Partida Rol por web

Turno 210, Asalto 6

No había posibilidad de seguir lanzando flechas sin la posibilidad de herir a algún compañero, así que Ional tiró el arco al suelo y desenvainó su espada. Era hora de atacar cuerpo a cuerpo a los mewlips que quedaban. Con un rápido vistazo se decantó por ayudar a maese Gwalin, ya que el mewlip que había aparecido al principio estaba bien servido y el de su derecha estaba con Larrid y Leofred, pero el enano estaba solo.

Así que el joven dunadan se acercó espada y escudo en mano para ayudar al enano.

Aguanta maese Gwalin que voy en su ayuda. No desfallezca ni se arriesgue demasiado. Entre los dos seguro que acabamos con él.

TURNO 210 - ASALTO 6

El ataque de Hallfrid había resultado poco más que un confuso revoleo de lanzazos desesperados, sin mucho orden ni concierto. Y aunque el joven campesino pudo sentir en en alguna que otra ocasión su arma llegó a golpear la escurridiza superficie de su enemigo, supo también en su fuero más íntimo que no había conseguido hacer mella alguna en la criatura.

Sin embargo, la furibunda presencia de Freagulf a su lado infundía ánimos al confundido muchacho. Que al menos había conseguido la suficiente presencia de ánimo como para aguantar la posición y cubrir el flanco de su camarada.

Finalmente, cuando el grotesco ser volvió a sumergirse bajo las aguas, Hallfrid permaneció todavía algunos insantes observando aterrado la superficie del río, desconfiando aún de lo que pudiera ocurrir. Solo cuando tuvo alguna certeza de que la amenaza se había retirado, alzó nuevamente la cabeza para observar la situación de los demás.

Le bastó un fugaz vistazo para detectar al enano luchando en soledad y no muy lejos de allí contra otra de las criaturas. Así que hacía allí dirigió sus pasos.

Turno 206, asalto 6

Al echarse mano a su cintura en busca de su espada, el joven dunadan se dio cuenta de que no tenía ni la espada ni el escudo. Su mirada se pposó en la tienda donde había dormido, allí se encontraba sin duda sus atuendos y armas.

Sin pensárselo dos vecesse dirigió a la tienda y cogió sus pertrechos a fin de ayudar mejor a sus compañeros. 

¡¡Voy enseguida, maese Gwalin!! ¡¡No desfallezca!!

Turno 210
Asalto 6

​Tras la huida del mewlip, el ailgratha se giro para ver la situación. El enano había herido a su enemigo, mientras que Larrid y Leofred acosaban al tercer ser. Podría correr par ayudarlos, pero viendo a Grimbeorn completamente desorientado, fue en su ayuda.

Turno 210
Asalto 6

- ¡Ni hablar! - dijo el valiente soldado mientras sacaba un puñal. Estaba dispuesto a seguir luchado, y no creyó que ir a buscar una ballesta fuese una solución. Decidido, trato de asestar una puñalada al Mewlip.

Turno 210
Asalto 6

El mewlip (#2) herido que estaba frente al enano, se lanzo al agua en un rápido movimiento. Huía también. Un salto hacia atrás, espada en mano, y tratando de esquivar el ataque del naugrim.

El otro ser (#3) se enfrentaba a dos enemigos, un recién llegado que había tomado la espada del primero, dejándolo desarmado. Acababa de volver en sí, superando su hechizo, lo fijo como su objetivo mientras elevaba su tosca arma.

RESOLUCION TURNO 210
Asalto 6

Grimbeorn estaba totalmente desorientado, pero aun así pudo ver al enano luchando contra uno de aquellos seres (#2), por lo que decidido se dirigió hacia allí. Se tambaleaba, avanzaba errático, tropezando. Algunos de los barqueros quisieron ayudarlo, pero el temor de que más de aquellas bestias apareciesen los hacia esta más pendientes del agua que del bosquimano. Fue Freagulf es que, desde su posición, corrió para protegerlo, para detenerlo. Sabía que, en ese estado, si se enfrentaba a aquellos enemigos, moriría antes o después. El ailgratha corrió hasta llegar al animista, sujetándolo para mantenerse erguido.

Leofred estaba junto a Larrid, frente al mewlip (#3), con la espada arrebatada del soldado. Se esforzó en asestar un espadazo a aquel monstruo, pero era más ágil de lo que parecía, y con calmados pero rápidos movimientos, lograba esquivar cada envite del bardo. La respuesta del engendro fue la de terminar lo que había empezado. Alzando su pétrea espada, encadeno una serie de acertados golpes que lograron herir a Larrid. Una de las heridas fue bastante más fuerte, el antebrazo izquierdo fue objeto de una profunda laceración. La armadura del soldado no pudo detener aquel ímpetu, y el brazo comenzó a sangrar copiosamente. El dolor fue tal que casi lo hace desfallecer, obligándolo a tener que dedicar todas sus fuerzas para no caer de bruces al agua. .Edan llegó corriendo, desde su posición, hasta estar junto al mewlip (#3). En su trayectoria trataba de arengar a los barqueros, pero estos estaban demasiado asustados como para reaccionar. Se limitaron a levantar las antorchas, y moverse para dejar paso a los combatientes. Jamás habían visto algo así. El hacha del rohir enseño los dientes, con una serie de débiles golpes. El ser no tuvo problemas en esquivar entre gruñidos el arma del edain.

Ional no quería arriesgase a dar a su compañero con un nuevo disparo, por lo que dejando caer su arco, salió rápidamente en busca de sus armas. Estas estaban en la tienda, y no titubeo a la hora de perder tiempo en entrar para buscar su espada. No le llevo mucho tiempo, y enseguida estaba fuera de la tienda, con la espada en la mano y dispuesto a enfrentarse a cualquier enemigo. Hallfrid reaccionó también, tras asegurarse de que la bestia no resurgiría del agua, o al menos no en ese momento, corrió en ayuda de Larrid y los demás. Hacia ellos se dirigió resuelto a hacer huir, matar tal vez, a la amenaza venida del agua.

Al sur, el enano se batía con otra de las criaturas (#2). Su hacha cortaba el aire, golpe tras golpe, sin poder llegar a impactar a un ya herido mewlip. Revolviéndose, la aberración fue capaz de esquivar cada uno de los lances que el naugrim trataba de estrellar contra su enemigo. Lejos de tratar de defenderse, o de atacar, el ser se lanzó al agua para huir. Se movía cómodo en el agua, y rápidamente desapareció bajo su superficie, dejando un rastro de sangre tras de sí, que la corriente se llevaba rápidamente.

Turno 211
Asalto 7

​El ser había logrado dar un buen golpe, inexpresivo, vio como los compañeros de su oponente corrían a ayudarlo, incluso se vio obligado a moverse para no recibir un hachazo. Como sus compañeros, sabia que su situación era de clara desventaja, y no dudo en cesar sus envites para lanzarse al agua.

Turno 211
Asalto 7

​El soldado había sido herido, y no pintaba bien la herida de su antebrazo. Con el cuchillo aun en la mano, se sujetaba con la contraria la herida, mas por el dolor que por la extrema gravedad, aun no era consciente del verdadero daño. Viendo como sus compañeros se acercaban, trato de retirarse como pudo. Estaba algo desorientado...

Turno 211
Asalto 7

El último intento de acabar con aquel ser fracasó y el mewlip decidió huir a la seguridad del agua, lo que molestó al naugrim al que le habría gustado cobrarse la pieza. Pero no había tiempo para quejas y lamentos. A su izquierda, sus compañeros se batían con otro de los engendros. Además parecía que éste era más peligroso pues había herido a Larrid quien mostraba una laceración en el brazo de la que manaba copiosa sangre.

-Grrrrrmmmmmmm -gruñó el enano por no haber acabado con su oponente y también por las heridas que mostraba su compañero, justo antes de lanzarse a por el oponente que faltaba.

Turno 207, Asalto 7

Las gélidas corrientes de viento azotaban el islote en rápidas y súbitas rafagas haciendo que las antorchas de los barqueros titilasen cimbreantes. La luna jugaba al escondite con las nubes mas rezagadas de aquella noche y la humedad del rio grande se filtraba vaporosa entre corazas y tejidos. Pero Edan no sentía frío, ya no. El terror y la adrenalina habían tomado el control de su cuerpo, y en su mente ya no existía espacio para otra cosa que aquellos seres diabólicos.

Su idea de amedrentar al anegado no parecía haber cosechado mucho éxito. Larrid se encontraba ya malherido para cuando él los alcanzó. Leofred y el propio Larrid bloqueaban su carrera, de modo que apenas pudo asomar su hacha por sobre los dominios del anegado.
Ya no había vuelta atrás, nuevamente se encontraba enfrente de uno de aquellos monstruos, pero esta vez no dejo que el miedo encogiese su brazo. Habia visto como Freagulf y Hallfrid habían conseguido arrinconar al primero de ellos, asi que trató de esconder sus temores y atacó con fuerza uma vez más.
Se cuidó mucho de no mirar a los ojos a aquel demonio, estaba convencido de que si lograba esquivar su mirada, al menos estaría a salvo de su hechizo.

Turno 211, Asalto 7

Las cosas no iban bien, al menos desde la perspectiva del animista. Había trastabillado, rodado, tambaleado y caído sólo para recorrer algo más de la distancia que le separaba del enano. O de la que Grimbeorn creía que le separaba. Cuando el mundo insistía en balancearse de un lado a otro y los objetos se duplicaban, triplicaban y volvían a ser uno, la noción de la distancia se volvía difusa.

De rodillas, mientras trataba de serenarse y enfocar, inútilmente, su atención, apuntó su lanza al vacío como si pretendiera mantener a raya a un enemigo imaginario o del que desconocía su verdadera posición. Hizo un esfuerzo para incorporarse y continuar pero fue en vano. Por suerte, no llegó a desplomarse porque una mano surgida de la mano le asió y le ayudó a incorporarse, aunque la primera reacción del norteño fue manotear al aire hasta que pudo coger el brazo que se había extendido hacia él. Temeroso de que fuera una de aquellas criaturas, trató de zafarse antes de que el rostro de Freagulf apareciera en su campo de visión. El animista negó vehementemente con la cabeza mientras apuntaba con su lanza hacia la orilla donde luchaban el enano y el mewlip.

- El enano. Gwalin. Ayúdale.

Tras ello, volvió a apoyar la lanza en el suelo y, usándola a modo de báculo, intentó recuperar la verticalidad en el mismo sitio donde estaba.

El joven campesino atravesó desesperado todo el campamento, sin siquiera detenerse un instante a comprobar el estado del resto de sus camaradas. Las tiendas, personas y bártulos que había dispersas por el lugar solo eran obstáculos que debían ser superados para alcanzar a su objetivo.

Por fortuna, tal parecía que no había otras criaturas acechando en las cercanías. Pues lo cierto era que el muchacho bien se podría haber convertido en una presa fácil con su andar descuidado y atolondrado. Sin embargo, pronto llegó sin mayores sobresaltos al lugar donde se hallaban Leofred, Edan y Larryd enfrascados en batalla.

Hallfrid ya se disponía a cargar con rabia contra la criatura, aprovechando la inercia de su alocada carrera. Pero debió detenerse en el último instante, pues casi se dio de bruces contra la pared de cuerpos que formaban sus camaradas.

Los defensores tenían rodeada a la criatura, y sencillamente, ya no quedaba lugar donde posicionarse para atacar. Tal vez pudiera internarse en las oscuras aguas y procurar caer sobre la criatura por detrás. Pero era imposible adivinar la profundidad en aquella zona. Y de todos modos, vadear todo ello con el agua hasta las rodillas podía llevarle demasiado tiempo.

Así que el muchacho decidió tomar otro camino...

- Larryd !!! Atrás !!! Cúbrete !!

Turno 211, Asalto 7

Larrid había decidido quedarse a luchar empuñando una pequeña daga, pero lo pago caro. Leofred solo pudo quedarse mirando de hito en hito cómo la criatura le asestaba un terrible golpe con su pétrea hoja; si ya antes estaba malherido, ahora Larrid había desfallecido. Por suerte Sven y el enano Gwalin ya se habían apresurado a acudir en su ayuda.

Aprovechando la distracción del mewlip, Leofred agarró a Larrid por los hombros y lo arrastró a un lado para evitar que la criatura volviese para rematar al soldado. - ¡No se alejan del agua! - gritó Leofred, que creía haberse dado cuenta del modo de actuar de esas terroríficas criaturas. - Atraedlo a tierra y podréis rodearlo, o de otro modo escapará -.

Mientras tanto él tenía que ocuparse de la herida de Larrid, pero no sabía como, todo lo que sabía era que debía presionar la herida para que no perdiera toda la sangre. - ¡Hombre herido! - gritaba desesperado mientras se acercaba a las tiendas buscando la ayuda de los marineros. - Maldita sea, no os quedéis quietos, traed esas antorchas y unas vendas. -

Turno 211, Asalto 7

Al salir de la tienda y ver a sus camaradas luchando contra el único mewlip que quedabe en liza, Ional decició no inervenir y buscar ayudar de otra forma. Miró por los alrededores de la isla por si había aparecido otra criatura, pues no sería mal momento teniendo en cuenta que la mayoría estabn luchando y los demás estaban ayudando a sus compañeros caídos.

El joven miró en la tienda de los esgarothianos a ver si estaban bien.

Siento molestar, pero he venido a ver si están bien. Los enemigos ahí fuera parece que están controlados. Uno ha muerto, otro ha huido y el último están dando cuenta los compañeros.

Turno 221
Asalto 7

El ailgratha ayudó a Grimbeorn a levantarse, y después de comprobar que se encontraba bien, busco donde ser mas útil. A sugerencia del bosquimano, se dirigió hacia el mismo lugar que Gwalin. Con grandes zancadas, y arma en mano, llegó junto a sus compañeros. Preparado a atacar si las cosas se ponían feas, pero aguardando a tener un sitio por donde atacar, si lo encontraba, estaría listo para descargar su espada contra aquel ser. Escrutaba la oscuridad en busca de mas enemigos.

RESOLUCION TURNO 211
Asalto 7
 

El mewlip fue consciente de que dos compañeros habían huido, desconocía si habían sido o no, heridos. Solo quedaba el, y aunque había logrado herir a uno de sus enemigos, veía como varios más se lanzaban a por él. Si se quedaba estaba perdido, por lo que trato de abandonar su posición lanzándose al agua. Pero el hacha de Edan lo acosaba, y tuvo que detenerse a esquivar sus golpes.

Leofred vio la herida de Larrid y sabiendo que sus aliados llegarían en pocos segundos, instó al guerrero a marcharse. Larrid quiso correr, pero desorientado como estaba solo pudo alejarse cuatro metros de allí. El dunadan quiso contener la hemorragia, busco algo con que hacerlo. Finalmente cogió el cuchillo de Larrid, y corto un pedazo de la capa del etheod para usarla a modo de venda. Una vez estuvo firmemente colocada, la sangre dejo de manar. Leofred arengó a los barqueros, que atemorizados se habían quedado quietos y sencillamente levantando unas teas para alumbrar mejor, a actuar. No es que consiguiera que se lanzasen al ataque, pero al menos sus gritos hicieron que se distribuyesen mejor, y la luz inundase más eficientemente todo el islote. Uno de ellos, se acercó a dar luz mientras Larrid era atendido. Otro de los barqueros se fue a ayudar a Grimbeorn a mantenerse en pie. Éste se había vuelto a erguir ayudado en su lanza a modo de bastón.

Edan lanzaba su filo una y otra vez, el monstruo las esquivaba sin problema alguno con serenos y acertados movimientos consiguiendo no ser alcanzado. Casi de inmediato apareció Gwalin con la misma clara intención que sus compañeros. El mewlip quiso huir, pero las hachas de lo impedían una y otra vez. No lograban acabar con él.

Ional estaba en la entrada a la tienda, con su espada y su escudo prestos al combate. Pero todo el mundo corría ya hacia el ultimo enemigo. Resolutivo decidió ser de más utilidad y fue a cerciorarse de que los comerciantes estaban bien. El dunadan no quitaba ojo al rio, a la oscuridad, por si más de aquellos seres aparecían, pero todo parecía en calma. Se metió en la tienda, y allí puedo ver a los tres esgarothianos. Estaban aterrorizados, aunque trataban de que no se les notase.

Freagulf llegó a la trifulca y trato de hundir su espada en la carne de aquel engendro. Como los de sus compañeros, sus golpes no conseguían ni tan siquiera herir al que estaba resultando ser un gran rival, aunque al menos lo mantenían tan ocupado que dificultaban su huida. En un momento el mewlip vio su escapatoria, y trato de lanzarse hacia atrás, al agua. Pero Hallfrid llegó, y aprovechando que con su arma podía atacar desde una segunda línea, asestó un certero lanzazo que dio de lleno en un lateral de la cabeza del enemigo, matándolo de inmediato mientras caía inerte al agua.

Turno 212

Cuando Hallfird acaba con el mewlip al que estaban atacando, el enano se giró para ver si había un nuevo enemigo al que enfrentarse. Su aguda vista capaz de ver en la total oscuridad, escrutó la pequeña isla donde habían montado su campamento. Si había algún enemigo más lo vería.

Sin más oponentes a los que enfrentarse, Gwalin se dirigió hacia el el centro de la isla, donde habían montado las tiendas y tenían el fuego. Allí estaban los heridos. Grimbeorn parecía desorientado, mareado, y a pesar de escrutar a su compañero, Gwalin no sabía muy bien porque estaba así. En cambio Larrid era un poema. Sangraba por varias partes de su cuerpo y si no hubiera sido por Leofred quien le había hecho un torniquete, seguiría sangrando.

A pocos metros Ional estaba en la tienda de los esgarothianos para ver que tal se encontraban. El guerrero asintió  tanto para decirle al joven que lo había hecho bien, como para preguntar qué tal estaban.

Sin más que hacer, el guerrero se fue a pertrechar con sus armaduras. Estaba claro que ya nadie dormiría más aquella noche.

Turno 212

​- Estoy bien, no os preocupéis - dijo levantándose cuando varios de sus compañeros fueron a ver como se encontraba - Gracias Leofred - añadió tocándose el vendaje.

- Y ahora, aseguraos de que nada nos acecha desde el agua, hagamos hogueras por toda la orilla de este maldito islote - dijo poco convencido de encontrar tanta leña como para poder hacerlo - Aun nos quedan unas horas para el amanecer y para marcharnos de aquí - la noche estaba muy oscura aun.

Fue a ver a los esgarothianos

Turno 212

Leofred estaba demasiado preocupado por el estado de Larrid para preocuparse por la criatura restante, pero cuando recuperaron la calma se alegró de comprobar que los demás habían logrado hacerla huir. - No te sobreesfuerces, o se te abrirán las heridas. - le recomendó al soldado tendiéndole de vuelta su espada.

Al momento, Leofred volvió a por su ballesta antes de dejarla olvidada, y esta vez recogió de su tienda sus propias armas, antes de volver con el grupo; también recogió un puñado de antorchas, ya que probablemente no habría madera suficiente si pretendían hacer guardias el resto de la noche. - ¿Estáis todos bien? Antes habéis abatido a uno* ¿Donde está? No he llegado a ver bien a esos seres con todo el tumulto y en esta oscuridad. - ahora que estaban a salvo la curiosidad del bardo se anteponía al resto de prioridades.