Partida Rol por web

Kauri comprobaba que toda la gente estaba bien, al menos físicamente. Todo lo bien que podía estar cuando algo grave interfería con su voluntad y con su percepción de la realidad, eso sí.

Por su parte Myriham comenzó una búsqueda primera que resultó infructuosa: en ningún archivo ruso constaban antecedentes para éste Victor Gregorov que ni siquiera era ciudadano ruso oficialmente. Por ello tuvo que ampliar la búsqueda para comprobar que se trataba de uno de esos refugiados peculiares que no parecían tener antecedentes en el mundo real; los periodistas de investigación - y extraoficialmente los investigadores reales - pensaban que provenían de otras dimensiones, de realidades paralelas creadas por distorsiones en el tiempo.

Victor había sido ingresado oficialmente en un psiquiátrico por catatonia y delusión, pero los informes que pudo ojear Myriham hablaban de un talento innato que no podía ser controlado y sólo neutralizado mediante completa privación sensorial del sujeto lo que había hecho imposible estudiarle o darle utilidad militar y había sido, oficialmente, ingresado en aislamiento en un psiquiátrico.

Aunque no había evidencias en la documentación que había tenido tiempo de mirar, Myriham seguía confiando en su teoría y más ahora que sabía un poco de cómo podía funcionar el poder, por lo que comenzó a estudiar las nanoemisiones eléctricas de los guardias de ICON acercando a su dron de análisis.

Pronto su monitor mostró una señal anómala muy clara e intensa, una curva repetitiva y monótona, suave y tranquilizadora, fiable y protectora, como el amor de una madre; una señal que la impulsaba a buscar a su pequeño y a su marido y compartir con ellos un picnic.

Sacudió la cabeza, sobrecogida por el poder de aquella onda capaz de afectar incluso convertida en un reflejo gráfico en un monitor. Sabía que ahora podía interferir, podía generar un pulso que acabase con aquel control ahora si quería y sin mayores consecuencias.

Pero había otra posibilidad, porque la onda tenía una permanencia, un origen que no había cortado el enlace con la fuente y, al igual que la fuente seguía influyendo en el objetivo, desde la señal podía alcanzarse la mente que la había iniciado y atacarla, de alguna forma. Pero hacerlo requería contactar con esa mente y exponerse a... en realidad no sabía a qué, a lo desconocido; aunque desde luego podía dejar aquellas mentes indefensas como una barrera entre el origen y ella, permitiéndose huir y dejar a los afectados afrontar las consecuencias si iban mal dadas.

Kauri miraba a un lado y a otro sin creerse lo que estaba viendo. Lo que antes parecía una salida de ocio de los internos del psiquiátrico, ahora le daba muy malas vibraciones porque era evidente que cada grupo estaba reproduciendo, por alguna razón, una escena idéntica. Parecía que se hubiera adentrado en un sueño compartido, o en la ilusión de una persona con poca imaginación. La sensación de ser el único no atado a esa compulsión de fingir algo espeluznante le causaba escalofríos.

Pese a todo, continuó caminando. No podía hacer nada por esa gente porque no sabía qué les ocurría. Sabía que Myriham y Wimbo investigarían por su cuenta y descubrirían algo por su cuenta. Lo que él tenía que hacer en ese momento era adentrarse en las instalaciones y buscar al hombre al que venían a buscar.

Al menos, ahora sabían por qué nadie abría la puerta.

- Supongo que esto es mejor que encontrar a los guardias muertos, o algo así...- musitó para sí mismo a fin de tranquilizarse un poco.

Por si acaso, él ya estaba concentrándose por si tenía que recurrir a su poder. Por desgracia, la resistencia física no parecía ser de mucha ayuda en un lugar donde la gente estaba siendo manipulada mentalmente o algo parecido. Kauri no tenía muy claro a qué se enfrentaría pero sabía que sus compañeros le estarían observando y que actuarían en cuanto pudieran.

Kauri se internó en dirección al complejo mientras Myriham se decidía a qué hacer ahora que había descubierto una vulnerabilidad en la situación, mientras Wimbo se internó un poco por detrás del polinesio dispuesta a servir de enlace y adentrarse o retroceder en función de dónde se produjera el primer conflicto serio. Los dispositivos de comunicación y los drones les ayudaban a mantenerse en contacto.

El chico entró en el hospital sin impedimentos, con la idol alcanzando a abrirse paso entre la arboleda para tener línea de visión directa con él. El interior parecía bastante vacío aunque desde varios lugares llegaban conversaciones. Exploró el lugar comprobando que desde el recibidor, que detrás de un mostrador de atención dónde no había nadie tenía dos puertas, partían dos alas casi simétricas, cada una con cuatro puertas y pasillos en T al fondo, dónde también había ascensores. Por último había una amplia escalera circular que subía a los pisos superiores y bajaba al inferior; antaño había sido un espacio amplio y abierto, pero ahora había sido forrada de mallazo, probablemente para evitar que los pacientes con tendencias depresivas pudieran arrojarse por el hueco. Los diferentes pisos tenían puertas metálicas pero todas parecían abiertas ahora. En ese tiempo apenas pudo ver a un par de personas a los lejos, andando raro, a veces poniéndose a cuatro patas o avanzando arrastrando el trasero, como si no controlaran del todo su cuerpo o éste no respondiera a sus intentos del todo, tal vez por faltarles algunos conjuntos extras de miembros con que complementar sus dos brazos o piernas.

Mientras Kauri hacía estas exploraciones una de las conversaciones lejanas - por dónde vio marcharse al caminante más lejano - se transformó en discusión y, poco después, en gritos y alaridos de agonía. Antes de que tuviera tiempo de determinar la dirección exacta, otra conversación subió de tono al de discusión.

También Wimbo había tenido ya tiempo de llegar a la puerta, aunque Kauri sólo la vio en la distancia pues ya se había internado mucho en el ala Este. Ambos pudieron escucharla claramente por los micrófonos apenas puso el segundo pie dentro del edificio, aunque Kauri la oyó incluso mejor en real.

Con más miedo y pánico del que nunca la hubieran pensado capaz chilló, a pleno pulmón, lo que en el caso de Wimbo supuso hacer trizas el mallazo que protegía el hueco de la escalinata en ese piso.

-"¡¡¡MI HIJO, MI HIJO NO!!!"

En los segundos que tardaron en entender que también estaba afectada, dado que no tenía ningún hijo y, casi, ni edad razonable para tenerlo, la joven se había lanzado en una carrera demencial y enloquecida hacia las escaleras, arrojándose por el hueco y perdiendo el comunicador en la maraña de hebras metálicas que su grito desesperado había convertido la malla; su dron la grabó bajando en un colchón de sonido al fondo, más rápido de lo que el podía seguirla y se coló por una puerta ignífuga que se cerró con violencia a su espalda antes de que el aparato pudiera seguirla.

Kauri había llegado a vislumbrar en su carrera por llegar a los gritos de agonía varias de las estancias del hospital, en numerosas había tres personas, siempre en cuartos pequeños aunque tuvieran que limitarlos con paneles, mesas y sillas o armarios, jugando a las familias, siempre dos "adultos" con un "niño" y, en general, los adultos de sexo distinto y el niño varón.

Ahora que terminaba de procesar que Wimbo se había perdido sola, pudo distinguir dos cosas: los gritos de agonía a lo lejos se habían apagado. Y en un cuartucho de almacén era dónde la conversación de "la familia" había subido de tono, le gritaban a la única figura que era visible, uno de los tipos que andaba extraño, éste delante de Kauri sacó dos cuchillos y desplegó brazos y piernas tanto como pudo mientras ponía una mueca tratando de enseñar los dientes tanto como le era posible a la vez que hacía un ruido completamente inhumano, la discusión dio paso a los alaridos de miedo que, la vez anterior, habían precedido a los gritos de agonía.

Esa frecuencia producía armónicos de resonancia en las ondas cerebrales de sus víctimas, era una forma tan simple de ver el control mental, los militares como siempre habían intentado convertir en un arma algo que podría haberse enfocado a tratamientos contra enfermedades mentales.

Myriham archivó toda la información de la frecuencia que emitía Vícktor y en sus auriculares inició una frecuencia en bucle para que se acoplara y bloqueara la señal armónica del psíquico, así además de generar una interferencia que la mantuviera a salvo conseguiría evitar que adquiriera más marionetas que las que ya tenía.

El siguiente paso sería buscar donde se encontraban ambos, el misterioso asesino y la victima que controlaba aquél circo.

Mientras Myriham está preparando las frecuencias subsónicas y ajustando la onda para pisar y bloquear cualquier ataque del psíquico se da cuenta que tanto este como el marionetista del teatro controlaban criaturas vivas o de madera con su mente, probablemente funcionaran en patrones similares, ¿Y si los poderes de la muchacha con control de electricidad funcionara también con esa frecuencia?, ¿Acaso es esto lo que estas víctimas tienen en común?.
Myriham piensa:
Si pudiera conectarme al sistema de megafonía para transmitir la frecuencia de anulación por la megafonía de las instalaciones, siempre y cuando los altavoces aguanten los armónicos sin quemarse, podría bloquear el control que ejerce Vícktor. Esto supondría casi su derrota, no parece que sea ningún portento en combate.

Así, sumida en sus pensamientos sobre tácticas Myriham y acciones, se dirige a la zona de administración del edificio, donde estará la información en papel de la celda de Vícktor, porque esos datos no están cargados en la ningún equipo accesible. También es posible que megafonía esté en esa zona, así que transita, ocultándose lo mejor que puede, por el edificio. Mientras se mueve no sabe si se encontrará a Kauri o a Wimbo, espera que estén recibiendo las transmisiones de armónicos en sus comunicadores y que les lleguen adecuadamente para protegerlos, porque si no, si las capacidades sobrehumanas de sus compañeros fallan, entonces estará sola ante el asesino y Vícktor.

Lo más lógico sería ir a la izquierda, porque había visto girar a Kauri a la derecha, esperaba que todo estuviera protegido detrás de una puerta para poder cerrarla y tras subir las escaleras y recorrer algunos metros llegó al ala izquierda, si no estaba la administración de este módulo aquí tocaría bajar al sótano, cosa que no la hacía mucha gracia.

Y la suerte sonríe a Myriham por una vez, una zona mínima de administración, detrás de la puerta de verja y malla metálica que acaba de cerrar lo más silenciosamente posible después de traspasarla, y si no hubiera estado enfrascada en sus procesos mentales habría visto el acceso lateral por una escalera desde el jardín, parece que hoy no es un día tan malo, también hay una zona para megafonía donde se aplica a generar el bucle de armónicos para liberar a las personas.

Myriham comenzó a trastear con el sistema de megafonía, algo más complicado de lo que esperaba porque pronto pudo comprobar que la corriente eléctrica se había ido y el Hospital estaba funcionando con los sistemas de emergencia. Por suerte, esa eventualidad para ella sólo era un molesto retraso.

En un tiempo que la gente común hubiera calificado de record estaba trabajando en lo realmente importante: salvar a la gente del control mental, aunque no era tan sencillo. Cada persona tenía una mente particular y el control mental se adaptaba a ella, lo que la tecnomaga tenía hasta ahora no era una "cura universal", sino más bien un método que ahora trataba de adaptar para aplicar a un colectivo heterogéneo; sin Wimbo para controlar el sonido como si fuera plastilina, aquello era complicado.

Para colmo, aquella acción no tenía nada de segura en absoluto. Ya había percibido una presencia psíquica de Viktor en cada infectado, por lo que una vez reparada la megafonía, si perdía el control, era perfectamente posible que él pudiera darle la vuelta a la tortilla y tenerla a su alcance sin estar presente, no sólo eso tal vez incluso pudiera ejercer su voluntad de forma directa en cualquiera que pudiera oír los micrófonos.

Pasaba el tiempo sin que la tarea se completase, demasiado tiempo . El suficiente para que Myriham escuchase pasos desmadejados y potentes por el pasillo; uno de sus drones le mostró la imagen de uno de los grandes celadores que caminaban como si tuvieran más extremidades de las que le habían correspondido al nacer, unos segundos antes de que entrase en la sala. Una vez dentro comenzó una cacofonía de ruidos extraños con la garganta que no tardarían en provocar que se le despellejase. Sostenía un par de hachuelas de cortar leña en las manos - y otras dos dolorosamente atadas con alambres a los pies.

Mientras el zombi mental se abalanzaba sobre ella, Myriham era consciente de que estaba muy cerca de poder desafiar de nuevo el control mental de Viktor, ésta vez para todo el que estuviera al alcance de la megafonía y no estuviera directamente subyugado a la mente del refugiado.

Miryham se afana en reparar el sistema dañado, solo necesita unos segundos es todo lo que precisa, el aire se condensa al salir de sus pulmones empieza a escucha la voz de Andrew.
- Amor, mueveté, estás desprotegida, enfrenta el peligro inmediato, luego seguirás.
- Puedo hacerlo, le liberaré, los ayudaré a todos.
Se concentra en manipular la circuitería y repasar las conexiones eléctricas.
- Myriham, enfrentaló no te arriesgues.
El celador se acerca lentamente enarbolando desmadejadamente las armas atadas a sus brazos, en uno de los golpes la garrafa del agua cae al suelo y cuando el agua alcanza los pies de Myriham y el frío sobrenatural de la presencia de Andrew que parece abrazarla ofreciendo su espalda al celador que se aproxima, el helor que condensa el vapor del aliento y hiela la lágrima que recorre la mejilla derecha de la joven, mientras sigue manipulando el soldador de estaño, las pinzas, una resistencia, la sombra de un brazo que se alza y desciende la punzada de dolor junto con el sabor metálico de la descarga eléctrica resultado de encontrarse el agua y un cable pelado que está en el suelo, la sombra del olvido el frío del abrazo de Andrew se cierran sobre ella.
- Ya voy cielo, quería salvarlos a todos ...

Cuando Wimbo sucumbió al control mental, Kauri se giró alarmado y se tapó los oídos por la intensidad inhumana de ese chillido. Apretó los dientes e hizo esfuerzos por moverse hacia ella, pero en su locura ya había desaparecido dejando un rastro de incertidumbre y miedo.

- ¡Wimbo!- gritó Kauri para intentar detenerla, pero ya era tarde. Tenían que liberar a todo el mundo, incluida la idol, y así acabaría todo aquello.

Habría ido tras ella si no fuera por los gritos de agonía y terror que oía cerca de él. Empezó a correr rápidamente hacia el origen para ayudar a quien estuviera en peligro. Por desgracia, los gritos cesaron. Eso solo podía significar que había llegado tarde. Sin embargo, otros gritos no tardaron en desgarrar el tétrico silencio. Vio a un hombre armado y con una expresión totalmente desquiciada. Parecía estar amenazando a alguien.

- ¡Eh, tú!- le gritó para llamar su atención.

Empezó a caminar rápidamente hacia él. Tenía que desarmarle antes de que hiciera una locura. ¿Sería él quien había causado los otros gritos de dolor? ¿Estaría matando a los residentes? Tenía que ser a causa del control mental. No había otra razón para que una persona tuviera una expresión tan salvaje en el rostro.

- ¡Suelta esos cuchillos!- continuó mientras se acercaba rápidamente.

Centro psiquátrico Ala Oeste. Cuarto de megafonía.

Myriham trató de completar la tarea hasta el último segundo, hasta que la voz de Andrew y su toque gélido no la hicieron saltar con un respingo.

-"¡Ahora!"

Justo a la vez un hacha descargaba sobre la central de megafonía, haciéndola añicos y haciendo saltar chispas. El bruto continuó embistiendo, volcando la mesa y destrozando cables y micros en persecución de la tecnomaga, acosándola con hachazos continuos con los brazos y torpes patadas, no ausentes de peligro, por las tragicómicas hachas atadas a los pies.

Ya no podía seguir ignorando al celador sometido, que parecía decidido a destazarla como a una res; tampoco había ningún motivo para hacerlo, pues era obvio que su destrozo del sistema de megafonía había sido tan efectivo como si hubiera sido a propósito

Centro psiquiátrico Ala Este. Cuartos de residentes.

Cuando Kauri se dio a notar con sus gritos el celador se volvió hacia él el tiempo justo para lanzarle un siseo distendiendo la mandíbula tanto como pudo y poniendo una cómica cara de agresividad, a la vez que alzaba los brazos en aspa y separaba las piernas. El gesto resultaba claramente amenazador, pero antinatural lo que lo haría cómico si no fuera un celador de gran tamaño, desquiciado y armado con cuchillos.

Inmediatamente se lanzó contra los desconocidos de dentro del cuarto, con Kauri justo detrás tratando de detenerle antes de que hiciera algo de lo que se arrepentiría si recobraba la cordura.

El lunático se giró, tal y como Kauri deseaba. Mientras tuviera su atención puesta en él, no podría estar haciendo daño a otros. Ahora no había duda de que los gritos de antes habían sido sus anteriores víctimas. No podía dejar que volviera a hacerlo. Pensó en qué decir para calmar a ese hombre enajenado, pero si estaba siendo controlado mentalmente, ¿serviría de algo que le hablara? Justo cuando se disponía a dialogar con él, ni que fuera para distraerle, se movió inesperadamente.

- ¡No!- gritó Kauri cuando el celador se adentró a la sala con clara intención de hacer algo terrible.

Sus pies se movieron solos. Corrió a toda velocidad detrás de ese hombre. El cuerpo del héroe empezó a brillar con una luz dorada. En otra ocasión se hubiera quitado la ropa para no dañarla en la batalla, pero no podía pensar en eso. Mientras su cuerpo aguantara, podría seguir ayudando.

Con sus enormes zancadas alcanzó y adelantó al celador, interponiéndose entre él y sus víctimas. Se colocó como si fuera a parar un tren en marcha, flexionando las rodillas y alzando las manos para agarrarle en cuanto se acercara. No podía dejar que pasara. No podía dejar que alguien muriera de una forma tan horrible y que el asesino fuera una víctima más de toda esa locura.

El brillo dorado era especialmente visible en sus manos, aunque a través de su ropa se podía entrever el refulgir del espíritu en su interior.

El celador cedió el sitio por la fuerza ante el empuje de Kauri, que consiguió interponerse sin hacer daño tampoco al atacante.

Eso no frenó la furia homicida del tipo, que se lió a cuchilladas y patadas, tratando de sobrepasar al joven polinesio y alcanzar a la aterrada "familia" que chillaba aterrada encogida en el suelo con los "progenitores" tratando de proteger al "niño" tras ellos.

Por ahora la situación estaba relativamente controlada, pues el loco maremágnum de cuchillas no era capaz de superar la resistencia metahumana de Kauri, pero debía encontrar una solución más definitiva pues era cuestión de tiempo que uno de los golpes superase su defensa y alcanzase a un inocente o alcanzase al héroe en un ojo.

Al contrario de lo que cabría esperar y muy probablemente por la conjunción de nervios, electricidad, el helado abrazo de Andrew y la adrenalina de la situación, Myriham no queda inconsciente por el calambrazo y el golpe con el suelo, mientras el alterado celador continúa destruyendo el equipo de megafonía en su afán por alcanzar a la joven.
La bolsa de utilidades y algunas herramientas están al otro lado de la amenaza inminente y Myriham se posiciona para esquivar, rodar y si puede acabar la maniobra al lado de su bolsa mejor que mejor.
Mientras piensa en Andrew.
- Lo siento cielo, no he podido salvarlos a todos y de momento tengo que conformarme con salvarme yo.
Y la lista de cosas por hacer es:
- Distraer a esta monstruosidad, tendré que sacrificar uno de los drones.
- Coger la bolsa.
- Salir corriendo y cerrar la verja que separa esta zona del resto del hospital.
- Y en paralelo debería intentar seguir viva.
Usando las limitadas capacidades de la conexión a través del smartwatch Myriham lanza el dron de vigilancia y exploración, (ligero y solo lleva lo indispensable mini-cámara, micro, mini-altavoz y controlador para sus funciones) que como un moscardón zumba alrededor de la cabeza del celador, para distraer a la enloquecida y poseída criatura.
Mientras la maquinita revolotea alrededor de la cabeza del loco, Myriham rueda hacia la bolsa de equipamiento, al menos el tiempo de trabajo en el circo será útil para escapar, ¿aguantará el dron el tiempo suficiente en autopiloto?.
- No mires atrás, deja el soldador y el estaño y sigue hacia la verja. Se susurra mientras trastabilla por el pasillo después de medio enderezarse tras la voltereta para salir de la zona de administración y encaminarse a la verja de separación interior.
- Sobre todo no mires atrás., con más suerte que acierto recorre los pocos metros hasta la puerta, y tras tirar de la reja y oír el consolador chasquido del cierre, lo siguiente que percibe es que su móvil y el smartwatch vibran con el aviso de la pérdida del dron, gira la cabeza para ver como el peligroso engendro emprende el camino de nuevo hacia ella, así que se arrastra apartándose de la verja lo suficiente para apartarse de los ataques y poder recuperar el resuello.

-"No te gires ahora" - le llegó el reconfortantemente helado susurro de Andrew que le provocó el agradable entumecimiento de la muerte tocando su vida. Pero su cerebro ya había cursado la orden. O tal vez su propio cuerpo decidió no hacer caso de la lógica, en un arranque suicida fruto del deseo de volver a los brazos del fantasma que trataba de mantenerla viva.

Lo cierto es que al girar perdió velocidad, un leve traspiés y el mostrenco bajo control mental se abalanzaba sobre ella a través del pasillo. Un dolor agudo provocó en su hombro una desagradable sensación cálida que se llevó el hielo de amor que la había congelado. ¿Sangre, tal vez?.

Lo que estaba claro es que un hachazo la había alcanzado de refilón, desequilibrandola a apenas un par de metros de la reja.

Kauri recibía los embates violentos de ese loco. Le estaba destrozando la ropa, que no había tenido tiempo de quitarse, pero su piel permanecía intacta pese a que le estaba atacando con filos cortantes. La increíble resistencia de su cuerpo le permitía no sufrir daño, al menos por ahora, pero tenía que pensar cómo detenerle. No podía seguir aguantando indefinidamente, porque se acabaría cansando o cometería algún error.

Por eso decidió tomar la delantera. Continuaba cogiendo como podía los brazos del celador, intentando pararle. Empezó a hacer fuerza para empujarle hacia atrás con el objetivo de estamparlo contra una pared y controlarle ahí. El forcejeo duraba demasiado; era muy difícil mover a alguien que había perdido el juicio de esa manera, y más cuando tenía armas en las manos. Kauri tenía que esquivar cada vez que su enemigo blandía las armas, porque su poder no le protegería de absolutamente todo.

Así, fue incapaz de llevarle hasta la pared. En un punto, Kauri se vio obligado a retroceder, recuperando una distancia de seguridad entre él y el celador. Se giró para comprobar que los inocentes siguieran ilesos, puesto que había perdido el sentido del espacio durante el forcejeo y no sabía exactamente dónde estaban. En ese momento de distracción, el celador tuvo tiempo de acercársele con una rapidez demoníaca.

Por suerte, Kauri pudo reaccionar a tiempo. Aprovechando el ímpetu que llevaba el celador, el chico le agarró del brazo y dio una vuelta sobre sí mismo para lanzarlo en la dirección opuesta a donde estaban los inocentes. Tenía que sacarle de ahí, puesto que cada vez más la batalla se estaba descontrolando y la "familia" podía acabar malparada. Si conseguía un espacio abierto donde controlar la situación...

El celador salió despedido y Kauri le persiguió al instante para no darle tiempo a volver cuando se recompusiera.

Rebotando contra el polinesio cada vez que trataba de pasar, el celador acabó rodando descontrolado pasillo atrás hasta golpear contra los ascensores, con Kauri embistiendo con él para evitar que pudiera volver al cubículo dónde aún podía escuchar sollozar a las pretendidas víctimas, si se esforzaba.

Desde el otro lado del edificio Myriham pudo escucharles pasar y golpear contra las puertas de los ascensores mientras forcejeaba con la reja que aislaba la zona de su ala del resto del complejo.

Pero la situación seguía sin estar del todo controlada para Kauri. Los inocentes ya no estaban amenazados, pero el enloquecido trabajador del psiquiátrico no cejaba en su empeño de escapar, por más que sus golpes y patadas fueran ineficaces contra la piel mutada del héroe, que tenía que estrellarle una y otra vez contra las puertas de los ascensores para evitar que volviera por dónde había venido.

Con sangre surgiendo del corte del hacha, con una herida de bordes desgarrados que la causa gran cantidad de dolor, Myriham continúa moviéndose hacia la verja, puede sentir el forcejeo del engendro controlado que antes era el celador y el ruido de pelea, ¿Kauri?¿Wimbo? en el mismo piso pero en la lejanía, las pocas fuerzas que le quedan tan solo alcanzan para llegar a la verja y derrumbarse tras cerrarla.

- Lo siento cielo no he podido hacerlo, no he podido salvarlos a todos, ¿Andrew?.
- ¿Quieres morir Myriham? No pienses que vendrás conmigo. El reproche retumba en la mente de Myriham como si fuera un trueno.
Con el rostro contraído por el dolo del hombro y el corazón encogido por el sentimiento de culpa.


- Tenía que intentar salvarlos, no podía dejar que siguiera muriendo gente por no poder atrapar a este individuo.
- Pero tu no tienes que morir, no puedes morir, no permanecí aquí para que mueras y perderte.


El habitual frío helador que representa la presencia de Andrew y que Myriham considera como un refugio en el que adormecerse se convierte lentamente en un millón de agujas que la pinchan por todo el cuerpo.


- Duele, amor, me duele, me haces daño


Repentinamente la creciente sensación de agujas desaparece, entonces solo queda el pringoso calor en su espalda, la rabia del celador al otro lado de la puerta y los salibazos que la alcanzan mientras gruñe.


- ¿Andrew?¿Donde estás?


Silencio


- ¿Andrew?Por favor dime algo, no me dejes sola ...


Silencio y gruñidos fuera de su cabeza.


- ¿Por favor?


Silencio, gruñidos fuera de su cabeza y ruido de lejana pelea en el pasillo.

Tiene que decidir si se queda esperando o se mueve hacia el ruido de la pelea.

El celador trató de alcanzar a Myriham, intentando colar las hachas entre los barrotes, pero era en vano. La muchacha, ausente, estaba fuera de su alcance. Para cuando terminó la conversación que nadie más notaba el tipo se alejaba por el pasillo con su tragicómico andar y tranquilizado por completo, como si nunca hubiera explotado en un frenesí de violencia; seguramente a la espera de volver a ver una víctima para reanudar un ciclo de destrucción inducido por el control mental.

Un último susurro helado despertó a Myriham de su ensoñación, devolviéndola a la dura realidad.

-"No se cura una enfermedad mitigando los síntomas."

Kauri empezaba a jadear, cansado no tanto por la pelea sino por tener que usar constantemente su poder para que los ataques del celador no le atravesaran la piel. Sabía que la entidad que tenía en su interior no tenía una resistencia infinita, y además le costaba algo de energía tener que mantener una conexión íntima con ella para tomar prestadas sus capacidades sobrenaturales.

Qué gracioso hablar de una "conexión íntima"... en realidad no tenía ni idea de qué clase de entidad le había poseído. No era el momento para pensar en ello, tampoco.

Los ojos del celador desprendían una luz intensa que reflejaba su ira, su maldad salvaje. Un momento... Eso no podía ser cierto. Kauri estaba experimentando otra vez las extrañas alucinaciones que tenía de vez en cuando desde que se había unido a su luz salvadora. Seguro que ella quería que acabara rápidamente con el celador, porque era un peligro y una amenaza para los inocentes. Pero... ¡él también era inocente!

Ignoró la luz rojiza que emanaba de los ojos de su contrincante. Tenía que centrarse.

- ¡No intentes huir, solo quiero ayudarte!- le gritó mientras el otro continuaba dándose de bruces contra él para escapar.

Pero no le escuchaba. Kauri negó con la cabeza, decepcionado por tener que volver a usar la violencia. Cuando el celador se acercó con la misma intención que siempre, Kauri cargó contra él y se abalanzó, usando todo su peso para arrollarle y tirarlo al suelo. Se puso encima de él, intentando que no se moviera.