Partida Rol por web

Turno 101

- Gracias Larrid - dijo el esgarothiano interrumpiéndole - Todos habéis aceptado - dijo mirando a todos, entendiendo que así era - Insisto en que si alguien no lo ha hecho, ruego que se levante y nos deje - aun había algunos que no se habían pronunciado tajantemente, quedando en silencio por si alguno se levantaba.

- Ahora entraremos en detalles. Motivos, planes, y dudas serán puestos sobre la mesa - terminó por decir

RESOLUCION TURNO 101
 

Tras la cena comenzó la reunión. Agranil explico a lo que se enfrentaban, aunque no dio demasiados detalles. Hablo de orientales, de perseguirlos hacia el sur, enfrentarse a ellos. No sería un paseo, aquellos salvajes estaban entrenados y eran peligrosos. No contó demasiado más, quería dar una última oportunidad para abandonar antes de entrar en materia. Miro a todos, y ninguno hizo ademan de marcharse. Habían surgido dudas, preguntas que debían de ser contestadas.

Algunos quisieron saber más sobre el enemigo, asegurarse de que obraban bien. Otros aceptaron sin más miramientos o sencillamente callaron. Lo que sí que podía verse en el ambiente era una cierta disposición. Se habló de la mejor manera de abordarlos, de lo que tendrían que hacer para darles alcance, y trataban de conocer a base de preguntas sobre el enemigo.

Agranil pregunto por última vez, dando pie a que alguno se marchara. Pero todos se quedaron, y Agranil continuo, cediendo la palabra a Egorant. El anciano comenzó a hablar.

Comenzó su historia contando algo que quizás algunos ya sabían. Quedaban solo unos días para que Eldarion, el príncipe heredero, fuese ungido rey. Había pasado ya un año de la muerte de Elessar, y tras el duelo seria llevada a cabo la ceremonia. Aunque los recientes ataques desde el este, parecían haber aplazado aquella celebración, según pudieron saber los esgarothianos.

Egorant siguió hablando, un gran ejército había llegado hasta las lindes del Eryn Lasgalen y aunque habían podido detenerlos en Burh Marlinge, no se trataba más que de una parte de otro mayor que viaja más lento, y más al sur. La maquinaria de la guerra ya comenzaba a rodar, y tanto desde Rohan como desde Gondor, los hombres se pertrechaban para ir al encuentro de los orientales.

Pero todo aquello no era más que algo introductorio al verdadero tema que los ocupaba. Cedió la palabra a Dorhand. Este comenzó a contar como la historia de cómo habían llegado hasta allí. Hacía casi un año, habían encargado una cota de mallas en la lejana ciudad de Barukkizdin, una pieza única que sería un regalo de Esgaroth al nuevo rey. Una cota de manufactura enana, con anillas de oro y mithril, liviana pero muy resistente. Había costado una buena suma de monedas, algo pagado por la propia ciudad y por varios comerciantes, a los que Egorant y Dorhan representaban. Agrnail, su familia y los dos mercaderes, fueron hasta la ciudad enana, para luego dirigirse a Minas Tirith, un largo viaje del que ya habían recorrido más de la mitad. Durante el viaje, entre la desaparecida Burh Ailgra y Buh Marlinge, fueron asaltados por los orientales, estos mataron a casi todos, incluyendo a la familia del regente, su cara reflejaba la tristeza del recuerdo de su esposa y de su hijo. La armadura había desaparecido, la habían robado. Uno de los soldados supervivientes que los acompañaban tuvo la valentía de seguir a los orientales, pudo ver como la cota era entregada a un pequeño grupo y como este comenzó a viajar hacia el sur, separándose del resto. Cuando el soldado regreso junto a Agranil, se puso a su servicio, contándole lo que había averiguado. Resulto que ese soldado era el presente Larrid. Juntos emprendieron una persecución, a distancia, no querían un enfrentamiento directo. Ahora buscaban dar un paso más, y recuperarla.

Tras Dorhand, tomo la palabra Larrid. Volvió a presentarse y pidió disculpas por la pantomima que había interpretado, solo quería conocerlos antes de aceptarlos. Después siguió con más información, sobre los orientales a los que perseguían. Se trataba de un grupo de once hombres, todos a caballo. Describió a los orientales como magníficos jinetes, salvajes, duros e implacables. Había dos tipos principales. Seis de ellos vestían armaduras ligeras de cuero y eran hábiles con el arco, exploradores los llamaba, pues eran los encargados de hacer batidas de seguridad y de adelantarse al grupo, elegir los lugares de descanso y proporcionar comida y agua. Luego había cinco más, mejor dotados, con armaduras de placas de cuero endurecido y yelmos. Llevaban lanzas, y escudos, eran puros guerreros. Un último hombre los acompañaba, otro guerrero, pero con armadura de cota de malla y cuero, y un yelmo con un penacho negro, debía de ser algún tipo de oficial, aunque no sabía la graduación dentro de su ejército. La baza que jugaban era la de la comida. Ellos tenían que perder mucho tiempo al día en la búsqueda de comida y agua, cosa que los había permitido seguirlos a distancia sin miedo a perderlos. Pero en los últimos días había saqueado un par de granjas, y se habían hecho con víveres para algunos días. Eso les había permitido sacarles dos días de ventaja. Eso sumado a los otros dos que habían perdido ellos buscando gente en la ciudad, implicaba que les sacaban cuatro días de ventaja. Pero tenían un plan para recuperarlos, el rio. Tenían contratado un barco que podía llevarlos rio abajo, permitiéndoles recuperar algunos días, después buscarían la pista y retomarían la persecución hasta dar con ellos. Larrid también informo al grupo que había otro hombre, alguien que continuaba con la labor de seguimiento, otro soldado ailgratha que había logrado evadir a la muerte. También dijo que en realidad, ni Agranil ni los comerciantes irían con ellos, pues se dirigían directamente a Minas Tirith. En parte era mejor, seguramente ralentizarían la partida, y además valía mas la pena que avisasen de todo lo acontecido cuanto antes.

Después, y por último, hablo Agranil. No dijo nada nuevo, tan solo quiso saber si había alguna duda.

Turno 102

Grimbeorn escuchó sin interrumpir la disertación y explicación que los esgarothianos se turnaron en darles. De algún modo, Agranil parecía querer asegurarse escrupulosamente de que los presentes quisieran llegar hasta el fin, habida cuenta del número de veces que dió la oportunidad de marchar.

Aunque procuró no mudar la expresión de su rostro cuando revelaron la verdadera identidad de Larrid, al que casi todos (él incluido) habían considerado otro campesino en busca de fortuna, le sorprendió el hecho de que hubieran guardado esa información todo este tiempo. Estaba claro que cada uno de los presentes se guardaría algún secreto, pero la treta de Larrid, su identidad como superviviente de un encuentro anterior con los orientales, se le antojaba una prueba innecesaria. Todos habían expresado su intención de participar y anunciado a la gente del Lago sus capacidades. Fue finalmente cuando, llegados a la parte en que el soldado explicaba el plan de navegar río abajo en barco, el animista tuvo sus dudas.

- Un barco es demasiado grande como para poder ocultarse en el río. Si los orientales siguen el curso a cierta distancia, lo más seguro es que lo vean pasar; si lo atacasen, los ocupantes estarían expuestos y las sospechas que esos salvajes puedan tener sobre una persecución se verían confirmadas. ¿No sería más práctico usar embarcaciones más pequeñas? - El norteño intuía que la idea de descender río abajo era inamovible dentro del plan maestro de los esgarothianos por lo que, lejos de discutirlo, optó por proponer alternativas al concepto general.

Turno 102

- Seguramente incluso podríamos ir mas rápido en embarcaciones pequeñas - le dio la razón a Grimbeorn - Pero la idea es llevar los caballos, y los víveres necesarios. - explicó Larrid - Son nuestras mejores bazas, no tener que perder tiempo en conseguir comida, y poder movernos con rapidez en los caballos - dijo esto ultimo mirando al enano, como dudando de su capacidad. - Necesitamos una embarcación con capacidad de llevar once caballos, comida y agua para varios dias... - dijo explicando su decisión

Turno 102

Tras las palabras de Agranil, Leofred se vio obligado a olvidarse de sus reticencias y aceptar; especialmente tras conocer el abandono de otros seis hombres con los que habían contado, no se veía capaz de reducir las ya mermadas fuerzas que los honrados comerciantes se habían esforzado por conseguir.

Escuchó el posterior discurso atentamente, impresionado por el objetivo final de aquella encomienda, y no menos sorprendido por la auténtica identidad de Larrid, a quien había tomado desde el principio por un lugareño bonachón y no demasiado avispado. - Está claro que las apariencias engañan, sobre todo cuando esa es su intención. -

El resto de lo que les contaron hizo florecer el desánimo en el poco conflictivo bardo, tanto por el destino de la caravana atacada como por sus enemigos. No perseguían a una multitud desperdigada y sin líder, sino a jinetes bien armados y organizados; era tan poco lo que sabían de los orientales que Leofred no los había imaginado nunca como un ejército disciplinado.

- Bueno, si los orientales atacasen el barco nos ahorrarían el esfuerzo de buscarlos. - comentó con falso ánimo a las palabras del hombre del norte peinado con trenzas. - Habéis dicho que otro soldado los sigue el rastro. ¿Seremos capaces de encontrarnos con él? -

Turno 102

- Estoy seguro de ello - afirmo rotundamente, obviando el ataque al barco - Hemos convenido cierto código de marcas para poder seguir su rastro - informó - Si no encontrásemos ninguna, eso significaría que aun no han pasado por allí, o que no siguen un camino lógico - era una posibilidad - Entonces lo tendremos mas difícil...

Turno 102

El enano escuchó lo que decían tanto los esgarothianos como Larrid, que les dijo quien era realmente, como sus compañeros. A cada nueva que escuchaba el enano gruñía por lo bajo molesto por alguna cosa e interesado por otra, pero el gruñido era el mismo, solo que cambiaba de tonalidad.

Al final, negó con la cabeza y luego habló.

-El río, el río...¡baaahh! -mostró su malestar.- ¿Pero no veis que si volcamos nos hundiremos como piedras? -dijo pensando en que él, cuando trabajaba, llevaba una cota de malla que le haría irse rápidamente al fondo si naufragaban.

-Sea como fuere, el río no lo veo...pero si me lo mandan lo haré -dijo por fin sabiendo que realmente esa era la form más rápida de llegar hasta los orientales que ya les sacaban una buena distancia.

Turno 102

- En un solo dia llegaremos a las cataratas del Rauros, y en otro mas habremos superado los Nindalf - dijo seguro de que el rio era la mejor solución -A los orientales, llegar hasta allí, cruzando la Ciénaga de los Muertos, podría llevarles cinco o seis dias por mucha prisa que puedan darse - aseguró.

- Podemos interceptarlos, lo se - aseguró entusiasta.

Turno 102

-Grrrrmmmmmmmm -gruñó de nuevo el enano mirando a Larrid y entrecerrando sus ojos hasta que solo quedaron dos simples rendijas.

-El río -repitió Gwalin sin querer creérselo-. En fin, si habéis hecho los deberes, viendo la dirección y ruta de los orientales y siendo la única forma de llegar hasta ellos....mmmmmm...no queda queee...

Luego se giró y miró al resto a ver que decían, por si había alguien más que opinara como él, descartando el río para hacer frente común.

Turno 102

Edan rumiaba toda aquella información en su mente, cuando el enano se giró hacia donde se encontraba. Poco le importaba realmente el trayecto en barco a través del río, pero hizo un gesto de negación con la cabeza, como si estuviese valorando todo aquello.

Sin embargo su cabeza seguía procesando las condiciones de aquel rescate.

Demasiado riesgo se repetía una y otra vez.
Cuando Agranil volvió a preguntar si alguien queria retirarse, había estado a punto de levantarse y abandonar la habitación. Pero lo cierto es que no tenía muchas alternativas. Necesitaba el dinero y quería saber más sobre la misión antes de darse finalmente por vencido.
Escuchó las explicaciones de Dorhand, y más tarde las aclaraciones de Larrid a las preguntas de sus compañeros. Poco a poco fue atisbando una especie de plan para dar caza a los orientales, eso hizo crecer en el renovadas esperanzas. Agranil y los suyos sabian lo que se hacian, aunque la pregunta mas evidente, seguía sin obtemer respuesta.
Aquella misión habia sido diseñada para un grupo mas grande. Pero 6 hombres habían fallado a la convocatoria de los comerciantes. ¿Y bien? Una vez les hayamos dado alcance ... ¿Como haremos para superar a los salvajes? ¿Los emboscaremos durante la noche? ¿O intentaremos dividirlos separando a alguno del resto de su grupo?

Turno 102

Si el asunto no fuera tan serio, las reticencias del enano a embarcarse en un descenso por el Gran Río quizás hubieran sido hasta graciosas. Imaginarse al khazad moviendo sus cortas extremidades para mantenerse a flote sería cómico si no supusiera un peligro no sólo para él, si no también para otros del grupo. Grimbeorn no se tenía exactamente por un buen nadador; de hecho, las corrientes de agua lo suficientemente anchas como para tener que cruzarlas a nado eran inusualmente raras en el Bosque Verde... y, como muchos de los suyos, el animista aun recelaba a la hora de sumergirse en ellas, a pesar del tiempo pasado desde que la Sombra fuera expulsada y su influencia sobre el bosque purgada por los elfos.

- También podríamos mandar un grupo más reducido por tierra. Sin necesidad de cargar con tanta comida y viviendo de lo que la tierra nos ofrece, esa comitiva marcharía más veloz. Con suerte, tal disposición nos permitiría envolver a los orientales desde dos puntos. - Aquel plan, sin embargo, tenía el problema de que dividía y debilitaba sus fuerzas y la más que obvia necesidad de coordinar de alguna manera ambos grupos.

Turno 102

- La idea es emboscarlos en algún punto donde su superioridad no sea una ventaja para ellos - dijo respondiendo a Edan - Por sorpresa podremos terminar con alguno de ellos antes de que se den cuenta...

- Hay un poblado, apenas tiene un puñado de habitantes, Caras Gwidor es su nombre, allí será donde los esperaremos. - dijo seguro Larrid, mirando esta vez a Grimbeorn - Trataran de conseguir alimento allí, tras pasar por los pantanos no tendrán muchas mas opciones - dijo - Aunque he sopesado dividirnos, y es una gran idea... - dijo señalando las sillas vacías - ...no estoy seguro de que separarnos siendo tan pocos sea prudente.

Turno 102

- Incluso si quisiéramos dividirnos, ahora que ellos se han aprovisionado eso no solucionaría el problema, pues con sus caballos los orientales podrán moverse tan rápido como cualquier grupo poco numeroso de jinetes que nos atreviésemos a enviar. - comentó intentando aportar otro punto de vista.

- Si el camino les lleva por la ciénaga de los muertos, más razón para que no perseguirlos por tierra. Ellos no conocen este terreno, y son muchos los rumores sobre esos inhóspitos parajes; dudo que salgan indemnes de allí. Si nos sonríe la suerte es posible incluso que las profundas fosas del pantano o sus nieblas fétidas se cobren alguna víctima de entre ellos antes siquiera de que les demos alcance. -

TURNO 012

HALLFRID no había pronunciado palabra durante toda la velada. Aunque había escuchado y observado cada palabra y cada gesto con el rostro maravillado de un niño que es invitado por vez primera al fuego de la hoguera para compartir las historias de sus mayores.

Por supuesto, el joven habían intentado mantener en todo momento su mejor mueca de seriedad y preocupación. Pero aquella imagen circunspecta y solemnte se resquebrajaba con cada gruñido del enano, o con cada comentario agudo de alguno de los otros, particularmente aquel que llamaban FREAGULF, que parecía todo un veterano.

Su gesto de sorpresa se hizo especialmente patente en cuanto LARRYD confesó su verdadera identidad, una que HALLFRID no hubiera imaginado jamás. Después de ello, el muchacho ya no pudo evitar echarle una mirada de tanto en tanto a quien había sido hasta aquí su inocente compañero de copas, empezando a sentir por aquel sujeto un creciente respeto.

Por supuesto, había montones de cosas que no terminaban de cerrarle. Y unas cuantas propuestas que le parecían una completa estupidez. Pero su absoluta inexpieriencia en aquellas cuestiones le impedía juntar el coraje necesario para exponerlas de la manera más descarnada.

Sin embargo, había una cuestión que lo intrigaba con la suficiente insistencia como para superar sus temores. Y cuando encontró el momento oportuno, el joven decidió exponerla a quienes serían sus valerosos camaradas.

- Perdón, pero... no soy de por aquí. Y no conozco estas tierras. Así que puede que esté algo perdido...

- Pero no termino de entender por qué diablos esos orientales se dirigen hacia el Sur. Ni por qué han decidido separarse de la fuerza principal. Tras conseguir su tesoro, lo más lógico hubiera sido que buscaran un lugar seguro. No andar aventurándose por terreno desconocido, con tantos enemigos pisándoles los talones.

- ¿Acaso tienen alguna sospecha sobre cual es su destino final?

RESOLUCION TURNO 102
 

Larrid trató, como pudo, de explicar el plan que tenía en mente. Tras varias preguntas, trato de explicarse. Grimbeorn consideraba que navegar los expondría demasiado a un posible ataque de los orientales, las orillas eran escabrosas, casi hasta demasiado como para escalarlas, pero siempre cabía esa posibilidad. Larrid se escudó en la velocidad, en el tiempo que ganarían navegando, y llevaba razón, la distancia recorrida en solo dos dias era la misma que harían en una semana a caballo. Podrían alcanzarlos, o al menos reducir bastante la distancia. También pensó en dividirse, y aunque no era tan mala idea, el separarse siendo tan pocos, representaba un gran peligro en caso de encontrarse con los salvajes.

Leofred, por su parte, vio las ventajas de que aquellos tipos se aventurasen en cruzar las ciénagas. Alguno podría morir en aquel peligroso lugar, aunque había cambiado mucho desde la caída del Señor Oscuro. Los peligros no eran los de antaño, aunque una ciénaga siempre sería una ciénaga, y sus peligros eran muchos.

Mas pragmático era Edam, que sobre todo quería saber la manera en que se enfrentaría a un grupo superior en número, y seguramente en habilidades. Mientras Gwalin, como era de esperar, mostraba con sus gruñidos la aversión a la idea del barco. A los enanos no les gustaba demasiado el agua, pero el guerrero era valiente, y se había convencido de que realmente era una buena opción. Estaba dispuesto a enfrentarse a la travesía.

Hallfrid fue más allá. Sentía la necesidad de saber, de entender, la razón por la que un grupo como aquel, querría ir al sur. Separarse de la protección de un ejército, más aún con un objeto tan valioso en su poder. Pasarían demasiado cerca del enemigo, un riesgo demasiado grande incluso para aquellos malnacidos.

Freagulf e Ional permanecían en silencio, bien atentos a lo que se contaba, y a las preguntas que se hacían. El dunadan era un tipo silencioso, como ya había mostrado. El ailgratha estaba absorto, atando cabos, recordando sus encuentros con los orientales, pero sobre todo sorprendido por la procedencia de Larrid. Él mismo había servido en las tropas de Burh Ailgra, como al parecer hacia aquel hombre. No lo recordaba, pero al fin y al cabo Freagulf era un explorador y pasaba mucho tiempo fuera de los muros de la ciudad.

Larrid trato de plasmar lo que sabía. Aquellos hombres iban hacia el sur, y su idea era la de interceptarlos. Iban a caballo, y no pretendían cruzar el Anduin, ya que tendrían que hacerlo en el transbordadora y este que salía de los muelles de la ciudad. Les obligaría a entrar en Tir Anduin, no serían bienvenidos. Eso solo los dejaba con dos posibilidades, cruzar entre la Ciénaga de los Muertos y las Nindalf, o rodear la también pantanosa Dagorlad, cosa que los retrasaría al menos seis o siete dias mas. Desconocía la prisa que podan tener, pero intuía que no querrían estar cerca cuando las tropas de Gondor fueran en ayuda de los etheod. La pregunta de Hallfrid lo descoloco un poco, pues no se había planteado la razón exacta.

Entonces intervino Agranil.

Turno 103

- No sabemos exactamente la razón por la que se dirigen al sur - comenzó a decir Agranil desde su silla - Pero si puedo contaros las sospechas del Mariscal Faelginor - dijo cogiendo su vaso y dando un sorbo de licor antes de proseguir.

- Esta convencido, y yo cada vez lo creo mas, que buscan alguna alianza con los pueblos del sur - dijo convencido - Variags y haradrim ya acechan las fronteras sureñas de Gondor, una alianza entre ellos, y los orientales... - continuo contando - Meterá al reino en una guerra muy difícil, con frentes por el sur, y por el norte. - dio otro trago al licor.

- Cuando conté a Faelginor el motivo de nuestra persecución, se convenció - miraba a todos detenidamente mientras hablaba - La armadura seria un presente, un pago, mas que generoso para unirse a la lucha, el mal amenaza de nuevo, y esta vez lleva la piel del hombre - duras palabras antes de dejar de nuevo el vaso en la mesa.

- Por supuesto todo esto son suposiciones, nosotros solo queremos recuperar lo nuestro - añadió quitando ya algo de hierro al asunto - Aunque si eso vale para proteger el reino... Nuestro pueblo, y vosotros mismos, seremos vistos con buenos ojos por el futuro rey - termino por decir.

Turno 103

Para el norteño, nombres como haradrim o variag le sonaban exóticos y demasiado remotos como para preocuparse. Pero un ejército de orientales adentrándose en tierras de Rhovanion si era algo que le concernía a su gente y a él, por mucho que pensasen que los árboles del Bosque Verde les escudarían de semejante amenaza. También había echado de menos alguna referencia a que el grupo de orientales llevase prisioneros pero, como les habían explicado, les sacaban varios días de ventaja, por lo que cualquier información que tuvieran sobre ellos no sería tan actual como les gustase.

En cuanto a las suposiciones sobre sus motivos para dirigirse hacia el sur, incapaz de figurarse razón alguna, el animista dió por buena la asunción de Agranil. De hecho, lo que más había llamado su atención era la presunción de que el grupo de orientales se internase en una ciénaga.

- Un humedal sin duda aminoraría su marcha, pero sería el lugar perfecto para despistar a posibles perseguidores. Charcas, hierbas altas, fango,... una pesadilla para buscar y seguir rastros. Eso sin contar con que ya estamos dando por supuesto que el peligro de ese terreno nos hará parte del trabajo. Pero si van a cruzar voluntariamente esa región, deberíamos asumir que forma parte de algún plan que están siguiendo y pueden estar preparados para lidiar con las dificultades que se les presenten. - Al menos Grimbeorn no se decantaría por viajar a través de terrenos difíciles salvo que estuviera desesperado... o preparado para hacerlo.

Turno 103

- No pretendemos cruzar los pantanos - aclaro - Aunque han cambiado mucho desde la época oscura, y ahora existen caminos marcados, sigue siendo peligroso y lento adentrarse en ellos - dijo a todos, aunque contestaba a Grimbeorn

- No sabemos si tenían algo planeado, yo creo que de haberlo hecho, podrían haber escogido mejores rutas - dio su opinión - Aunque nunca se sabe- añadió.

Turno 103

-Mmmmmggggrr -volvió a gruñir el enano cuando escuchó las palabras del propio Agranil. No es por que fuera su principal pagador o por que era el que les había contratado, si no por que seguramente era el que manejaba la información y eso equivalía a mucho siempre y cuando fuese correcto. 

Lo malo es que no tenían tiempo para corroborar y contrastar esa información, así que el guerrero la tenía que tomar como veraz.

-Bien, así que tienen más "amigos" metidos en el ajo, no solo son unos orientales que buscan prestigio y dinero -comentó el enano mirando a Agranil. Y tras dar un par de bocanadas a su pipa prosiguió-. Y ¿quién nos dice que sus "amigos" no les estén esperando al finalizar las ciénagas, en el mismo lugar dónde nosotros queramos emboscarles?

La pregunta del enano era directa. Miró a Agranil y su gente y esperó a que su pregunta calase en los presentes.

Turno 103

- No lo sabemos - dijo tajante - Pero no creo que los sureños sean conscientes del robo de la armadura - dijo con un cierto tono de duda - Además, Gondor vigila las fronteras del sur, no creo que lo tengan tan fácil para cruzarlas - dijo quedándose con mas dudas aun, no imaginaba como harían los orientales para hacer eso mismo.