Partida Rol por web

Mira asustado como James agrede a su compañero inconsciente: -¿Fortaleza? ¡No sé de qué me está hablando monsieur...!- Parece angustiado por no saber cómo responder de forma satisfactoria esa pregunta de James, así que para no ser víctima del "terrorífico" Lope (al que no deja de mirar por si intentara ensartarle o algo) decide contestar todo lo que sabe sobre lo demás: -No... no sé donde están repartidos los otros por la isla. ¡Es la verdad! Sólo se que somos unos treinta mercenarios trabajamos al servicio de Dul Motte y que unos quince salimos en busca de la recompensa, así que deben quedar otros quince en La Nouvelle Paix al mando de Sébastien "el cruel".-

Tiembla un poco antes de añadir: -Bu... bueno, y olvidé mencionar a los cinco que custodian el yacimiento arqueológico.-

Lope hace sus cálculos, mira a James sin mayor motivo, como para ver su reacción, y a continuación aprieta de nuevo al mostachudo.

—¿Qué es eso de la La Nouvelle Paix? ¿Y qué hay de Dulmot: está también ahí? —De pronto, mira hacia el mapa, recordando algo. Vuelve a mirar al soldado.— Ese yacimiento que dices está al sur, ¿verdad, gorrino? ¿Por qué Dulmot está interesado en él? ¡Dinos lo que sepas o te reviento!

«Así que no es una fortaleza...», reflexiona Sebastián. Pero lo que más le interesa realmente es lo que dice el soldado acerca de los hombres de Dulmot: unos quince en la casa, unos quince en patrullas por la isla, unos cinco en ese yacimiento del que habla. «Si dice la verdad, no son tantos. Quizás la cosa no esté tan complicada». Lo que a Sebastián le preocupa es ese otro Sebastián, y el propio Dulmot, pero es de los que opinan que no hay nada que no se pueda superar con algo de seso y preparación.

Volteo a ver a Lope y le digo Tranquilo Lope nada malo paso, solamente me habla de mi hermano, dice que aun vive Ante las palabras del negro al mencionar San Juan, mi cabeza se llena de preguntas que no puedo contener. San Juan? pero todos murieron! de pronto veo como Lope comienza a hablar con los Montaigne y nos da una seña y una sonrisa y comienza a liberar la locura con la que pudo matarme al conocernos. Que bueno que esta de nuestro lado me siento mientra James y Lope interrogan a estos hombres, me sorprende las amenazas de Lope. Veo que Hook esta observando la carne pacientemente, sonrio y tomo un un buen trozo con un poco de hueso y se lo lanzo a su boca. Toda tuya chico

-¿La... La Nouvelle Paix? Es la colonia, señor. En la costa.- Miró de soslayo en dirección a las colinas al este. -Claro que monsieur Dul Motte vive allí. Vive en su villa, con su esposa.-

Se siente algo confundido ante la segunda andanada de pregunta de Lope: -Es... una excavación. En las ruinas... No sé lo que el señor Dul Motte busca allí, ¡nunca he estado! Pero los hombres que estuvieron me dijeron que durante días sólo sacaron huesos de seres extraños... ¡craneos con cuernos y cosas así! ¡criaturas demoníacas!- A pesar de su desprecio a los beatos, parece decir esto con cierto temor reverencial.

-También encontraron algo que se llevaron a la villa de monsieur Dul Motte en una carreta tapada. Nadie sabe lo que es. Seis hombres entraron con Dul Motte para sacar eso de las ruinas y sólo sobrevivieron dos y el propio Dul Motte.-

Aparentemente satisfecho con las respuestas del monteñés, Lope le suelta bruscamente y se aparta de él y se sienta en el suelo, no muy lejos. Agarra aún su puñal, la empuñadura con la diestra, la punta de la hoja con dos dedos de su diestra, distraídamente. Observa a sus compañeros. Piensa. No parece que tenga más preguntas. Tampoco parece que el monteñés tenga más respuestas. Se levanta.

—James. Armando —dice a sus compañeros, mientras se aleja hacia la entrada de la tienda.

Una vez allí:

—Treinta o cuarenta hombres —le comenta por lo bajo—. Quizás la mitad, si evitamos las patrullas y pensamos bien la jugada. —Incluso pueden ir tras ellas: minutos atrás, Armando y James han eliminado a cinco mercenarios en lo que dura un suspiro.— No es imposible.

Luego se agacha junto a Toa Rappa.

—¿Cuánta de tu gente está presa en la aldea de Dulmot? —le pregunta en susurros.

James sigue escuchando atentamente lo que dice Toa Rappa y el prisionero. En su cabeza empezó a cavilar como llevar todas las cosas, evidentemente tendrían que dejar algunas cosas ahí. A continuación prestó atención a Lope.

-Claro que no es imposible, no parecen muy fuertes, pero nos vamos a jugar el pellejo, además de firme. Si lo preparamos bien y la suerte cae de nuestro lado, quizá salgamos vivos de aquí -susurró también.

Luego alzó algo más la voz, para que le oyesen dentro de la tienda.

- En cuanto terminemos, a dormir y mañana vamos a ver qué podemos sacar en limpio de todo esto echando un vistazo a los edificios donde vive Dul Motte y tú nos vas a enseñar el camino.- dijo señalando a Jackes, su tono no tenía ningún matiz de pregunta.

-Si os parece, haré yo la primera guardia, tú Lope pareces muy cansado, y tú Armando, evidentemente necesitas descansar.

Dicho ésto, se levantó, se estiró, tomó uno de los mosquetes cargado y se dispuso a salir de la tienda.

Luego se agacha junto a Toa Rappa.

—¿Cuánta de tu gente está presa en la aldea de Dulmot? —le pregunta en susurros.

El nativo cuenta con los dedos. No parece ser muy hábil en eso.

-Entre veintenos y treintenos, creo yo.- Mirada ciega al horizonte: -Quizá alguno más libre por la isla, no se donde. Pero esos no confiarán ya en hombre blanco alguno, mejor evitadlos.-

- En cuanto terminemos, a dormir y mañana vamos a ver qué podemos sacar en limpio de todo esto echando un vistazo a los edificios donde vive Dul Motte y tú nos vas a enseñar el camino.- dijo señalando a Jackes, su tono no tenía ningún matiz de pregunta.

El tipo no dice nada. A toda respuesta, traga saliva (*gulp*). Pero su cara es todo un poema, y parece dar a entender que la "amable petición" de James no le gusta un pelo.

La cuestiones esenciales dieron paso a palabras más relajadas durante el fin de la cena y el inicio del sueño. James realizó la primera guardia mosquete en mano, linterna al pie y estoque al cinto mientras que Toa Rappa, Lope y Armando se retiraban a descansar.

La mayor parte de la ronda de James discurrió tranquila. Después de varias horas, estaba ya pensando en despertar a Lope y descansar él un poco, cuando oyó sonidos en la noche. Más allá de la luz de la linterna varias siluetas acminando semierguidas. 

James intuyó que las figuras se  acercaron al lugar donde James había enterrado los cadáveres. Eso aprecía.

Luego las oyó cavar con sus propias manos en la oscuridad, durante un buen rato. Y más tarde unos sonidos bastante tétricos y nauseabundos de roer y sorber, acompañados de gruñidos de satisfacción.

Uno de los seres se giró y James pudio ver sus ojos rojos brillando, o quizás solo reflejaban la luz de la linterna. Por un momento, pareció mostrar interés por el campamento y aproximarse, tanto que la luz ya dejaba ver por completo al gul. En previsión, James apuntó firmemente con el mosquete a la criatura.

Sin embargo, tras acercarse varios pasos al campamento el ser emitió un chillido y mostró una mueca de dolor. James no vio nada allí que pudiera haber acusado daño a al criatura, pero aun así el engendro pareció darse la vuelta y alejarse asustado.

James se mantuvo alerta, y vio que se producían un par de sucesos similares más. Algún engendro se acercaba al campamento pero antes de aproximarse siquiera a las tiendas salía escaldado como si "algo" estuviera ahí.

Lope despertó en ese momento y pudo ver a los seres. James le contó lo que había ocurrido y se mantuvieron despiertos juntos un tiempo, pero al poco los seres parecieron dejar de mostrar interés y alejarse, desapareciendo en manada en la oscuridad.

El resto de la noche transcurrió tranquila, y pudieron descansar todos largo y tendido.

A la mañana siguiente, cuando la luz iluminaba los alrededores, pudieron comprobar que en el lugar donde habían enterrado los restos de los montaignes caídos ya no quedaba nada salvo tierra removida y restos de sangre. De los gules y los cadáveres de los montaigne no quedaba ya rastro alguno.

Otra cosa de la que no se habían percatado: ¡Toa Rappa ya no estaba allí! No quedaba ni rastro de él. Se había esfumado en la noche.

Al comprobar si seguían allí los prisioneros montaigne, en cambio, pudieron ver que seguían aún en la tienda. Y el que en su momento estuviera inconsciente ya había despertado.

En menos de 20 minutos Lope ya tenía toda la información que necesitaba y ahora quedaba esperar por la información del negro para decidir qué acciones tomaríamos. Que cansado estoy son darme cuenta un bostezo se me escapa y Lope y James recomiendan que descanse. No estoy cansado, pero Hook si, lo llevaré a que tome una siesta. salgo de la capa y me dirijo a una donde pueda dormir tranquilo.

James había dormido muy bien dentro lo que cabe, tenía la tripa llena y se sentía con el optimismo de quién ve sus necesidades primarias bien cubiertas después de un tiempo sin haberlo podido hacer.

-Hombre, si te has despertado, dormilón -dijo al prisionero que había estado mucho tiempo inconsciente. Comprobó que el negro se había esfumado y les preguntó a los prisioneros - ¿Dónde está el negro, perros? ¿Le habéis visto marchar?-

No le gustó nada la desaparición, dado que algo le decía que en el episodio de los gules Toa Rappa algo había tenido que ver en la extraña protección que habían tenido.

Esperó la respuesta de los prisioneros mientras llamaba a voces a Lope y Armando para que acudiesen lo antes posible y evaluar qué hacían con los prisioneros y el resto de la impedimenta antes de partir definitivamente camino de la guarida de Dul Motte.

Anoche, después de escuchar los cálculos de Toa Rappa, Lope no pudo mostrarse tan optimista como James.

—Si esos salvajes no van a distinguir entre amigos y enemigos, no veo cómo vamos a poder hacer todo esto... —murmuró enfurruñado—. En cualquier caso: primero veamos lo que hay.

Era obvio que para él no había aún más plan en firme que ir a investigar la colonia.

Lope no comentó nada más sobre estas cuestiones, aunque hubo un momento que pareció que iba a hacerlo. Sí que indicó que él haría la guardia central de la noche. Luego, durante la velada, Lope se animó y acabó contando algunas anécdotas de su vida en la Sierra de Hierro, y de personas a las que había conocido. Siempre en pasado. A juzgar por esas historias, tenía o había tenido una vida muy animada; al menos, para ser un mercader. Sin duda, fueron historias exageradas, cuando no falsas, pero las contó de una forma tan humana, tan natural, tan divertida y -sobre todo- tan autoconsciente de lo increíble de todo aquello que eran casi un guiño continuo al oyente. Era casi imposible escuchar y no disfrutar. Incluso se mostró simpático con los monteñes. Por otro lado, también escuchó a sus compañeros, mostrándose alegre y atento, aunque podía verse en sus ojos una sombra de tristeza, como si viera en los dos jóvenes reflejos de su propia vida: los mismos dramas, los mismos errores, las mismas promesas de juventud que para él ya habían quedado atrás para siempre.

*          *          *

Ahora Lope se ha levantado y otea los alrededores, tratando de ver signos de Toa Rappa.

—No lo entiendo —musita—. ¿Cuándo puede haberse ido? Juro que no me dormí… aunque tampoco puedo asegurar que lo viera... ¿Tú te dormiste, chico? —pregunta, girándose hacia Armando, que ha hecho el último turno de guardia—. Puedes decirnos la verdad: estábamos todos muy cansados. —Luego, se vuelve hacia James.— ¿Se largaría mientras…? —Ni él ni James le han dicho a Armando nada sobre los gules. ¿Para qué preocupar al chico innecesariamente?— ¿...cuando charlamos?

Al momento, una idea le viene a la cabeza y empieza a investigar el suelo alrededor del campamento.

la noche paso rápido y sin darme cuenta el primer día desde que encallamos había pasado, en mis pensamientos resonaba la idea de que mi hermana seguía vivo, preso por los Montaigne, Tal vez este en esta misma isla bajo las cadenas de este opresor.

Los gritos de James me hacen levantarme de mi tienda. Que, paso al salir de la tienda me acerco a el y noto que me pregunta por el negro, el y Lope me interrogan si vi algo en mi turno de la guardia.

No, No vi nada la madrugada paso tranquila sin ningún inconveniente.

Los prisioneros se muestran algo confusos ante la pregunta de James. -¿El.. el negro no está? No sabemos cuando ni a donde se ha ido.- Uno mira al otro, que niega también con la cabeza. No saben nada al respecto.