Partida Rol por web

Turno 607

La noche en vela había sido despiadadamente infructuosa, pues al hecho de que no hubieran aparecido los orientales, se le unía el hecho de que el cansancio se acumulaba en sus cuerpos como si de una losa se tratase. A parte, Gwalin seguía con su particular calvario mental, preguntándose cada momento si era veraz aquello que sólo él había sido o simplemente su mente le jugaba una mala pasada al encontrarse en aquel siniestro lugar.

Sin poder apartar aquella sensación de impotencia y frustración de su cabeza, el naugrim comenzó a recoger sus pertrechos. Se quitó y empezó a doblar la manta que se había puesto por los hombros, pues aunque hiciera frío, el enano no lo sentía, prevalecía su quebradero de cabeza a las sensaciones corporales. Si se había puesto la manta era para que su armadura de mallas se ocultara a la vista de los orientales, pero al no aparecer, su angustia y su sinrazón aumentó en la mente de Gwalin.

Pero en ese momento lo oyó. Era sin duda un ruido de cascos que se veía aumentado por la angostura del terreno y la reververación de que el sonido provocaba al chocar contra las paredes. Pero eran cascos y venían a galope. 

Gwalin dejó caer la manta e instintícamente se agachó a coger su hacha y su escudo, justo cuando dos flechas se clavaron en las cercanías de su campamento. Al levantarse Gwalin era otro. Una sonrisa apareció en la cara del guerrero acompañada de una mirada fría como el acero de su hacha. -No estaba loco, estabais ahí -dijo en bajo el enano sin dejar de mirar a sus contrincantes un solo segundo.

Aferró con fuerza su hacha, se agachó y enarboló su escudo para defenderse de la carga pero sobre todo de las flechas que pudieran tirarles mientras se acercaban. El guerrero esperó a que estuvieran lo suficientemente cerca como para atacarles. Y también esperó a ver si Larrid les gritaba el plan de acción.

Turno 607

La vigilia de aquella noche la recordaría como una de las mas tediosas de su vida. A medida que avanzaba la noche el tiempo parecía pasar más y más despacio. Cuando terminó la primera guardia había nerviosismo, cuando terminó la segunda, algo más que dudas les cruzaban la mente a todos. Leofred se había descubierto cabezeando más de una vez y únicamente no se había terminado durmiendo por voluntad, suerte, y más de un aviso de sus compañeros. Cuando la luz del sol comenzó a aparecer en el horizonte, todos se sentían frustrados y no poco enfadados.

Mientras recogía sus pertenencias el bardo casi tenía ganas de patear su escudo por haber perdido una noche de merecido sueño, pero entonces cayó la primera flecha, y luego la segunda. Finalmente los orientales habían decidido tenderles la emboscada, siempre un paso por delante; no solo les habían hecho desgastado durante la noche sin hacer nada, también habían esperado refuerzos y ahora los igualaban en número, pero aquello no significaba que la situación estuviera pareja.

El primer pensamiento del bardo fue que tenían todo en su contra. Se enfrentaban a guerreros experimentados y grandes jinetes y, en pocos momentos, también estarían rodeados. Leofred ni siquiera era un combatiente experimentado; su mirada cambia de su espada a los jinetes enemigos, luego a sus compañeros, y finalmente a su caballo. Solo se le ocurría una maniobra, era arriesgada, pero en ese momento no resolverían sus problemas tomando decisiones fáciles.

De un salto subió a su caballo y tomó las riendas, en aquél momento debía ser veloz... - intentaré distraerlos todo lo que pueda. No dejéis que os rodéen. - y tras aquellas breves palabras, Leofred salió cabalgando a toda velocidad bordeando a los jinetes antes de que les cerrasen completamente en círculo, y mientras se acercaba a su flanco sacó a la luz el amuleto que llevaba el explorador oriental que mataron hacía un par de noches, mientras les increpaba a gritos - ¡Eh, sucios hijos de mil padres, adivinad de quién es esto! ¡Os está bien merecido por dejar atrás a los vuestros para que murieran; espero que alguno de ellos fuera vuestro hermano!... - eran solo algunos de la retahila de insultos y agravios que se le ocurrían. Ni siquiera sabía si los orientales hablaban su mismo idioma, pero lo que pretendía era que les cegase la furia y lo persiguieran. Por lo que había visto los jinetes que venían de más adelante no tenían arcos u otras armas de tiro y aquello era la única esperanza que tenía; seguir corriendo y distrayendo a cuantos pudiera hasta que sus compañeros se sobrepusieran a la fuerza dividida de los jinetes. Luego podría volver; claro, si es que seguía con vida...

Turno 607

El soldado, tras la noche en vela, también mostraba síntomas de cansancio. Se sumaba además su lamento por no haber acertado. Su plan contaba con una incursión silenciosa del enemigo, no con una carga a caballo. Pero allí estaban, y para bien o para mal, el ansiado encuentro había llegado.

- ¡A las armas! - grito - ¡He aquí el ansiado encuentro, acabemos con ellos! - arengaba mientras el mismo desenvainaba la espada y se preparaba se preparaba para montar. Desde su caballo tendría mas oportunidades, las cosas se igualarían.

- ¡Los arqueros, acabar con los arqueros! - debían ser su primer objetivo, si es que eran capaces de legar hasta ellos.

Turno 607

Los dos exploradores (#4 y #6), uno por cada lado del ataque, redujeron su marcha hasta casi detenerse. Eran hábiles con el caballo, casi tanto como los rohirrim, quizás incluso más. Sin usar las manos, ocupadas con los arcos, dirigían a placer sus monturas. Decididos sacaron otra flecha de su carjac, y sin pensarlo ni apuntar demasiado, volvieron a disparar.

Turno 607

Los guerreros emitían agudos y estridentes gritos de guerra, mientras azuzaban a sus caballos para ir aun mas rápido. Espadas en mano y con los escudos bien embrazados, se preparaban para una primera embestida. El daño seria mas el de los animales golpeando los cuerpos del enemigo, que los que su filos podrían hacer. No por ello dejarían de intentar ensartarlos.

Turno 607

Aquella última noche fue bastante mala. Bajo la sospecha de un ataque nocturno, Grimbeorn apenas había pegado ojo. Quizás una cabezada aquí y allá antes de recordar la amenaza y despertarse de nuevo. Todo para nada. Despuntó el alba, el animista recogió sus cosas, dobló su manta... Y entonces todo se desató.

Con las luces del amanecer llegó el ruido de cascos al galopar. Los orientales aparecieron a caballo, en un ataque por ambos flancos, aunque no muy bien planeado. Si se centraban en los dos que llegaban desde su retaguardia, podrían...

Si el norteño esperaba cualquier mínimo atisbo de coordinación, con aquel grupo parecía imposible. Leofred saltó a lomos de su caballo y salió corriendo y gritando improperios a los orientales. Larrid no se quedó atrás y también se dispuso a montar, mientras parecía ser arrastrado por un irreflexico ardor guerrero. Por el momento, el único que seguía en el suelo, presto a enfrentarse a una carga, era el enano.

-¡Araw, que tu voluntad insufle fuerzas en los brazos del naugrim y firmeza en sus pies!

Turno 607

Los gritos de alarma de Larrid y sus compañeros le obligaron a girarse dejando a un lado los aperos que se disponía a cargar en su caballo. Y lo que vió no le gustó nada.

Dos hombres se acercaban por retaguardia y 4 más lo hacían desde el otro lado de la boca del infierno. A pesar de todo el empeño que habían puesto en propiciar el ataque del enemigo, estés les habian soprendido.

La anticipación que habian buscado para poder controlar el entorno de la batalla se habia transformado en un precipitado alzamiento de armas. Los orientales ya cargaban contra ellos, iban a caballo y Edan pudo comprobar que varios de ellos iban mejor equipados que los Sagath que se habian cruzado hasta el entonces. En ese momento fue consciente de su precaria situación y un miedo incontenible amenazó con desbordarlo.

No se trataba de los huidizos exploradores que habian terminado con la vida de Freagulf e Ional. No, aquellos eran guerreros, hombres fieros y despiadados, hechos de una pasta completamente diferente. Estos enemigos no tratarían de huir como habian hecho sus paisanos la anterior ocasión. Defenderían con acero cada metro que ganasen y se cobrarian con sangre cada pequeño error que cometiesen. Supo que en condiciones normales no tendría la más minima posibilidad ni tan siquiera contra uno solo de ellos.

Pero por fortuna para él, su montura estaba a su lado y disponian de una extensa parcela de terreno llano para cabalgar, y cuando Edan cabalgaba... su cabeza daba un vuelco y el mundo se le mostraba bajo un prisma diferente.
La sombra que arrojaba cuando montaba se agrandaba a cada paso del animal, con cada viraje su figura se volvía mas amenazadora, y su confianza crecía en sintonía. Nada se le daba mejor al joven Rohir que dominar las querencias de su montura.
Era un talento innato, "una cuestión de amistad", como él solia decir. Le bastaban unos minutos para desvelar el carácter del animal, y con él descifrar sus más intimos placeres y temores, era capaz de anticipar la más inesperada de las reacciónes y hacer que el animal cumpliese su voluntad con apenas un movimiento de cadera. Hasta tal punto era así, que a muchos les parecía cuando lo veian, que hombre y cabalgadura eran un único ente.

Sin perder un segundo, Edan embrazó su escudo y se encaramó al animal de un ágil salto. Desenvainó y con un leve golpe de espuela hizo que su caballo se virase hacía los dos orientales que cargaban desde retaguardia.
El animal despegó con una suavidad tal, que resultaba difícil creer que hubiese avanzado tantos metros. En un suspiro se plantó enfrente de sus adversarios. Su primer objetivo fué el arquero, tal y como Larrid les habia ordenado.

Turno 607

El gondoriano se preparo para lo inevitable. El ataque oriental había llegado al fin y, aunque no era lo que esperaban, tenían su oportunidad. No sabia decir si estaban en desventaja, pero la visión de los caballos cabalgando hacia ellos le amedrentaba.

Con decisión tomó su arma, y se aferro a ella con decisión. Dudaba si subirse el mismo al caballo, o esperar a que ese primer envite pasase. No era demasiado hábil en la monta, aunque si que había tratado con los animales de su señor en multitud de ocasiones. Finalmente decidió que su falta de habilidad podría ser un problema, su posición seria mejor si se mantenía con los pies en la tierra.

No bastaría con mantener la posición, con la mano libre agarro las riendas de su caballo, y lo colocó a modo de parapeto entre él y los contrincantes. No había porque ponérselo fácil.

RESOLUCION TURNO 607
Asalto 1
 

Con la luz del nuevo día, el viento fresco de la mañana y con el cansancio acumulado tras una noche en vela, el ineludible encuentro llegó al fin. No era el mejor momento, Larrid previó otro escenario, pero no todo salió bien.

Los caballos del enemigo se acercaban a galope en una carga que, sin duda alguna, resultaría brutal. Los Desde vanguardia el arquero (#4) fue capaz de sacar rápidamente una nueva flecha de su carjac, y con asombrosa habilidad, pero con poco tiempo para asegurar su tiro, disparo contra Leofred. El bardo había optado por tratar de engañar al enemigo, enseñando un colgante recuperado del oriental que Gwalin había matado. Monto con un rápido y ágil movimiento, para después espolear a su caballo y alejarse de la batalla. Quería que lo siguieran, pero lo único que consiguió fue que recibir un flechazo. Afortunadamente la premura del arquero hizo que la flecha solo lo golpease con un ángulo demasiado amplio como para penetrar. Aun así, sintió el latigazo chocando contra su la armadura. El arquero trató de detenerse, quedarse a cierta distancia, desde la cual podría hacer más daño.

Grimbeorn no era el guerrero mas avezado, y era consciente de ello. El era alguien con ciertas capacidades para hacer el bien, curar y llevar una vida dedicada a la contemplación y la oración. Pero las circunstancias habían desembocado en aquella situación, y había que actuar. Una vez más pidió los favores de Örome. Su bendición no seria pedida para él mismo, si no para Gwalin, a quien creía mejor situado y con mas posibilidades de derrotar a algún enemigo. Uno de los aisdrags (#1) se acercaba a galope tendido, fue quizás lo que le hizo desconcentrarse. Todo el poder del valar atravesó el cuerpo del animista con demasiada ferocidad. Se turbó, quedando desorientado y a merced de su enemigo. Pero los avatares del destino quisieron que aquella perturbación, de algún modo, afectó al oriental. Fallo su lanzazo cuando el arma tropezó con los correajes. Su caballo se encabrito justo delante de Grimbeorn haciendo esforzarse al jinete para no caer y obligándolo a tratar de volver a tomar el control.

Gwalin esperaba, bien posicionado en tierra y con su arma lista, la llegada de uno de los jinetes. Pagarían cara la carga al enfrentarse a un enano y su hacha. El oriental (#3) llegó raudo a lomos de su caballo, y dio un lanzazo directo hacia el enano, pero este pudo evitar el golpe desviándolo con el hacha, mientras lograba esquivar ser golpeado por el animal. El hueco dejado por su hábil movimiento fue usado por el naugrim para descargar su arma contra el aisdrag. Pero fue un ataque comedido que tan solo logró golpear la pierna de su oponente, con fuera peri sin mayores daños.

Larrid se apresuró a montar, era su medio y sabia que la ventaja de ir a caballo era necesaria en esos momentos. Ágilmente puso un pie en el estribo de un solo salto subió a horcajadas de su montura. Se giro con rapidez, justo cuando caía sobre él uno de los aisdrags (#2). El oriental apunto estuvo de ensartar su lanza en la cabeza del etheod, pero fue lo suficientemente rápido como para desviar el arma en el ultimo momento. En consecuencia, la respuesta de Larrid fue demasiado débil y desacertada, apenas rozó a su enemigo.

Desde retaguardia, el otro sagath (#6) también cargó con celeridad un nuevo proyectil y, con acompasados movimientos siguiendo a los de su caballo, lo colocó en la cuerda para volver a disparar. La saeta cruzo el aire, para clavarse limpiamente un par de metros por delante de Hallfrid. El gondoriano trataba de parapetarse tras su caballo tirando de las riendas con una mano, mientras con la otra alzaba su lanza para atacar al arquero cuando pasara a su lado.

Edan fue a por él. Decidido montó en su caballo y cargó contra el sagath. Pero junto a el cabalgaba uno de los aisdrags, que interceptó al rohir y cruzo armas con él. Éste se vio de repente golpeado por una certera lanza que logro golpearlo en el antebrazo a pesar de llevar su escudo bien embrazado, además, se las ingenió para aprovechar la inercia del golpe para voltear la lanza y herir también a Edan en la pierna mientras pasaba de largo.

El arquero cruzó peligrosamente por mitad del campamento, para posicionarte al otro lado, a buena distancia desde la que seguir disparando. Larrid, justo cuando pasaba al otro lado del caballo con el que se protegía y aprovechando su lanza, logró golpear con ella al soldado enemigo. Lo hizo muy levemente, quizás si no se hubiera interpuesto su montura en medio podría haber hecho mas daño. Su lanza no logró penetrar la armadura del sagath, que continuó su camino algo dolorido.

Turno 608, Asalto 2

Polvo, brillos y colores y distintos sonidos se mezclaban tras aquel primer envite. Los caballos en su galope, movieron la árida tierra provocando que una nube de polvo les acompañara. Sus armaduras y armas metálicas, brillaban con los primeros rayos de sol, contrastando con sus coloridos ropajes y los acres y negros del entorno, haciendo que todo fuera un torbellino de colores. Pero lo que más destacaba, como en cualquier enfrentamiento, eran los sonidos: el chocar de piezas metálicas, las pisadas de los cascos de los caballos en su carrera, los gritos de los combatientes en sus ataques o recibiendo sus heridas. Una mezcolanza de sonidos que se intuían en tan solo unos segundos de aquel primer lance. Era la batalla, había que centrarse en el enemigo y dejar lo demás a un lado.

Su hacha había probado la sangre del oriental aunque por poco recibe el mismo saludo por parte de su oponente, pero en el último momento había logrado esquivar la lanza de éste con su hacha. El guerrero enano se giró siguiendo el movimiento que llevaba el jinete en su carga, así sabría en todo momento cuál era su posición y además podría ver cómo se distribuía la lucha en su derredor.  

Lo que vio el naugrim le dejó preocupado. En tan solo unos segundos, que es lo que había  durado la carga de los orientales, era todo un caos que, a ojos del guerrero enano, no les beneficiaba en absoluto. Cada uno de sus compañeros había decidido hacer una cosa diferente, consiguiendo que se abrieran huecos en la defensa del campamento. Sus enemigos, en su ataque, habían logrado meterse de lleno en el campamento. Su mente de guerrero naugrim recordaba la férrea fila de escudos enanos frente a un enemigo y aquello era todo lo contrario a algo férreo, menos a una fila, ni siquiera a un campamento, ni a una defensa de nada.

-¡¡¡Aaaaaaaargggg!!! -gritó de rabia el enano al darse cuenta de aquel desorden. Miró a un lado y a otro para saber el estado de sus compañeros y entonces descubrió que Grimbeorn parecía estar desorientado, a la vez que se batía contra otro oriental. Lo bueno es que lo tenía cerca, ofreciéndole su espalda. 

Gwalin no se lo pensó y tras dar un paso atacó al oriental que atacaba a su compañero animista.

-¡¡Nadie se mete con mis amigos sin probar mi hacha!! -rugió el enano mientras lanzaba su ataque contra el oriental montado.

Turno 608, Asalto 2

Grimbeorn no estaba muy seguro de lo que pasaba pero, por algún motivo, comenzó a sentirse intranquilo. Tenía la extraña idea de que, en cualquier momento, el cielo se abriría y Araw, enfurecido, haría acto de presencia para abatir al animista con una flecha centelleante. Aquel pensamiento era tan sobrecogedor que el norteño apenas reparó en el oriental que a punto estuvo de arrollarle con su caballo. Pero, de alguna forma que el hombre del bosque no acertaba a explicar, el arma del oriental no hizo blanco y su oponente comenzó a forcejear con su montura para mantenerse montado. No estaba muy seguro del para qué, pero Grimbeorn aprovechó para embrazar lanza y escudo, aunque no tenía muy claro si quería defenderse de la amenaza real (el aisdrag) o de la cólera de Araw.

Turno 608, Asalto 2

Su caballo respondió bien a sus órdenes y en seguida se había alejado de la zona del campamento en su intento por alejar a los orientales, pero entonces sintió un dolor lacerante en el hombro. Los jinetes le habían ignorado, y tan solo un arquero le había seguido lo suficiente para atinar a dispararle; tenía la camisa desgarrada y la sangre se derramaba lentamente allí donde la flecha le había acertado, pero por suerte había sido solo un rasguño; Leofred no era un guerrero experimentado como Edan o Gwalin, y no llevaba ni una delgada armadura de cuero por la simple razón de que le estorbaba, tal vez aquél sería el día de arrepentirse por ello.

Sin duda, había intentado atraer su atención, pero desde luego no de aquella manera. Continuar cabalgando no tendría sentido, el arquero lo acribillaría mientras siguiera a tiro y después se volvería contra sus compañeros. - maldita sea mi suerte. - La única salida que le quedaba era acercarse a una distancia donde su arco no sirviese de nada y rezar sus plegarias; combatiría con las cartas que el destino le había concedido.

Tomando las riendas de su montura para que girase en redondo contra el jinete arquero, Leofred echó mano a sus armas y se preparó para intercambiar golpes y luchar por su vida.

Turno 608 - Asalto 2 La maniobra del guerrero lo sorprendió. Edan había ditigido a su montura hacia la derecha, buscando el flanco izquierdo del arquero, pero no contó con que éste se frenaría dejando eapacio para que su compañero se interpusiese. Si no hubiesen venido al galope quizas hubiese tenido alguna oportunidad, pero la fortuna le fué esquiva una vez más. El guerrero lo alcanzó dos veces, fueron dos golpes duros y Edan supo que de no ser popor sus protecciones, ahora mismo estaría rodando por el suelo, o algo peor. El dolor le atenazó los músculos, pero fué el miedo lo que lo detuvo. Aquellos rivales lo superaban en todo, nisiquiera a lomos de su montura representaba un obstáculo a su altura y eso lo turbo profundamente. Un intenso instinto de supervivencia lo dominó ascendiendo desde su pierna, como guiado por el dolor que le recorría los nervios. Por un momento solo quiso huir. Poner su montura al galope y abandonar aquel infierno sin mirar atrás. Con suerte nadie se molestaría en perseguirlo. No se consideraba un cobarde y aquella idea le avergonzaba, pero era un impulso innato, ingobernable. Miró atrás esperando ver un desastre entre sus compañeros, algo que hiciese mas fácil tomar aquella decisión. Algo con que poder justificarla para vivir mejor consigo mismo. No queria morir. Todavía era joven y le quedaba una larga vida por delante, llena de placeres y aventuras. Desde el priner día habia intuído que no debía haber aceptado aquella misión. Agranil, Larrid...les habian dado demasiadas indicaciones y muy pocas certezas. La Misión le habia parecido demasiado arriesgada desde el principio, y el pago escaso. Solo podia pensar en lo estupido que habia sido, su vida pendía ahora de un hilo por unas cuantas monedas, y unos salvajes sanguinarios estaban a punto de terminar con su vida, como ya habian hecho con la de Freagul, Ibenar e Ional y todo por inmiscuirse en una guerra que le era ajena. La necesidad lo habia llevado a aceptar el encargo, y ahora esa misma necesidad le gritaba al oído que galopase. Que picase espuelas y gapolase como viento que lleva el diablo sin detenerse hasta poder observar en el horizonte las amplias llanuras de la Marca. Pero cuando se giró no vió ningún desastre. Todos sus compañeros permanecían en pie. Aparentemente en buen estado...de algún modo aquello le infundió ánimos. Pensó que si habian resistido a la primera carga, tal vez ahora las tornas se virasen... Cuando se le pasó el ataque de pánico, reflexionó. Se avergonzaba de si mismo. Si escapaba ahora, probablemente estaría condenando a sus compañeros a una lucha en inferioridad, y los orientales no tardarían en darle caza, solo estaría cavando su propia tumba. Pero si seguía luchando todavía existía una posibilidad. A pesar de la diferencia de nivel con sus adversarios, si conseguía alargar la contienda y dar algo de tiempo a sus compañeros, estos podrian venir a socorrerle. Dió la vuelta a su caballo y se dirigió de nuevo hacia el arquero, virando hacia su derecha. No podian permitir que siguieran disparando sus mortiferas flechas a voluntad. Pero en esta ocasión no perdió de vista al Guerrero que le habia herido. Si intentaba interponerse de nuevo lo estaría esperando. En esta ocasión tomaría muchas más precauciones.

Turno 608
Asalto 2

El arquero (#4) seguía teniendo a tiro a Leofred, detuvo su caballo para volver a sacar con rapidez una flecha y la cargó. De nuevo, sin pensárselo demasiado, disparo contra el bardo.

El explorador (#6) giro su montura con rapidez, pero lejos de volver a lanzarse al ataque, cargó su arma con una nueva saeta. Tenso la cuerda del arco y la dejó escapar en dirección al rohir.

Turno 608
Asalto 2

El guerrero (#3) que estaba junto a Gwalin, no dudó un momento en usar su lanza contra él. Estaba en ventaja, la altura sobre el caballo, la longitud del arma y la estatura del enano, le daban una ventaja mas que clara. No escaparía.

En el flanco derecho otro de los aisdrags (#2) mantenía su personal contienda con el etheod. Su arma iba y venia buscando lacerar la carne del enemigo. Su caballo nervioso bufaba mientras la lanza cortaba el aire, se creía muy superior.

Mientras el jinete (#1) trataba de hacerse con el control de un animal otro de sus compañeros (#5) preparaba un nuevo envite contra el rohir. Lanza en mano fue directo, hacia su enemigo. Esta vez caería.

Turno 608
Asalto 2

El etheod había logrado defenderse de su primer lance. De no haberse puesto a la defensiva, la lanza le estaría atravesando el cráneo. Recuperó la postura, ya sobre su caballo, y espada en mano hizo que su caballo se alzase de manos para acompañar a su primer golpe. No seria el único, uno tras otro su filo busco los huecos que la armadura de su enemigo pudiera dejar a la vista.

Turno 608
Asalto 2

El gondoriano estaba parapetado tras su caballo, no era el menor de los guerrero, pero sabia arreglárselas. En aquel viaje estaba descubriendo que era capaz de mucho mas, de lo que él mismo creía.

Resoluto, decidió agarrar con fuerza su lanza y arrojarla contra el enemigo que se batía con Edan. El rohir había recibido un fuerte golpe, y cualquier ayuda seria poca para lograr superar a sus enemigos. Con fuerza, lanzó su arma para después volverse a parapetar tras el animal.

RESOLUCION TURNO 608
Asalto 2
 

El polvo húmedo se levantaba en el lugar de la batalla. Bajo los cascos de los caballos, saltaban como salpicaduras de tierra suelta, que pesadamente volvían a caer sobre el terreno. En mitad de un estruendo de relinchos, aceros entrechocando y gritos de rabia o dolor, el amanecer seguía su propio camino. Sus rayos relucían sobre las montañas, confiriendo a la escena una mezcolanza de esperanza y desesperación.

Las flechas volaron de nuevo. Por un lado, el sagath (#4) que tenia como objetivo a Leofred, vio como el bardo viraba repentinamente para volverse contra él. Sin dudarlo recargo rápidamente su arco, y soltó una nueva flecha. No le importaba entablarse en el cuerpo a cuerpo, pero el apoyo que estaba dando a sus compañeros era de mayor ayuda desde la distancia, por lo que valía la penas intentar un nuevo tiro. La saeta pasó muy cerca del hombro derecho del dúnadan, perdiéndose detrás de su objetivo. Por su parte, y tras una cabalgada, Leofred quiso asestar un espadazo al arquero. Pero en el camino, tuvo que desenvainar la espada, y no solo eso, sino que también embrazó su escudo. Para cuando llegó junto al arquero, apenas pudo alzar su arma un par de veces, muy erráticas y desacertadas que el sagath no tuvo dificultad en esquivar.

En el otro lado de la contienda, el segundo arquero (#6) vio como el rohir también se giraba para dirigirse hacia él. Como su compañero, colocó otra flecha con rapidez sobre la cuerda de su arma, tenso, y casi sin pestañear lanzó. No falló, golpeando al guerrero directamente en la protección de la pierna. La flecha se rompió al chocar, no llegando a perforar la pieza de armadura, aunque sí provocando con el impacto una magulladura en la pierna que hizo apretar los dientes con fuerza a Edan. Con determinación, el rohir se lanzo contra él. No lo tendría fácil, pues otro de los orientales (#5) se abalanzó contra él mientras iba a por el arquero. Fue cuando Hallfrid entró en acción. Viendo lo que se le venia encima a su compañero, su única opción era arrojar su lanza contra el aisdrag. Así lo hizo, armando el brazo hacia atrás e impulsándose con todo su cuerpo, hizo que su arma saliese despedida. Pero erró en su lanzamiento, el arma de asta solo rozo el torso del salvaje, y su armadura se ocupó de que no le hiriera daño alguno desviando la lanza que perdió tras él.

Edan había previsto un ataque por parte del guerrero, decidió arriesgarse encarando el escudo contra el aisdrag en lugar de hacerlo contra el tirador. El ataque del oriental (#5) a Edan fue brutal. Una estocada directa al cuello que, finalmente, impactó de lleno contra el escudo en una maniobra hábil por parte del rohir. Aunque intentó un segundo golpe, Edan logró alejarse en dirección a su objetivo. Cuando llegó a la altura del arquero, quiso infructuosamente herirlo, pero la galopada el encuentro con el otro enemigo y la mala suerte, hicieron que apenas pudiera rozarlo.

Por su parte, Larrid se esperaba en poner en apuros a su oponente (#2), Una serie de espadazos, tras lograr una buena posición a lomos de su montura, lograron impactar contra el aisdrag. Ni su escudo pudo evitar que uno de los lances abriese una fea herida en el muslo, de la que enseguida comenzó a brotar sangre. El alarido por el dolor se mezcló con un gruñido de rabia. Tanto fue así, que no fue capaz de devolver el golpe.

Grimbeorn seguía tratando de volver en sí, su cabeza era un torbellino de pensamientos, como si un rayo divino la hubiera atravesado. Devia de esforzarse. La creencia de que Örome, Araw como su pueblo lo conocía, fuese contra él, le carcomía. Tenia que reponerse cuanto antes. El enemigo (#1) que había ido a por el sanador, seguía intentando calmar a su caballo que, entre relinchos y cabriolas, se revolvía peligrosamente. Junto a ellos estaban Gwalin y el oriental con el que se batía la cara, ambos enzarzados en combate directo. Cruzaban armas en un intercambio de golpes, en el que el oriental no acertaba a alcanzar al enano. Bien su escudo se elevaba para protegerlo, su armadura lo protegía, o sencillamente los continuos movimientos de naugrim y caballo impedían que el aisdrag atinase. Por el contrario, una serie de acertados hachazos logró golpear el cuerpo del oriental, aunque también chapado en hierro, no sufrió heridas más graves. No olvidaría los golpes recibidos por mucho tiempo.

Inmersos todos en combate, casi nadie advirtió como los caballos de Gwalin y Grimbeorn, huían apresurados de la contienda. Junto a ellos, el ahora liberado animal de Hallfrid, bufaba amenazando seguirlos.

Turno 609
Asalto 3

El jinete (#1) estaba logrando que su caballo se relajase. Poco a poco se sosegaba, aunque aun hacia amago de volver a encabritarse. Sus ojos se posaron en Grimbeorn, que permanecía quieto a su merced. Pronto sufriría bajo su lanza, solo tenia que centrarse sobre su montura.

Otro de los Aisdrags (#2) había recibido un fuerte golpe por parte de su enemigo, la herida de la pierna le sangraba, y su caballo bufaba nervioso. Sin poder hacer nada, tuvo que dedicar sus esfuerzos a mantenerse montado. Su arma en alto, trataba de desviar los ataques de los que era objeto.

El oriental (#3) que estaba en liza con el enano insistía en su ataque. A pesar de haber sido alcanzado en la pierna, sus protecciones le habían librado de un buen tajo. Es mas, su deseo de acabar con el naugrim se había intensificado. Alzó su lanza de nuevo, a la par que su caballo se levantaba de manos. El arma bajó rápida, buscando aguijonear a un enemigo en desventaja.

El guerrero (#5) que había herido al rohir, vio como éste se abalanzaba sobre su compañero. Aunque en un principio quiso seguirlo y terminar lo que había empezado, al girar su caballo se topo de frente con la persona que le había arrojado una lanza. No dudo un solo instante en cabalgar hacia el, con su arma en alto. Pagaría la osadía.

Turno 609
Asalto 3

El arquero (#4) se enfrentaba al bardo, tras ser alcanzado de poco le valía ya su arco. Sencillamente lo colgó del pomo de su silla, y desenvainó su espada con rapidez. Ante la cabalgada de su enemigo, y estando este bien pertrechado con escudo, se mantuvo en una posición defensiva. Trató por todos los medios de desviar la hoja de su enemigo, esperando a tener su oportunidad.

Por otra parte el segundo arquero (#6), también había visto como el que había sido su objetivo lejano, ahora estaba a su lado. Tras el primer envite, dejó caer el arco, para desenvainar la espada que tenia bien a mano en su cinto. Como su compañero, también se mantuvo a la defensiva a sabiendas de que le costaría retomar una posición adecuada para golpear.