Partida Rol por web

Turno 406

Tras pillar algo para picotear por el camino, y darle un buen par de generosos mordiscos, se despidió con la mano de los compañeros. Empezó a caminar tirando de las riendas; sin montar. No quería hacer demasiado ruido ni estorbar especialmente al resto, menos aún hacer saltar las "alarmas" improvisadas por los compañeros. Hasta que no pasaron los primero 15 ó 20 metros no montó. Así le serviría al animal para "calentar" un poco y desentumecerse de la noche, y al ailgratha para despertar. Le hizo una seña a Ional, para que siguiera su ejemplo.

Turno 406

- Si te parece bien, vamos al paso, o como mucho a trotar tramos que veamos fiables en el suelo, como caminitos o sendas. No le vamos a dar la caña que les dimos a las bestias, ya que incluso, aun estando los animales perfectamente, no se ven pequeños agujeros en el suelo. Era una temeridad. Además, estaba pensando que usaría tácticas como las aprendidas de novato, en la instrucción como soldado. - Podemos ir a unos 20 ó 30 metros uno del otro. Más si la visibilidad lo permite. Hizo un gesto despreocupado. - Pero tampoco mucho más. Inspiró profundo: - Así, cada 20 minutos paramos, nos juntamos y nos relevamos de ir delante y detrás. Y explicó: - De esta manera, si hay algo cerca, no nos molestarán para descubrir lo que sea el tener que escuchar las pisadas de la montura del otro, ya que con el rato te vas haciendo a tu "propio ruido", pero no al del resto.

¿Te hace?

hora y media, cada 20 minutos, si empiezo yo, creo que tendría 3 rondas de ir delante, así que hago 3 tiradas.

No se si será lo correcto, pero espero que lo sea.

Turno 406

La noche pasó sin sobresaltos, aunque Leofred no estaba totalmente de acuerdo con la decisión de Larrid de adelantar la salida del día siguiente; con tan poca luz podrían pasar algo por alto o tropezar en el terreno, pero él estaba al mando y deberían obedecerle. Por otro lado, les quedaba tan poco trayecto para adentrarse en las tierras sombrías que probablemente fuese mejor decisión de lo que le parecía a simple vista. A la mañana Leofred recogió sus cepos. Por supuesto, no habían sido necesarios, pero tal vez les fueran de utilidad alguna otra noche en el futuro.

Por suerte para él su guardia había sido la última, y aunque acusaba algo de cansancio no necesitaba desperezarse como los demás. Aprovechó el tiempo extra para recoger la tienda mientras los recién levantados desayunaban y organizaban sus pertrechos, y aceptó la ayuda de Grimbeorn para terminar de preparar su montura, que era la última.

- Con esto habremos ganado un par de horas. Solo cabe esperar que nos crucemos con Ibenar para dar alcance definitivamente a esos orientales. -

Turno 406

El joven dunadan cogió su montura como hizo Freagulf y siguió a su compañero con las riendas en la mano hasta haberse alejado de los demás. Al rato, montaron y entonces el rohirrim le hizo una propuesta de marcha. Ional escuchó atento lo que éste le iba diciendo. No era mala opción ir como mucho a trote, pues era de noche y si corrían más podrían tropezar con algo y hacerse daño o incluso ruido y ser descubiertos. También habló de la distancia, cosa que entendió perfectamente, pues debían estar cerca el uno del otro pero no pegados, así captarían mucho más de lo que ocurría a su alrededor. Y a cada cierto tiempo relevarse de ir uno delante y uno detrás para comentar lo que han visto y para saber el uno del otro.

Me parece bien, si quieres empiezo yo delante y tú me sigues.

Con estas comenzaron a cabalgar al trote teniendo cuidado de dónde pisaban sus caballos.

Turno 406

Gwalin pasó la guardia de la noche concentrado en mirar los alrededores, pero relajado apoyado en un árbol cercano. Fumaba muy despacio en su pipa y permanecía atento a lo que acontecía a su alrededor. Sus ojos, acostumbrados a la oscuridad de las profundidades de la tierra, escrutaban las cercanías del campamento intentando descubrir cualquier cosa que le pareciera extraña o que se moviera en la oscuridad. Pero todo pareció estar en calma.

Se desperto de bastante buen humor. A pesar de que sabía que le tocaba otra jornada a caballo, también sabía que estaban lo suficientemente cerca de sus enemigos como para que dieran con ellos durante esta misma jornada. No tenían tiempo de desayunar como habían hecho estos días y solía hacer el enano, pero tampoco le importó. Cogió un poco de manteca, dio unos cuantos mordiscos al pan y bebio varios tragos de vino para pasar la manteca. Recogió todo como si lo tuviera mecanizado y al momento estaba listo para partir.

Como esperaba encontrarse con los orientales, se había pertrechado con todas sus partes de armadura que disponía: cota de mallas, grebas y brazales y casco. A su espalda, llebaba el hacha y el escudo, como de costumbre. Pero esta vez lo llevababa con un nudo corredizo que le permitía soltarlo con más facilidad en caso de necesitarlos.

Una vez listo, miró su entorno y luego a sus compañeros. No quería que por no estar atento se le escapara algo que pudiera ser relevante.

-Grrmmm -gruñó levemente mientras asentía a las palabras de Leofred. No sabía si eso sería suficiente, pero por lo menos les acortarían un buen trozo.

RESOLUCION TURNO 406
 

El grupo se puso en marcha. Sus ojos estaban puestos en el terreno, tenían que asegurarse de que las patas de sus caballos no tropezaban con alguna raíz, o se metían en alguna madriguera, eso sería fatal. Por supuesto no dejaban de echar largas y furtivas miradas al horizonte. Querían ver algo, a sus amigos; o quizás era mejor no hacerlo, si eran orientales los que aparecían. Continuaron adelante.

Edan abría la marcha, pero sus dudas a la hora de elegir una ruta adecuada, hicieron que pronto Grimbeorn se pusiese delante. Podía ser por su mayor capacidad de observación, o sencillamente suerte, pero con las primeras luces, el animista empezó a guiarlos con cierta habilidad. Todos lo seguían, en fila, sin poder acrecentar el ritmo, pero a un paso seguro. Avanzaron un largo tiempo, tanto que, casi sin darse cuenta, la oscuridad comenzó a menguar. No podía decirse que fuese un amanecer, pero la luz del sol ya comenzaba a teñir en azul el cielo aun estrellado. Según el cielo clareaba, pudieron ir más deprisa.

Hasta aquel momento, no habían visto nada sospechoso, ni en los flancos, ni al frente. No había señales de sus enemigos, aunque tampoco de Freagulf e Ional. Tendrían que continuar para llegar junto a ellos, o para alcanzar su objetivo. En silencio, lo hicieron, poco a poco, vigilantes…

RESOLUCION TURNO 406
 

Ambos hombres seguían cabalgando. Se intercambiaban al frente para mantenerse alerta, atentos al terreno y cuanto los rodeaba. El frio de la mañana los hizo acurrucarse bajo sus capas. El aire se colaba helado, acuchillando la carne y haciéndoles recordar que aquel paraje era más peligroso de lo que pensaban.

Continuaron su camino, no tardaron demasiado en vislumbrar a lo lejos, lo que parecía ser una hoguera encendida. Ya amanecía, y a lo lejos un punto de luz, el de un fuego, dejaba escapar una tímida columna de humo. De inmediato ambos edain descabalgaron, y trataron de ocultarse, temerosos de ser detectados.

Turno 407

No dudó en hacer que los caballos se acurrucaran también, y estando ya agachado preguntó a Ional: - ¿Prefieres acercarte tú y me quedo con los caballos o al contrario? No pensaba que les hubieran detectado. Los orientales para estas cosas son muy poco discretos y sus tácticas especialmente directas o poco sutiles. La duda era … ¿Son ellos? O puede que hubieran encontrado un rescoldo ya abandonado … o incluso que pueda ser otro grupo de viajeros.

No quería demorarse, ya que cualquier información para el resto podría ser importante, incluso su dirección, para flanquearles y emboscar al enemigo en algún punto que les diera cierta ventaja.

Turno 407

- Deberíamos haber acordado con Freagulf e Ional una hora para la pausa, o no les daremos alcance a menos que se detengan por su propia decisión. - se lamentó Leofred. En todo caso, aún no había motivos para alarmarse; apenas acababa de amanecer, y Freagulf parecía conocer bien a los caballos para saber cuando no podrían continuar, pero el bardo ya esperaba con ansia verlos volver en dirección opuesta con buenas noticias.

Con las primeras luces, por fin fueron capaces de aumentar el ritmo, aunque de poco les servía para guiarse. Solo les quedaba seguir avanzando en la dirección prevista y continuar observando el horizonte.

Turno 407

Gwalin iba atento en la retaguardia del grupo con la mirada atenta a cualquier cosa que pudiera pasar, pero buscando en la oscuridad a sus compañeros que se habían adelantado. Se sentía como en una especie de calma justo antes de que viniera la tormenta, pues no estaba nervioso y se sentía relajado, pero ansiaba encontrarse con los orientales.

La claridad comenzaba a dar color a todo lo que les rodeaba y eso quería decir que había avanzado bastante tiempo en busca de sus compañeros, de Ibenar y de los orientales como para saber algo de alguno de ellos. No creía que les hubiera pasado algo malo pero nunca se sabía y eso si que desesperaba al guerrero.

-Grrrrrmmmmm. Sí, deberíamos estar cerca de Freagulf e Ional -gruñó el enano coincidiendo con su compañero Leofred-. Y tendríamos que saber algo de los orientales...no me gusta 

Turno 407

El frío les cortaba la cara y las manos, que era lo único que el dunadan dejaba a la intemperie, la cara para poder ver a donde ir y las manos para dirigir y llevar las riendas del caballo. Sin embargo Ional no se quejó, siguió a Freagulf cualdo le tocaba y dirigía la marcha cuando también le tocaba.

Al final vieron en la lejanía un punto de luz. Sin duda alguna era un fuego hecho para calentarse en este tiempo. Tenían algo, aunque no sabían si era el espía de Larrid, los orientales, o alguna persona perdida que se calentaba en la fría mañana. Desmontaron y se arrastraron hasta que se acercaron lo que creyeron que era prudente. Hicieron tumbar a los caballos para que no los descubrieran y luego intentaron ver algo más. Pero aun estaban lejos.

Entonces a Freagulf se le ocurrió la idea de que uno de los dos se acercara y viera quién estaba allí. Sin pensárselo dos veces el dunadan se propuso voluntario.

Yo iré. Si encuentro algo que merezca la pensa ser contado vuelvo y te lo cuento. Si me capturan gritaré para que puedas volver y decírselo a los demás. Si es Bradil hablaré con él.

Turno 407

Tan absorto estaba Grimbeorn buscando agujeros, raíces o piedras con las que los caballos pudieran tropezar en la oscuridad que adelantó a un dubitativo Edan sin siquiera cruzar una palabra. Mucho menos se dio cuenta de que guiaba al grupo.

No fue hasta la llegada del amanecer y las palabras de Leofred que el norteño pareció salir de un trance. Miró a su alrededor y constató, efectivamente que no había rastro de Freagulf ni Ional. Tampoco había orientales a la vista. Aunque no descartó que la distancia que separaba a ambos grupos fuera mayor que la estimada, el animista comenzó a preocuparse.

- Pudiera ser que nos hayamos desviado en la oscuridad. - Grimbeorn no las tenía todas consigo. Tal vez, ocupado como había estado evitando obstáculos, hubiera perdido las huellas de su avanzadilla y seguido una ruta divergente.

Turno 407

Chocó la mano y asintió alabando el valor del compañero y para desearle la mejor de las suertes. Tras eso, tomó ambas riendas con una sola mano. Entonces se preparó. Dejó el escudo embrazado, ya en la mano izquierda, tomando posteriormente las riendas con esta; y aunque la espada estaba en la vaina, la tenía muy presente. Acarició por turnos a las bestias, con la mano libre, para que quedasen tranquilas. Tras eso, y ya no estando Inoal cerca, su arma salió a la luz. La mantenía baja para que nodestellase, pero sin soltarla, más que el segundo que tardaba en acariciar a cada bicho, de cuando en cuando.

Turno 407

La madrugada no arrojó mucha luz. Y ante las dificultades que encontró para orientarse, Edan dejó que Grimbeorn se pusiese delante. El hombre de los bosques parecía tener un sexto sentido para encontrar el camino adecuado y el grupo, aunque lento a causa de la visibilidad, avanzó con mayor premura.
El tiempo pasaba, pero seguian sin noticias de la avanzadilla. Algunos empezaban a ponerse nerviosos, pero Edan no le dió demasiada importancia. No parecía probable que se hubiesen desviado mucho en un terreno como aquel. Y de hacerlo, ahora que el sol asomaba por el horizonte no tardarían en dar con ellos.

A pesar de todo, no dejaba de vigilar en la distancia entornando sus ojos para escrutar cualquier movimiento sospechoso en las lejanias.

Un clarificador silencio gobernaba la comitiva, todos escuchaban, y muy pocos se atrevian a romper aquel silencio con palabras vacías.

RESOLUCION TURNO 407
 

El grupo continuó guiados por Grimbeorn. Algunos temían no dar con sus compañeros, ciertamente era complicado seguir sus huellas y podrían adelantarlos o seguir una ruta ligeramente distinta. El animista estaba teniendo bastante acierto con su tarea, evitando zonas demasiado húmedas o especialmente plagada de madrigueras. La ruta era clara, sabían dónde se dirigían, su destino, pero si querían encontrarse con sus compañeros, necesitarían encontrar alguna huella.

Pronto amanecería definitivamente, aunque por el momento la luz aún era algo escasa. Larrid pidió descabalgar y localizar el rastro de sus compañeros para asegurarse de que no habían desviado, y que realmente los perseguían. Llevaría algo de tiempo y eso comenzaba a hacerle dudar sobre si la idea de separarse había sido correcta, pero llegados a ese punto, no había más remedio que aceptarla. Mientras sus compañeros buscaban las pistas, Larrid y Gwalin se mantendrían alerta, dejando que los demás pudieran centrarse en la tarea.

RESOLUCION TURNO 407
 

Tratando de no hacer ruido, los dos hombres descabalgaron, y trataron de que sus monturas se tumbasen. Cansadas como estaban, no les costó demasiado ocultar las monturas echándolas en el llano, fuera de la vista. En el crepúsculo, trataban de decidir el siguiente paso a dar. No querían aventurarse y encontrar al enemigo siendo solo dos, por lo que decidieron que uno de ellos se adelantaría. Mientras el otro aguardaría junto a los animales, por si había que salir a toda prisa para alertar a sus compañeros. Ional se ofreció para acercarse, si algo salía mal, gritaría para alertar y dar una oportunidad al ailgratha.

Ya convenido, Freagulf se quedó agazapado tras un montículo, listo para actuar. Ional se dirigió decidido hacia la hoguera, bajo la atenta mirada del explorador. Estaba lejos, pero tenía que tener cuidado, por lo que el tiempo que se tomó para llegar fue más largo de lo que parecía. Al cabo de un buen rato Ional llegó, lo suficientemente cerca como para poder ver bien, pero también como para mantenerse a cierta distancia de seguridad.

El montaraz pudo ver una figura, tumbada muy cerca del suelo, pero nada más. No vio orientales, ni caballos, tan solo un hombre recostado de cara al fuego. No podía verle bien de espaldas y tapado con su manta. Estaba a una veintena de metros, preguntándose si era conveniente acercarse, o no. Atrás, a doscientos metros, los caballos y Freagulf esperaban, sin saber bien lo que ocurría.

Pasó un rato, nada parecía indicar que alguien anduviese merodeando, pero por supuesto, no podían estar seguros. Podrían esquivarlo y continuar, acercarse a ver de quien se trataba, o sencillamente esperar a sus compañeros. Tenían que tomar una decisión.

Turno 408

Gwalin miraba su entorno pero no encontraba nada y eso no le gustaba. Habían decidido descabalgar para no hacer tanto ruido y para ver mejor las huellas que seguían ya fuese las de los orientales o las de sus compañeros que hacían de avanzadilla. Pero a pesar de que las seguían, no encontraban ni a un grupo ni a otro. No podía ser, tenían que dar ya con ellos, pues el día comenzaba a despertar y eso quería decir que sus enemigos se pondrían en marcha a poco tardar.

El enano no dejaba de fijarse en cualquier signo que le indicara que había alguien en las cercanías. Su privilegiada vista de los de su raza, acostumbrada a la negrura de las oquedades terrestres le permitía ver en aquella oscuridad con lo que tenía una ventaja que pensaba aprovechar, por lo que no dejada de otear en todas las direcciones para descubrir cualquier cosa. Esperaba que no se hubieran equivocado y hubieran seguido bien el camino, esa posibilidad le inquietaba.

Turno 408

El Ailgratha esperaba ansioso, y procuraba, tanto para estar más seguro de que los caballos no protestaban como para mantener sus nervios a ralla, les acariciaba con amabilidad, pero su impaciencia se tornó en incertidumbre y esta en inseguridad. Intentó averiguar por donde estaba tanto Ionar, como mirar en derredor, o incluso poner el oído, ya que podría ser lo que delataría a un enemigo.

- ¿Y si hemos encontrado al amigo del "jefe"?

Pensaba para si bastante preocupado. De todas maneras, tampoco sabían si era un señuelo, para que otro, más discreto, investigase o emboscase a aquellos que se acercaban. En este caso nosotros 2.

Estaba alerta.

Turno 408

Grimbeorn desmontó, como había indicado Larrid, mientras seguía sopesando la posibilidad de haberse desviado en la oscuridad. Si bien el norteño no despreciaba esa posibilidad, prefirió no dejarse llevar por el desánimo; quizás, con las primeras luces del día, les sería más fácil ver a sus compañeros en la distancia, ya que el terreno no era excesivamente accidentado.

- Voy a comprobar el terreno en aquella zona. - El animista señaló en dirección a una charca que había evitado unos minutos antes por considerarlo suelo problemático. - Aunque la haya rodeado, me pareció ver algo y quiero descartar que fuera una huella de nuestros exploradores.

Por si acaso, empuñó su lanza mientras avanzaba y usó el asta de arma para sondear el suelo antes de pisarlo o apartar la vegetación que pudiera ocultarle algo a la vista.