Partida Rol por web

Turno 208, Asalto 4

Escuchó gritar al enano, algo que acababa de ver, pero era el dato que necesitaba, que no lo habían dormido a él también. Así, con esas, se abalanzó hacia el bicho asqueroso. No podía suceder que les derrotasen. En esta ocasión sería dejar la misión de lado, todos acabarían en el estómago de esos bichos, y lo peor, que no podrían conseguir su sino. Lo que había prometido hacer.

Con el odio encima se lanzó: - PAGARÉIS. Apretando los dientes.

Turno 208, Asalto 4

Al principio Leofred observó a las criaturas que los amenazaban dudoso sin saber de cual preocuparse. Una casi había sido acorralada por más de la mitad de los mercenarios, y Gwalin se había arrojado en solitario contra la segunda de ellas que tenía a la vista. Por la fama de los enanos, sus armas y armadura sabía que no debía preocuparse por él, de modo que rodeó la tienda de campaña de los marineros en dirección a la última bestia que había escuchado gruñir con aquellos extraños gorgoteos que emitían.

Al ver que Larrid ya estaba allí Loefred quedó aliviado por un momento, pero casi inmediatamente se puso en tensión al ver que el soldado no había levantado el arma y simplemente se encontraba en pie frente a la criatura, ajeno al peligro. - ¡Cuidado! - gritó el bardo antes de levantar su ballesta contra aquél ser para apartarlo de su presa - ¡Larrid, recupera el sentido, defiéndete! -

Turno 208, Asalto 4

La flecha salió desviada por mucho. El joven dúnadan estaba nervioso y se le notaba. Era la primera refriega en la que se veía metido tan lejos de su hogar. Además la visión de aquellas criaturas no ayudaba en absoluto. Pero esto no amedrentó a Ional, quien cogió otra flecha y con la rapidez e impetuosidad de un joven, volvió a lanzarla contra el enemigo.

Céntrate Ional, que tenemos que acabar con ellos cuanto antes, no sea que acudan más y nos sobrepasen en número.

Turno 204, Asalto 8

Una extraña inquietud se adueñó de Edan cuando intentó bajar su hacha contra el anegado y sus brazos se vencieron. De repente había perdido las fuerzas...No, no solo era eso, estaba paralizado, incapaz de hablar o de moverse, y mucho menos de empuñar su arma contra nadie. El horror y la desesperación se adueñaron entonces de su mente. La sensación era semejante al desasosiego que te embarga en ese perturbante estado de duermevela que se experimenta a veces cuando uno se da una cabezada tras una copiosa comida y las mentes despiertan del sueño antes que los cuerpos. Solo que en esta ocasión no estaba durmiendo, y aquel estado de indefensión habia sido inducido, sin duda alguna, por aquella criatura. Se encontraba todavía de pie, frente al monstruo. Vagamente podía percibir su entorno, el monstruo, sus compañeros hablando a voces y al fondo el omnipresente rumor de las aguas del Anduin.

Para Edan no habia ninguna duda. Aquel anegado, aquel demonio surgido de las profundidades de la cienaga, habia emergido de algun oscuro abismo infernal para llevarse su alma y la de todos los que habian osado con perturbar su descanso. No pudo mas que lamentarse en silencio por su aciago destino...

...sin embargo, una parte de él, la más pragmática, se resistía a entregarse al sueño de la muerte

Turno 204
​Asalto 4

Hallfrid no dudo un solo momento en seguir con sus ataques. Varios lanzazos fueron enviados a buscar la carne del Mewlip. Afianzando sus pies en el suelo, junto a su compañero, se aprovechaba de su arma para mantenerse a cierta distancia.

RESOLUCION TURNO 208
Asalto 4
 

La situación, el ataque, había hecho reaccionar a todos. Los enemigos salidos del agua acosaban a los viajeros, y estos los respondían como solo podía hacerse, contraatacando. Ional con toda la prisa que puso darse, saco una flecha de su carjac, y mientras tensaba, la aseguro al cordal. No le dedico mucho tiempo a apuntar a pesar de que algunos compañeros se encontraban bastante cerca de su objetivo. Soltó y la flecha salió a toda velocidad. Confiaba en su habilidad, pero de haber fallado Edan, o Hallfrid podrían verse atravesados de oreja a oreja por una saeta amiga. Sin embargo, el proyectil dio a su objetivo de lleno. El hombro del mewlip (#1) recibió el impacto, haciendo que emitiese un gruñido gutural de rabia y dolor. Por un momento, el monstruo pareció desorientado por la herida, si es que aquello era posible.

Freagulf actuó entonces, y salvando la distancia que lo separaba del mewlip (#1). Su espada golpeó al enemigo varias veces en una vorágine de espadazos que el desgraciado no pudo evitar esquivar, en parte por la dolencia del flechazo, en parte por la habilidad del rohir. El arma de Freagulf se clavó de lleno en el muslo, lacerando su carne putrefacta y causando que una sangre negro-verduzca comenzara a brotar.

Grimbeorn se había quedado atrás, inmóvil, mientras sus palabras continuaban cogiendo cada vez más fuerza. Comenzaba a sentir cómo sus plegarias eran escuchadas. Rezaba a Araw, y en su mente veía como el valar acudía presto a hacer resonar su cuerno. En su interior ya sentía como retumbaba con su sonido, aunque en su visión aun no había sido soplado.

Por alguna razón, Edan salió de su estado catatónico. Pudo ser por los ataques de sus compañeros, que parecían haberlo liberado, o tal vez fue su férrea voluntad lo que lo saco del trance en el que estaba envuelto. Pero lo cierto era que allí estaba, frente al mewlip (#1), hacha en mano y deseoso de vengarse en cuanto recuperase la orientación.

Hallfrid se unió también al ataque del malherido mewlip (#1), con su lanza no dudo en tratar de ensartar a aquel resbaladizo ser, pero el endoriano no logro dar de lleno al cuerpo. La punta de su lanza golpeo de refilón en varias ocasiones sobre el brazo o la pierna, la gelatinosa piel hizo resbalar el filo sin provocar daño alguno.

Más allá en otra punta del islote, Gwalin cargaba contra el monstruo (#2), hacha en mano. No había mucha distancia entre ellos, por lo que no le resulto ningún problema cargar contra su enemigo. El mewlip había fallado en su intento de hacerle entrar en un estado de trance para dejarlo a su merced, por lo que empuño su arma. Del cinto saco una hoja basta, desigual, grisácea. Estaba hecha de piedra, dura pero suficientemente ligera como para poder ser esgrimida hábilmente. Pero no ataco, adopto una postura de guardia alta en la que, con ambas manos sobre su cabeza, dejaba el filo de la espada inclinarse hacia abajo. Con esa postura retuvo todos y cada uno de los ataques del enano, esperando paciente el momento de asestar su golpe. Se mantuvo a la defensiva, dejando que el enano se le acercase.

Más al noroeste, Larrid se mostraba expuesto ante el ultimo mewlip (#3), que había conseguido hechizarlo. Trato de despertar, pero le resultó imposible. Leofred acudió a ayudarlo, posicionándose a cierta distancia y esgrimiendo su ballesta ya cargada. Se movió con premura para colocar sus piernas con firmeza, y apuntar con determinación. El virote salió disparado acompañado de un fuerte restallido de los brazos y el crujir de la madera volviendo a su posición. Pero el pivote tan solo rozo un poco al engendro, y su piel propició que se desviara para perderse en el rio. El Mewlip, casi ignorando el disparo, abrazo a Larrid con fuerza mientras sus dientes se hundían en el cuello del soldado. Este no se inmuto, como si no le doliese, debía estar completamente anestesiado. Los vacíos ojos del ser comenzaron a cobrar un brillo, el resplandor de la lujuria, la bacanal de la sangre.

Turno 209, Asalto 5

Fragulf no quería luchar. Sólo deseaba que esos bichos se alejasen, pero no tenían intención alguna. Parecía que querían "cazarlos" como harían ellos con un gamo o un conejo, para mejorar su menú. No podía permitirlo. No podía permitírselo. Eran sus compañeros y había que defender a los compañeros. Así que continuó intentando desmembrar al mewlip y destruir el mito del barquero, que habían contando un rato antes, a espadazos. - Leches, el cuento se ha hecho realidad.

Fragulf no quería luchar contra el cuento que se personificaba ante ellos, pero menos quería que sus compañeros pasasen a formar parte de ello, así que … intentó "neutralizar" lo antes posible a este monstruo, para poder ayudar al resto, que esperaba que aguantasen lo suficiente.

Turno 209

Asalto 5

Gwalin parecía sorprendido cuando su contrincante paró su ataque con arma tosca, hecha con piedra poco pulida, pero que permanecía sólida al cruzarse con el acero del guerrero. Tras rehacerse, el enano volvió a la carga, contra el mewlip, pero esta vez tuvo más cuidado al atacarle, pues parecía que éste sabía lo que se hacía.

Con el escudo delante, el enano se parapetó detrás de él, pero soltó una cuchillada cruzada con el hacha, de abajo a arriba, con la intención de alcanzar algún punto vital de su enemigo, pero sin descuidar la defensa, por eso usó esta táctica tan usada por las huestes naugrim.

Turno 209, Asalto 5

Grimbeorn se había dispuesto para tocar a Freagulf pero el rohir se había precipitado contra el ser más cercano, lo que le había dejado sin receptor evidente para la bendición de Araw. A la vista de aquello, el norteño barrió el campamento con la mirada para hacerse una rápida idea de la situación antes de perder el poder del Vala.

- Protege a este hijo de Aulë del daño, ¡oh, Señor de las Bestias!, y dale firmeza a sus pies en la lucha.

Con aquella exhortación, el animista daba por finalizada la letanía y enfocó el poder sobre el enano. Acto seguido, se dispuso a recuperar su lanza para acercarse hasta la posición de Larrid, al que vió en una situación precaria. Y, por alguna razón, el hombre no reaccionaba, no forcejeaba con la criatura conforme ésta mordía su cuello. Debía hacer algo y pronto pues, en el fragor de la batalla, no acertó a ver nadie próximo que se dispusiera a auxiliar al guerrero.

Turno 209, Asalto 5

Cuando el fin parecía más próximo, y Edan pensaba ya que su alma se había perdido para siempre, el sopor que lo gobernaba se fue, de igual manera que se despierta de un mal sueño tras una intensa pugna de los sentidos por evitar sucumbir a un descanso inevitable. El pesado velo de Morfeo se desprendió, y pudo al fin volver en sí.

Todavía asustado, retrocedió unos pasos intentando eludir la sobrecogedora presencia de la criatura.

Alejate de mi, monstruo!!! Gritó mientras empuñaba su hacha y la blandía desordenadamente para mantener a aquel ser a distancia.

El joven campesino cargó una y otra vez con su lanza contra la criatura, pero sus ataques parecían no hacer mella alguna sobre la siniestra figura. Incluso aunque esta se hallaba aparentemente indefensa, enfrascada como estaba en su extraña letanía y con su atención centrada casi por completo en el cuerpo inmóvil de Edan.

Por supuesto, aquello solo hacía que el pobre diablo de Hallfrid se sintiera mucho más desorientado. Y que sus nervios amenazaran con estallar del pavor que los consumía.

Porque si bien el muchacho tenía consciencia (y más que nadie) de su notoria inexperiencia en combate, no se consideraba tampoco un completo inútil. Y creía saber, cuanto menos, como empuñar una lanza contra un objetivo prácticamente estático.

Quizás el terror que sentía le estuviera jugando una mala pasada. Pero eso no explicaba del todo que varios de sus camaradas, algunos bastante más versado que él mismo en combate, se mostraran también tan ineficaces para dañar a la criatura.

Por unos instantes terribles y fugaces, incluso pasó por la mente del joven la idea de que quizás no hubiera manera alguna de provocar heridas en sus enemigos. Y que tal vez su naturaleza extra-ordinaria los volviera de algún modo invulnerables...

Aquel pensamiento bastó para que una oleada de frío aterrador recorriera la espalda del joven, entumeciendo sus brazos por unos momentos y volviendo más torpes aún, si cabía, sus lamentables intentos de atacar a la criatura.

De todos modos, Hallfrid pronto desechó tales ideas, pues tenía asuntos más urgentes que atender. Quizás no conseguiría jamás lastimar al monstruo. Pero al menos pretendía molestarlo lo suficiente como para que se olvidara de su camarada Edan y le permitiera a este recuperar el resuello y alejarse de allí.

Por fortuna, y casi como respuesta a su renovada determinación, los repentinos ataques de Freagulf hicieron retroceder a la criatura, demostrando que no era del todo imbatible... y que podían albergar tal vez alguna esperanza.

Turno 209, Asalto 5

El segundo disparo que Ional lanzó dio en el blanco, causando un terrible dolor al mewlip que había aparecido primero. De la herida comenzó a brotar un purulento líquido negruzco que el joven adivinó como sangre de aquel ser diabólico. Al momento los demás se echaron encima del mismo dejándole sin posibilidad de hacer un nuevo disparo sobre el mewlip que acababa de disparar.

Girando sobre sus talones, Ional buscó un nuevo enemigo. Habían aparecido dos más. Uno estaba con maese Gwalin trabado en un combate singular. Otro había hechizado a Larrid y le mordía ferozmente en el cuello. El joven volvió a cargar su arco y lanzó un nuevo proyectil sobre el mewlip que atacaba a Larrid esperando que éste soltara a su presa.

Turno 209, Asalto 5

Leofred había esperado que su disparo ahuyentara a la criatura, pero el virote apenas la había rozado y no parecía que tuviera ninguna intención de dejar ir a Larrid hasta haber acabado con él, y mientras tanto el desdichado seguía sin desperar. No tenía tiempo de preparar un segundo disparo si quería ayudar al soldado; arrojarse sin más era contra la criatura una locura, pero desesperado eso fue exactamente lo que hizo.

Dejando caer la ballesta al suelo, Leofred se arrojó contra el nudo de brazos que formaban Larrid y la criatura; le quitó la espada de las manos al primero y se preparó para descargar un tajo sobre el segundo - ¡Apártate de él, maldita sea! ¡Ayuda! -

Turno 209
Asalto 5

Un herido mewlip (#1) era el que ahora estaba a merced de los viajeros. Edan seguía frente a el, bajo el influjo de su hechizo, pero con otros enemigos tratando de herirlo, trato de irse al agua. Reuniendo todas las fuerzas que pudo, se tiro hacia el rio, tratando de huir.

El otro ser (#2) se defendía de los envites del enano con su tosca arma. Pero sabia hacer algo mas, y alzando su arma lanzo su ataque hacia el naugrim, sin piedad, sin torcer el gesto, era como si su rostro no viviese.

El último de aquellos monstruos (#3) no se despegaba de Larrid, con sus dientes hincados en la sangre, succionaba ávidamente la vida de su victima, ajeno a cuanto ocurría alrededor.

RESOLUCION TURNO 209
Asalto 5
 

La noche era oscura, húmeda, y solo la luz de las antorchas que sujetaban los asustados barqueros alumbraba la noche

El bosquimano estaba listo, sentía la gracia divina canalizarse a través de su voz cuando al fin sus palabras sonaron por su boca. Pero algo no funciono, por alguna razón el poder no llego a salir de él, se interiorizo en su cuerpo. Obligado a posar la rodilla en el suelo, exhausto y desorientado. Le dolía terriblemente la cabeza, y sus manos no pudieron evitar sostenerla con fuerza, como si eso fuese a mitigar aquella sensación.

Leofred corrió tras dejar caer su ballesta. El bardo no tenía otra arma, pero si un plan. A toda prisa se posiciono junto a Larrid y el mewlip (#3) para tratar de coger la espada de Larrid de su mano. Lo hizo con violencia, y teniendo que meter sus piernas en el agua, una acción automática, que ni siquiera pensó. Un empujón hizo que pudiese agarrar la espada con más facilidad, e hizo girar al ser y al soldado. Pero el monstruo no soltaba su presa, no al menos hasta que Larrid volvió en sí, y con un movimiento repentino se zafó de su captor. La espada del soldado, estaba en manos de Leofred.

Ional no vio un tiro claro entre los tres compañeros que se enfrentaban al mewlip (#1), por lo que se giró a la vez que una nueva flecha salía de su carjac. Sin posicionarse, y con un tiro no mucho más seguro que el primero, decidió arriesgarse. Tenso y soltó la cuerda cuando la flecha casi aún no se había posado en su sitio. Un chasquido de la cuerda impulso la saeta por el aire, cruzando entre los barqueros, y pasando muy cerca de la cabeza del enano. Afortunadamente, y a pesar de las prisas, la suerte sonreía al dunadan. El proyectil se clavó en el hombro del desdichado ser, obligándolo a bajar su arma y a asegurar sus pies para no caer. Un buen y atrevido disparo que salió bien.

Gwalin aprovecho, su enemigo se vio obligado a bajar la guardia, y asesto una serie de rápidos hachazos. Golpeo certeramente y varias veces, al mewlip. Uno de los impactos hizo que el filo del hacha diese brutalmente contra el brazo que sostenía la espada de piedra. Tendones y músculos fueron seccionados, un gruñido aterrador salió de la deforme boca del monstruo. Esta vez retrocedió por el golpe, incluso su rostro reflejó un atisbo de dolor mientras el agua le cubría por el tobillo.

Acorralado, el mewlip (#1) se armó de fuerza para tratar de huir. Con un errático movimiento, logró lanzarse al agua. Tanto Freagulf como Hallfrid, trataron de alcanzar al ser con sendos ataques. El endoriano no logro impactar, pero Freagulf sí que pudo asestarle un fuerte golpe en el muslo cuando casi se hundía en el agua. Una larga herida se abrió, tiñendo de negro el agua a su alrededor. Vieron como el ser desaparecía en el agua, aunque la vitalidad parecía haberle abandonado, la verdadera muerte lo había llamado

. Edan acaba de salir del estado hipnótico en el que se encontraba. Aunque algo desorientado por la situación logró reponerse y actuar. Al principio agitó su hacha, como queriendo herir a un enemigo imaginario que estaba ante él; pero después, ya en sí y consciente de lo que ocurría, se decidió a ayudar a Larrid. Comenzó a correr hacia ellos.

Turno 210

Asalto 6

La flecha de Ional pasó a escasos centímetros de la cabeza del enano. De hecho pasó entre la maraña de brazo, hacha, escudo y cabeza de éste, para alojarse en el hombro del mewlip contra el que estaba luchando singularmente.

A pesar de que la sorpresa fue mayúscula, el veterano guerrero no contuvo su ataque y asestó un tajo a su contrincante. El acero encontró su camino y abrió una brecha en el brazo de su enemigo dejándolo aturdido por los ataques recibidos.

Aprovechando que su enemigo bajaba la guardia y se encontraba aturdido por el anterior ataque, Gwalin reforzó su ímpetu en la lucha para intentar acabar con él. 

Turno 210, Asalto 6

De repente, sin previo aviso, Grimbeorn se encontró en el suelo. No tenía claro qué acababa de pasar pero el mundo a su alrededor daba vueltas y el sonido del combate y los gritos de sus compañeros de viaje le llegaban como si estuvieran en la lejanía. A pesar del vértigo, el animista hizo acopio de fuerzas y trató de incorporarse sólo para volver a hincar la rodilla. Afianzó lo mejor que pudo su lanza en el suelo y, ayudado de ésta, se levantó. Recordaba haber visto a Larrid a merced de una de aquellas cosas y sin nadie que le asistiera, por lo que localizó de nuevo al soldado. Parecía que ya había despertado y alguien (no pudo reconocerle en gran parte porque todo parecía que diera vueltas y, a veces, juraría que no eran dos personas sino cuatro) había acudido junto a él.

Trastabilló al darse la vuelta. Gwalin, el enano, también estaba luchando solo contra uno de esos seres. Tal vez pudiera ayudarle, aunque no tenía claro cómo. Cuando el mundo se duplicaba o, incluso, triplicaba delante de sus ojos, el norteño no estaba seguro de cuál de todas las imagenes que veía ante sí era la real. Pero, tal vez, pudiera entorpecer al ser lo suficiente como para que el naugrim tuviera mejores oportunidades de impactarle.

Turno 210, Asalto 6

- Larrid, gracias a dios. - exclamó el bardo cuando el soldado recobró sus sentidos, aunque se había llevado un buen mordisco. Para colmo de males no tenían una segunda arma a mano y ahora era él quien debía encargarse de la criatura que les amenazaba. - Retrocede, toma mi carcaj y ve a por la ballesta, yo lo mantendré a raya hasta que los demás vengan a ayudar. -

Para rematar sus palabras, Leofred asestó un tajo cautelosamente en dirección a la criatura para que se apartase. Larrid ya estaba fuera de peligro, y en aquel momento le preocupaba más defenderse que contraatacar.

Turno 210, Asalto 6

Edan comenzaba a recuperar la compostura. En su retirada observó cómo la criatura se hundía entre las aguas del Anduin. Y el pánico incial se fue mitigando a medida que el monstruo desaparecía.

Sin embargo, el miedo no desapareció. Guiaba sus pasos como la luna guiaba las mareas: Como una fuerza de la naturaleza a la que uno no puede resistirse.
Afianzó con fuerza su espada y piso fuerte en el suelo, solo para certificar que volvía a ser plenamente dueño de su cuerpo, y acto seguido hizo una breve panorámica del islote. Todavia podía ver a dos más de aquellos monstruos. Gwalin parecía valerse con el primero de ellos, asi que decidió encaminarse hacia Larrid. El experimentado guia de los comerciantes se encontraba ahora con Leofred, y ambos parecían en problemas. Edan no tenía el más mínimo interés en volver a cruzar su mirada con otro de aquellos seres, pero el contemplar como sus compañeros habían logrado poner en fuga a uno de ellos, le infundió algo de valor. Empatizando con el sufrimiento de Larrid, se dispuso a ayudar a sus camaradas confiando en que aquel otro ser tomaría el mismo camino que su congénere al sentirse superado en número.
A medida que corría en dirección al anegado, empezó a gritar. A ELLOS!! ACERCAD LAS ANTORCHAS!! El grito era mas un mecanismo de autodefensa que una amenaza real. Edan pensaba que infundirá animo entre los barqueros y el resto de sus compañeros, y tal vez, pondría sobre alerta a la criatura de que no serian un plato fácil de digerir. Tal y como el ladrido de un perro, pensaba que actuaría como una advertencia. Su esperanza era no tener que cruzar armas con ella. Pero llegado el momento, confiaba en que su valor no le hiciese flaquear.