Partida Rol por web

Grrr... - gruñó Jack con disconformidad hacia lo que acababa de escuchar. - Esta agencia se va a la mierda. Si la cagamos parando al cura, la culpa recaera sobre nosotros y si no lo paramos, también. Es decir, que pase lo que pase, al delegar en nosotros toda la responsabilidad, estamos jodidos Zeta.

Zeta le preguntó sobre su tapadera, la verdad es que con el lío que estaba habiendo se podría hacer algo para que ella escapara... Aunque preferiría esperar un poco más. - ¿Qué te parece si esperamos a ver que tiene que decir Vodka? No recuerdo su nombre, así que lo relaciono con la bebida de su país. - rió, intentando relajar un poco el ambiente. - Veamos que tiene que decir, pero con la que se está liando, creo que podrías irte y yo decir que simplemente nos atacaron la gente del puerto y que escapé yo solo de milagro. - asintió.

Al parecer había mucho más dentro de la historia de los huérfanos y que les dieran cigarrillos de lo que había sospechado en un principio. Ivanov grabó mentalmente el nombre mencionado por la chica, pero los tiroteos la tenían demasiado nerviosa para hablar bien. El ruso se pensó bien la situación. Por un lado quería ver cual había sido el impacto de aquella explosión, pero tampoco quería perder a una posible pista en medio del fuego cruzado.

-Voy a necesitar que te muevas rápido, conmigo.- Indicó a la chica, pensando cual sería la mejor manera de rodear aquel campo de batalla sin ser dañado. Era muy arriesgado, y muchas cosas podrían salir mal... -Si sabes de algún lugar cercano donde podamos refugiarnos a mitad de camino y podamos ver el entorno, dame una señal.- Dijo. Y con una última mirada alrededor, respirando profundamente, comenzó a avanzar con prisa en la dirección de donde debía estar el barco.

 Los agentes se dirigieron hacia Bob y le empezaron a  hacer preguntas entrelazadas con intimidaciones. No estaban siendo muy intimidantes en realidad; sus dotes actorales tenían un límite. Sin embargo, el hecho de tener a su gente muerta, a un pirata encabronado en su espalda y en vista de que no había nadie que pudiese salvarlo, Bob se sentía mucho más que asustado.

- ¡Ustedes son unos locos! Puede que nosotros no seamos unos jodidos ángeles, pero ustedes, piratas, serán la perdición de este pueblo... no van a liberar a nad-

 Henry le da un golpe con el mango de la espada en la cabeza al hombrecillo, tirándolo al suelo. Se ve que al jefe pirata no le gustaba que cuestionaran su código.

- ¡Está bien, está bien! ¡Hablaré! Este pueblo es basura. Nada interesante pasa por estos lares. Las armas las van a encontrar en Villa Ganga, y los rehenes son guardados en Omus. En cuanto a un tesoro, no sé a qué se refieren, pero... supongo que en la capital, la Ciudadela, encontraran algo que les interese.

 Bob seguía sudando de miedo. Les había soltado un montón de información, pero hasta el momento los piratas no habían mostrado nada de piedad y misericordia. Eran simples mercenarios a los ojos de la gente del pueblo y de la gente del régimen.

- ¡Ya les dije todo lo que sé! ¡Yo no soy un tipo importante en todo esto; me mandaron aquí porque manejar este puerto se suponía que era fácil! ¡POR FAVOR, NO ME MA-

 Ivanov, decidido a llegar hacia el barco para proteger a aquellos huérfanos, se intenta mover con el mayor sigilo que pudo lograr. Lamentablemente; fue muy poco sigilo. Tan poco, que apenas comenzó a moverse, tropezó con unos cubos de basura y produjo un ruido muy importante. La adolescente lo miraba con indignación, como si hubiese esperado más de aquel enigmático hombre que la había socorrido.

- ¡¿P-pero qué haces?! ¡Nos van a escuchar!

 Y en efecto: fueron escuchados. No tardaron en aparecer cuatro piratas por detrás de la adolescente, que rápidamente le sujetaron de los brazos dejándole poca movilidad. Rápidamente, dos de ellos se avalanzaron sobre el agente soviético. y también lo redujeron. En cuestión de segundos, ambos prisioneros fueron llevados en frente del jefe pirata, que estaba acompañado de dos caras muy conocidas.

 El clima tenso del ambiente fue interrumpido por un fuerte sonido parecido a muchos cubos de basura cayendo al suelo al mismo tiempo. Como si alguien se hubiese dado un gran tropezón. Unos cuatro piratas fueron hasta el lugar de provino el ruido y de ahí sacaron a dos personas que hasta el momento no habían estado involucradas en la guerrilla que se estaba dando en el puerto: una adolescente pequeña y visiblemente asustado; y un conocido agente soviético que la acompañaba: Ivanov.

 El grupo de piratas dejó a estas dos personas en el suelo en frente del líder de los piratas, que los miraba con desdén. Al lado de este rey de los piratas, yacía en el suelo un hombrecillo asustado y lleno de golpes y sudor. Visiblemente agradecido de que apareciera más gente. Y un poco más allá, estaban los dos agentes que habían formado una inusual alianza con los piratas: Roni y McTaker.

 Por los alrededores, se veía evidencia de que la invasión y la pelea seguían en proceso: todavía había algunos guardias en pie peleando con los piratas. Incluso civiles que se les enfrentaban. Podían contarse entre cinco y seis edificios quemados. Y lo más impactantes de todo: una gran cantidad de cuerpos sin vida en el suelo del puerto. Cuerpos de piratas, guardias... y civiles.

 Henry se tomó un descanso de atormentar a aquel hombre malherido y se dirigió al nuevo par que acababa de llegar. Con su gran espada, apuntaba a cada uno mientras los miraba. Como si en cualquier momento fuera a blandirla. Estaba manchada de sangre, así que sabían que era capaz de hacerlo.

- Una niña... y un extranjero... espiando, ni más ni menos. ¿Por qué espiaban? Acaso... ¿les gusta lo que ven? ¡¿Acaso están disfrutando tanto como yo lo que esta pasando?! ¡ARGHH!

 Esa última pregunta vino acompañada de una sonrisa que rozaba lo macabro. Aquel hombre estaba lleno de éxtasis, viviendo el mejor día de su vida. Y sus compañeros piratas también, ya que respondieron con un vívido "ARGH" cuando su pirata entonó aquella clásica sílaba bucanera.

 Los dos agentes, esperando a recibir noticias de su compañero Ivanov, optaron por la cautela antes de actuar impulsivamente. Sin embargo, conforme pasaba el tiempo, tanto Jones como Zeta se pudieron percatar de que no estaban recibiendo noticia alguna por parte del agente soviético. Incluso de intentar comunicarse con él, no había respuesta del otro lado del walkie.

 Sin embargo, otra voz distorsionada y temblorosa se podía escuchar en walkie. Pero provenía de otro canal, otro aparato diferente al walkie de Ivanov. Y además se notaba que era otra persona.

- ¿...Ho....o...ola....? ¿A-a-a.... alg... guien a-a-ah....hí?

Por su parte Giuseppe negó con la cabeza mientras martilleaba su pistola, no era del tipo de persona que le gustaba perder el tiempo, mucho menos a la gente que no parecía más que cerdos sudorosos con más miedo en el cuerpo que agallas con tal de continuar o ser de utilidad al grupo, a fin de cuentas, ya había hecho lo que tenía que hacer.

-¿Unas últimas palabras antes de morir?.

Giuseppe acercó la pistola a la sien del oficial del régimen del terror, aunque probablemente no tanto terror como los piratas estaban haciendo en estos momentos. Sea como sea, el hecho de encontrarse con Vladimir o una amiguita suya no interrumpía en sus planes de salvar a la gente por medio de la ultra-violencia piratil. A fin de cuentas... ¿Quien no deseó ser un pirata de niño?.

-Un "No me mates, disfrazaremos a los piratas de los hombres de Peggy y con mis credenciales entraremos en Omus y liberaremos a los que están ahí atrapados" serían unas bonitas palabras... ¡Aunque esas palabras no serían tus últimas palabras antes de morir, porque te dejaríamos con vida para que cumplas tu promesa!.... Mmmm...

En la vida de un agente, no había margen para cometer errores. Fallas una vez, y si eres astuto puedes salir con vida, pero siempre queda la marca, siempre hay consecuencias.

Ivanov lanzó una mirada rápida a los otros dos agentes, los labios apretados en una fina línea. Luego miró las calles donde cuerpos y cuerpos manchaban el suelo de rojo carmesí. Y por último, miró de reojo al pirata que los apuntaba al pecho con la espada. -No tenemos nada que verr con esto, estábamos en el lugarr y momento equivocado.- Volvió al acento ruso, fuerte, y se enfocó en parecer asustado, las manos en alto, un pusilánime turista que por mala suerte había acabado allí.

No había más noticias de Ivanov y eso preocupaba a Zeta, sobre todo teniendo en cuenta que el tiempo pasaba y corría en contra de los agentes.

Si hacemos algo, hay que hacerlo ya. No podemos arriesgarnos a que le descubran o maten a alguien.- Se dirigió en última medida al cura, no queriendo imaginarse los recursos que tomarían para conseguir sus objetivos. Tenía claro que aquél incendio había sido el primer paso de algo más gordo.- ¿Estás seguro de que no te ocasionará problema que me vaya? Recuerda, no podemos poner en peligro tu tapadera. Posiblemente es lo más cerca que estaremos de la línea de Peggy Jones.- Se distrajo unos segundos al escuchar un ruido proveniente del walkie, sin saber exactamente quién podía ser al no reconocer la voz. Miró de reojo a Jack teniendo claro lo que iba a hacer, al menos ella.- No voy a responder.- Atajó firme, aunque eso no significaba que él no pudiera coger el walkie si quisiera.- Puede ser una trampa, que hayan descubierto la tapadera de alguno o simplemente una interferencia. En cualquier caso si fuera alguno de nosotros se presentaría con su nombre, no así.- No iba a añadir que tampoco tenía especial interés en hablar con los causantes del incendio, aunque la conocía lo suficiente como para imaginárselo.- Quiero dejar libre el canal de Ivanov. Es nuestra prioridad ahora, saber qué está pasando.

Los dos agentes esperaron, esperaron... Y siguieron esperando. Pero absolutamente nadie llegó a la escena, solo les sacó de su espera un sonido a través de la radio, un hola un tanto extraño.

Es más importante salvar la vida de inocentes que la misión Zeta. Adelante, ve e intenta hacer algo, yo voy a ver quien demonios llama por la radio, a lo mejor se dirigen a mí, para ver como estamos. - se acercó a la radio e intentó configurarla. - ¿Hoooooolaaa? - preguntaba mientras giraba las ruedas de la radio.

 La respuesta del agente soviético no termina de convencer al jefe pirata. De hecho, le molesta. Pero parecía que cualquier posible respuesta iba a molestarle a aquel hombre. Rápidamente, se acerca al hombrecillo tirado en el suelo y vuelve a patearle en la panza sin piedad. El hombre chilla del miedo y el dolor, lo que provoca una sonrisa en la cara del pirata. Mas esta no dura demasiado, pues se dirige a hablar con Ivanov directamente.

- ¡¿Escucharon esto, muchachos?! "Lugar y momento equivocado"... ¡nunca en mi vida me habían mentido tan descaradamente! Y cuando me mienten... ¡me enoja mucho!

 Esta vez,en vez de golpear al otro hombre al que tenía cautivo, le propina un golpe en la cara a Ivanov. Nada que el agente soviético no pudiera soportar, pero suficiente como para que brotara sangre de su boca. El pirata se gira para ver a Roni y McTaker, sonriendo luego de demostrar que él tenía el poder en aquella situación. Parecía depositar mucha confianza en ambos agentes, consultando con ellos para sus decisiones incluso encontrándose en su frenesí.

- Sé que estabas espiándome... así que... si no me dices para quién trabajas y de dónde vienes... le cortaré la cabeza a esta niña. Y luego a ti... y luego al imbécil de allí atrás...

 El hombre golpeado, apodado como "imbécil" por el jefe pirata, se retorcía en el suelo debido a los golpes. Pero cuando escuchó que le iban acortar la cabeza, empezó a sollozar incluso más patéticamente que antes.

- Noo... ooo... por favor, n-no me maten. Les... les dije todo lo que sé... no les serviré de nada más, déjenme irrrr...

 Con un poco de maña el agente Jones pudo recobrar la transmisión difusa. Dejándola suficientemente clara como para que se escuchara bien la voz del otro lado. Aquella voz, oyendo que había respuesta del otro lado, empieza a hablar con alegría.

Roger Meyer: ¿Hola? ¡Sí, perfecto! Ehm, sí... mi nombre es Roger Meyer y soy un camarógrafo que vino a esta isla acompañado de una periodista, Alisson Jabber. Quizá me hayan visto ayer por el puerto. Gracias a una radio modificada que me construyó un americano que me dijo que se llamaba Hannibal Baracus... por más ridículo que suene su nombre... he logrado ponerme en contacto con ciudadanos de toda la isla y armar una red de resistencia. Los he contactado ya que está es una vía no-oficial... no rastreable, debo agregar...

 Por lo que decía aquel hombre, los agentes podían contar con que había in grupo de resistencia que se estaba conformando en las sombras. Y que un americano misterioso les había ayudado con sus habilidades mecánicas.

Roger Meyer: Actualmente, he dejado el Puerto Obikanui. Mucho peligro para una persona como yo. Ahora estoy en Los Bloques; si necesitan contacto con la Resistencia, ya tienen una línea para contactarse. Unidos somos más... y le mostraremos a este régimen que no pueden meterse con la gente.

Cogió la mano de Jack antes de que respondiera, temiendo que se adelantara.

Puede ser una trampa. Te recuerdo que tu nombre y cara están con el grupo de Peggy, ¿quién nos asegura que ese hombre sea realmente parte de la resistencia y no un espía de Peggy para confiarnos? – Negó con la cabeza mientras le soltaba. Ella no respondería, lo tenía claro, pero su posición no estaba tan comprometida como la del propio Jones.- Ten cuidado.- Miró hacia el horizonte, donde la columna de humo todavía era visible para todos los habitantes de esa isla.- Mientras tanto será mejor que nos pongamos en marcha. Me preocupa Vlad.- Si Jones estaba de acuerdo, cuando él decidiera si responder o no al mensaje irían juntos a la playa.

Para su sorpresa, quien contestó era alguien de la resistencia o al menos, eso decía ser. Escuchó con atención lo que tenía que decir su compañera, asintió un par de veces y agarró la radio. Con su voz más grave, profunda y seria, gritó. - ¡ACABAREMOS CONTIGO, ESCORIA REBELDE! - entonces cerró la transmisión.

Volvió su mirada a Zeta. - Más vale prevenir... Espero que huya si realmente es un rebelde. - aunque sonaba sincero aquél tipo, su compañera tenía razón, estaban en territorio hostil, no podían confiar del todo en nadie. - Busquemos a Vodka, con suerte está bien, aunque con los otros dos descerebrados haciendo el cabra por ahí... No sé que pensar. - empezó a caminar apresurado. - No perdamos el tiempo, vamos.

Por su parte el hombre de Dios se acercó a Vladimir y le tocó la mandíbula, moviendo su cara de un lado a otro mientras parecía comprobar algo, no sin antes bajarle -y subirle- los labios inferiores y superiores de su boca para ver sus dientes. Con esto hecho, comenzó a manosear los músculos de los brazos y el pecho.

-Este... -Comentó para sí al principio y luego al resto- Parece que nos servirá. Parece ser un Soldado. Si le ponemos un buen uniforme creo que podremos colarnos con su físico y su porte a las instalaciones donde tienen retenidos al resto de los presentes.

Echando un vistazo a su acompañante, el hombre de Dios se encogió de hombros antes de continuar.

-Y esa es una mujer... quizás tengas una admiradora... ¡Ese salto que hiciste mientras te cubríamos fue increíble!. No sería extraño que en un abrir y cerrar de ojos tengas unas "gruppies" detrás... ¡Pero no hay que perder la cabeza!. ¡El trabajo de Pirateo aún no ha terminado!.

Ivanov recibió en golpe sin apenas inmutarse, aunque sintió el sabor de la sangre en la boca. Escupió al suelo, volviendo a fijar la mirada en el pirata. De acuerdo, no más turista con este... Miró de reojo a la chica, no tenía la culpa de su error. Maldición, maldición... Pero antes de responder, vio al Pater acercarse hasta él. Tuvo que admitir con cierto respeto que al menos el agente eclesiástico podía mantener la mascarada y no delatarlo, algo que agradeció. Aunque tampoco sabía que historia le habría contado al pirata.

Habría que jugar su juego, de momento.

-Les puedo serr util.- Confirmó Vlad, poniendo algo de entusiasmo en sus palabras. Pensó en pedir que dejaran libre a la chica, pero sospechó que eran del tipo de piratas que no tomaba rehenes ni dejaba testigos. -Ella también. Les podemos ayudarr.-