Partida Rol por web

20 de Marzo, 1982 - Sur de la Isla Shuriken

 Un nuevo día comenzaba en la isla. En particular, en el sur de la misma, los primeros rayos del sol inundaban al Puerto Obikanui. Las plataformas que sostenían a la mayoría de los hogares de los pueblerinos eran iluminadas por la luz y los ojos de los pueblerinos más madrugadores comenzaban a abrirse. Una vista hermosa para fotógrafos y turistas, una imagen olvidable para aquellos que tenían cosas más importantes que hacer como trabajar o batallar contra un régimen tiránico.

 Aquel nuevo día podría ser igual al anterior. O algo completamente diferente. Los agentes tendrían que decidir si seguían con la búsqueda de información, la infiltración en las facciones o empezaban a actuar más activamente. Lo que era seguro es que no se podían quedar quietos.

 Giuseppe y Angus durmieron en una de las habitaciones de aquel barco. No era pequeña, pero tenían por lo menos 15 hombres durmiendo cerca a ellos; todos en buen estado físico. Entre ellos estaba Henry Dojo, el capitán del navío, que estaba vistiéndose para el nuevo día. Aquel emocionante día que le había propuesto el "viejo lobo" de Roni. Ayer había estado mostrándole a Angus el "camino de los piratas", y hoy ya tenía la seguridad de que aquel hombre era un bucanero del cual confiar.

 Empezó a levantar a sus hombres para que se preparasen. A algunos incluso los empujó de sus hamacas, en una mezcla de compañerismo y hostilidad. Luego, se acercó a los dos agentes con una gran sonrisa.

- Pues aquí estamos... hacía mucho que no me enfrentaba al gobierno local. Esto sí que será interesante... ¿ustedes están preparados, muchachos? Los necesito atentos para que el motín sea un éxito. Hacernos con ese puerto puede ser el comienzo de una nueva era de piratas del Siglo XX...

 Henry miraba con determinación a los agentes. Ya a estas alturas, decirle que no sería simplemente llevarle la contra a un hombre decidido.

 Zaheera pasó la noche en una habitación del local de Selma, la ciudadana contraria al régimen de Tsai. El día anterior había sido un éxito en cuanto a ganarse la confianza de aquella mujer, pero ahora quedaba ver que hacer con aquella resistencia que se había mencionado. ¿Se le podría sacar alguna utilidad? ¿Sería necesaria?

 Lo peor de todo es que no se había consensuado un único plan entre todos los agentes, y eso no permitía poder saber con certeza que haría cada uno hoy. Jack y ella habían decidido ir infiltrándose en distintas facciones, pero: ¿cómo se fusionaba ese plan con el que los otros agentes tenían?

 Antes de que Zeta pudiera seguir pensando en el curso del día, Selma irrumpió en su habitación con un frasco pequeño y un vaso de agua. La mujer miró a la agente con una sonrisa, aunque no duró demasiado. Pareciera que no acostumbraba a sonreír demasiado. Al llegar a la cama, se sienta en el borde y te ofrece algo dentro del frasco: una pequeña aspirina. Se veía que Selma estaba pendiente del moretón de Zaheera.

- Toma, es para el dolor... aquí tienes agua también. ¿Cómo... cómo estás?

 Vladimir Ivanov (o Alex Sokolov, como prefería que le llamasen en aquella isla) se despierta en el hotel en el que se había quedado y en el que había logrado hacerse pasar por un regular. Algunas personas lo irían reconociendo de tanto en tanto, por lo que ya no era un completo extraño para el pueblo del puerto.

 Sin embargo, había algo más que consiguió el día anterior y tenía más que ver con un cierto sector de la población en particular: los niños. Que estuviesen recibiendo cigarrillos gratis a través de un intermediario era algo que preocupó al agente soviético. Lo dejó con la impresión de que el gobierno estaba detrás de ello.

 Más allá de eso, debía prepararse para un nuevo día. Un nuevo día en el que no sabía con certeza lo que iba a pasar, pero que debía encaminarse a saber más sobre el régimen. O incluso encaminarse a derrocarlo.

 Jack Jones se despierta en el hotel en el que se había quedado. Una habitación pequeña, modesta. Era lo más accesible que había en el Puerto Obikanui. Además de que convendría no derrochar el dinero de la agencia.

 Los descubrimientos de Jack eran solo superados por sus logros: se había hecho una persona de confianza para uno de los recaudadores de tributos de la isla. Tanto es así, que fue recomendado para ir a trabajar en Los Bloques directamente con una de las capitanas de Peggy: la tal sindicalista Donna Wen. Solo el transcurso del día diría si puede llegar a conocer a uno de los cinco capitanes que rodean a la mandataria de la isla.

 Más allá de eso, debía prepararse para un nuevo día. Un nuevo día en el que no sabía con certeza lo que iba a pasar, pero que debía encaminarse a saber más sobre el régimen. O incluso encaminarse a derrocarlo.

Jack se levantó, ligeramente malhumorado por la chapa que les soltó ayer el cura ¡solo se estaba interponiendo en sus planes de venganza! Debía vengar a Ethan, persona que la propia Peggy Tsai asesinó en una fiesta... Aunque los detalles de la misma son increíblemente secretos y difusos.

Se aclaró la cara en el baño, se miró al espejo y solo un pensamiento apareció en su cabeza "Necesito una birra". Rebuscó por el minibar de la habitación, con suerte habría alguna... Aunque lo dudaba. Se preparó para salir, no quería llegar tarde a la reunión. A saber que tonterías le pedían hacer hoy. Por otra parte también le gustaría hablar con Zeta, pero mejor esperar a un momento más tranquilo, para ella también, no la pillara con las manos en la masa.

El ruso durmió poco, lo suficiente para sentirse descansado. A través de la ventana vio el amanecer en la isla Shuriken, intentando discernir entre los sonidos del despertar de la isla algún indicio de que el Pater pirata y su nuevo amigo McTuerca Floja habían lanzado el ataque contra la costa. Pero parecía que no sería ese un amanecer rojo.

Tardó algo en decidirse a salir. Era momento de comenzar a codearse entre la gente, hacerse invisible entre lo visible. Por el momento, daría una vuelta por la isla para ver si había alguna cosa en particular que llamara su atención, y dirigiría sus pasos al hospital para ver si podría descubrir a quién estaba dando tabaco a los niños, cuando el regimen de Peggy decía que estaba prohibido.

La charla con los compañeros la había dejado fría. No notaba esa afinidad con la mitad de sus compañeros y, aunque sabía que eso no era indispensable ya que la misión no era hacer amigos sino salvar a una población del mandato de una dictadora, el hecho de poder confiar en el resto era algo que esperaba. Tuvo incluso la inercia de mandar un mensaje a la base para informar sobre las intenciones pirómanas de algunos o la masacre que podían provocar con tal de recibir órdenes estrictas, pero prefirió esperar a que la conciencia de sus compañeros ganara al ímpetu.

Esa noche la pasó meditando en el pequeño refugio que había conseguido, mirando el cielo a través de la ventana hasta que el sueño terminó por vencerla. El día dirá cómo debía proceder…

Se despertó con los primeros rayos de sol, una costumbre que había obtenido en sus primeros años de entrenamiento para hacer ejercicio o arreglar lo que tuviera que hacer. En otras circunstancias, si estuviera en su casa, saldría fuera y haría footing pero ahora tenía que proceder como una mujer tímida y maltratada, el papel que había adquirido en esa operación y con esa gente. Suspiró largo y tendido antes de escuchar pasos aproximarse, fingiendo que estaba todavía en ese estado de duermevela para que Selma no la pillara desprevenida.

Sonrió a la mujer, no algo fingido por su papel sino sincero al ver el apoyo que le estaba tendiendo. Realmente quería ayudar a esa gente.

Muchas gracias.- Cogió la aspirina y el vaso de agua manteniéndolo en sus manos sin llegar a tomarlo. No era que no le doliera (aunque fuera algo soportable), sino que la experiencia le había demostrado que no podía tomar lo primero que le dieran. Había una posibilidad, aunque fuera ínfima, de que hubieran descubierto su verdadera identidad y hubieran envenenado el agua o la propia aspirina.- Estoy bien, preocupada por mi marido.- Miró a través de la ventana, observando si hubiera alguien al otro lado.- Me gustaría ir a visitarle hoy, intentar que recapacite, ¿crees que sería posible?

-¡Hoy será un gran día! -Exclamó Giuseppe mientras se ponía un parche en el ojo, y con ceniza se dibujaba una cara enfadada en la frente y parte de su calva, para intimidar- Me pido a los enemigos que miden menos de un metro para mi... hace años que no puedo levantar demasiado los brazos...

Con esto dicho, empujó a Angus para que usara sus dotes interpretativas con los Piratas ahora que había tenido una clase express de cómo ser un paciente de escorbuto crónico y amigo de lo ajeno.

 Por suerte para el canadiense, había un refrigerador lleno de bebidas en el cuarto. Pero por mala suerte para él, ningún alcohol en aquella isla parecía ser lo suficientemente fuerte para él. Al igual que la cerveza que se tomó con Bob el otro día, aquellas bebidas eran suaves a su criterio. Pero por lo menos le refrescaban el paladar, lo que era bueno ya que tendría que impresionar a mucha gente ese día. Si todo salía como el agente Jones quería.

 Sin perder mucho más tiempo, Jack se dirigió hacía el recibidor del hotel.

 Vladimir buscó en el horizonte rastros de los piratas acercándose al puerto, pero por el momento todo parecía tranquilo. Un lindo amanecer; de tenues colores naranjas y amarillos. Lo único rojo que se divisaba en esa habitación era el mismo agente soviético.

 Sin perder mucho más tiempo, Vladimir se dirigió hacía el recibidor del hotel. Su plan de ir infiltrándose lentamente por las calles estaba en marcha. Un plan más calmo y con menos acción que el plan de algunos de sus compañeros agentes, pero definitivamente con menos riesgos de comenzar una guerra civil.

 Al llegar al recibidor del hotel en el que se estaban hospedando, los agentes se percatan de algo que hasta el momento no habían percibido: había unos de sus compañeros hospedándose allí también. En particular, tanto el agente Jones como el agente Ivanov eligieron aquel hotel para hospedarse durante la noche.

 Antes de que pudiesen entablar conversación, una figura se hizo presente en el escritorio de recepción. Un hombre de mediana estatura, pero corpulento y de aspecto simpático.

 El hombre miró durante una fracción de segundo a Jack Jones antes de desviar la mirada, visiblemente serio. Pero cuando dirigió sus ojos al agente soviético, su cara se iluminó y rápidamente estrechó su mano.

¡Sr. Sokolov, un placer conocerlo! Mi nombre es Vinnie Mahola y soy dueño de este establecimiento. Mis empleados me han hablado de usted. ¿Así que es un cliente regular del hotel? Me alegra saberlo. Yo no estoy mucho en la recepción, así que no me entero mucho de quienes son mis regulares... ¿que tal la estadía?

 Vinnie mira a Vladimir exclusivamente, sonriente ante aquel "cliente regular" que tenía el hotel. Era factible pensar que no quería relacionarse con Jack; a pesar de que no tenía problemas de que se hospedara en una de sus habitaciones.

 Selma mira con ternura a Zeta; sin embargo, cuando esta hace referencia al agente Jones, Selma no puede ocultar la mueca de disgusto. Se queda escuchando a la chica mientras se masajea las manos una contra la otra, en clara señal de nervios. Finalmente, no oculta su desde contra el "marido" y dice lo que piensa.

Ya veo... preocupada por tu marido... ¡no podía ser de otra forma! Te golpean y te insultan, y lo primero que haces es pensar en el golpeador y en el abusador. Niña, ¡no puedes solo pensar en él! Si no empiezas a ponerte a ti misma en tus prioridades, vas a terminar siendo su adorno y no su esposa.

 Selma reconoce su exabrupto y detiene sus palabras, bajando la mirada. No le gustaba gritar, pero había ciertas situaciones que lo ameritaban para la mujer. Y esta situación era de una de ellas, aunque Zeta fuera una extraña.

- Disculpa, no quise sonar ruda... no me opondré a que vayas a verlo. Y si quieres, puedo acompañarte. No me gustaría que se hiciese el listo solo porque estas sola con él.

 Henry ya estaba preparado, con las ansias en las venas y los ojos inyectados de adrenalina. Sin embargo, la sonrisa despreocupada de aventurero de ayer desapareció para convertirse en una expresión más madura. Más seria, propia de una persona que estaba planificando en detalle lo que iba a hacer. Con esa sonrisa fría, se acercó a Giuseppe y lo rodeó con su brazo por la espalda. Parecía amigable, pero sus palabras eran poco amenas.

Debo agradecerte, viejo lobo. Pensé que los piratas moriríamos en el olvido, pero tus palabras de aliento movieron mi viejo y podrido corazón. Ahora, tu pequeño compañero... ascendió de grumete novato a bucanero principiante, pero... en caso de que nos fallé, ¿tú darás la cara por él, Stromboli? Debo recordarles que los piratas no aceptamos bien la traición y la ineptitud. Yo ni siquiera distingo esas dos cosas...

 Henry miraba fijo a Angus McTaker, mientras mantenía su contacto "amistoso" con el cardenal. Los demás piratas no estaban tan atentos a la situación; de hecho Henry parecía el único de allí que se preocupaba por la lealtad de los dos recién llegados agentes.

El agente ruso dedicó sólo una mirada rapida a su compañero de misión, antes de reacomodarse las gafas de cristal falso que usaba para tener mas apariencia de despistado profesor. No hizo señal de reconocimiento, pero esperaba que tomara ese movimiento como un saludo de su parte.

Cuando llegó el dueño del local, le estrechó la mano también, con una media sonrisa. -Es un placerr, señorr Mahola. Tiene un lugarr encantadorr.- De nuevo acentuó su acento natal. -Excepto porr los detalles que ya le habrrán comentado sus empleados, los días que llevo aquí han sido grratamente agrradables.-

Dejó entonces su llave sobre la mesa. -Voy a extenderr mi estadía unos días más. ¿Qué me rrecomendarría de visitarr en su herrmosa ciudad?-

Jack no quería descubrir la tapadera que se hubiera montado su compañero, por lo que con un ligero gesto cuando se cruzaron la mirada de los dos, se despidió y partió hacia el lugar donde se había reunido con el hombre de Peggy. Después de todo, con la conversación de ayer se ganó bastante la confianza del canadiense aquél ruso ¡aunque más sería la confianza si le hubiera ofrecido una botella de Vodka!

Aunque claro... Si del cura o del americano se tratasen, se quedaría a ver en que demonios andaban... Pero no era el caso, por suerte.

Giuseppe no era una persona que gustara dar marcha atrás, ni cuando pedía comida y era más picante de la cuenta, ni cuando apretaba el gatillo de un rifle de francotirador desde una Iglesia un pueblo a las afueras, al noreste de Berlín mientras le hacía ganar unos cuantos minutos a sus amigos para que terminaran de desvalijar la Capital de las Obras de Arte y las reemplazaban con cuadros falsos con bombas detrás de ellos.

-Él no necesita que nadie responda por él, ya que hará un buen trabajo si sabe lo que le conviene... -y con una leve sonrisa, el Padre volvió a hablar- Además, con las enseñanzas del mejor, no creo que haya opción de que falle en su cometido... ¡Y el "Arrrrr" ya lo traía de casa preparado!.

Dando un leve golpe a la espalda de Angus, incitó a este a despertar de una buena vez, que parecía medio dormido en todo este asunto de madrugar para asaltar un puerto y así liberarlo de las garras de Peggy. ¿Una noche demasiado dura haciendo cosas de piratas?. Probablemente.