Partida Rol por web

- "Desde mi punto de vista es satisfactorio." - Dice alargándole a Riqueza Efímera el documento de ayuda personal ya redactado (con exquisita Caligrafía) para que lo firme. Una vez hecho ésto prosigue:

- "Retornaré a Yu-Shan de inmediato para comunicar estos términos y acelerar las negociaciones. Puedo prever que mañana al Alba, Patán Sabio se encontrará en la cubierta de tu embarcación." -

Sun Wu Kong guarda el pergamino ya firmado entre sus ropas al tiempo que invoca su nube mágica.

- "Buena cacería con esos Yoma. Espero que esos Sangre de Dragón que has escogido esta vez resulten más fuertes que los anteriores. En aquella ocasión murieron todos despedazados, fue desagradable.

A veces me pregunto por qué un Sideral de tu edad no tiene la influencia necesaria para dirigir un Círculo Perfecto de Siderales más novatos. Serían sin duda unos agentes más capaces, y también longevos. Los Terrestres son limitados, y apenas viven dos míseros siglos, poco más que tres vidas humanas...

En fin, que la bendición del Cielo te acompañe." -

Sun Wu Kong sube a su nube de un salto y poco después se pierde en las alturas, volando a una velocidad meteórica.

MEDIODIA.

- Lo mismo te deseo -fue la escueta respuesta de Riqueza que cuando vio partir al dios menor, se puso en pie para abandonar el templete en dirección a su sampang. Cuando llegó a él, saludó al somnoliento joven miliciano contratado y se dirigió a su camarote. Una vez en él, desplazó un mamparo, inocente a simple vista, y extrajo de él un abolsa. Cuando la abrió, en su interior refulgían lasbarras de jade con un cristalino y hermoso tono verde. Contó con cuidado diez barras y volvió a cerrar la bolsa que depositó en el lugar de siempre. Salió a la cubierta, y cuidándose de no ser visto, se dirigió a la popa. Una vez allí, entonó una oración y fue dejando caer las barras una a una, las cuales se sumergieron en las aguas del río Hu, trazando lentas y pequeñas espirales, hasta confundirse con la vegetación del fondo. Cuando acabó, miró al cielo, al sol del mediodía. Estaba cansado. Y hambriento -. Solo espero que haya merecido la pena, Patán, estúpida máquina roñosa. No solo he hipotecado mi dinero, sino también mi persona. Y los dioses, siempre cobran sus deudas -dijo en un susurro, aunque su cara sonreía y en sus ojos brillaba algo que cualquiera hubiera definido como felicidad.

POR LA TARDE.

Riqueza estaba sentado en la borda de su sampang, mirando al río mientras bebía el té que había preparado tras su frugal comida. Se sentía cansado pero no quería dormir. Prefería mantenerse despierto y tener la cabeza ocupada. Se preguntaba cómo se encontrarían las dos parejas que habían salido hacía lo que parecía una vida de aquel mismo muelle. Sentí aigual curiosidad por saber lo que realmente le había ocurrido a Patán y que había acabado con él en el río y consigo mucho más pobre que la víspera. Pero todo aquello lo dejó para más tarde. Se puso en pie y se desperezó. Debía ir al mercado para adquirir ciertas cosas. Sus promesas no habían sido en balde y si bien era posible que en sus siguientes escalas hallara el material necesario, prefería comprar cuando menos los origamis de papel para sus ofrendas de una semana, así como las flores de al menos, un par de días que era loq ue pensaba le llevaría llegar a su próximo destino cuando partiera al alba, tras recuperar a su automatón.

Bajó por la pasarela, y silbando una vieja melodía de los arrozales, se encaminó hacia el mercado.

ES DE NOCHE.

RIQUEZA EFIMERA:

- Sientes una vaga inquietud.

- Presientes que dos de los peones blancos ya han entrado en el tablero de juego. Dos peones negros son sus oponentes...

- El horóscopo de Mazo indica que su Destino reside en la Casa de la Guerra, la Panoplia Carmesí de la Victoria. Parece que varios Colegios le favorecen, incluyendo la Aljaba y el Escudo, así como la Lanza.

- Al intentar atisbar el futuro de Dulce Loto, unos ojos de fuego dorado te devuelven la mirada.

Riqueza se había acostado tras realizar las gestiones pendientes y una cena tan frugal como lo había sido la comida. Pero el sueño no llegaba. Una extraña sensación lo invadía y el duermevela previo al sueño, lo envolvía en inquietantes imágenes. La humedad del río pareció envolverle y, finalmente, dio un tirón a la sábana que lo cubría y se levantó. Fue a la cubierta, respirando con ganas el aire fresco nocturno. Su mirada vagó por la noche y sobre la rielante superficie del río Hu, que reflejaba la pálida luz de la luna y las estrellas. Aquí y allá, pequeños jirones de niebla se arrastraban sobre las aguas o reptaban entre los árboles de la orilla.

Al cabo de un rato, se sentó cerca del timón del sampang, en la postura de la flor del loto, buscando algo de paz en su turbulenta mente. Pero no fue paz, sino una visión lo que alcanzó a Tormenta de Jade. Sí, Martillo Blanco y Dulce Loto habían entrado en batalla. Y las fuerzas celestiales parecían beneficiar al primero. Pero, ¿y la muchacha? La respuesta, aquellos ojos de dorada y llameante mirada, le hicieron abrir los ojos de par en par sobresaltado.

TRANSCURRE EL RESTO DE LA NOCHE.

RIQUEZA EFIMERA:

- El nivel de desagradables perturbaciones en el Tapiz parece haberse atenuado ligeramente. Quizá la Presencia Yoma se haya reducido algo en el país.

- Eso sumado a la posición ventajosa del sino de Mazo al atravesar la Casa de la Guerra te lleva a intuir que pueda haberse impuesto victorioso sobre los Yoma.

RIQUEZA EFIMERA:

- Al Alba intuyes una presencia espiritual poderosa en las aguas bajo el shampang.

- Crees que se trata de un Dragón Elemental del Agua Menor.

El alba recibió a Riqueza en la cubierta. Tras la extraña e inquietante visión al centrarse en Dulce Loto y que poco después se vio apaciguada por la sensación de victoria transmitida por el apaciguamiento del Tapiz, el Lord carroñero se había trasladado, un avez más,a su camarote. Pero su sueño fue liviano y antes siquiera de que empezara a despuntar el sol, procedió a sus abluciones diarias, tomó un reconstituyente té y dio comienzo a un ritual de oraciones que no solo sirvió para cumplir con sus promesas sino para apaciguar su espíritu.

Cuando concluyó, esperó tranquilamente a que el sol asomara sobre el horizonte pintado por los arrozales, ahora una mera mancha gris apenas insinuada. Eran los instantes previos a comprobar si su petición había sido definitivamente aceptada y recuperar a su automatón. No en vano los ataban los sutiles lazos elaborados por setecientos años de convivencia. Y entonces, bajo las aguas de su sampang, sintió una poderosa presencia, cuyo espíritu eclipsaba toda la realidad. Y pudo comprobar que su reacción era totalmente humana, pues se sorprendió a sí mismo conteniendo la respiración con expectación. Fuera como fuera, todo había sido ya decidido.

Una enorme cola enroscada hecha de Elemento Agua emerge a la superficie, portando un pesado artefacto metálico inerte.

El shampang es golpeado por una tremenda ola que lo empapa todo. Cuando se retira, el cuerpo inerte de Patán Sabio yace sobre la cubierta de proa. La poderosa presencia elemental ha desaparecido.

Patán Sabio está totalmente inmóvil, desactivado. Puede que el haber estado sumergido le haya averiado.

El Viejo Pu llega andando deprisa por el muelle.

- "¡Riqueza-san! He oído un gran estruendo... ¡Ah! ¡Es Patán! ¡Lo habéis recuperado!" -

La ola inundó la cubierta del sampang y con ella a Riqueza. No obstante, pareció no darse cuenta de ello. Su mirada estaba centrada en patán, su viejo automatón, que jamás sabría cuál había sido el pago por su rescate. Corrió haci ala máquina inerte, casi resbalando sobre la madera mojada y se arrodilló a su lado.

-¡Riqueza-san! He oído un gran estruendo... ¡Ah! ¡Es Patán! ¡Lo habéis recuperado!

La voz de Pu hizo que desviara la mirada hacia él.

-Sí, así es, viejo amigo. Sube. Pronto.

El automatón parecía estar inactivo. El tiempo que había pasado sumergido en el agua parecía haberlo dañado de algún modo, o quizás el propio Patán se había desactivado, sospechando que su futuro era convertirse en soporte de algas y almejas de río.

-Patán, Patán. ¿Me escuchas?

La respuesta de Patán fue el burbujeo del agua y el lodo del río al abandonar su carcasa metálica. En el interior, la magia imbuida por la Emperatriz Celeste luchaba por recuperar el dominio de sus funciones, aún ignorante de lo que ocurría en el exterior.

El anciano sube a bordo.

Llega hasta donde está Patán y se agacha en la cubierta para tocar su fría superficie.

- "Está frío..." - Después se queda pensativo, como recordando un viejo cuento.

- "Esto me recuerda una vieja historia que me contó mi abuelo cuando yo era un niño pequeño. Me habló sobre un astuto mercachifle de río llamado Calma Sagaz que tenía a su servicio un automatón.

Una vez se produjo tan gran tormenta que el río Hu se desbordó y pueblos y campos se inundaron. En su prisa por salvarse, los adultos huyeron, dejándose atrás a unos niños inocentes.

Entonces llegó la máquina compasiva y con sus fuertes manos de metal los salvó y los dejó en lugar resguardado. Sin embargo, el automatón se mojó demasiado y llegó un momento que no pudo seguir funcionando. Quedó inactivo, como si estuviese muerto.

Cuando la enorme tormenta cesó y las aguas volvieron a su cauce, los hombres del pueblo llevaron el pesado y muerto automatón hasta un templo.

Allí Calma Sagaz empleó extrañas herramientas para desmontarlo por completo, y con finos paños frotó y secó todas las piezas. Después volvió a montarlas y el automatón volvió a la vida.

Los niños crecieron, sanos y felices, para convertirse en adultos. Y recordaron el nombre del automatón que les había salvado: se llamaba Patán Sabio.

Aunque quizá la memoria traicione a este viejo, Riqueza-san, y todo esto no sea más que un cuento sin sentido." -

-Una buena historia -dijo Riqueza -. Y como toda historia con moraleja, encierra una verdad que conviene seguir al pie de la letra. Yo heredé a Patán y con él las herramientas necesarias para repararlo cuando fuera necesario, si bien mis conocimientos distan de ser los de mi predecesor. Pero haré cuanto esté en mis manos. Espera aquí, por favor.

Riqueza bajó a la bodega y sacó las herramientas y cuanto necesitara para proceder a reparar al automatón. Aquel sería un trabajo arduo y laborioso y tan solo confiaba en ser capaz de llevarlo a cabo.

-Ya estoy aquí, aunque me enfrento a un nuevo problema. Si permanezco en Arrozal Uno reparando a Patán, no podré navegar y eso me retrasará en mi encuentro con mis socios y la pelea contra los yomas. Y si navego, no podré reparar a Patán. El sampang no navega solo eludiendo los bancos de arena y las malas corrientes. ¿Algún consejo, viejo amigo?¿Conoces de algún patrón que pudiera hacer de piloto hasta Arrozal Dos?