Partida Rol por web

 Desenfundé mi arma y, tras ponerme a cubierto en una roca cercana, disparé al atacante más cercano...

Me rehago como puedo de la sorpresa y desenfundo mi pistola blaster.

Disparo contra el que ataca a Sand con la intención de que pueda usar sus poderes Jedi, aunque para eso debe quedar libre de su oponente.

Logro impactar a la criatura, espero darle una ocasión para recuperarse a Sand.

Gunar vuelve a hacerse un ovillo y hacer una pirueta justo cuando sus enemigos le atacan, consiguiendo evitar los ataques. Al levantarse fija la vista en otro de sus enemigos dispara.

La pobre criatura cae inerte a más de un metro de donde se encontraba hace unos segundos.

Una vez libre de amenazas corre a ayudar a Anzak. Gaheris parece más necesitado, pero está demasiado lejos.

Una vez pasado el factor sorpresa, los felucianos comenzaron a caer con sorprendente facilidad, y cuando quisieron darse cuenta sólo quedaban 2.

Cegados por la ira, levantaron sus armas para vengar a sus amigos caídos, cuando una voz proveniente de la espesura les detuvo...

¡Haya paz! ¡Por favor, detened la lucha!. Grita una voz humana desde los árboles. Al giraros veis aparecer . Un humano de mediana edad, con la cara marcada por una cicatriz y un pelo gris y encrespado, que se dirige hacia vosotros moviendo los brazos para llamar la atención.

Estoy a punto de disparar cuando oigo la voz de alguien clamando para que acabe la trifulca.

Me quedo quieta, pistola en mano, esperando que nuestros atacantes sigan el pedido de ese hombre que ha aparecido de la nada.

¡Haya paz! ¡Por favor, detened la lucha!

-  Vosotros habéis empezado este ataque. - Gunar apunta con su arma al hombre -   ¡Tirad las armas! ¡Todas! Y salid ahora mismo al claro donde podamos veros.

Cuando las criaturas obedecen Gunar hace movimientos con el cañón del arma para que se dirijan todos al centro, juntos y rodeados por Gaheris, Sand y el propio Gunar.

- Seguid apuntándoles. Y recoger las armas. Raleg, recorre los alrededores. Asegúrate que no haya más escondidos y que ninguno haya ido a buscar refuerzos.

Cuando están desarmados se dirige de nuevo al humano.

- Ahora sí, explícate. ¿Quiénes sois? ¿Qué hacéis aquí y por qué nos habéis atacado?

Sigo las indicaciones de Gunar, intentando ver si hay mas criaturas entre la espesura.

No confió en mis capacidades de ser mas el más indicado ya que me desenvuelvo mejor en reuniones diplomáticas.

Doy una vuelta por la primera línea de plantas no arriesgándome a perder de vista el claro del pantano.

 Al contrario que Gunar, yo mantuve la fría calma ante el recién llegado. Le indiqué con un gesto al nativo de Naboo que se relajase un poco, no fuera a iniciar otro tiroteo sin necesidad, antes de dirigirme al viejo:

 - Lo que mi nervioso amigo quiere decir, no sin razón, es ¿quienes sois, por qué nos habéis atacado y por qué deberíamos de fiarnos de vosotros, después de vuestro "cálido" recibiiento?.

Anzak, dispuesto a devolver los ataques recibidos se refrena y baja el arma cuando escucha al hombre que acababa de aparecer.

Enfundadno su pistola, el contrabandista sale de la zona pantanosa a un lugar más elevado, mientras se tapa la herida sofrida que no deja de sangrar.

-Loados sean los astros...aunque podrías haber aparecido un poco antes -dijo dolliéndose del cosatado.

-Bien, quiénes sois y por qué nos habéis atacado sin más

Al oír al humano que se acerca, los felucios dudan en su ataque, y finalmente bajan las armas.

Parad... intenta recobrar el aliento, por favor...

Nadie se opone a que registreis los alrededores, sin embargo ignoran la orden de soltar las armas. El hombre, que sí que está totalmente desarmado. Sigue hablando como puede.

Ha sido un malentendido, tenéis que comprenderles, pensaban que erais imperiales... para ellos todos nosotros somos iguales, y no han visto ninguna diferencia entre vosotros y ellos... pese a que no lleváis armadura... Sólo estaban intentando defenderse, el imperio hace constantes partidas para acabar con los nativos del planeta... 

Tras estas palabras mira al rededor, a los nativos caídos. Vaya. Se agacha junto a uno de ellos. Hagark... Era solo un niño que trataba de impresionar a sus mayores.... Se levanta y os mira. Mi nombre es Vazus, por cierto, Vazus Mandrake, para serviros.

Pese a haber acabado con sus compañeros no veis hostilidad en los restantes guerreros una vez que Vazus les explicó (o eso creeis, por que no entendísteis nada del idioma) que no erais una amenaza.

Venid. Os sugiere. Vayamos al poblado, quizá podamos ayudaros con las heridas.

Al parecer, todo había sido un malentendido, pero Hannah no puede evitar sentirse triste por los que han perecido en la reyerta. Al menos los que han sobrevivido no parecen querer venganza, lo que es un alivio para el grupo.

Hannah asiente cuando oye el ofrecimiento y empieza a caminar junto al hombre.

- Yo me llamo Hannah Lightman. ¿Le puede preguntar qué hace en este planeta? ¿Vive con estos nativos?

Mientras el hombre comenzaba a contar su historia, un movimiento en los arbustos llamó vuestra atención. Tensos, os girasteis todos armas en mano. Para vuestra sorpresa, los nativos también lo hicieron. Sin embargo era vuestro compañero, Raleg, que volvía de explorar los alrededores, bastante seguro de que no había ninguna otra sorpresa aguardándoos. 

Los felucios, sin embargo no bajaron sus armas, listos para saltar al combate, hasta que el hombre que les detuvo antes volvió a hablarles en un idioma que ninguno de vosotros entendió. Tras lo cual, bajaron nuevamente las armas.

Como os decía. Se disculpó nervioso. Para ellos todos nosotros somos iguales, y no le reconocieron como uno de los vuestros.... Me preguntabais por mí... continúa. Yo me quedé atrapado aquí hace años. Durante las guerras clon... veréis las llamábamos así por que el grueso de soldados que defendía la corrupta república estaba compuesto por clones...  Os explica como si en lugar de 10 años hicieran 100 de esto ¿Os podéis imaginar? 

Pues bien, yo comandaba una unidad de mercenarios que luchaba por la libertad de unas pocas colonias cuando un batallón de clones destruyó mi unidad. Me dieron por muerto, y escapé arrastrándome mientras ejecutaban a los hombres a mi mando que no habían tenido la misma suerte que yo... vagué malherido por la selva hasta que un grupo de Felucios me encontró y me salvó.... Cuando acabó la guerra y la república se convirtió en un imperio... bueno... creí que era más seguro y felíz quedarme aquí, cuidando de mis kybucks.... 

En fín... he hablado demasiado y tengo la boca seca... acompañadme al poblado, haré que os miren las heridas.

Me quedo mirando a mis compañeros esperando alguna reacción y finalmente consciente de que rechazar una invitación es considerado ofensivo, y mucho más contra menos evolucionada es la sociedad.

Finalmente hablo intentando convencer a mis compañeros, aunque sin pretender imponer mi opinión. Primero me dirijo a nuestro anfitrión. – Encantado de conoceros me llamo Raleg. – Después hablo a todos girándome paulatinamente. – Creo que no debemos ofenderlos rechazando su hospitalidad, es evidente que no nos vendría mal un descanso y recuperarnos de nuestras heridas. Seguro que ellos tienen mejores remedios para los daños de las plantas de su planeta que los que llevamos nosotros.

- Bueno, al parecer tampoco es que tengamos demasiadas alternativas, y si nos quisieran muertos ya nos habrían matado. Supongo que no pasará nada malo por ir a su poblado, nos irá bien poder recuperarnos y reponer fuerzas.

Aun así, Hannah esperó que cada uno dijera lo que pensara, eran un grupo y tenían que ir todos juntos y unidos.

 Sin decir nada, seguí al grupo en dirección al poblado. La verdad es que algo de información de primera mano sobre el terreno de los nativos del planeta nos vendría muy bien para poder anticiparnos a los movimientos imperiales y localizar más facilmente nuestro objetivo.

Gunar permaneció callado. No le gustaba que lo atacaran sin motivo y menos aún que los responsables quedaran impunes, por muy cortos de entendederas que fueran. Pero era cierto que les vendría bien cualquier ayuda en el planeta cuando se enfrentaran a los imperiales y los Felucios tendrían la oportunidad de compensarles.

- Bueno, al parecer tampoco es que tengamos demasiadas alternativas, y si nos quisieran muertos ya nos habrían matado.

- Lo dudo.

De nuevo se dirigió al anciano.

- ¿Qué son los Kybucks? ¿Por qué no has organizado a estos pobres contra la base imperial?

Anzak se acercó al humano y le estrechó la mano. 

-Me llamo Anzak y siento que todo esto haya comenzado así. De hecho no sé si será buena idea ir a su poblado después de haber disparado a varios de ellos...

La mirada de Anzak se posó sobre los oriundos que acababan de abatir y que yacían en el suelo.

-Bueno, si cree que debemos ir iremos, pero no debemos demorarnos, pues tenemos cosas importantes que resolver.

Al decir esto último, el contrabandista miró a sus compañeros, pero alguno de ellos también estaba herido. Así, se encogió de hombro y no se interpuso en la decisión de ir con él al poblado.

Contestando a las preguntas del gungan, Vazus explicó Los Kybucks son unos animales de monta, nativos de Kasyyyck bastante valorados como medio de transporte, sobre todo en planetas que hacen difícil el manejo de repulsores.*... y en cuanto a lo de organizarlos para combatir al imperio... No se si habéis visto sus armas, con palos y piedras es muy difícil derribar andadores y tanques.

Y no os preocupéis por el incidente. Prosigue con tristeza señalando a los guerreros caídos. Son plenamente conscientes de que el error fue suyo, y se sienten culpables por ello. Seguidme, no os pasará nada. Tras estas palabras, el anciano (Os preguntáis si realmente será un anciano, o simplemente la vida le ha maltratado mucho) os guía entre los pantanos con paso firme.

No veis ni rastro del poblado, pero intuís que os dirigís en la dirección acertada cuando ves un par de muñecos disfrazados de soldados de asalto, colgados del cuello en un árbol cercano al camino. No podéis dejar de observar que las armaduras tienen manchas de sangre en varios puntos.

Finalmente, tras un recodo y totalmente oculto al camino, os introducís por el espacio que dejan 2 hongos particularmente anchos, para entrar en vuestro destino.

La aldea parece haber sido tallada casi al completo en las setas gigantes que dominan el paisaje Felucio. Cada  una parece vieja y petrificada, haciendo que las setas que sirven de residencia parezcan más sólidas que sus contrapartidas vivientes que hay por toda la jungla. En el centro de la aldea, unos cuantos nativos están reunidos formando un semicírculo, en cuclillas alrededor de una hoguera, y se giran hacia vosotros cuando entráis. Aunque el área de la aldea ha sido limpiada, pequeños hongos y otras plantas surgen de la tierra, como si la misma jungla se resistiese a cualquier intento de civilización.

Esperad por aquí. Os pide Mandrake. Voy a buscar al jefe. Tras estas palabras, se marcha dejándoos ante las miradas curiosas de los Felucios.

Cuando veo los muñecos en un primer momento al ver los muñecos creo que todo es una imitación hasta que me doy cuenta de que realmente llevan armaduras de los soldados de asalto.

Espero a que se acabe de alejar Vazus para hablar mientras intento observar el máximo de detalles del poblado.

– Estamos en una situación delicada. No contamos con todo el tiempo de la galaxia, y me temo que pasaremos horas y horas en las ceremonias de bienvenida y disculpas. El concepto del tiempo en horas y minutos es muy difícil de entender para su nivel de civilización.

Indicándoles que se acerquen y bajando la voz a un susurro. – El que hayan podido acabar con soldados de asalto me hace dudar que todos los felucios empleen solamente las armas que muestran o tengan la ayuda de otros. Vazus podría llevar un arma moderna como mínimo. A pedradas no creo que los hayan matado.