Partida Rol por web

Aaron cerró los ojos un instante frente a la puerta tratando de interiorizar los movimientos.

—Toma posición en la sala de control, por si salta alguna alarma —le dijo a Angrend con los ojos todavía cerrados—. Una vez abiertos observó el teclado detenidamente. Se notaba que se cambiaba la combinación todos los días porque las teclas estaban igualmente gastadas; salvo el cero. Reflexionó sobre las palabras de Raynas valorando posibles patrones que no tuvieran ese número. Fueron casi cinco minutos pensando en un posible patrón hasta que comenzó a teclear el primer número. ERROR. Muy sutil pero detectable gracias a las instrucciones de Raynas.

El primer número resultó ser un cinco. Aaron pensó en posibles patrones que comenzaran por cinco hasta que dio con uno que podría funcionar: la fecha absoluta en Ligaheim. El guardia había dicho que el ingeniero era de la Liga así que la asociación fue rápida. Faltaba por solucionar el tema de los ceros. Después de probar varias opciones resultó que los ceros eran sustituidos por los caracteres especiales del teclado. El asterisco y la almohadilla alternativamente.

Con la entrada del último dígito la puerta se abrió y Aaron, por fin, exhaló todo el aire de sus pulmones.

—Claro que sí, hicimos el entrenamiento juntos en la casa Decados —Oksar extendió la mano para estrechársela de manera casual— creo que me propusieron una vez para doble suyo, pero el plan no llego a cuajar, decían que yo no era muy listo. Jaja. O fue porque le mandaron a un planeta lejano y peligroso. Jaja. 

Nada en su lenguaje corporal hacía pensar que el hombretón de Ok-sar era un asesino entrenado del Ojo Imperial, sino más bien, con los ojos mirando a un punto indeterminado delante suyo, recordaba a un soldado poco listo de cualquier casa noble. Uno tan grande y fuerte que siempre tendría alguna utilidad. Quizá de vacaciones. 

Con las cámaras fue fácil idear un plan para subir arriba de nuevo, y con los trajes de guardia aún más fácil de llegar hasta la planta alta. Pero primero tenía curiosidad por la puerta especial.
Angrend asintió a Aaron cuando le dijo que estuviera atento en la sala. El asesino tenía algunos conocimientos sobre como sortear cerraduras y alarmas, pero sabía que el infiltrador era mucho mejor que él. Cosa que tampoco le molestaba, pues cada uno tenía su función. Eran los mejores de los mejores, por eso estaban en aquella misión imposible.

-Todo listo. Cuando quieras.-

Fue todo lo que dijo, luego le dejó hacer. Y lo cierto es que lo hizo muy bien.

-Bien hecho.-

En cuanto vio que la puerta empezaba a abrirse corrió a reunirse con su compañero por si dentro había algún tipo de guardia o protección, el tipo que interrogaron dijo que sí, así que mejor estar los dos juntos por si acaso.

El tipo estaba nervioso y algo confundido. Se notaba que no tenía gana alguna de estar allí por lo que la aproximación de Ok-Sar le pilló totalmente por sorpresa. El hombre del Ojo lo agarró rápidamente por la mano y tiró de él con la intención de llevarlo a su terreno antes de que nadie pudiera enterarse de que estaba sucediendo. Lo hizo de forma rápida lanzando su codo contra la cara del agente Decados que quedó cegado por la sangre mientras su cuerpo giraba hasta que su cabeza golpeó contra el techo del coche. Intentaba zafarse de su oponente pero estaba claramente en desventaja, aún así se resistió propinando un cabezazo y por un momento soñó con la libertad. Poco tiempo, porque fue detenido cuando Ok-Sar usó la puerta del vehículo para cerrarla contra sus costillas y cuando se agachó por el dolor le dio un par de certeros golpes de artes marciales que había aprendido de los Hermanos de Batalla.

Una vez derribado arrastró al Decados al maletero. El hombre del Ojo Imperial se sentó un momento sobre el mismo para recuperar el aliento. La gente de Estigma era dura de pelar...

Mientras tanto en el subsuelo de la mansión la misteriosa puerta del bunker se abrió a las órdenes de Aaron. Tras ella había un corto pasillo de metal que se iluminó en cuanto las compuertas dejaron el paso libre. No mediría más de seis metros y desembocaba en un amplio espacio en el que había varias mesas, algunas sillas y un montón de archivadores. Desde donde estaban, en el umbral de la puerta, no podían ver que podía haber más allá del espacio que se mostraba al final del pasillo. La sala, desde luego, parecía bastante amplia. Y había un ronroneo continuo que venía del fondo de la misma, de algún lugar a la derecha que quedaba fuera de su alcance visual.

En la fiesta hubo un momento de infinita tensión entre Seraia y Naadir que se resolvió con una excelente jugada por parte de la agente del Ojo Imperial. No por nada era una experta versada en las artes psíquicas. La anfitriona sonrió y la tensión se alivió un poco.

—Una mujer de recursos. Estoy seguro de que podrás serme útil querida. Stefanos, te alabo el gusto. Ponme al tanto de vuestras negociaciones. Disculpadme queridos. Voy a tomar el aire un poco.

Se despidió de ambos para dirigirse hacia uno de los salones laterales que tenían puerta al exterior. Aunque algunos intentaron interceptarla Ilyana, que no se separa de ella, los apartó simplemente con su mirada. Al parecer la Araña quería estar sola un rato en el exterior.

—El código es 53#1459*1683 —dijo Aaron antes de introducir la cabeza para echar un vistazo—. Creo que deberías quedarte fuera por si la puerta se cierra y, de paso, controlar las cámaras por si hay un cambio de guardia. Quizá en esos archivadores está lo que buscamos, pero ese sonido...

Aaron miraba hacia todos lados mientras cruzaba el umbral de la puerta muy despacio, deslizándose como una sombra.

Ok-Sar metió al objetivo en el maletero —Ahora no podré deshacerme del vehículo como pensaba— pensó. Tras meterle inconsciente, lo amordazó, juntó las manos del tipo a la espalda, se las ató con alambre e hizo lo mismo con los tobillos. 

—Te rompería los dedos, pero igual te despiertas y chillas —reflexionó. 

A continuación echó un vistazo a su alrededor. Si alguien le había visto tendría que largarse. Bueno, quizás tendría que largarse de todas maneras. 

—¿Alguien tiene un segundo? —comentó por el comunicador. 

Angrend bajó el rifle que tenía apuntando a la entrada y asintió a Aaron.
Pero aunque iba a hacerle caso y volver a la Sala de vigilancia, esperó a que el infiltrador le confirmase que no había peligro inmediato.
Después de todo aquel sonido podía no ser nada, o podía ser un centinela de algún tipo. Seguridad mecanizada era bastante ambiguo, pero si ahí dentro estaban los secretos de la casa Decados desde luego no iba a estar desprotegida.

El asesino estaba atento a cualquier cosa que pudiera salir de repente de dentro.

—Una mujer de recursos. Estoy seguro de que podrás serme útil querida. Stefanos, te alabo el gusto. Ponme al tanto de vuestras negociaciones. Disculpadme queridos. Voy a tomar el aire un poco.

Naadir hizo una reverencia impecable al oir las palabras de Seraia. "Gracias mi señora". -dijo simplemente con cierta humildad, para luego suspirar mentalmente al ver cómo se retiraba, aunque sin dejar de perder su estado de alerta. No podía permitirse una intrusión por parte de Seraia o todo se iría al traste... pero tampoco podía dejar escapar a Stefanos, que había quedado a su lado.

-"Desde luego, es mucho más impresionante en persona de lo que habría supuesto mi lord Consejero. Os vuelvo a dar las gracias por esta oportunidad. Parece que no hay ido mal ¿no?" -dijo pareciendo algo insegura y desvalida. 

Mientras escuchaba la respuesta, buscó con la mirada a su compañero Raynor e hizo un movimiento discreto retocándose el peinado cerca del oído... señal inequívoca para pedirle que se encargara del breve comunicado de Ok-sar. Sólo esperaba que el grandullón no tuviera problemas. 

—Es raro que Seraia se muestre tan amable en un primer encuentro. Hay cierta conexión entre vosotras, sin duda.

¿Estaba lanzando una indirecta el chambelán de la Decados? De cualquier manera ahora el hombre parecía atento a la muchacha. Demasiado atento quizás. Su mano se posó suavamente en su espalda, rompiendo la distancia que el protocolo consideraría adecuada. ¿Le seguiría el juego?

Aaron se detuvo en seco antes de avanzar. Tuvo una corazonada y golpeó con su bota en el suelo desprendiendo algo de arena del camino. Luego la sopló en el pasillo.

Los haces de luces infrarrojas se vieron comprometidos por las partículas de arena, aunque no llegaron a saltar las alarmas. Sensores de movimiento. Aquel sitio estaba muy protegido. Lo cual también indicaba que había algo importante. El caso era ¿cómo saltar aquella defensa?

El infiltrador y el asesino estudiaron los patrones: era casi imposible pasar sin disparar alguno de los haces. Casi. Se podría hacer pero era realmente arriesgado¹. La otra opción era encontrar el punto donde se desactivaba aquellos sensores².

Naadir sonrió por dentro cuando notó la mano del Consejero a su espalda. Empezaba a caer en su trampa, pero debía seguir pareciendo una conquista por parte del propio Stefanos, claro.

La noble al-Malik se giró para mirarle de forma inocente, mientras sonreía como una niña que acabara de conseguir algo impensable.

-"¿De verdad lo creéis? Bueno, vos la conocéis mejor que nadie... Reconozco que estoy bastante sorprendida. Mi aspiración tan sólo se ceñía a no... insultarla de alguna manera." -comentó humildemente y en parte, no iba desencaminada interiormente, aunque no por  las causas que se suponían claro.

-"En verdad sois un hombre muy generoso." -se acercó un poco más hasta su oído, de forma que pudiera oler mejor su perfume y mirar mejor su cuello mientras ronrroneaba: "Ahora si que no tengo claro cómo os podría devolver tanta dicha." -se separó y sonrió otra vez de forma cautivadora.

Aaron miró a Angrend mientras el polvo revelaba uno de esos haces de luz.

—Es practicamente imposible moverse ahí dentro —dijo a la par que cruzaba la mirada con la de Angrend.

Era prácticamente imposible pero las miradas de ambos especialistas era clara: no para ellos. Aaron no tuvo que mediar más palabra recogió algo de polvo del suelo e hizo cuatro paquetes. Uno de ellos lo apretó en su puño y el resto se los dio al asesino.

—Te indicaré los movimientos desde aquí. Tengo libertad para mover la cabeza e indicarte la posición de los haces de luz sin dispararlos. Después de cada movimiento, coge uno de los paquetes y sopla en la dirección que te diga. ¿Preparado?

No espero la respuesta. Angrend siempre estaba preparado. Abrió la mano y liberó el polvo que había cogido del suelo. Sopló y movió la cabeza para trazar las instrucciones.

—Bien, mueve la pierna derecha treinta grados a la izquierda. Avanza poco a poco... hasta ahí. Ahora pasa la mano derecha por el mismo espacio. Agacha la cabeza. Tienes uno a la altura de tu hombro.

Las instrucciones se sucedían una tras otra con precisión. Ahora era trabajo de Angrend interpretarlas bien y mantener las posturas imposibles.

Angrend ya se estaba marchando a la sala de guardia, cuando vio como Aaron tiraba algo de tierra y descubría la red laser. Se paró en seco y volvió junto al infiltrador.

—Es practicamente imposible moverse ahí dentro —dijo a la par que cruzaba la mirada con la de Angrend.

A lo que el asesino se encogió de hombros y se acercó donde empezaba la red. Escuchó de fondo lo que le decía y asintió mientras cogía los paquetes que le daban. Dejó el rifle y se quitó el cinturon con la pistola para tener menos volumen. Después empezó a seguir las instrucciones que le daban.

Al principio iban bastante lentos, pues las posturas no era fáciles o comodas de realizar, pero mejor ir despacio y bien que apresurarse y saltar las alarmas. La intuición de Angrend se complementaba con las indicaciones de Aaron, y poco a poco el asesino iba avanzando.
En un momento dado pareció llegar a un punto de inflexión, una zona muerta donde podía estirarse del todo y relajarse un momento. No era algo normal por lo que lanzó varios paquetes de polvo que tenía y los lanzó a la vez llenando una zona bastante más amplia de lo normal. Y menos mal que lo hizo, pues pudo ver como los sensores de esa parte se movían y se dirigían a su posición mientras cambiaban de dirección. No había tiempo para esperar, sólo para reaccionar. Y eso hizo.
Saltó alante mientras arqueaba el cuerpo esquivando sensores laser por milímetros. Nada más caer rodó por el suelo evitando apenas otro de ellos. Y luego volvió a saltar apoyandose con una mano y evitando otros dos, que pasaron tan cerca suyo que parecía que le había rozado aunque no fue así.

-Listo.-

Cuando se levantó de la maniobra había pasado la zona de seguridad y miró a su alrededor por si había algún panel para desactivar las defensas y que pudieran pasar.

Parecía que nadie estaba disponible para contestar a Ok-Sar. ¿Qué estaría pasando allí dentro? El soldado echó un vistazo a la entrada para comprobar si notaba algún tipo de movimiento en los guardias que reflejase algún peligro dentro. Pero los invitados seguían entrando con total tranquilidad. Si los suyos estaban el algún problema no había trascendido al resto de la fiesta.

Y es que de momento todo parecía ir sobre ruedas. El dúo formado por Angrend y Aaron estaba realizando una infiltración de manual. Resultaba un tanto triste que el Ojo Imperial no documentase este tipo de situaciones porque daría para una clase magistral. Cuando el asesino alcanzó el otro lado del pasillo de infrarrojos vio el botón con el que, probablemente, la mismísima Seraia activaba o desactivaba aquella defensa. Simplemente lo pulsó y con eso Aaron pudo atravesar el espacio sin problema alguno para llegar junto a él¹.

Aprovecharon el momento para revisar el ronroneo que escuchaban desde antes. Ahora que podían ver aquella especie de laboratorio— pues eso parecía —al completo constataron que el ruido llegaba de una enorme maquinaria que había contra la pared de la derecha. Se trataba de una colosal máquina pensante que ocupaba toda la pared la cual había conectado una especie de cápsula de metal del tamaño de una persona. La cápsula estaba cerrada y era lo que provocaba el ruido al vibrar agitada ligeramente por una serie de tubos y cables que la conectaban tanto con la propia pared como con la máquina pensante².

El resto del laboratorio lo componían las mesas que habían visto desde el pasillo y media docena de archivadores. Hacia la izquierda había una enorme vitrina, nuevamente ocupando toda la pared, aunque esta vez la de la izquierda, que contenía lo que parecía un especie de jardín botánico reducido.

Los dos agentes del Ojo se percataron de otra cosa: los explosivos. Todo el lugar estaba repleto de cargas explosivas sin disimular, con un cableado que iba cruzando la habitación hasta concurrir en una caja que había en el suelo, bajo una de las mesas. Un sistema de destrucción que podría reventar aquello en cuestión de segundos. Ahora tenía sentido tanto las paredes de metal como la puerta del bunker: fuera lo que fuera aquello estaba preparado para ser volado por los aires de inmediato si era necesario.

Por su parte Naadir jugaba con otro tipo de explosivo. El de un hombre que claramente la deseaba. A su manera era un juego de alto riesgo, porque los informes sobre Stefanos determinaban que era implacable con las traiciones. Pero de momento la muchacha parecía tenerlo en sus manos.

—Escucha querida: podemos charlar de forma más... íntima. Debo encargarme de un par de personas pero si quieres subir a mi sala de reuniones en la planta superior... Le diré a uno de mis guardias que te escolte. Yo subiré enseguida. ¿Qué me dices?

Raynor estaba pasándola bien. En su imitación barata del Capitan Fargo, Dacon Rogers, habia una chica Al Malik que parecía interesada en tener algo mas con el. ¿Y porque no?

¿Y dime, que se siente cuando piloteas … sin el campo de energía. Es cierto lo que dicen acerca de las visiones…?

- Se supone que no puedo hablar de eso, pero…Si, es lo mas espectac….
Capto la señal de la llamada, y además, Silvie se hizo la señal en el pelo. El respondió tocándose la nariz, señal inequívoca de ¿que quiere? ¿Solo tiene que estar esperando afuera que puede pasar?

- Disculpame un momento, Dama… Charis. Si. Ire por un trago. Tanto hablar me ha dejado seco el gaznate. Si. Nunca hay un mozo cuando se lo requiere, ¿no es verdad? Usted desea algo? Un Martini? Por supuesto.

Algo molesto, pero tratando de que no se trasluciera, mientras iba a por el trago, se tapo la boca con la mano y hablo bien bajito.
- Tengo todos los segundos que quieres para ti, número cinco. Dime que necesitas...-respondió a Ok-sar, el Auriga.

—He visto un objetivo de oportunidad. Stylus Decados. Estuvo en Estigma y tendrá información. Lo tengo en el maletero. ¿Cómo va todo? ¿Tengo tiempo a llevarlo al otro vehículo? —sí, Oksar había preparado dos vehículos, este para el escape y otro escondido para cambiar... y para instalar una trampa cazabobos en el actual que quemara todo y cubriera su huída. Aunque no estaba instalada todavía. Esperaba tener tiempo antes de que necesitaran extracción. Y si alguien había visto algo, volver con otro vehículo le compremetería menos. 

Ryan cerro los ojos por un segundo mientras dejaba que su segundo cerebro actuara, listo para brindarle toda la informacion sobre Stylus Decados que fuera necesaria y sus posibles conexiones e implicancias con Seraya.