Partida Rol por web

Turno 010

Ional por fin se levantó de su asiento y se acercó al grupo de hombres que no dejaban de hablar de Agranil.

Buenas,caballeros. No he podido aguantarme y he venido a hablar con ustedes. Les he oído que se referían a Agranil y que usted lo conoce. Pues bien, mi intención es ponerme a su servicio también y vivir aventuras.

¡Que coincidencia que todos hayamos acudido para el mismo asunto en el mismo instante!

Se notaba por el acento que era un muchacho joven, alto y bien formado como un dunadan tiene que ser, pero que aun le faltaba bastante por vivir. Su pelo era negro, bastante rizado y su faz era alegre, jovial, que hacía juego con su mirada feliz cargada de la vitalidad propia de su edad. Sus ropas eran las apropiadas para vivir en los bosques y cazar en ellos.

Es cuando escuchó que uno de ellos preguntó por Agranil y entonces calló para escuchar la respuesta.

RESOLUCION TURNO 010
 

Grimbeorn y Edan continuaban charlando, se contaban cosas y recuerdos de sus vidas, pero sin dar grandes datos sobre ellos mismos. Grimbeorn notaba las jarras que ya se había bebido, pero no mostraba síntomas de estar lo más mínimo afectado. Edan, por su parte, parecía poder beberse un carromato lleno de aquel hidromiel. No muy lejos de ellos, Ional permanecia silencioso, agazapado bajo su capa verde, como esperando el momento para actuar o intervenir.

Al otro lado de la sala, Hallfrid y Leofred comenzaban a presentar signos de embriaguez, como si el bueno de Larrid les hubiese pegado la moña que el llevaba. La cerveza pesaba en sus cabezas, aunque no eran conscientes de haber comenzado a estar ebrios. Comenzaban a gesticular, a elevar el tono de voz, y a ser algo más efusivos que de costumbre. No es que fuesen a caerse redondos, menos en el caso de Larrid, que sí que estaba a punto de quedarse dormido sobre la mesa. Era ese estado en que todo lo que te rodea te da igual, golpeas la mesa, tu risa alcanza un volumen desmesurado, pero aun eres capaz de razonar, eso que muchos llamaban estar con el “puntillo”.

El grupo de bienvestidos que se sentaban en la mesa junto a la puerta, no escondían su disconformidad sobre la manera de actuar de los que se habían pasado con la bebida. Eran, se creían, superiores, y de ningún modo aquel comportamiento era digno o propio de alguien que pudiera considerarse “digno”. Cuchicheaban, negaban con la cabeza, y al poco volvían a hablar de sus cosas. Lo hacían en voz baja para, de vez en cuando, volver a lanzar desaprobantes miradas hacia la mesa de Larrid y compañía.

En un momento, Hallfrid, y Leofred también, comenzaron a hablar de Agranil. No escondían sus conversaciones, elevadas por la cerveza. El dunadan llamo al posadero. Trató de usar su, habitualmente fluida, oratoria sin éxito. Sus palabras estaban llenas del exceso de confianza que te da el alcohol, aunque alguien como él nunca faltaría el respeto, Rovis lo notaba.

Ional se levantó, animado al escuchar como preguntaban por Agranil. El aguantaba bien la bebida. Interrumpió al posadero antes de que siquiera pudiera contestar la pregunta de Leofred. En ese momento, la puerta se abrió, y entraron tres hombres, no eran ni mucho menos jóvenes, más bien tres señores que vestían elegantemente.

Turno 011

- No conozco bien al señor Agranil, pero ha estado aquí antes y se quien es - comenzó a decir tras la interrupción de Ional.

Justo entonces la puerta se abrió, y entraron dos hombres, algo mayores y bien vestidos.

- Bien, si tanto lo buscaban, aquí lo tienen - dijo sorprendido por la situación - Solo les pido que se comporten, o tendrán que abandonar este local - añadió a modo de amenaza antes de dejarlos allí y dirigirse hacia los recién llegados.

- Bienvenidos a "La rosa de lo vientos" de nuevo maese Agranil - dijo rimbombante, mirando a sus acompañantes - Un placer recibirle - dijo mientras trataba, visiblemente, de recordar el nombre de los otros dos hombres. - ¿Se sentaran en el salón o prefieren pasar? - pregunto amable, señalando la puerta que había al fondo, junto a la barra.

Turno 011

- Gracias Rovis - dijo uno de los hombres que acompañaba a Agranil - Mi nombre es Egorant, y este es mi compañero Dorhand - añadió señalando al otro acompañante.

Turno 011

- Un placer - dijo el segundo anciano - Estaría bien una mesa, una buena cerveza o incluso un buen licor - dijo sonriente.

Turno 011

- Gracias Rovis, pónganos una jarra de vino y tres vasos - dijo sonriente - No estaría mal un lugar apartado, pasaremos atrás, si aun hay sitio - dijo mientras el posadero asentía con la cabeza antes incluso de terminar de hablar.

Turno 011

Los minutos transcurrieron, y a pesar de que a Edan no le pareció prudente seguir bebiendo alcohol, en tanto el asunto de Agranil no estuviese resuelto, se vio un tanto obligado a ello para acompañar a su nuevo colega.

Grimbeorn parecía un hombre sensato. Se había mostrado afable pero discreto, algo bastante del gusto del muchacho. Sin duda estaba disfrutando de su compañía y no veía razón para interrumpir su charla mientras el comerciante no llegase a la Posada. El agradable ambiente del local y la calidad de sus servicios ayudaban por cierto. Edan era consciente de que aquel pequeño capricho le dejaría prácticamente con el culo al aire, pero también lo era de que Agranil se había convertido en su mejor oportunidad para cambiar la precaria situación que vivía.

Trago a trago fue conociendo mejor al peculiar hombre de los Bosques sin dejar de vigilar al resto de la clientela. En el otro lado de la sala, los campesinos seguían hablando de Agranil y los Orientales. Por momentos se volvieron más ruidosos algo que no parecía gustar a los clientes mas refinados de la posada. En su pequeño rincón, Grimbeorn y el joven Edan fueron testigos del creciente malestar de aquellos elegantes comensales. Su primera intención de unirse a la conversación con los campesinos se desvaneció por completo y Edan se congratuló por no haberlo hecho. Si aquellos aldeanos no dejaban de beber, no tardarían en provocar problemas. Podía leerlo en los rostros de los burgueses tan claramente como en el de Rovis, el Posadero.

¿Y que información es la que venís buscando?....si no le resulta indiscreta mi pregunta Grimbeor de Rhovanion
preguntó mostrando su mejor talante.

Uno de los viajeros que permanecía separado del resto, tomó entonces la palabra para acercarse a los campesinos. También él buscaba a Agranil para pedirle trabajo. Edan se volteó un instante para verlo mejor y acto seguido volvió a su conversación con Grimbeorn. Internamente tenia ya claro que Agranil terminaría llegando a aquella posada. No podía ser de otra forma, con tanta gente dispuesta a hablar con él.

Cuando hubo pasado un tiempo que el rohir no sabría cuantificar más que como "un rato" tres nuevos clientes llegaron a la Posada. Mas bien ancianos le parecieron a Edan, pero sus ropas elegantes los señalaban como gente importante.

Antes de que pudiese siquiera preguntar a su compañero por si reconocía al comerciante en alguno de ellos, el propio Rovis se encargó de confirmarlo al resto de campesinos. Consciente de que la parte más difícil ya estaba hecha, Edan permaneció en silencio. Sabedor de que otros llamarían la atención del comerciante en su lugar, se mantuvo en su mesa en compañía de Grimbeorn y siguió fumando de su pipa. Aguardaría todavía otro rato a la espera de una ocasión más propicia para romper el hielo.

Turno 011

Pasó algún tiempo más, que el animista empleó en la conversación con Edan. De algún modo, el rohir parecía haberse relajado y distaba bastante de la primera impresión que se había hecho de él. No podía decir lo mismo de los otros clientes que, al parecer, también habían acudido en busqueda de Agranil. El tono de su voz se había vuelto más fuerte y, con sus aspavientos, le llevaban a suponer que el alcohol ingerido empezaba a hacer mella en la mayoría de ellos. Por suerte, el intercambio dialogado con su compañero de mesa le distrajo de aquel espectáculo.

- Lo que sepa sobre movimientos de los orientales por la zona. - Respondió de forma sucinta y, tal vez, demasiado genérica. Pero, en el fondo, el norteño no esperaba que el esgarothiano tuviera un gran conocimiento pese al supuesto interés que tenía en aquellos hombres. Aun así, aquella respuesta suya llevó la conversación por nuevos derroteros, con elucubraciones por parte de ambos sobre los motivos de los orientales, las consecuencias para la región o las oportunidades que podían brindar.

Por fin, poco después de que el individuo de la capa verde se atreviera a dar un paso al frente y preguntar por Agranil al grupo próximo a la barra, ocurrió lo que todos ellos esperaban. La puerta de la posada se abrió una vez más, lo que atrajo la mirada de Grimbeorn, y tres nuevos clientes entraron. Bien vestidos, de apariencia venerable, el animista estaba por descartarlos, al considerarlos unos comerciantes más, cuando Rovis se adelantó con exageradas muestras de respeto e identificó al hombre: Agranil. Grimbeorn no lo tuvo claro en un principio; se había imaginado al esgarothiano como un hombre de mediana edad, dispuesto aun a echarse al camino para perseguir a los orientales. Pero en realidad no daba la impresión de estar para semejantes lances. Sin embargo, las respuestas afirmativas y presentaciones de sus acompañantes aparentaban confirmar la premisa inicial. Pensó en acercarse, mas intuía que los hombres que acusaban ya los efectos del alcohol serían los primeros en presentarse, asi que dejó a un lado el vaso y se prestó a seguir el curso de los acontecimientos con disimulado interés.

Turno 011

La advertencia de Rovis dejó al bardo ambulante con mal sabor de boca, de modo que ni corto ni perezoso dio otro trago al vino; ¿qué mal le iba a hacer, si ya estaba ebrio? Le alivió la llegada de Agranil, pero aquello le dejaba en una situación comprometida. No había previsto encontrarse con él en plena borrachera como un pueblerino cualquiera en un día de fiesta.

Por otro lado, estaba el caballero recién llegado quien afirmaba también estar buscando a Agranil para ponerse a su servicio; y estaba sobrio, de modo que tal vez gracias a él lograse reunirse con el señor de Esargoth conservando algo de dignidad después de todo. Al menos si lograba discurrir cómo hacerlo.

- De modo que también buscáis a Agranil, pues este va a ser el día de suerte para todos nosotros. - se vio obligado a detenerse para contener un acceso de hipo - Es ese de ahí como ha señalado el posadero, pero no nos prestará atención tal y como estamos ahora mismo, de modo que te propongo algo. Acércate y solicita una reunión para mañana temprano, dile que tienes a un grupo de interesados contigo para unirse en su viaje; y usa mi nombre. Recuerdale que nos conocimos en el festival en Ciudad de Lago hace... 5... no, 6 meses, quizá. Prometo dejarte en buen lugar. Mi nombre es Leofred, por cierto... y... creo que no he escuchado cual era el tuyo. -

Turno 011

El joven dunadan escuchó lo que Leofred le decía, cuando entró un trío de personas. Fue entonces cuando Leofred le dijo que uno de ellos era Agranil. Ional se giró y miró a los tres sin saber cual de ellos era Agranil, pero entonces Rovis el posadero le quitó la duda acercándose directamente al regente de Esgaroth.

Leofred le seguía hablando, pero Ional ya no escuchaba sus palabras. Dejó la copa de vino en una mesa cercana y fue directo hacia Agranil, se arrodilló y se presentó

Mi señor Agranil. Soy Ional, hijo de Thoindal. Larga estirpe dunadan.

He recorrido muchas millas intentando encontrarme con vos, pues quiero ponerme a su servicio y acompañarle en su periplo. Por favor, acépteme, no le decepcionaré.

El muchacho habló sin tapujos, siempre arrodillado, y ahí permaneció hasta que Agranil le permitiera levantarse.

Turno 011

Agranil y sus dos amigos había pedido un lugar apartado en el que tomar el vino. Su impresión fue contradictoria, por un lado dos grupos que bebían tranquilos, y del otro unos "alborotadores". Sus caras no se mostraban descontentas, aunque en ese local se buscaba la tranquilidad y no era costumbre embriagarse, aquella gente no estaba tan borracha como para alertarse.

Quizás era el alcohol lo que hizo pensar a Leofred que nadie lo escucharía, pero lo cierto es que todos escucharon lo que le contesto a Ional. Cuando el montaraz se acerco a Agranil y se arrodilló, no pudo evitar sonreir, y mirar incrédulo a Egorant y Dorhand. Era una situación graciosa para ellos.

- Por el amor de una madre, levántese hombre - inquirió a Ional - no tiene que arrodillarse, no me debe pleitesía - dijo ya algo mas serio

- Le veré - le dijo al dunadan - los veré a todos si realmente quieren acompañarnos - dijo mirando a Leofred y al resto de la mesa. Se acordaba de aquel hombre.

- Rovis, por favor, hágalos pasar de uno en uno cuando estemos mas cómodos - se limito a decir mientras se dirigía a la puerta, al fondo del local.

Turno 11

Edan no perdía detalle de la conversación del comerciante con los campesinos. A pesar de la ridícula pantomima del hombre que había llegado antes y la posterior solicitud, casi cómica de Ional. Agranil mostró un buen talante y disposición para recibir a aquellos hombres en su reservado.

Aquello solo podía significar que el esgarothiano seguía buscando gente para su pequeña misión de recuperación, y por lo visto sus exigencias no parecían demasiado elevadas.

Eso es bueno Edan pensó para si mismo mientras escuchaba atentamente a Grimbeorn.

El posadero tenia orden de hacer pasar a los interesados de uno en uno. este detalle sorprendió ligeramente al Rohir. Pensaba que el reclutamiento se realizaría de un modo más abierto e informal. Quizás un llamamiento a viva voz desde la barra y un posterior listaje de los candidatos que serian descartados en función de una pequeña prueba de aptitud...algo que no siempre era preciso. En la mayoría de las ocasiones un vistazo por parte de los reclutadores era motivo suficiente para valorar la validez o no de un hombre para el cometido requerido.
Pero estaba claro que Agranil no era igual que los clientes habituales de Edan, al igual que aquella Posada no era igual que las mediocres tascas de Aldburh donde solía buscarse la vida. Se trataba de alguien distinguido y con cierto aroma a descendiente de una familia con ilustre abolengo.

Miro a su interlocutor con una sonrisa y espero a que Agranil y sus acompañante entrasen al reservado antes de interpelarle en voz baja.

Creo que ha llegado el turno de pagar este sabroso Guiso y pasar a asuntos más importantes, ¿no le parece? Grimbeorn de Rhovanion.

Entonces se levantó y tras esperar un instante por el hombre de los bosques se dirigió a la barra a hablar con el Posadero. Sacó su monedero y preguntó por el precio de las viandas.

El Posadero ya estaba al tanto de que Edan venia buscando al comerciante Esgarothiano, y aunque se había guardado de no decirle nada al Rohirrim, Edan no le dio mayor importancia y expuso su solicitud haciendo gala de su mejor talante.

El hombre a quien buscábamos ya ha aparecido Rovis... dijo incluyendo a Grimbeorn para agilizar los tramites y evitar una posible espera al ser llamados de uno en uno. Se trata del comerciante que acaba de llegar...si es usted tan amable de llevarnos con él a la mayor brevedad posible, podrá cobrarme la cena y perderme de vista en cuanto terminé los asuntos que he venido a tratar.

Tanta educación no era propia de Edan cuando se encontraba en una taberna. Pero en el corto tiempo que había pasado en la Rosa de los Vientos había aprendido que el comportamiento que se esperaba en un lugar como aquel, difería un poco del que él estaba acostumbrado a dispensar en otras, como el propio Tejón azulado, donde había desayunado aquella mañana.

El muchacho era bueno adaptándose a los cambios, o al menos eso creía. Y trató de ofrecer al Posadero lo que pensaba que este quería oir.

Entonces se giró hacia su compañero de mesa y le pregunto casi de forma retorica:

Si te parece bien Grimbeorn, ambos podemos hablar con Agranil juntos. A fin de cuentas, nuestro propósito, aunque por motivos distintos, es el mismo.

No tenia ninguna razón particular para proponer aquello. Mas bien tenia prisa por ver al comerciante y juzgó que de aquel modo no tendrían que esperar tanto.
Ademas el ir acompañado reforzaría ligeramente la posición negociadora para ambos. No conocía mucho a aquel hombre de aspecto peculiar, pero si mejor que al resto de candidatos y de algún modo pensó que sería lo mas correcto.

Turno 011

Sentado en la mesa en compañía del rohir, Grimbeorn seguía los siguientes movimientos con una mezcla de perplejidad e hilaridad. Si bien es cierto que ni Edan ni él mismo habían hecho especial esfuerzo por ocultar su conversación, si la habían mantenido en tono moderado, en claro contraste con el fuerte volumen empleado por el grupo de hombres bebidos. Aquello hizo que casi toda la estancia pudiera oir con claridad el intercambio entre uno de los bebedores y el recien incorporado; situación cómica que se acentuó aun más cuando este último se hincó de rodillas ante Agranil y se presentaba formalmente. El conjunto hizo sonreiral norteño, pero evitó mirar en ese momento al rohir, pues el presentimiento de que estallaría en carcajadas si lo hacía era fuerte.

Por suerte, Agranil hizo gala de humildad y toda aquella escena pasó con relativa rapidez. El esgarothiano organizó con presteza una serie de audiencias en un privado con quienes desearan hablar con él y en pocos minutos les perdieron de vista, en dirección al mismo lugar por el que el primer grupo de clientes molestos habían desaparecido previamente. El local volvió a quedar en calma y fue entonces que Edan expresó su deseo de abonar los servicios para, obviamente, poder reunirse con Agranil.

- No veo por qué no, Edan de La Marca. No tiene sentido que prolonguemos innecesariamente la espera. - Con las reuniones celebrándose en un privado, el animista no veía ventaja ni utilidad alguna en permanecer más de la cuenta si no podía observar ni estudiar los acontecimientos que ocurrieran en ellas. En aquel caso, no le quedaba más remedio que aventurarse a ciegas.

Tras levantarse y marchar tras el rohir hasta la barra, Grimbeorn se dispuso simplemente a sacar algunas monedas para pagar sin añadir nada más. Edan ya había dicho lo suficiente ante Rovis, así que un lacónico - También deseo pagar mi comida y consumiciones. - fue todo lo que el norteño dijo. Tras abonar la cantidad pertinente, observó con cierta indiferencia cómo el posadero ponía a buen recaudo las monedas cuando Edan le comentó su plan de reunirse juntos.

- No tengo objecciones al respecto. - El animista se encogió ligeramente de hombros. - Pero sospecho que los deseos de Agranil en esa cuestión puedan pesar más que nuestras intenciones. - La idea del rohir, sin embargo, le parecía buena; yendo juntos, podía dejar cierto margen a Edan para hablar con Agranil mientras él permanecía en un segundo plano y estudiaba las reacciones, respuestas y comportamiento del esgarothiano.

RESOLUCION TURNO 011
 

El posadero, en cuanto los vio, salió de la barra para darles la bienvenida. Era un tipo dicharachero y bien educado que no dudo en presentarse y ofrecerles algo de beber. Lo cierto es que primero había visto al Freagulf, y su armadura blasonada con el emblema de los etheod, le había gustado. Torció el gesto al ver al enano, pero en cuanto comprendió que venían juntos no dijo nada y se mostró amable.

Turno 011

Ional se levantó cuando Agranil o uno de sus compañeros se lo dijo. No lo tenía claro, pues su nerviosismo no le dejó discernir entre las tres personas adultas que formaban el trío que acaban de de llegar.

Gracias por dejarme levantar. Es la educación dunadan la que me ha hecho obrar de esta forma. No se preocupe, son las formas y su manera de ser lo que hacen ser a un hombre y no su brazo.

Tras recibir la información de que Agranil les llamaría a través de Rovis, Ional se sentó y esperó a que le convocaran para acceder a habar con Agranil y sus compañeros,

RESOLUCION TURNO 011
 

Al fin Ional se decidió a interactuar con el resto. Fue a hablar con las cuatro personas que estaban en la mesa al otro lado del salón, las que estaban elevando la voz. En ese momento la puerta se abrió, tres hombres entraron.

 En cuanto Agranil entró en la posada, Rovis salió a su encuentro. Junto al regente lo acompañaban dos hombres, más mayores que él. Al parecer esos dos era la primera vez que estaban en la posada, pues se presentaron educadamente. Agranil acepto ir a un lugar más tranquilo, algún tipo de reservado o mesa apartada.

Mientras, a un lado del local Grimbeorn y Edan se mantenían en silencio, observaban pese a saber que había llegado aquel al que ambos buscaban. Eran pacientes y, aunque hablaban entre ellos, no perdían ojo. Al otro lado, el grupo de los cuatro “alegres” también vio como la comitiva de Esgaroth entraba en la posada. Leofred reconoció a Agranil, pero sabía que no estaba del todo lucido e instó, al recién conocido Ional, para que hablase en su nombre y concertase una cita para el día siguiente. Lo hizo en voz alta, sin siquiera tratar de esconder sus palabras, cosa que a los esgarothianos les pareció en parte gracioso.

Ional asintió y fue de inmediato a hablar con el regente, incluso se arrodillo para hacerlo, como si estuviese ante un rey o un príncipe. Educadamente Agranil le dijo que se levantara, e informo a todo el que pudo oírlo que los recibiría a su debido tiempo, esa misma tarde.

Siguiendo a Rovis fueron hacia la puerta del fondo, que estaba junto a la barra y que ya antes habían atravesado el otro grupo de clientes. Los tres desaparecieron tras ella, el posadero cerro después e hizo una seña a Wilda para que preparase lo que habían pedido y se lo llevase.

Casi como un resorte, Edan abordo a dueño del local, pretendía ser el primero en ver a Agranil, y que Grimbeorn lo acompañase pese a que el alcalde había pedido ver a todos de uno en uno. Sin embargo, Rovis era tipo sereno y consciente de lo que sus clientes querían. Correctamente le dijo al rohir que todos tendrían su ocasión, y que sería Agranil el que decidiera el orden. Tras ello miro alrededor, recordando a aquellos que habían preguntado por el esgarothiano, o al menos habían pronunciado su nombre. Eran casi todos los presentes, exceptuando a los burgueses que estaban junto a la puerta.

En ese momento, la puerta se abrió una vez más. Era una hora clave, la gente terminaba de trabajar tras una larga jornada de trabajo y comenzaban a asaltar las posadas en busca de un merecido descanso. En “La Rosas” apareció esta vez un enano, seguido de un soldado. El enano era mayor incluso para los de su raza, de pelo castaño con numerosas canas y una reluciente armadura de chapa. Junto a él estaba un soldado, como bien demostraba su armadura de cuero blasonada. Era rubio, con una frondosa melena y barba a juego. Esta tapaba una fea cicatriz que le cruzaba la cara. Rovis, de inmediato, salió a su encuentro.

Turno 012

​- Bienvenidos a "La Rosa de los Vientos", mi nombre es Rovis - dijo repitiendo el mantra - Tomen asiento, en seguida le serviré. Tenemos un vino especiado que les resultara delicioso - añadió dirigiéndose al enano y al soldado, señalando una de las mesas libres que había en el salón.

Luego, sin dejar mucho tiempo a contestación alguna, desapareció tras la puerta que había al fondo, junto a la barra. Tardo poco, tan solo un o dos minutos, antes de volver a aparecer. Parecía muy atareado.

- Mis disculpas - dijo a los recién llegados sin dar mas escusas - díganme, ¿querrán vino o quizás una cerveza recién escanciada? - era un tipo de buenos modales.

Turno 012A

- No hay color. Esto era una maravilla, comparado con el lugar del que venían. El trato, la luz, la presencia, la ambientación... - ¿Y he estado viviendo en aquella bosta teniendo esto aquí al lado? Se riñó a si mismo. Se alegraba de que si se despedía de aquella localidad, fuera con esta imagen en mente. Siempre sería mejor que recordar aquel estercolero.

- Sentémonos. Aconsejó al compañero, mientras el posadero hacía su viaje de ida y vuelta. Además, había que tranquilizar al enano, antes de que saliera tras el chiquillo, pensando que lo había estafado. No había sido para él un buen día, y sólo le faltaba "saltar". - Ten paciencia y escucha, ... y si acaso antes pregunta. Esperaba que le escuchase y siguiera sus directrices. No pretendía ser el jefe, pero era más fácil cazar moscas con miel que con martillazos.

Estaba tranquilo, pero no se sentía satisfecho. Tal vez, al tomar asiento se diera cuenta de que estaba inquieto. No lo podría ocultar, y seguro que otros podrían notarlo. Al llegar el posadero le sacó de sus pensamientos funestos. No quería permitirse el lujo de "caer en un dolor de barriga" y con un gesto amable rechazó el ofrecimiento del cantinero, pasando a su compañero el turno de pedir. - No me puedo permitir esos lujos. Pero antes de que Gwalin pidiera hizo una pregunta: - Por favor, estamos buscando a un amigo. Un comerciante de Esgaroth... simuló dudar en el nombre para mantener la atención sobre si mismo ...Agranil ¿Nos podría ayudar?. Lo hizo en voz baja, para no molestar demasiado a los de otras mesas, y no perturbar su alegría, pero si hacían un esfuerzo de "poner la oreja", igual, podrían enterarse, aunque no lo creía con el alboroto divertido que predominaba allí.

Estaba claro que en esta población el racismo no era desconocido, pero parecía que como su fama le precedía, con buenos modos, igual podría obtener repuesta de algún tipo. No pensaba que el crío les hubiera mentido, pero sólo faltaba una decepción extra en esta jornada. Muchos sentimientos. Muchas decepciones, pero el poder ver aquel lugar alegraba su corazón y saber que las puertas de su siguiente paso estaban cerca le reconfortaba, pero le hacía estar más ansioso por llegar el momento de inicial su misión. De dar el primer salto en el que sería su sino en la vida.

Turno 012

Agranil se marchó y dejó encargado a Rovis el posadero que él mismo iría llamando uno a uno, lo que dejó más tranquilo a Ional quien volvió con el grupo de Leofred. Ya que había comenzado a hablar con ellos y que tenían la misma intención que él, intentaría conocerles por si al final compartían destino junto con Agranil.

Yo soy Ional, provengo de un pueblo del norte de Arnor. Vosotros ¿cómo os llamáis?

Pese a que miró primero a Leofred, la pregunta iba a todos los que estaban allí y era para entablar e iniciar la conversación.

Turno 012

El enano entró a la posada y sonrió. Aquel sitio era otra cosa, limpio, bien cuidado y decorado y con un posadero amable. Mientras entraba hasta la barra, escrutó a la gente busando a Agranil. Pero al ver a los cuatro tipos bebiendo como si ya llevaran varias pintas en su gaznate Gwalin sonrió y fue a dar un paso en su dirección.

Pero al momento Freagulf, le pidió que se sentaran y que se "comportara", teniendo paciencia y que escuchara. Gwalin gruño como de costumbre, pero hizo caso a su compañero. Él era un humano y sabía desenvolverse mejor en ciudades humanas, y visto lo vivido durante el día, era mejor no forzar la situación y dejar que Freagulf hablara.

Cuando el posadero se acercó, fue el rohir quien habló primero, sin pedir nada de beber pero si información sobre Agranil. Ésto dejó al enano con la palabra el la boca a punto de pedir una pinta de cerveza, pero tenía más interés en saber si estaba Agranil por lo que esperó a ver lo que les contaba el posadero y luego ya tendría tiempo de pedir su bebida.