Partida Rol por web

Las explicaciones de Milton y Jo seguían sin convencerme lo más mínimo, puede que tuvieran el poder pero si no disfrutaban la vida entonces, ¿qué protegían? Me parecía cruel cargar una responsabilidad tan grande sobre los hombros de alguien tan joven.

-Sí, tenéis razón, no creo que lo entienda nunca. Lo siento.- Me encogí de hombros, al fin y al cabo no me iba a quedar así que no tenía que entenderlo, ellos seguirían con su vida y yo con la mía.

La expresión triste de Milton expresaba pérdida, en ese momento sentí la necesidad de abrazarle para darle consuelo pero no lo hice. -Sí, entremos.- Le devolví la sonrisa dando por terminado el tema de conversación.

El joven abrió las puertas y con un caballeroso gesto de la mano os invitó a pasar a ti y a Josephine delante. En cuanto pusiste un pie en el interior cualquier imagen que te hubieras hecho en la cabeza del lugar se desvaneció, dando paso a la mayor biblioteca que habías visto jamás. Parecía sencillamente uno de tus sueños más profundos hecho realidad. 

Por doquier hileras e hileras de estanterías llenas de libros te rodeaban, con escaleras para alcanzar los más altos e incluso un segundo piso con más volúmenes. Había por lo menos tres salas que tus ojos pudieran percibir, una grande y central, presidida en su fondo por un ventanal delante del que se recortaba una estatua de un ángel portando una espada y una copa, la mayor que habías visto desde que entraste en el Instituto. Majestuoso, de alguna forma benévolo pero al mismo tiempo temible, como si fuese un gran guerrero. 

A los dos lados de la sala central se abrían bajo un pequeño arco otras salas más pequeñas y quizá hubiese alguna más allá. Entre los libros había varias mesas con sillas, algunas individuales, otras preparadas para varias personas, y en algunos rincones podías ver sillones de apariencia tan cómoda como antigua. En una de las mesas, sobre un atril, un libro con apariencia de incunable descansaba apacible, como esperando ser abierto.

Desde donde estabas podías ver al hombre de la cicatriz en una de las salas adyacentes, sentado en una mesa y ojeando un enorme tomo, aparentemente estaba concentrado por completo. 

Tu mente dejó de lado las preocupaciones mientras tus ojos recorrían el lugar con un brillo emocionado. El lugar era aún mejor de lo que podrías imaginar y los dedos te cosquilleaban ansiosos por rozar aunque fuese con la punta de sus yemas los lomos de todos esos libros.

Milton y Jo entraron detrás de ti y mientras el joven permanecía a tu lado, dejándote espacio para moverte y contemplar el lugar, la pequeña se acercó corriendo a donde estaba Scott y empezó a hablar con él en susurros que no llegabas a percibir.

Gareth dedicó una leve mirada a Alice e Ivy y su ceño se frunció muy levemente sin que llegase a decir nada a las muchachas. Toda su atención se centró en las palabras de Ethan y su mirada se dirigió a sus cabellos al escuchar a Émille. - Comprendo. - Dijo sencillamente, quedándose pensativo algunos segundos. 

Finalmente dedicó una mirada que bailaba entre la comprensión y la lástima hacia el muchacho rubio. - Somos Nephilim. Por nuestras venas corre la sangre del ángel Raziel y eso nos convierte en protectores del mundo de las sombras que pretenden tomarlo. - Una sonrisa divertida se esbozó tenue en sus labios. - Y Fairchild no es nada malo, sólo es un apellido. Pero es un apellido importante entre los nuestros y si tuvieras sangre de la familia Fairchild, la verdad es que no comprendo cómo podrías haber terminado en una familia de mundanos sin que nadie en La Clave tuviera constancia de ello. Tendremos que revisar su árbol genealógico también.

- En cualquier caso -continuó, mirando a Alice, Amber y Émille-, Es de lo más curioso que dos probables Cazadores de Sombras sin despertar, ni conocimientos de su naturaleza, se encuentren en el mismo lugar y su Visión despierte al mismo tiempo... - Dejó la frase en el aire, volviendo su mirada a Ethan. 

Hizo una pausa después y abrió ambas manos sobre la mesa. - Este lugar es un Enclave, un refugio y un lugar de entrenamiento para Nephilims. Lo llamamos el Instituto. Cuando Deirdre vuelva de hablar con La Clave veremos qué podemos hacer. Mientras tanto, estoy aquí para resolver tus dudas, muchacho. Así que suéltalas todas. - Terminó con voz tranquila, mirando a Ethan con franqueza.

Mi postura y mi mente se relajaron poco a poco a medida que hablaba Gareth. Había malinterpretado las reacciones de aquellas personas, algo normal dada la situación en la que me encontraba. Aún así, aún me quedaba lo más importante. Convencerles para que me dejaran libre pese a que fuera uno de ellos. Emille había dicho que era posible, aunque no le pareciera especialmente bien.

Por donde empezar. Ahora mismo me cuestionaba todo lo que sabía y esta gente me presentaba un mundo al que supuestamente pertenecía y del que no sabía absolutamente nada. Ángeles, Nephilim, sombras... Demasiadas cosas para asimilar. Pero no podía perder la compostura. Tenía que conseguir salir de ahí para poder seguir con mi carrera. Por todo lo que había luchado. Gracias por su amabilidad. Dije, inclinando un poco la cabeza y mirando de forma fugaz al francés antes de seguir. La verdad es que tengo tantas dudas que no sé ni por donde empezar. Hoy me he levantado como si fuese un día normal y ahora me encuentro con esto. Exhalé aire con resignación.

Volví a fijar mis ojos en los ojos azules del director. Lo que más me preocupa ahora es saber si podré seguir como hasta ahora. Dije, intentando que no se me trabara la voz pese a lo nervioso que me encontraba por dentro. Hay gente de la que me siento responsable y que me necesita. Mi hermana es... frágil. Mi tono era de preocupación. Era cierto que me necesitaba, pero esa no era la única razón por la que no quería que me encerrasen ahí. Ni la más importante para ser francos. Pero eso ellos no tenían porque saberlo. Seguro que eso les parecía un motivo más noble. Puedo pasarme por aquí en mi tiempo libre. No digo que haga como si nada hubiese pasado y me olvide de vosotros, simplemente quiero poder compaginar las dos cosas. Si desaparezco... Destrozaría a mi familia. No creo que mi hermana pueda superarlo. Permití dedicarle una mirada de súplica. Si tenía que suplicar lo haría con tal de mantener lo que había conseguido hasta ahora con tanto esfuerzo.

Si de verdad se dedicaban a hacer lo entendería, ¿no? Solo tenía que pasarme una hora al día por aquí los primeros días. Tendría que sacrificar algunas cosas, pero luego iría poco a poco disminuyendo el tiempo que pasaría en el Enclave. No tenía porque notarse ni en el trabajo ni aquí.

Ethan realizó una interpretación maravillosa, su mirada brillaba cargada de preocupación por su hermana. Todos escucharon sus palabras en silencio y parecieron calarles en mayor o menor medida. Incluso Émille había suavizado su rostro adusto y Alice relajado su mirada de desdén. Que Ethan quisiera proteger a su hermana explicaba muchas cosas y cambiaba todo. Viendo sus expresiones el muchacho podía sentirse en ese momento merecedor de un óscar.

Una media sonrisa pobló mi rostro cuando el memo preguntó qué era un Fairchild. Era evidente que no se estaba enterando de nada. Sin embargo esta vez me abstuve de hacer ningún comentario: no con Gareth presente. Escuché luego cómo mi mentor le explicaba las cosas con más paciencia de la que yo hubiera tenido, y la respuesta del chico me pilló por sorpresa. No esperaba algo así, la verdad.

Ver que el chico realmente tenía alguien por quien se preocupaba me pareció más admirable de lo que reconocería, pero procuré que no se me notase demasiado. Miré entonces a Gareth, esperando una mirada o gesto que me permitiera tomar la palabra.

- Todo Nephilim criado por humanos debe ser informado de su situación, y cada seis años recibirá la visita de alguien de la Clave para que tome la decisión de seguir con su vida o ser educado como un Cazador de Sombras. - Le informé con tono neutro. - Tendremos que comprobar si tu hermana es también Nephilim y actuar en consecuencia.

Avancé un paso hacia dentro con los ojos como platos y brillantes de emoción, durante un segundo me sentí como Alicia pasando al otro lado del espejo.

-¡Madre mía, esto es increíble!- Jadeé sin aliento sin darme cuenta de que lo había hecho en español. La biblioteca era fantástica, un verdadero paraíso, mirara donde mirara solo veía libros y más libros. Respiré hondo disfrutando del olor de los libros, todas las bibliotecas tenían un aroma especial y me encantaba. Algunos de aquellos ejemplares eran tan antiguos que ni la Biblioteca Nacional que había en Madrid tenía joyas como esas. Podía imaginarme leyendo de madrugada en uno de esos sillones o revisando todos y cada uno de esos libros en alguna de las mesas.

Por el rabillo del ojo capté a Jo susurrar con el chico de la cicatriz y podía notar la presencia de Milton a mi lado, pero solo podía prestar atención a los libros, uno en especial despertó mi curiosidad. Caminé hacia el interior lentamente con la mirada clavada en el libro que descansaba en un atril sobre la mesa, estaba cerrado pero me llamaba como el canto de una sirena. Me coloqué frente al ejemplar y lo rocé suavemente con la yema de los dedos deseando tener unos guantes de algodón para tocarlo sin estropearlo.

La cubierta del libro estaba cuidadosamente ornamentada con intrincadas líneas que se retorcían haciendo hermosos dibujos. Una tira de terciopelo de color ópalo asomaba de entre sus páginas, marcando algún lugar en su interior. Un leve escalofrío recorrió la piel de tu brazo al rozarlo con los dedos, como si casi pudieras sentir el poder que emanaba el tomo.

- El Libro Gris. - Susurró Milton a tu lado en un perfecto castellano. Su acento y su tono suave te resultaron cálidos y cuando lo miraste pudiste ver que sus ojos brillaban al mirarte, satisfecho por la emoción que la biblioteca te había producido. - Contiene las runas que el ángel nos otorgó. - Explicó, volviendo al inglés con una sonrisa en los labios, pero manteniendo el tono tenue de su voz. - La lengua de Raziel.

El hombre no parecía dudar de la credibilidad de las palabras de Ethan. Sin embargo, negó con la cabeza hacia el muchacho y asintió cuando Émille habló.

- Lo siento, Ethan. - Empezó, hablándole con calidez, pero seriedad. - Pero esto no es un trabajo a tiempo parcial. Nephilim no es lo que hacemos, es lo que somos. Es un todo o nada, muchacho. Podrás volver a tu vida mundana si es lo que deseas, pero piensa que una vez despertada la Visión no vas a poder seguir como antes. Probablemente empezarás a ver cosas que antes ni siquiera podías imaginar que estaban ahí. Y podría ser peligroso para ti si alguna de esas cosas se da cuenta de que puedes verla. - Hizo una pequeña pausa, dejando que sus palabras calaran en el muchacho. - Aún así, será tu decisión renunciar a tu sangre. ¿Cuántos años tenéis tú y tu hermana? - Preguntó, tras dedicar una mirada de aprobación a Émille, como si hubiera recitado una lección perfectamente.

Asentí ante la explicación de Ethan y las posteriores palabras de Gareth, fingiendo duda, como si tuviera un debate interno. Pero no era así. Para nada. ¿Acaso podía haberme salido mejor? Se lo habían tragado y además podría irme tan feliz del Instituto o lo que fuese aquel lugar. Podría olvidarlo todo y seguir con mi vida. Era perfecto, y lo mejor de todo es que había quedado bien con ellos.

Pobre camarera, con lo fácil que había sido. Seguro que en las escuelas públicas no les enseñan a comportarse ni a razonar y debatir. Bueno, supongo que alguien tendrá que protegernos de esas cosas mientras los demás podemos seguir con nuestras vidas. Mejor alguien sin amigos, a la que no echarían de menos, que a mí.

Yo... lo pensaré. Dije finalmente, después de aparentar indecisión unos segundos. No convenía negarse tan rápido, sino sospecharían. No me gustaría precipitarme con la decisión.

Yo tengo diecinueve años. Emilie tiene trece. Esta vez la preocupación por Ethan no era fingida. No la metáis en todo esto, por favor. Como ya he dicho es muy frágil y no lo ha tenido fácil. Se asustaría mucho. Al menos dejadme hablar con ella primero.

En esta ocasión aguardé a que fuera Gareth quien respondiera. Ya había tomado la palabra una vez y me había llevado su aprobación, no iba a cagarla  interviniendo ahora. Sin embargo, miré al chico con un poco de lástima. Evidentemente no íbamos a dejar a su hermana fuera de esto, y yo ni de coña accedería a que él hablase antes con ella. No tenía experiencia con estas cosas, ni sabría cómo explicar nada. Además, si tan débil era su hermana cuanto antes empezase el entrenamiento, mejor.

El hombre negó suavemente con la cabeza a la petición de Ethan y después cruzó los dedos de ambas manos por encima de la mesa, dedicándole una mirada comprensiva. - No te preocupes muchacho. Se lo explicaremos con calma y trataremos de no asustarla. Pero debe ser una comisión de Nephilim quien la visite y tú no has sido entrenado por ahora. 

Hizo una pequeña pausa, mirando a su alrededor pensativo antes de volver a hablar. - Dos de los nuestros te acompañarán cuando vuelvas a casa y hablarán con ella. - Sus ojos se posaron sobre Émille primero y Amber después. - ¿Queréis ir vosotros ya que fuisteis quienes lo encontraron? A Alice la voy a necesitar aquí. - Añadió, dedicando una pequeña mirada a su hija antes de volver a fijarse en los dos muchachos.

Amber había permanecido en silencio desde hacía rato y al escuchar las palabras de Gareth dirigiéndose a ella hizo una pequeña mueca y se encogió de hombros. - Yo tengo bastante trabajo en el taller, pero si quieres que vayamos nosotros... - Dejó la frase en el aire dedicando una mirada a Émille, como si esperase su respuesta antes de negarse o aceptar.

Las palabras de Gareth, poniendo en palabras mis pensamientos de una forma bastante más amable a como yo lo haría, hicieron que me sintiese lleno de razón. Y cuando se dirigió a mí llevé mi mirada a Amber, esperando su respuesta.

- Por mí perfecto. - Respondí antes de dirigirme a mi amiga. - Si quieres luego te echo una mano. - Me ofrecí después, consciente de que más que nada miraría cómo trabajaba ella. Pero si eso servía para convencerla de que viniera, perfecto. Sin embargo, antes de dar por concluida mi respuesta me dirigí una vez más a mi mentor.

- Pero creo que también tendría que venir Ivy. Para comprobar antes de nada si su hermana es mundana.

Asentí despacio. Al menos habían accedido a que yo fuera con ellos a hablar con mi hermana, algo era algo. Si estaba yo con ella se sentiría más segura seguramente. Sino se habría asustado. 

Pero eso no era lo que me más preocupaba en aquel momento. Lo que me preocupaba era lo que decían. Si ella era uno de ellos yo me quedaría sin excusa para unirme. Todo lo contrario, me vería medio obligado a hacerlo por mi hermana. Aunque bueno, podría hacer lo que quisiera en realidad... Pensase lo que pensasen Emille y los demás. No iba a dejarlo todo atrás por cualquier cosa.

Vale. Dije finalmente. Pero decídselo con tacto. No disimulé la mirada que le lancé a Emille. Y si se asusta no le hagáis daño, dejad que hable yo con ella y se calmará.

Volví a mirar al director. Gracias por todo. ¿Cuándo podré volver a casa?

Continué acariciando la cubierta del libro con sumo cuidado, incluso con un poco de devoción. Estaba tan sumergida en las sensaciones que me provocaba el contacto que no me di cuenta de que Milton estaba a mi lado hasta que no escuché su suave voz.

-Hablas español.- No fue una pregunta, claramente hablaba español a la perfección. Era más que nada la constatación de un hecho. Su sonrisa y el brillo de sus ojos me dejaron sin palabras durante un segundo, se notaba que le emocionaba hablar de ese libro. Solo pude dedicarle una pequeña sonrisa turbada.  –¿Entonces aquí está todo lo que significan esas runas de las paredes?

La sonrisa del muchacho se ensanchó ante tu afirmación enunciando que hablaba tu idioma, pero no dijo nada más al respecto pues tras tu pregunta llevó la mirada durante un instante al libro. - Sí. - Respondió en voz baja mientras su mano se dirigía al libro y, tras rozar su cubierta con reverencia, lo abría por una página cualquiera. - Y mucho más. Las runas son un idioma y una herramienta. Son símbolos y poder. Algunas son tan sólo un reflejo de nuestras emociones. Pero otras pueden hacerte más fuerte o calmar la ira de cualquier Nephilim. 

Apartó la mano del libro y te hizo un pequeño gesto, como invitándote a que lo ojearas. - Si abrazaras tu sangre de Nephilim podrías aprender a usarlas. - Dijo. Y en sus palabras no parecía haber ningún reproche por tu decisión de marcharte. Tan sólo parecía estar constatando un hecho, al igual que tú antes. 

El hombre escuchó a todos los muchachos y después respondió a Émille en primer lugar. - Me parece correcto. Que vaya Ivy también. - Respondió, sin preguntarle a la mencionada que tan sólo asintió muy levemente como tratando de no llamar demasiado la atención. 

Después miró a Ethan e hizo un gesto vago con la mano. - Cuando Deirdre vuelva de hablar con La Clave lo sabremos. Mientras tanto, puedes aprovechar para preguntar todo lo que necesites. O si deseas dar una vuelta por el Instituto, o esperar en algún lugar tranquilo. Como quieras. 

Se levantó lentamente. - Yo voy a ver si Deirdre me necesita. - Miró a Alice e hizo un ademán hacia ella. - ¿Puedes acompañarme y acercarte a la biblioteca? Allí está Scott consultando los árboles genealógicos, explícale lo sucedido y que investigue también a los Fairchild. 

La joven rubia asintió con la cabeza y se dispuso a salir de la sala con el mismo gesto altivo con el que entró y sin haber dicho ni una palabra desde entonces. 

El hombre miró a Ethan antes de salir con su hija. - Cualquiera de los muchachos puede resolver tus dudas o llevarte a donde desees. - Echó un vistazo a Émille, Amber e Ivy. - Estad preparados para salir. - Finalmente esperó por si alguno de ellos tenía algo que decirle antes de que se marchase.

Amber hizo una pequeña mueca al ver que parecía decidido que ella iría a pesar de no haberlo llegado a confirmar, pero no emitió ninguna queja y asintió con la cabeza cuando Gareth la miró. - Yo estoy lista. Puedo salir en cualquier momento. - Respondió antes de mirar a Ethan. - Y puedo responder tus preguntas si tienes alguna más.