshall, en el condado de Harrison.

La situación se estaba descontrolando hasta el punto de dudar incluso de sus propias intenciones, ¿fue buena idea traer a Seymour? ¿Realmente era el camino correcto a pesar de sus intenciones? Moira apretó los dientes tras ver que la mujer moría en brazos de Smith, dudando que fuera el único cadáver. No, esto sólo había sido el comienzo.

Voy a por McKnight.- Allí no podía hacer nada más que mirar y lamentarse, algo que no estaba en sus planes. Tal vez podría enmendar sus errores salvando lo que quedaba de conciencia del hombre, puesto que si realmente las dudas sobre Rumsfeld eran cierta no consideraba que se merecía salvación ninguna.- ¡Mantenme al tanto de lo que pasé aquí!

Se incorporó del suelo, no sin antes agarrar el colgante que habían tirado, como si aquello fuera la llave de las respuestas que necesitaba. Porque debía serlo, todo estaba resumido en ese extraño símbolo pero todavía no eran capaz de entenderlo.

Sabiendo que su tiempo se agotaba, la ranger tomó su teléfono y marcó el número de su compañero de equipo, Bennet, esperando que él estuviera más cerca mientras intentaba salir de la comisaría, queriendo ir tras la pista de McKnight.

Bennet se sintió desconcertado de que su compañera hubiera sufrido un asesinato. ¿Dónde había metido Greenwrim las narices como para que dos habitantes de Marion quisieran quitársela de en medio? ¿Se trataría de un par de feligreses del pastor Rumsfeld? La mayor duda que corría en esos momentos por la mente de Bennet era si a aquellos dos los había enviado Rumsfeld o Mortimer para librarse de Moira o simplemente Moira había metido las narices en un asunto del que no había podido salir.

En un primer momento, Bennet supuso que los dos atacantes de Moira habrían sido los Manson, pero tras oír que se trataba de otro matrimonio, los Blackman, quedó sorprendido. ¿Serían aquellos dos que Moira había visto espiándoles desde las cercanías de la iglesia en la que había sido raptado Ben McKnight?

-Uno de nosotros debería ir al hospital donde se encuentra Greenwrim. ¿Te ocupas tú, Lewis? -le preguntó a la afroamericana, al notar que la agente del FBI parecía tener la mente en otra parte.

Por primera vez en todos aquellos días el jefe Smith parecía completamente superado por las circunstancias. Contemplaba absorto el cadáver de Sarah Manson y el de su marido, que parecía también haber fallecido. McKnight había ido demasiado lejos tomándose la justicia por su mano, no porque le importaran una mierda aquellos dos desgraciados, sobre todo si realmente habían secuestrado al pequeño Benjamin, sino porque en aquel condado él era la Ley y el juez Corman la Justicia.

Las palabras de la ranger le sacaron de su ensimismamiento. Dejó el cuerpo de la mujer allí donde había caído y, sin prestar atención a los berridos de fanático de Seymour, se puso en pie y salió tras Moira.

—¡No puedes ir tú sola detrás de esos tres! —gritó a la sargento Greenwrim—. ¿Es que todavía no te has enterado de con quién te estás jugando los cuartos? No puedes arrestarle así sin más. Ese hijo de puta no se va a entregar y tú no puedes obligarle sin llevar refuerzos y sin levantar la liebre de lo que ha pasado aquí con Seymour Blackman —se acercó a ella con el rostro rojo de ira—. ¡Piensa un poco con la puta cabeza, joder! ¿Quién coño te crees que eres, el puto Clint Eastwood? ¿No sabes trabajar en equipo? ¿Te crees que todo el mundo está aquí para mayor gloria tuya?

La agente especial Lewis pareció salir de su estado de ausencia para dirigirse con determinación a sus dos compañeros.

—Sí, yo me encargo de hablar con Moira; pero necesitamos que alguien empiece a coordinar a los equipos de búsqueda aquí en el pantano. Deberíamos establecer la base de operaciones en la zona central de Uncertain, donde están los alojamientos turísticos. Hay que buscar la cooperación de alguno de los hosteleros de la zona, pero tenemos que evitar por todos los medios a Tim Mortimer y a su negocio. Hablad con alguien de la competencia; igual hasta os enteráis de algo sustancioso.

»También vamos a necesitar la colaboración de las autoridades locales: del sheriff Taylor y de su oficina. Este condado es su jurisdicción y ellos tienen medios acuáticos que pueden prestarnos —se detuvo un instante delante del Lincoln de su compañero DeFuss—. Voy a necesitar un vehículo para llegar hasta Marshall.

 La noticia sobre la agente Greenwrim sorprendió a Jordan, si bien su cara de sorpresa no era la más expresiva. Rápidamente apagó su cigarrillo para enfocarse de fondo en qué hacer a continuación. Si Lewis se iba a encargar de ayudar a la ranger, como acertadamente se lo había inquirido Bennet, los otros dos agentes podían enfocarse en el resto de tareas para facilitar la investigación en el bayou.

- Yo me quedo en este lugar coordinando los esfuerzos. Voy a buscar a algún buen samaritano que nos habilite su negocio para base de operaciones. Y bueno, esperemos que Mortimer les caiga mal. De lo otro te puedes encargar tu, Bennet, ¿verdad? Tienes más experiencia hablando con la autoridad lugareña que yo.

 Finalmente, el pedido de su compañera le produjo una mueca de duda al veterano detective, a quien le temblaron las manos con las llaves en la misma. Pero finalmente se las aventó a Lewis, entendiendo la necesidad del momento. Además, él solo tenía que caminar algunos bloques.

- Llévate el Lincoln, Lewis... pero trátalo como a el hijo del presidente, ¿ok?

Cuando Lewis hizo indicó las reparticiones de lo que debían hacer a continuación y DeFuss se ofreció para coordinar al equipo del FBI que se ocuparía de la búsqueda en el bayou, Bennet se sintió satisfecho. Le quedaba encargarse de establecer una base en Uncertain y, por otra parte, ocuparse de solicitar la colaboración del sheriff Taylor.

-Sí, yo me ocupo de conseguir la colaboración del sheriff Taylor y buscar un sitio en el que establecer la base de operaciones -confirmó Bennet a los dos agentes del FBI-. Nos mantendremos en contacto. Cualquier eventualidad que suceda, ya sabéis cómo contactarme.

Estaba marcando el número de Bennet cuando escuchó los gritos de Smith, una costumbre que parecía ser ya algo normal en la extraña relación que tenían los dos. Pero aun así, aunque entendiera su preocupación, Moira seguía convencida de que no podían dejar escapar a McKnight.

¡Sin Rumsfeld no hay caso! – Gritó también, empezando a estar también saturada de la situación. Su voluntad la obligaba a seguir adelante para no decaer en esa mierda que ahora pisaba, llegando incluso a no pensar con lógica, sino con desesperación.- Si McKnight llega hasta él lo matará y no encontraremos a Ben. Ni a nadie.- Estaba convencida de que Rumsfeld debía formar parte del núcleo del caso, mínimo saber más cosas que ninguno. Su supervivencia era necesaria para la de Moira y Smith.- Rumsfeld es la clave para resolver el caso y salvar nuestro puto culo.- Era como un amuleto, un intercambio para que las ilegalidades que había cometido se vieran justificadas.

Estoy llamando a mis compañeros para que vayan a esa jodida Iglesia y saquen a Rumsfeld de allí.- O lo intentaba al menos, señalando el móvil de su mano para confirmar que, realmente, estaba marcando el número de Bennet.- ¿Quieres ayudar? Corta las carreteras, manda a tus hombres a obstaculizar el paso o llama a un puto helicóptero si lo tienes, pero no voy a quedarme aquí esperando a otro cadáver.- Estaban perdiendo el tiempo en charlas cuando McKnight estaba más cerca de Rumsfeld. Si no los detenían, sería demasiado tarde.