Partida Rol por web

Viendo el jaleo que se monta, le grito a Yunque.

Suéltame tío...ahora hay alguien mas divertido a quien atizar...

Un extraño hombre se acerca a vos, se inclina y te susurra al oido, arrastrando las eses:

- Vas a pagar todo, Grimn inmundo. Vas a lamentar el día en que viste este planeta por primera vez!

Sorprendido, miras al hombre, algo en sus palabras te es familiar, pero no puede precisarlo porque al siguiente instante te golpea salvajemente en el estómago con la rodilla, pierdes el aire y caes al piso, mientras te sigue golpeando, riendo sin parar.

Trato de razonar con el mientras al mismo tiempo intento arrancar las esposas de mis brazos. Que nos dejaran los poderes para la lucha ha sido una suerte...aunque no sabia que mi rival estaba tan sediento de sangre y que prefiriese pelear con otro recluso en vez de con un guardia.

No seas imbécil...es una oportunidad para escapar y no para quedarse aqui peleando entre los dos como idiotas...

Rápidamente das dos pasos atrás y te fundes en el rincón. A tu lado Chatuc, un híbrido hombre-caimán arrolla con los guardias que comenzaron el jaleo... lo has conocido y sabes que solo buscaba una excusa para pegarle a los guardias, hace meses que no tiene otra cosa en la cabeza.

 Uno de los guardias cae a tu lado, moviéndose apenas. Las hebillas del casco se han soltado pero aún lo tiene puesto. Más importante aún, ves en su pecho guardada la tarjeta de seguridad, la que abre puertas y ascensores... pero sabes que hay cámaras en todos lados, puedes tomarla pero seguramente te descubrirán, perderás años de trabajo para ganarte la confianza de los guardias...

 Esquivas a Yunque por los pelos.

- Escapar? Estás a kilómetros bajo tierra, en el culo del mundo! Además... dice abriendo los brazos, como queriendo abrazar la batalla campal... esto es el paraiso!

Y prefieres pelear conmigo en vez de destrozar a alguien mas fácil...o ir detrás de una de esas superbellezas a quitar las telarañas?...tienes las prioridades un poco dispersas chaval. Hay que aprovechar el tiempo antes de que los supers a sueldo de la prisión vengan a por nosotros.

Este es el ultimo intento de razonar con el...si no atiende a razones y me ataca de nuevo, le arrancare la cabeza antes de irme de ligue por ahí...

Mientras hablas con Yunque tanteas con la diestra debajo de la muñequera de tu izquierda. Alguna vez lo has intentado, pero siempre emite un par de pitidos y hasta allí llegó tu curiosidad (y valor). Pero confías en que esta vez, si tienes tus poderes, este desactivada...

Error.

La muñequera cruje entre tus dedos, y la arrancas de un tirón. Inmediatamente, la otro escuece como lava ardiente y ese fuego estalla en todos tus nervios, el cerebro, los ojos; se te detiene el corazón y no puedes respirar; te quedas en blanco y caes al suelo como un muñeco.

Te despierta el golpe seco de una bota en el parietal derecho. Parpadeas para ver a Yunque levantar el pie para golpearte nuevamente, pero no puedes hacer nada, el cuerpo no te responde.

De repente, en el pecho de Yunque estalla un resplandor azul neón, sus muñequeras zumban y aullando como un lobo salvaje, tu oponente cae retorciéndose en el suelo.

Entre ambos, brillando en su halo, las manos ardiendo furiosamente y los ojos despidiendo llamas azules, aterriza con un sonoro -thud!- Ráfaga.

Observo desde el suelo sin poder moverme ni hacer nada como llega el super mercenario. Por una vez deseo que el capullo de Yunque logre partirle las piernas a Ráfaga, ya que yo no puedo.

Pues si que ha durado mucho la cosa...menuda mierda... Trato de hacer algo...parpadear en morse, lanzar cuescos de señales...lo que sea.

Me dirigo al hombretón pelado y le digo:

- ¡Eh tu, deja a este pobre muchacho!

Como imagino que no me hará el menor caso, al minimo gesto de hostilidad le doi un puñetazo con la intención de tumbarle (No quiero matarlo, solo dejarlo inconsciente).

(En cuanto pueda ya me dirigiré hacia donde está Down. Pero intento estar alerta, dentro de lo posible, por si le pasa algo o la situación se tuerce aún mas)

Ensangrentado y maltrecho, Juan se arrastra despacio, desde debajo del cuerpo inerte del gigante escamoso. A su alrededor la pelea se ha convertido en un enfrentamiento generalizado entre guardias y presos, que amenaza con derivar en un motín a gran escala.

Levanta la cabeza y se ve enfrentado al cañón de una escopeta. Abre la boca, sorprendido, y mira hacia arriba.

Down le sonríe desde el otro lado del arma.

DOWN: Ahora sí estoy excitada.

Down martilla la escopeta.

Juan abre los ojos, aterrorizado.

DOWN: ¡Cómo me ponen los chicos rudos!

Down arroja la escopeta hacia arriba, la hace dar una vuelta, para atraparla por el tubo y la blande por encima de un hombro.

DOWN: Déjame intentarlo a mí, ¿sí?

Juan intenta gritar, pero no llega a emitir sonido.

CÁMARA LENTA

La culata de la escopeta impacta violentamente contra un costado de la cara del guardia. Varios de sus dientes vuelan por el aire, acompañados por un escupitajo de sangre.

Se desploma inconciente.

Down se inclina para observarlo con curiosidad.

DOWN: ¿Y…? ¿Lo disfrutaste tanto como yo?

Un guardia se abalanza sobre ella desde atrás. Sosteniendo la cachiporra por ambos extremos, la pasa por sobre la cabeza de Down y la presiona contra su garganta. Down aprieta los dientes, levanta la escopeta y golpea con la culata sobre una de las botas del guardia, que lanza un grito de dolor. Down eleva la escopeta hacia atrás y lo golpea en la cabeza.

El guarida suelta la cachiporra y retrocede tambaleante. Down se da media vuelta y, sosteniendo la escopeta por los extremos, se le encaja al guardia en medio de la traquea. Cuando este retrocede a los trompicones, llevándose las manos a la garganta, le da una patada frontal en el pecho, que lo impulsa haciéndolo estrellar contra las butacas.

Por el rabillo del ojo, Down percibe un movimiento a sus espaldas. Se da vuelta justo a tiempo para poder agacharse y esquivar la cachiporra de otro guardia, que pasa zumbando a centímetros de su cabeza.

Aprovecha su postura para descargar un violento golpe con el tubo de la escopeta en la ingle del guardia, que lanza un grito y cae de rodillas con las manos entre las piernas.

Down mira alrededor y se ve rodeada de guardias, que se aproximan a ella, apuntándole con sus armas y gritándole.

Levanta la escopeta y mete la punta en la boca del Guardia arrodillado frente a ella, que abre los ojos como platos, presa del pánico.

DOWN (a los guardias): ¡Escuchad! ¡La perra psicópata tiene un rehén! Dejad las armas en el suelo o le vuelo la cabeza a este bastardo.