Partida Rol por web

RIQUEZA EFIMERA:

- Has trabajado duro y estás bastante cansado. - Resistencia + Aguante para ignorar la fatiga.

- Las tareas de mantenimiento están hechas. Has desmontado a Patán Sabio y limpiado todas las piezas, después lo has vuelto a montar.

- Ahora falta reactivar al automatón. Para ello deberás canalizar a su cuerpo mecánico gran parte de tu energía, tus motas de Esencia. Tras esto necesitarás descansar todo el resto del día para recuperarte.

Tirada: Astucia + Pericia: Automatones de la Primera Edad.

RIQUEZA EFIMERA:

- Resistes la fatiga por la falta de sueño y de descanso.

- A media mañana consigues reactivar a Patán Sabio, aunque eso drena por completo todas tus energías.

MEDIA MAÑANA.

Riqueza bostezó ruidosamente. Había trabajado sin tregua desde que emprendieran la ruta hacia Arrozal Dos con el fin de limpiar una a una todas las piezas que integraban el automaton, labor metódica que le había abstraído totalmente del mundo real. Se alegraba de haber conseguido la ayuda de los dos hombres de Mu, fuertes y responsables y poco dados a la cháchara inútil. Gracias a ellos había sido posible trabajar tranquilamente, sin interrupciones, tal y como exigía aquella tarea.

Pero concluida aquella fase, tocaba devolver a la vida a Patán, aunque una afirmación de tal tipo era absurda, pues Patán nunca había estado vivo. Riqueza se concentró y canalizó toda su energía. Motas de su propia Esencia recorrieron el cuerpo metálico de su automatón. Pronto, el ruido de pequeños engranajes moviéndose y siseando le dijeron que por fin lo había conseguido. Y lo que no había hecho el trabajo, lo había conseguido aquella última fase. El agotamiento lo sacudió como un pequeño sismo y supo que debía descansar para reponer su propia energía.

Se puso en pie con calma, tras recoger todo cuanto había usado para arreglar a a Patán y consciente de las muchas obligaciones contraídas, procedió a su nuevo ritual de oraciones diarias, con el consabido sacrificio de origamis y flores. Cuando concluyó, se despidió de los dos hermanos, a los que pidió le despertaran tan pronto como llegaran a Arrozal Dos. Su lecho nunca le había parecido más mullido y acogedor. Minutos después, suaves ronquidos llegaban a la cubierta.

- Riqueza Efímera gasta el equivalente a un Koku en ofrendas. Después se retira a dormir.

- Patán Sabio recupera el conocimiento.

Tras un indeseado letargo, Patán Sabio volvía a estar en el mundo. En el interior del automatón la Esencia volvía a fluir sin problemas, y su maquinaria, más limpia de lo que había estado en mucho tiempo, volvía a moverse por sí misma.

La carcasa empezó a vibrar con fuerza al tiempo que en los engranajes del interior recuperaban sus posiciones, y cada pocos segundos una especie de espasmo recorría el cuerpo del automatón. Y de repente se incorporó de un salto.

-¡Emperatriz Celeste! -gritó.

La memoria de Patán también necesitaba su pequeño reajuste. Patán miró a su alrededor y vio al viejo Riqueza. O más bien, vio a Riqueza y recordó que era viejo, mas no tanto como él mismo.

-¡Oh! Ah... -el tono de voz parecía cansado, o quizá desilusionado- Hola, Señor Riqueza -miró al sol. Patán tenía pocos poderes, este era uno de ellos-. Hace un día espléndido, ¿verdad? -En el tono de voz no parecía que recordara cómo había llegado hasta la barcaza.

PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

- Patán Sabio se da cuenta de que está en la cubierta del shampang, en mitad del río.

- Un marinero al que no conoce está al timón, en la popa. En proa hay otro orientando una vela para capturar mejor el viento.

- Riqueza Efímera no está presente. Tal vez esté en su camarote.

-Riqueza... ¿Riqueza? -miró a su alrededor y no vio a nadie.

Aún no se había dado cuenta del vacío en la memoria, pero sin saberlo le inquietaba. Y no ver a Riqueza y encontrarse a esos desconocidos del puente... ¿Habrían robado el barco mientras dormía cuando tenía que estar vigilándolo? ¿Estaría Riqueza aún dormido abajo?

-¡RIQUEZAAAAAA! -gritaba cuando bajaba a los camarotes a ver si estaba allí.

La voz de Patám se coló entre las brumas del sueño de Riqueza interrumpiendo su imprescindible descanso. Somnoliento se levantó y salió del camarote a tiempo de ver al automatón bajar por la escalera que conducía a la cubierta.

-Patán Sabio -murmuró apenas con la voz marcada por el sueño y la cabeza bamboleándose, sin poder mantenerla erguida-. Por fin has vuelto. Ven, ven a mi cuarto y quédate a mi lado. Debo dormir. He consumido casi toda mi esencia y debo recuperarme -comentó enfilando hacia su camarote nuevamente donde se metió en la cama, aún caliente allí donde había dormido hasta entonces mismo -. Imagino que tendrás preguntas, como yo las tengo, pero deberán esperar. Cántame algo o cuéntame una de tus historias, Patán. Como lo hacías para la emperatriz celeste -los ojos de Trueno de Jade se cerraron y su respiración se volvió acompasada. Debía haberse dormido, pero súbitamente volvió a hablar, apenas un murmullo -. Te he echado de menos, vieja lata.

Patán no comprendía del todo, pero las palabras de Riqueza le conmovieron.

-Claro que sí, Riqueza. Descansad... -y Patán empezó a tirar de la memoria de la Primera Edad...

«A la boda de Nube la de Blancos Brazos y Mariscal de la Montaña 1000 nobles acudieron...

CAE LA NOCHE.

De algún modo el cuerpo de Riqueza reconoció que el shampang se había detenido y comenzó a viajar del sueño a la vigilia. El Lord Carroñero se desperezó, con el calor del descanso asentado en su carne y huesos, y se frotó los legañosos ojos. Cuando finalmente los abrió, vio a su lado a Patán y sonrió.

-Siempre me gustó esa historia de Nube la de Blancos Brazos -dijo sentándose en la cama -. Nos hemos detenido. O se nos ha echado la noche encima o hemos llegado a nuestro destino, Arrozal Dos. Pero claro, todo esto es nuevo para ti.

Entonces, Riqueza comenzó a explicar a Patán lo ocurrido en las últimas jornadas. Las fluctuaciones en el telar del destino, la presencia de Yomas, la llegada de dos barcazas, una de la aldea de Mu y la otra de Arrozal Dos, a Arrozal Uno y las historias narradas por sus gentes, historias que hablaban de terribles muertes.

-Posiblemente, hablemos de cinco Yomas. Tuve una visión y estoy convencido de que Dulce Loto y Martillo Blanco acabaron con los de Arrozal Dos. Pero las cosas no van bien. Hay luna nueva y los poderes de los Yomas, como bien sabes, crecerán. Y he sentido que hay nuevos cuerpos dispuestos para la posesión. Nos enfrentamos a algo grave, Patán. Y lamento no estar con ellos. Tuvimos que separarnos. Martillo con Loto se fueron en una de las barcazas y Emisario con Garra en otra. Yo me quedé en Arrozal Uno para rescatar tu cuerpo de las aguas del río Hu. La negociación fue algo muy arduo, por no mencionar que tuve que desmembrar tu cuerpo y limpiar cada pieza y voverlas a montar, amén de la esencia que tuve que invertir para que recuperaras la consciencia. Y si sumamos las indemnizaciones por el mercado destrozado, las inusuales compras que hiciste y el pago por tu rescate... Patán, ¿qué ocurrió? ¿Cómo acabaste sumergido en el río como una ofrenda al dios?

Patán escuchó a Riqueza con atención. Tal y como le explicó a Riqueza, su memoria empezaba a partir de separarse de él en el mercado. A partir de ahí todo era confuso... ¿Cómo acabó en el fondo del río? Patán estaba convencido de que ni aunque su memoria hubiera aguantado intacta, hubiera podido responder a esa pregunta, pues más que los hechos en sí solo recordaba vagamente las sensaciones de que eso había sido el destino de alguna forma, o quizá la llamada de la Emperatriz Celeste para que su Esencia se uniera a la de ella en el más allá. Patán solo pudo terminar su explicación con un compungido:

-Lo siento tanto, Riqueza... No sé cómo he podido provocar tantos problemas. Ojalá los otros estén bien y no les vaya a afectar más nuestro retraso.

Riqueza gruñó descontento al tiempo que entrecerraba los ojos y ladeaba la cabeza escrutando al automatón.

-¿Lo sientes? ¿Problemas? ¿Retraso? -con un gesto seco y violento el Lord Carroñero se deshizo de sábanas y cobertor y saltó de la cama -. He gastado más de la mitad de mi fortuna personal, he quedado atado de por vida a un dios a quien deberé obedecer cuando se le ocurra que debo rascarle el culo o algo peor, he postergado mi deber ¿y me dices que lo sientes y que te preocupas por el retraso? Escúchame bien, engendro mecánico -dijo airado al tiempo que su índice golpeaba el pecho metálico de Patán -. No me pidas disculpas por esto nunca. Llevamos juntos más de setecientos años y lo hice con gusto. Incluso lo volvería a hacer pese a tu carácter mustio y ese aire de víctima que arrastras constantemente por tener que acompañarme, como si fuera un forúnculo en tu roñoso culo. Oh, sí. No soy la emperatriz, Patán. Y durante estos siglos he visto cómo me mirabas. Como un insulto a tu anterior vida. Pero desapareció. Esa vida, la emperatriz, aquella etapa.

Riqueza se dio media vuelta respirando agitado consecuencia de su enfado. Se dirigió a la jofaina, vertió agua y tras quitarse la ropa comenzó a lavarse.

-¿No lo entiendes, verdad? ¿Cuánto ha pasado de aquello? Demasiado -dijo frotándose vigorosamente los sobacos con una pastilla de jabón -. Y sigues anclado en el pasado y yo solo soy un estigma de tu indigno presente. Dime, ¿querías desaparecer, dejar de existir? -gotas de agua cayeron sobre el suelo de madera mientras se enjuagaba -. ¿Quisiste suicidarte si tal cosa es posible en un automatón, aburrido y asqueado por tu existencia a mi lado? Después de todo este tiempo, creo que me merezco algo más una vaga excusa, pero tu verás -el sónido seco de un paño usado para secarse sonó como la lija contr ala piel en el silencio que siguió -. ¿Sabes? Allí arriba estaban encantados sabiéndote en el fondo del río. Uno menos de una época que todos quieren olvidar. Oh, sí, esa. La de los exaltados solares. Y tú cometes la estupidez de quererme dejar a solas con Garra y Dulce Loto recién renacidos. Los he dejado ir, solos, acompañados de dos dragones que si sospecharan de su naturaleza, los matarían de forma inmediata -Riqueza sacó una pequeña tijera y ante un espejo comenzó a recortar su barba y bigote. Parecía necesitar de algo mecánico para sobrellevar al situación -. Hasta que esto acabe, te quiero en pie y dispuesto. Entonces y solo entonces, podrás hacer lo que quieras y si quieres acabar en el fondo de un río, yo mismo te acompañaré para ayudarte y despedirme. Y no negaré que agradecería un poco de verdad, si es que me he hecho merecedor de tal cosa después de todo este tiempo.

Riqueza volvió a vestirse y cuando acabó miró a Patán. Estaba serio y parecía esperar una respuesta.

Patán miraba a Riqueza con desconcierto y ansiedad, sin comprender muy bien su reacción, sabía que algo iba mal pero no sabía el qué, por qué le decía esas cosas algunas terribles, ni qué esperaba de él.

-¡Riquezaaa! Yo... ¡lo sientooo! Yo solo soy un automatón, y... y la Emperatriz Celeste me dio la vida, la Esencia, y... y su amor y... Y sé que de eso hace mucho, mucho tiempo, pero no me enseñó a olvidar y... y cuando lo recuerdo es tan vivo como si fuera ayer... Pero... -Patán Sabio vacilaba y gemía como si estuviera llorando.

-Pero tú eres mi amigo, Riqueza, y también te quiero, y me tiraría al estúpido Hu otra vez por ti, de verdad... -sentía pánico solo de pensarlo, pero era sincero. Y abrazaría a Riqueza, pero ahora estaba muy confuso, sin saber si Riqueza estaba enfadado con él, o solo dolido, o si le estaba diciendo que estaba harto de él y ya no le importaba lo más mínimo.

Riqueza suspiró y dejó caer la cabeza para mirar al suelo.

-Está bien Patán. Eres lo que eres y yo soy lo que soy. Es nuestro sino -dijo para volver a mirar al automatón -. Pero no lo vuelvas a hacer. Solo quiero saber una cosa -señaló poniendo una mano sobre el hombro de Patán -. ¿Qué sientes cuando estás cerca de Dulce Loto? Te lo digo por algo muy simple. Cuando nos separamos en el mercado, tenías órdenes concretas de comprar solo arroz, pero te excediste y llegaste a comprar para ella kimonos de lujo, un traje de viaje y complementos que no estaban en la lista de compra. Y tú no te sueles comportar de ese modo.

-Está bien Patán.

Patán reaccionó con una mueca de alivio. Riqueza era algo más que un amigo, era lo más importante que había ahora en el mundo para él. Terminó de escucharle...

-Yo... Cuando estoy cerca de Dulce Loto me siento más cerca de la Emperatriz Celeste... A lo mejor es ella... Pensé... no lo pensé realmente... que si me pedía esas cosas las necesitaba y estarías de acuerdo, y Mazo y Emisario que estaban allí también no paraban de animarme... ¡Ay, si no les hubiera hecho caso nada de esto habría pasado! -Patán sonaba lastimoso y patético otra vez...- Podremos arreglarlo, ¿verdad, Riqueza?

-Ya está todo arreglado. Al menos, esa parte. Así que miremos hacia delante y hacia nuestros verdaderos problemas. Los yomas. Subamos a cubierta y veamos dónde nos encontramos. Quizás hayamos llegado ya a nuestro primer destino, Arrozal Dos.