Partida Rol por web

Turno 4

Se habían empantanado. Edan no pudo aportar nada nuevo. Las huellas terminaban allí, como si los orientales se hubiesen esfumado en el aire, o se los hubiese tragado la tierra.

Larrid dudaba, y mientras Leofred interrogaba a los presos, el resto permanecía ocioso. Lo más que podían hacer era vigilar los alrededores mientras Larrid decidía cuál sería el próximo paso.

Por lo poco que entendió de la respuesta de los orientales, el joven de la Marca dedujo que no estaban por la labor de colaborar.

Me juego la asignación a que lo único en lo que quieren colaborar es en cortarnos el gaznate en cuanto tengan la ocasión... respondió al enano, dejando en el aire su órdago, por si algun temerario se arriesgaba a aceptarlo.

Gwalin estaba nervioso. El sol apretaba en lo alto y sus rayos infernales rebotaban en las laderas pedregosas reflejandose en todas direcciones. Pronto el calor sería insoportable
Edan podía entenderlo, él mismo empezaba a impacientarse. No le gustaba la idea de separarse, incluso si solo se trataba de uno, si les tendía una trampa, podrian pasar un mal rato. Pero no podían demorarse allí eternamente.

Deberiamos hacerlo dijo al fin
Tres al Este y tres a Oeste. su mano apuntaba a los puntos mas altos de las laderas.
Si al llegar arriba no vemos nada, regresemos y continuemos por el camino.
Seguía pensando que aquel era el camino que habían cogido. Si fuese él, eso sería lo que haría. Habían llegado muy lejos ya. Quien sabia, quizas estaban más cerca de su objetivo de lo que todos sospechaban. ¿Y si habia refuerzos en camino? Tal vez por eso los guerreros habían decidido atacarles por fin. Para ganar algo de tiempo ante la proximidad de su objetivo.

Turno 704

Larrid no estaba del todo seguro de que separarse fuera lo mejor, pero la sugerencia de Edan y Gwalin no le parecía tan mala idea. Creía que el oriental se escondía, como las huellas parecían indicar, en la ladera este. Aun así podían estar equivocados y que todo se tratase una mera treta.

- Bien, quizás no sea una mala idea - dio la razón a Edan - Aunque subir hasta allí arriba nos llevará bastante tiempo - añadió mirando a ambos lados, señalados el rohir. - Me parece una buena opción.

- Edan, Gwalin y Hallfrid, subiréis al oeste - dijo a los tres - Los demás, al este - miró a Leofred y a Grimbeorn.

- ¿Qué hacemos con ellos? - Se quedo observando a los prisioneros - No creo que dejarlos solos sea una buena idea, tal vez alguno deba quedarse con ellos...

RESOLUCION TURNO 704
 

Estaban en un callejón sin salida, no podían encontrar las huellas del objetivo que ahora perseguían. Los orientales no habían revelado nada al respecto, y ahora debían tomar la decisión sobre cual seria el siguiente paso. Tango Gwalin, como Edan, estaban convencidos de que separarse era la mejor opción. Podrían reconocer una mayor extensión de terreno, y dar con el oriental escondido. El enano sugirió subir a las cumbres que los rodeaban, dos imponentes cadenas montañosas que culminaban en aquel paso. Un ascenso de esa envergadura era más difícil de lo que parecía, no solo por la pendiente o las rocas, su altura era algo monumental. Pero no tenían por que llegar hasta arriba, bastaba hacerlo hasta un lugar donde se pudiese divisar lo sufriente. Lo mas importante, era que podrían ver de lejos la ladera contraria, y aquello quizás sirviera para dar con su objetivo.

Larrid cedió a la idea dado que no sabían por donde seguir, tenían que intentarlo. Hizo dos grupos, escogiendo a Gwalin y Edan para separarse ellos solos hacia el oeste. Mientras tanto, El propio Larrid iría con Grimbeorn y Leofred hacia arriba, al este en que se encontraban ahora. Decidió que Hallfrid debía quedarse al cuidado de los prisioneros, no quería dejarlos solos.

Se separaron al fin, comenzando a caminar entre las rocas, cada grupo por su lado. Iban a ciegas, sin un rastro que seguir, y con el solo objetivo de acercarse a la cima.

RESOLUCION TURNO 704

Gwalin y Edan, comenzaron a ascender por la ladera este del paso. No sabían bien a donde debían ir, se limitaron a ir subiendo entre las rocas manteniéndose alerta a cada paso. Subían despacio, esperando tener la suerte de encontrar algún rastro o incluso el propio campamento enemigo, si es que estaba por allí.

El sol subía poco a poco, habían pasado un par de horas desde el amanecer. Sus rayos calentaban tibiamente el ambiente, aunque el frio era aún patente. El ascenso era duro, y el esfuerzo tensaba los músculos, contrarrestado la temperatura del aire que bajaba de la montaña.

RESOLUCION TURNO 704

Larrid, Grimbeorn y Leofred, comenzaron a ascender por la ladera este del paso. No sabían bien a donde debían ir, se limitaron a ir subiendo entre las rocas manteniéndose alerta a cada paso. Subían despacio, esperando tener la suerte de encontrar algún rastro o incluso el propio campamento enemigo, si es que continuaba allí.

El sol subía poco a poco, habían pasado un par de horas desde el amanecer. Sus rayos calentaban tibiamente el ambiente, aunque el frio era aun patente. El ascenso era duro, y el esfuerzo tensaba los músculos, contrarrestado la temperatura del aire que bajaba de la montaña.

TURNO 705

Al final Larrid había juntado las ideas del enano y del rohir separando el grupo y mandándolos por laderas opuestas para poder ver desde altura si daban con el campamento del oriental o percibían alguna pista que les indicara por dónde tenían que seguir. Dejaron a Hallfrid junto con los prisioneros, caballos y todos los demás aperos y víveres. Eso no le terminó de gustar al naugrím quien hubiera preferido que se quedaran un par de personas por si al final se acercaba el oriental al que estaban buscando. Aun así no dijo nada. Por fin habían tomado una decisión y no quería alargar más el debate de cuántos debían quedarse con los prisioneros.

A Gwalin le mandó junto con Edan a la ladera este. Sin rechistar, el enano se puso en marcha. Sus piernas más pequeñas que las de su compañero, hacían que su avance fuera más lento, pero lo compensaba aumentando el ritmo de ascensión. No era muy ágil pero sí que era muy fuerte y eso era lo que le valía para mantener un ritmo elevado de ascensión.

La suerte les había llevado hasta allí en una época no muy calurosa y, pese a que era todavía temprano, el sol ya daba muestras de su poder sobre aquellas tierras. El sudor comenzó a perlar la frente del guerrero quien notó como su espalda comenzaba a empaparse debido al esfuerzo. De soslayo, Gwalin miraba tanto a su espalda, para ver si Edan le seguía, deteniéndose para esperarle o si debía poner un ritmo mayor, y por ver si llegaban a un sitio donde poder ver bien el valle y su contorno. Cada cierto tiempo paraba para ver echar un ojo a lo que se veía, por si encontraban al oriental, por si ocurría algo en el campamento y para beber un poco de agua que refrescara su gaznate. Pero al no ver bien seguía subiendo sin decir palabra a su compañero.

Al final llegaron a una altura donde pudieron divisar bastante terreno. Allí el naugrim se detuvo, bebió algo de agua y miró con detenimiento el entorno del valle para dar con su enemigo.

-Muéstrate maldito oriental. Dinos donde te has resguardado maldito -dijo por lo bajo Gwalin acompañado de su sempiterno gruñido.

Turno 705 El ascenso era lento y penoso, aunque menos peligroso de lo que Edan habia supuesto. El enano renqueaba con pasos cortos, pero a pesar de las dificultades, imprimía un buen ritmo, tanto que en un par de ocasiones Ed'Rohir tuvo que apurar el paso para no quedarse atrás. A intervalos se detenían para echar un vistazo a los compañeros que ascendían por la otra ladera y también al campamento para hacerle saber a Hallfrid que todo estaba bien. Cuando alcanzaron cierta altura y los accidentes del terreno hicieron mas frecuente la aparición de posibles escondites, desenvainó su hacha y el ascenso se hizo más cauteloso. En su mente iba dibujando posibles escenarios, por si lo encontrasen allí, escondido entre las piedras. Si era uno solo probablemente trataría de huir, aunque Edan no estaba seguro si perseguirlo sin más sería una buena idea. Lo más seguro sería que uno de ellos avisase al resto, mientras el otro lo mantenía a la vista, pero sin forzar un enfrentamiento. Podría haber preparado trampas entre las rocas, y una caída en aquel terreno abrupto podía significar la muerte. Compartió sus temores con el Khazad, pues temía que su carácter impetuoso e irascible lo empujase a lanzarse a la batalla en cuanto lo viesen. Pasados unos minutos que se les antojaron horas, alcanzaron un pequeño descansillo. El enano decidió detenerse um momento allí para beber algo y otear el horizonte. Edan permaneció en guardia mientras el enano se refrescaba para cambiar lugares justo después. No creo que haya venido por aquí Dijo en respuesta a las maldiciones del enano. Subamos hasta aquel peñasco y después regresemos con una de sus manos sujetaba la cantimplora, mientras con la otra señalaba una roca un poco mas grande del resto, en realidad no muy diferente a otras más alejadas y muchas que habian dejado atrás, solo se trataba de un hito en el camino, un punto de referencia para dar por hecho su trabajo. Edan seguía convencido de que el oriental habia continuado por el camino, cuanto antes volviesen a él antes lo encontrarían. Y estaba deseando terminar con aquella persecución.

Turno 705

Leofred intentó repetidas veces sonsacarles más información a los orientales, pero fue inútil, y se había quedado tan ensimismado que para cuando volvió con los demás ya se habían organizado para explorar las laderas. No parecía algo lógico, pero las huellas parecían indicar que era así, de modo que era su mejor pista por el momento.

- ¿Porqué subir por aquí? - se preguntó en voz alta, tenía la sensación de que hacía ya un tiempo que solo se quejaba de la aparente falta de sentido de las acciones de los orientales, aunque tras su captura de los prisioneros las habían entendido en parte - no podría llevar su caballo. ¿Que esperaría encontrar en lo más alto de la ladera? - El ejercicio físico no era el fuerte de Leofred, pero, al contrario que los demás, no se protegía con nada más pesado que una camisa y una capa ni iba muy cargado, de modo que atajó por un grupo de rocas que parecía que aguantarían su peso. - Os espero en la cima. - se despidió alegremente. Cuanto antes llegasen, antes podrían confirmar o descartar que el último oriental estaba allí.

Turno 705

Grimbeorn resoplaba de vez en cuando, más bien por fastidio que por una ascensión trabajosa. Mientras subía por la ladera junto a Larrid y Leofred, el animista se detenía ocasionalmente para otear el terreno a lo lejos, conforme le permitía la altura que iban ganando paulatinamente. Esperaba, confiaba, avistar a lo lejos la nube de polvo levantada por un caballo al trote o al galope, guiado por un jinete desesperado por poner la mayor distancia posible con sus perseguidores. O, tal vez, el humo del campamento de un oriental confiado en el triunfo de sus compañeros.

- Tal vez una cornisa en la que establecer un campamento, o puesto de observación. - El norteño respondió de forma distraída al bardo. Los elfos habían enseñado en el pasado a su gente a construir plataformas sobre las ramas de los árboles, bien como viviendas o como torres de vigilancia. Que otros pueblos usasen las alturas de forma similar no resultaría descabellado. - Una posición elevada, cubierta con rocas, podría ocultarse fácilmente a alguien desde la senda. - Aquella era una suposición muy aventurada. - Y permitirle vigilar al mismo tiempo. Los caballos podrían haberlos dejado al pie de la estribación... para que pudieran pacer. - Al animista le resutaba difícil creer que un animal pudiera comer por propia voluntad nada que creciera en aquella tierra.

Más preocupado por vigilar y otear conforme ascendía, a Grimbeorn le cogió desprevenido la súbita acción de Leofred. Acertó a girarse al escuchar cómo se despedía a tiempo de verle encaramarse por una pared, apoyado entre salientes de rocas y sujetándose en oquedades. - El objetivo no es la cima. - El animista esperaba que el bardo recapacitase y recordase que no necesitaban llegar hasta la cumbre, sólo encontrar rastros de un campamento (o el campamento en sí) o divisar algo que delatase la posición de alguien en movimiento a lo lejos.

Turno 705
Percepción

Grimbeorn vio algo extraño. Volando bajo observó a tres pájaros negros, cuervos o algo similar. Estos se posaron en tres diferentes rocas, cerca de donde estaban. Lo extraño es que parecían mirarle fijamente. Se estremeció un poco, y enseguida salieron volando los tres hacia una sola roca mas alejada, y un poco mas abajo y al sur, en la ladera en la que se encontraban. Cuando se posaron nuevamente, volvieron a quedarse parados, de nuevo mirando a Grimbeorn hasta que por fin, desaparecieron tras las piedras.

RESOLUCION TURNO 705
 

Durante al menos veinte minutos fueron ascendiendo por la ladera empedrada. Rocas asomaban rasgando la tierra para alzarse en un laberinto de piedra. Entre las grandes peñas se acumulaban piedras pequeñas y zarzas resecas, aunque en la mayoría de las ocasiones era posible transitar ente ellas si se tenía cuidado. El ascenso iba rodeando las formaciones más grandes, serpenteando mientras la cima esperaba al final. El aire allí soplaba con algo más de fuerza que en valle, y según subían, su violencia se incrementaba. En el fondo, la temperatura del aire era un alivio. El sol del despejado día, y el esfuerzo de la subida, hacia sudar a cualquiera. La agitada brisa secaba las gotas transpiradas.

Mientras remontaban hacia la cima, los ritmos iban cambiando. Leofred impuso un avance marcial, incluso arriesgando levemente la propia seguridad para llegar cuanto antes. Al fin alcanzaron una pequeña explanada, en la que se detuvieron para echar un vistazo más exhaustivo. Desde done estaban, hacia el sur, pudieron ver la salida del paso, y como a cierta distancia el camino se dividía en una encrucijada. El principal iba al sur, y era algo más ancho que los otros. El camino que cruzaba iba hacia el este y el oeste, hasta perderlo de vista tras las propias montañas en la se encontraban. Una enorme cordillera se alzaba al oeste, muy lejos, eran las Ephel Dúath. Hacia el norte, todo el valle que habían atravesado, Udûn, quedaba ya atrás.

En la ladera contraria, si se fijaban bien, podían ver a sus compañeros. Aquello significaba que, si ellos podían hacerlo, el enemigo también. Daba igual en qué lado del collado se hubiese escondido, al separarse y subir por ambas, se habían descubierto. No importaba, si realmente estaba allí, pronto lo descubrirían.

RESOLUCION TURNO 705
 

Durante al menos veinte minutos fueron ascendiendo por la ladera empedrada. Rocas asomaban rasgando la tierra para alzarse en un laberinto de piedra. Entre las grandes peñas se acumulaban piedras pequeñas y zarzas resecas, aunque en la mayoría de las ocasiones era posible transitar ente ellas si se tenia cuidado. El ascenso iba rodeando las formaciones mas grandes, serpenteando mientras la cima esperaba al final. El aire allí soplaba con algo mas de fuerza que en valle, y según subían, su violencia se incrementaba. En el fondo, la temperatura del aire era un alivio. El sol del despejado día, y el esfuerzo de la subida, hacia sudar a cualquiera. La agitada brisa secaba las gotas transpiradas.

Mientras remontaban hacia la cima, los ritmos iban cambiando. Gwalin impuso un avance marcial, incluso arriesgando levemente la propia seguridad para llegar cuanto antes. Al fin alcanzaron una pequeña explanada, en la que se detuvieron para echar un vistazo mas exhaustivo. Desde done estaban, hacia el sur, pudieron ver la salida del paso, y como a cierta distancia el camino se dividía en una encrucijada. El principal iba al sur, y era algo mas ancho que los otros. El camino que cruzaba iba hacia el este y el oeste, hasta perderlo de vista tras las propias montañas en la se encontraban. Una enorme cordillera se alzaba al oeste, muy lejos, eran las Ephel Dúath. Hacia el norte, todo el valle que habían atravesado, Udûn, quedaba ya atrás.

En la ladera contraria, si se fijaban bien, podían ver a sus compañeros. Aquello significaba que, si ellos podían hacerlo, el enemigo también. Daba igual en que ladera se hubiese escondido, al separarse y subir por ambas, se habían descubierto. No importaba, si realmente estaba allí, pronto lo descubrirían.

Edan creía, y cada vez estaba mas convencido de ello, que el enemigo había huido al sur. No pudieron verle desde donde estaban, aunque eso no significaba que no llevase razón. Tarde o temprano, lo averiguarían. Sugirió al enano subir un poco más, hasta un peñasco no muy lejano desde el que podrían tener también, una buena visión de su lado de la montaña.

TURNO 706

Nada, no había nada que revelara la situación del oriental. La vista desde aquel punto era bastante buena, se podía divisar los valles, a Hallfrid con losprisioneros y a sus compañeros subiendo por la otra cara del desfiladero. Pero aun así, no era lo suficientemente alto como para ver todo. Y eso todo incluía a su perseguido.

Pese al temperamento paciente propio de los naugrim, Gwalin estaba nervioso y ávido de encontrar alguna pista del paradero de su oponente. El viento en aquel punto se dejaba notar más de lo que le hubiera gustado al enano, pues aunque era de naturaleza calurosa, el frescor de las ráfagas en combinación con el sudor derramado en la subida hacía que no fuese una grata experiencia. Aun así no sé quejó, ni le dio más importancia de la que tenía en aquel momento: ninguna.

-Sigamos caminando -corroboró la propuesta de su compañero de seguir subiendo para ganar más perspectiva con la altura y poder ver más terreno.

No le gustaba separarse más de Hallfrid con los prisioneros y toda sus vituallas, pero no había otra opción, o subían o no verían más de lo que podían ver desde ahí.

Nuevamente Gwalin se puso en cabeza e imprimió un ritmo de ascenso rápido. Estaba claro que quería llegar cuanto antes al punto marcado por Edan, para bajar nuevamente junto con sus compañeros.

Al llegar, Gwalin oteo el contorno. Las vistas mejoraban ampliando el paisaje circundante. Poniendose la mano como visera para evitar que los rayos del sol le cegaran, el enano miró con detenimiento algún atisbo de oriental, o algún rastro de polvo que pduiera mover los caballos, o algo que se saliera de lo normal de aquel entorno.

Turno 706

Por unos instantes, el animista observó tres aves con curiosidad. Grimbeorn intentaba comprender cómo aquel trio de córvidos había surgido casi de la nada, revoloteasen por la zona de un modo que parecían querer llamar su atención y luego maniobraban de una forma casi al unísono. Se preguntaba qué motivos podían tener aquellos pájaros para actuar de una forma tan poco natural...

Absorto como estaba en sus pensamientos, el norteño se quedó rezagado. ¿Qué podía impulsar a un animal a actuar de aquella manera? Una teoría comenzó a abrirse paso en su mente; la Wuitan podía haber usado sus amplias facultades para pedir a los cuervos, grajos o urracas (o lo que fueran) que transmitieran un mudo mensaje de auxilio. O tal vez sólo estaba leyendo demasiado entre líneas un suceso azaroso.

En todo caso, el hombre del bosque enarboló su lanza y comenzó a descender hasta la posición de una roca más abajo del lugar donde estaba. Si, como suponía, no era nada, tendría que volver sobre sus pasos y sólo lamentarían un retraso. De lo contrario, bastaría con dar la voz de alarma, si es que Larrid o Leofred no se percataron de sus movimientos. Embrazó su escudo, como precaución, a una veintena de metros de su destino antes de completar la aproximación.

Turno 706

Cansados por el esfuerzo, recorrieron los últimos metros con vagas esperanzas de encontrar algún rastro del oriental. Edan no veia una razón por la cual su enemigo hubiese preferido seguir aquel camino, menos aún si como sospechaban, cargaba con un prisionero.
Desde que pudo observar la bifurcación del camino unos metros más abajo tuvo claro que era allí donde se dirigía.

¿Ves algo Gwalin? la pregunta era un mero formalismo, en el fondo Edan conocía la respuesta.
Deberíamos regresar ya. Haré señales al resto, deben saber que el cruce de caminos está cerca, aunque es posible que ellos también lo hayan visto desde su posición.

No había razones para continuar ascendiendo, de existir algún rastro del salvaje, sin duda ya tendrían que haber visto algo.
Las plantas de los pies ardian por dentro, y las piedras parecían hundirse en la piel, penetrando hasta los huesos. Sus botas no eran las más adecuadas para aquel tipo de terreno y el pedregal empezaba a cobrarse su precio.
El mercenario decidió usar su lanza a modo de bastón para facilitar el descenso y evitar un inoportuno traspiés.

Turno 706

El bardo llegó a la cima sudoroso, pero satisfecho. Poco le duró el sentimiento al ser incapaz de descubrir nada, ni restos de una hoguera, ni una huella, un rastro, o una voluta de humo en la distancia que indicase que el oriental había pasado por allí. - Azares e infortunios. Ahora que por fin sabemos de las intenciones de esos salvajes se nos vayan a escapar de entre los dedos al final del camino. - se lamentó en voz alta.

Frustrado y empecinado, dio una patada a una piedra pequeña del camino e intentó buscar con más ahínco, pero sin esperanzas de sacar nada en claro de aquél paseo hacia las alturas. - ¿Crees que deberíamos bajar inmediatamente, Larrid? Sin pistas, lo mismo dará que hayamos subido hasta aquí. Preferiría asegurarme o ver si descubrimos algo en la distancia.

RESOLUCION TURNO 706
 

Desde donde estaban, el aire corría frio, pero las ráfagas eran menos violentas. El sol calentaba más de lo normal, aunque esa sensación de calor quizás fuese más por el esfuerzo del ascenso, que por el efecto de los rayos. Las rocas sobresalían del yermo terreno, afiladas, amenazantes y de un gris oscuro salpicado de zonas más oscuras. El mal había tratado duramente la naturaleza en aquel lugar. Abajo, tanto al norte como al sur, se podía divisar una amplia extensión de terreno, llanuras yermas que poco tenían que ver con el pedregal en que se encontraban.

Gwalin continuo el ascenso, seguido de Edan. Lo hicieron durante varios minutos más, hasta llegar a un promontorio que consideraron suficientemente alto como para hacerles pensar en volver. Desde allí la vista no cambiaba demasiado, todo se veía mas pequeño abajo, y quizás si que se alcanzaba a ver algo mas de terreno, pero nada que fuese significativamente ventajoso.

Con un último vistazo, en busca de sus compañeros pudieron ver como estos comenzaban ya a bajar. Aquello los convenció de hacer lo mismo, volverían a reunirse todos. Ni en la subida, ni cuando comenzaron a bajar, descubrieron indicio alguno del paso reciente de nadie. Tenían por delante un buen camino para descender hasta el desfiladero, durante el cual, no perdían de vista el terreno. Buscaban las huellas que hubiera dejado el oriental, si hubiera pasado por allí. No tenían la certeza de que lo hubiera hecho, quizás solo era bueno ocultando el rastro, o tal vez sencillamente ellos estaban demasiado ciegos como para encontrar las pistas adecuadas.

Continuaron su descenso.

RESOLUCION TURNO 706
 

Desde donde estaban, el aire corría frio, pero las ráfagas eran menos violentas. El sol calentaba más de lo normal, aunque esa sensación de calor quizás fuese más por el esfuerzo del ascenso, que por el efecto de los rayos. Las rocas sobresalían del yermo terreno, afiladas, amenazantes y de un gris oscuro salpicado de zonas más oscuras. El mal había tratado duramente la naturaleza en aquel lugar. Abajo, tanto al norte como al sur, se podía divisar una amplia extensión de terreno, llanuras yermas que poco tenían que ver con el pedregal en que se encontraban.

Leofred trató de encontrar el rastro perdido, pero su esfuerzo estaba resultado inútil. O bien lo habían borrado con suma maestría, o sencillamente no habían pasado por allí. Era difícil averiguar nada, iban a ciegas. Mientras el bardo buscaba, Grimbeorn advirtió algo extraño. Resuelto y en silencio, embrazo su escudo y comenzó a descender hacia un lugar concreto. Leofred fijo su vista hacia el lugar al que se dirigía, justo a tiempo de ver desaparecer a tres aves tras una roca situada a unos doscientos metros al suroeste, más abajo. Por alguna razón, aquello resultaba extraño, dada la falta de vegetación y fauna de la zona. El animista, envalentonado, saco también su lanza mientras se aproximaba con pasos firmes hacia su objetivo. Leofred, extrañado, sin comprender exactamente lo que ocurría miro a un Larrid igual de sorprendido.

Tanto el etheod como Leofred siguieron al bosquimano. Tal vez había visto algo, o puede que solo siguiese su propio instinto. Lo que tenían claro es que cualquier indicio, por pequeño que fuese, debía ser seguido. Los tres, con Grimbeorn en vanguardia, fueron hasta la roca.

Cuando estaban llegando, una flecha surgió de detrás de la roca, para estrellarse en el suelo, no muy lejos del animista. No habían tenido el cuidado suficiente.

TURNO 707

Las vistas desde el promontorio al que subieron eran algo mejores, pero no ofrecían ninguna diferencia con respecto a lo que habían visto un poco más abajo. No había pistas sobre el oriental. Nada. Era como si se hubiera ido hace semanas, sin rastro, sin restos de haber estado, nada. Era como si no hubiera existido, como si no fuera real.

Al otrolado del valle sus compañeros comenzaban a bajar, por lo que si no lo hacían ellos ya, tendrían que esperarles y eso no le gustaba al naugrim.

-Grrrrmmmmmmmmmggrrrrmmmm -gruñó Gwalin sonoramente, recorriendo una vez más el terreno con su mirada sin encontrar pista alguna-. Bajemos -dijo con su tono seco y cortante a Edan, sin aportar nada más que su malestar por aquella pérdida de tiempo sin recompensa.

El descenso fue más rápido pero igual de peligroso y cansado. las piernas recibían todo el peso del guerrero haciendo que se cargaran al poco tiempo. La fuerza de Gwalin le ayudó bastante pero ni aun así fue suficiente como para no notarlo. Sin embargo, y al igual que en la subida, no se quejó aunque cada poco gruñía por lo bajo maldiciendo su mala fortuna. Cada cierto tiempo se detenía para echar un vistazo y aprobechar para refrescarse con un trgo de agua y estirar un poco las piernar entumecidas por el esfuerzo de la bajada.

Cuando llegaron a abajo, el sudor empapaba prácticamten todo el cuerpo de Gwalin. El esfuerzo de la subida y bajada había sido particularmente costoso, pero se había multiplicado por el calor reinante, el sol que no daba tregua y el árido terreno en el que se encontraban.