Partida Rol por web

Turno 007

Las últimas palabras de Grimbeorn tranquilizaron a Edan. Por lo que había averiguado, si Agranil habia estado en algún momento en la ciudad, era probable que todavía permaneciese allí.

Por otra parte, el hecho de que ambos lo estuviesen buscando y hubiesen coincidido en aquella posada eran una buena señal.

Ya veo...el mercado. No se me habia ocurrido respondió a Grimbeorn reconociendole implicitamente aquella buena idea.

El hombre del mostacho parecía a punto de revelar otro retazo de información relativo a Agranil y el posadero, cuando dos nuevos clientes irrumpieron en la posada provocando la airada reacción del tabernero.
Parecían campesinos y uno de ellos estaba visiblemente bebido.
Muy bien le debe ir el negocio cuando no quiere a un borracho en su taberna

Edan comprendió que aquel campesino debió haber causado mas de un problema al Posadero en el pasado y tal vez aquel tipo de clientela no era la mas apropiada para su negocio. Pero después de todo, un campesino era un cliente...y los borrachos solían ser los que mas monedas se dejaban.

Tras un breve lapso donde el resto de la clientela permaneció absorta ante el incierto resultado de la escena que se representaba delante de sus ojos, retomó su conversacion con Grimbeorn tratando de retornar parte del feedback que el hombre le habia proporcionado.
Yo he visitado todas las posadas de la ciudad...mis pesquisas me llevaron al Cuartel... y fue allí donde me pusieron sobre la pista de ésta Bebía a pequeños tragos para que la jarra de hidromiel diese de sí. Echaba en falta algo de jamon o un poco de pan con aceite para llevarse a la boca entre trago y trago, pero no se atrevió a pedirlo por miedo a que no estuviese incluido en la bebida.
Es claro que en el cuartel lo conocían, aunque no quisieron decirme nada...

Poco a poco la inquietud del muchacho se iba apaciguando. La charla con aquel hombre con quien compartia un objetivo le habia aportado cierta tranquilidad. Empezaba a confiar que la llegada de Agranil era sólo una cuestión de tiempo, de modo que se entregó a disfrutar de lo que restaba de tarde y prosiguió con algo de charla intrascendente, a fin de conocer un poco mejor a aquel hombre.

¿Y decís que sois del clan Lothdiuda? No lo conozco, aunque mi hogar esta ya a muchas millas de estas tierras...¿sois acaso un habitante de los bosques de Rhovanion?

Poco sabía en realidad de aquellas lejanas tierras, pero su aspecto rubicundo y su nombre delataban en parte sus raices norteñas. Y Edan habia oido hablar de los pueblos que todavia permanecian en los lindes del gran bosque.

Turno 007

- Gracias, buen hombre. - respondió al posadero el joven recién llegado con una visible reverencia y una inocultable sonrisa de satisfacción. Por unos momentos, casi había esperado que los echaran a la calle, y que iba a quedarse con las ganas de conocer un lugar de semejante categoría. - Y no se preocupe. Estoy seguro que mi amigo sabrá comportarse.

- ¿No es verdad?

Con un firme codazo en las costillas del llamado Larrid, el joven campesino procuró remarcar aquel último comentario en la embotada mente de su camarada, y tras ello se dispuso a buscar un lugar donde acomodar sus cansados traseros.

Maravillado como estaba por las dimensiones y la categoría de aquel comercio, casi sin darse cuenta HALLFRID pronto se encontró deambulando embobado por entre las mesas, incapáz de decidir hacia donde dirigirse. Y quizás por ello, la invitación del extraño lo tomó completamente por sorpesa. Tanto, que el joven incluso dudó que se estuvieran refiriendo efectivamente a él, tal como daba a entender el inconfundible gesto de confusión que se dibujó en su rostro.

Se señaló a si mismo un par de veces e indagó unos momentos con la mirada al extraño, hasta que su gesto de desconcierto finalmente se convirtió en una franca sonrisa de reconocimiento, al caer en la cuenta de que eran los únicos que todavía permanecían de pie en toda la taverna.

- Por supuesto, será un honor... - comentó visiblemente satisfecho mientras se acercaba a la mesa del extraño y se acomodaba junto a ella - Mi nombre es Hallfrid. Y mi buen amigo aquí presente es Larrid, que tuvo a bien ayudarme a conocer un poco el pueblo.

RESOLUCION TURNO 007
 

La “Rosa de los Vientos” no era una posada normal, en ella no se agolpaban campesinos, ganaderos o artesanos. Era un lugar sofisticado, con un buen servicio y detallista. Sus cristaleras estaban siempre limpias, el fuego siempre estaba encendido, y a las lámparas nunca les faltaba aceite ni a los candelabros vela alguna. Sus guisos se elaboraban con productos de buena calidad, la cerveza que servían era deliciosa, y sus vinos sobresalían de los del resto de la ciudad. Compraba buen género, sin importar el dinero, cosa de la que solía enorgullecerse su dueño y posadero Rovis. Lo malo de aquel orgullo es que también se notaba en los precios que cobraba. No es que fuera caro, tan solo era que la calidad había que pagarla. Aquello servía para dos cosas principales, mantener el estatus de posada de primera clase, e impedir que la gente no pudiente entrase allí a molestar a los clientes potenciales.  

En una mesa, en la pared izquierda de la posada, Grimbeorn charlaba con Edan. No se conocían desde hacía mucho, y se contaban como habían acabado allí. El rohir buscaba a Agranil y Grimbeorn información sobre los orientales, pero también siguiendo la pista del esgarothiano.

Un par de mesas más al fondo, un solitario tipo, envuelto en una verde y ajada capa, bebía silencioso mientras lanzaba fugaces miradas a lo que a su alrededor ocurría.

En la pared en la que estaba la puerta, el grupo de tres hablaba entre sí. Bien vestidos, y sin llamar demasiado la atención, no podían evitar escuchar las conversaciones. Tampoco es que les llamasen la atención lo más mínimo, más bien parecían algo molestos por la nueva clientela o, mejor dicho, por no considerarlos suficientemente buenos para aquel lugar.

En el lado derecho, en otra pequeña mesa, Leofred observaba atento a los recién llegados. Dos campesinos, uno de ellos algo ebrio y que Rovis no había dudado en apercibir. Larrid debía de haber liado alguna situación escabrosa en aquel lugar. Pero Hallfrid salió en su defensa, respondería por él. Tras la aceptación del posadero, a regañadientes, Leofred les invito a sentarse con él. Confundido al principio, Hallfrid accedió. Tanto él como Larrid se sentaron.

La muchacha no tardó en llegar con una jarra de vino y dos vasos, Leofred ya tenía uno. El vino emanaba un olor distinto de lo habitual, estaba especiado, aunque no era fácil de adivinar los componentes. Después se marchó para volver rápidamente, con dos platos más.

Turno 008

Tras el pequeño incidente de los recién llegados, que se solventó sin mayores problemas, el ambiente de la Taberna se normalizó de nuevo. Al menos todo lo que podía normalizarse con tanta gente de bajo nivel adquisitivo en una posada como aquella.
Edan podía sentir los ojos del resto de comensales clavados en su nuca. A buen seguro, comerciantes y demás aburguesados, que empezaban a sentirse incómodos con tanto campesino y mercenario deambulando por un lugar que consideraban exclusivo.
De algún modo el Rohir disfrutaba de todo aquello. Pero no se le escapaba que aquella situación no debía prolongarse demasiado. Aquel no era su lugar y con su presencia habían desequilibrado, aunque solo ligeramente, las normas que regían aquel aspecto del mundo...y como él bien sabia, el mundo tendía a equilibrarse por si mismo y en aquel proceso, los mas desfavorecidos pocas veces llevaban las de ganar.

De cualquier forma, decidió aprovechar el momento y disfrutar de aquella breve estancia en la Rosa de los Vientos.

El aire de la taberna desprendía aromas de los más agradables. Olores frutados y el cálido efluvio de los guisos en los fogones. El calor del hogar mantenía la temperatura de los cuerpos en un estado optimo y la conversación con su nuevo colega resultaba de lo más agradable.

Su última pregunta a Grimbeorn permanecía todavía en el aire. el fornido hombre del mostacho bebía su hidromiel mientras recorría la taberna con la vista. La llegada de los campesinos lo había alterado un poco, pero pareció calmarse ante el buen talante que habían mostrado. Edan esperó a que su compañero de mesa le respondiese y aprovechó para examinar nuevamente la sala. No perdía de vista la entrada. Esperaba ver a Agranil o alguno de los guardias del cuartel cruzarla en cualquier momento.

Turno 008

- Mi nombre es Leofred. - Devolvió el saludo el bardo y alzando la mano para estrechársela en un apretón amistoso. - He llegado hoy mismo después de unas cuantas jornadas de viaje, aunque no he contado con la suerte de un guía para orientarme por la ciudad. - alzó la mano también al tal Larrid, aunque un poco a regañadientes por su prominente borrachera

Aunque hablaba con el campesino recién llegado en parte por pasar el rato, no perdía atención de si había movimiento en la mesa de los guerreros con armadura. También decidió que no perdía nada por ver si sabían más noticias que las que le habían contado en la posada.

- Parece que los orientales se han vuelto un problema. Había escuchado que cada vez se adentraban más hacia el oeste, pero acabo de enterarme de que han asaltado una villa al norte no muy lejos de aquí. Aunque estoy aliviado de no haberme cruzado en su camino, siento lástima por quienes hayan sufrido su ataque. -

Turno 008

A pesar de la reacción nerviosa del posadero, la situación pareció calmarse rápidamente, lo que disipó finalmente la preocupación del animista y pudo continuar con la conversación.

- Más bien del bosque de Rhovanion. - Enfatizó especialmente el "del" para poner de relieve su procedencia: el bosque más extenso de aquella región, además de ser el que peor reputación se había labrado en las edades anteriores. - El Bosque de las Hojas Verdes. - Apuró el vaso de hidromiel, se pasó discretamente la mano por el bigote y una sonrisa carente de humor se había dibujado en su rostro cuando la mano se retiró. - El cuartel... También lo visité, pero no obtuve nada claro y decidí buscar alguna pista en Tir Limclaro. Fue entonces que caí en la cuenta de que, si los esgarothianos hubieran partido, necesitarían pertrecharse para la marcha. - La atención de Grimbeorn pasó de la puerta de la posada al rohir. - ¿Qué trae a un hijo de los eotrhaim tan al norte? Rohan queda muy lejos de aquí. - La distancia y los relatos de los mercaderes sureños habían hecho que la percepción del norteño fuera neblinosa en lo tocante a cuan lejos estaban realmente tierras como Gondor o Rohan. Y le parecía harto improbable que Edan hubiera viajado tanto sólo para conocer las tierras que habitaron sus antepasados o a aquellos "primos" que fueron entonces sus vecinos, sobre todo por el interés mostrado por Agranil.

RESOLUCION TURNO 008
 

El tiempo pasaba lentamente en “La Rosa de los Vientos”. Tres grupos bien diferenciados, y un hombre solitario, se daban cita en aquel agradable local. Wilda paseaba por el salón, dispuesta a rellenar los vasos de los sedientos y a limpiar las mesas ya limpias. Así era aquella posada, nunca estaba lo suficientemente limpia, ni su calidad lo bastante buena como para no seguir buscando la excelencia. Era por ello que era la preferida de la clase alta y de la burguesía. Sus precios, inflados, alejaban a los que no podían permitírselos. Eso descartaba campesinos, mendigos y otras gentes no pudientes. Su clientela era selecta, excelente y bien capaz de dejarse allí sus monedas sin pestañear.

Por un lado, Edan y Grimbeorn charlaban sobre sus motivos para estar allí mientras degustaban una jarra de hidromiel que estaba especialmente deliciosa. Ambos buscaban a Agranil y ambos habían llegado a la conclusión de que era allí donde tarde o temprano podrían encontrarlo. Querían saber algo más el uno del otro, saber que los movía a estar allí, mas allá de la intención de encontrar al esgarothiano.

Al otro lado de la sala estaban Larrid y Hallfrid, que habían llegado los últimos, junto a Leofred. Este había invitado a los recién llegados a sentarse en su mesa y ahora los tres disfrutaban de una deliciosa cerveza recién escanciada. Al contrario que las que solían poner, esta estaba fresca, casi fría y perfectamente servida. Comenzaron a hablar, de cosas banales al principio, pero no tardaron en desviar su conversación a los orientales. Leofred contaba como aquel nuevo enemigo había atacado una villa no muy lejos de allí y del peligro en que se habían convertido.

En otra mesa, el misterioso hombre con capa no se inmutaba. Seguía taciturno y pensativo, pero poniendo atención a cuanto se decía en la sala. Era de esos tipos que sopesaban toda la información antes de lanzarse a una conversación

Un tercer grupo, de tres personas, hablaban más bajo y no dejaban de echar recelosas miradas. No es que tuviesen un secreto, ni mucho menos, más bien era gente que no aprobaba la presencia de aquellos extraños en aquel lugar. Ellos se consideraban gente de cierto nivel, y tenían al resto por pobres desgraciados que seguramente no tendrían monedas para pagar sus consumiciones. Llamaron al posadero cuando se pusieron de acuerdo.

Todos pudieron ver como Rovis accedió apresurado. Aquellos hombres le pidieron algo, sin apenas elevar la voz. El duelo del local accedió con algo de resignación. Desapareció por una de las puertas que había junto a la cocina, para reaparecer al poco tiempo. Desde allí hizo una seña a aquellos tipos, que se levantaron y lo siguieron a través de aquella misma puerta. Ahora solo estaban los dos grupos y el hombre solitario en el salón. Wilda llevo una bandeja con tres jarras tras ellos, cerrando la puerta tras de si.

TURNO 009

- Es un honor... - respondió el joven campesino a la presentación del extraño, alzando su jarra a modo de reverencia, como había visto hacer alguna vez a otros más veteranos - Y una suerte encontrar a otros viajeros que puedan traer noticias de lo que ocurre más allá de las fronteras.

- Aunque lamento que esas noticias no sean del todo buenas. Yo también escuché lo que ocurrió con esos orientales. Se dice que incluso llegaron a tomar esa villa. Y que luego debieron ser expulsados por los guardias. No sobrevivió ninguno. Pero deben haber causado muchos daño.

- ¿No es verdad, Larrid? - comentó dirigiéndose a su compañero de copas - ¿Es cierto que les dieron su merecido? Debe haber sido una dura lucha. Esos orientales tienen fama de salvajes...

Turno 009
​Percepción

Hallfrid pudo escuchar como el grupo que había llamado al posadero pedía un reservado, alegando que no estaba comoda entre aquella gente, en referencia los demás que estaban en la sala.

Turno 009

- Si... si, su merecido - dijo asintiendo pesadamente - No quedó ni uno - dijo repitiendo las palabras de Hallfrid - Nadie se mete con Tir Anduin - añadió alzando su jarra y dando un gran trago, como queriendo apurarla.

Turno 009

Edan permanecía al margen de lo que sucedía al otro lado de la Taberna. Su conversación con Grimbeorn le había proporcionado la información que necesitaba para aliviar su preocupación y eso consiguió mantener su atención en el hombre de los bosques.

Aha!...Grimbeorn... repitió, con la certeza de haber desvelado un acertijo personal. Ya decía yo que me resultaba familiar. Entonces pertenecéis al pueblo de Beorn... Los Beornidas eran un grupo de gente alta que vivía en los Lindes del Bosque de Rhovanion. El Bosque verde, antaño conocido como el Bosque Negro también. Cuando la sombra caminaba todavía en aquella parte de la Tierra media.
Edan había oído hablar de ellos, aunque poco más sabia de sus costumbres, salvo que eran reconocidos ganaderos y trabajaban la tierra. Se decía de ellos que entre los más ancianos, algunos podían hablar con los animales y que eran gente esquiva y solitaria. Pero de todo aquello, solo esta última parte parecía ser cierta. Pues en pocas ocasiones Edan había tenido la ocasión de conocer a gente de su pueblo, salvo alguna vez en la ciudad de Aldbühr.

Respondió entonces a su pregunta sin dar mayores explicaciones.

Soy un hombre de armas...y voy allá donde mi trabajo me lo exige... dijo dando un nuevo trago a la jarra de Hidromiel, que le resultaba difícil dosificar.

...cierto es que estoy lejos de mi hogar, pero espero llegar más lejos en los próximos días.

De reojo observó como parte de la clientela era trasladada a un reservado. Edan podía intuir lo que estaba sucediendo. Si Agranil no llegaba pronto era posible que fuesen invitados a abandonar pronto la Taberna. Confiaba en que los nuevos clientes guardasen las formas lo suficiente como para no terminar con la paciencia del posadero.

Turno 009

El movimiento del posadero atrajó fugazmente la atención del norteño, quien giró momentáneamente la cabeza para ver mejor lo que ocurría.

- Oh, no. No tengo que ver con los linajes de Beorn. Mi gente son humildes habitantes del bosque. - Grimbeorn negó suavemente con la mano antes de ignorar finalmente la marcha de los clientes. Supuso que sería alguna extravagancia de gente civilizada y no le dió mayor importancia. Especialmente porque algunas de las palabras que llegaban de la conversación mantenida en la barra captaron poderosamente su interés, palabras como "orientales", "villa" o "expulsados". Podía ser sólo una asunción pero tal vez se referían al ataque contra Tir Limclaro. - Hombre de armas... - El animista empleó un tono dubitativo y se frotó la barbilla. - Tal vez esa gente pueda necesitar uno. O estén buscando a alguien que pueda saber más sobre orientales. - Hizo un sutil movimiento con su cabeza en dirección a la barra, para que su compañero de mesa comprendiera a qué se refería, al tiempo que su tono pasaba de la duda a una cierta complicidad.

Turno 009

- Por los valientes de Tir Anduin. - declaró Leofred ante las palabras de Larrid, alzando su copa y dando un trago, aunque más calmado y menos ansioso de bebida.

- Es bueno saber que los atacantes no han escapado impunes, pero hace mucho que las fronteras no son atravesadas de esa manera. Supongo que por eso el señor de Esargoth está buscando hombres para escoltarlo mientras atraviesa estas tierras. ¿Por casualidad no habréis coincidido con él en el camino? Un hombre bien parecido y autoritario, responde al nombre de Agranil. - El bardo no tenía muchas esperanzas de obtener noticias de Agranil por azar, pero por algún sitio debía empezar a preguntar; más tarde ya decidiría como continuar sus pesquisas.

RESOLUCION TURNO 009
 

Aunque el posadero no estaba muy contento, el tiempo fue pasando. La tarde avanzaba y los clientes que tenía, no le parecían lo suficientemente buenos. Incluso pensaba que podrían espantar a la clientela que él realmente tenia. Bebían cerveza, hidromiel o vino mientras charlaban. Entretanto Wilda limpiaba a la perfección las mesas, los suelos, y disponía todo para que estuviese perfecto. Rovis, tras la barra, lavaba y secaba las jarras y vasos. Sacaba brillo a la barra, y limpiaba concienzudamente los grifos de las cubas de cerveza y vino que tenía tras de sí.

Al cabo de un par de horas volvió a entrar gente. Entraron cuatro personas, amigos, dispuestos a dejarse unas cuantas monedas en aquel tugurio. Se sentaron en una mesa próxima a la entrada, pidieron vino y comenzaron a hablar del día que habían tenido. Hablaban de negocios, de cómo habían cerrado tratos y se vanagloriaban de lo bien que iban sus negocios. Como ya había pasado antes, miraban al resto de clientes con desdén y desaprobación, se creían superiores.

El posadero servicial servía las jarras que Wilda llevaba a la mesa. Su mujer preparaba ya la cena, aunque quedaban horas aún. Los guisos necesitaban tiempo para coger el gusto de los ingredientes, ya habían comprobado que eran bien generosos en ese aspecto.

El dueño volvió a pasar por las mesas, ofreciendo personalmente otra jarra de aquello que bebiesen, era pura fachada, solo quería obligarlos a beber o a marcharse antes de que más gente llegase. No pensaba invitarles, pero tampoco le gustaba ese tipo den gente que se sentaba durante horas consumiendo lo justo y espantando a los que verdaderamente eran su clientela habitual.

TURNO 010

- Por Tir Anduin !!! - bramó el joven campesino, alzando tanto su copa como su voz bastante más de lo que parecía prudente, y esparciendo mucho del contenido en el proceso.

En verdad, el muchacho no estaba muy acostumbrado a irse de copas. Pues en la granja casi nunca tenía ni el tiempo, ni el dinero para hacerlo. Así que, poco a poco, empezó a sentir con preocupante impotencia como el alcohol lo iba sorprendiendo.

De todos modos, su experiencia era bastante escasa. Así que solo atinó a reaccionar como mejor le pareció. Por ello, y procurando remediar esta situación, aprovechó una de las ocasiones en que el posadero se acercó a su mesa para pedirle algo de comer. Un trozo de pan o queso estaría bien, pensó. O cualquier cosa que tuviera para llenar el estómago.

- ¿Agranil? - comentó otra vez con un tono de voz desacostumbradamente alto, que resonó en las inmediaciones - No he tenido el honor de conocerlo. Pero sí que he oído de él. Yo mismo pensaba presentarme a su servicio. Pues tengo entendido que viaja hacia el sur. Y allí es donde yo también me dirijo...

Turno 010

El tiempo pasaba y Agranil no llegaba. Edan se mostraba sin embargo más tranquilo. Su charla con Grimbeorn le había señalado que se encontraba en el lugar adecuado. En un momento de la conversación. El hombre de los Bosques llamó su atención sobre los campesinos que bebían al otro lado de la sala.

Hablaban sobre los Orientales y el ataque a la villa de Limclaro que había sucedido tan solo unos días atrás. Se trataba de la misma comidilla que Edan había estado oyendo desde que había llegado al pueblo, de modo que no le dio más importancia hasta que escuchó con claridad el nombre de Agranil por parte de uno de ellos.

Al principio hizo ademan de unirse a aquella conversación. Pero no encontró motivos para interrumpirlos. De cualquier forma, aquello le hizo sonreír internamente. Estaba claro que no era el único que buscaba trabajo en aquella Posada. Y a medida que el tiempo transcurría tenia más claro que se encontraba en el lugar adecuado para conseguirlo.

Cuando el posadero pasó para ofrecerle más cerveza, la rechazó amablemente y pidió un plato de guiso bien caliente. La hora de la cena se aproximaba y aquello le concedería el tiempo que necesitaba para esperar la llegada del comerciante.

Turno 010

El animista no había sido consciente del paso del tiempo mientras charlaba con el rohir. No tenían nada mejor que hacer mientras ambos esperaban al esgarothiano que intercambiar impresiones y explicaciones mientras bebían algo. Sin embargo, Grimbeorn acabó por reparar en la mortecina luz que se colaba por el ventanal y lo alto de las sombras que proyectaba; fue entonces que reparó en que el el sol debía estar poniéndose perezosamente... y que Agranil no había aparecido aun. Si bien aquello no le produjo excesiva preocupación, si le hizo cuestionarse la decisión de seguir la pista hasta La Rosa de los Vientos. Tal vez debería haber partido hacia Tir Limclaro, rastrear sus alrededores en busca de pistas antes de que el tiempo y los elementos las hicieran más difíciles de descubrir en lugar de confiarlo todo a aquella única mano. Pero lo hecho, hecho estaba y al norteño no le quedó otra que confiar en que aquella decisión sería correcta y le permitiría avanzar.

La llegada de nuevos clientes, bien vestidos y con una aburrida conversación sobre mercancias, compras y ventas, también le hizo recordar que había más gente en la posada y algunos, aparentemente, también buscaban a Agranil. Una vez más, su atención volvió a dirigirse hacia la puerta, pasando por alto al grupo de recien llegados que, a juzgar por la forma con que les miraban, no les tenían precisamente en alta estima.

Turno 010

Leofred estaba disfrutando más de lo que pretendía su conversación con Hallfrid, gracias ,por supuesto, al vino de la Rosa de los Vientos. Debería haberse contenido un poco, pero en su afán por resultar agradable y ayudar a dar rienda suelta a la conversación el bardo parecía haber olvidado que la bebida le afectaba igual que a cualquier otro.

- Que coincidencia. Yo tuve el placer de conocerle en una ocasión, aunque de eso hace ya varios meses. No había pensado en ponerme a su servicio hasta hoy mismo, pero con los caminos tan peligrosos... -

Poco a poco había sido él quien ahora comenzaba a soltarse de la lengua y en un tono de voz más elevado, no percibiendo nada raro hasta que la invitación del tabernero a tomarse otra copa le obligó a darse cuenta de la situación en que se encontraba. Avergonzado, decidió que lo mejor seria hacer un último intento con el posadero, por muy directo que fuera, y si no había suerte tal vez después volvería a su propia habitación en otra posada donde dormir la mona.

- Disculpe... ¿Rovis, verdad? - Comenzó Leofred intentando dificultosamente mantener las formas y la dignidad a pesar del exceso de vino - Creo que ya he abusado bastante de la hospitalidad de su negocio. Antes de irme, ando buscando a un viejo amigo ¿le importaría indicarme si ha pasado por aquí un hombre que responde al nombre de Agranil? - a lo que le siguió una breve descripción del aspecto del señor de Esargoth