Partida Rol por web

La mujer ve acercarse a Riqueza Efimera y al jefe de los muelles. Los recibe con una cortés reverencia.

- "Konban wa, Pu-sama, Riqueza Efimera-san." -

El puesto ya está en buena parte recogido.

- "Aquí tenéis la nota, buen señor. Son cuatro óbolos, descuento incluido. Tal y como vuestro sirviente y sus acompañantes, los dos nobles Sangre de Dragón y la joven Dulce Loto, me pidieron os he aplicado un enorme descuento.

En casi precio de coste, y encima he incluido el calzado, los obis y la sombrilla como obsequio de la casa. Espero que recordéis a los nobles señores su promesa de proteger este lugar si algún día fuese necesario. Uno de ellos fue tan amable como para contribuir a la compra con su propio dinero, que entregó a vuestro sirviente mecánico." -

- Que los dioses os sean propicios, señora Kuang - saludó Riqueza en respuesta a la mercader. Después, escuchó cuanto esta le dijo. Cuando acabó, el rostro del Carroñero estaba descompuesto -. ¿Cuatro óbolos? - las manos de Riqueza se entrelazaban nerviosamente -. Señora Kuang, me avergüenza decir que no dispongo de ese dinero. De hecho, mi automatón no estaba autorizado para llevar a cabo estas compras, pero ese no es, evidentemente, un problema vuestro.

Los hombros de Riqueza cayeron y empezó a pasear nerviosamente arriba y abajo, hasta que finalmente se detuvo.

- Señora Kuang, me veo en la obligación de devolver, cuando menos, parte de la mercancía que se os compró. Me siento humillado por este indigno comportamiento mío y la vergüenza corroe mi alma, pero vos me conocéis, sabéis de mi negocio y lo que este puede llegar a proporcionarme. Decidme por favor qué compró Patán - las manos del Carroñero vovlieron a entrelazarse nerviosamente.

- "Mi señor. Lleváis operando y comerciando en estas tierras desde que yo era una niña, puede que antes. Siempre os ha acompañado vuestro automatón y es bien sabido que su palabra es la vuestra y que vos jamás quebrantáis vuestra palabra.

Además, no es solamente la palabra, con fuerza vinculante para vos, de vuestro sirviente mecánico. Se hizo ante testigos de valía: Dulce Loto y dos Vástagos del Dragón, todos los cuales estuvieron plenamente conformes con la compra y con el bienentendido de que vos responderíais a la facturas.

Incluso el monje le adelantó efectivo a vuestro servidor, me pareció que por valor de la mitad del total del encargo.

En cuanto al encargo, vos ya me conocéis muy bien Riqueza-san. Tengo el mejor género del pueblo, y mis precios no son nada caros.

Ocho Koku por un buen kimono de viaje, incluyendo obi y zuecos, es un precio prácticamente simbólico.

Veinticuatro Koku por un kimono de seda de calidad extraordinaria, digno de una mujer noble. Además de unas magníficas sandalias, obi y sombrilla como obsequio especial de la casa en deferencia hacia vos." -

Riqueza se clavó de rodillas en el suelo, con la frente tocando el suelo y la dos manos en oración ante él.

- Os pido humildemente perdón, señora Kuang. Entiendo vuestro malestar. Yo estaría molesto en vuestro caso. Sé las consecuencias que de esto se derivarán hacia mi persona, lo cual posiblemente me obligue a abandonar estas buenas tierras para siempre y desplazarme a lugares nuevos donde comerciar y ya nada será igual. Pero no puedo afrontar la deuda y considero mas ignominioso dejaros dinero a deber que reconocer mi falta y mi responsabilidad. Soy consciente de vuestros productos, de su calidad y de su buen precio, señora Kuang, y por todo ello, esto me resulta aún más doloroso - dijo con la frente siempre tocando el suelo -. Mantendré parte de la compra, pagando su precio real, sin descuentos y sin regalos. Y os devolveré el resto, faltando a la palabra de mi automatón dada ante testigos tan nobles - algo parecido a un ahogado sollozo brotó de la garganta de Riqueza -. Si alguna mercancía no está en perfecto estado, satisfaré también su precio. Y al margen del dinero, siempre estaré en deuda con voz, señora Kuang. Siempre.

- "Levantáos, Riqueza-san. No es grato para nadie ver a un honesto comerciante como vos humillarse de esta manera.

Traed por la mañana la mercancía a mi puesto y hablaremos.

Buenas noches tengáis. Y también vos, Anciano Pu. Esperemos que los incidentes del día no perturben la paz del Arrozal." -

La Señora Kuang se retira del lugar, va hacia su domicilio.

El Viejo Pu ayuda a Riqueza a levantarse del suelo.

- "Vaya, un feo asunto, me atrevería a decir.

El comerciante de víveres me ha comentado que acordó con Patán el precio de cincuenta Koku por cincuenta raciones de río completas. Están en el shampang, guardadas en sacos. Creo que ni los víveres ni las vestimentas de la Señora Kuang recibieron daños. También se encontró una bolsita con quince Dinares de plata que llevan la efigie de un Dragón en relieve." -

EL OCASO ESTA MUY PROXIMO.

FINCA TIEN:

- Incluso los guardias parecen adormilados, pero no más que los sirvientes.

- Ya no queda té en las tazas y la luz huye rauda del cielo conforme el Sol roza el horizonte en Poniente.

- Los invitados se marcharon ya hace largo rato, a descansar a sus embarcaciones para poder zarpar al alba, de vuelta a sus pueblos para llevar allí con ellos a los Dragones, y a la Justicia.

- Riqueza Efímera y Garra de Halcón no han regresado todavía. Como tampoco Patán Sabio.

Riqueza, con la frente aún en el suelo, esbozó una sonrisa invisible a ojos de todos cuando la señora Kuang habló.

- Gracias, señora Kuang - dijo al tiempo que se ponía en pie ayudado por Pu -. No sé si feo, Pu, pero sí desagradable. No entiendo lo ocurrido con Patán. Y por la comida, ni discutiré. Me sorprende que le cobraran ese precio, pero el mal está hecho y por lo menos, a eso, puedo hacer frente. Me gustaría pasar por ese puesto y pagar lo debido y luego ir a ver dónde cayó Patán. ¿Me conduces?

Con la tarde los mercaderes empiezan a recoger. Algunos tiran la basura al río desde el muelle. Parte de esa basura cae lentamente sobre el cuerpo inmóvil de Patán. Si no estuviera inconsciente, se quejaría amargamente de ello.

Durante la siguiente hora, Riqueza Efímera paga al vendedor de víveres la deuda.

Después, el Anciano Pu le muestra el lugar de los muelles donde Patán cayó al río.

Ya es de noche.

De regreso a la hacienda Tien sentía el ardor del sake que acababa de beber y el estómago lleno, cada cual alimentando más la pereza y el cansancio. Además, cuando llegase a mi destino tendría que ver de nuevo al bastardo hipócrita de Emisario. Todas razones más que convincentes para retrasar mi llegada.

Me detuve en seco en mitad del camino y desvié mi mirada al horizonte rojizo. El Sol comenzaba a ocultarse, pero sabía que daba igual qué ocurriese, qué obstáculos encontrase, al día siguiente volvería a iniciar su camino. Entonces me di cuenta de que podía estar perdiendo mi camino.

Sé bambú, me había dicho Riqueza, sé roble, y no olvides que hagas lo que hagas seguirás siendo Garra…

Cerré los ojos y junté ambas manos a la altura de mi pecho en una silenciosa plegaria. Lentamente llené mis pulmones del aire del anochecer e igual de despacio los vacié. Repetí varias veces el mismo proceso encontrando cada vez una tranquilidad mayor.

Sé roble, me repetí, pero sé bambú cuando debas…

Da igual cuantos obstáculos encuentres en tu camino, decía mi maestro, pues no son más que pruebas para completar tu destino. Adáptate y aprende pues no existen mayores límites que los que tú mismo te pones.

Con la mente despejada di comienzo a la carrera. Aquello no era sino una prueba que debía superar con empeño.

ANOCHECER.

- Garra de Halcón llega corriendo a respetable velocidad a la Finca Tien.

- En el patio interior de la finca, cada vez más frío y oscuro, siguen sentados a la mesa Dulce Loto y Emisario del Dragón. Los dos están quietos y meditabundos, como estatuas.

- Los guardias dejan pasar a Garra de Halcón. Parece que los sirvientes y la mayoría de guardias ya se han dormido.

- En ese momento regresa Martillo Blanco, cargando un ciervo pequeño muerto a sus espaldas y con un montón de leña seca entre sus brazos.

GARRA DE HALCON:

- Corres cuando se pone el Sol, el momento que debería de resultar de mayor debilidad para ti.

- Sin embargo, conforme corres y te esfuerzas más y más, sientes que estás en mejor forma física de lo que nunca has estado.

- Del combate contra Emisario ni siquiera tienes marcas ya o moretones. Ningún dolor o molestia.

- Los esfuerzos de los últimos días han sido tantos y tan grandes que deberías de estar destrozado. Lo cierto es que ni siquiera te sientes cansado.

- Es como si tuvieras una reserva de energía inagotable, o casi inagotable. La que te da el Sol cuando luce brillante en el cielo. Ciertamente, la Noche no es tu aliada, y menos con esta Luna decreciente cada vez más pequeña. Pese a ello, de momento te sientes dispuesto para afrontar lo que venga.

FINCA TIEN:

- Los sirvientes de Dulce Loto parecen espabilarse primero con la llegada de Garra de Halcón, pero especialmente después con la del noble Martillo Blanco, que viene cargado de leña y caza.

- Entre los sirvientes y guardias se apresuran a liberarle de su carga y llevan el pequeño ciervo y la leña a la cocina de la mansión.

Cuando escuchó unos pasos rápidos que se acercaban, Emisario se volvió para descubrir a Garra de Halcón. Llegaba corriendo... y solo. Entrecerró los ojos y se levantó del banco en el que estaba sentado a la mesa con una gran sensación de que Garra no traía buenas noticias.

-¿Donde están Riqueza y Patán? ¿Qué ha ocurrido? -preguntó sin más preambulos mientras por el rabillo del ojo distinguía la figura de Martillo Blanco penetrar tambien en el patio.