Partida Rol por web

El plan era relativamente sencillo. Ryan se haría pasar por un piloto de la Liga que quería montar su propia Casa Mercantil y para ello necesitaba una nueva nave en condiciones. Silvie sería la avalista del proyecto e inversora principal. Aaron se convertiría en el chico de documentación, el que comprobaría que el contrato estaba correcto y que todas las partes cumplían las espectativas. Conseguir una buena nave en Bizantium implicaba tratar con los Decados para usar su astillero, así que era lógico solicitar una audiencia con Stefanos, el Consejero Principal de Seraia, quien se encargaba de esos negocios.

El papeleo y la cobertura no había sido un problema. Como agentes del Ojo tenían los contactos burocráticos necesarios para conseguir las identidades falsas. Así que la recepción tendría lugar aquella misma mañana.

Cuando llegaron a los alrededores de la mansión comprobaron que otras delegaciones estaban llegando al lugar. Estaba previsto que Stefanos atendiera al menos a cinco comitivas aquella misma mañana.

Los guardias la entrada, tras comprobar la validez de sus pases, les flanquearon la entrada a los jardines indicándoles que no se salieran en ningún momento del camino principal y que fueran directos hacia el porche principal, donde unos lacayos los acompañarían hasta el gran salón donde deberían esperar con las demás delegaciones.

Y así pudieron ver los fastuosos jardines de aquella finca, que imitaban un vergel del Planeta Voroox. El camino principal era una amplia avenida de piedra con lámparas de piedra a los lados y vadeado por sendos riachuelos de cantarinas aguas. Ascendía lentamente hacia la mole que conformaba la gran mansión de los Decados. Desde donde estaban aún no veían el porche de entrada pero si podían ver, tanto delante como detrás de ellos, a los miembros de otras comitivas que seguían su misma dirección.

Ocasionalmente caminos secundarios se entrecruzaban con el principal, pero nadie iba por ellos.

Aaron iba un paso retrasado del grupo para poder cubrirse con el cuerpo de sus compañeros en los escasos momentos en los que echaba un vistazo más allá para recabar información y completar su dibujo mental de aquel lugar. Levantaba la mirada para observar la gran mansión y contar el número de ventanas, la estimación de la altura de las mismas y valorar posibles entradas.

En otros momentos miraba al suelo intentando localizar los conductos de alcantarillado. Por la posición elevada del complejo, las aguas residuales seguramente irían colina abajo y esas alcantarillas significarían posibles puntos de entrada.

Al contrario que Aaron, "Silvie" se había preparado para llamar la atención. Cambiando completamente su peinado y con un buen toque de maquillaje y algunos trucos, no parecía la misma mujer que conocían.

Pelo moreno, un toque de maquillaje alrededor de los ojos y un caro y elegante vestido que, sin pasarse, realzaba su figura y su presencia en la escena. La agente ahora era Naadir Hallashid*, una noble menor de la casa Al-Malik. "Silvie" no había elegido el nombre por azar. Los Hallashid, entre los Al-Malik, eran conocidos por sus buenas relaciones con los Aurigas, por lo que aquello completaba el círculo de forma que pareciera el "típico" acuerdo comercial y la "típica" avalista. 

Antes de entrar al recinto, había aleccionado un poco a Raynor con una pequeña historia de cómo se conocían. Lo más sencillo era lo mejor: se conocían desde niños por las buenas relaciones entre sus familias, por lo que ahora, simplemente, habían decidido continuar esa relación comercial forjada hace años por sus ancestros directos.

Aaron, por supuesto sería un aprendiz de los magistrados contratado para velar por los intereses de aquella nueva empresa.

Naadir entró segura en el recinto de Selaya, aunque componiendo cara de asombro y regocijo ante las maravillas que ofrecían los jardines y que alguien de alta cuna debía saber valorar para mantener a sus anfitriones felices y sin sospechas. Iba al lado de Raynor y comentaba de forma banal cuestiones que sólo a la alta sociedad pudiera interesar:

-"Oh, vaya, mira querido ¿no es ese un ejemplar de árbol Fidil de Vorox? Qué maravilla... está claro que la Dama Seraya sabe bien lo que se hace...." -alternaba aquel tipo de comentarios con algún gesto hacia su escolta... una mirada, una leve sonrisa... seguro que aquellos soldados se perderían en algún recoveco de su silueta.

Silvie lucía espectactular con su disfraz de Naadir. Las miradas, tanto de deseo como de envidia, se fijaban en su sinuoso paso y su elegante porte¹. Eso hacía que nadie se fijase en las miradas con las que Aaron diseccionaba cada palmo que avanzaban. Efectivamente en un punto de terminado vio, detrás de unos matorrales, unas enormes rejillas que sin duda tapaban lo que era un canal inferior lo suficientemente amplio como para que casi dos personas pudieran avanzar por él de forma simultánea. Tenía que encontrar los puntos que conectaban eso con el resto del sistema de alcantarillado de la ciudad porque podría ser una excelente vía de entrada, aunque estaba claro que habría algún sistema de cierre o seguridad que compartimentaran la zona de la mansión del resto.

Había una gran cantidad de ventanas y balconadas festejando toda la fachada de la mansión. En el mismo momento que entraban en el amplio hall principal Aaron contó al menos dos guardias en balcones superiores que observaban los séquitos que iban entrando. En la planta baja también había una pareja de guardias delante de una enorme escalinata que presidía el lugar².

La gente llegaba en comitivas de cuatro a seis miembros por lo que pronto, pese a la amplitud del salón de recepciones, empezaban a cruzarse los corrillos y conversaciones. Puede que en aquel momento hubiera casi cincuenta individuos en el lugar: sacerdotes, mercaderes de la Liga, Ur-obuns e incluso un gannok³ vestido con un pequeño traje de gala que jugueteaba con algún tipo de mecanismo encerrado en una caja sentado en la escalinata mientras sus compañeros humanos hablaban entre ellos.

Raynor se presento en el lugar, como un Auriga, pues era el papel que tenía que interpretar. Aunque, a diferencia de cómo lucia anteriormente, no parecía tanto un “Auriga Piloto” si no que parecía mas un “Auriga Comerciante” Llevaba ropas de buena calidad, lentes de sol, anillos en exceso, y falsas llaves de salto colgando de la cintura de forma ostentosa. ¿Su nombre? Dacon Rogers. También había cambiado un poco su apariencia con la ayuda de sus compañeros. Tenía mucho mas cabello, y se lo había teñido de oscuro.

Dacon asentía a los comentarios de Naadir, pero sin demasiado interés. Como Auriga, le interesaba particularmente lo referido a las naves. Los paisajes urbanos lo aburrían un tanto. Entrego las credenciales con algo de desinteres, como si estar allí lo aburriera.

Naadir estaba bastante satisfecha en su interior por la "pose" de su acompañante. Efectivamente, un Auriga que se preciara encontraría todo aquello bastante aburrido y es que a veces le parecían como otra raza de seres diferentes a la humana ¿el homo spacialis?

-"Oh vamos querido Dacon, enseguida podrás volver a tus quehaceres. Pero mientras, disfruta. Siempre hay que disfrutar de toda situación, ya lo decía mi padre..." -le comentó de forma elegante reforzando la pose de su acompañante.

Una vez dentro del hall, Naadir se comportó como se esperaría de una persona de su cuna. Haciendo sendos cabeceos si cruzaba alguna mirada con alguno de los presentes o saludando cortesmente a cualquiera que se acercara a interactuar con ellos mientras seguía lanzando algún comentario esperado.

-"¿Ves? Toda esta gente no puede estar equivocada querido Dacon. Hemos venido al lugar correcto para llevar a cabo tu empresa..." 

No se le pasó desapercibido el Ur-Obun presente. Por lo general, los obuneses hacían gala de poderes psíquicos desde su nacimiento, asi que lo apuntó como un elemento con el que no interactuar demasiado. Era una de las razones por las que algunos señores contrataban sus servicios... por eso aparte de su calma o habilidades diplomáticas claro. El Gannok le pareció algo bastante exótico, sobretodo por el traje caro. Muchos los consideraban como "pequeñas mascotas", pero aquellos "monitos" podían llegar a ser igual de buenos que los miembros del Gremio de Ingenieros. Le entró la curiosidad por saber la identidad de sus acompañantes.

Tomó una copa servida por uno de los mayordomos a modo de refrigerio y se separó unos centímetros de Dacon.

-"Ay querido, me temo que necesito tomar algo... habrá que prepararse para hablar ¿no?"

Mientras se llevaba la copa a los labios, lanzó una mirada a su alrededor para ver si veía alguna cara "conocida" y luego intentó ver algo más allá, para ver si había algún tipo de uso de energía no visible en apariencia...

La mirada de Silvie recorría a los presentes. Vio uno de los mayordomos que salía de una de las múltiples puertas del primer piso con una bandeja con cartas abiertas y se dirigía hacia otra de las puertas. Recordaba haberlo visto en la Linterna Negra, cuando ella iba bajo otra apariencia, y que se llamaba Landor. Un chico de manos muy largas.

Pero su mirada se fijó principalmente en unas escaleras que había en un lateral de la gran escalinada. Eran unas escaleras que descendían por un pasillo estrecho. Y emanaban una mortífera cantidad de energía. Había unas barreras de las que se utilizaban para señalar sitios privados, formada por un par de peanas unidas por un cordón negro, que impedían el acceso a las escaleras. Pero si no fuera por la energía desplegada en ese punto —invisible para todos menos pare Silivie— cualquiera podría pensar que las escaleras conducían a un almacén o algo similar.

Mientras el grupo esperaba otro mayordomo salió de la puerta por donde había aparecido Landor, flanqueándola para que pasasen los primera comitiva que tenía audiencia.

De forma muy discreta Naadir buscó con la mirada a Aaron. Cuando la encontró, lanzó una mirada hacia las escaleras que bajaban, torció el gesto y negó con la cabeza... no fuera a ser que a Aaron le fuera por ir allí a husmear y se topara con lo que no debía.

Volvió a acercarse a "Dacon": "La verdad es que Lady Seraya sabe cómo hacer que la espera no sea tan larga..." -aquella frase tenía un doble sentido, pero lo dejó ahí. - "¿Me acompañas a mirar la vista desde la ventana mientras esperamos?" -dijo moviéndose como si quisiera admirar la belleza de los jardines otra vez, mientras esperaban. Pero una vez allí, estuvo admirando los jardines para luego girarse y tener una visión general de los congregados... ¿Habría alguien fuera de lo normal ahí?

Aaron cruzó su mirada con la de Silvie y un leve asentimiento bastó para confirmar el mensaje.

Dacon estaba incomodo, pero no incomodo nervioso, si no como estaría un pez fuera de su elemento. Estaba concentrado en la bonita Silvie, y parece incluso que su coqueteo fuera verdadero. Asi de buena era que se vio imaginándose con la mujer. Meneo la cabeza, y jugueteo con las llaves de salto falsas. Eran buenas reproducciones, pero incluso alguien verdadero no las estaría ostentando tan ostensiblemente.
Se dirigió hacia el Gannok, siempre habia tenido buena relación con ellos. Tal vez podría tirar un hilo allí. Le sonrio a Silvie cuando se acerco.
Al verlo de traje, se aproximo a el como haría con cualquier noble.
- Disculpe Señor. Mi nombre es Dacon Rogers. Soy un comerciante. Encantando-

Parecía que Silvie y Ryan habían empezado a entablar contacto con alguno de los presentes. Aaron se mantenía en un discreto segundo plano. La gente que poblaba aquel salón tenía distintos comportamientos: los había que parecían conocerse de otras ocasiones mientras que otros se mantenían prudentemente apartados.

Ryan ya charlaba con el gannok como si lo conociera de toda la vida. El nombre humano del alienígena era Sprike y al parecer era un consumado inventor que tenía algunas ideas para mejorar los sistemas de flujo de aire en las naves espaciales. Ryan sabía que era un tema que solía ser molesto en los viajes largos pues los depósitos de oxígeno acababan por reciclar el sudor y el aire viciado, haciendo bastante insoportables las estancias más largas. Esperaba conseguir financiación por parte de los Decados para sus investigaciones y venía con un par de avalistas.

En cuanto a Silvie había charlado con un par de delegaciones de cosas triviales pero con lo que se había quedado era con las que no había hablado. Un grupo de tres individuos formado por nobles de la familia Decados de alto rango se habían mantenido a la espera evitando cualquier contacto social. Cuando les tocó entrar estuvieron un rato más largo que otras delegaciones y al terminar el mayordomo llamó a los siguientes, que eran precisamente Silvie, Aaron y Ryan sin que hubieran visto salir a los Decados.

Al entrar en la fastuosa sala de reuniones tampoco había rastro de ellos, aunque de aquel lugar se podía salir por otras dos puertas. El sitio era un gran salón alfombrado cuyas paredes lucían decenas de cuadros de grandes gestas de la Casa anfitriona. Habían dispuesto, junto a un ventanal, un enorme escritorio sobre el que se amontonaban varias cartas y documentos. Tras él, sentado en una silla ornamentada, estaba el consejero personal de Seray.

Stephanos Bridae era un individuo de unos cuarenta años, calvo y de mirada hosca. Vestía unas ropas ornamentadas, caras y en sus manos lucía imponentes anillos que revelaban su riqueza y una clara vanidad. Estaba ojeando la carta de recomendación de los recién llegados mientras señalaba a unos sillones que había frente a su mesa.

—Siéntense por favor. Tenemos una mañana bastante ajetreada, lamento la espera.— dijo con un tono de voz que desmentía las amables palabras —Veo que su caso podría haberse derivado directamente al Maestre de la Flota, pero al parecer alguien insistió en que pudieran exponer aquí su caso.

Aaron se sentó y sacó una libreta donde comenzó a escribir cosas. Miró al consejero y saludó cortésmente con un movimiento de la cabeza.

Cuando sus compañeros empezaron a hablar, Aaron se concentró en analizar aquel lugar con cierta discreción pero sin un segundo de pausa.

Aaron iba memorizando cada detalle de la mansión desde que habían entrado. Quería estar al tanto de cualquier cosa que pudiera presentarse como una sorpresa en una futura incursión. Detalles, detalles, cuanto más compleja y peligrosa era una misión más importancia tenían los detalles.

Al fin la espera terminó y pudieron entrar a parlamentar con Stefanos. Lo cierto es que gran parte del trabajo estaba hecho al hacer de pantalla para el trabajo de Aaron, pero si podían sacar más detalles mejor que mejor.

Cuando llegó el momento, Silvie desplegó su mejor sonrisa y una de esas "poses" estudiadas para parecer alguien verdaderamente interesante.

-"Oh, no se disculpe Consejero" -dijo una vez se hicieron las presentaciones- "Sabíamos bien a lo que veníamos cuando decidimos acudir aqui. De hecho, para nosotros es todo un honor que hayan tenido a bien ofrecernos la oportunidad de venir. No siempre uno tiene la oportunidad de admirar la famosa mansión de la Dama Seraya". 

-"La razón por la que hemos insistido en venir es porque, como decía mi padre, los negocios es mejor hacerlos cara a cara. Cuando uno conoce de cerca a sus socios y clientes, posibilita crear nuevas oportunidades. Aquellos que no se mueven lo único que pueden aspirar es... a quedarse como están ¿no cree Consejero? Seguro que usted lo sabe bien habiendo conseguido la posición que ostenta con alguien tan remarcable como la Dama Seraya, cuya reputación llega hasta el último Mundo Conocido..."

Naadir siguió comentando las bondades del trato cercano y del trabajo bien hecho, para luego presentar la empresa que su avalado y ella tenían en marcha. Por supuesto, intentó seguir pareciendo afortunada y un poco obnubilada por el poder de los Decados, aparte de alabar la dura tarea del Consejero. Por supuesto, la noble al-Malik dió todo tipo de garantías de que el negocio que traían entre manos sería lucrativo para todos y casi en ese punto intentó vislumbrar sutilmente hasta qué punto el Consejero se guiaba más por su ambición personal o era un buen perro fiel, en el sentido de si usaría su posición para enriquecerse a si mismo con futuras empresas en las que pudieran hablar con él directamente, sobretodo para contar con su guía, dada su experiencia.

La imagen que quería imprimir Naadir era la de una persona ambiciosa pero algo insegura, que buscaba la guía de alguien veterano y poderoso... alguien como el Consejero claro.

Esperaba que eso ayudara a saber algo acerca de aquel tipo.

Silvie intentaba calar al consejero de Seraya y aunque el tipo parecía reservado poco a poco las sutilezas de la Al-Malik se iban filtrando en la conversación, haciendo que Stefanos se viera más inclinado de lo que él mismo esperaba para escuchar sus propuestas.

—Precisamente porque mi tarea es compleja, querida, debo estar atento a lo que se esconde bajo los halagos. Vuestro aval parece sólido pero ¿por qué debería la Gran Dama— dijo refiriéndose a Seraya —dar prioridad a vuestro negocio sobre otros que nos ofertan de forma similar?

Naadir asintió gravemente a las palabras del Consejero. No le costó mucho fingir cierta admiración. Como suponían, Stefanos sería alguien profesional y eso siempre ponía las cosas algo más difíciles... la "sal de la vida" después de todo. Lejos de amilanarse, la joven al-Malik siguió aquel juego.

-"Lo comprendo perfectamente Consejero y tiene razón en que nosotros puede que no ofrezcamos algo radicalmente diferente. Entonces ¿por qué elegirnos?" -hizo una pausa justa para darle el efecto oportuno- "Por varias razones: lo primero, como le he dicho antes, porque llevamos este negocio en las venas. La tradición es importante y tanto mi socio y yo hemos crecido en este mundo." -lanzó una mirada de confiada al "auriga" seguido de un asentimiento seguro- "Lo segundo porque somos un valor seguro. Nos gusta nuestro trabajo y nos gusta que esté bien hecho. Vamos a cuidar todos los detalles porque, sobretodo, somos muy conscientes de a qué puerta estamos llamando. Lady Seraya sólo espera lo mejor y, vaya, eso es más que una motivación. Si pusiera su confianza en nosotros ¿cómo podríamos defraudarla? Usted sabe mejor que yo, que una palabra suya negativa, un descontento en algún negocio con ella y... tendríamos que olvidarnos de trabajar en Bizantyum Secundus, sino en los mejores lugares. Tendríamos una losa a nuestra espalda difícil de levantar pero... el creo que el esfuerzo y el riesgo puede verse compensado con creces." -volvió a hacer otra pausa mirando intensamente al Consejero, intentando trasladarle la mezcla de admiración, temor y excitación que suponía ponerse en manos de la Decados. De nuevo, hizo otra pausa "justa".

-"Y por último, pero no menos importante, no tenemos prisa por crecer. No hacemos esto para dar un golpe y retirarnos el resto de nuestros días. Tenemos una posición acomodada, asi que hacer esto es parte de nuestra forma de vida. Y es más, también queremos ir despacio para aprender y mejorar tomando como ejemplo a los mejores." -elevó los hombros- "Por eso estamos dispuestos a plegarnos a condiciones que otros igual no se plegarían. Tenemos cierto margen porque partimos de posición favorable".